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Vino al mundo en la ciudad de Zamora, el día veinticinco de febrero del año de 1830.
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En el año de 1836, sus padres se trasladaron a Madrid, donde realizó sus primero estudios hasta el año de 1843 en que regresaron a su ciudad natal.

En el año de 1845, se presentó a examen para sentar plaza en la Armada, desplazándose hasta la ciudad de San Fernando, donde se encontraba el Colegio Naval Militar.

En el año de 1848, se le otorgó el grado de Guardiamarina de 1º, en este empleo navegó en prácticas en la fragata Isabel II, el navío Soberano y la corbeta Villa de Bilbao, pasando posteriormente destinado a las islas Filipinas; en el año de 1850, estando embarcado en el bergantín Ligero, participó en la campaña contra los piratas de Joló, siendo tan valeroso y heroico su comportamiento en el asalto final a la fortaleza, que le fue concedida la Cruz de San Fernando.

En el año de 1851 se le ascendió a Guardiamarina 2º, se le ordenó regresar a la Península, y destinado a la Comisión Hidrográfica de las islas Canarias, para realizar el levantamiento de las cartas náutica de sus costas y accesos.
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El hallazgo de la Carta Náutica de Juan de la Cosa fue dado a conocer por el también barón Alexander von Humboldt en su obra: « Examen critique de l'Historie de la Géographie du Nouveau Continent » publicada en 1839. En el mes de mayo del año de 1853, a la muerte del barón de Walkenaer su biblioteca salió a subasta pública y entre las numerosas obras, el lote numero 2904 se anunciaba como « el más importante bosquejo geográfico que nos ha legado la Edad Media »

Se encontraba en esa época de ayudante del agregado naval en la Embajada de España en París don Cesáreo Fernández Duro, quien inmediatamente lo puso en conocimiento del Gobierno y éste, por mediación del Ministerio de Marina envió a don Ramón de la Sagra (naturalista, economista, sociólogo, intelectual y político) con la orden del Gobierno de no dejarlo escapar, por la manifiesta importancia del documento en cuestión, quien rápidamente se puso en camino acudiendo a la subasta el día señalado.

La Biblioteca Real de Paris pujó por él, así como un coleccionista particular que llego a ofrecer 4.000 francos. Ramón de la Sagra, dijo, que estaba allí en representación de la Reina de España, lo que ya dejó pocas posibilidades al resto, lo que le permitió hacerse con él por la suma de 4.020 francos (finalmente se pagaron 4.321, comisiones de subasta, hay que suponer), traducido a reales fueron dieciséis mil ochocientos. En septiembre de 1853 fue expuesta por vez primera en el Museo Naval de Madrid donde aun continúa.
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En el año de 1853, se le ascendió al grado de alférez de navío, siendo destinado a la isla de Cuba, donde permaneció hasta el año de 1856, regresando a la Península y destinado como profesor del Colegio Naval. Aquí comenzó la gran obra de este marino escritor, ya que dio a la imprenta la obra que le haría saltar a la fama, « Cosmografía » de Ciscar. El valor de esta obra actualizada por él se demuestra, porque permaneció como libro de texto durante más de veinticinco años, siendo varias promociones las que lo estudiaron; viendo el éxito alcanzado se decidió a seguir escribiendo.

En el año de 1856 publicó: « Descripción del Panteón de Marinos Ilustres » y « Colegio Naval Militar » En el año 1857, publicó: « Problemas náuticos », « Guerra con los Estados Unidos » y « Descripción de la nuevas cañoneras de hélice »

Fue ascendido a teniente de navío en el año de 1859 y con él se le otorgó el mando del vapor Ferrol, con el que transportó desde la Península tropas, víveres y armas a África, donde se libraba la guerra, sirviendo de apoyo continuo al ejército allí desplegado, por su gran mérito en estas misiones se le otorgó la Cruz de la Marina, que en el año de 1861, la permutó por el grado de comandante de infantería. (De alguna manera, se seguía la tradición de ser de Mar y Tierra)

