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A finales de 1739 se declaró la guerra entre España e Inglaterra. Francia, pese al Pacto de Familia, se declaró neutral en el conflicto.

En 1740 murió el emperador de Austria, y se inició la Guerra de Sucesión por la corona austriaca. Francia continuó sin declarar la guerra a los ingleses pero se comprometió a apoyar a nuestros buques y escuadras.

El 14 de enero de 1742 buques españoles y franceses zarpan desde Barcelona con los expedicionarios a Italia, donde España defendía los derechos del infante Don Felipe a los ducados de Parma, Plasencia y Toscana, con el ejército al mando del Duque de Montemar. La escuadra española, al mando de Don Juan José Navarro, logró desembarcar las tropas en Génova, y a la vuelta se le unió la escuadra francesa de De Court. De común acuerdo decidieron refugiarse en Tolón el 24 de marzo ante el acoso de la escuadra inglesa de Haddock, muy superior a la aliada.

Al poco tiempo tomó el mando inglés el almirante Mathews, que fondeó sus buques en las islas Hyeres.

La escuadra española de Navarro continuaba bloqueada en Tolón junto a la francesa. Ambas aprovechaban el tiempo ejercitando a sus dotaciones, la española en el tiro de cañón y la francesa con botes, en señales y evoluciones.

Tras 18 meses de bloqueo, las cortes de ambos países decidieron que la escuadra española debía partir escoltada por la francesa, aún sin declarar la guerra a Inglaterra, a fin de evitar que la poderosa escuadra inglesa de Mathews destrozara a la inferior española.

Debido a la pérdida de hombres de las dotaciones por una epidemia, Navarro decidió dejar en puerto a las fragatas Javier, Fama, Paloma, Retiro y Galga, reforzando de esta forma las dotaciones de los navíos. A pesar de todo, de los 12 navíos de la escuadra española, 6 eran de 60 cañones con baterías de a 18 y de a 12, muy inferiores a uno regular (que las portaba de a 24 en la baja y de a 18 ); sólo 2 eran de tres puentes, el Real Felipe de 110 piezas y el Santa Isabel de 80; incluso el Real Felipe llevaba de a 24, 18 y 12 libras, en vez de montar de a 36, 24 y 18, debido a que se hubo de rebajar el peso de las piezas porque el buque se quebrantaba mucho con mal tiempo.

Los franceses aportaban 16 navíos, ninguno de tres puentes, además de 3 fragatas, 2 brulotes y un buque hospital. Su escuadra estaba mandada por un octogenario teniente general, De Court de la Bruyere, que insistía en el abordaje a ultranza como arma suprema de victoria. Pero mucho peor que sus ideas tácticas fue la dudosa lealtad a la escuadra española.

El 19 de febrero de 1744, víspera de la partida, el anciano almirante se reunió con dos oficiales británicos de la escuadra bloqueadora. Este hecho fue observado por los españoles, que avisaron a Navarro, y pronto se extendió el rumor de que el jefe francés había pactado con los británicos la destrucción de la escuadra española sin interferencia francesa…

Al día siguiente por la mañana se hizo a la mar la escuadra franco-española, situándose la española en vanguardia por orden de De Court a Navarro. Pronto se divisó la escuadra inglesa en su fondeadero de las islas Hyeres.

Como el viento favorecía a los aliados, De Court ordenó a Navarro que atacara al abordaje a la escuadra enemiga. El jefe español se quedó perplejo, pues el paso era muy estrecho y sólo dejaba pasar los navíos de uno en uno. De Court insistió en su orden, y Navarro no tuvo más remedio que obedecer, aunque consiguió dilatar el atque hasta el día siguiente, 22. Pero el viento cambió, siendo ahora favorable a los ingleses, que podían abandonar su fondeadero. De Court comprobó que su orden era irrealizable y ordenó a Navarro situarse a retaguardia de la escuadra francesa, de nuevo en la zona más peligrosa, en vez de inteponer la francesa entre españoles e ingleses.

La escuadra inglesa era muy superior a la aliada, con 32 navíos, de los que 13 eran de tres puentes, contra los 28 franceses y españoles, con sólo 2 de tres puentes. En total 2.280 piezas inglesas contra 1.806 de los aliados.Curiosamente, y a pesar del menor número de barcos, las dotaciones aliadas superaban a las inglesas, 19.100 hombres contra 16.586.

