.


Con un gran esfuerzo, por falta de caudales y medios técnicos, la incipiente Armada de Felipe V había construido en Pasajes dos galeones de 1.200 toneladas artillados con 60 cañones, destinados a la Carrera de Indias. Eran los llamados Santa Teresa y Nuestra Señora de Porta Celi, conocido como Porta-Coeli, y estaban destinados a ser los nuevos Capitana y Almirante de las Flotas a Indias.



El 3 de marzo de 1704 zarpan los dos galeones del puerto de Pasajes rumbo a Cádiz al mando del almirante don Diego Asensio de Vicuña. En este viaje inaugural estaban acompañados del patache San Nicolás, armado con 24 cañones, y un mercante con pertrechos. Llevaban a bordo cañones, bombas y otros pertrechos militares para mandar una próxima Flota de Galeones a Tierra Firme.



Mientras tanto, la escuadra inglesa al mando del almirante George Rooke había entrado en Lisboa el 2 de marzo. Habiendo desembarcado el archiduque Carlos, vuelve a zarpar con catorce buques ingleses (6 de 70 cañones, 1 de 60, 4 de 50, 1 de 40, 1 de 32 y 1 de 24) y ocho holandeses (1 de 92, 2 de 72, 1 de 68, 1 de 64, 1 de 62, 1 de 60 y 1 de 36) para cruzar entre los cabos de San Vicente, Santa María y Espartel. El día anterior habían tenido noticias de un corsario holandés de que tres grandes buques españoles navegaban con rumbo sur. Según estimó Rooke estarían a unas 10 leguas de distancia. El almirante Vicuña, previendo un encuentro con naves enemigas, puso rumbo sur, a la costa norte de África, después de haber rebasado el cabo de San Vicente. Desde allí destacó al patache en descubierta.



George Rooke destacó varias naves al SSE del cabo de San Vicente, eran los navíos Suffolk y Lark, de 70 cañones, y el Panther, de 54 cañones, mientras que él navegaría con el resto al SE para evitar que los buques españoles se escaparan. Al mediodía se avistaron las naves españolas, ordenando al contralmirante Thomas Dilkes unirse a la caza con otros buques de guerra, los navíos Kent (insignia de Dilkes), Bedford, ambos de 70 cañones, y Antelope, de 60 cañones, además del corsario holandés armado con 44 cañones, navegando rumbo al cabo Spartel para cubrir los accesos al estrecho. Duró la persecución toda la tarde y noche. Entre las 8 y las 9 de la mañana del día siguiente, 12 de marzo, la división de Dilkes descubre las cuatro velas españolas, comenzando sobre las 11 los primeros disparos del buque más adelantado, el Panther. El resto de los buques fueron entrando en la acción, primero el Suffolk, logrando con bordadas ganar el barlovento, seguidos por el Antelope y el corsario holandés. El Kent no se unió a la lucha hasta el final del combate. Los buques españoles estaban ya dañados por la larga persecución, uno desarbolado de la verga mayor y otro del mastelero de gavia.

.


Los dos galeones españoles ofrecieron resistencia durante unas siete horas. El combate, realizado a tiro de pistola, y por ambas bandas, resultó desastroso para los españoles. Acabaron desarbolados y con más de cien muertos a bordo, no teniendo más remedio que rendirse, cayendo prisioneros más de setecientos marineros españoles de las cuatro velas apresadas. Los buques ingleses recibieron también daños; el Panther perdió el mastelero de proa, el Suffolk el palo mayor y el Antelope quedó muy maltratado en el casco y velamen.



Por el mal tiempo, calmas y vientos contrarios, los buques de Dilkes y sus presas no llegaron a Lisboa hasta el 25 de marzo. Un teniente del Suffolk, que mandaba el navío capturado Santa Teresa, siguió las luces del buque insignia, pero en realidad las había confundido con las luces del castillo de San Julián. Este accidente, unido a la mala situación del buque español, hizo que se perdiera en la costa, llevándose consigo a 80 marineros españoles y más de cien ingleses que los custodiaban.



Don Asensio de Vicuña fue juzgado en la corte al año siguiente, siendo recompensado su valor con el título de segundo almirante general de la Armada





.