El estallido de la guerra civil impidió su construcción, y el escaso acopio de materiales realizado fue usado con posterioridad para terminar las otras unidades finalizadas durante la contienda, pero una vez acabada ésta se reemprendieron los trabajos de construcción en septiembre de 1939; el acopio de materiales se vio sumamente retrasado debido a la penuria económica de la posguerra y a la Segunda Guerra Mundial en curso.


El último programa naval emprendido con anterioridad al estallido de la Guerra Civil de 1936-39 fue aprobado por un Decreto-Ley el 11 de enero de 1936, durante el breve mandato, menos de dos meses, como ministro de Marina del contralmirante Antonio Azaróla Gresillón.


Este programa de construcciones, presupuestado por un total de 61.300.000 pesetas a repartir en tres anualidades, contemplaba la realización de dos destructores, dos cañoneros minadores, un remolcador de gran potencia y seis barcazas para el Tren Naval de Arsenales, siendo su motivación principal la de mantener la actividad laboral en los astilleros nacionales, evitando así conflictividades nada deseables.


La construcción del cuarteto de buques de guerra que constituían el grueso del programa fue adjudicada en breve a las factorías regidas por la Sociedad Española de Construcción Naval, haciéndose cargo Ferrol de los trabajos de los cañoneros minadores, en tanto que Cartagena tomaba al suyo la pareja de destructores.

La orden de ejecución de estos últimos se dio el 19 de febrero siguiente, estimándose su coste en unos 16 millones de pesetas por unidad.


También en breve, el 27 de junio, aparecieron sus nombres en el Diario Oficial de Marina, "Álava" y "Liniers", junto con los asignados a los cañoneros minadores, los mitológicos "Eolo" y "Tritón".



Con estas denominaciones se honraba nuevamente la memoria de dos ilustres marinos españoles: el teniente general de la Armada Ignacio María de Álava Sáenz de Xavarrete (1756-1817), uno de los jefes de la Escuadra española presente en Trafalgar y Santiago Liniers y Bremond (1753-1810), marino y político español de origen francés, que participó en el Gran Sitio de Gibraltar, la reconquista de Menorca y las expediciones contra Argel, pasando posteriormente a América, donde derrotó a los británicos en Buenos Aires y el Río de la Plata durante las campañas de 1806-07, muriendo fusilado pocos años después, al hacer frente a la sublevación de los criollos partidarios de la independencia del estuario del Plata.



La pareja de destructores "Álava" y "Liniers" se ordenó como reproducción del tipo "Almirante Antequera", con las únicas modificaciones de reforzar su armamento antiaéreo ligero, cifrándolo en dos montajes dobles de 25 mm, y sustituir los montajes triples de tubos lanzatorpedos de las dos series anteriores por otros cuádruples, con puntería eléctrica completa.

El plazo de entrega de ambos buques quedaba fijado para 1938.


Se convertían así los dos destructores en las últimas unidades de la prolífica clase "Churruca", ordenada con anterioridad.


A partir de la décima unidad encargada a la SECN y octava para la Marina española, el "Almirante Antequera", el proyecto incorporó diversas modificaciones en su armamento y características, dando lugar a la llamada comúnmente 2a serie de la clase "Churruca" o tipo "Almirante Antequera", formada por 7 unidades, las mismas que tenía la 1a serie o tipo "Sánchez Barcáiztegui" una vez descontados los buques argentinos.



En principio puede parecer sorprendente la decisión de ordenar, en fecha tan tardía como 1936, buques cuyo proyecto original tenía cerca de 20 años y que habían dejado de encargarse por la Armada desde 1929, pero hay que tener en cuenta que, a partir de 1918, las grandes potencias habían firmado sucesivos acuerdos internacionales de limitación de armamentos navales, que incidieron poderosamente en la evolución natural de los diversos tipos de unidades navales entonces en boga, uno de los cuales era el destructor.

A lo largo de los años, las mejoras técnicas introducidas en este último tipo de unidad habían sido pocas y graduales, sin ningún hecho revolucionario que hubiese dejado obsoletos los buques ya construidos, registrándose además en las principales marinas una tendencia a disponer de series de grandes, bien armados y rápidos destructores, siguiendo el concepto del conductor o cabeza de flotilla y en perjuicio del destructor normalizado de la época, limitado a unas 1.500 toneladas de desplazamiento en condición estándar.


