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 Diario de la navegacion empredida en 1781 
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NOTA: Esto que a continuación se lee es un trabajo que ya estaba escrito y yo lo único que he hecho ha sido corregirlo en cuanto a puntuación ortográfica y de acentuación, así como el cambio de algunas palabras antiguas por su correspondiente en nuestro idioma actual. Espero me disculpen lo que no esté corregido, que será más de una cosa. Gracias.

La fuente de donde lo he sacado ha sido:

https://www.cervantesvirtual.com/obra-vi ... o--0/html/

DIARIO DE LA NAVEGACION EMPRENDIDA EN 1781 DESDE EL RIO NEGRO, PARA RECONOCER LA BAHIA DE TODOS LOS SANTOS, LAS ISLAS DEL BUEN SUCESO Y EL DESAGÜE DEL RIO COLORADO

POR D. BASILIO VILLARINO, PILOTO DE LA REAL ARMADA - 1ª Edición 1837


DISCURSO PRELIMINAR AL RECONOCIMIENTO DEL COLORADO

Al cabo de dos siglos y medio de dominación se resolvió la Corte de Madrid a colonizar nuestras inmensas costas del sur. Sus miras se dirigieron primeramente a las bahías de San José y de San Julián, concentrándose por último en el Rio Negro, que se consideró más a propósito para recibir una población.

Los aprestos se hicieron en Montevideo, y el Virrey Vertiz, que gobernaba estas provincias,
acordó con un carpintero los auxilios que debían darse á D. Juan de la Piedra, nombrado Comisario y Superintendente de los nuevos establecimientos patagónicos.

La expedición zarpó el 15 de Diciembre de 1778, con cuatro buques, en tan mal estado que el mayor de ellos hacía 40 pulgadas de agua por hora al salir del puerto, así es que emplearon cinco días para desembocar al Océano. Con tan infaustos auspicios se emprendió la grande obra de la colonización de Patagonia. Ni se variaron después.

Antes de llegar a la Bahía sin Fondo, donde debía recalar la expedición, estalló la discordia entre el Superintendente y D. Francisco de Viedma, que desde entonces aspiraba á suplantarle: en una correspondencia secreta que este último mantenía con el Virrey, le indujo á desaprobar el primer establecimiento que, según las instrucciones, Piedra había fundado en la península de San José. Y con igual injusticia se residenció á Villarino, que había vuelto á Buenos Aires á dar cuenta de sus reconocimientos. Se le acusó de infidencia, sin más fundamento que el haber sabido que el esclavo de un platero, ocupado en sacar en limpio los borradores del piloto, los había mostrado á D. José Custodio Sâ y Farias, Brigadier portugués, que solicitaba entrar al servicio de España.

Sin embargo, el viaje que en 1779 Villarino emprendió al Colorado fue clasificado de descubrimiento, porque realmente nadie hasta entonces había visitado aquel rio: su situación retirada, en el fondo de una bahía toda sembrada de bancos y escollos, lo había sustraído de las observaciones de los navegantes, que, después de haber reconocido el Cabo San Antonio, se apartaban de la costa para no empeñarse inútilmente en una penosa travesía.

Parece que el Superintendente Viedma no quedó satisfecho con este reconocimiento, puesto que obligó Villarino á volver otras tres veces al Colorado: la primera en 1780, la segunda en 1781, y la última en 1785. El diario que publicamos corresponde al segundo de estos nuevos viajes, y lo hemos preferido por ser el más completo, sin que sean de desdeñarse algunos apuntes contenidos en los inéditos.

"Este rio, el Colorado, dice el autor en uno de ellos, tendrá la cuarta parte del caudal del Rio Negro, ó menos. Yo lo pasé á caballo, y adonde era mas hondo me llegó el agua al basto del lomillo. En su desagüe no se ve reventazón; pero pienso sea de poco fondo, por lo muy desplayado, y por los muchos bajos que se descubren en la bajamar. La pleamar es una hora más tarde que en la boca del Rio Negro. Los bajos dichos están sembrados, por la parte de adentro, de las islas que forman, lo que pareció puerto á los de la chalupa."

"El rio tendrá de ancho 60 á 70 varas. Su agua es algo gruesa, y muy inferior á la del Rio Negro: esto procede de un arroyo de agua salada que, según me dijo un indio, le entra muy arriba de su desagüe. Las lagunas que hay en sus márgenes son saladas, y lo mismo las que se hallan en el espacio comprendido entre estos dos ríos, cuya distancia, prudencialmente calculada, es de 24 leguas: esto es, del Colorado al primer pozo, 8 leguas; del primero al segundo, 10; y del segundo al Fuerte del Carmen, 6."

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"Los Oficiales de Igueriben mueren, pero no se rinden." "Aun quedan doce cargas de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas y al duodécimo disparo fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición"Julio Benítez y Benítez. Comandante de Infantería

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06 Feb 2012 10:32
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Nuevo mensaje Re: Diario de la navegacion empredida en 1781
En otro documento contemporáneo que existe inédito en poder nuestro, hallamos los siguientes detalles sobre el Colorado. Es el Superintendente Viedma el que habla:

DIA 17 DE JULIO DE 1781.

"A las 8 de la mañana emprendí mi marcha al reconocimiento acordado con el indio lenguaraz Matías. Fueron conmigo el ingeniero extraordinario D. José Pérez Brito, D. Pedro Fermín Indart, el P. Sánchez, con tres dragones, incluso el Cabo Bores, y tres soldados de infantería. Matías venia de vaqueano, y por habernos dicho que el rio estaba muy lejos, llevamos para cada uno dos caballos de muda.

"Nuestra marcha fue en todo el camino á galope. A las 11 ½ del día llegamos al paraje donde se aparta el camino que sale para el Sauce: habrá de distancia de la isla a este sitio unas once leguas, poco más ó menos. Todo el terreno es fertilísimo, muy abundante de pastos, particularmente de trébol, que se cría tan lozano, que en partes tiene más de media vara de alto. La leña es escasa, aunque en dicho sitio hay una loma con algunos chañares, que es en donde Matías dice que puede hacerse el fuerte: en lo interior del terreno se advierte tal cual islote de ellos.

"El rio tiene poca arboleda de sauces, y de ínfima calidad, inútil enteramente para edificios, y solamente buena para quemar: con estos, y los chañares se puede por algunos años abastecer de leña á una población. Estos árboles cubren por trechos las márgenes del rio; espesos en unos, claros en otros, y á veces ninguno, de modo que suelen pasarse cuatro ó seis cuadras, y hasta media legua sin encontrar un sauce.

"El camino que sale desde las orillas del Colorado con dirección al Sauce, sigue hasta Buenos Aires, según me informó Matías, y á las ocho leguas está el manantial ó pozo que cita el peón Juan José González en su relación: de este paraje á las Salinas, de que se hace mención en mis instrucciones, habrá como un día de camino: dichas Salinas, dice el mismo indio y otros que he examinado, son abundantísimas y de sal excelente.

"Todo el terreno que se descubre desde la citada loma, es arenoso y estéril, tanto por el norte como por el este; y el indio Matías me aseguró que cuanto mas arriba, tanto mas desnudo era el terreno, habiendo solo alguna arboleda mas en las orillas del rio.

"Que en lo interior no hay indios, pues á excepción de los que están en las sierras del Casuhatí, Tandil y Vulcan, en Salinas, y los que pertenecen á las tolderías de Calpilquís, y Guchuláp; todos los demás tienen su domicilio permanente en las inmediaciones del Rio Negro, de donde salen como enjambres para abastecerse de yeguas y caballos. Son varias tribus, á saber: los Chulilaquihets, los del cacique Quiliner y otras, cuyos nombres no he podido entender. Me hablaron también de un cacique poderoso llamado Sanquel, que se aguardaba dentro de pocas lunas en los toldos del cacique Negro.

"Cuando estas indiadas se ponen en camino para las fronteras de Buenos Aires, tienen que pasar precisamente por un paraje del Rio Negro, al que llaman Chuelechet, pues ningún otro es transitable. Desde este sitio salen dos caminos, el uno para el Colorado, el otro para las Salinas, que quedan á dos días de marcha, y en donde hay agua en abundancia. Desde este punto sigue el camino por el Sauce y las sierras, y algunos trozos de indios lo transitan sin pararse en el Colorado.


"Que el Cacique Negro, después de haberse casado con una Araucana y de haber muerto á algunos indios emparentados con los del cacique Usel, se ha separado de él y se ha establecido cerca de las tolderías de Chulilaquin.

"Para reconocer la otra banda del Colorado intenté vadearle, á cuyo objeto le hice tantear por un indiecito que se hallaba á cerca de media legua, pastoreando unos caballos de las tolderías de Usel. Pero, viendo que poco le faltaba para nadar con su caballo, no me determiné á pasarle, considerando que no era precisa esta diligencia, pues se veía que aquellos terrenos eran iguales á estos: y el Cabo Bores me dijo, que los había transitado cuando vino con su partida al alcance de los desertores, y que le parecieron más fértiles.

"Por aquel lado hay dos pequeñas salinas: vimos á una de ellas; á la otra no, por estar mas distante; y según me informó el indio Matías, tienen sal solo en el verano. La fertilidad de estos terrenos, por lo que he andado, se extiende á cerca de cuatro leguas de ancho en ambas márgenes, las que unidas suman ocho y creo que es el efecto de las inundaciones del río en tiempo de las grandes avenidas, que los indios dicen ser periódicas en los veranos y que cubren dos y hasta tres leguas por cada lado. La planicie del terreno favorece estos riegos naturales, que serán con el tiempo un manantial de riqueza para los que vengan á explotarlo.

"Estos parajes abundan de perdices, palomas, avutardas, patos, liebres, venados, etc.”

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06 Feb 2012 10:33
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Nuevo mensaje Re: Diario de la navegacion empredida en 1781
Ningún provecho sacó la Corte de Madrid de estos reconocimientos: la apatía era su estado habitual, y solo cuando recelaba un rompimiento con alguna potencia europea, se despertaba de su letargo para ordenar que se explorasen las costas del sur, no con el objeto de poblarlas, sino para desalojar á los extranjeros.

En el gobierno del Virrey Melo, los cuidados de la lucha en que España se hallaba empeñada con la República Francesa hicieron registrar dos veces la Bahía de Todos los Santos, la Anegada y la boca del Rio Colorado, donde se sospechaba que se ocultasen súbditos de aquella nación.