A pesar de esto en el año de 1859 se publicó su obra: « Descripción de algunos de los mecanismos inventados para tomar rizos a las gavias sin mandar la gente arriba »
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Al terminar la guerra, se le destino al apostadero de la Habana, por lo que fue una pieza clave en la expedición del general Prim a Méjico, por la excelente preparación del apostadero como base principal de los buques desplegados en el seno mejicano. En este año de 1860 publicó: « Una comida de moros »

Al finalizar la participación de España en los temas de Méjico, en el año de 1863 se le llamó a Península, con el nombramiento de oficial primero de la secretaria del Ministerio de Marina. En este año vieron la luz: « Nociones de Derecho Internacional Marítimo » y « Memoria sobre el puerto, ciudad y fortificaciones de Mogador » y en el año de 1865, « La cuestión del Perú » y « Estudios sobre pesca »

Por los méritos contraídos en el apoyo a la expedición, se le nombró primer secretario de la Junta Consultiva de la Armada, más otros cargos simultáneos, lo que le volvió a ser reconocido por varias condecoraciones.

En el año de 1866, vieron la luz: « Memoria sobre la Exposición Internacional de Artes y productos de pesca celebrada en Bergen », « Almadrabas », « Biografía del Excmo. Señor don Francisco Armero » y « Naufragios de la Armada Española »

Pasó la revolución de 1868 en su puesto, cuando se termino ésta y al finalizar el año, se le ascendió al grado de capitán de fragata y con él, segundo comandante de la fragata acorazada Numancia.
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Al finalizar su mando a flote, se le destino a la isla de Cuba ya en el año de 1869, ocupando el puesto de Secretario del Gobierno Superior de ella, siendo su Capitán General, el general Caballero de Rodas, quien se puso al frente de la fuerzas, por haberse levantado los insurreccionales, llevando a cabo el ataque sobre Camagüey, Matanzas y Cárdenas, a quien acompañó a lo largo de toda la campaña, por sus méritos de nuevo demostrados, se le otorgó el grado de coronel de infantería.

Pero no abandonó la pluma, así le fueron publicados en el año de 1867: « Tratado elemental de Cosmografía », una nueva edición de la de Ciscar, ampliada y actualizada, y «Exposiciones internacionales de Pesca » Además de ser nombrado Académico de número de la Real Academia de Historia y Socio de Mérito de la Academia de la Habana.

Prosiguió su trabajo con la pluma, y en el año de 1869 publicó: « Cervantes Marino » En el de 1871: « Veinte cartas o artículos descriptivos de la Exposición de Viena » y en el año de 1872: « Las armas humanitarias »

En el año de 1873 regresó a la Península y se le envío como Comisario de España a la Exposición Universal de Viena. A su regreso publicó el mismo año: « Treinta artículos descriptivos de la exposición Universal de Viena » y « La Carta de Juan de la Cosa »
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En el año de 1874, se le pasó a la escala de tierra, siendo designado como Consejero de Agricultura, Industria y Comercio, viendo la luz ese año: «Las Carabelas», «Lombardas y otros tipos de pólvora», «Decoración de naves antiguas», «Buques coraceros antiguos españoles» y el primer tomo de las «Disquisiciones náuticas»

En el año de 1875, se le ascendió sin antigüedad al grado de capitán de navío y se le nombró Ayudante de Órdenes del Rey, acompañando a S. M. don Alfonso XII a la campaña de la Guerra Civil del Norte, contra los carlistas. Esto le supuso el verdadero empujón, para dedicarse de lleno a la pluma, recibiendo grandes honores y nombramientos, alcanzando su obra sus más altas cotas.

