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Sin embargo, el asedio de Mesina prosiguió sin que Lede pudiera hacer nada para impedirlo. Defendida tenazmente por D. Lucas Spínola, la ciudad rechazó hasta 9 asaltos, causando numerosas bajas a los sitiadores. Se intenta socorrer a la ciudad, pero ante la presión del enemigo, la ciudad se entrega el día dieciocho de octubre del año de 1719.


Salvo acciones aisladas y escaramuzas como el combate de Sferracaballo, exitosas para las armas españolas, las operaciones tocan a su fin. El día seis de mayo del año de 1720, se firmó el acuerdo de armisticio y evacuación del territorio, entre los generales comandantes de los ejércitos y los representantes de las potencias interesadas en la paz.


Ataque francés en los Pirineos


El día veintinuno de abril del año de 1719 el duque de Berwick y de Liria, hijo natural de Jacobo II de Inglaterra, vencedor en la batalla de Almansa en el año de 1707 a favor de Felipe V, cruzó la frontera española al frente de veinte mil hombres. Aún lucía el Toisón de Oro que le impusiera el rey Felipe cuando puso sitio a Fuenterrabía, el día dos de mayo. Los franceses embarcaron ochocientos hombres al mando del caballero de Guiry en tres fragatas británicas, y atacaron el puerto de Santoña.


El día doce de junio del año de 1719 arrasaron el astillero, destruyendo tres navíos que estaban prácticamente terminados, uno de 70 y dos de 60, además de las maderas preparadas para otra docena y una importante partida recién llegada de Holanda.


Felipe V, de visita oficial en la ciudad de Valencia, se dirigió rápidamente al norte con quince mil hombres, que había reunido con dificultad, a cuyo mando colocó al marqués de Castelrodrigo, gobernador de Barcelona.


El grueso de las tropas españolas se encontraba en Pamplona, y, mientras se preparaban, dirigieron un destacamento para tratar de liberar Fuenterrabía del asedio francés. Pero cuando Castelrodrigo ya no estaba más que dos millas de ella, tuvo noticia de que se había rendido dos días antes, el día dieciocho de junio.


Berwick entró sin resistencia hasta Pasajes, incendiando los seis navíos de línea que se estaban construyendo, para después apoderarse de los almacenes de artillería, jarcia, lonas y demás pertrechos.


Atacaron San Sebastián, rindiendo la ciudad el día dos de agosto, y el castillo el día diecisiete.
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A finales del mismo mes las tropas francesas habían tomado las tres provincias vascongadas. Los vascos aceptaron formalmente la ocupación y afirmaron que aceptarían al gobierno francés si se les respetaban sus fueros.


Guipúzcoa reconoció al gobierno francés el día cinco de agosto, y Álava hizo lo propio el día veintinueve. Sin embargo, Berwick no llevaba a cabo una guerra de anexión, sino de castigo, por lo que respondió muy mal a tales pretensiones. En este sentido, se dirigió al este, y al mando de otra columna francesa invadió el Ampurdán, poniendo sitio a la plaza de Rosas.


Pero la flota francesa con veintiocho buques con provisiones, se fue a pique por un temporal, con lo que los franceses tienen que retirarse del asedio. El ejército español liberó la Seo de Urgell el día veintinueve de abril de 1720, tras cuatro meses de asedio.



Ataque británico a Galicia:


Tras el ataque francés por los Pirineos, los británicos mandaron una expedición de castigo a la costa de Galicia. Estaba formada por una división de cuatro mil hombres bajo el mando del vizconde Cobham y una división de ocho navíos de línea, comandada por el vicealmirante James Mighells, que destruyó en el mes de septiembre de 1719 otros dos buques menores de guerra y otro mercante que estaban en Ribadeo.


Vigo es atacado el día diez octubre y saqueado el día veintiuno. Los británicos campan por sus respetos durante semanas, llegando a amenazar Santiago, hasta que el Capitán General de Galicia consigue reunir hombres que hostigan su retaguardia y los hace replegarse hasta Vigo, donde tienen que embarcar.



Expedición española a Escocia:


La audacia del ministro Alberoni no tuvo límites y para distraer fuerzas francesas y británicas de la zona de operaciones mediterránea, proyectando sendas expediciones a Escocia y el sur del Reino Unido.


El plan original del cardenal Alberoni constaba de dos fases. En la primera, el conde mariscal George Keith, se infiltraría en Escocia con dos fragatas, cargadas con dos mil mosquetes y trescientos soldados del Regimiento de Infantería, De la corona.


