Esto que viene a continuación está extractado del periódico El Imparcial, de 19 de Marzo de 1896, bajo el titular: Como vence un español, aunque nos parezca mentira. En esta publicación se cuenta, en lenguaje de finales del XIX, el caso del cañonero Poderoso, armado en corso, que luchó contra un bergantín inglés, de mucho mayor porte. En el artículo original, se trataba de glosar esta forma de guerrear. Trataré de no modificar mucho el lenguaje empleado, para que no se pierda el saborcillo del Siglo. Además, le dedico este pequeño relato a nuestro compañero Martin Alvarez, que guarda, como nadie, vigilancia frente al Peñón. Va por Vd:


Principiaba el mes de Diciembre de 1800, estábamos en guerra con Inglaterra, y habíase autorizado el corso. Un comerciante de Cádiz, D. Juan Bargel, armó una lancha con tres cañones y cuarenta hombres de tripulación, confiándole su mando a Miguel Villalba, de la matrícula de Tarifa.
Llamábase la cañonera San Francisco Javier; pero Villalba encontró ese nombre poco guerrero, y le puso por alias nada menos que (el) Poderoso.
Partió el Poderoso en busca de presas, apostándose frente a Gibraltar, donde las consideraba seguras, aunque exponíase a inminentes riesgos.
¿Los temería Villalba? Ahora lo sabréis.

Al amanecer del 2 de diciembre, avistó el Poderoso un bergantín que navegaba en demanda del puerto de Gibraltar. Al poco reconoció con júbilo que el bergantín era de guerra, y salió a su encuentro. Más próximo a aquél, contó sus cañones, que eran diez y ocho (sic), y entonces, izando la bandera española, y clavándola para que no pudiera ser arriada por nadie, disparó un primer cañonazo sobre el bergantín de guerra, que le respondió con una andanada, y trabóse (sic) el combate.

¿Qué esperanza de triunfo pudieran acariciar los de la cañonera, seis veces inferior a su enemigo? Sin duda Villalba creía poder nivelar la superioridad de dieciocho cañones contra tres, y la de un bergantín contra una lancha, merced exclusivamente al valor temerario de sus hombres. Y no se engañaba. El combate encarnizado duró más de dos horas.

La lancha, maltrecha con la lluvia de proyectiles, atracó al bergantín y lanzose al abordaje, siendo rechazada por su tripulación. Los marinos ingleses defendían como leones aquel pedazo flotante del territorio de su patria, atacado con audacia increíble por unos corsarios sin disciplina e inferiores en armas y en fuerzas.
Desde la borda del bergantín, que dominaba al Poderoso, hacíanle un nutrido fuego, y con golpes de hacha detenían el asalto de los más valientes. Villalba fue también rechazado en este segundo intento; la empresa era muy ardua, casi loca. El bergantín, separándose algo del corsario, volvió a cañonearle. Entonces, éste, con doble arrojo, y a fuerza de remo, atracóse (sic) otra vez y le echó los garfios; la tripulación (española) empuñó solamente facas y cuchillos, y como un alud asaltó el bergantín.
Los ingleses lucharon desesperados, pero no pudieron contenerlos, y los españoles invadieron la cubierta, que muy pronto se tiñó de sangre. Los sables y las pistolas eran armas muy inferiores a los cuchillos en manos de los andaluces, que se hundían como rayos en sus pechos. El comandante del bergantín, rojo de vergüenza e ira, lanzóse (sic) al frente de todos, y combatió cuerpo a cuerpo, hasta caer atravesado.

Los españoles redoblaron su furor, sus saltos de tigre, que siempre hacían una víctima, y por fin, la tripulación, tres veces diezmada, retrocedió y rindióse (sic). Villalba y sus bravos los desarmaron; se apoderaron de todo el buque, y la bandera de guerra inglesa fue arriada y sustituida en medio de atronadores vivas a España.
Desde Gibraltar debieron ver este combate, este cambio de pabellón y este apresamiento inverosímil de un bergantín de guerra por una lancha corsaria; y también debieron ver cómo el buque británico volvió la popa al Peñón para seguir mansamente a su vencedor y nuevo dueño. El bergantín llamábase el Pasley (sic); estaba armado con catorce obuses (¿carronadas?) de a dieciocho y cuatro de a seis; su tripulación era de sesenta hombres; su comandante, el teniente de navío Mr Carlos (Charles, supongo) Nevins, quedó gravemente herido. Los ingleses tuvieron el doble de bajas que los españoles. Villalba resultó ileso.