Una de estas expediciones salió del Rio Negro en el verano de 1794, á las órdenes del Capitán de Fragata D. Juan Gutiérrez de la Concha, que, después de haber acompañado al ilustre y desgraciado Malaespina, se detuvo en Montevideo para hacer un más prolijo reconocimiento de los puertos de la costa patagónica. La otra fue encomendada á D. José de la Peña, el piloto más experto en la hidrografía de aquel litoral.

El diario de Concha se ha sustraído hasta ahora á nuestras indagaciones y recelamos que el fin desastroso de este oficial haya ocasionado la pérdida de sus papeles. El diario de Peña nada adelanta á lo que sabemos del Rio Colorado, habiéndose ocupado más especialmente de reconocer las bahías adyacentes.

En 1822 todos estos parajes fueron explorados, de orden del gobierno, por el Coronel Cramer, en cuyo informe hallamos las siguientes noticias del Colorado:

"De la Bahía de Todos los Santos pasé á la de la Unión. Las canales que conducen de una á otra tienen poco fondo y solo las chalupas pueden atravesarlas: reconocí al pasar la Isla Larga y la de Borda, pero una y otra ofrecen muy pocos recursos.

"La Bahía de la Unión, además de prometer las mismas ventajas que la de Todos los Santos para la pesca, tiene también mejores fondeaderos: la canal para entrar es bastante ancha, con cinco brazas de agua en bajamar.

"El río Colorado desemboca en esta bahía por dos canales: la una chica, y la otra grande. A la pleamar las chalupas pueden pasar por la primera; la segunda tiene tres brazas de agua casi en toda la extensión, de modo que los buques pueden fondear en este brazo con la mayor seguridad.
"Creo que en toda la costa no hay un punto que ofrezca las ventajas de esta bahía: porque, á mas de ser bastante abrigada, á pesar de su grande extensión, es también el único paso para llegar al Colorado, por ser las bocas de afuera de este rio casi siempre impracticables, aun para las embarcaciones pequeñas.

"Entré en el Colorado por la canal chica: este río se divide en una porción de brazos, que forman otras tantas islas, pero todas anegadizas y pantanosas. La corriente baja con mucha fuerza, y trae tanta arena que las canales se obstruyen. Al salir de este río para seguir la costa hacia el norte, hallamos tan poca agua que varamos con una canoa chica. Como a nueve leguas del Colorado encontré la Bahía de Brightman, etc."

Desde entonces no se oyó hablar más del Colorado, hasta la campaña de 1833, en que el Sr. General Rosas, cuyo cuartel general ocupaba las márgenes de este río, ordenó que se emprendiese su reconocimiento. Mientras la goleta San Martín penetraba por la boca del rio, dos botes, que se construían en las inmediaciones del campamento, debían seguir los movimientos de la División Ramos, para elevarse hasta donde les era posible hacerlo.

La San Martín muy cargada, y calando nueve cuartas, pasó por la barra, y el 27 de Julio fondeó á dos cuadras del campamento, que, según las observaciones del astrónomo del Ejército, se hallaba en los 39° 37' 58" 5"' de latitud, y á los 64° 53' 55" 30"' de longitud, al oeste del meridiano de Paris.

La boca del Colorado, que Villarino colocó en los 39° 57,' y el Capitán Morellen los 39° 49', según el Capitán Bathurst, yace en los 39° 55'. Sus demás observaciones se hallan en el parte que insertamos á continuación de este discurso.

"El río Colorado, según se colige del diario del Ejército, corre sobre arena, y tiene de ciento a doscientas varas de ancho. Solo da paso en el invierno, pues en verano está siempre lleno y muy profundo: los indios lo pasan en balsas de sauce. Sus costas son poco barrancosas y pobladas en lo general de árboles de sauce colorado y blanco. Cuando está crecido en verano inunda una parte de los grandes llanos que se abren en sus márgenes. Los pastos de estas son de los mejores engordes, y en los altos son fuertes y excelentes para el pastoreo."

El nombre que lleva este río, uno de los más caudalosos de las pampas, es la traducción literal de Colileufu, que le dan los indios. En algunos mapas publicados en Inglaterra y en Francia se le da también el título de Primer Desaguadero, y el de Segundo al Río Negro que le sigue inmediatamente al sud: esta denominación, cuyo origen ignoramos, es exacta, porque efectivamente por estos dos ríos desaguan al mar los infinitos raudales que bajan de la Cordillera, y los que se forman en las pampas, en una extensión comprendida entre las costas del Océano y las cumbres de los Andes, por el espacio de cerca de 12 grados de latitud.

Pero nada más incorrecto que el curso de ambos ríos, según los representan los modernos geógrafos: ni es extraño que los desconozcan, siendo tan escasas las nociones que se tienen generalmente de la topografía interior de este país. Es de sentir que en la última campaña al desierto, la División Ramos no hubiese continuado sus marchas en la dirección que seguía, para resolver prácticamente el problema del origen del Colorado.

Si fuesen ciertas las noticias transmitidas por un observador moderno, deberíamos buscar sus fuentes en la misma Cordillera, entre los 36 y 37 grados de latitud, y seguir su curso por las inmediaciones de Muinlin, y al sur de Payen. En lo que no cabe duda es, que ningún río de la provincia de Mendoza desagua en el Colorado, al menos de un modo aparente.

El Desaguadero, que fluye de las lagunas de Huanacache, el Tunuyan, el Diamante, después de haber derramado sus aguas en las ciénagas que encuentran, se pierden en una gran laguna que se forma a las faldas de Limeñ-Mahuida y es probable que esta inmensa acumulación de aguas pase por meatos subterráneos a aumentar el caudal del Colorado, que es el único río que corre por aquellas inmediaciones: lo que nos induce á creerlo son los grandes tremedales que cubren sus orillas, y que suponen una infiltración copiosa y perenne.

Falkner, cuya Descripcion de Patagonia contiene noticias importantes, habla de un modo muy inexacto del Colorado: tal vez es la parte más defectuosa de su obra. Imbuido como estaba de que este río "recibía cerca de San Juan y de Mendoza las aguas del Tunuyan, para perderse después en las lagunas de Huanacache", sostuvo este error con la especie de un buque español que naufragó en la Bahía Anegada, y cuya tripulación llegó por el Colorado hasta la segunda de estas ciudades: de donde infería que no quedaba la menor duda sobre el curso de este río, tal cual él lo había descrito: “the course of this river therefore is established past all doubt”. Citamos sus mismas palabras para hacer sentir la necesidad de leer con desconfianza lo que se ha divulgado hasta ahora sobre la topografía de estas provincias.

La que puede perfeccionarla es la obra de los Sres. Fitz-Roy y King, recién anunciada en Inglaterra, sobre la Costa Patagónica y el Estrecho de Magallanes, por ser el producto de muchos años de diligentes é ilustradas investigaciones. Sentimos no haber podido tomar conocimiento de los planos que sus autores enviaron á Buenos Aires, y que nos hubieran ayudado á completar estas noticias.

Las costas del Colorado, tan yermas en el día, abrigaban en otros tiempos tribus numerosas. Los "Diuihets" y los "Chechehets" á quienes los españoles llamaban Pampas, los "Puelches" y los "Tehuelches," mas conocidos con el nombre de Serranos ó Patagones, poblaban estas vastas soledades, de donde se lanzaban como fieras sobre nuestros establecimientos rurales.

Cuando se emprendió por primera vez el reconocimiento del Colorado, el jefe de más séquito de estas parcialidades era el famoso Chanel, ó Cacique Negro, que fue por muchos años el terror de nuestra provincia: Villarino estrechó relaciones íntimas con él, sin sospechar que debía ser su verdugo. Reservamos los detalles de esta tragedia para nuestro discurso preliminar á la navegación del Rio Negro.

PEDRO DE ANGELIS

Buenos Aires, a 12 de Marzo de 1839

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06 Feb 2012 10:37
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Nuevo mensaje Re: Diario de la navegacion empredida en 1781
Comandancia de Marina de la División Izquierda.

Río Colorado, á 31 del mes de Mayo de 1833, 24 de la Libertad, y 18 de la Independencia.

Al Sr. Comandante en Jefe de la Goleta de guerra San Martin.

El Sr. General en Jefe de esta división me ha ordenado comunicar á V. los conocimientos que he tomado del puerto de este río en el reconocimiento que de él he practicado últimamente en la comisión que á este objeto me confirió dicho Señor.

Llegado á la latitud de 39° 55' S se tendrá la boca del río al S. 67° 30' O. En dicha latitud, a la distancia de dos a tres millas de la boca, se encuentra la profundidad de cuatro brazas, y se observan unos médanos, ó cerrillos de arena al N. 78° 45' O, marcados con letra B en el plano que acompaño y un árbol solo el mas notable, letra D, en la misma dirección de la entrada de la boca, que es S. 67° 30' O.

El canal de la boca se distingue por la corriente colorada que se nota en medio de aguas quebradas encima de los bancos. Al entrar en la boca tendrá una y media braza sin el flujo, y con este una braza mas: y habiendo entrado como media milla para adentro se encuentran dos brazos sin aquel, y tres con él; donde se fondeará cerca del arenal grande de la mano derecha, señal dos anclas, demorando entonces al N. 45° O los médanos primeramente observados en B, y el árbol de que se ha hecho referencia D, al rumbo S 67° 30' O.; demorando también unos pequeños médanos, letra C, al S 40° O.

Aunque de este fondeadero para arriba las corrientes son bien rápidas, en la hora del flujo se pueden avanzar unas dos millas más, inclinándose siempre la costa de la derecha, hasta enfrentar la primera isla E de la izquierda, en donde se encuentran sobre la costa tres palos clavados F, y en el mas alto una tablita atravesada, en que está grabado FEDERACION, y los vestigios de mi campamento en los días 20 y 21 del presente.

Al tomar la boca es preciso prevenirse para no dejarse abatir por la corriente, que es violenta hacia el norte. Las profundidades que he referido, se han hallado sondando en el reflujo ó bajamar. Los rumbos expresados son con relación al norte magnético....

GUILLERMO BATHURST.

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06 Feb 2012 10:39
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Nuevo mensaje Re: Diario de la navegacion empredida en 1781
DIARIO DE VILLARINO.

