Costa norte de Joló. Vista de la costa norte de Joló desde el fondeadero de la Escuadra en la isla de Bacungan. De izquierda a derecha: en el extremo izquierdo (sin señalizar en el dibujo) se adivina el pueblo de Bun-Bun; a continuación toda la línea de costa hasta punta Ygasan; al fondo, se adivina su silueta, la isla de Bubuan, situada muy al este de Bacungan; en el extremo derecho, vista de parte de la propia la isla de Bacungan por su extremo este.

El aspecto que presenta la ensenada de Paticolo en el momento de dar fondo la escuadra de buques de guerra y mercantes, no podía ser más hermoso, visto con los ojos del artista y aun con los de la poesía.

Aquellas playas tan hermosas como inhospitalarias; aquella vegetación tan altiva como los reptiles humanos que la habitan; el silencio de aquella naturaleza, interrumpido por millares de voces hermanas, ansiosas de vengar añejos agravios; el ruido de las cadenas de los buques al fondear, mezclado con el escape de las válvulas; todo, todo contribuía a presentar un cuadro lleno de poesía y encanto.
Si hubiésemos de juzgar por la aparente tranquilidad que nos rodeaba, de las intenciones de los moradores de la isla de Joló, más de una vez hubiésemos acusado de injustos los elementos allegados para combatirlos. Pero la realidad había de convencernos bien pronto de lo contrario.

Apenas se dictaron las órdenes para el desembarco, los buques de guerra comenzaron su misión, que no era otra que acallar los disparos que viniesen de los bosques paralelos a la playa, y que no tardaron en dejarse sentir.

El desembarco se llevó a cabo por dos puntos a la vez y con señalada fortuna, pues apenas habían saltado a tierra algunas fuerzas del núm. 4 y marina, cuando unos cuantos moros juramentados se lanzaron sobre ellos, hiriendo gravemente al alférez de navío Sr. Tirado, y no causando más víctimas, debido a los certeros disparos de la marina de desembarco y fuerzas de infantería que en el acto dieron cuenta de aquellos.

Nuestro dibujo está tomado en el momento del desembarco de todas las fuerzas, protegidas por la corbeta Santa Lucía y cañones que llevaban a remolque las embarcaciones menores (cascos y balsas) donde iban las tropas.

La cañada que se señala a la izquierda de Paticolo fue por donde se emprendió la marcha de los días 25 y 26 de Febrero, en dirección a Liang.



Costa norte de Joló. En el centro, al oeste de la isla de Bancugan, el pueblo de Paticolo, punto elegido para el desembarco.

ORDEN DE BATALLA DE LAS FUERZAS EXPEDICIONARIAS ESPAÑOLAS.

• General en jefe.

El capitán general de las islas D. José Malcampo.

• Cuartel general.

Jefe de Estado mayor el brigadier del Cuerpo Don Joaquín Sanchiz y Castillo.- Teniente coronel comandante D. Ignacio Salinas.- Comandante D. Luis Moncada.- Capitán D. Antonio Castro y Gutiérrez.- Capitán D. Alejandro Motla.- Teniente, oficial segundo de la Sección de Archivo D. José Sánchez Antón.

• Ayudantes de campo del general en jefe.

Teniente coronel de infantería D. Eduardo Beaumont.- Capitán de infantería D. Eduardo Jordana.- Teniente de navío de segunda clase D. Agapito Llorente.

• A las órdenes del general en jefe.

Teniente coronel comandante de caballería D. Leonardo Allende Salazar.- Capitán de caballería D. Francisco Félix y Rodríguez.

• Para eventualidades.

Tenientes coroneles de infantería D. Calisto Méndez Aragón y D. Ventura López de Nuño.

• Artillería.

Comandante del arma, el coronel del Cuerpo D. Manuel Ordóñez y Barraicua.- Mayor, el comandante D. Bernardino Mendívil.- Encargado del Parque, el capitán D. Antonio Revuelta, y una sección de obreros.

• Ingenieros.

Comandante del arma, el coronel teniente coronel (sic) D. Andrés Villalón y Echevarría.- Mayor, el comandante D. Manuel Cortés y Agulló.- Agregado, el capitán D. Severiano Sánchez y Manso.- Celador de segunda, D. Antonio Leogardo.- Y maestro de obras, D. Urbano Pablo y Soriano.

• Administración militar.

Jefe administrativo, comisario de guerra de segunda clase D. León Alaesa y Rovira.- Interventor, el oficial primero D. Benigno Toda.- Inspector de servicios, oficial primero D. Mariano Pérez Castell.- Encargado del suministro, oficial segundo D. Bernardo Janes.- Pagador del Cuartel general, oficial segundo D. Alberto Orduña.- Pagador de artillería, ingenieros y hospitales, oficial segundo D. Augusto de Olea.- Eventualidades, oficial segundo D. Miguel Montero y Sayas.- Cuatro ayudantes factores y 12 peones de confianza.

• Sanidad militar.

Jefe de Sanidad militar, subinspector de primera clase D. Rufino Pascual Torrejón.- Jefe de ambulancias, médico mayor D. Vicente Martín Romo.- Médico primero del Cuartel general, D. Manuel Gómez Florio.