Así pelean los españoles y ese es el corso en manos de nuestros bravos marinos mercantes; un arma terrible contra la cual no prevalecen la superioridad de fuerzas ni la de armamento, y que lo mismo se atreve contra los buques de comercio enemigos que contra los de guerra.

Pues ahí lo llevan los brits. Parafraseando a Perez-Reverte, derrotados por aquellos sucios españoles, demasiado morenos y bajitos, oliendo siempre a ajo, que ni pistolas llevaban los muy pobretones.

Para fiarse de las apariencias de mis paisanos .

Un saludo,

Juan de Carranza


PD: ¡¡¡ VIVA SIEMPRE ESPAÑA !!!

Estimado Juan Carranza, me has sacado los colores, muchas gracias por la dedicatoria.

Que puedo decir del relato, el mismo lo dice todo. La historia de la armada y del ejercito esta llena de ricas descripciones de sus hombres y mujeres que supieron estar a la altura de las circunstancias.

Yo no uso mi nombre en el foro, uso un NICK que representa el espíritu de esos hombres y mujeres que lucharon con orgullo. Y al igual que aquel granadero que cayo, yo, manteniendo vivo su espíritu seguiré en la cofa informando de lo que ocurra en mis aguas.

Un fuerte abrazo

Javier.

Y por supuesto VIVA ESPAÑA

Han cambiado mucho las formas y los medios. Lo que todavía sigue padeciendo el pais son apátridas derrotistas y, cuando menos aparentemente, la carencia de un acertado derrotero patriota.

¡¡¡VIVA SIEMPRE!!!

Unos últimos datos que he conocido hace poco de este singular Miguel Villalba y sus acciones en el Estrecho:

Durante el combate, el cañón de 24 libras con el que estaba armado el cañonero Poderoso, realizó 35 disparos. También que el condestable del cañonero, Juan del Rey, fue de los primeros en pasar al abordaje, y eso teniendo el pecho pasado de una bala. Ya se sabe, el mejor combatiente, un español cabreado. Menuda mala leche gastaban aquellos andaluces. Parafraseando una vez más a Perez Reverte: bajitos, morenos, chupaillos de carnes, apestando siempre a ajo .......

Entre Septiembre de 1799 y Noviembre de 1801, Juan Villalba y su cañonero, habían apresado 16 buques enemigos, contabilizando un total de 95 cañones, en 26 meses de campaña en el estrecho. Cualquier cosa. Pero esto es España, y su nombre está olvidado, y sin embargo, amén de ser conocidos, a Drake o a Hawkins los hacían nobles y todo.

También he podido constatar que el desafortunado comandante del Paisley, tras someterlo la Royal Navy a corte marcial, se defendió diciendo que le atacaron dos buques (sin duda los dedos de la mano se le volvieron incómodos huéspedes españoles), y que no pudo responder al fuego por estar armado de carronadas de doce libras, aunque claro, como todo el mundo sabe (modo ironía on) en el abordaje esas piezas no valen para defenderse (modo ironía off). Hay que decir que el britano Almirantazgo pasó de puntillas por este hecho, y que al capitán Nevins no le depararon la suerte que corrían los capitanes que rendían sus buques demasiado prontamente o sin justificación, o sea, fusilado.

Y es que unos cardan la lana, y otros ..... eso, la proverbial España.

Un saludo,

Juan de Carranza

Gracias Juan Carranza, que de vez en cuando conviene una inyección de moral, al menos para no olvidar lo que hemos sido.

Gracias Juan de Carranza por la historia de esos bajitos con olor a ajo que por supuesto no tomaban el te (gracias a Dios).
Supongo que como siempre en los libros de la Marina de su Graciosa majestad este como otros "sucesos" estarán debidamente ignorados. Veo que has vuelto con energía renovada , un abrazo

Lo que son las cosas. A punto de marcharme camino de África, he encontrado nueva y mayor información sobre este encuentro, de Miguel Villalba, y otros corsarios españoles en esa zona.