En nuestra Marina los "Churruca" habían dado un excelente resultado, sobre todo tras la introducción de la 2a serie o tipo "Almirante Antequera", llegándose a nacionalizar la producción de la mayor parte de su armamento, maquinaria y equipos, en tanto que su concepto original res-pondía al ya indicado de conductor de flotilla, resultando su reproducción bastante más apetecible para las autoridades navales españolas que la de otros tipos más pequeños y limitados, como las unidades de la clase "Alsedo", predecesoras de los "Churruca".


Por otra parte, el coste unitario podía mantenerse relativamente bajo, mientras que un nuevo diseño supondría desembolsos mucho mayores y unos plazos de entrega bastante superiores.


Además, la SECN andaba atareada con las mejoras introducidas en la serie "Antequera" y había descuidado el proyecto de nuevos tipos de destructores, en tanto que sus tradicionales proveedores británicos de diseños para ofrecer a la Armada tan solo podían considerar el presentar la clase "Tribal" de la Royal Navy, al ser el resto de tipos de destructores en servicio o proyecto para dicha marina del modelo pequeño descartado por nuestros marinos.


El diseño de la famosa clase "Tribal" resultaba excesivamente caro y complejo, lo que reforzaba la decisión de continuar reproduciendo el tipo "Churruca" como el modelo más adecuado a nuestras necesidades.


Así pues, el "Álava" y "Liniers" vendrían a completar las dos flotillas de 7 unidades cada una ya existentes o en construcción, elevando su número a 8 buques, en consonancia con la moderna tendencia de la Royal Navy respecto de sus propias flotillas de destructores y de acuerdo con los criterios tácticos desarrollados en la Escuela de Guerra Naval.

Durante los primeros meses de 1936 se procedió al acopio de materiales y encargo de su maquinaria, estando prevista la colocación de las quillas para el otoño, pero los acontecimientos de julio, que desembocaron en la Guerra Civil, paralizaron todos los trabajos en estos buques, concentrándose los operarios de la Factoría de Cartagena en el alistamiento de los últimos destructores de la 2a serie que faltaban por entregar, y en el mantenimiento y reparación de la Flota republicana a lo largo de toda la contienda.


Con la llegada de la paz, la tarea más urgente para las factorías navales iba a ser la reparación y recorrido general de todos nuestros buques de guerra, imprescindible de todo punto después de casi tres largos años de agotadora actividad, en los que el adecuado mantenimiento de las unidades había sufrido enormemente en aras de las necesidades bélicas del momento.


En Cartagena se puso manos a la obra para volver a poner a punto a los 13 supervivientes de la clase "Churruca"; el "Almirante Ferrándiz" se convirtió en la única baja de la clase, al ser hundido por la artillería del crucero "Canarias" el 29 de septiembre de 1936 en aguas del Estrecho de Gibraltar, en una acción de capital importancia para el desarrollo de la Guerra Civil.


En este contexto, las obras en los futuros "Álava" y "Liniers", números de obra del astillero 62 y 63 respectivamente, no pudieron reemprenderse hasta septiembre de 1939, al tiempo que se continuaba la fabricación de su planta propulsora.

Pero primero el desarrollo del Programa Naval de 1939, que contemplaba nuevos tipos de destructores a construir en colaboración con Alemania e Italia, y después el estallido de la Segunda Guerra Mundial, que aconsejaba esperar a ver qué enseñanzas se obtenían de la guerra en el mar para incorporarlas a los nuevos diseños de buques de guerra, hicieron que se juzgase conveniente cancelar la construcción de los dos destructores, a los que ni siquiera se había llegado aún a poner en grada.


La antigüedad de su proyecto y el relativamente pequeño gasto efectuado hasta entonces respecto de su coste total, coadyuvaban también a la suspensión de los trabajos, decidida finalmente por Decreto de 26 de enero de 1940.


Y así terminó lo que podemos denominar como primera vida de los "Álava" y "Liniers", quedando los materiales acopiados para su construcción, especialmente sus máquinas, como fuente de respetos para las restantes unidades de la clase "Churruca".


Sin embargo, una serie de circunstancias imprevistas terminaría haciendo que estos dos destructores llegasen a convertirse en realidad, enarbolando la enseña nacional.


Y el desencadenante de este proceso vendría de allende los mares, concretamente de la República Argentina.

El punto de partida debemos situarlo en el Tratado de Comercio hispano-argentino, firmado en Buenos Aires el 5 de septiembre de 1942, en cuyo articulado el Gobierno español se comprometía a construir y entregar al Gobierno de la República Argentina, entre otras compensaciones, un destructor tipo "Cervantes" (nombre asignado a nuestro "Churruca" original tras su venta en 1927), con las modificaciones y perfeccionamientos y en el plazo y condiciones a establecer por contrato.