En la mañana del 22 la escuadra inglesa disponía del barlovento, y formó una línea de batalla bastante irregular y en curva, con algunos navíos apelotonados. En ese momento De Court ordenó forzar vela, con lo que la vanguardia y centro franceses se adelantaron considerablemente a la retaguardia española, que quedó retrasada y expuesta en solitario al ataque inglés. Desde luego, se trataba de una forma muy extraña de que De Court cumpliera con la orden de proteger a los españoles. Es más, varios comandantes españoles divisaron banderas blancas que los buques ingleses mostraban a los franceses, reafirmadas con cañonazos sin balas, mientras exhibían banderas rojas de combate a los españoles.

La vanguardia británica de Rowley atacó los primeros buques españoles, Oriente y América, que pugnaban por alcanzar la cola francesa. Aunque sufrieron serios daños lo consiguieron, y el Oriente, un “merchante”, tuvo ocasión de batirse con el tres puentes Barfleur, insignia de Rowley, de 90 cañones. También los últimos navíos de la línea francesa abrieron fuego, por lo que los 4 primeros buques ingleses de la vanguardia desplegaron en arco a barlovento para evitar que los envolvieran. Así, en este punto el combate no fue muy disputado.

El siguiente navío de la línea española, el Neptuno, fue atacado por 4 enemigos y una fragata, con los que combatió durante 4 horas, hasta que con serias averías se dejó caer a sotavento para retirarse de la lucha y repararlas. Su comandante, Olivares, fue mortalmente herido.

A continuación seguía el Poder, otro “marchante” de 60 cañones, enfrentado al Princess de 70 cañones. Pero el fuego del español fue tal que por dos veces el comandante inglés, Pett, decidió arriar la bandera, siendo disuadido de ello por su segundo. El navío inglés hubo de dejar su sitio a otros compañeros que siguieron atacando al Poder: el Somerset de 80, que pronto quedó desarbolado, el Bedford de 70, el Dragon de 60 y el Kingston de 60. El español siguió increíblemente resistiendo, hasta que se acercó el Berwick de70, procedente de la vanguardia, que abandonó su puesto en la línea de combate y pasó a sotavento, atacando por estribor al Poder, incólume hasta entonces, mientras los anteriores le batían por babor. Ante tal abrumadora mayoría, el Poder acabó acribillado, no pudiendo ser socorrido por sus matalotes de popa y proa al estar éstos empeñados. El comandante, Urrutia, arrió la bandera y se rindió al Berwick.

Más atrás tuvo lugar el combate principal, en el centro de la línea española, donde 3 navíos, el Real Felipe, el Constante a su proa, y el Hércules a su popa, se batieron denodadamente contra el grueso del cuerpo de batalla de Mathews, con su insignia el Namur de 90 cañones, así como el Marlborough, también de 90, seguidos de muchos otros. La resistencia española fue durísima, el Marlborough acabó desparejado y con gravísimas vías de agua, arrió andera y se salió de la línea. El Namur también quedó desarbolado y seriamente averiado, y varios de los otros navíos ingleses tuvieron que salirse del combate por averías.

Los españoles también sufrieron graves daños: el Constante tuvo que salir de la línea, quedando sólo el Hércules en apoyo del Real Felipe.

Tras más de 4 horas de combate, Mathews ordenó la retirada, pero con la intención de hacer reparaciones sumarias y volver a la carga, cosa que hicieron a las 5 de la tarde.

Para el segundo ataque, el jefe inglés recurrió a los brulotes o buques incendiarios. Fue el Anne Gallery el que hizo rumbo hacia la capitana española. Este buque se hallaba muy imposibilitado de maniobra y su dotación diezmada y agotada. Navarro pidió voluntarios para la falúa del Real, que debía desviar el brulote, tomando su mando el teniente de navío don Pedro Sáenz Sagardía, junto con el del mismo grado don Pedro Arrigorri, dos guardiamarinas y 17 marineros, mientras los dos buques españoles hacían fuego desesperadamente sobre el brulote y los navíos enemigos que lo apoyaban. Una inestimable ayuda les llegó con el Brillante por la popa, que alcanzaba entonces el centro español.

Según fuentes inglesas, el brulote recibió en su aproximación muchos cañonazos, incluso en la línea de flotación, por lo que empezó a hundirse. Su comandante ordenó preparar los artefactos de fuego y esparcir pólvora sobre cubierta, pero cuando todo estaba listo para dar fuego, avistó a la falúa española, y temiendo que hiciera fracasar el intento, disparó uno de los cañones, lo que provocó la inmediata deflagración de los artificios de fuego, muriendo casi toda la dotación y prendiendo fuego al brulote. Aún así, esta pira flotante se acercó más al Real Felipe, pero un último cañonazo a bocajarro de éste lo echó a pique (es fama que este cañonazo lo hizo el propio ministro de la escuadra, don Carlos Retamosa).