Diario de la navegación que va a hacer D. Basilio Villarino, Segundo Piloto de la Real Armada, con las dos embarcaciones de su mando, el bergantín Nuestra Señora de Carmen y Animas y la chalupa San Francisco de Asís, desde el Río Negro, a reconocer la costa, la bahía de Todos los Santos, Islas del Buen Suceso y demás adyacentes, buscar el desagüe del Rio Colorado, y penetrar su entrada, de orden del Comisario Superintendente de estos establecimientos, el Sr. D. Francisco de Viedma.

DIA 12 DE ABRIL DE 1781

A las ocho y media de la mañana tiré la última pieza de leva y me hice á la vela del establecimiento con las expresadas embarcaciones, y viento N bonancible. A las cuatro y media de la tarde llegué a la boca del Río Negro, remolcando el bergantín con el bote y la chalupa, por estar calma y en cuyo paraje di fondo, á esperar tiempo a propósito para emprender mi navegación, el que no pude conseguir hasta el 4 de Mayo, en cuyo intervalo de tiempo tuve lugar de registrar la barra -el que no había tenido antes- como a satisfacción la registré en los días que el tiempo lo permitía y no sin muchísima utilidad, pues descubrí por la parte del N una canal mejor que la que hasta ahora practican los navegantes á este río por la parte del S.

Esta canal hace fácil y poco arriesgada su navegación á este río, su entrada y salida casi con todos vientos, sin atender á otra cosa que a las mareas: lo que no sucedía antes, pues era preciso combinar estas con los vientos y estos debían ser favorables en el único punto de la pleamar, cuya circunstancia eternizaba las embarcaciones que fondeadas de la parte de adentro iban á entrar, pues no concurriéndoles en aquel punto de la pleamar viento favorable, permanecían fondeadas afuera.

Y aunque a mí nunca esta circunstancia me detuvo, pues casi siempre he entrado con viento contrario, ya se ha visto lo muy cerca que alguno ha estado de perderse, por permanecer afuera fondeados, por lo cual convendría, que los navegantes á este establecimiento se instruyesen bien en la barra de este río y sus canales, a fin de asegurar sus vidas y los reales intereses, pues solo la falta de práctica es la que ocasiona los muchos riesgos y detenciones que continuamente se experimentan.

Parece que contradice lo que llevo dicho, el haber yo estado desde el día doce de Abril hasta el cuatro de Mayo fondeado en la boca aguardando tiempo oportuno para mi viaje, pero no es así, porque yo salgo a un reconocimiento, de cuyo paraje no se sabe otra cosa que lo muy peligroso que es, que precisamente debo salir a tal hora que pueda pasar en el día los bajos de Punta Rubia.

Que el viento sea tal que me proporcione de día esta navegación, y que lo pueda resistir una embarcación menor como es la chalupa que llevo conmigo sin exponerla á zozobrar; y que la mar sea a propósito, para que así mismo la pueda resistir, y otras infinitas circunstancias que me es indispensable atender, como conocen los inteligentes en la navegación, y únicamente el asegurar las comisiones que se me han encargado pudieron á veces detenerme algunos días fondeado en la boca, pero no los vientos contrarios ni aun las noches, pues he entrado y salido por la barra, sin que uno ni otro me sirviese de estorbo aun antes de descubrir esta canal: pero ahora descubierta, es mucho mas fácil esta navegación, por lo que se hace preciso que se hagan prácticos en ella todos los que navegan al Río Negro.

Los vientos que regularmente detienen en la boca de este río a los que van á salir de él para Buenos Aires, son del tercer cuadrante, y estos son contrarios hasta salir de la barra por la canal del S: pero en saliendo de ella, todos son vientos largos para hacer esta navegación. Por la canal del N son favorables, pues esta corre con la boca del río E NE y OSO; y en esta inteligencia, los que más detenían las embarcaciones antes que se descubriese, son ahora los mas favorables.

Del mismo modo, los vientos que tenían las embarcaciones fondeadas á fuera de la barra, tan expuestas á perderse cuando venían á entrar, eran del primer cuadrante y del cuarto: esto es, desde el E NE hasta el NO, los cuales son asimismo favorables por la expresada canal.

Únicamente solo un temporal o los vientos del segundo cuadrante pueden detener los barcos que salen de Río Negro para Buenos Aires, fondeados en la boca, por ser estos contrarios a esta navegación y travesías á la costa; pero la entrada no la pueden estorbar á los inteligentes en las dos canales del S y del N -a no ser un temporal desecho, que no pueda aguantar- ninguna especie de vientos, sea donde se fuere.

DIA 4 DE MAYO.

A las siete y media de la mañana metí el bote a bordo, y a las ocho y cuarto me hice a la vela con viento O NO medianamente fresco. A las ocho y media estaba a distancia de cien varas de la punta del N del río, y seguí gobernando al E NE, á pasar por la canal del N. A las nueve estaba en la menor agua, que fue de dos brazas, y demarqué la punta del N del río al O SO, distancia de cuatro millas, y seguí a dicho rumbo hasta las nueve y media que goberné al NE, siempre barajando la costa á distancia de media legua, y lo mas separado de ella fue una legua.

A las once se llamó el viento al S recio, por lo que me fue preciso acortar de vela por esperar la chalupa, y llevarla siempre a mi costado para socorrerla en caso de que no pudiese aguantar. A la una y tres cuartos entré en los bajos de Punta Rubia, sobre los cuales pensé largase la quilla esta embarcación; pero, ya varando, ya saliendo, estuve hasta las dos, que doblé la dicha punta y salimos á mas agua, y a este tiempo metí en vuelta del O NO, barajando la costa a distancia de un cable.

A las cuatro de la tarde me hallé entre la Isla de las Gamas y tierra firme, en tres brazas de agua, y di fondo en este sitio por ser abrigado, a fin de hacer aquí algunos reconocimientos. A las cuatro y media eché el bote al agua, y fui a reconocer el brazo de mar que entra entre la tierra firme y la Península de los Jabalíes, por haberme parecido desde el tope laguna. Habiendo llegado a él, probé el agua salada, y por ser ya de noche me volví á bordo: en este intermedio hice tender la red á los marineros, y se pescaron algunos pejereyes y bacalaos.

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DIA 5: Amaneció con el viento O NO: duró sin que permitiese hacer diligencia alguna, ni salir de a bordo.

DIA 6.

Salí de mañana a reconocer la tierra, y mandé la chalupa a que reconociese una isla que está a la parte del N: todo el día estuve en tierra y reconocí los dos arroyos, que llevan los nombres de Arroyo Hondo y Arroyo Chico: en el primero hallé cuatro brazas de agua en pleamar, cuyo fondo sigue una milla, arroyo arriba, y es excelente para estar fondeadas dentro de él embarcaciones, pues no puede haber temporales que las incomoden: el segundo es menos hondable, mas angosto y de menos caudal. La tierra es arenisca y sin leña, pero no falta pasto: su calidad es mejor que la del Rio Negro, exceptuando la llanura de este a donde lo bañan las corrientes; hallé rastro fresco de caballos silvestres, como de setenta animales, y abunda de perdices, leones, jabalíes y liebres. Se tendió la red y se pescaron pejereyes, sollas y bacalao, pero poco. Al anochecer volví á bordo.

DIA 7.

Al amanecer bajé a tierra a reconocer el campo, a fin de hallar agua dulce, observando la latitud, y la hora de la pleamar anduve toda la mañana sin que pudiese descubrir agua. Al mediodía observé el sol a la lengua en 40° 32', y la pleamar a la una y tres cuartos de la tarde, y siendo en el Rio Negro en este día, a las once, tres quintos, se sigue que hay dos cuartos nueve minutos de diferencia de un puerto á otro. Al anochecer me retiré a bordo, y se mataron hoy diecisiete jabalíes, a cuyo tiempo llegó la chalupa de registrar la isla, en la que no halló otra cosa digna de notar que muchas gamas; estando esta circundada de mar por todas partes, y siendo la distancia mas breve á tierra firme de cinco millas, de las cuales trajeron diez muertas.

DIA 8.

A las ocho y tres cuartos de la mañana me hice a la vela en vuelta del O NO, con el viento SO fresco. A las nueve y media viré por avante con vuelta del S SO, por haber dado encima de un bajo: las nueve y treinta y dos minutos viré por causa de otro: á las nueve y cincuenta minutos volví á virar por el mismo motivo, hallándome casi en cima de otro: á las diez volví a virar por lo mismo: las once viré en vuelta de SE, por hallar solo una braza de agua: a las once volví á virar á buscar mas agua; y a las doce di fondo en siete brazas, y observé el sol en 40º 25' de latitud, y por descargar el viento por el SO duro, me mantuve dado fondo el resto del día.

DIA 9.

Amaneció claro, el viento por el O fresco. A las nueve y media me hice a la vela: las diez y cuarto viré en vuelta O SO por haber hallado poco fondo: a las diez y cuarto viré en vuelta del N, por la misma razón: las once y cuarto volví á virar por causa de un bajo, y a las doce y cuarto di fondo por hallarme cercado de infinitos bajos, en cinco brazas de agua lama, habiendo arreciado tanto el viento, que se hallaron a riesgo de perderse las embarcaciones. Al anochecer abonanzó algo el viento.

DIA 10.

Esta mañana me hice a la vela, continuando mi navegación y reconocimientos. A las nueve y tres cuartos varé en un desplayado grande, que hace entre tierra firme y los muchos bajos que están sembrados por todo este saco. A las doce y media pude sacar la embarcación, y volví a hacerme a la vela: las dos y cuarto de la tarde volví á varar, y tan de firme que no fue posible poder sacar el bergantín.

DIA 11.

Seguí siempre con la faena de sacar el bergantín, que sería prolijidad referir aquí los trabajos y maniobras que se hicieron en esto, el que pude poner en flote a las tres y media de la tarde, a cuyo tiempo me hice a la vela en vuelta del E NE 5º E. A las cuatro di fondo en dos brazas de agua, cerca de la Isla de Vaqueriza. Inmediatamente bajé á ella, y la atravesé hasta la parte opuesta que tiene media legua de ancho, y me parece que con tiempos fuertes se anega toda. En ella no he visto animal alguno, ni rastro de ellos: hice tender la red y se tomaron pejereyes, pero grandes y de especial gusto, y a las seis y media de la noche me retiré á bordo.

DIA 12: Este día se mantuvo el viento de NO, pero tan fuerte que no permitió hacer operación alguna.

DIA 13.

