Un héroe del Vizcaya

Damián Niebla.

Por Guillermo Escrigas. Revista Rumbo, enero de 1953.



Hace algún tiempo apareció en la prensa una esquela funeraria recordando a las personas amigas o simplemente piadosas, el segundo aniversario de la muerte del Capitán de inválidos don Damián Niebla. Fuera de un reducido círculo de personas, muy pocos sabrían lo que se escondía detrás de ese nombre; ni siquiera su condición de mártir por la Patria, le haría concebir lo que tras esa breve reseña se escondía. Familiarizados con el inexorable fin del hombre, rara vez se reflexiona sobre la vida que se cerró para siempre y cuyas acciones ya han sido sopesadas en la terrible balanza de la eternidad. Sin embargo, creo hacer una buena obra, sino bella me atrevo a calificarla de noble al recordar sus hazañas y estoy seguro que cuantos me atendáis no hallaréis literatura sublime, ni altos conceptos, ni brillantes párrafos, aspiro tan sólo a narrar con sencillez, con esa humildad que fue norma de la existencia del que os voy a presentar, precisamente porque en ello está la grandeza de su alma. Sólo me considero satisfecho si cuento al final con vuestro agradecimiento.

Ante mi mesa de trabajo se halla una carpeta; no es muy voluminosa, la evidencia no necesita demasiadas premisas ni razonamientos para hacerse comprender y admirar. Ella encierra el historial de Damián Niebla. Hasta mí llegó cedida por sus dos hijos, Contramaestres de la Armada, que con cariño, con justo orgullo han ido coleccionando: papeles, cartas, revistas, publicaciones, expedientes en que se habla en términos encomiásticos de su padre. En ella va encerrada algo más que una simple historia, allí late un amor y un símbolo.

Voy a penetrar en los secretos que encierra, me impregnaré en su contenido, resumiré los hechos y os los daré a conocer de manera precisa, concretando aquello que pueda ser de interés para todos vosotros.

Salen al abrir el cartapacio multitud de papeles amarillentos, medio borrados por el tiempo que se vengara en la materialidad de la impresión, ya que no es posible desdibujar su espíritu. Al pie de los escritos hay firmas valiosas, un desfile de hombres ilustres, ministros, políticos, entre los que sobresale la del General Primo de Rivera, pero hay una que por lo repetida llama poderosamente la atención: es la estampilla de Eulate, a cuyas órdenes sirvió Damián Niebla. Puedo ver que mantuvo correspondencia constante y notablemente frecuente el inolvidable héroe con aquel modesto Cabo de Cañón que luchó a bordo del Vizcaya.

Toda esta cantidad de papeles tiene por origen una fecha. Una fecha inolvidable, que si bien está revestida de luto en esos crespones también late el signo de la gloria, es el 3 de julio de 1898. El último florón de un gran imperio lucha por lo que los insurrectos llaman “independencia”. Basados en una calumnia los soldados de una nación, en la que empieza a vislumbrarse una potencia de brillante porvenir y de extraordinaria vitalidad y fuerza, ayuda en sus aspiraciones a los cubanos. América se nos va de las manos políticamente, hablar de su independencia en otro sentido fuera vano, el espíritu no se elimina por la fuerza de las armas.

Y así como cuando los grandes conquistadores unieron inmensos espacios a la corona de Castilla, en epopeyas sublimes que la épica lo agotó, haciendo realidad lo que la imaginación de los poetas concedió a los héroes mitológicos, no es menos grande aunque si más triste, como sucumbió el imperio. Su creación y su ocaso están ambas presididas por un sacrificio y abnegación que raya en lo sublime, sin posible parangón con nada que no sea dentro de la generosa raza hispana. No podía ser de otra manera: separados por siglos, pero siempre hermanos.

Así en la cubierta de nuestros buques se escribía el último renglón de la gesta más grande que ha sido dable contemplar a la humanidad. Allí cada hombre era un héroe, cada episodio una epopeya. ¡Cuántos permanecerán ignorados!, ante el asombro del vencedor se sucumbía con un espíritu inigualable, con un arrojo sin límites, se dijo más tarde que fue estéril. ¿Es que pude no dar frutos la bravura y el honor?


(El Vicealmirante Sr. Eulate -en el centro- presenta a Su Majestad el Rey Don Alfonso XIII al Cabo Niebla durante la ceremonia de inauguración, en Cartagena, del monumento a los héroes de Cuba y Cavite).