Agregados á ambulancias, primeros: D. Gerardo Mariñas, D. Manuel Acal y D. Ramón Climent.

De Guardia civil é ingenieros, primero D. Francisco Farinós.

Farmacéutico primero, D. Juan Martínez Cortina.- Subayudante de la brigada sanitaria, D. José Garriga con una sección de 30 sanitarios.

• Tropas afectas al Cuartel general.

Batería montada del segundo batallón del regimiento de artillería peninsular; la compañía de montaña del primer batallón para servir cuatro obuses lisos de á 12 centímetros y dos cañones rayados cortos de 8 centímetros; dos baterías de marina, cortos, de 8 centímetros, y la sección de obreros de ingenieros.

• Media brigada de vanguardia.

Jefe, el coronel de artillería D. José Paulín.- Cuerpos: segundo batallón del regimiento de artillería peninsular.- Cuatro compañías del regimiento de infantería núm. 4.- Dos compañías de la Guardia civil.- Una compañía de voluntarios europeos y la brigada auxiliar de confinados.

• Primera media brigada de infantería.

Jefe, el coronel D. Eduardo Fernández Bremón.- Cuerpos: regimientos de España núm. 1, Manila núm. 7 y una compañía disciplinaria.

• Segunda media brigada de infantería.

Jefe, el coronel D. Anastasio Márquez.- Cuerpos: regimientos de Iberia núm. 2, de Joló núm. 6 y segunda compañía disciplinaria.

• Escuadra.

Fragata Carmen; corbetas Vencedora, Santa Lucía y Wad-Ras; goletas Santa Filomena y Constancia; transportes de guerra: vapores Marqués de la Victoria y Patiño, bergantín-goleta Subic; cañoneros Mindoro, Mindanao, Calamianes, Paragua, Prueba, Samar, Filipino, Bulusan, Joló, Arayat, Albay y Manileño.

Buques mercantes fletados: vapor León, su capitán D. Francisco Olano; Salvadora, su capitán D. Domingo Ormaechea; Leyte, su capitán D. Juan Bautista Zubiaguirre; Ormoc, su capitán D. Eduardo Echevarría; Zamboanga, su capitán D. Mariano Arechavala; Pasig, su capitán D. Rafael López; Emuy, su capitán D. Baldomero Blanco; Sorsogón, su capitán D. Facundo Lisalza; Panay, su capitán D. Guillermo Goyenechea; Mactan, su capitán D. Juan Martínez Larinaga.- Buques de vela: barca Delia, capitán D. Francisco Llorca; barca María Teresa, capitán D. José María Cebada; bergantín Gravina, capitán D. Manuel Zalabarán.

También formaban parte de la expedición varios religiosos agustinos, recoletos, jesuitas y paúles, entre ellos los PP. Font, Minguella, Garcés, Baranero, Tuero y Bonet y algunas hermanas de la Caridad.

A las citadas fuerzas se unieron en Zamboanga 450 voluntarios de Cagayán de Misamis al mando del reverendo Ramón Zueco, y 500 voluntarios Zamboangueños.

Aparte de los buques de la Escuadra, la Marina contribuyó a la campaña de Joló con dos baterías que se organizaron en Cavite con Oficiales y tropas de Infantería de Marina y Marinería del Depósito al mando del Capitán de Fragata D. Vicente Montojo. Los servicios del Cuerpo de Infantería de Marina en esta campaña no han podido ser más importantes y variados; ya cooperando á los bombardeos de Joló sirviendo la artillería de los buques con arreglo á su instituto, formando parte de las baterías de Marina afectas al Cuartel General en las diferentes operaciones por tierra contra dicha plaza y asistiendo por último en unión de la Infantería á los ataques y destrucción de Parang, Maibun y otros pueblos de la Sultanía de Joló.

La espesura del bosque es tal, que un hombre puede matar a otro de una puñalada, sin que los circunstantes ni el herido puedan ver la mano del matador. Salen los joloanos de la tierra como las hormigas, o se mecen sobre los árboles como los monos, y entre esa espesura acechan su presa como tigres: por eso digo que esto no se parece a ninguna guerra de Europa, sino a una cacería de bestias feroces en que la fiera muere, si, pero no sin ensangrentar sus garras y sus colmillos.

Hasta ahora todos los moros que han salido del bosque han muerto; pero ninguno se ha ido sin carne. Ya en Zamboanga empezaron a hablarnos de los juramentados, en los que no queríamos creer, hasta que los hemos visto el día del desembarco. Un juramentado es un ser completamente fanatizado que desea ardientemente morir, para disfrutar las delicias del paraíso de Mahoma. Desde el momento que se juramenta es sagrado para sus correligionarios, y viste de blanco, señal de pureza, y contrae para con su profeta y los demás moros el compromiso de morir cuanto antes a manos de los cristianos, contra los cuales se lanza cric o campilan en mano, sea cualquiera el número de sus enemigos. Ni los cañones vomitando metralla, ni las cuádruples filas de fusiles con bayoneta calada y haciendo fuego, son capaces de detenerles un segundo. A un juramentado no le detiene nada más que la muerte. Ágiles como gatos monteses, cubiertos de su rodela impenetrable a las balas de revólver o de fusil liso, y armados de un cric cortante por ambos lados como una navaja de afeitar, se lanza de un salto en medio de 15 o 20 hombres, y antes de que estos hayan desenvainado la espada, sacado el revólver o echándose el fusil a la cara, hay ya cuatro o cinco heridos mortalmente.