El objetivo era levantar a los clanes del oeste contra los británicos y tomar alguna plaza fuerte. Esto no era en realidad más que una simple maniobra de distracción con el fin de que los británicos llevaran más tropas y barcos hacia el norte, dejando menos protegido el sur de la isla.

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Una vez conseguido esto, la principal fuerza de invasión, a las órdenes del duque de Ormonde debía desembarcar en el sureste del Reino Unido, donde los simpatizantes jacobitas eran abundantes para marchar sobre Londres y deponer a Jorge I.


La escuadra compuesta por veintisiete buques, con gran cantidad de municiones, treinta mil fusiles y cinco destacados líderes jacobitas zarpó de Cádiz rumbo a La Coruña embarcados en varios buques de transporte escoltados por una pequeña escuadra de dos navíos de guerra de 60 cañones, Nuestra Señora de Guadalupe y el San Francisco Javier ó Hermíone y una fragata de 20, mandadas por Baltasar de Guevara.


En La Coruña debían de recoger al duque de Ormond. Sin embargo, las tormentas deshicieron la flota en el mes de abril en las cercanías del puerto de La Coruña, donde llegaron los supervivientes, quedando suspendida la invasión.


La expedición a Escocia tuvo más éxito. Partió el día ocho de marzo de Pasajes y desembarcó en la isla de Lewis. No obstante, no lograron alzar en armas a los clanes. Sin fuerzas suficientes para atacar Inverness, tomaron el castillo de Eilean Donan, donde se unieron algunos rebeldes jacobitas, entre los que se contaba el famoso Rob Roy. Acabaron siendo derrotados por los británicos en la batalla de Glenshiel, el día diez de junio del año de 1719, rindiéndose en un lugar que se conoce como <<El paso de los españoles>>, mientras que las fragatas regresaron a España.


Varias de las naves supervivientes de la expedición de Ormonde se encontraron en Santander a finales del año de 1719 al mando de Rodrigo de Torres y reciben la orden de zarpar para evitar ser capturados o destruidos por los ataques de los británicos y franceses.


La escuadra, compuesta por los navíos Nuestra Señora de Guadalupe, Conde de Tolosa y Hermíone y la fragata Fidela, zarpa rumbo a Cádiz, capturando en aguas cántabras una fragata y una balandra de guerra británica.


El día veintiuno de diciembre se enfrentan en aguas del cabo de San Vicente con una escuadra de tres navíos británicos al mando de Cavendish.


Después de cinco horas de combate, los británicos se retiran a Gibraltar con ciento cincuenta bajas, mientras Torres entra en la bahía de Cádiz el día tres de enero de 1720 con las bajas de 20 muertos y 27 heridos.
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La guerra en los territorios de América del norte:



Las colonias españolas fueron atacadas exclusivamente por Francia, que aprovechó la ocasión para consolidar su presencia a lo largo de los ríos Missouri y Mississipi y tratar de expansionarse hacia el este en dirección a Florida y hacia el oeste en dirección a Tejas y Nuevo Méjico.


A pesar de las victorias francesas, España salió de la guerra con sus posesiones en Norteamérica intactas y su presencia en Tejas fortalecida.



La Paz


Ante el cariz adverso de la guerra, el día cinco de diciembre del año de 1719 Felipe V cesó a Alberoni y le ordenó que abandonase España en el plazo de tres semanas, algo que no pudieron evitar ni siquiera las protestas de Isabel Farnesio. Su salida del país fue rocambolesca, empleando un disfraz para huir ante la presión popular. Escapó a Italia, donde su vida tampoco fue fácil. Se escabulló de un intento de arresto en Génova y se refugió en los Apeninos.


Allí descubrió que el Papa Clemente XI (molesto por la actuación de Alberoni en años anteriores) también había ordenado su captura. Consiguió evitarla hasta la muerte de Clemente XI en el año de 1721. Dado que seguía siendo cardenal, acudió como tal al cónclave que eligió como nuevo Papa a Inocencio XIII. Éste le mandó encarcelar tras sufrir presiones de España, pero una comisión cardenalicia le libró de la prisión y todos los cargos.


Patiño fue arrestado durante seis meses. Liberado, fue repuesto en su cargo de Intendente General de Marina, y se dedicó a la reconstrucción de la Armada.