En el año de 1877 le publicaron: « Veinticuatro cartas acerca del viaje de S. M. el Rey », «El Hach Mohamed el Bagdagy», «La mar descrita por los mareantes» y «Cronómetro Berthoud»

En el año de 1878, se le nombró Presidente de la Comisión de límites, de la posesión española de Santa Cruz de Mar Pequeña (Ifni), aunque en ella estuvo hasta el final de las conclusiones y acuerdos con los marroquíes, dándose por finalizadas en 1888. Vieron la luz en 1878, las obras: «Exploración de una parte de la costa Noroeste de África», «Instrumentos que se guardan en el Museo Naval», «Venturas y desventuras», «Navegaciones de los muertos y vanidades de los vivos» y el «Lago de Sanabria o de San Martín de Castañeda»
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En el año de 1879, ingresó en la Sociedad Geográfica de Madrid, y en el mismo año se publicaron sus obras: «Los ojos en el Cielo», «Apuntes biográficos del almirante Marqués de Rubalcaba» y «Prólogo a la Historia de las exploraciones árticas de Novo y Colson»

En el año de 1880, se le nombró Académico de número de la Real Academia de la Historia y Secretario general del Congreso Internacional de Americanistas y salieron de la imprenta: «Arca de Noé» En el de 1881: «Mateo de Laya, Almirante del siglo XVII» y el prólogo al libro «Viaje de regreso de la Resolución» En el año de 1882: «Las joyas de Isabel la Católica, las naves de Cortés y el salto de Alvarado», «Anteproyecto de la Ley de Pesca fluvial», «Memorias históricas de la ciudad de Zamora» y «Don Diego de Peñalosa y su descubrimiento del Reino de Quivira»

En el año de 1883, se le nombró Vocal de la Junta Consultiva del Instituto Geográfico y Estadístico, publicándosele: «Necrología de don Gonzalo de Murga y Mugartegui», «Colón y Pizarro» y «Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque»

Entre los años de 1884 y 1888, fue comisionado para analizar y fijar los límites entre Colombia y Venezuela; de la que se formó por la misma razón, en la costa orientales de África y el golfo de Guinea; representó a la Academia de la Historia en el Congreso Arqueológico de Soissons; se le nombró socio de mérito de la Sociedad de Salvamento de Náufragos; miembro honorario de la Colombina Onubense y miembro correspondiente de la Academia de Historia y Filosofía de Ohio. En este último año, pidió y se le otorgó, su pase definitivo a la reserva.
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Mientras su pluma seguía trabajando, por lo que se publicaron en 1884: «Don Pedro Enríquez de Acevedo, Conde de Fuentes», «La Armada Invencible», «Fraseología novísima», «El puerto de los españoles en la isla Formosa» y «Antigüedades en América Central» En el de 1885: «Colón y la Historia póstuma», «El Gran Duque de Osuna y su Marina» y «Informe acerca del arte llamado Encesa» En el año de 1886 publicó: «La conquista de las Azores en 1583» y «Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas en Ultramar» En el de 1889: «Noticia breve de las cartas y planos existentes en la biblioteca particular de S. M. el Rey»

En el año de 1890, fue nombrado Académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la que leyó su discurso de entrada sobre: «El arte es uno y unas mismas las leyes á que obedece la múltiple expresión de la forma de los objetos» Al mismo tiempo que por su erudición, se le llamó para realizar los planos de la nao Santa María a construir para el cuarto centenario del descubrimiento de América. Por este trabajo, se le concedió la Gran Cruz del Mérito Naval.