Allí estaba Damián Niebla: Jefe de la pieza del cañón 4 del Vizcaya, no abandonó su puesto cuando una granada enemiga le cercenó el brazo izquierdo. Continuó en la lucha negándose a ser evacuado, hasta que hallándose el buque a punto de hundirse fue recogido con otros de su dotación por el crucero norteamericano Yowa (unidad que ella sola montaba más artillería que la totalidad de la escuadra española), donde no fue hospitalizado hasta que vio en la cubierta enemiga a su Comandante don Antonio Eulate.

Tuvo lugar entonces un rasgo emocionante: cuando el Jefe español entregó el sable al Comandante vencedor, éste se lo devolvió diciendo: << No puedo aceptar la sumisión de un héroe, yo sólo admitiría la de un vencido>>. Ante esta frase el Cabo Niebla que contemplaba la escena, se adelantó con su brazo izquierdo atrozmente mutilado, y saludando con el derecho se cuadró militarmente ante Eulate, diciendo la frase de ordenanza << ¡A sus órdenes, mi Comandante! >>.

Tanto su valor y constancia en el combate como este hermoso gesto, fueron puesto de manifiesto por su Comandante en acto público a don Alfonso XIII, en ocasión de la inauguración en Cartagena del monumento a los héroes de Santiago de Cuba y Cavite, el día 9 de noviembre de 1923, lo que le valió a Niebla el ingreso en el cuerpo de inválidos desde la fecha de su herida por expresa disposición del soberano que dio la mano repetidas veces al héroe, mezclándose entonces las lágrimas de Eulate y de su subordinado en un hercúleo, fuerte, gigantesco abrazo entre el Jefe y el Cabo.

En las cartas tan frecuentes entre ambos, muchas veces Eulate dice con ocasión de ver al Rey éste le preguntaba <<por su bravo marino>>. <<Dile –dice en una de ellas- que no le olvido>>. <<He vuelto a ver a Su Majestad –escribe en otra- expresamente me ha preguntado por usted. ¿Qué es de Niebla? Me ha dicho…>>.

Vivió el resto de su vida en San Jorge de la Mariña, una existencia consagrada a sus recuerdos cristalizados en esa fotografía, en la cual se ve al Cabo Niebla conversando con Alfonso XIII y al ya Almirante Eulate entre ambos, en el acto del que antes hemos hablado.

Cuando estalló el Movimiento Nacional, Damián Niebla contaba con 64 años de edad, lo cual no fue obstáculo para que se presentara como voluntario a las autoridades del Departamento. Pero dada su edad y la falta del brazo, si bien desempeñó algunos servicios de retaguardia, hubieron de reintegrarlo a su hogar. No se conformó con ello y al ver que personalmente no podía ayudar tuvo el hermoso gesto de ceder el 20 por ciento de su sueldo para ayudar a la cusa.

Murió el 9 de julio de 1950 a los 77 años de edad, después de una penosa enfermedad que duró un año, pero antes de expirar su postrer rasgo fue un colofón a una vida heroica consagrada a los más altos ideales.

Sintiendo acercarse su fin llamó al lecho a todos sus hijos y la despedida que les dedicó merece ser esculpida en bronce: <<Yo no di más que un brazo a la Patria –les dijo- si lo volviese a necesitar no le negaría vuestras vidas>>. Frases menos bellas y de un contenido menos sublime ha perpetuado la historia y la ha dado como una norma ética, una guía a seguir, un ejemplo de las más altas virtudes.

No contento con esa despedida dada a los suyos, rogó que le pusieran en pie para ir a decir adiós a su querido Almirante, quiso ver por última vez aquel retrato en que saludando a Su Majestad estaba también presente su antiguo Comandante. Hasta allí llegó penosamente. De nuevo el Cabo de Cañón, ahora con la vida a punto de extinguir, se cuadró de igual manera ante Eulate y le dijo: << ¡A la orden de V.E., aún voy a pie para mi puesto! >>.

Razón tenías Damián Niebla, ibas a ese puesto, a ese puesto que Dios te tiene reservado, habías cumplido como bueno en este Valle de Lágrimas, te esperaba el galardón máximo que el Señor concede a sus elegidos y que estaba reservado para ti, para ti modesto Cabo de Artillería de la Armada, desde mucho antes de la creación de los mundos. Allí te esperaría tu Almirante, junto a ti se postraría ante el que es la Verdad y la Vida, pero esta vez no tendría necesidad de presentarse ante la Majestad de Majestades como << un bravo marino >>, para Dios no hay héroe anónimo, sino que con su celestial sonrisa te destinaría a las legiones de Bienaventurados que te acogerían gozosos.