No obstante, el interés inicial de la Marina argentina se centró en un buque-escuela del tipo del excelente "Juan Sebastián de Elcano", demorándose lo relativo al destructor, lo que llevó a pensar al Ministerio de Marina que éste último no sería sino una reproducción de nuestros modernos "Almirante Antequera".


La falta de coordinación con los ministerios de Comercio y Asuntos Exteriores contribuyó a afirmar lo que, como veremos seguidamente, era una apreciación equivocada.


Además, se habían producido numerosos retrasos y dificultades en la elección y desarrollo de los destructores y torpederos autorizados en el Programa Naval de 1939, que andando el tiempo se convertirían en las polémicas clases "Oquendo" y "Audaz".


Todo ello parecía hacer aconsejable el reanudar inmediatamente la construcción de los dos destructores suspendidos en enero de 1940, con materiales acopiados de cierta importancia, uno de ellos con destino a la Marina argentina y el otro para la Armada, como refuerzo intermedio hasta que fuesen realidad los nuevos proyectos, decisión sancionada por Decreto de 22 de mayo de 1943.

Reemprendidos los trabajos con celeridad, el 7 de enero del año siguiente se colocó la quilla del primer buque en Cartagena, el destinado a la Argentina, mientras que el segundo fue iniciado sobre gradas el 30 de diciembre de 1944.



Pero entre tanto se habían producido novedades que alterarían profundamente los planes establecidos; la Comisión Naval argentina enviada a España presentó en el verano de 1943 unas especificaciones para el nuevo destructor que, no solo introducían numerosas alteraciones al proyecto de los "Almirante Antequera", sino que las que afectaban a la maquinaria (vapor recalentado a 122° C, circuito cerrado de alimentación, presión en calderas de 21 kg/cm2), obligaban a realizar un nuevo estudio termodinámico y mecánico de las turbinas que suponía necesariamente ir a un nuevo proyecto, con el retraso en plazos y sobrecoste consiguientes.


La Factoría de Ferrol tomó a su cargo el estudio y desarrollo del buque deseado por los argentinos, mientras el Ministerio de Marina se replanteaba qué hacer con los destructores ya autorizados y con importantes trabajos e inversiones en curso, llegándose a la decisión más lógica, la de proseguir la construcción de ambos con destino a la Armada.



Así, por Decreto de 24 de enero de 1944 se modificaba el de mayo del año anterior, en el sentido de que la pareja de destructores se construirían para la Marina española.



Otra Orden Ministerial de 27 de junio de 1944 les confirmaba las denominaciones "Álava" y "Liniers" asignadas en 1936 y dejadas en suspenso en 1940, mientras que por Decreto de 23 de diciembre, también de 1944, se autorizaban los 48.341.362,50 pesetas estimadas para su terminación, a invertir en dos anualidades con cargo al Presupuesto Extraordinario entonces vigente.


En cuanto al destructor para la Argentina, origen de todos estos hechos, la Marina de la república del Plata decidió en febrero de 1944 dar por concluidas todas las negociaciones sobre buques de guerra a construir en España, devolviéndose desde Buenos Aires los planos del buque-escuela "Juan Sebastián de Elcano" y toda la información técnica enviada al respecto.

El "Álava" y el "Liniers", su construcción padeció todos los avatares de la larga y difícil postguerra española, agravada por el bloqueo político y económico a que fue sometido nuestro país por las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, situación que solo remitió en los años cincuenta, con el advenimiento de la llamada "guerra fría" entre los bloques y el cambio de actitud de los Estados Unidos de América hacia el régimen político español, en su busca de bases militares y aliados fieles con que reforzar el cerco a la Unión Soviética.


Las carestías de materiales, combustible, energía eléctrica, etc, de la época incidieron fuertemente sobre las obras en los "Álava", y, aunque fueron botados con cierta rapidez al disponerse con prontitud de su maquinaria, el 1 de mayo de 1946 el "Liniers" y el 19 de junio de 1947 su compañero "Álava", su período de alistamiento a flote resultó muy largo y laborioso.


El "Liniers" no pudo entregarse hasta el 27 de enero de 1951 y el cabeza de clase "Álava" el 11 de diciembre siguiente, ambos a falta de varios equipos por instalar, algunos de importancia crucial como la dirección de tiro de la artillería principal, realizada por Experiencias Industriales S.A. (EISA), en Aranjuez (Madrid), y que en el caso del "Álava" no terminó de montarse hasta 1953.