Antes que acabe el estupor que produce la aparición de este demonio de la muerte, podría escapar; pero nada de eso: continúa revolviéndose y saltando y aullando como un tigre, y con cuatro o cinco balazos en el cuerpo sigue matando hasta que muere. Por fortuna los juramentados estarán en la proporción de uno o dos por ciento. Si estuvieran en la de diez no habría ejército para empezar.

El día 23 gran parte del ejército había marchado desde Paticolo para Joló a través de los bosques, y la escuadra salió de aquel fondeadero para amagar un ataque contra las costas. A las doce del día estábamos enfrente de ellas y oíamos el cañoneo del ejército de tierra que se batía en los bosques. A la una todos los barcos hicieron el zafarrancho y la fragata tocó a cubrir sus baterías enarbolando la bandera de combate. La primera división, compuesta de la Filomena y las dos de cañoneros fueron por contramarcha a colocarse frente a Joló. aproados a tierra con orden de aguantar sobre la máquina. Los demás con la Carmen, a la cabeza, que arbolaba la bandera del almirante Pezuela, se batieron a nueve cables. La marinería, armada de Remington, hacía fuego desde las cofas. Sobre el puente estaban el general con sus ayudantes, el secretario D. Melchor Ordoñez, el comandante de la fragata D. Manuel Carballo, el mayor general don Manuel Mozo, D. Julio del Río, teniente de navío, y el alférez de navío D. José Aviño. A las dos menos diez minutos rompió el fuego la fragata a ocho cables de las costas, y toda la escuadra rompió el suyo, siendo contestado por el enemigo.

Vista de Joló en el momento en que la fragata Carmen da la señal a la escuadra de romper el fuego sobre las cottas. Los buques de guerra por el orden en que estaban colocados de izquierda a derecha, son los siguientes: Constancia, Arayat, Samar, Joló, Paragua, Mindoro, Prueba, Albay, Carmen, Santa Lucía, Filomena, Vencedora, Wad-Ras, Filipino, Mindanao.

Nº. 1. Cotta Daniel antes de talar los árboles (a la izquierda).

Nº. 2. Pueblo de Joló (en el centro).

VISTA DE JOLÓ, ANTES DEL BOMBARDEO.

Seis prolongadas estacadas, compuestas de centenares de grandes maderos casi paralelos, avanzando mar adentro y unidas algunas de ellas entre sí verticalmente; numerosas casas y almacenes, en su mayor parte de materiales ligeros, cubriendo todo el espacio señalado por aquellas; las corrientes de la rada de Joló, bañando los pies de esas viviendas, cual si fuese necesario para su salubridad; tal era el aspecto del pueblo llamado de Joló pocas horas antes de que lo ocupasen nuestras fuerzas. Al igual de Paticolo, el silencio más profundo reinaba en aquel campamento sobre el agua, cuando dieron fondo los buques de guerra y mercantes.

Nuestro dibujo está tomado en el acto de romper el fuego la fragata Carmen, que ocupaba el centro de la línea de combate, y que dió la señal para disparar a discreción.

Poco se hicieron de esperar los tiros del enemigo, que salían de una línea de vegetación que estaba a la izquierda de nuestra vista, y que ocupaba la cotta Daniel, principal objetivo para el asalto que debía darse en la tarde de aquel día.

Hemos querido presentar el aspecto de la población de Joló a nuestra llegada, pues como presumimos, y así sucedió, algunos horas después quedo reducida a un montón de pavesas, conservándose tan solo los maderos carbonizados como señal de lo que fue.

Finalizada la crónica de D. Antonio Vázquez de Aldana continuamos con el informe elaborado por el Gobernador General de las Filipinas y jefe de la expedición, D. José Malcampo y Monge, y, de la misma forma que hicimos con la crónica de D. Antonio, iremos mezclando el informe del Sr. Malcampo con los dibujos del Sr. Giraudier.

TOMA DE JOLÓ.

Ayer recibimos un correo de Filipinas con noticias que alcanzan al día 5 de marzo.

El periódico oficial de aquel archipiélago ha publicado el siguiente parte de la toma de Joló:

GOBIERNO GENERAL DE FILIPINAS.- El excelentísimo señor gobernador general, jefe de las fuerzas expedicionarias contra Joló, me dirige desde este punto con fecha 1.º del actual, las comunicaciones siguientes:

«Excmo. Señor.- La gloriosa bandera española tremola en Joló, en el mismo sitio en que durante cuatro años ha estado enhiesta la rebelde bandera joloana. Todos sus fuertes fueron en el día de ayer tomados al asalto, cayendo en nuestro poder los cañones que los guarnecían. La ciudad ha sido incendiada. Nuestro valiente ejército ha adquirido gran gloria en esta jornada. Sírvase V.E hacerlo público para satisfacción de los leales habitantes de estas islas.