Cabo Niebla, yo de la tierra sólo pretendo para ti, un recuerdo, una lágrima, una oración.

La nieta de don Damián Niebla, María Dolores Niebla me ha enviado un poema dedicado a su abuelo. Desconocemos la autoría del mismo.

<< Perdió el siniestro brazo en la campaña. A cercén, como al golpe de un hachazo. Brilla en sus ojos épico chispazo que una sombra de dolor empaña. ¡Retírate!, le gritan, ni restaña la roja espuma del fatal balazo, ¡No me retiro; que aún queda un brazo para luchar por el honor de España! Y al saludar, sereno y arrogante, al vencedor, con el muñón sangrante, en la inmortalidad se escuchó un canto; porque del patriotismo al tierno halago, vibró por este manco de Santiago, la lira de aquel manco de Lepanto >>.

Para más información del Cabo de Cañón don Damián Niebla y del crucero acorazado Vizcaya, consultar los siguientes apartados del foro:

*.- Época Moderna, de 1834 a 1957. Buques, 1834 a 1957. Cruceros clase Vizcaya-Guerra de Cuba.

*.- Época Moderna, de 1834 a 1957. Órdenes de batalla, de 1834 a 1957. Escuadra de Operaciones de las Antillas (abril-1898).

Bonita historia
D. Damián vivia en ¿San Jorge (Ferrol) ?
¿Sabe alguien si era natural de alli?

Sí, vivía en San Jorge, en una casa que está justo debajo de la iglesia y el cementerio.

Algo más sobre D. Damián Niebla. Dedicado a su bisnieta Paloma.

La Vanguardia, Barcelona 10 de noviembre de 1923.

El monumento a los héroes de Cavite y Santiago Cartagena, 9.

Esta mañana, a las once, se ha celebrado con extraordinaria solemnidad la inauguración del monumento erigido en memoria de los héroes de Santiago de Cuba y Cavite.

Desde las diez de la mañana el monumento se hallaba rodeado por fuerzas de mar y tierra de la guarnición de Cartagena que iban tomando los lugares designados.

La charanga de la escuadra llegó al monumento tocando la misma marcha que tocó la escuadra al salir de Santiago de Cuba para el combate.

A las once de la mañana llegaron SS. MM. los Reyes, acompañados del presidente del Directorio.

Todas las bandas interpretaron entonces la Marcha Real mientras el gentío que se apiñaba en las inmediaciones del monumento prorrumpía en una estruendosa ovación.

En este momento cruzó los aires un hidroavión que maniobró durante largo rato sobre el lugar donde la ceremonia se celebraba.

S.M. el Rey vestía uniforme de gala de almirante y la Reina abrigo verde, adornado con pieles.

El presidente del Directorio vestía uniformo de gala.

SS. MM. ocuparon bajo dosel el sitial que tenían designado, colocándose inmediatamente después el general Primo de Rivera y a los lados de la familia real el general Fernández Lapuente, el capitán general de la región, el gobernador, el presidente de la Diputación y el alcalde. A la izquierda de S. M. el Rey estaba la comisión organizadora del monumento y el embajador de los Estados Unidos con el agregado militar de la embajada, el ex ministro señor Maestre y representantes del ejército y de la Marina.

A pesar del tiempo desapacible, la concurrencia que asistió a la inauguración del monumento, fue verdaderamente extraordinaria.

Se calculan en 20.000 las personas allí congregadas. Se habían levantado dos tribunas, una para los Reyes y su séquito y otra para los invitados.

Delante de la tribuna regia formó la Marina, representada por las dotaciones de los acorazados «Jaime I» y «Alfonso XIII».

Frente a la tribuna de los Reyes se había montado un altar, en el que ofició el capellán del crucero «Reina Cristina», padre Riera. En el altar se hallaba el pergamino de la comisión del homenaje, cubierto con la bandera del contramaestre Casado.

Terminada la misa, leyó un discurso el presidente die la comisión, señor Altamira.

Después de dar las gracias a SS. MM. por habar patrocinado con su presencia aquel momento, mostró también su agradecimiento a todos los que habían cooperado dentro y fuera de la nación, diciendo que era un imperativo deber de justicia conmemorar esta solemnidad, que adquiere mayor realce con la presencia de SS. MM. que rememoran el acto de abnegación y heroísmo de aquellos marinos.

Explicó la verdadera significación del homenaje, diciendo que constituye una reivindicación de la marina, que una injusticia del sentimiento público hizo responsable del hecho mismo de que fue víctima.

