22 de 1797
Desde la punta de Anaga, al norte de la isla, se avistan varios buques que toman posiciones ante Santa Cruz.

Nelson sabía que, al norte de lo que entonces se conocía como el lugar de Santa Cruz, estaba la fortaleza de Paso Alto que, con sus dieciséis cañones y ochenta y siete artilleros, era un posición defensiva muy importante, pues impedía que los barcos enemigos se acercaran a la costa. Por ello pensó que sería más conveniente desembarcar por la zona del Bufadero y montaña de La Jurada, cerca del barranco y alturas de Valleseco, que se podían dominar con facilidad para, después, bajar desde ellas y atacar por retaguardia el Castillo de Paso Alto y poder así, dominar la plaza.

Media mañana del día 22
Casi 900 ingleses llegaron en lanchas de desembarco a las cercanías del barranco y comenzaron a subir la montaña La Jurada, pero allí se encontraron con unos barrancos que no conocían y con los soldados y voluntarios tinerfeños que, siguiendo el plan previsto, acudieron con rapidez y ocuparon las alturas de Paso Alto obligando a los ingleses a retroceder, reembarcar en sus lanchas y volver a los buques.

Día 23
Nelson, reunido con sus oficiales, puso en marcha un nuevo plan de ataque. Mientras tanto, el Comandante General español Antonio Gutiérrez, siguiendo un plan de defensa trazado cuidadosamente, fué reuniendo en Santa Cruz a las tropas regulares, a las Milicias de Canarias y a los voluntarios, distribuyéndolos de la mejor forma posible para resistir el ataque del enemigo.
El Contralmirante Nelson iba a atacar la ciudad y amenazó al General Gutiérrez con el siguiente ultimátum:
"Si rehusaís mis condiciones, todos los horrores de la guerra recaerán sobre los moradores de Tenerife, serán imputados por el mundo a vos, a vos únicamente, pues destruiré Santa Cruz y a las demás plazas de las Islas por medio de un bombardeo, exigiendo además una fuerte pesada contribución".

Día 24
Los ingleses comenzaron un intenso bombardeo contra el Castillo de Paso Alto que respondió al fuego con eficacia, pero Gutiérrez adivinó que la intención de Nelson era atacar la población por el centro, aprovechando el pequeño desembarcadero y la playa cercana la Castillo de San Cristobal, fortaleza principal desde la que el General dirigía las operaciones.

La escuadra inglesa estaba formada por cuatro navios de alto bordo: Theseus, nave capitana mandada por Ralph Miller, en la que Nelson enarbolaba su insignia; Culloden, bajo el mando de Thomas Troubridge; Zealous, con Samuel Hood al frente y Leander que se había unido a la Flota el día antes y que era mandada por Thomas Thompson.
A estos grandes buques acompañaban las fragatas ligeras "Seahorse", capitaneada por Thomas Fremantle, "Emerald", mandada por Thomas Waller y cuya bandera de combate se haya en el Museo Histórico Militar de Canarias y la "Terpsichore", al mando de Richard Bowen; además un buque rápido, el Cúter "Fox" con John Gibson al frente y una bombarda española que habían capturado en Cádiz con Henry Compton de jefe. En total 393 cañones.

Las fortalezas españolas, situadas a lo largo de la costa, eran, entre castillos, fortines y reductos, dieciséis; las principales: San Andrés, Paso Alto, San Miguel, San Pedro, el Castillo de San Cristobal y la Caleta y el barranco de las Carnicerías, las de la Concepción, San Telmo y San Juan. Entre todas montaban 96 cañones servidos por 387 artilleros.

Noche del 24 de julio

Nelson decidió atacar por la noche, las lanchas de desembarco irían sin luz, cubiertas para no ser vistas y en silencio; el punto elegido para desembarcar era la playita cercana al castillo de San Cristobal. Las lanchas inglesas se acercaron sigilosamente al lugar elegido, lejos de Paso Alto, como había previsto Gutiérrez, pero fueron detectadas por la fragata española San José, que dió la alarma. El efecto sorpresa quedó roto, todos los castillos comenzaron un violento cañoneo y las tropas acudieron a los puestos que tenían asignados para la defensa.

El desembarco había comenzado a las dos y media de la madrugada del día 25 de julio de 1797. Los ingleses consiguieron apoderarse de la batería del muelle e inutilizaron sus cañones. Intentaron acercarse al Castillo de San Cristobal pero, como la zona de desembarco era reducida, se produjo una acumulación de atacantes que facilitó que los disparos de las tropas españolas alcanzaran a muchos de ellos.
En el tiroteo, una bala alcanzó al Capitán Richard Bowen, que avanzaba al frente de sus marinos y murió en el acto. Casi al mismo tiempo, el Cúter Fox que, por su poco calado, escoltaba a las lanchas de desembarco recibió un cañonazo por debajo de la línea de flotación que lo hundió rápidamente, con su capitán Gibson, sus tripulantes y los 300 hombres de desembarco que transportaba, pólvora, víveres y material de asalto.