Al finalizar estos trabajos, prácticamente se dedico por completo a la pluma y a sus obligaciones en las diferentes academias a las que pertenecía.
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Por esta tranquilidad, comenzaron a publicarse, en el año de 1890: «Nebulosa de Colón, según observaciones hechas en ambos mundos» esta obra tiene la particularidad, de haber sido publicada con el seudónimo de F. Hardt, «De bota Dura», «¿Es el centenario de Colón?», «Necrología. Don Francisco Javier de Salas», «El arte Naval», «Colección de escritores castellanos» y «Colección bibliográfica-biográfica de noticias referentes a la provincia de Zamora o materiales para su historia»

En el año de 1891 se publicó: «Pinzón en el descubrimiento de las Indias» En el de 1892: «Sociedad Colombina Onubense», «Primer viaje de Colón», «Bosquejo histórico del almirante don Diego de Eguía y Beaumont» y «La nao Santa María, capitana de Colón en el descubrimiento de las Indias Occidentales» En 1893: «Los Cabotos y Juan Sebastián», «Viajes regios por mar en el transcurso de quinientos años», «La Marina del siglo XV en la Exposición histórica», «Españoles en Camboja y Siam, corriendo el siglo XVI» y «La Marina de Castilla desde su origen y pugna con la de Inglaterra hasta la refundición en la Armada española»

En el año de 1894 vieron la luz: «La tapicería de Bayeux, en que están diseñadas naves del siglo XVI», «Hernán Tello Portocarrero y Manuel de Vega Cabeza de Vaca» y «Armada española desde la unión de los Reinos de Castilla y Aragón» siendo el primer tomo, dando así el primer paso de su obra más famosa. En el año de 1895: «Relación breve de lo sucedido en el viaje que hizo Álvaro de Mendaña en la demanda de la Nueva Guinea» y «Pedro Sarmiento de Gamboa el Navegante» En el de 1896, los tomos II y III de la «Armada española»
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En el año de 1897, «Efectos del corso» En 1898: los tomos IV y V de la «Armada española» En 1899: «Los orígenes de la Carta o Mapa geográfico de España» En 1900: «El derecho a la ocupación de los territorios en la costa occidental de África en los años 1886 a 1891» y los tomos VI y VII de la «Armada española» En el de 1901: «La mujer española en Indias»

Viendo todo este trabajo y valorándolo justamente, se unieron todos sus admiradores y compañeros, que eran muchos y de muy alto rango, siéndole regalado un álbum con la firma de tres mil de ellos, estando a la cabeza de ellas la dedicatoria y firma de, don Francisco Silvela, al mismo tiempo que se había acuñado una medalla de bronce por el mismo motivo esculpida por Marinas, la cual también le fue entregada en una cena en su honor en el año de 1902.

En éste mismo año se le publicaron: «Don Juan Bautista Muñoz», «El último almirante de Castilla, don Juan Tomás Enríquez de Cabrera, Duque de Medina de Rioseco» y el tomo VIII de la «Armada española» En el año de 1903: «Viajes del infante don Pedro de Portugal en el siglo XV» y el tomo IX y último de la «Armada española» al parecer años después se quiso actualizar la obra con el tomo X, pero nadie se quiso hacer cargo de escribirla, por considerar que no estaban los autores del momento a la altura de don Cesáreo.
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Para completar en parte toda su trayectoria de escritor añadir, que fue redactor de las publicaciones: «La Crónica Naval de España» 1855 a 1860, «Revista de Navegación y Comercio», en 1894 entre otros diarios. Siendo colaborador del «Boletín de la Real Academia de la Historia», en 1897, «La Ilustración Española y Americana» entre 1897 y 1899, «Mundo Naval Ilustrado» entre 1898 y 1900, «Revista Contemporánea» en 1898, «La España Moderna» etc. etc. Siendo traducida al alemán parte de sus obra «Disquisiciones Náuticas»

Cuando en el año de 1888, se le concedió el pase a la reserva definitivo, se trasladó a su Zamora natal, donde a la edad de setenta y ocho años le sobrevino el óbito, siendo el día cinco de junio del año de 1908.

Entre otras condecoraciones, estaba en posesión de: La Medalla de Académico de número de la Real Academia de la Historia; Placa de la Real y Militar Orden de San Fernando; Placa de la Cruz del Mérito Naval, con distintivo blanco; Cruz de Caballero de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo; Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica; Gran Cruz de la Real y Militar Orden de Alfonso XII y Cruz de la Real Muy Distinguida Orden de Carlos III.

