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 El naufragio del Valbanera.... 
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Nuevo mensaje El naufragio del Valbanera....
3 Marzo 10 - Madrid - Luis Mollà

En 1996 Susana Bellido, periodista del "Miami Herald", recibió una carta que había estado rodando de mano en mano sin que nadie le prestara demasiada atención. En ella, un anciano llamado Alí Lugo reconocía atribulado haberse emborrachado la noche del 9 de septiembre de 1919...

La noticia no le hubiera causado mayor impacto si no fuera porque aquel día Lugo era el responsable del telégrafo del puerto de La Habana, y esa noche los tripulantes del vapor "Montevideo", fondeado frente al castillo del Morro de la capital cubana, escucharon repetidamente el aullido desgarrador de la sirena de un barco reclamando el auxilio del práctico para entrar en puerto sin otra respuesta que el rugido del viento.

Como resultado de sus pesquisas, la periodista alcanzó a saber que aquella noche se esperaba la llegada a La Habana de un vapor español que nunca se presentó y que aparecería diez días después hundido frente a la costa de Florida, cerca de Cayo Hueso, en un área denominada “The Quicksands”, literalmente, “Las Arenas Movedizas”, una zona de dunas coralíferas conocidas por su extraordinario poder de succión.

Su investigación no llegó más lejos debido, principalmente, a que chocó con la hermética administración de la Marina de los Estados Unidos, que únicamente le proporcionó el dato de que el barco desaparecido fue encontrado por un torpedero cuyo comandante, el alférez de navío Roberts, se topó con unas estructuras metálicas que sobresalían del mar y, poniéndose un traje de buzo, descendió por la borda del barco hundido hasta acariciar a la altura del puente unas grandes letras de bronce inmaculadamente pulidas en las que podía leerse el nombre del buque: "Valbanera"…

Desde sus primeros días el "Valbanera" tuvo fama de barco maldito. Se dice que era el preferido de sus propietarios, los Pinillos, que siendo originarios de La Rioja quisieron distinguirlo con el nombre de la Virgen de Valvanera, patrona de su tierra. Sin embargo, el descuido de un escribiente causó que fuera bautizado por error como "Valbanera", y con este estigma que lo marcó desde su botadura navegó el desgraciado vapor hasta el último de sus días.

Tragedia a bordo
En 1919 la gripe española había causado más de 50 millones de muertos en el mundo. Fueron muchos los buques que quedaron fondeados en cuarentena, incluido alguno de Pinillos, pero no el "Valbanera", para el que el destino reservaba una desgracia considerablemente más trágica.

A pesar de que su capacidad se limitaba a 1.200 pasajeros, obligados por las circunstancias económicas, en julio de ese año el buque regresaba de Cuba con 1.600 personas a bordo, la mayor parte desparramadas por las cubiertas en unas condiciones de habitabilidad infames; el calor y la mala alimentación hicieron el resto. Los 16 días de travesía resultaron una prueba demasiado dura para los más débiles que, conforme iban muriendo, eran arrojados al mar.

A la llegada a Las Palmas, una madre lloraba desconsolada la pérdida de sus cinco hijos. La prensa no tardó en hacerse eco del desastre y la naviera reaccionó relevando al capitán. Poco después se hacía cargo del buque un nuevo oficial: Ramón Martín, un gaditano de 34 años. A pesar de su experiencia contrastada al mando de otros buques, algunos lo veían demasiado joven para asumir la enorme responsabilidad de un trasatlántico, pero la mayoría prefirió pasar página. Cuanto antes quedara atrás el escándalo, mejor. Después de todo nadie pensaba que las cosas pudieran ir a peor.

Con el estigma de las muertes habidas en su cubierta tres semanas atrás, el "Valbanera" zarpó de Barcelona el 10 de agosto de 1919 al mando de su nuevo capitán, el cual se mostraba ansioso por dejar atrás los muelles de Pinillos que en los últimos días se habían visto invadidos por la incómoda prensa, meticulosos inspectores de sanidad y molestos directivos de la compañía.

Tras tocar en Málaga y en Cádiz sin novedades destacables, el buque arribó a las Palmas, donde tuvo lugar un incidente que terminó de instalar el recelo a bordo. Una mujer, Paula Zumalave, se disponía a embarcar con sus cuatro hijos para viajar a Cuba a reunirse con su marido, pero la pequeña Ana, de sólo cinco años, se negaba a subir a bordo presa de un ataque de histeria sin dejar de gritar que el barco se iba a hundir. Un mal presagio para una compañía que acababa de perder dos de sus mejores barcos y casi un millar de personas sumando ambas desgracias.