La marina en 1898—dice—fue ejemplarizante, sabiendo que le esperaba una destrucción segura, después de la declaración reglamentaria, ¡protesto y salgo a la mar!, marchó al encuentro de la gloriosa muerte con un valor y un heroísmo sin igual.

Terminó diciendo que esto significa el homenaje al cumplimiento del deber profesional, que debe servir de ejemplo, sea cual fuera aquel.

Al terminar el discurso, fue muy aplaudido.

El alcalde pronunció después un breve discurso agradeciendo la presencia de los Reyes y del presidente del Directorio.

Este monumento dijo, será para nosotros un altar sagrado donde las generaciones venideras podrán contemplar una heroica lección de patriotismo.

Seguidamente, y en medio de la general expectación, avanzó el presidente del Directorio pronunciando su anunciado discurso.

No extrañe nadie dijo, ni a VV. MM. tampoco, que estas palabras que voy a pronunciar por mandato de V. M. y en representación como jefe del gobierno ante V. M., me produzcan una verdadera emoción por el hecho que se conmemora, y si en mis palabras puede haber algo de elocuencia es únicamente porque salen del corazón.

Decía el presidente de la comisión que este homenaje no era solo para los héroes vencidos, sino para todos aquellos combatientes desconocidos que intervinieron en aquellos hechos.

Este homenaje es para aquellos que mantuvieron la disciplina y siguieron a sus jefes.

No es el monumento un homenaje a Morgado, a Fajardo, al condestable Zaragoza, al condestable Arjones, a Ballesteros y al capellán del Cristina, cuyos hechos gloriosos se conmemoran; este homenaje es a todos aquellos que no pudieron dejar su nombre glorificado, para que pasara a la posteridad, pero que hicieron una obra grande.

Para que el homenaje sea completo, asisten al acto SS. MM. los Reyes y el embajador de los Estados Unidos, que con su presencia proclama ante los españoles el valor y nobleza del pueblo que con ellos se batió.

Alude después a la conducta de los marinos españoles, diciendo que nunca ha podido olvidar la frase de Méndez Núñez: «Más vale honra sin barcos, que barcos sin honra». Pero es preciso—añade—poner remedio para que aquella situación de 1898 no se reproduzca, para lo cual hay que crear proporcionalmente Ejército y Marina, además de industrias militares para que el Ejército y la Marina no constituyan una carga demasiado pesada para el Estarlo, sino por el contrario, el medio de su prosperidad y riqueza.

El recibimiento que ha dispensado Cartagena al Soberano, significa el cariño que el pueblo siente por su Rey, que, ajeno a toda responsabilidad, según la Constitución, es querido por el pueblo y su nombre va unido al porvenir glorioso de la Patria.

Habla después del cielo que ha lucido espléndidamente el día de la llegada, aunque las luminarias nocturnas y los ojos de las bellas cartageneras parecían competir con su fulgor. Y después, dirigiéndose al Rey, dice; Señor: De este puerto saldrá V. M. para otro puerto de la nación italiana. Tened la seguridad y la convicción de que, aunque ausente unos días, la tranquilidad queda asegurada con la presencia en el Gobierno de persona tan prestigiosa en nuestra Marina, y que velará por el orden v la disciplina. (Aplausos).

En este momento y en este día, es la primera vez que hablo al pueblo ante V. M.; y aseguro en nombre propio, en el del Directorio, y en el del Ejército y la Marina, que se solidarizó con nosotros, que lo que nos proponemos es la salvación de España. Y esta salvación se llevará a cabo merced al movimiento incruento al que debemos el poder.

Así, no volverán a repetirse los casos tristes de aquellos momentos en que nos faltaron medios proporcionales a nuestra capacidad para obtener la victoria.» (Grandes aplausos).

Seguidamente, el Rey y la comisión del monumento marcharon hacia éste para hacer la ofrenda de las coronas.

Descubierto el monumento, el embajador de los Estados Unidos leyó el siguiente discurso:

«Entrego esta corona con la más grande admiración para los héroes españoles cuya memoria se consagra en estos momentos.

En verdad, héroe es el hombre que se sacrifica y muere por la Patria.

Es mi esperanza, y mi voto se dirige hacia ello, el que este acto sea punto de partida de una cordial amistad entre las civilizaciones hermanas. Este es mi más vibrante deseo y la expresión de los sentimientos de amistad entre mi nación y la española, que son cada vez más cordiales.»

A continuación el Rey comenzó a condecorar a los supervivientes de los memorables combates, estrechándoles afectuosamente la mano.

Los supervivientes besaban la mano de la reina Doña Victoria Eugenia con gran emoción.