A su fallecimiento ostentaba los cargos de Secretario Perpetuo de la Real Academia de la Historia, Presidente de la Real Sociedad Geográfica y Presidente de la Comisión técnica, como árbitro de los límites en disputa entre Perú y Ecuador, debiendo informar de ello a al rey don Alfonso XIII.
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En palabras del almirante Concas, con referencia a la labor divulgativa sobre la Armada de don Cesáreo Fernández Duro, nos dice:

«Se distinguen de otras muy leídas, como las de Mazarredo y Salazar, quienes, enfermos de anglomanía, después del vencimiento de Trafalgar y de la decadencia nacional de principios del siglo XIX, han estampado juicios que no son otra cosa que ayes de dolor vistos en especial espejismo y que extravían a la opinión, que no toma en cuenta la existencia del vapor, la electricidad, los altos explosivos, las corazas que han transformado al mundo marítimo, y que nada de lo que dicen se podría aplicar tampoco a Inglaterra, según suponen, mientras que los escritos de Fernández Duro son la verdad escueta y el estudio concreto sobre marina; así es que en todos ellos y en todas las partes, las deducciones son legítimo resultado de las causas que las produjeron. Y sucede, pues, que mientras los primeros son leídos por muchos que buscan la justificación de sus errores o de falsos argumentos, los de Fernández Duro son menos conocidos en los círculos de lucha, porque la verdad que todos encierran, no se presta al objetivo principal de agredir a la marina, para lo que únicamente se emplean aquellos escritos»

Habría que añadir, que la gran obra de Fernández Duro, que se ampliaba a varios conceptos y materias, quedó un poco al margen en su momento, eso a pesar, de haber publicado más de cuatrocientos libros y artículos, lo que le hace estar a la altura de los mejores predecesores en la especialidad, como don Martín Fernández de Navarrete y don José de Vargas Ponce, a los que incluso en alguna de sus obras los superó, como muy bien dice al respecto de éstas últimas, Pedro de Novo y Colson, que las califico de «Monumentos literarios dentro de la Historia»
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Es de destacar, que aún hoy hay algunas discrepancias, por ejemplo donde falleció, ya que hay autor que lo sitúa en Madrid y quien en Zamora. Hemos escogido esta última opción, por parecernos más lógica.

Al mismo tiempo, pedir disculpas, por la brevedad de este trabajo, ya que el biografiado se merece mucho más y porque su persona no sea más conocida incluso entre sus compañeros, lo que facilita su desconocimiento el no disponer siquiera de una autentica biografía de su persona, lo que poco o nada contribuye a ensalzarlo al lugar que le corresponde.

Como reconocimiento tardío a su trabajo, siempre defendiendo la verdad sobre la Historia Naval de España, por Decreto Ley, se ordenaba el traslado de sus restos al Panteón de Marinos Ilustres, donde fueron acogidos el día catorce de febrero de 1963.

Solo habían transcurrido casi cincuenta y cinco años desdé su fallecimiento, para que al menos se le diera el digno reposo a sus restos que tan dignamente merecían.

Siendo colocada la lápida en la tercera capilla del Este o izquierda, junto a las de don Francisco Moreno Fernández y don Andrés Reggio y Brachiforte.



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La colección de documentos de Fernández Duró depositada en la Real Academia de la Historia es fundamental para el conocimiento de los hechos acaecidos en Camagüey durante la guerra de los diez años (1868-1878). Entre otros, contiene la papelería de Ignacio Agramonte, que seguramente le fue arrebatada tras su muerte en el potrero de Jimaguayú en 1874. Esta documentación permanecía desconocida u olvidada hasta hace cuatro años, cuando tuve la fortuna de topar con ella.