Amaneció claro, y el viento al NO recio: mandé seis marineros descalzos para que reconociesen la isla por la parte del NE, que por ser pantanosa no se puede andar calzado. Luego que caminaron como dos leguas, tuvieron que volverse por el mucho pantano y arroyos que les estorbaron el seguir adelante: llegaron á bordo á las dos de la tarde: el viento se mantuvo muy fuerte todo el día, y así anocheció.

DIA 14: Este día continuó el viento del N NO tan recio, que ni aun pude salir de á bordo, de cuyo modo anocheció.

DIA 15: Siguió el tiempo de la misma conformidad.

DIA 16.

Amaneció claro, y el viento al N fresquito, a cuyo tiempo embarqué en la chalupa víveres para ocho días, y salí con ella dejando fondeado el bergantín en el expresado paraje. Seguí el Arroyo del Varadero, y habiendo llegado a su barra no tuve agua para pasar, por lo que di fondo y allí pasé la noche.

DIA 17.

A las siete y media de la mañana salí de la expresada barra, y navegué al N NE hasta las doce del día, que habiéndose llamado el viento á la proa, navegué a remo hasta las tres de la tarde, que desembarqué en la Isla de Bordas, y desde ella observé que rompía la mar por la parte de afuera desde el NE hasta el SE.

En esta isla no hallamos otra cosa que chorlitos, gaviotas y lobos marinos; e inmediato á ella fondeamos la chalupa, y nos quedamos á hacer noche.

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"Los Oficiales de Igueriben mueren, pero no se rinden." "Aun quedan doce cargas de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas y al duodécimo disparo fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición"Julio Benítez y Benítez. Comandante de Infantería

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06 Feb 2012 10:44
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DIA 18.

A las siete de la mañana salí, dando vuelta por el N NO, NO y SO, siempre por el fondo desde tres palmos a siete, á excepción de algunos pozos, ó canalizos muy angostos, hasta que llegué a tres brazas de agua, y dos y media arrimado a la Isla de Urristi, cuyo sitio es un buen fondeadero abrigado y de buena tenazón.

Desde este sitio fui siguiendo la canal, pero a distancia de media milla dimos sobre bajos, después de haber varado infinitas veces: arrimamos a la isla para aguardar la bajamar, a ver si en ella descubría algún canalizo por donde seguir; observé la pleamar a la una y un quinto de la tarde, de que se sigue que el día de la conjunción ser a las cinco y un quinto.

Habiendo bajado al agua, se repartieron los marineros por los desplayados, y el proel de la chalupa pasó hasta la tierra firme desnudo, nadando algunos pozos, el que llegó de noche con la noticia, de que todo el trecho que hay desde la isla á tierra no tiene canal alguna, pero que se había visto muchas veces casi sumergido en fango. Desde esta isla para el N NE se descubre un laberinto de bajos y juncales, y todo fango intransitable. A las nueve de la noche descargó una turbonada de viento y agua con truenos, y así se mantuvo toda la noche.

DIA 19.

Este día salí dando vuelta á los bajos, gobernando al SE y S SE, y habiendo navegado dos y media leguas, goberné al SO, S y S SO, hasta la noche que di fondo en una y media brazas de agua.

DIA 20.

Salí al amanecer para a bordo del bergantín, a fin de traerlo hasta la Isla de Bordas, para aproximarlo mas al Colorado, y seguir de allí con las embarcaciones menores al reconocimiento y porque me faltaban víveres, y no me era posible con los que tenia seguir adelante el reconocimiento, con solo la chalupa me costó bastante hallar la boca del Arroyo del Varadero pues sobre no tener mas que quince varas de ancho, no tiene señal alguna por donde se conozca, por ser todo mar al rededor como tres leguas, y con una y media brazas de agua.

A las tres y media de la tarde llegué a bordo del bergantín, que ya estaba inmediato a la barra del arroyo, que así se le había prevenido al piloto á mi salida. Anocheció lloviendo, y así se mantuvo toda la noche.

DIA 21: Al amanecer mandé el bote a poner balizas en la barra del arroyo, todo el día estuvo lloviendo, y el viento al N NE recio.

DIA 22: Este día estuvo el viento por el N recio, y por ser contrario no pude salir con el bergantín a la barra.

DIA 23: Este día de la misma conformidad estuvo el viento fuerte, y contrario por el E SE, y lloviendo.

DIA 24: De la misma suerte ha estado lloviendo, y el viento del primer cuadrante recio.

DIA 25.

Amaneció nublado y el viento al S SO, cuyo tiempo me hice a la vela. A las ocho y media varé junto a la primera baliza, y empecé la faena de sacar la embarcación, habiendo arreciado el S. A mediodía observé el sol en 40° 14' de latitud. A las dos de la tarde salió la embarcación, y me hice á la vela, y volví inmediatamente a varar: tendí dos espías para salir, y habiéndola puesto a las tres en flote, me hice a la vela y volví a varar a las tres y media, a cuyo tiempo volví a la faena de sacarla. A las cinco conseguí poner el bergantín en la canal, y me amarré á pasar la noche.

DIA 26.

Amaneció claro, y el viento al O recio. A las seis y tres cuartos, me hice a la vela, y a las siete y media varé, y aunque se trabajó muchísimo no fue posible sacar la embarcación. A las diez fue el bote, y puso nueve balizas en la canal. Al mediodía observé 40° 14'. A las cuatro y media de la tarde sacamos el barco de donde estaba varado, habiendo trabajado todo el día en esta faena, a cuya hora me hice a la vela, y hice recoger las balizas. A las cinco estaba fuera de la barra. Al anochecer di fondo en cinco brazas de agua: pasamos la noche con viento del cuarto cuadrante recio, y tanto que me fue preciso meter el bote bordo.

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06 Feb 2012 10:46
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DIA 27.

Amaneció viento del cuarto cuadrante recio; a las doce se llamó al SO. A la una, habiendo algo abonanzado, me hice a la vela, y se me cayó el reloj al agua, quedándome sin siquiera una ampolleta para gobierno, y sin reloj alguno bordo de ninguna especie. Seguí adelante, gobernando al N ¼ NO. A las tres di fondo, y reconociendo que no era buen paraje, zarpé el ancla y me hice a la vela, y navegué por 3 ½, 4 ½, cinco y seis brazas de agua, y di fondo en dos y media, a distancia de una milla de la Isla de Bordas, demorando esta por su medianía al N ¼ NO.

DIA 28.

Amaneció el viento al O SO fresco, y fui a la Isla de Bordas a observar la latitud, que es de 40° 3'. A las doce y media mandé la mitad de la gente a bordo, por haber arreciado mucho el viento, y fue tanto que no pudo volver el bote en busca mía, ni de la demás gente. Siguió siempre el temporal, y me quedé en la isla esta noche, habiendo sido preciso a bordo dar fondo a la Esperanza.

DIA 29.

Amaneció el viento al SO recio. A las nueve de la mañana, habiendo disminuido un poco, vino el bote, y me fui a bordo. A las diez mandé el bote a llevar víveres a la chalupa, que estaba fondeada de la parte del N de la isla, y le era imposible venir a bordo. A las cuatro de la tarde llegó el bote a bordo: anocheció con el viento al S SE fresco.

DIA 30: Amaneció con el viento por el N fresco, y a las ocho atracó la chalupa bordo, y le hice embarcar ocho días de víveres. A las cuatro de la tarde me hice a la vela para mejorar de fondeadero, y por ser la canal angosta y viento contrario, varé dos veces, y con una hora de noche di fondo en 4 brazas de agua.

DIA 31: Este día estuvo el viento por el NO duro, por lo que me mantuve fondeado, y se le pusieron a la chalupa baileos nuevos por estar los otros inservibles.

DIA 1.º DE JUNIO.

A las ocho de la mañana me hice a la vela con viento SO fresco, y goberné al N ¼ NE hasta que hallé 5 brazas de agua de la parte del NE de la Isla de Bordas, que por haber visto reventar la mar y bajos por todas partes, di fondo en dicho sitio hasta reconocerlos. A la una de la tarde mandé la chalupa con el piloto a la Punta de los Lobos, para que registrase los bajos, y viese si había sitio a donde echar el caballo en tierra, a fin de reconocer la boca del Colorado por considerarme ya muy cerca de su desagüe.

Al ponerse el sol tendí la ancla grande, por haberse puesto el horizonte de mal semblante. Al anochecer entró el viento por SO a ráfagas muy fuerte con granizo, y mandé izar un farol al tope mayor, para que le sirviese de guía a la chalupa. A las seis llegó la chalupa a bordo, con la noticia de haber hallado cerca de la Punta de los Lobos cinco brazas de agua.

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06 Feb 2012 10:47
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DIA 2.

A las ocho de la mañana zarpé las anclas, y me hice a la vela para la Punta de los Lobos. A las nueve y media tocó el barco, y fue arrastrando como dos cuadras, hasta que cayó en cinco brazas. A las diez y media di fondo en cinco brazas de agua, inmediato a la expresada punta, habiendo navegado en vuelta de N ¼ NE.

A las cuatro y media de la tarde volví a hacerme a la vela, para mejorar de fondeadero, y navegué al NO ¼ O una milla, y a las cinco di fondo en cuatro brazas fango, y aseguré la embarcación con los mejores cables. Anocheció de mal semblante, y a las tres de la mañana se achubascó el tiempo, y descargó por el O SO una turbonada de viento que parecía huracán, y duró hasta las cinco, que se llamó al SO algo mas benigno.

DIA 3.

Amaneció el viento al SO recio, a cuyo tiempo mandé tres hombres a que reconociesen la tierra, y que siguiesen lo posible al N NO, pues allí considero el desagüe del Colorado.

A las ocho registré la aguada, y visto la poca que tenia por la mucha que se había vaciado por la inutilidad de la vacijería podrida, hice cerrar la caldera del mate, y di orden que se diese de beber una sola vez a los animales media ración, y que la gente bebiese por un cañón de fusil, y mandé la chalupa a un arroyuelo de agua salada para su seguridad, pues inmediata al bergantín está expuesta a irse a pique.

Todo el día se mantuvo el viento al SO duro, y anocheció de la misma conformidad, sin que los tres que fueron á reconocer hubiesen parecido.

DIA 4.

Me embarqué de mañana en el bote, y fui á reconocer la ensenada: entré por un arrojo y lo seguí como dos leguas, hasta que no hallando agua para el bote, por esparcirse esta en diversos arroyos muy pantanosos de fango, di vuelta y pude desembarcar, aunque con fango a la rodilla.