Al llegar al cabo de cañón del «Vizcaya», apellidado Niebla, el señor Eulate hizo su presentación al Rey, siendo este momento de gran emoción.

El Monarca estrechó repetidamente la mano al cabo Niebla y después de condecorarle, le anunció que entraba en el cuerpo de inválidos con la antigüedad del día en que resultó herido.

El señor Eulate y el cabo Niebla se abrazaron llorosos.

El público prorrumpió en una ovación formidable.

Terminada la imposición de condecoraciones, el Rey volvió a la tribuna regia, desde donde presenció el desfile de las tropas de mar y tierra en columna de honor. El desfile fue brillantísimo.

Terminado el acto, el Soberano marchó al arsenal.

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He modificado algunas palabras del artículo, dado que eran completamente ilegibles. También podréis comprobar que algunas de las frases no casan ni con cola, en fin, cosas de la prensa.

Un saludo.

Enhorabuena Cervera, muy oportuno y muy propio

Un saludo

Antonio

Gracias colega. Nuestra nueva tripulante se lo merece. Todo un “tío” nuestro Damián Niebla.

Con este nuevo fichaje la Escuadra de Operaciones de las Antillas cobra un nuevo impulso.

Un saludo Brigadier.

He disfrutado muchisimo con su lectura.

Mi mas sincera enorabuena.

Un saludo

Muchas gracias a todos por vuestra amable bienvenida a este foro y un agradecimiento especial a Cervera, por los artículos tan interesantes sobre la vida de mi bisabuelo. He podido conseguir 2 fotografías más de Damian Niebla, pero me temo que no sé cómo agregarlas al foro. Lo voy a intentar y si veo que no salen os pido ayuda.

Bueno, pues efectivamente soy novata en estos temas y no he conseguido insertar ninguna foto. Si alguien es tan amable de instruirme, se lo agradeceré mucho y podré compartir encantada esas fotos con vosotros.

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Hola pniebla


En el foro de -Gaceta de abordo- que está arriba del de -Tripulantes-, veras bajo de él un letrero que pone -Instrucciones de uso del Foro- le pinchas y entras en él allí se explica como poderlas subir.


Si no lo entiendes, me las envías por correo y yo las subo. No nos podemos quedar sin esas joyas.


Un cordial saludo.
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Hola de nuevo. Muchas gracias por tus indicaciones. He usado el servidor de imageshack.us y espero que esta vez salgan las fotos bien.



En esta foto están: Damián Niebla a la izquierda y su hijo José (mi abuelo). Debió de ser tomada en 1946, según un timbrado que hay en el reverso de la foto. El lugar lo conozco bien. Es el parque que hay en Ferrol. Según me ha contado mi madre, asistían a una boda de un familiar.



Esta otra foto es de mis bisabuelos juntos. Damián Niebla e Isabel Sanz. Tuvieron 6 hijos, de los cuales sólo vive uno en la actualidad.

Espero haber completado bien el proceso y que podáis ver las fotos. Confío que os gusten.
Un saludo,
Grumete Paloma Niebla

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Estimada Paloma Niebla


Muchas gracias por las molestias y si que se ven, así que doble gracias.


Vienen a completar la vida de un héroe de España, casi desconocido.


Un cordial saludo.
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Gracias por las fotos Paloma. A ver si consigues alguna con el uniforme de la Marina.

Un saludo.

La verdad en que D.Damián es digno de un libro

¡Sin duda alguna, D. Damián Niebla, más que un valiente y, disciplinado hasta el final!. ¡Cervera, enhorabuena por la recopilación, he disfrutado muchísimo a leerla!

¡Un cordial saludo!

Hannes Hunger

Quiero agradecer también todo lo reflejado en este foro sobre mi bisabuelo. Hace poquitos días visité su tumba, en la que también descansan mis abuelos. Siempre que voy allí me dan ganas de retroceder en el tiempo y vivir todo lo que mi madre nos cuenta sobre su infancia.

Yo nací mucho después de que muriera mi bisabuelo, pero entre lo que me cuenta mi familia y lo que puedo leer aquí, realmente creo que me habría encantado conocerle.

Saludos,

Hola Eva

Hace un momento te he dado la bienvenida en tu presentación en el foro, ni idea que eras familiar de D. Damián.

Ya sois tres las “chicas” de D. Damián que tengo el placer de conocer, María Dolores, con la que me “carteo” con cierta frecuencia, Paloma, y ahora tu.

Tu bisabuelo fue un gran hombre. Estoy muy orgulloso de llevar su nombre en mi firma.

A tu disposición para lo que necesites.

Un saludo.

Fernando.