Y los tripulantes supervivientes, embarcados en el "Valbanera", no ayudaban a mejorar las expectativas con su rostro serio y circunspecto, sobre todo a partir de que un viejo contramaestre murmurara entre dientes que cuando la caprichosa mar escoge a alguien difícilmente escapa a sus garras. El comentario circuló de boca en boca y un sentimiento de fatalidad impregnó el buque como el húmedo rocío de la mañana, más aún cuando pasajeros y tripulación vieron desembarcar en Tenerife a la propia mujer del capitán.

Malos presagios
El 21 de agosto la motonave se disponía a zarpar del puerto de Santa Cruz de la Palma, última escala nacional. Un grillete de la cadena falló y el ancla quedó sumergida en el fango del muelle. No era una pérdida grave ya que el ancla podía sustituirse por otra de repuesto, pero el carácter supersticioso de los marineros hizo que el tránsito hasta el otro lado del Atlántico transcurriera sin que se escuchara una sola voz a bordo ni mucho menos se vislumbrara una sonrisa.

A la llegada a Santiago de Cuba, la tensión debía haber alcanzado cotas insoportables, pues 742 pasajeros con billete hasta La Habana decidieron desembarcar en la ciudad. El "Valbanera" no era un buque lujoso, el retrato robot de sus pasajeros era el de un emigrante que se dejaba en el pasaje los ahorros de una vida de sacrificios en busca de otra menos afligida.

Se dijo que los desembarcados tenían contrato de trabajo en una localidad más próxima a Santiago que a la capital, pero quién sabe hasta qué punto pudo influir el hecho de que la señora Zumalave, cuyo marido la esperaba en La Habana, decidiera también desembarcar en Santiago tirando de su hija Ana, que descendió la pasarela llorando y sin parar de repetir que el barco se iba a hundir. En todo caso, aliviado por el desembarco de tan incómoda pasajera, en capitán Martin puso proa a La Habana con 488 personas a bordo. La meteorología era entonces una ciencia basada en la observación, quizás por ese motivo no supo interpretar los signos de un tifón en formación…


04 Mar 2010 21:40
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Nuevo mensaje El naufragio del «Valbanera»: ¿dónde está el barco? (II)
Luis Mollá.

La salida del "Valbanera" del puerto de Santiago fue, oficialmente, fue la última vez que vieron el barco unos ojos humanos, a pesar de que, como recoge el cuaderno de bitácora del "Montevideo", la misma noche que se le esperaba en La Habana, un buque fue visto frente a la capital cubana enviando por morse la señal de práctico para entrar en puerto.

A lo largo de esa noche y durante los dos días siguientes la zona se vio azotada por el paso del que a la postre resultó el peor huracán del siglo, un fenómeno que produjo cuantiosos daños en tierra y la pérdida de una buena cantidad de embarcaciones y vidas humanas en la mar. Tal vez por eso no extrañó que el "Valbanera" no se presentara en puerto ni estableciera contacto radio, ya que en tales condiciones no era raro que los barcos perdieran los hilos telegráficos.


A pesar de todo, el día 12 la inquietud empezó a hacer mella en los agentes de Pinillos en La Habana. Aunque el temporal remitía, seguía sin saberse nada del barco ni de sus 488 almas. Entonces, hacia la una de la tarde, el operador de guardia en la Estación Radio de Cayo Hueso recibió un mensaje con el distintivo de llamada del buque perdido reclamando el tráfico atrasado. El operador dio un respingo y avisó a sus superiores. Cuando pocos minutos después contestó a la llamada del vapor español, la única respuesta que encontró fue el silencio. El "Valbanera" se había desvanecido.


Una semana después, un torpedero de la Marina norteamericana que patrullaba las aguas de Cayo Hueso al mando del alférez de navío Roberts, se topó con lo que parecía la popa y los palos de un barco hundido. Al bucearlo, descubrió que la mitad delantera había sido succionada por la arena, pero pudo comprobar que se trataba del vapor "Valbanera", desaparecido días atrás en tránsito a La Habana. No encontrando rastro de ninguna de las 488 personas embarcadas, corrió a dar parte a sus superiores y pronto la noticia dio la vuelta al mundo saltando de telégrafo en telégrafo.