Entre tanto, los últimos 4 navíos españoles de retaguardia se habían incorporado en torno al Real Felipe, por lo que Mathews se vio obligado por fin a retirarse.

Comenzaba a caer la noche, y De Court seguía impasible su rumbo, observando sin inmutarse la para él inevitable destrucción de la escuadra española. Dos veces el jefe de la vanguardia, Gavaret, le instó a virar, ganar barlovento y caer en línea sobre los ingleses, pero el viejo almirante francés se negó en redondo. Al final, viendo que el combate estaba decidio y ante las demandas de sus subordinados, ordenó a Gavaret la maniobra harto solicitada. Gavaret viró por contramarcha y De Court, ahora con prisas, por giros simultáneos.

Los ingleses, viendo la maniobra, se retiraron sin ningún género de dudas, y De Court propuso a Navarro atacar juntos al enemigo. Navarro declinó la propuesta por las malas condiciones de sus buques y el agotamiento de las dotaciones, además de que era de noche.

Al amanecer del día siguiente, se distinguió al navío apresado Poder entre las dos escuadras. Un buque francés se dirigió hacia él y lo recuperó, pero De Court, fiel a sí mismo, ordenó quemarlo.

El Hércules, muy averiado, y que había quedado aislado, fue atacado por un tres puentes inglés, con el que combatió durante una hora, hasta que al fin dos franceses acudieron en su ayuda y obligaron a la retirada del inglés. El Hércules, con la aprobación de Navarro, se separó de la escuadra e hizo en solitario la vuelta a las costas españolas, fondeando el 27 en Cartagena.

El 24 de febrero no se divisó a la escuadra inglesa, y el 25 estaban solos los españoles. Con el Real Felipe a remolque siguió la penosa navegación, fondeando al fin el 9 de marzo en Cartagena.

Mathews, que había llegado a Mahón el 2 de marzo, volvió a salir el 5, pero le sorprendió un temporal que le hizo volver el día 10 con sus navíos descalabrados, por lo que su escuadra quedó inutilizada.

Así terminó la batalla de cabo Sicié o de Tolón, con un claro triunfo español que comentó toda Europa.

Fuentes documentales:

Básicamente Trafalgar y el conflicto anglo-español en el siglo XVIII, de Agustín R. Rodríguez González

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Estimado amigo De la Rocha.


Con éste larguísimo relato del combate naval de cabo Sicié, has conseguido pasar al primer grado de oficial, lo cual te convierte en el cuarto que lo alcanza.


Es de agradecer tú esfuerzo y capacidad de lucha, para hacer todo este trabajo, que lo has conseguido a base de tesón. Así que mi más enhorabuena.


Te deseo que prosigas en nuestra compañía por mucho tiempo, desarrollando este trabajo y alcanzando nuevos grados.


Ha sido toda una sorpresa para mi, que alguien que básicamente no tenía nociones sobre el tema, hoy se encuentre entre los mejores. Pues se puede ser un buen maestro, pero si el alumno no quiere aprender, el educador machaca en hierro frío y contigo se ha calentado; aquí están los resultados.


Y aquí está mi agradecimiento.




Sigue disfrutando entre nosotros y déjanos a nosotros disfrutar de tú compañía.




Un afectuoso saludo de Antonio Luis.

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Estimado Todo Avante, Vuecencia me hace sonrojar

La verdad es que es fácil aprender cuando uno tiene los mejores maestros.
Pero sinceramente no tengo tanto mérito, la mayoría de mis post son
dudas o consultas, y si me he animado a volcar alguna información
ha sido porque tenía buenas fuentes.

Estoy muy a gusto con toda la dotación y la oficialidad, y Dios mediante
intentaré seguir mejorando y meter cada vez menos la pata :?

Gracias de nuevo por los ánimos, y en especial para Antonio por
su paciencia

Lo que me sigue llamando la atención de este combate son las relaciones de algunos franceses con los españoles. Digo algunos, porque no todos actuaron de la misma manera.
Lo que si que está probado eran las malas relaciones entre De Court y Navarro.


Creo que no hay pruebas documentales de la entrevista entre De Court y los marinos británicos antes de la batalla, por lo que dificilmente sabremos lo que allí se habló. Mi opinión personal es que pudo haber ocurrido, y la única prueba es cómo se desarrollaron los hechos a raiz de esa entrevista.


La primera sospecha es el trato dado a los mandos y navíos españoles en Tolón. Esto puedo entenderlo, que para las reparaciones y aprestos de la escuadra estuvieran primero los franceses, para eso estaban en casa. Los españoles recibían continuas críticas sobre la falta de puntería de sus artilleros en los muchos ejercicios que se hicieron en esos dieciocho largos meses de bloqueo, pero demostrarán en la batalla que los franceses se equivocaban.