A pesar de la catástrofe y de la resistencia española, los ingleses proseguían su ataque alentados por su jefe, el Contralmirante Nelson, que llegaba en una lancha. Cuando se disponía a pisar tierra tinerfeña y sacaba la espada para animar a los soldados, una bala de cañon, disparada por el cañón Tigre (un cañon de bronce, fundido en Sevilla en 1768, de 134 mm de calibre y 2 toneladas de peso), emplazado previsoramente el día anterior en una tronera baja desde la que se batía la playa, lo alcanzó en el brazo derecho; trasladado Nelson al Theseus, el cirujano se lo cortó a la altura del codo.
Con la pérdida de Nelson, Bowen y otros oficiales, los ingleses se quedaron sin jefes que dirigieran las operaciones.

El intento de apoderarse del Castillo había fracasado. Algunas lanchas enemigas fueron arrastradas por las corrientes hasta las playas de la Caleta y la Aduana y otras hasta la desembocadura del barranco de Santos o de Las Carnicerías. Todavía era de noche y los ingleses, desorientados y dispersos, formaron dos grupos que actuaron cada uno por su cuenta, el que mandaba el Capitán Troubridge subió por las calles de La Caleta, el Sol y Las Tiendas y logró llegar hasta la plaza de la Pila, y esperaron alli la toma del Castillo y la llegada de refuerzos; el otro grupo, dirigido por el Capitán Samuel Hood, se dirigió por el barranco a la iglesia de la Concepción y, llegando más arriba, tomó sin resistencia de los frailes el convento de Santo Domingo, pero quedó bloqueado por los soldados españoles.
El Capitan Troubridge envió a Gutiérrez mensajeros exigiendo la rendición, a lo que el General Gutiérrez contestó con toda firmeza que jamás accedería a ello y que aún disponía de hombres y munición para la defensa, añadiendo que si se rendían los trataría con humanidad, pero en caso contrario no les daría cuartel.

Ya amanecía, y los ingleses confiaban en la llegada de auxilíos, pero las lanchas que enviaban en su apoyo fueron cañoneadas por los tinerfeños y obligadas a huir o destrozadas. En estas circunstancias, Hood enarboló bandera blanca.

Comenzaron los trámites de la capitulación entre el Capitán de Navío Samuel Hood y el General Antonio Gutiérrez. Las tropas inglesas serían embarcadas con sus armas, se les proveería de los botes necesarios para ello y se devolverían los prisioneros. Los ingleses, por su parte, se comprometían a no atacar nunca más ninguna de las Islas Canarias y a llevar a la Península una carta del General Gutiérrez dando noticias de la Victoria.

25 de julio de 1797

Fecha inolvidable para Santa Cruz de Tenerife y para todos los españoles. Los soldados ingleses, derrotados, formaron en la Plaza de la Pila, desfilaron ante sus vencedores y fueron llevados a sus barcos.
Al día siguiente, Troubridge y otros marinos británicos entregaron al General Gutiérrez una carta de Nelson agradeciendo las atenciones recibidas, tanto por él, como por el resto de los heridos, a la vez que le obsequiaba con una barrica de cerveza inglesa y un queso. El General respondió la carta del Contralmirante y tras ofrecerle toda su estima y un par de "limetones" del mejor vino tinerfeño, concluía diciendo: "Me será de mucha satisfacción tratar personalmente, cuando las circunstancias lo permitan, a un sujeto de tan dignas y recomendables prendas como V.S. manifiesta. P.D. recibí y aprecio la cerveza y el queso con que V.S. se ha servido favorecerme".

Las tropas inglesas que participaron en los combates estaban formadas por unos 1500 hombres, se calcula que tuvieron 940 bajas entre muertos y heridos. Por la parte española, lucharon más de 1000 personas entre tropa y voluntarios y hubo 24 fallecidos y 38 heridos.

En el escudo de Santa Cruz de Tenerife figuran tres cabezas de león que simbolizan las tres derrotas sufridas por Inglaterra cuando atacó esta plaza:
1657, derrota de Robert Blake.
1706, derrota de John Jennings.
1797, derrota de Horatio Nelson.
Esta última victoria es la más gloriosa, pués señala el fracaso del más famoso de los marinos ingleses, que dejó en estos mares su brazo derecho. Santa Cruz no la olvida y tampoco a sus héroes: El General Gutiérrez, Juan Bautista de Castro y Ayala, Chirinos, Monteverde, Creagh, Grandy, Power, Madam, los Rozadores de La Laguna, Unidades de Artillería e Ingenieros, el Batallón de Canarias, las Milicias, la Bandera de la Habana y Cuba y los valientes voluntarios que con su entusiasmo y esfuerzo consiguieron vencer a la orgullosa Marina de Inglaterra.

La historia que acabo de postear está literalmente transcrita de un magnífico tríptico divulgativo elaborado por el Ministerio de Defensa (Episodios de la Historia de España) editado para escolares por el Museo Histórico Militar de Canarias (Aventúrate a descubrir nuestra cultura), sito en el antiguo Cuartel de Almeida, en Santa Cruz de Tenerife.