Como consecuencia de la inferior calidad de los aceros empleados, el desplazamiento se vio incrementado en unas 20 toneladas, lo que unido a problemas de pesos altos en sus superestructuras y armamento artillero, supuso una estabilidad algo escasa en algunas condiciones de carga, en especial cuando los depósitos de combustible estaban casi vacíos.


Este problema de estabilidad tan ajustada afectó en mayor o menor medida a gran número de las unidades navales construidas en aquellos años por los astilleros nacionales, y solo pudo resolverse, siquiera en parte, merced al Programa de Modernización de Buques aprobado en abril de 1955 y financiado con cargo a la ayuda militar estadounidense.

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A su entrega, los "Álava" y "Liniers" resultaron en todo semejantes a las unidades de la 2a serie o tipo "Almirante Antequera", ya que se construyeron con los planos de éstos e introduciendo las reformas y modificaciones menores realizadas a la serie tras la terminación de la Guerra Civil, entre las que cabe citar el reemplazo de la artillería antiaérea original por piezas de 37 y 20 mm, y la reconstrucción del puente y plataformas de la superestructura.


Siguiendo la norma entonces imperante para los destructores, de llevar marcas exteriores de identificación formadas por dos letras tomadas del nombre del buque, pintadas en blanco en los costados y a la altura del puente, el "Álava" ostentó en principio las marcas AL, correspondiéndole a su compañero las letras LS.


En agosto de 1952 se introdujeron nuevos criterios de identificación, cayendo en desuso las letras y siendo sustituidas por números, pasando así el "Álava" a llevar en su casco el numeral 23 y el "Liniers" el 21, detentadores de su pertenencia a la 2a Flotilla de Destructores, en compañía de sus cuasi gemelos "Gravina" (numeral 22) y "Escaño" (24), ambos de la 2a serie.

Esta flotilla llevaba además como identificación complementaria dos zunchos blancos en la chimenea de popa.


Los "Álava" eran buques de construcción remachada, con limitado uso de la soldadura, y estructura del tipo longitudinal, con proa casi recta y de escaso arrufo, lo que les confería cierto aspecto de anticuados para la época, en tanto que la popa era redondeada y con fondo plano, para mejorar las características de navegación a altas velocidades.


El casco presentaba gran número de portillos de ventilación, excepto en el espacio ocupado por las cámaras de calderas, en tanto que la cubierta del castillo se alargaba por un tercio de la eslora, hasta alcanzar la chimenea proel.


Las superestructuras eran escasas, reduciéndose al puente y las plataformas para la artillería principal y secundaria.


El puente era semejante al de los buques de la 2a serie, es decir, cerrado, bajo y algo ovalado, alojando en su techo la torre de la dirección de tiro principal.



Entre las chimeneas y a popa de éstas se disponían dos plataformas para la instalación de la batería antiaérea secundaria, así como otra mucho más reducida para el proyector de 60 cm y situada entre los dos montajes de tubos lanzatorpedos. Las dos piezas de 120 mm sobre elevadas a proa y popa iban instaladas también en superestructuras dispuestas al efecto.

Tras el puente se alzaba el único palo de estos buques, del tipo trípode, abrazando un poco la chimenea proel, y que presentaba una ligera caída, idéntica a la de las chimeneas, como vestigio de las ideas estéticas imperantes varias décadas atrás.


Las chimeneas eran dos, descargando cada una los humos de una pareja del cuarteto de calderas instaladas a bordo, estando provista la proel de una peculiar visera guía-humos, a fin de desviar el flujo de aire caliente y humo de las antenas de radiocomunicaciones y puente de navegación.


El armamento principal se componía de cuatro cañones de 120 mm y 45 calibres, con 40° de elevación, 19.500 metros de alcance máximo horizontal y munición engarzada, de diseño Vickers pero construidos en España por la SECN en sus Talleres de San Carlos (San Fernando, Cádiz), dispuestos en montajes sencillos por parejas a proa y popa.


Estos cañones estaban provistos de manteletes para proporcionar a sus sirvientes alguna protección contra la metralla y las inclemencias atmosféricas.


La dirección de tiro, también de diseño Vickers, iba situada en una torreta protegida encima del puente, estando provista de un telémetro de coincidencia de tres metros de base y varios calculadores electromecánicos, para resolver el problema del tiro.