Pero no os preocupeis, desde donde esté, completaré la información sobre este suceso y sus protagonistas, y mucho más.

Un abrazo a todos,

Juan de Carranza

Por si es de tu interes, en la wiki inglesa hay información y fuentes sobre el bergantín Sir Thomas Paisley y el combate del 10 de Diciembre de 1800.

https://en.wikipedia.org/wiki/Hired_armed_vessel_Sir_Thomas_Pasley

En breve también saldre para África, en este caso a embarcar a Alejandría, así que buen viaje y que los vientos africanos te sean propicios.

Un abrazo.

Juan esperamos ansiosos la información. Por otra parte buena travesía a los dos

Acabo de mofidicar la wiki explicando que solo una cañonera de tres cañones se "pulió" al bergantín.
A ver lo que dura.

Estimados amigos:

De nuevo, os traigo a la atención los hechos del cañonero Poderoso y de su patrón Juan Villalba, y de la ingratitud de su/nuestra querida Patria.

Como ya os avancé, este patrón de la matrícula de Tarifa, tras combate con el bergantín de guerra inglés Pasley, consiguió, al tercer intento, capturarlo. Todo ello a sólo tres leguas de Gibraltar, para que quede constancia de cómo de cerca andó la cosa de torcerse.

Al reconocer un buque que llegaba de Poniente, Villalba se decidió a reconocerlo, así que tras izado de bandera norteamericana (ya os tocaba algún engaño, britanos), reconoció al bergantín como inglés y de guerra, a menor distancia de tiro de cañón, izó enseña española, a lo que el buque de Albión respondió con tiro de cañón. Así, y para no ser prolijos, al tercer intento, consiguieron capturarlo.

Villalba y sus compadres se jugaron el tipo en la captura del bergantín, y tras toda la jarana, y al quedar ambas embarcaciones bastante maltratadas (el Poderoso sin la arboladura y el Paisley también con problemas en los árboles), se dirigieron a Ceuta, para reparar y desembarcar heridos y prisioneros. Así lo hicieron. De allí partieron el día 4 para Algeciras, llegando a la una de la tarde.

Como estaba estipulado, se les concedieron a Villaba y a los que recomendó, este exiguo premio:

Su Majestad aprueba la conducta del expresado patrón Villalba, igualmente que la de los demás que lo acompañaron en su buque a esta acción, y que por ella se señale al primero el uso del cuarto escudo de distinción y premio, y el del segundo a Juan de Torres, Juan del Rey, Francisco Macía, José Fernández, Ignacio Fernández y D. Juan de Lagenestierre, cuyos seis individuos manifiesta el patrón se distinguieron más.

El exiguo premio fue casi un insulto para Villalba pues consideraba no sin razón que había hecho algo extraordinario. Parece ser que Villaba esperaba que le admitieran como oficial en la Real Armada. Así que, ni corto ni perezoso, escribió al rey en los siguientes términos:

(Sigue)

(viene de antes)

Miguel Villalba, capitán de la lancha cañonera española San Francisco Javier (a) El Poderoso, a V. M. expone:

Que conducido del amor a la patria y deseando contribuir con su propia vida a los fines de la nación en la presente guerra contra los ingleses, admitió gustoso el mando de la referida lancha con la fuerza de un cañón de veinticuatro, dos de a seis y cuarenta y tres hombres de tripulación, en el seguro concepto de que en el crucero del Estrecho de Gibraltar, donde se proponía hacer el corso, no faltarían ocasiones de que los enemigos experimentasen los efectos del patriotismo español. Con efecto, al rayar el día 2 de diciembre próximo pasado, estando fondeados en el apostadero del Tolmo, se avistó una embarcación y a su proximidad se reconoció, con bastante satisfacción del exponente, ser un bergantín de guerra inglés; y sin embargo de su reconocida superioridad, llevando adelante, el que dice, sus deseos del servicio común, aseguró con los aparatos de ordenanza el pabellón de V. M.

Y empeñó el combate con la actividad y vigor que ya constan a V. M. y al reino todo, habiendo conseguido por último esfuerzo de las disposiciones del que representa colocar honrosamente las insignias de V. M. sobre las armas británicas sostenidas con la exorbitante fuerza de catorce obuses [carronadas] de a diez y ocho de fierro con sus llaves, cuatro cañones de bronce y las correspondientes armas blancas y de fuego para cincuenta y ocho hombres que tripulaban el buque enemigo.