Antes de zarpar Navarro tuvo que morderse la lengua ante las lecciones de De Court de cómo se debía hacer un abordaje. En 20 de febrero ordenó De Court que Navarro y los buques españoles, a los que había puesto en vanguardia, entraran en el fondeadero de la escuadra británica, y les atacaran al ancla y al abordaje. La orden era absurda y estaba claro que los navíos serían destrozados uno a uno al no poder darse apoyo mutuo.


Por suerte para Navarro los británicos salieron del fondeadero. En vez de seguir en la vanguardia, Navarro recibe órdenes de colocarle a retaguardia de la escuadra, sabiendo De Court que los navíos españoles eran de menor andar al no haber sido reparados y carenados en Tolón.

Lo peor fue la actitud de los aliados franceses durante la batalla, mejor dicho de De Court. Por dos veces pidió Gavaret a De Court que ordenara acudir en auxilio de los españoles. Sólo lo hizo cuando los británicos comenzaron a retirarse, aunque no me cabe duda que muchos comandantes estarían deseando acudir al socorro. Sin olvidar que en el momento de ser atacados ordenó forzar la vela, con la consiguiente separación de la retaguardia española, que se vio sólo ante los más numerosos navíos británicos.


Todavía más grave fue la actitud de algunos franceses después de la batalla. El problema comenzó cuando varios comandantes españoles escribieron a la Corte quejándose de la actitud francesa antes y durante la batalla. El que más contribuyó a empeorar las relaciones fue el capitán de navío francés De Lage, que para colmo estaba al servicio de la Armada española. Este capitán había sido comandante del navío "San Isidro" que a primeros de 1743 zarpó de Tolón rumbo a las costas españolas. Acosado por varios navíos británicos del comodoro Martin, incendió el navío en Ajaccio el 2 de marzo. Durante la batalla era el segundo comandante del "Real Felipe" y escribió unas "Memorias" calumniando a los españoles. Estan "Memorias" son utilizadas por varios historiadores franceses para narrar lo sucedido en el combate.


De Lage de Cueilly dijo que Navarro abandonó el mando por unas heridas leves y así lo describe Leon Guerin:

"No habiendo los navíos españoles cerrado la línea, tuvieron que sufrir, cada uno, el fuego de varios enemigos. Navarro, con el Real Felipe, de 114 cañones, tuvo al principio tres al costado, pero con dos heridas leves, en una oreja y en un pie, y una contusión en la rodilla, se fue abajo a curarse. A bordo del Real había oficiales franceses que trataban de impedirle la entrada en el vergonzoso lugar en el que iba a esconderse, instándole a que estuviera en cubierta animando a los suyos con su presencia, al menos; mas no lo consiguieron. Recatado sobre un cable se mantuvo en la bodega (cale) durante el resto de la acción, y la escuadra española se encontró sin jefe. Pero su principal navío tuvo intrépido defensor en la persona del capitán de Lage de Cueilli, que tomó el mando. Mal secundado por los otros bajeles de la división, que fuera de tres, de los que uno fue desarbolado y preso, no tomaron gran parte en la función, Lage sostuvo con vigor el empuje del enemigo, y aunque el Real Felipe estuviera desarbolado, forzó a dejarle respiro".


Sin comentarios. La realidad fue bien distinta como lo atestiguan los presentes en el Real Felipe, como el entonces teniente de navío Hidalgo de Cisneros, de la plana mayor del navío, que dijo que De Lage actuó cobardemente y durante todo el combate se escudó en lo que podía.


Sobre las heridas de Navarro, recibió una en la pierna a las dos horas de combate y no se retiró. Recibió otra cerca de la yugular y se retiró a curarse a las cuatro horas de combate, cuando los británicos habían sido rechazados del primer ataque.


Los propios británicos elogiaron la figura de Navarro y de los españoles en general. El capitán Urrutia, comandante del navío "Poder", estuvo preso en Mahón, recibiendo honores y alabanzas por sus captores. Dijo, "todos los brindis después del rey británico eran para el almirante Navarro. Todas las sobremesas caían en el Real y en el valor de los españoles, confesando todos generalmente la superioridad a ellos mismos, y encendiendo el furor contra quien debían imitarnos" (refiriendose a los franceses).


Es una pena que personajes como De Court o De Lage empañaran los ánimos y ya sabemos lo que ocurre en esas situaciones. Las hechos se exageran y se malinterpretan, haciendo más dificil descubrir la verdad.