«Excmo. Señor.- Con esta fecha digo al Excmo. señor ministro de la Guerra lo siguiente:- Excmo. Señor.- Aun cuando manifesté á V. E. en mi último parte pensaba salir del campamento de Paticolo el día 24 del pasado, dificultades inherentes a racionamiento de los cuerpos, que se hacía con suma dificultad en aquella playa poco favorable a los desembarcos, dilataron mi salida hasta el siguiente día 25 en que emprendí el movimiento con sólo dos de las tres medias brigadas en que venían divididas estas fuerzas, dejando en el ya mencionado campamento, a las órdenes del brigadier Taboada, la primera media brigada, una compañía de ingenieros y una batería de montaña, a fin de que, después de sostener por todo aquel día dicho punto, marchasen al siguiente por la playa a situarse dentro ya de la rada de Joló y en comunicación, a ser posible, con mis fuerzas.

INTERIOR DE LA CASA

que ocupó el general Malcampo en Paticolo.

Las construcciones rústicas en Filipinas tienen de notable que, con cortas variantes, todas se parecen. Las que hemos visto en terreno ocupado por moros, difieren poco de las del resto del archipiélago. En su construcción entran como primeras materias la caña y la nipa: algunas emplean pilares de madera, conocidos aquí por "harigues", para sustentar toda la construcción, caña para las armazones del caballete, y nipa para cubrir las paredes exteriores y el techo.

Una de estas miserables viviendas fue ocupada por el General en Jefe y Ayudantes, en Paticolo, y sirve de asunto a nuestro dibujo.

Combiné, pues, mi operación con la escuadra, que desde las nueve del día de ayer comenzó a bombardear eficazmente las cottas de Joló, avanzando al mismo tiempo una media brigada a las órdenes del coronel Bremón y cuatro piezas de artillería a las del coronel del arma Ordoñez, para que desde el punto conveniente molestasen también las cottas que se hallan al Este de Joló, que debían ser las primeras que se atacasen. Reunidas entretanto todas las fuerzas, adelantó resueltamente la primera media brigada, marchando valientemente a su cabeza el ya citado coronel Bremón, quien, arrojándose entre una estacada y el mar, avanzó hasta rebasarla, marchando al asalto de la misma hasta caer herido, y al poco rato quedó coronada, como también la inmediata, por nuestras tropas, que la asaltaron bien por las escalas, pero el mayor número trepando por las mismas estacas que formaban el revestimiento exterior.

Entre tanto las fuerzas avanzaban con rápido empuje hacia el centro de Joló y el resto de las cottas, sin que lo intrincado del terreno y los esteros y arroyos que lo cruzan fuesen obstáculo a su decisión. Las cottas que aún presentaban resistencia eran la del Sultán y la inmediata, o sea de Tanquian (Tiancan). Entre otras varias y sensibles bajas lo habían sido en aquel momento los coronelas Paulín, de artillería, y Villalón, de ingenieros, que iban a vanguardia, por lo que dispuse marchase a ella mi ayudante de campo el teniente coronel de infantería Beaumont, enviando luego al brigadier Taboada. Todos atacaron con decisión, siendo el regimiento de artillería Peninsular el que primero tuvo la suerte de atacar y asaltar estas cottas, honor que todos se disputaban y todos, a presentarse ocasión, lo hubieran obtenido.

Asaltadas estas cottas, quedó ocupado completamente Joló, pero refugiándose algunos moros en las casas que había hacia el interior y en medio del bosque, y entre ellas la del Sultán, en la que hicieron bastante resistencia, que dominó el coronel Márquez con alguna fuerza de su media brigada y dos piezas de artillería de Marina que, como todas las fuerzas, se condujeron admirablemente.

Campamento que ocupaban las Compañías de desembarco de la Marina en el interior de la cotta de Tanquian.

CAMPAMENTO QUE OCUPABAN

las Compañías de Marina.

La primera fuerza que desplegó en la playas joloanas sus tiendas de campaña, después de las ambulancias, fue la de las Compañías de desembarco de la marina, siguiéndolas inmediatamente la artillería peninsular.

El emplazamiento que ocuparon ambas fuerzas, era el interior de lo que fue cotta de Tanquian.

En nuestro dibujo pueden verse aún parte de la estacada baja que cerraba dicha cotta por uno de sus lados, y la tronera que disparó el último cañonazo de resistencia de los moros, causando cinco bajas entre las personas que rodeaban al General en Jefe, que se hallaba en la playa a corta distancia de aquel sitio.

En la parte alta de esta cotta tuvieron los moros izada una bandera roja con la media luna todo el tiempo que duró el bombardeo, habiéndola recogido tan solo momentos antes de tomarla por asalto las fuerzas de artillería peninsular.