España se vio obligada a entrar en la Cuádruple Alianza y a entablar conversaciones de paz, el día dos de abril del año de 1720, con todas las consecuencias que de ello derivaba. Finalizadas por fin las hostilidades, las tropas españolas de Cerdeña y Sicilia fueron repatriadas a España en buques británicos en el verano de 1720.


España accedió a la condiciones de paz que le impusieron en Madrid los representantes diplomáticos de la Cuádruple Alianza en 1720.


Tras arduas negociaciones, se estableció un tratado de alianza defensiva con Francia, conviniendo por artículos secretos la devolución de Fuenterrabía, San Sebastián y Pensacola, siendo esto el día veintisiete de marzo del año de 1721, a cambio de ventajas económicas en Ultramar.
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Además, Francia apoyaba las pretensiones italianas de la reina Isabel, quedando fijados los matrimonios de la infanta española Mariana con Luis XV y de la hija del regente, Luisa Isabel, con el Príncipe de Asturias.


Por otro lado se hizo un acuerdo similar con el Reino Unido, siendo este el día trece de junio del año de 1721, devolviendo los británicos los efectos y bienes confiscados en la última guerra, entre los que se encontraban los navíos apresados en Cabo Passaro, pero resultaron estar desmantelados e innavegables.


A cambio de la paz, el conde de Stanhope propuso a su gobierno en el mes de julio del año de 1720 la devolución de Gibraltar. La propuesta estaba respaldada por el duque de Newcastle, hermano del primer ministro británico, y el propio rey Jorge I, que había escrito a Felipe V el día doce de junio una carta prometiendo conseguir la devolución. No obstante, la propuesta fue finalmente rechazada en el Parlamento británico.


Las conferencias para alcanzar la paz con Austria comenzaron de manera informal en Cambrai en el año de 1722, y no finalizarían de forma oficial hasta el año de 1724.


Víctor Manuel de Saboya recuperó Sicilia, pero a continuación la canjeó a los austriacos por Cerdeña.


Por su parte, el emperador de los romanos, Carlos VI de Austria, reconoció a Felipe V como rey de España y dejó de usar este título, que se atribuía desde su proclamación en Madrid en el año de 1706.


Además, reconoció a España los derechos de la reina consorte, Isabel de Farnesio, sobre los ducados de Parma y Toscana, que se fijaron en la persona de su hijo, el infante Don Carlos, de dos años de edad.


Los términos del acuerdo no dejaban lugar a dudas: Carlos VI reconocía los derechos de Jorge I y del regente de Francia, renunciaba a la Corona española, aceptaba, bajo la soberanía imperial, el traspaso a don Carlos de Borbón de Parma y Toscana, y cambiaba a Saboya la isla de Sicilia por Cerdeña.


Se reconocía internacionalmente la Pragmática Sanción del año de 1713, por la que Carlos VI le allanaba a su hija María Teresa el ascenso al trono de Austria.


La política entre Borbones y Habsburgos seguía dominada por preocupaciones dinásticas y personales, y tan pronto se enviaban ejércitos a luchar contra los de sus primos como se casaban entre sí.



(1) Este ataque sin previa declaración de guerra, es una argucia de la que los británicos, han conseguido acreditarse a través de la historia, como sus más contumaces ejercientes, pues ninguna nación ni antes ni después, la a repetido tan reiteradamente. Este es el retrato escueto, pero veraz, de su forma de conseguir ciertas victorias, de ésta tan honrosa isla con sus gobernantes y parientes.



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Excelente trabajo.
Respecto a Cabo Passaro,unas pequeñas aportaciones: El contador mayor de gaztañeta, escribió el reconocimiento de la inferioridad de la artillería y la diferencia de preparación entre los equipajess de los dos contendientes.
El Marquès de Mari y Cammock ,en consejo de guerra ,con Patiño y demás jefes de escuadra, aconsejaron tomar precauciones y se decidió no mostrar preocupación o desconfianza. Una gran parte de analistas, consideran ; que de haberse tomado las medidas pertinentes , la flota española podía haber castigado duramente a la inglesa y se hubieran salvado más navíos.
Finalmente aportaré la traducción del lacónico informe de Walton al su almirante Byng.

" Sir, Cantorbery de Siracusa. Agosto 16, 1718.
Hemos capturado y hemos hundido todas las naves y navíos que estaban sobre la costa, el nombre de los españoles conforme al margen"
Sigue la lista ......