Telegrama inquietante

De la investigación del naufragio se hizo cargo el almirante Decker que, tras una primera inspección, corroboró el informe de Roberts con un mensaje a Washington que dio lugar a no pocas especulaciones: Naufragio en Half Moon Shoal seis millas al 094 del Bajo Rebeca identificado como vapor español Babanero (sic) de la línea Pinillos STOP Casco sumergido con extremo popa babor sobre superficie STOP Situación pescantes indica no hubo intento arriar botes STOP Naufragio orientado oeste a seis metros profundidad excepto una cabeza sin otros rastros naufragio ni cuerpos STOP Registros radio muestran día 12 Valbanero (sic) llamó preguntando si había tráfico para él. Después imposible comunicación FIN


El almirante aventuraba que el "Valbanera" pudo hundirse la noche del día 9, pero si era el mismo barco que se había presentado a la entrada del puerto pidiendo práctico no podía haber cubierto las 100 millas que lo separaban del naufragio en unas pocas horas y en medio de un tifón. En todo caso, si la llamada de radio del día 12 no había sido una broma macabra, ¿dónde había estado el barco durante tres días a merced de un temporal tan descomunal? La ausencia de supervivientes parecía convertir el naufragio del buque en otra cruel leyenda del mar, una historia de silencio, muerte y desolación.


El 15 de febrero de 1996 un grupo de buceadores reunidos bajo el mecenazgo de una fundación americana esperaba en Cayo Hueso una mejora del tiempo para acercarse a uno de sus naufragios favoritos. No era la primera vez que buceaban el "Valbanera".


El pequeño trozo de barco que la arena no había succionado aún resultaba bastante atractivo y, aunque coincidían con la mayoría de los que conocían la historia en que las 488 víctimas del tifón debían haber sido pasto de las arenas movedizas, se sentían disgustados por el hecho de que su desaparición se hubiera convertido en asunto de parasicólogos, abducciones y triángulos malditos.



Una visita misteriosa

Aquella tarde mientras vaciaban una botella de burbon en el Harrys Harpoon bajo los incordiantes graznidos de los pelícanos, recibieron una visita tan misteriosa como inesperada. Se presentó como Tom White, hijo de Ted White, una leyenda del mundo de los naufragios. Tom contó que en 1963 un gran temporal removió el fondo del mar. Por aquel entonces su padre se dedicaba al negocio de la chatarra submarina y cuando supo que una de las grandes hélices del Valbanera había quedado al descubierto, decidió ir a buscarla.


A los ocho años, Tom ya tenía el gusanillo del buceo metido en el cuerpo y no dudó en acompañar a su padre. A pesar de que habían pasado 30 años y había olvidado algunos detalles, recordaba cómo el temporal había dejado a la vista la parte de babor del buque y que el casco se conservaba perfectamente gracias a la acción protectora de la arena, hasta el punto de que al arrancar un ojo de buey se desprendieron unas gotas de grasa procedentes del perno de sujeción original. Aquel portillo pertenecía a uno de los alojamientos del pasaje y al alumbrar el interior descubrieron los cuerpos de cinco personas flotando en el agua. En una esquina, surgiendo de la arena, recordaba la pequeña forma blanquecina correspondiente a los huesos del brazo de un niño…


Parecía cierto. Los 488 pasajeros y tripulantes del Valbanera habían perecido succionados por las arenas movedizas. Como si quisiese tranquilizar a los turbados espíritus de los buceadores, Tom dio los detalles suficientes para convencerles de la autenticidad de su historia.


Cuando el tiempo mejoró, los buceadores se acercaron a los restos del "Valbanera" conforme a su propósito original, pero sus atribulados espíritus habían ganado mucho en serenidad. Aquella fue la primera vez, de las muchas que habían descendido sobre los viejos hierros del vapor español, que antes de sumergirse depositaron una corona de flores sobre él mientras sus labios dibujaban una plegaria.


Resuelto o no, el del "Valbanera" es sólo uno más de los muchos misterios insondables que oculta el lecho de los océanos. Te toca a ti, pues, querido lector, decidir el destino final del capitán Ramón Martín y los 487 hombres y mujeres que lo acompañaban aquella trágica noche de septiembre de 1919.


05 Mar 2010 23:10
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Nuevo mensaje Re: El naufragio del Valbanera....
Una imagen del barco

Imagen


y otra de sus restos

Imagen



un saludo

Antonio

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Secretario Técnico del Foro.
Insignia en el crucero: Cristóbal Colón R. O. del 16 de septiembre de 2008
"Si vis pacem, para bellum"


06 Mar 2010 01:26
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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com