Tal fue, en breve resumen, Excmo. Sr., la jornada de ayer, en la que de nuevo volvió á tremolar sobre los fuertes de Joló la bandera española y abatida la del Sultán, quedando en nuestro poder todas sus cottas y cañones. Sensible me es manifestar a V. E. que la victoria no se ha obtenido sin dolorosas y numerosas bajas que en este momento no me es dado precisar, y que tuve el sentimiento de ver caer a mi lado de un metrallazo cinco de mis guardias y uno de mis criados, muriendo en el acto dos de los primeros y posteriormente otro.

Citar a V. E. rasgos distinguidos, hechos meritorios, sería expuesto en el momento, pues no me son aún conocidos; me limito, pues, por ahora a recomendar a V. E. a todos en general y sin distinción, desde brigadier a soldado inclusive. Todos han merecido bien de la Patria, y todos son acreedores a que V. E. los recomiende a la munificencia de S. M. el Rey, sin perjuicio de que cuando haya reunido los datos necesarios eleve a V. E. relaciones de los que merecen más especial distinción, y de los que tuvieron la honra de verter su sangre por su patria.

Durante todo el día de hoy, algunos enemigos ocultos en el bosque han molestado a nuestras avanzadas, pero en el momento que termino este escrito, ha sido ha sido tomada una cotta que había en el camino que conduce al interior, a bastante distancia del campamento, y desde este momento el fuego parece cesa por completo.»

Lo que me cabe la satisfacción de hacer público para conocimiento de los leales habitantes de este Archipiélago.

Manila 4 de marzo de 1876.- Crespo.

(Publicado por el periódico El Imparcial el domingo 16 de abril de 1876).

INCENDIO DE LOS PANTANALES.

Llámanse "pantanales" en Filipinas, a lo que con más propiedad debiera llamarse muelle de estacadas. Los de Joló tenían de notable que avanzaban mar adentro hasta la distancia algunos de mil metros.

Arrancaban todos perpendicularmente a la playa, y se componían de sólidos y compactos maderos clavados en el fondo del mar. Sobre ellos estaba edificada la población de Joló, compuesta de casas y almacenes de materiales ligeros.

Nuestro dibujo está tomado de noche, en el momento en que toda una masa combustible estaba en ignición.

La rada de Joló, reflejando en sus tranquilas aguas aquel espectáculo desolador, los frondosos árboles desafiando el voraz elemento, y el cielo participando de los tintes rojizos del incendio, daban un aspecto fantástico a aquel cuadro, y lo hacían digno del pincel de un artista que lo hubiese perpetuado.

Parte del comandante general del apostadero de Filipinas dando cuenta de las operaciones practicadas en Joló.

«Excmo. señor: Señalado por el capitán general de las islas el 5 de febrero para la salida de la expedición, que se componía de 6.000 hombres, se efectuó el embarco, hábilmente dirigido por el capitán de puerto de Manila, auxiliado por los dos ayudantes de la capitanía, de las tropas, material e impedimenta en los buques de guerra y mercantes preparados de antemano, y comprendidos la mayor parte en la relación núm. 1, expresiva de todos los que asistieron a las operaciones de Joló.

La fragata Carmen, buque en que arbole la insignia, condujo al capitán general del archipiélago y su estado mayor.

Reunidos todos los buques en Zamboanga, punto de cita a donde arribó la expedición sin novedad, se procedió a dar la última mano a todos los preparativos, y el 20 de febrero, incorporados al ejército 465 voluntarios de Cagayán de Misamis, mandados por el reverendo fray Ramón Sueco, los deportados europeos y 450 zamboangueños, alistados unos y otros como voluntarios; reunidos y embarcados en el convoy mandado por el teniente de navío de segunda clase D. José María Benítez, a cuyas órdenes estaba el alférez de navío D. Manuel Antón, además del ejército, todos los elementos que este y la marina pudiera necesitar; terminados los aparatos y balsas para desembarcar, cuya construcción estuvo a cargo del comandante de ingenieros D. Manuel Ginart, eficazmente auxiliado por el teniente de navío de segunda clase D. Luis Angosto; divididos los cañoneros en dos divisiones, mandadas respectivamente por los capitanes de fragata D. Carlos García de la Torre y D. Pascual Cervera, siendo ayudantes de las mismas el teniente de navío últimamente citado y el de igual clase D. Alberto Balseiro; elegida la playa de Paticolo para desembarcar; hechos los pedidos del carbón existente en Cebú y de 1,200 toneladas á Cañacao, y repartidas las convenientes instrucciones a los comandantes de los buques de guerra y al jefe del convoy, cuya conducción se encargó de auxiliar el alférez de navío don Gabriel Rodríguez Marban, muy práctico de la localidad, salió la expedición para Bacungan, frente a Bun-bun, a donde llegó el 21, excepto el cañonero Albay, que fue a la Isabela a remediar una avería, y la goleta Constancia, que con el jefe de la segunda división de cañoneros fue en busca del capitán del pailebot Minna, que prometió facilitar noticias de Joló.

Los cañoneros Filipino y Prueba, el primero que conduciendo al capitán general con su jefe de estado mayor, y con el que también me embarqué, reconocimos la playa de Paticolo, la costa de Canden, y la rada de Joló, desde donde el enemigo tres disparos, cuyos proyectiles quedaron cortos.

