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El combate de Algeciras. 6 de julio de 1801.



Las cañoneras no sólo ganaron combates por ellas mismas, sino que ayudaron a que los grandes buques los ganaran. El mejor ejemplo de ello fue el combate de Algeciras, librado el 6 de julio de 1801.



Como se sabe, en esa fecha la división francesa, al mando de Linois, con tres navíos y una fragata, y en viaje desde Tolón a Cádiz, fue interceptada en el Estrecho por la de Saumarez, con seis navíos y una fragata.



Ante fuerzas tan superiores, Linois, obrando con rapidez y acierto, se aproximó a tierra, fondeando sus buques en aguas de Algeciras, entre la isla Verde y la Torre del Almirante, cuyas baterías <<de siete piezas de a 24 y cinco de a 18 respectivamente>>, le guardarían los flancos en el ya próximo combate.



Es más, temiendo una repetición de la maniobra de Abukir, Linois ordenó encallar sus buques, para evitar que fueran envueltos, presentando la banda y baterías de babor al enemigo.



Saumarez, dando la victoria por cierta, se acercó rápidamente con su escuadra, empezando el combate a corta distancia y con gran dureza, siendo respondido de igual forma.



Tal era el empeño de los británicos por aniquilar a sus contrarios que dos navíos encallaron de proa en su intento de doblar o batir de enfilada a los franceses: el Pompeé, frente a la isla Verde, el Hannibal, frente a la batería de Santiago.
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Los dos buques pudieron ser batidos así de enfilada y de proa a popa por las baterías, sin poder apenas responder.



Pero además, los atacaron siete lanchas cañoneras del apostadero, las números 2, 3, 4, 7, 8, 12 y 13.



Tras más de tres horas de fuego, el Pompeé, estaba totalmente desarbolado y con graves daños.



Sin embargo, y gracias a los botes de la escuadra, pudo ser salvado al ser tomado a remolque. Menos suerte tuvo el Hannibal, que al fin tuvo que entregarse.



Mientras, en el centro, los cuatro buques de Saumarez no lograban imponerse a los tres de Linois, por lo que el frustrado almirante británico ordenó la retirada.



Los británicos habían sufrido serios daños y averías, un navío apresado y otro completamente inutilizado, unas cuatrocientas bajas entre muertos y heridos y un buen número de prisioneros.



Los franceses, claros vencedores, sufrieron también graves daños y averías y unas quinientas bajas.



En cuanto a los españoles, en las baterías, bien cubiertas, sólo lamentaron algunos heridos, pero en las cañoneras, que se batieron heroicamente y a muy corta distancia contra navíos y botes enemigos, sólo quedaron a flote las números 3 y 7, aunque con un saldo relativamente escaso de bajas: seis muertos <<incluido el alférez de navío Lobatón>> y diez heridos.



Era una gran victoria para los aliados franco-españoles; pero con posterioridad a los hechos, historiadores tan parciales como Thiers y Guerín, pretendieron que su país se quedara con toda la gloria del combate, inventando una versión que por lo repetida ha terminado por se aceptada por muchos, que no se han molestado en verificar los hechos.
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Según ellos, especialmente el segundo, las baterías españolas estaban tan faltas de personal, equipos y hasta de municiones, que desde los buques franceses tuvieron que enviarse, desde artilleros hasta pólvora para ponerlas en servicio.



Tal versión contradice, no sólo los partes oficiales y los numerosos testimonios personales que existen sobre el combate, sino que atenta incluso contra en sentido común, pues no es creíble que tres navíos atacados duramente por cuatro tomen la decisión de desprenderse de hombre y elementos que eran desesperadamente necesarios para su propia defensa, y menos aún de embarcarlos en botes bajo fuego enemigo, transportarlos a tierra y poner en servicio las <<abandonadas>> baterías españolas.



Claro que ni siquiera ellos pusieron en duda el valor de las cañoneras, al afrontar al enemigo a bocajarro, ni pretendieron que las heroicas lanchas estuvieron tripuladas por franceses.



Algo tendrían aquellas lanchas, universalmente llamadas entonces << a la española >>, para que nos dieran a nosotros y a nuestros aliados, como ha quedado de manifiesto, muchos de los éxitos cosechados en aquella trágica época.



Pero tampoco con los hechos narrados aquí de forma esquemática <<y muchos otros sucedidos por aquellas fechas que lo hubieran merecido igualmente>>, se acabaron los méritos y los triunfos conseguidos por las pequeñas embarcaciones.








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