Su construcción se llevó a cabo en nuestro país, pero la imposibilidad de importar determinados componentes originó algún retraso en su entrega por parte de la incipiente industria electrónica nacional de la época.

La artillería antiaérea de los "Álava" quedó formada por dos cañones de 37 mm Rheinmetall-Borsig, construidos bajo licencia alemana, y tres de 20 mm, todos ellos en montajes sencillos de gran elevación.


Un error muy extendido y difundido por los anuarios navales fue la adjudicación a los "Álava" de un armamento antiaéreo de hasta 6 piezas de 37 mm, llegando incluso a afirmarse que iban dispuestos en montajes dobles, pero ello es totalmente falso.


Ambos buques se alistaron con el armamento artillero secundario previsto, y que no era otro que el ya citado de dos de 37 y tres de 20 mm en montajes sencillos.

Es cierto que si se hubiese dispuesto de algún arma de este tipo mejor se hubiera instalado, pero en aquellos años no era posible adquirir el excelente cañón Bofors de 40 mm y no había otra cosa a mano.


El resto del armamento se componía de un par de montajes triples de tubos lanzatorpedos, situados sobre la línea de crujía, para armas Whitehead de 533 mm de calibre, con un alcance máximo de 15.000 metros a 24 nudos y 250 kg de explosivo, y dos morteros a las bandas y un varadero sobre la popa para el lanzamiento de cargas de profundidad, un armamento antisubmarino ya desfasado, sobre todo al carecer de modernos medios de detección subacuática.


La planta propulsora de los "Álava" era idéntica a la del resto de los destructores clase "Churruca".


Estaba compuesta por dos grupos de turbinas de vapor con reducción de engranajes tipo Parsons, formado cada uno por una turbina de alta y otra de baja presión a la que se acoplaba la de ciar, accionando dos ejes provistos de hélices cuatripalas, a cuya popa se situaba un único timón del tipo compensado.


La potencia máxima desarrollada era de 42.000 cv, suficientes para alcanzar los 36 nudos a media carga y alrededor de 32-33 con el desplazamiento máximo.


El vapor necesario para el funcionamiento de las turbinas era suministrado por cuatro calderas tipo Yarrow, dispuestas para quemar fuel-oil y situadas en tres cámaras de calderas a proa de la única cámara de máquinas, descargando sus humos por parejas a las dos chimeneas dispuestas inmediatamente encima.

La presión de trabajo de las calderas era de 15 kg/cm2.


Esta maquinaria se derivaba de la instalada en los cruceros de la clase "Príncipe Alfonso", y su composición era exactamente la mitad de la instalada en uno de estos últimos, resultando un gran éxito en todos los sentidos, ya que era fiable, robusta, económica y sencilla de manejo.


No cabe duda que fue uno de los factores decisivos para la gran longevidad de la clase "Churruca".


A nadie se le ocultaba cuando entraron en servicio los "Álava" y "Liniers" que resultaban unidades totalmente desfasadas para su época, desprovistas de cualquier tipo de equipo electrónico y dotados con armas que comenzaban a acusar el paso de los años y sus limitaciones para adecuarse a las nuevas amenazas de la guerra en el mar.


El deseo inicial de írseles introduciendo durante su construcción aquellas variaciones y mejoras de armamento y equipos que fuese posible, resultó totalmente frustrado por el aislamiento español, quedando los "Álava" más como una muestra del atraso y problemas de nuestra industria de postguerra que como buques de guerra propiamente dichos.


Pero este triste panorama iba a cambiar radicalmente en pocos años, a resultas de la elaboración en 1955 del Programa de Modernización de Buques de la Armada, cuyo coste iba a sufragarse en su mayor parte con cargo a los fondos de la ayuda militar americana.


Desde el primer momento los "Álava" y "Liniers" quedaron incluidos entre las unidades a modernizar, así como otros cuatro destructores de la 2a serie, que serían posteriormente descartados por insuficiencias presupuestarias.


El objetivo principal del Programa de Modernización era convertir a los buques españoles en unidades eficaces para cometidos anti submarinos y antiaéreos, lo que hacía necesaria su casi total reconstrucción para instalarles nuevo armamento y modernos equipos electrónicos de detección.

En el caso concreto de los "Álava", los primeros tanteos a cargo de la Empresa Nacional "Bazán", en colaboración con la firma italiana Ansaldo, contemplaban la utilización de cañones de 76/62 con su correspondiente dirección de tiro y un mortero antisubmarino, armas todas ellas de diseño italiano, modernas y eficaces, y que iban a constituir el armamento de los escoltas de la clase "Centauro", primeros buques de guerra de gran porte construidos por Italia desde el final de la Segunda Guerra Mundial.