Decidió la primera autoridad que el desembarco se llevase a cabo en la madrugada del 22 de febrero, en cuyo día ya se había incorporado a la escuadra la goleta Constancia y con dicho objeto se pusieron en movimiento los buqués a las tres de la mañana, empezando a las ocho el desembarco, que duró cuatro horas, dirigido con actividad y acierto por el mayor general, sin que durante esta operación, a la que cooperaron tolos los de la escuadra, hubiese que lamentar la menor avería.

Desembarcado el ejército y los víveres y municiones que pudiera necesitar, quedaron en Paticolo protegiendo la columna Taboada la Constancia y tres cañoneros, y los demás buques se dirigieron a Canden, al O. de Joló en donde llamaron la atención del enemigo simulando un desembarco, y en seguida entraron en la rada de este punto, acoderándose al E. y O., y a distancia de 10 cables las dos divisiones de cañoneros, y en el centro sobre sus máquinas los buques mayores, rompiendo todos un fuego lento para distraer al enemigo. Esto tuvo lugar el 25 de febrero. Suspendido el fuego cuando se vio que el de los joloanos era muy débil, y extrañado lo que tardaba en llegar el convoy, fueron en su busca a Paticolo los buques mayores y la división de cañoneros del O., y allí supieron que la demora tuvo por causa el mucho tiempo que consumió la operación de embarcar la impedimenta del ejército.

En la mañana del 26 de febrero, y después de incendiar el campamento y pueblo de Paticolo, la columna Taboada emprendió su marcha, protegida por la segunda división de, cañoneros, la que fue con los buques mayores en busca del convoy, dirigiéndose este y la escuadra a Joló, en donde fondeamos a una milla de las Cottas y muy cerca de la Aguada, por si por este punto aparecía el enemigo que el día anterior se internó en el bosque.

Dos días después, una división de cañoneros y la Santa Lucía protegieron un reconocimiento practicado por la columna del coronel Villalón, la cual se vio muy comprometida por la circunstancia de haber perdido a manos del enemigo los moros que fueron de guías. Reaparecida en la playa, sus heridos fueron conducidos al Marqués y al Patiño.

Según noticias que he adquirido particularmente, en este reconocimiento se portó tan bizarramente la batería de marina, que las fuerzas de artillería de tierra la obligaron a desfilar por delante de ellas.

Por fin el capitán general señaló el 29 de febrero para dar el ataque a Joló, y previas las instrucciones oportunas, tomaron puesto los buques de la escuadra en la forma siguiente: frente la Cotta Daniel la Carmen, y por su proa, siguiendo la configuración de la rada, la Santa Lucía, Vencedora, Wad-Ras, Constancia y Filomena; al E. de esta línea la primera división de cañoneros, y la segunda al O.: el enemigo no causó la menor molestia mientras todos los buques se situaban como queda dicho.

A las diez y media hizo el buque insignia señal de romper el fuego, que obedeció la escuadra, disparando certeros disparos a las Cottas Daniel, Tanquian y Sultán, que contestaron en seguida: la primera fue hostilizada por la Carmen, tan cerca de ella situada, que desde sus cofas hacia la gente disparos de fusil, y por la primera división de cañoneros, y las dos últimas por el resto de los buques.

Pasada la primera horada bombardeo, el fuego de contrario resultaba cada vez más débil, y como el ejército no avanzase para poder comer en la playa, la escuadra siguió disparando lentamente hasta las dos y media, que, empezando aquel a moverse, lo activo mucho.

A las tres menos cuarto, próximas las divisiones de tierra a los fuertes, los buques mayores cesaron de disparar, y las dos de cañoneros protegieron de un modo admirable, la vanguardia de nuestras tropas, que a las tres tomaron la Cotta Daniel; a las tres y cuarto la de Tanquian, que fue la que presentó más resistencia, y seguidamente la del Sultán; hechos que la gente de la escuadra vitoreo desde las vergas y jarcias.

Durante las cuatro horas que duró el bombardeo de Joló, los buques dispararon 1.769 proyectiles entre huecos y sólidos, y recibieron algunos que no ocasionaron ningún daño de consideración, y solamente dos bajas en la corbeta Wad-Ras, que fueron los marineros de segunda clase Félix Huyapat y Tomás ¿……?, este gravemente herido.

En el curso de las operaciones que efectuó el ejército, nuestros buques recogieron en distintas ocasiones sus heridos, los cuales recibieron en ellos toda clase de auxilios, y en los transportes fueron conducidos a Zamboanga.

Ocupado Joló y acampado el ejército en sus inmediaciones, los cañoneros se encargaron de protegerlo durante la noche, servicio que repitieron en las sucesivas.

CASA QUE HABITABA EL GENERAL EN JEFE EN JOLÓ.

Entre el corto número de casas salvadas del incendio el día de la toma de Joló, lo fue la del chino Nea, yerno del Sultán, y cuyo dibujo reproducimos.

Su construcción participa bastante del gusto chínico, y aún más la distribución y aspectos interiores.