Subí a un cerrito, en el que hallé paja cortadera y apio, y desde él divisé, aunque confusamente, dos árboles, que se me figuraron dos sauces, junto á los cuales había yo bebido agua el año pasado, en el viaje que por tierra hice al Colorado: y aunque estaban como cuatro leguas de distancia, le dije al Contramaestre que estaba conmigo que me acompañase, y siguiésemos hacia los dichos árboles.

Habiendo caminado como una legua, y siempre por puro pantano, nos hallamos cercados de arroyos sin poder pasar adelante: di vuelta y vine por el arroyo a donde estaba refugiada la chalupa, y la hallé varada, sin que fuese posible en la pleamar echarla al agua. Aquí hallé los tres hombres que fueron al reconocimiento, los cuales de ningún modo pudieron transitar este terreno, lleno de fango pantanoso, arroyos y maleza; al anochecer volví á bordo.


DIA 5.

Amaneció lloviendo con el viento NO duro. A las doce del día, habiendo algo aplacado, mandé en el bote dieciocho hombres a que pusiesen la chalupa en flote, y con ellos el Contramaestre, para que abriesen pozos en el Cerrito del Apio, por ver si se sacaba agua dulce. A las tres de la tarde llegó el bote con diez hombres, y los restantes se quedaron abriendo dichos pozos: volvió a arreciar el viento tanto, que no fue posible mandar el bote en busca de la gente a tierra, el que me fue preciso meter á bordo porque no se fuera a pique. Siguió el temporal toda la noche.

DIA 6.

A las ocho de la mañana eché el bote al agua, y lo mande en busca de la gente a tierra, y de todos ellos solo el Contramaestre y un marinero pudieron pasar el pantano para embarcarse en él, y los restantes, temiendo quedar ahogados en el fango, no se determinaron a pasar el pantano que mediaba entre ellos y el bote: los dos marineros, Eusebio González y Manuel Alcain, al amanecer volvieron a emprender la descubierta del Rio Colorado, á los cuales les había yo dado la señal de los dos árboles mencionados arriba.

A las once y cuarto llegó el bote á bordo, y me hice a la vela, aproximándome más al Colorado, aunque con viento por la proa. A las dos di fondo en tres brazas de agua, tres millas al O de donde estaba fondeado, y a este tiempo llegó la chalupa a bordo y trajo los dos que habían ido al reconocimiento, los que no pudieron llegar los árboles expresados, por los infinitos arroyos de agua salada y pantanos. Al anochecer tuve que meter el bote á bordo, por el mucho viento y marejada.

DIA 7.

Al amanecer aseguré la embarcación con las mejores amarras que tenia. A las ocho mandé la chalupa que fuese en la vuelta del E a reconocer, y yo me embarqué en el bote y salí de la vuelta del O con cinco días de víveres, estando el tiempo mas bonancible, a fin de hallar paraje a donde desembarcar en tierra firme; pues considero que el Colorado está muy cerca, y pudiendo llegar a tierra, precisamente lo hallaré, o a lo menos conoceré en la calidad del campo, a que distancia me hallo de él, por haberlo ya transitado. A las diez llegué á la boca de una canal que sigue al NO, entré por ella y seguí siempre, y tenía más caudal, pues de esta salen innumerables canales.

A las doce llegué a donde se dividía en dos iguales, y viendo en la que seguía al NE unas tominas que estaban por ella, así por esto, como por seguir mejor rumbo que la otra, determiné seguirla. A las dos de la tarde desembarcamos en tierra, pero de la parte de adentro había un arroyo pantanoso: este lo pasó el Contramaestre con tres marineros, y siguieron hacia los árboles.

Yo que esperaba que bajase el agua para pasar, probé en este intermedio el agua y la hallé casi dulce, y no quedándome la menor duda que por allí desaguaba el Colorado, o a lo menos alguna porción de él, tiré algunos tiros llamando al Contramaestre y marineros, los que volvieron, habiendo bebido agua dulce en el dicho rio. Nos embarcamos, y seguimos aguas arriba, hasta la noche que nos acampamos en la orilla, bebimos agua dulce con alguna mezcla de salada, como la de la mar.

DIA 8.

Al amanecer volví a buscar el bergantín, que me tenia con bastante cuidado el tenerlo fondeado afuera, dejando el reconocimiento del río principal para después de tenerlo asegurado adentro. A las doce llegué a bordo, y le hice señal a la chalupa de que viniese á bordo, que había ido á cortar leña, la que llegó á la una de la tarde. Pasamos aquí el resto del día y la noche, por estar el viento contrario.

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06 Feb 2012 10:49
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DIA 9.

Amaneció el viento al E bonancible y lloviendo, y empecé la faena de llevar las anclas. A las siete y media me hice á la vela para el Colorado. A las once del día llegué á la Horqueta de las Tominas, y por ser aquí contrario el viento, d fondo á esperar viento favorable. Pasamos el resto del día y la noche con el viento por el E fresco y lloviendo.

DIA 10: Este día se mantuvo lloviendo, y el viento al E NE recio, por lo que no fue posible salir de este sitio.

DIA 11:

Amaneció con el viento al S bonancible, y tuve que esperar la bajamar para poder hacerme la vela y navegar, pues de marea crecida en este paraje no es posible. A las diez y media zarpé, y me puse en derrota para el Colorado. A las doce y media quedé varado de la parte de adentro de la Punta de los Zaramagullones, y mandé el bote balizar la entrada, que tenia á este tiempo muy poca agua. A las cinco de la tarde puse la chalupa y bote al remolque por la proa, y con toda vela, por estar casi calma, procuré entrar.

A las seis de la noche volví á varar, por lo que fue preciso tender espía para sacar la embarcación, y ejecutado, mandé poner faroles en las balizas, que por ser la noche obscura no se veían, y volví á tentar la entrada que conseguí a las ocho de la noche, en cuyo sitio di fondo, dejar para mañana el saber cual sea el principal Colorado, pues sé que estoy en su entrada.

DIA 12.

Este día mandé la chalupa con el piloto buscar el río principal, y yo salí asimismo con el bote por ser tantos los canales que hay, no es fácil hallar el principal. A las dos de la tarde ya estaba cerciorado cual era el rio principal, y lo seguí aguas arriba hasta la Isla de Lobos. A las cuatro y media de la tarde di vuelta y llegué á bordo á las siete de la noche, y no pareció la chalupa.

DIA 13.

Al amanecer hice señal á la chalupa para que viniese á bordo. A las siete y media zarpé el ancla, y con el bote al remolque y la cisga seguí con el bergantín el rio aguas arriba, y las doce quedamos varados. A este tiempo mandé la gente tierra pegar fuego al pajonal y carrizal que tiene este rio en sus márgenes, pues si estando el tiempo algo seco pegaran fuego los indios ù otros cualesquiera, estando la maciega en el estado de hoy, precisamente se quemarían las embarcaciones que estuviesen ancladas el: por lo que debe el que entre, tener cuidado de limpiar y quemar la dicha maciega. A las diez de la noche puse la embarcación en flote.

DIA 14.

Este día tuve la felicidad de colocar el bergantín en el principal brazo del Colorado, y á donde no llega el agua salada, y salí á tierra con los marineros á pegar fuego á la maciega, así por el motivo dicho arriba, como para que, viéndolo los indios, vengan donde estoy, para por medio de ellos dar parte al Señor D. Francisco de Viedma de mi entrada en este rio: pues me tiene con bastante cuidado, el que dicho Señor tendrá de esta noticia, así por ser la estación en que salí á este reconocimiento la mas rígida del año, como por ser esta navegación hasta ahora ignorada de todos.

Y saber de cierto por informe y diario mío, que le presenté á mi llegada del viaje que hice por tierra, costeando la mar este río, por el mes de Mayo del año próximo pasado, que esta costa esta llena de infinitos bajos; cuyas circunstancias, juntas con cuarenta y dos días que ha que salí del Río Negro, le ocasionarían bastante indisplicencia.

DIA 15: Bajè tierra con la gente pegar fuego, siguiendo los reconocimientos de la calidad del terreno, y á la noche volví bordo.

DIA 16.

Al amanecer me embarqué en la chalupa, y seguí reconociendo el rio aguas arriba, dejando orden al Piloto para que asimismo mudase el bergantín una legua mas arriba, siempre que tuviese viento favorable, por ser este mejor paraje; navegué todo el día, bajando varias veces tierra, por reconocer la calidad de ella. A la noche me acampé en una isla del rio, habiendo pegado fuego en toda su orilla.

DIA 17: Seguì rio arriba, haciendo las mismas diligencias que el día de ayer, hasta que llegué una isla de sauces, donde me había acampado el año pasado: allì hice noche.

DIA 18.

Este día al amanecer me puse la vela para bordo del bergantín, con el cuidado de si llegasen indios. A las cuatro de la tarde lleguè bordo, y hallé una carta del Señor D. Francisco de Viedma que había entregado al Piloto un indio, que con otros cuatro había llegado bordo el día de ayer: y aunque el Piloto los agasajò bastante y los regaló, no quisieron quedarse por no haberme hallado; pero quedaron en volver para llevar la respuesta de dicha carta, fecha catorce de Mayo; y el bergantín lo hallé ya en el paraje que al Piloto le había prevenido.

DIA 19.

Este día eché la vacijería en tierra, el caballo, que hasta ahora no había hallado paraje para desembarcarlo, y todos los ùtiles de á bordo, á fin de limpiar la embarcación, y achicarle el agua: y asimismo eché en tierra anclas y cables, y monté la artillerìa y bajè tierra para cerciorarme bien de su calidad, la que ciertamente supera cuanto he visto en la Costa Patagónica, y creo compite con los mejores parajes, cuyo juicio hice el año pasado, y expuse en el diario citado arriba: pero no siendo esto de mi profesión, suspendo lo que pudiera decir en el asunto, por no errar; dejándolo los inteligentes en la agricultura, aunque esta no me es totalmente desconocida.