Esta acción ha llenado del mayor júbilo al que representa, por haber sido el director de un hecho ejecutado con la protección del pabellón de V. M., llevando su honor hasta los hogares mismos del enemigo y haciéndole comprender el valor que se apodera del pecho español cuando se interesa el honor de sus banderas y la lealtad de su rey.

Estos dos agradables puntos ofrecen al que representa los más poderosos motivos de desear continuar sus servicios en aquella clase de distinción y honor militar que S. M. ofrece por el art. 4.° de su Real Ordenanza del corso a los que exponen sus vidas en persecución del enemigo; y no pudiendo el que representa mirar con indiferencia estos gloriosos estímulos sin agraviar la bondad de quien los dispensa y el interés general de los demás nacionales que debemos recibirlos.

Suplica rendidamente a V. M. se sirva, en consideración al referido servicio en favor del reino, dar un testimonio de su Real bondad recibiendo entre sus distinguidos servidores al suplicante, concediéndole en su Real Marina el grado militar que fuese de su Real agrado, para poder más expeditamente servir en cuantas ocasiones se presenten y fueren la Soberana resolución de V. M. Así lo espera de la acostumbrada eficacia con que V. M. favorece a los vasallos que se interesan en la prosperidad y honor de la nación.

Algeciras ocho de enero de mil ochocientos uno.

Señor: A L. R. P . de V. M.,

MIGUEL VILLALBA.

(sigue)

(viene de antes)

La ordenanza a la que hace referencia Villalba era el artículo 4º de las Ordenanzas del corso, que decía:

"Se reputarán los servicios que hicieren los jefes y cabos de dichas embarcaciones durante el tiempo que se dedique al corso como si los ejercitasen en mi Real Armada; y a los que sobresalieren en acciones señaladas se les concederán recompensas particulares, como son privilegios de nobleza, pensiones, empleos y grados militares, según la fuerza de los bajeles de guerra o corsarios enemigos que apresaren, y la naturaleza de los combates que sostuvieren".

Evidentemente, debió de ser recompensado con algo, más, sobre todo, si los comparamos con los premios recibidos por los ingleses que habían realizado algún hecho similar, que habían sido premiados, en algunos casos, hasta con títulos nobiliarios. En cualquier caso, al menos, un ascenso a oficial de guerra hubiera sido justo.

Sin embargo, estudiada su solicitud, el comandante de Marina de Algeciras le contestó con lo siguiente:

"És cierta la gallardía con que Miguel Villalba y los suyos se arrojaron, batieron y rindieron al bergantín de guerra inglés Pasley. Las proezas de que hace relación el corsario español San Francisco Javier ya las premió S. M. con el escudo de distinción otorgado. La solicitud de Villalba para el grado de Oficial militar de la Marina o Ejército la hallo excesiva, porque son numerosos los patrones muy bizarros y beneméritos emprendedores de acciones expuestísimas una, dos y tres veces en las cañoneras del Rey que sentirían la desigualdad, y este premio de clase tan distinguida, si animaba a Villalba, enfriaría a los otros. Pero comprendiendo debe tener otro premio, si a V. M. le parece justo, creo que debe verificarse dándole un empleo en rentas; por ejemplo, cabo de la partida de las mismas playas de Tarifa, de donde es natural, u otro equivalente; pero precisamente allí, porque es vecino de aquel pueblo, y además Villalba es un inválido*; nada pierde el Rey en destinarle en esta clase. También pudiera ser cabo de Sanidad si esto le acomodara."

Obviamente, el expediente y la resolución de nuevas recompensas para Villalba se perdieron en la burocracia y tacañería de los despachos. Como siempre. España, queridos compañeros, en su más concreta y correcta definición de madrastra para los hijos que se juegan el pellejo por ella. Cosas veredes.

Un saludo a todos,

Juan de Carranza

* Parece ser que era cojo.

Estimado Juan muy buena historia y desgraciadamente real, como si su cojera fuese impedimento. Desde Luego ese señor, el que no es cojo, hoy hubiese llevado pelo natural en vez de peluca.

Un saludo y gracias por la historia