Pero la necesidad de mantener la mayor normalización posible de los equipos y armamento a instalar en los buques a modernizar, así como consideraciones de coste, supusieron que el anteproyecto de modernización de los "Álava" incluyese finalmente tres cañones automáticos de tres pulgadas, 76,2/50 mm Mk 34, con dos direcciones de tiro Mk 63, tres de los inevitables Bofors de 40 mm con dos predictores de tiro de la misma firma, un radar de exploración de superficie SG-6b y otro de descubierta aérea MLA-lb, así como numerosos equipos de comunicaciones y auxiliares.

También quedó pronto de manifiesto la falta de espacio interno en los destructores para poder acomodar los nuevos equipos, lo que hizo necesaria la eliminación de la caldera proel, con la consiguiente disminución de la velocidad máxima en unos 4 nudos.


En su primitiva planificación, el anteproyecto de modernización elaborado a mediados de 1955 disponía las piezas de 76,2 mm dos a proa y una a popa sobre la cubierta, en tanto que los tres cañones de 40 mm se disponían todos a crujía.


El armamento antisubmarino elegido para los restantes buques de superficie inmersos en el Programa de Modernización incluía proyectores "Hedgehog" (Erizo), morteros y varaderos de construcción norteamericana, asociados a sonares de la misma procedencia, pero en el caso de los "Álava" éste quedó inicialmente en suspenso, ya que la Armada pretendía disponer de la muy superior combinación de equipos de detección "Asdic" y lanzacargas antisubmarino "Squid", de fabricación británica al igual que la electrónica destinada al destructor "Oquendo".

A comienzos de 1955 la SECN había adquirido del Almirantazgo británico, a través de la firma Vickers-Armstrong, la licencia de fabricación para construir en España equipos "Squid" y "Asdic" (sonar en la terminología inglesa) tipos 144 y 147, aunque dicha licencia exigía que un cierto número de equipos fuese importado del Reino Unido, motivo por el que una serie de tan solo dos equipos no resultaba rentable, al ser la mayoría de sus componentes importados y únicamente sería nacional su montaje en los buques.


Se realizaron gestiones para conseguir la construcción de estos caros equipos (unos 7 millones de pesetas cada uno) en nuestro país desde el primero, pero finalmente hubo que desistir, pasando la elección del armamento a/s definitivo para los "Álava" y "Liniers" por diferentes alternativas durante los años siguientes.


Se llegó a considerar la instalación de un "lanzabas" italiano asociado a un sonar americano, solución rechazada por la Misión Militar estadounidense en España (MAAG), organismo que tampoco había visto con buenos ojos la elección de la combinación "Asdic-Squid" por parte de la Armada y que, barriendo para casa, intentó conseguir por diversos medios que el armamento antisubmarino de los "Álava" fuese de procedencia norteamericana en su totalidad.

La propuesta de los asesores militares estadounidenses de utilizar el arma noruega Terne III, por entonces en fase de desarrollo, tampoco desdice de las intenciones antes apuntadas, ya que se sabía que este arma no podría estar disponible antes de 1961, lo que vulneraba las fechas límites fijadas en el acuerdo de modernización.


Todas estas pérdidas de tiempo en las gestiones para adquirir las armas a/s destinadas a los "Álava" y "Liniers" hicieron que, para cumplir los plazos de modernización pactados, no quedase finalmente más remedio que instalar la combinación "sonar-erizo", es decir, la menos deseada por la Armada pero la apoyada por los estadounidenses.


Esta elección forzada obligó a resituar el cañón proel de 76,2 mm en la superestructura elevada de popa, a fin de instalar los erizos en su posición óptima en la cubierta del castillo, lo que a su vez obligó a recolocar la artillería secundaria de 40 mm Bofors.


Otra mejora estudiada y motivada por la eliminación de la caldera proel, fue la de dotar a los "Álava" con solo una chimenea o dejar las dos existentes, realizándose anteproyectos de ambas opciones.


En la versión con una chimenea se mejoraban considerablemente los ángulos de tiro de los cañones de 40 mm, con el consiguiente aumento de la potencia de fuego, y tan solo era necesario variar ligeramente la posición de un director de tiro, pero las imprescindibles modificaciones internas a sumar a las anteriores suponían un coste en conjunto superior a 1.400.000 pesetas con respecto de la solución con dos chimeneas, apro-bando el EMA en noviembre de 1957 este último anteproyecto, ante su menor coste y duración de los trabajos.