Luego que llegué bordo, que fue bien cerca de noche, llegaron un cerrito, por la parte del N, como de cincuenta ó sesenta indios: inmediatamente mandé el bote y la chalupa á que condujesen algunos, y trajeron cinco, y una mulata lenguaraz: entre ellos venia el que había conducido la carta del Superintendente, los que agasajè y regalé con aguardiente, la mitad agua del Colorado, poleadas y bizcocho; y aunque los quise despachar para el Río Negro, respondiendo por medio de ellos dicho Señor, y dándole cuenta de mi arribo á este río, no pude conseguirlo, porque decían quieren pasar aquì el día de mañana, para que descansen sus caballos. A las ocho de la noche los eché en tierra.

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06 Feb 2012 10:51
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DIA 20: Este día se les dio de comer á los indios, y se les regaló aguardiente, tabaco, y bizcocho para de noche.

DIA 21:

Esta mañana se les dio de comer á los indios, y le entregué al que trajo la carta otras, para que llevase al Río Negro al Señor D. Francisco de Viedma, dándole noticia de mi arribo: así para que hiciesen esta diligencia como por la buena armonía, fueron todos regalados con aguardiente, porotos, bizcocho, harina y abalorios, y las doce del día se pusieron en camino para sus toldos, y el que llevaba la carta dice que en derechura pasará al Río Negro entregarla.

DIA 22: Este día se trabajó en limpiar el barco y la vacijería, y llenarla de agua.

DIA 23: Fuí á reconocer por tierra la costa de la mar. A las cuatro de la tarde llegué bordo, y al mismo tiempo llegaron tres indios del cacique Calpisquis, los que se quedaron esta noche: se les diò de comer y aguardiente.

DIA 24:

A las ocho de la mañana se fueron los indios expresados, y las cinco de la tarde volvieron con tres chinas, que dicen habían dejado al resguardo de los caballos que traían para vender: se les obsequiò de la misma suerte que el día de ayer.

DIA 25.

A las ocho de la mañana vinieron los indios á que les comprase los caballos, de lo que me excusé, esforzándolos á que fuesen á venderlos al establecimiento del Rio Negro; pero no fue posible porque dicen tienen los caballos cansados, y que está lejos, por cuyo motivo querían volverse. En esta suposición se les regalò aguardiente, harina, bizcochos, porotos y abalorios. A las cuatro de la tarde se fueron.

DIA 26.

Este día, ya un poco restablecido el caballo de lo que se había enflaquecido en la navegación, me fui en él por la costa del mar como seis leguas. A las dos de la tarde di vuelta, y llegué de noche a bordo.

DIA 27: Este día estuve bordo, haciendo componer algunas cosas pertenecientes á su aparejo.

DIA 28:

A mediodía llegó bordo el cacique Uzel, con dieciocho indios y la lenguaraz mulata; y porque este es el que para ahora en el Colorado, y ser el cacique más inmediato á nosotros, lo regalé mucho, como también á todos los indios que le acompañaban.

DIA 29.

Este día se les dió de comer los indios, y se les regalò con aguardiente, harina, bizcocho y porotos, y se fueron las cuatro de la tarde gustosos, pero esta noche me robaron un caballo que había comprado; tal es la fidelidad de estos barbaros.

DIA 30: Este día permanecí á bordo, aguardando respuesta del Río Negro, pues ya tiene el indio que llevó la carta sobrado tiempo para haber vuelto.

DIA 1.° DE JULIO.

Esta mañana salí á caballo, costeando el rio agua arriba, y reconociendo el terreno de sus márgenes, y cuanto mas arriba es mejor tierra: caminé como seis leguas, y llegué bordo con una hora de noche.

DIA 2: Este día lloviò mucho, por lo que no pude salir de á bordo.

DIA 3: De la misma suerte estuvo lloviendo con los horizontes cerrados.

DIA 4.

Asimismo se mantuvo lloviendo hasta el mediodía. A las cuatro de la tarde llegaron tres indios y dos chinas, los que no se pudieron entender por no haber traído lenguaraz: los obsequiè como siempre.

DIA 5.

A las nueve de la mañana llegaron indios, los cuales ascendieron sesenta personas entre hombres y mujeres, y entre ellos una china ladina, sobrina del cacique Calpisquis, la que dijo que toda aquella gente era del expresado cacique, que venían á vender caballos y reses por bayeta, ollas, bugerías, bizcocho, sombreros, harina, aguardiente y porotos: los agasajé, dándoles de comer y aguardiente, y se empezó la feria.

DIA 6: Amaneciò con viento SO fresco, mucha lluvia y truenos, y siguió la feria de los indios, dándoles de comer y aguardiente.

DIA 7.

Al amanecer empecé embarcar la vasijería, y todos los útiles que tenia en tierra, para pasar con el bergantín á la otra banda donde están los indios, por custodiar los animales que comprè. A las dos de la tarde me anclé en la parte del N: inmediatamente echè la vasijería en tierra, y con ella hice un corral provisional para encerrar los caballos que compré, y seguì la feria. A las seis de la noche llegò el indio que fue al Rio Negro llevar la noticia de mi entrada en el Colorado, al Señor D. Francisco de Viedma, con la deseada respuesta de haberla recibido dicho Señor, y todos en general se les dio de comer y aguardiente.

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Comandante a flote división de California. Insignia en el navío: Serio R. O. del 17 de octubre de 2016.
"Los Oficiales de Igueriben mueren, pero no se rinden." "Aun quedan doce cargas de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas y al duodécimo disparo fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición"Julio Benítez y Benítez. Comandante de Infantería

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06 Feb 2012 10:53
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DIA 8.

Se continuó la feria hasta las tres de la tarde, habiendo comprado diecisiete caballos, cinco vacas y cuatro novillos; asimismo compré lazos, colleras y maneas, y se pusieron en marcha los expresados indios de Calpisquis, quedándose el que trajo la carta con los que le acompañaban.

Al anochecer llegaron cuatro indios, dos del Colorado y dos del paraje donde está el Cacique Negro, los que me trajeron de parte de este un costillar de vaca de regalo, y dijeron que luego que ellos regresasen á sus toldos, quería venir aquí dicho cacique: les mandè dar de comer y aguardiente: se ató el ganado vacuno, y se encerraron los caballos. A las dos de la mañana se fueron cuatro reses, que rompieron los lazos con que estaban atadas.

DIA 9.

Al amanecer mandè la chalupa á cortar palos para hacer un corral, y ensillè caballo para campear las vacas; hallé el rastro, y lo seguí campo adentro, hasta que advertì el caballo algo pesado: me apeè dejándolo refrescar, y me fui á bordo las tres de la tarde.

A esta hora despaché todos los indios, habièndoles regalado aguardiente, bizcocho, harina y porotos. A las cuatro llegó un peón, de los que acompañaban al Superintendente, con la noticia de que estaba ya á más de medio camino del Río Negro al Colorado dicho Señor.

DIA 10.

Antes de amanecer mandé al bote á que trajese la madera que tuviese cortada la chalupa, y ordenase al patrón de esta, que navegase el río, aguas arriba, hasta una isla que le señalé, y que allí permaneciese hasta otra disposición. Al mismo tiempo monté á caballo, y con el expresado peón, á tesón de galope, fui á encontrarme con dicho Superintendente, de nueve á diez leguas de donde salimos: seria mediodía, nos pusimos en marcha y vinimos á hacer noche á la orilla del Colorado.

DIA 11.

Esta mañana salimos costeando el Colorado, aguas abajo, por la parte del S. hasta la citada isla á donde estaba la chalupa, en cuyo puesto determinó dicho Sr. Superintendente dejar toda la expedición al cargo del Alférez de dragones D. Francisco Piera, y auxiliándole la chalupa, pasó á la parte del N acompañado del ingeniero D. José Pérez Brito, un Padre Mercedario y dos soldados, y nos pusimos en marcha por la orilla del rio para á bordo del bergantín. Habiendo llegado á bordo hallé la novedad de haber robado las vacas los indios, y que el marinero que las pastoreaba había salido en busca de ellas, y no había vuelto.

DIA 12: Fue el bote á remudar la chalupa para que conduzca víveres.

DIA 13.

Este día salí á caballo, acompañando al Señor D. Francisco de Viedma que salió á reconocer el terreno. A las tres de la tarde llegó á bordo la chalupa con víveres. A las nueve de la noche hubo noticia, de que el marinero que faltaba lo tenían los indios en los toldos.

DIA 14: A las tres de la tarde vino el marinero que faltaba, al cual lo habían apresado los indios en los toldos, y tenían ya como esclavo.

DIA 15: Después de mediodía salí en el bote, con el Superintendente y el Ingeniero, á reconocer la boca de este río, á cuyo tiempo llegó el cacique Uzel con algunos indios, y á las cuatro de la tarde volvimos á bordo.

DIA 16: Después de mediodía se puso en marcha el Superintendente, con los que le acompañaban, para el Rio Negro, dejándome la orden para que yo regresase á dicho rio, con toda la expedición con que vine, luego que viniese á bordo la chalupa.

DIA 17: Este día mandé porción de la gente de á bordo á cavar tierra para sembrar algunas semillas, y empecé á alistar la vasijería, y á hacer la aguada.

DIA 18: Mandé la gente á que siguiesen la sementera, otros á hacer leña para el viaje, y otros prosiguiesen con la aguada. A las dos de la tarde llegó el Cacique Negro con sus indios, se le dio de comer y aguardiente: á la noche llegó la chalupa á bordo.

DIA 19.

Se acabó de hacer la aguada, leña y sementeras: despaché al Cacique Negro con sus indios, habiéndole regalado aguardiente, harina, bizcocho y porotos, quedándome listo para por la mañana emprender mí viaje al Río Negro.

Al anochecer vino á bordo el Cacique Negro, pretendiendo con fuertes instancias una carta para el Exmo. Señor Virrey, para que la condujesen á Buenos Aires cuatro indios que con el Chanchuelo, dice, vá á mandar á esta ciudad, á fin de que estos pudiesen pasar por las guardias francamente, y que el dicho cacique con Guchulap, Calpisquis, Toro, Guchan, Canopey y Alcaú juntos, pasaban al Volcán á tomar bagualada, de cuyo paraje quería despachar los expresados chasques Buenos Aires.

Y habiendo yo sabido por dicho cacique, que los dichos peones que llevaban carta por tierra á Buenos Aires, llamado el uno Juan José, y el otro Martínez, los tendrían detenidos en los toldos de Calpisquis hasta el regreso del Cacique Negro á ellos, por haber dicho allí unos indios que nosotros marchábamos con mucha gente y armas para matarlos, motivado de la venida del Superintendente al Colorado, les dije que de ningún modo irían estos indios más seguros, que con los expresados peones, pues llevaban cartas y pasaportes.