Toda ella es de madera, sólidamente edificada y cubierta de zinc. Por el lado que mira al mar, en el piso superior, tiene una pequeña azotea saliente, en forma de mirador, desde donde se disfruta de muy bonita vista. Formando agrupación aparte, pero muy inmediatas, hay dos dependencias de la casa, cuyo destino, a no dudar, sería para servicios domésticos. Esta casa se comunicaba con tierra por medio de una prolongada estacada de madera que tiene un piso de caña; y por el lado del mar hay una escalera que facilitaba el embarque a las embarcaciones menores, que llegan hasta allí en marea alta. Atribuimos la salvación de esta casa a su aislamiento de las materias ligeras.

Durante la estancia del grueso del ejército en Joló, fué habitada por el General en Jefe, sus ayudantes y jefes y oficiales de estado mayor. La planta baja estuvo ocupada por la guardia de S. E. y la oficina de E. M. En uno de los edificios contiguos, se albergaba una compañía de la Guardia Civil, y el otro se destinó a cocina y habitaciones para la servidumbre de S. E. y demás personas que lo acompañaban.

La situación de esta casa y sus condiciones de salubridad, la señalaron más adelante para hospital provisional, que es el destino que en la actualidad tiene.

EL CASINO DE JOLÓ.

Con este nombre se había bautizado la barraca improvisada, que habitaban el Señor Teniente Coronel y plana mayor del Regimiento núm. 6.

Estaba situada cerca de la playa, y era un punto de tránsito para todos los campamentos.

Atribuimos en gran parte a la galantería y simpático trato del jefe que ocupaba aquella vivienda, el que se viese tan concurrida, convirtiéndose en el punto de cita y reunión a ciertas horas del día y de la noche de todos los francos de servicio.

Esto motivó el que fuese conocida con el nombre de "Casino", con que la hemos designado.

El capitán general me propuso que el capitán de fragata D. Pascual Cervera quedara de gobernador de la isla de Joló, a cuya proposición accedí, manifestándole que dicho jefe era el que tenía designado para quedar al frente de la estación naval que allí se estableciera, y que, como se llegó a efectuar, el Marqués de la Victoria remolcase hasta la Isabela a la Constancia y Calamianes (cuyas máquinas quedaron inútiles en el viaje que con el segundo trozo de cañoneros hicieron al Sur de Joló, en donde el capitán de fragata Cervera debió desempeñar una comisión reservada que le confió la autoridad superior) con objeto de que sus dotaciones indígenas, auxiliadas por las de una falúa y presidiarios que pudiera proporcionar Zamboanga, se dedicasen, bajo la dirección del teniente de navío de segunda clase D. .Julio del Rio, muy práctico de la localidad, a cortar las maderas necesarias para llevar a cabo en Joló la comenzada construcción de un fuerte capaz de numerosa guarnición.

Mientras duraba esta obra decidió el capitán general hacer una expedición a Parang y Maibung, cuyos puntos reconoció con el cañonero Filipino y dos lanchas de vapor. Invitada la marina, y preguntándome qué jefe había de ir al frente de ella, conteste que la escuadra contribuiría con 4oo hombres de desembarco, de cuyo mando se encargó el capitán de fragata D. Vicente Montojo, cuyo jefe desempeñaba en el ejército expedicionario el cargo de comandante de las baterías que la marina organizó y puso á disposición del capitán general de las islas.




Señalada la noche del 22 de marzo pura la salida de la expedición, se efectuó el embarque del ejército en los vapores [b]Marqués de la Victoria, Salvadora, Panay y Mactán, los cuales salieron en la madrugada del 23, acompañados de la Carmen, buque insignia que conducía además al capitán general, Santa Lucia, Vencedora y seis cañoneros. [/b]

A las ocho de la mañana, después de ¿…..? las columnas en los aparatos de desembarco, se acoderaron los buques de guerra y bombardearon durante media hora el pueblo de Parang, en donde desembarcaron aquellas sin resistencia por parte del enemigo y bajo la dirección del mayor general, que aunque enfermo no se recogió hasta que hubo terminado esta operación. Concluida que fue e incendiado el pueblo en lo que permitió el estado de esqueletos en que los moros dejaron sus casas, se reembarcaron las fuerzas sin novedad y sin más bajas por parte de la marina que las de los individuos de la dotación de la corbeta Vencedora Pedro Antonio Colomé, tercer contramaestre, herido levemente en un dedo por cortar nipas para incendiar, y Fermín Evalle Esteve, marinero de segunda clase, herido gravemente de bala.

Pues a descansar, una buena limpieza de neuronas y listo para la próxima.

Todo ello muy bien ganado amigo Cervera, enhorabuena y gracias por el trabajo de recopilación que se que es muy laborioso y que ocupa muchísimo tiempo pero el resultado merece la pena.

un abrazo

Estimado amigo y compañero Cercera, como siempre ¡¡Explendido!!, mi más cordial felicitación por tanto esfuerzo y dedicación a nuestra historia naval, especialmente a los <pequeñajos>, esos grandes desconocidos.