Saludos
Blas de lezo.

Buenas tardes atodos.

Enhorabuena amigo De la Rocha!!!! La verdad es que eres muy bueno, me gusta como escribes.

Con permiso de nuestro comandante quisiera comentar que yo "creo" que sí conozco a De la Rocha de otro sitio (foro) en el que ya escribía sobre asuntos marinos, cierto es que era un relato de ficción, pero para mí, que soy lego en todos estos temas, estaba muy bien y era muy ameno.

Lo dicho mi más cordial enhorabuena y espero que sigamos viendonos por estos lares por mucho tiempo y muchas gracias por todo.

Que ilusión dos asturianos oficiales habrá que invitar a la concurrencia a unas botellas de sidra.

Saludos a todos

Un saludo, paisano, contento de veros en cubierta :)

Respecto a lo de otro foro es cierto, escribí el primer AAR en castellano del Imperial Glory,
me lo pasé bien novelando aquella historia, pero me llevó lo suyo

Y en cuanto a lo de la sidrina... Nada de botellas, ¡¡una caja por lo menos!!

Buenas tardes a todos.

En cuanto al combate que nos describe De la Rocha, decir que es muy, pero que muy interesante, al menos para mí, en cuanto a las conclusiones que se pueden sacar, sobre España, sus aliados y sus enemigos.

Hombre, como dice Blas de Lezo llama la atención la actuación de De Court, pero desde luego con o sin entrevista tras lo descrito anteriormente por De la Rocha según lo veo yo eso sólo tiene un nombre y para mí es el de traición (si esto no es apropiado u ofensivo lo borro).

Cuando hablo sobre las conclusiones, siempre personales, me refiero despues de leer este y otros combates sobre todo de esa época en la que no enfrentábamos a británicos o franceses y nuestros aliados eran "el otro", en que por decirlo de una manera original eramos siempre el "jamón en el bocadillo", vamos, que siempre estábamos en medio y que "ellos" casi siempre nos la jugaban aprovechándo nuestra debilidad, lo bueno de esto es que debido a que como casi siempre teníamos que utilizar un ojo para el enemigo y otro para el "amigo" se acabaron por realizar gestas por los marinos y soldados de este pais que ya quisieran otros.

La otra conclusión es la satisfacción que viendo el post de Blas de Lezo y en otros publicados en este foro siente uno, cuando los propios británicos (o quien en cada momento fuesen nuestros enemigo, pero sobre todo los británicos) tienen que reconocer la capacidad de nuestros marinos en la anécdota de los brindis. Suplantando una conocida cita "Que buenos vasallos si tuviesen buen señor"... Claro que luego ves la referencia al oficial francés que "trabajaba" para nosotros y , supongo que cada uno trata de salvarse como puede y con el tiempo queda retratado como lo que es.

Saludos a todos.

P.D. "unas botellas" número indeterminado, je, je, como los juegos aquellos de 2 a 99 botellas, digo años, que cabeza la mía, en que estaría yo pensando. Un saludo.

Buenas.

En The Naval Miscellany de J.K. Laughton, aparece el certificado de servicio de Lage Cueilly, fechado en 1743, donde Navarro elogia la conducta de De Lage en el curso de la ccion de Ajaccio.

https://books.google.es/books?id=EL3tcu5 ... 41&f=false

Buenas

Sabemos del comportamiento de De Lage , que una vez fuera de la armada española, fue fuente de continuos problemas, su trato con la marineria era tan nefasto qiue estos le tenian miedo.

Enrolado en la marine royale, se le dio el mando de los navios; Ferme, Oriflamme y las fragatas Diane y Volage.
No dudo para completar las tripulaciones en secuestrar a pescadores al estilo ingles.

Con las tripulaciones completas, De Lage salio para regresar 15 dias despues con los navios. Reparados volvera a salir dos veces mas navegando sin rumbo fijo, intentando hacer laguna presa, lograra toamr 2 buques de los cuales uno sera liberado al no ser de buena presa.

En el curso de una navegacion perdio unos 60 hombres por falta de alimentacion adecuada, pues racaneaba la cantidada y calidad de los alimentos, llegando a no pagar a sus hombres, unos 200 hombres enfermaran por esa causa.
A cada vez que tocaba puerto, sufria de deserciones causadas por el mal trato que infligia a las tripulaciones, no eran pocos los que fingian enfermedades para ser desmbarcados.
Ante la falta de hombres tuvo que desarmar un buque para completar las tripulaciones.
De Lage no hacia caso de los avisos de sus superiores que le aconsejaban mejorar el trato a los hombres.