Les expresé cuanto pude esta seguridad, á fin de que no los detuviesen, y lograsen el viaje que se intenta por tierra; y regalé á este cacique cuanto pude, y á sus indios, encargándole mucho la seguridad del peón Godoy, haciéndoles muchos ofrecimientos mi regreso al Colorado. El Chanchuelo me dijo, que el camino que llevaban los dos peones que van á Buenos Aires, es el peor, y que el camino mejor era por cerca de la costa hasta el Volcán, y que desde el Colorado hasta el Quenquen había cinco días de camino bueno.

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06 Feb 2012 10:55
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Nuevo mensaje Re: Diario de la navegacion empredida en 1781
DIA 20: De mañana salí para el Río Negro, y al mismo tiempo se fueron los indios: llegué al Paso de los Faroles, y me fue preciso dar allí fondo para abalizarle.

DIA 21: Este día fui á reconocer el principal desagüe del Colorado, y abalicé el paso con cuarenta balizas hasta la Punta de los Zaramagullones, y me hice á la vela, y al remolque hasta la noche, que di fondo á la expresada punta en dos brazos de agua.

DIA 22.

Esta mañana, estando el viento al O SO bonancible, zarpé el ancla, y con el bote y chalupa por la proa al remolque seguí la canal, y llegué á las diez para las once á la Horqueta de las Toninas, en cuyo paraje largué toda vela, siéndome ya allí dicho viento favorable.

Serían ya las doce del día, estaba desembarcado, y goberné al SE ¼ E hasta las dos de la tarde que di fondo en cinco brazas, á dejar crecer la mar para pasar un bajo y abalizarlo. Habiéndolo abalizado y reconocido, me hice á la vela, y seguí mi navegación, gobernando al S ¼ SE, hasta el anochecer que di fondo en cuatro y media brazas de agua.

DIA 23.

Amaneció con el viento al SO recio, el que á mediodía abonanzó, y mandé el Piloto en la chalupa á la barra del Arroyo del Baradero, para que abalizase su canal. A las cuatro y media, habiéndose llamado el viento N NE flojo, me hice á la vela, y navegué hasta la noche que di fondo en tres brazas de agua.

DIA 24.

Amaneció claro con el viento por el O, y contrario á mi navegación: á mediodía llegó la chalupa á bordo, dejando abalizada la canal expresada arriba. A las dos de la tarde me hice á la vela con viento O NO, y bordejeando llegué á la primera baliza, y de allí con remolque y espías, llegué al anochecer á fondear dentro de dicho arroyo. A las ocho de la noche entró el viento por el E flojo, con el que me hice á la vela; y á las diez se llamó el viento á la proa, por lo que di fondo.

DIA 25.

Se mantuvo el viento de proa, y al remolque seguí hasta las tres becas, que no pudiendo pasar, di fondo á las dos de la tarde, con viento al E muy flojo: levé, mareé toda vela, y navegué hasta el anochecer, que di fondo en dos brazas hasta la salida del arroyo.

DIA 26.

Al amanecer me hice á la vela con viento N NO bonancible, gobernando al S S0. A las nueve y media quedé varado sobre un bajo, de los infinitos que hay en estos parajes: por lo que tendí una espía, y con ella á las tres de la tarde salió la embarcación, a cuya hora me hice á la vela, y goberné al S SE hasta la noche, que hallando doce brazas de agua, di fondo.

DIA 27.

Al salir el sol me hice á la vela con NO bonancible, y á las nueve y media varé sobre el bajo grande, frente á los arroyos. A las tres de la tarde con dos espías salí á la canal, y di fondo en 7 brazas, por estar calma, y ser la corriente contraria.

DIA 28.

Esta mañana me hice á la vela con viento NO fresco, y di fondo en la angostura que hace entre la Isla de las Gamas y la Península de los Jabalíes; y en este paraje, á la orilla del agua sobre la barranca, puse cinco pipas y dos cuarterolas de agua dulce, para que sirvan de socorro la embarcación que allí vaya con comisión ó arribada, y asimismo á los que vayan por tierra.

DIA 29.

Al amanecer me hice á la vela con viento fresco O NO, y fui fondear inmediato á Punta Rubia, á fin de abalizar la canal que hace entre esta y los bajos de afuera, á cuya diligencia mandé el Piloto por hallarme yo enfermo, y no pudo poner mas que cuatro balizas por la orilla en tierra firme, por ser en los bancos el suelo muy duro.

DIA 30.

Este día salí, aunque con trabajo, á la Punta Rubia á reconocerla, y puse una baliza sobre un cerro, por la cual se conoce cuando se halla en la canal entre los bajos y tierra firme, y mandé algunos marineros á cazar, porque nos hallamos faltos de carne, á los que se les dieron algunas balas de fusil. Al anochecer volvieron á bordo los cazadores, habiendo traído veinticuatro jabalíes; y se puso el viento de muy mal semblante.

DIA 31.

Amaneció el viento al O SO muy recio, y luego se llamó al SE de la misma suerte: á mediodía abonanzó, y mandé al contramaestre en el bote á reconocer los bajos de afuera, el que halló canal que sale al SE: al anochecer volví á bordo, y quedaba el horizonte de mal semblante.

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06 Feb 2012 10:59
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Nuevo mensaje Re: Diario de la navegacion empredida en 1781
DIA 1.° DE AGOSTO.

Amaneció con el viento al O SO recio y contrario para navegar al Río Negro: á las ocho mandé la chalupa á la Punta Rubia, con una cuarterola para que la llenasen de aceite de lobo, que los hay en abundancia. Todo el día se mantuvo el viento de la misma conformidad, y anocheció de mal semblante. A las dos de la noche se llamó al O NO que parecía huracán, por lo que fue preciso dar fondo á la esperanza.

DIA 2: Todo este día se mantuvo el viento muy recio, desde el O NO al O SO, hasta la noche que se quedó calma, cuyo tiempo zarpé la esperanza.

DIA 3.

Amaneció con el viento al SO fresquito, y los horizontes cerrados. A las diez de la mañana se llamó al S SE recio, y por tener en este paraje poco abrigo, me hice á la vela para adentro, con mayor y trinquete arrizados. Después de mediodía di fondo inmediato á los dos arroyos: todo el día se mantuvo el viento desde el S SE hasta el S SO fuerte con granizo, y así anocheció.


DIA 4: Amaneció el viento SO recio, de cuyo modo se mantuvo todo el día, hasta la noche que abonanzó.

DIA 5.

Amaneció con dicho viento medianamente fresco: á las nueve de la mañana vino la chalupa á bordo, le di víveres para que volviese al arroyo adonde estaba refugiada. Al anochecer se llamó el viento N NO fresquito, y le hice señal á la chalupa para venir bordo: á las doce de la noche le di víveres, y orden para que á aquella hora se pusiese á la vela, adelantándose á Punta Rubia embarcar la cuarterola de aceite de lobo, que antes no había podido por la dureza de los tiempos.

DIA 6.

Serían las dos de la noche cuando metí el bote á bordo, y me hice á la vela para el Río Negro. A las cuatro de la mañana llegué á Punta Rubia, á donde hallé la mar sumamente gruesa; y en medio de la rompiente seguí con la chalupa por la proa, y toqué con la quilla en la cabeza del N de los bancos: con otro golpe de mar salimos, y seguí gobernando al S ¼ SE por entre el rompidero de la costa, y el de los bajos, que tiene cincuenta brazas de latitud.

Al salir el sol ya había montado los bajos, y seguí con fuerza de vela y viento N fresco, por lograr la pleamar de día en el Río Negro, y poder lograr entrar en él, por estar la mar muy gruesa y el viento contrario para aventurarse á embestir su barra. De noche las doce llegué la barra que rompía de punta á punta, y la embestí por la canal del N por entre las reventazones.

La menos agua que hallé fueron dos brazas, y con todo, era tanta la marejada que tocó algunas veces la embarcación, no calando esta mas que siete y medio palmos: pasé la barra y navegué por tres brazas de fondo hasta la punta del N del río, que me dio el viento de proa, y á fuerza de muchos bordos logré dar fondo dentro del río. A las dos de la tarde ya emparejó seguro, mediante Dios, no pudiendo seguir mas adentro por tener la corriente en contra.

A la chalupa no le fue posible embestir la barra por donde nosotros, por la mucha mar que podía sumergirla, y dio vuelta á los bajos, y desde afuera á remo vino á amarrarse á nuestro costado con mucho trabajo, y á no tener tan buena gente no lo hubiera logrado, ni tampoco entrar en el Río Negro. A las once de la noche me hice á la vela, y con la creciente fui á fondear mas adentro, y en mejor paraje.

DIA 7.

Al salir el sol mandé tierra los marineros para que hiciesen fuego, á fin de que por él viniesen en el establecimiento en conocimiento de mi entrada en este río; y á las diez me levé, haciendo diligencia de llegar al establecimiento.

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06 Feb 2012 11:00
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Nuevo mensaje Re: Diario de la navegacion empredida en 1781
Advertencias á los navegantes á estos destinos:

1.°- Todo aquel que del Río Negro salga haciendo viajes á la Bahía de Todos Santos, debe emprenderlo con vientos del tercer cuadrante, teniendo presente la hora de la pleamar en Punta Rubia, para doblarla á aquella hora sin perder minuto de tiempo, en esta inteligencia, y en la de que es la pleamar en el Río Negro dos horas antes (con diferencia de pocos minutos) que en Punta Rubia, en las cuales es imposible hacer esta navegación.

Deberá salir del Río Negro á media marea creciendo, y precisamente por la canal del N de su barra, y en este caso tiene cinco horas para navegar esta distancia, que con un pampero fresco, haciendo fuerza de vela, es tiempo suficiente para hallarse en dicha Punta al punto de la marea; no debiendo separarse al doblarla mas que dieciocho pasos de la baliza que en ella está clavada, por ser la canal sumamente angosta, y precisa al pasar por ella, en cuanto no se haga otro reconocimiento mas prolijo, en que se sepa si hay otro paraje que proporcione la entrada en dicha bahía con mayor facilidad.