Mientras que terminaban de aprobarse los proyectos de modernización definitivos, los "Álava" y "Liniers" fueron apartados del servicio activo desde el 20 de agosto de 1956, quedando desprovistos de sus numerales y adscritos al llamado Grupo de Reserva de Destructores, por lo que no pudieron participar con el resto de la Flota en las operaciones originadas por los dramáticos sucesos de Ifni y Sahara en 1957-58, permaneciendo amarrados en el Arsenal de Cartagena con dotaciones reducidas en espera del comienzo de sus obras.


Pero éstas se retrasaron bastante, al igual que la mayoría de los trabajos relativos al Programa de Modernización, debiéndose en el caso concreto de los "Álava" a la gran tardanza en aprobar los planos de construcción, así como por los estudios elaborados sobre situaciones críticas de estabilidad, el punto débil de estos buques.


Finalmente, se pudieron comenzar los trabajos de modernización propiamente dichos en la Factoría de Cartagena de la Empresa Nacional "Bazán" a partir del 1 de agosto de 1959.


Una vez en el astillero se desmontaron el palo, armamento y superestructuras, quedando los buques con sus cubiertas rasas, a excepción de las chimeneas y alguna que otra estructura menor.


Interiormente les fue retirada la caldera proel y disminuida la capacidad de los tanques de combustible, a fin de ganar el espacio necesario destinado a la nueva distribución interior del buque, con su Centro de Información de Combate (CIC), Central Antisubmarina, pañoles, equipos varios y dotación, mejorándose las condiciones de habitabilidad de los buques según los criterios imperantes en la US Navy.


Los "Álava" eran unidades muy ajustadas en su proyecto, por lo que no quedó otro remedio que sacrificar parte de su velocidad y autonomía en beneficio de la mejora general de su eficiencia militar.


La potencia con solo tres calderas pasó a ser de 31.500 hp, suficientes para una velocidad máxima de 28 nudos, llegando a dar el "Liniers" en las pruebas previas a su entrega 30,1 nudos, aunque posiblemente no en condición de plena carga.

La capacidad de los tanques de combustible se redujo en unas 130 toneladas en el "Álava" y algo menos en el "Liniers". con la consiguiente reducción de su radio de acción, factor negativo que quedaba suplido en parte por la instalación de equipos de reabastecimiento en alta mar.


Se hizo un recorrido general de todos los servicios de los buques, así como una redistribución de los alojamientos.


Exteriormente se eliminaron todos los portillos situados por debajo de la cubierta alta, permaneciendo tan solo los ubicados en la cubierta del castillo, en tanto que se modificaba ligeramente la proa, haciéndola algo más lanzada en un intento de mejorar la sequedad del castillo y los equipos instalados en él, incrementándose acordemente la eslora máxima hasta los 102,41 metros.


La cubierta del castillo fue alargada en unos diez metros, mientras que las chimeneas fueron dotadas de características viseras guiahumos de diseño norteamericano, en sustitución de la única y algo más alta portada con anterioridad tan solo en la chimenea proel.


El palo trípode fue sustituido por otro de celosía, mucho más robusto y complicado, acomodando las antenas de los radares de descubierta aérea y de superficie en sendos balconcillos, sirviendo asimismo de soporte para las numerosas antenas de radiocomunicaciones y equipos diversos.

Las superestructuras fueron totalmente reconstruidas a base de aluminio y aleaciones ligeras, con amplio uso de la soldadura, reduciendo así en lo posible los pesos altos de los "Álava" y mejorando las condiciones de estabilidad iniciales, que eran algo justas.


El puente fue reconfigurado en su totalidad, ganando en espacio y utilizando perfiles más rectos, en tanto que prácticamente todas las superestructuras eran de nueva planta, sirviendo de acomodo a la artillería secundaria, direcciones de tiro y diversos equipos y accesorios.


La artillería principal quedó formada por tres montajes sencillos bivalentes de 76,2 mm y 50 calibres Mk 34 situados uno a proa, sobreelevado e inmediatamente delante del puente para permitir la instalación en la posición A de los lanzadores a/s Hedgehog, pese a que se ocasionaban algunos problemas en el puente con el rebufo de la pieza, y los otros dos a popa, en las posiciones antes ocupadas por los cañones de 120 mm.