Y por parte del Jefe 1ª Sección de Organización del EM, permiso concedido para apagar calderas y franco de ría, hasta que su Señoría crea conveniente.


Un fuerte abrazo Abrazo

Hizo la expedición rumbo a Maibung, en donde la bajamar, descubriendo los bajos que determinan el canal, hizo fácil la operación de aproximarse a la Cotta, que hostilizó con algunos disparos a la Santa Lucía cuando tomaba posición.

La Carmen, a pesar de sus grandes dimensiones, entró por el canal del O. bajo las acertadas indicaciones del alférez de navío Rodríguez Marban, que por su conocimiento de la localidad ha prestado muy buenos servicios, y con auxilio de dos cañoneros que abalizaban por la proa los ¿…..? de los bajos del centro y arrecifes de la costa, y se acoderó a menos de tres y medio cables.

Ocupando los buques los puntos prefijados, y colocadas las fuerzas de desembarco en los botes y aparatos, se dio principio a la una y media de la tarde al bombardeo, que cesó una hora después, cuando el enemigo abandonó el pueblo y su Cotta. Desembarcó la gento sin resistencia y sin más contrariedades que la de tenerse que arrojar al agua, obligada por la distancia de tierra a que quedaron varadas las embarcaciones, y la de salvar algunas estacadas que obstruían el paso; entró en la Cotta, en donde recogió un cañón manuable y clavó tres más; tomó posesión e incendió el pueblo, durante cuya operación tres moros, dos de los cuales resultaron bajas y el tercero escapó, atacaron a la columna de la Santa Lucía, y se reembarcó sin novedad y sin tener que lamentar baja alguna; este desembarco fue dirigido por el teniente de navío de segunda clase D. Melchor Ordoñez, que después reemplazó de orden superior y como más antiguo en el mando de las columnas de tierra al de igual clase D. Víctor Concas.

VISTA DE MAYBUNG.

Terminado el castigo de los de Parang, tocaba su turno á Maybung, punto indicado como más favorecido para verificar el contrabando procedente de Borneo y Singapore.

El aspecto de la costa de Maybung, es todavía más salvaje que el resto de la isla. Cubierta de espeso mangle la playa que avecina el pueblo, apenas si se distingue éste. Tal vez sea el único cuyas construcciones estén en tierra firme, á pesar de brindarle un lugar aparente para establecerlas, como todos los demás, sobre el agua, un bando de arena que se halla paralelo á la costa y distante unos cuatrocientos metros de la misma. Maybung, á nuestro corto entender, ocupa uno de los puntos más importantes de la isla de Joló. Inmediato á la capital de la misma, pues solo le separa de la rada de Joló una cordillera de montes poco elevados, tiene puntos que parecen indicados para establecer en ellos pequeños fuertes, que protegidos unos por otros y en combinación con los de Joló dominarían en absoluto las dos costas. Los montes que rodean Maybung, están cubiertos de sembrados, lo cual parece demostrar que esta costa es la más favorecida por la naturaleza, ó que sus habitantes son más laboriosos que los de las restantes; ambas ventajas deben tenerse presentes.

Los vientos que reinan en Maybung, son los más sanos de Filipinas, y no es dificil aventurar que hay más salud en los naturales que habitan esta costa Sur de Joló, que los que viven en la del Norte y Noroeste. Esta es regla constante en todo el Archipiélago.

Como seguridad, Maybung la ofrece completa por mar y tierra. Por mar, haciendo imposible su proximidad á buques de alto bordo, sin un inteligente práctico que los guie, por el canal que forma el banco de arena con la costa. Por tierra, porque hay puntos elevados dominándose unos á otros, que pueden tener á raya los enemigos de dentro y aún de fuera.

Su proximidad á la costa Norte de Borneo y al archipiélago de Tawi-Tawi, nos hacen creer que algún día ocupará Maybung el lugar que parece corresponderle.

Desde la rada de Maybung, se distinguen todos los montes que forman la cordillera que rodea á Joló.

El fondo de la rada de Maybung es de arena y piedras grandes y sueltas.

Las operaciones llevadas á cabo en Maybung, fueron tan breves como brillantes en resultados; en términos que bastaron pocas horas para destrozar la cotta, quemar las casas que esta protegía y un magnifico panco de guerra y regresar la expedición a Joló.

En nuestro dibujo, hemos procurado señalar algunos montes que avecinan á Joló, y determinar la posición que ocupaban los principales buques de guerra durante el fuego que se hizo á la cotta de Maybung, hasta el momento de verificar el desembarco.

También hemos señalado el banco de arena que forma el canal con la costa, y el bajo Marban, nombre de un joven marino de mucho porvenir, y á quien principalmente se debió que la fragata de guerra Carmen penetrase por el referido canal, colocándose frente á la cotta que debía batir.

Gracias por el trabajo Almirante, toda fuente de información y consulta.

Saludos

Gracias por la magna y minuciosa fuente de datos que ha puesto ahí a nuestra disposición.

Como reza una frase hecha común en nuestra ciudad común: que el escribir no le haga perder el leer. Tómese ese merecido descanso.