2.ª- Si los vientos con que salga del Río Negro fueren bonancibles, y en el término arriba expresado viere que no puede alcanzar á Punta Rubia, deberá mantenerse inmediato á Punta Rasa á la vela, ó dado fondo, contando con catorce horas que tiene precisamente que estar afuera: pues corriendo la costa desde esta punta basta la Rubia N S de la aguja, y desde ella para el Río Negro NE SO asimismo de la aguja, si le entra algún tiempo, nunca le puede ser enteramente travesía, pues el mas travieso lo deja navegar en diez cuartas, y así se halla, estando en este paraje, en términos de seguir su viaje, ó retroceder al Río Negro, San José ó San Antonio à refugiarse; lo que no sucederá si se hallare à sotavento ó barlovento de la expresada Punta Rasa.

3.ª- Si hallándose ya al N de Punta Rasa, le entrare algún tiempo del S, S SE o SE, y más si fuere de noche, procurarà aguantar hasta que considere ser tiempo de seguir à embestir à Punta Rubia à la hora de pleamar, sin pensar en amarrarse; porque en la latitud de 40° 45' toqué ya con la quilla de la embarcación que hoy tengo á mi cargo, cuando vine al reconocimiento del Río Negro al principio de la expedición, y en doce palmos de agua no se ve la tierra, y sí el horizonte cerrado, de lo que revienta la mar encima de los bajos: cuya advertencia puede servir también á los que viajan à Buenos Aires, para que les den el correspondiente resguardo.

4.ª- Si doblando Punta Rubia le diere el viento escaso, puede dar fondo, pues estando ya de la parte de adentro, no hay mucha marejada, porque esta quiebra en los bajos de afuera: pero con la advertencia de que sea con la mejor ancla que tenga, por la mucha corriente que hay.

Esto es en caso de estar la marea parada ó bajando, que si creciere, puede, aunque sea el viento enteramente de proa, voltejear, pues con la ayuda de la corriente, que lo menos que corre en las cuadraturas lunares es cuatro millas, muy breve se hallarà al O de la Isla de las Gamas, é inmediato al Arrojo Hondo, en cuyo sitio puede dar fondo, sin que temporal alguno le pueda incomodar.

Pero de ningún modo permanecerá fondeado en Punta Rubia mas tiempo que hasta que la marea empiece á crecer porque, además de la mucha corriente, es malísima la tenazón, y mucho fondo, por lo que debe hacerse á la vela antes que la marea tome mucha fuerza, que de lo contrario le costará mucho trabajo. Los bordos que diere puede rendirlos en tierra, que es todo limpio y hondable hasta el viril, pero tendrá sumo cuidado con el bajo de afuera, por no dar de mucho fondo de repente sobre él.

5.ª- Estando ya adentro de la angostura que hace la Isla de las Gamas con tierra firme, se puede dar fondo en toda la bahía sin cuidado; teniéndolo solo de que no sea sobre algún bajo, y atendiendo á que si diere fondo en pleamar, le quede agua suficiente cuando esta baje para quedar en flote: en la inteligencia que lo que crece y mengua en este paraje en las mareas ordinarias, y con viento del cuarto cuadrante, es bruza y media, y con los vientos de afuera crece mucho mas, y según la fuerza de los temporales que la impelen.

6.ª - Pasando de la Bahía de Todos Santos á Bahía Anegada, es menester atender á la diferencia que hay en las mareas de una á otra, que es de 3º 27' (como se deduce de las observaciones que se expresan en el diario), para poder navegar y fondear con la posible seguridad, de no quedarse sobre algún bajo, de los infinitos que tiene: en inteligencia de que, con corta diferencia, tanto crece y mengua en una como en la otra.

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06 Feb 2012 11:03
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Nuevo mensaje Re: Diario de la navegacion empredida en 1781
7.ª- Ninguno debe navegar de noche en ninguna de estas dos bahías por no arriesgarse á quedar varados; y en cualquiera paraje de ellas que dé fondo, puede estar seguro de su tenazón.

8.ª- De día se debe navegar de dos tercios de marea, creciendo para adelante, á fin de tener agua sobre los bajos para pasar, y al mismo tiempo si varare, puede con facilidad sacar la embarcación, creciendo el agua.

9.ª- El paraje se señala con cuatro anclas al O de la Isla de los Lobos, de cuatro y cinco brazas de aguas, que entra á la Canal de Villarino; es de fuertísima tenazón, y si sale á la mar ancha, sin bajos que estorben la entrada en él, embarcaciones mayores, como lo creo con bastante probabilidad, podría muy bien servir para refugio de ellas, y hacer aguada, porque el paraje es segurísimo, y desde allí al Colorado va seguro cualquier cayuco, desde el cual haciéndose á la vela para el Colorado hasta la Punta de los Zaramagullones, deberá navegar de día y de bajamar, porque cuando está esta crecida, se cubre todo el desplayado y no se conoce la expresada canal; y al contrario, de bajamar todo queda en seco, á excepción de ella.

Y para navegarla de continuo se necesita abalizarla, bien entendido, que toda la distancia que hay desde la Punta de los Lobos hasta el Colorado, es puerto seguro; y entrando dentro de la canal expresada, con toda seguridad se puede navegar, hasta con canoas.

10.ª- Desde la Punta de los Zaramagullones hasta entrar en el Colorado, debe navegar de marea crecida, y á cualquiera hora, arrimando el costado de la embarcación á las balizas, que allí dejé puestas á mi salida, dejándolas por la parte de babor.

11.ª- Para venir del Colorado al Río Negro es menester, inmediato al Arroyo Hondo, esperar viento al propósito para hacer esta navegación, particularmente si es por el invierno, cuando los días son cortos, los temporales muchos, y las noches penosas, largas y arriesgadas en estos. Los vientos mejores son de NE al NO. En esta atención debe salir de Punta Rubia á la pleamar, y hacer bastante fuerza de vela, á fin de llegar al Río Negro en el mismo día de marea crecida, y entrar por la canal del N de su barra. Luego que la pase por la canal expresada, orzará á arrimarse á la punta del N que forma la boca del rio, así por tomar del mismo bordo el fondeadero, como por dar resguardo á un bajo chiquito que se halla á sotavento.

12.ª- Siempre que los vientos sean del segundo ó tercer cuadrante fuertes, y haya mucha mar de leva, de ningún modo entrará por la expresada canal del N de la barra, porque en este caso es mucho mas seguro entrar por la del S, en la cual no altea tanto la mar como en la del N, por quebrar en los bajos de afuera, y los vientos expresados son en aquella favorables.

13.ª- Habiendo mucha marea de leva (esto es de un temporal desecho) debe tener presente, que en la canal del N altea la mar mucho, porque no tiene resguardo alguno de la parte de afuera, y el que viniere á entrar por ella, debe contar con nueve palmos de alzada: cuya experiencia hice en este viaje, que asegurado de la agua que había, por las repetidas observaciones que tengo hechas, y que precisamente tenia lo menos dos brazas, embestí la barra que rompía de punta á punta, con marejada tan disforme cual nunca he visto en ella, y hallé las dos brazas mencionadas: pero toqué muchas veces, mandando la embarcación solo siete palmos de agua.

14.ª - Desde el Río Negro al Colorado pueden muy bien navegar chalupas, y barquear de una parte á otra víveres y algunos útiles, teniendo agua en el paraje à donde ahora dejé las pipas: y aunque salgan del Río Negro con un pampero desecho, no hay que temer, porque van abrigadas, no separándose mas que una cuadra de la costa; y como mandan poca agua, hallan entrada á cualquier hora en Punta Rubia, y doblada esta, cualquier bote con seguridad puede navegar al Colorado. Pero si se estableciese trajín de un río á otro, serian à propósito balandras ó goletas, que cargadas no mandasen arriba de cinco ó seis palmos de agua, las cuales hallan agua à un tercio de marea creciendo, para pasar por todas las barras, y sobre todos los bajos que hay de una à otra parte.

Las advertencias referidas, de las cuales me parece no debe ningún navegante despreciar lo mas leve, las sujeto como debo à la corrección de mejor juicio, y á la enmienda de lo que en lo sucesivo vaya adelantando la experiencia: que así como esta fuere creciendo, así habrá mas que añadir y quitar; y más si se hace exacto examen de esta costa, las dos bahías por la parte de afuera, sus bajos y canales que entran à ellas, levantando geométricamente su plano, y balizando algunos canalizos para mayor seguridad de las embarcaciones: lo que à mi me ha sido imposible ejecutar, así por lo riguroso de la estación como por la poca proporción que mas que, como conocen los inteligentes, se necesita para ello de mucho mas tiempo, estación proporcionada, y mayores arbitrios.

NOTA:

El puerto que está al O de la Punta de los Lobos, señalado con cuatro anclas, del cual hago referencia en la advertencia 9.ª, además de ser segurísimo y capaz de anclar en él muchas embarcaciones mayores y menores, tiene la gran ventaja, de que solo puede servir para que nuestras embarcaciones vayan à el à proveerse de lo necesario: lo que no puede hacer otra ninguna embarcación que no sea de la nación ó de alguna aliada nuestra; pues siendo enemiga, no puede por camino alguno hallar ningún socorro.

La razón es, porque embarcaciones mayores no pueden llegar al Colorado, y aun lanchas y botes es menester esperar marea para entrar mas adentro de la Punta de los Zaramagullones, y precisamente á tiro de piedra de tierra, que no hay mas distancia que sesenta brazas. Antes del expresado sitio, ni aun en el, desde la Punta de los Lobos, es imposible hacer desembarco, por no ser transitable por el fango suelto de que se compone todo aquel terreno: en cuyo supuesto la embarcación, que por los nuestros, ò con su consentimiento (en caso de estar habitado el Colorado) no sea socorrida, no tiene más arbitrio que perecer, entregarse ò marcharse.

El fango, de que digo que está compuesto este paraje, es tan suelto, especialmente por las orillas de los arroyos, que un perro que en una ocasión saltó del bote, y nadando salió al expresado fango, tuvimos que ir con el mismo bote à buscarle, porque luego que se clavó ya no pudo salir.

Algunos de los marineros que llevé se han visto en bastante riesgo de perder la vida, queriendo hacer pruebas à veces à pasar algún pantano ó arroyo, que por casi seco les parecía chico.
Y últimamente, siempre que este puerto tenga salida libre á la mar, como con bastante fundamento lo presumo, vuelvo à decir, que me parece solamente bueno para la nación que ocupe el Colorado.

A bordo del bergantín Nuestra Señora del Carmen y Animas, al ancla en el Río Negro, a 8 de Agosto de 1781.

BASILIO VILLARINO.

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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com