Esta pieza americana de tres pulgadas estaba ampliamente difundida en la US Navy y en las marinas occidentales, siendo el cañón una pieza monobloque con ánima cromada preparada para el uso de munición engarzada y disponiendo de un cargador automático para peines de cinco proyectiles, que con una dotación experimentada permitía una cadencia de tiro de hasta 50 disparos por minuto.


Cada montaje pesaba 2.826 kg, siendo su velocidad inicial de unos 820 m/seg y los alcances de 12.000 metros en horizontal y alrededor de 8.300 en vertical.

La dotación la componían 224 hombres.

Las piezas disponían de mando de potencia, lo que les permitía ser dirigidas a distancia en conjunción con la dirección de tiro, además del habitual mando local y puntería a través de las alzas incorporadas en el propio montaje.


Las piezas sobreelevadas en posiciones B y X pertenecían al modelo 1, ya que el montaje soportaba la antena del radar de puntería AN/SPG-3-asociado a la dirección de tiro Mk 63, en tanto que el montaje popel inferior (posición Y) carecía del radar, por lo que su denominación era la de mod O.


El sistema de dirección de tiro de los "Álava" y "Liniers" para su artillería principal de 76,2/50 estaba compuesto por dos equipos Mk 63 mod 14, provistos de los ya mencionados radares AN/SPG-34, cuyas antenas iban situadas sobre los montajes.


El director de proa estaba colocado sobre el puente alto, pudiendo dirigir en caso de necesidad el fuego de los tres montajes, en tanto que el director de tiro de popa se encontraba sobre la superestructura popel y tan solo podía dirigir con mando a distancia a los dos montajes de popa E. elemento principal de esta dirección de tiro consistía en un alza calculadora a base de mecanismos giroscópicos, contenida con el resto de equipos accesorios en una estructura del tipo de pedestal.


La dirección Mk 63 mod 14 requería 6 hombres para su manejo y permitía la predicción de la posi¬ción futura del blanco, gracias a un proceso continuo de corrección de los factores variables que inciden en la puntería, tales como los movimientos relativos entre buque y blanco, así como los efectos sobre el proyectil de la gravedad, derivación y viento.


El radar AN/SPG-34 se encargaba de medir la distancia al blanco y, en el caso de puntería a ciegas, también medía los errores de puntería transversal y e: elevación, pasándolos al alza calculadora para su corrección.


La munición de 76,2 mm se disponía en tres pañoles convenientemente acondicionados, uno a proa y dos a popa, con una capacidad total de 1.600 proyectiles estibados en jarras de aluminio.


Además, en cada montaje iban instaladas estiba de urgencia con capacidad para 100 proyectiles de uso inmediato.


El municionamiento se efectuaba a través de tres ascensores hidráulicos tipo OTO-Melara, próximos a los montajes.

Por su parte, la artillería secundaria se componía de tres de los conocidísimos cañones antiaéreos Bofors de 40 mm y 70 calibres, provistos con un mantelete ligero para proporcionar alguna protección a sus sirvientes y dispuestos uno entre las chimeneas y los dos restantes en disposición oblicua respecto a la línea de crujía, en una plataforma entre los proyectores y el director Mk 63 de popa, con el cañón situado más a proa sobresaliendo por la banda de estribor y el más a popa haciendo lo propio hacia babor.


La puntería de las piezas corría a cargo de dos predictores de la propia firma Bofors.


Los pañoles admitían unos 3.600 disparos de 40 mm estibados en cajas metálicas de 16 proyectiles cada una.


El armamento antisubmarino de los "Álava" y "Liniers" era variado y numeroso; nada menos que torpedos buscadores, cargas de profundidad y proyectiles del Erizo, pero, exceptuando a los torpedos, no suponía un gran avance con respecto al armamento de los escoltas antisubmarinos de la Segunda Guerra Mundial.


La detección y seguimiento de los blancos submarinos se confiaba a un sonar panorámico QHB-a, equipo normalizado del Programa de Modernización de Buques, de corto alcance y ya anticuado a comienzos de los años sesenta para enfrentarse con los submarinos modernos.


El transductor del sonar se alojaba en un pozo protegido por un domo fijo de goma, que sobresalía unos 105 cm por debajo de la quilla.


Para la mejor coordinación de los equipos de lucha antisubmarina (registrador de distancias tácticas, trazador de ataque, etc), se decidió concentrarlos en un local especialmente aislado y dotado con aire acondicionado, adyacente al CIC y denominado Central Antisubmarina.