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 Diario de la Descubierta por Alexandro Malaspina 
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…30 diciembre.

El atravesar desde el cabo de San Diego a la isla de los Estados, debió pues la poca claridad de día que aún nos quedaba de suerte que eran bien las nueve cuando estuvimos al NS del cabo San Antonio distancia de dos leguas. El viento a la sazón había girado del NO fresco, y arrafagado, y por un raro caso, al atravesar delante a la isla difícil a precaverse, apenas habíamos atracado la isla, cuando nos sobrecogió una corriente muy tan fuerte hacia el S, que nos aconchaba rápidamente sobre la costa, de la cual no distábamos ya a las 10, sino dos milla escasas.

Fue pues preciso orzar al NE, y resistir una fuerza desproporcionada de vela, la cual pero nos puso a las once al NS con las islas del Año Nuevo a muy corta distancia y nos permitió finalmente a las doce el navegar al E corregido con aparejo moderado.
… las islas que forman el fondeadero del Año Nuevo se dejan ver a regular distancia, y como sobresalen mucho al N, siendo al mismo tiempo bajas, mientras toda la tierra de la isla de los Estados, es alta, y escarpada, puede mirarse este fondeadero como el menos equívoco para venir en busca suya.

Este puerto era el puerto de reunión, que había prefijado al capitán del bergantín Carmen en las últimas instrucciones, que se le habían dado en Puerto Deseado: pero como fuese que ni podíamos creer, que el bergantín con los tiempos que habían corrido pudiese alcanzar el puerto, ni nosotros tuviésemos cosa alguna que escribir al Virrey de Buenos Aires; acosados por otra parte del viento nos propasamos, como a la media noche de la boca del puerto; y solo nos ocupamos de amanecer cerca de cabo San Juan, cuya posición en Longitud, y vistas de mar en fuera me parecían importantes para la navegación nacional.

31 diciembre.

A las tres de la mañana ya nos era fácil tomar algunas vistas de la costa. Pudimos después sucesivamente medir horarios lo cuales tomados en dos diferentes horas y marcaciones, y dieron unánimes al cabo San Juan la Longitud de 7º 25’ al occidente de Montevideo, atendiendo solo al nº 61, pues los 13 y 72, se apartaban de aquel considerablemente el uno al Oeste y el otro al Este, dando no obstante un promedio igual a los resultados del 61…

Como ya se ha indicado la que determinaba el capitán Cook, y como en la carta de Magallanes el error de las longitudes de Cook, comparadas a la del cabo de las Vírgenes se había supuesto de 33 minutos, en el otro sentido, haciendo que la costa desde el cabo de Espíritu Santo hasta el de Santa Inés, corriese caso NS; resultaba, un error en aquella carta para el cabo de San Juan de 47’ que estaba más al Oeste, de lo que determinaban nuestros resultados; y así para nuestra navegación sucesiva nos pareció lo más acertado (supuesta exacta la diferencia de meridianos determinada por los relojes del navegante inglés) el referir toda la carta a la Longitud occidental del cabo San Juan, determinando la posición de este por nuestras observaciones.


En la navegación más oportuna para montar el cabo de Hornos, se ofrecían dos partidos igualmente sostenidos de diferentes ejemplos: el uno el de emprenderla no distante de la costa; el otro de remontarle a Latitudes crecidas no menos en busca de vientos favorables, que de bordadas más francas, según los vientos se inclinasen al cuarto o tercer cuadrante. Nuestra navegación práctica era un firme apoyo del 2º partido, aunque fundado especialmente en la rutina. El capitán Cook aconsejaba el mismo partido, aunque manifestase lo bien que le había ido siguiendo el primero.

De los reparos no nos pudimos desentender en la preferencia, que hubiese de darse a la navegación de altura o la costera. El primero que importaba muy mucho para el servicio de S.M. que cuanto antes estuviésemos sobre la costa occidental de la América, lo segundo que el reconocimiento de todas las costas entre la isla de los Estados, y el cabo Pilares podía considerarse perfeccionado por el capitán Cook, y además imposible de emprenderse en otros momentos que viniendo del Oeste para el este, como aquel navegante lo había ejecutado.

Así combinando con éstas atenciones, lo que había podido observar en mi viaje anterior a estos mares, particularmente sobre el efecto de las corrientes hallé por más oportuno el entregarme al albedrío de los vientos naturalmente variables en esta estación, para adelantar cuanto fuese posible al Oeste, y hallarme en una posición tal, que la bordada de Norte con vientos del O y ONO, pudiese conducirme a barlovento de los cabos Pilares y Victoria, de modo que estuviese sucesivamente en mi arbitrio el comprometerme sobre las costas, según la mayor, o menor fuerza de los vientos travesías.

El viento que reinaba a la sazón, dejaba otro partido que no llevase consigo la tacha de imprudente: siguió en toda la tarde bien fresco y arrafagado del SO. de modo que al anochecer eran las mares excesivamente gruesas; y nuestro aparejo se había reducido al solo trinquete, y a la gavia en tres rizos, arriada o izada según lo exigiese la mejor conserva con la Atrevida.


1 enero, 1790.

Solo en la mañana siguiente el tiempo empezó a minorar su contrariedad y la corbetas, que habían acreditado un aguante sobresaliente, sobre una amura sumamente limpia, evidenciaron al medio día su andar, y poco abatimiento, habiéndose observado la Latitud de 56º 34’ y la Longitud occidental de Montevideo de 6º 20’.


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10 May 2014 16:20
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… 1 enero, 1790.

El viento luego fue rolando hasta el O; que ya al medio día aprovechamos con las cuatro principales, las gavias en dos rizos; la mar cedió mucho; se veían pocos pájaros; y habiendo en la siguiente mañana entrado el viento galeno del SSO, viramos al Oeste e hicimos fuerza de vela: nos hallábamos al medio día en Latitud de 57º 13’; y Longitud 7º 13’…Nos demoraba el cabo de Hornos en la carta de Magallanes, sujetadas todas sus longitudes a la nuestra de cabo San Juan al N 51º O 53 leguas.

Desde ésta época la navegación del cabo de Hornos, se nos hizo más bien una de las más placenteras de entre trópicos, que de las penosas a las que la embarcación y el ánimo del navegante están ya bien dispuesto. La mar fue constantemente llana; los vientos variables del NNO a el S, por lo común bonancibles y a veces acompañado de neblina o garua o de alguna granizada casi momentánea; tuvimos siempre la altura meridiana del Sol , y los horarios para la Longitud, habiéndosenos proporcionado en los días 4 y 5, observar azimutes los cuales dieron unánimes la variación de 26º 30’.

Las distancias lunares observadas en la mañana del 8 en número de 56 series, aproximándonos mucho a los relojes, dieron a la esperanza de que su marcha se conservase uniforme.

El día 6 había sido la mejor Latitud observada de 60º 43’; las diferencias en latitud con la estima eran considerables, pero unas veces al Sur, y otras al Norte. En la Longitud no las hubo de entidad al principio pero desde el día 8 hasta el 12, se manifestaron corrientes bastantemente rápidas hacia el este entre los paralelos 57º y 59º.

Nuestros relojes discrepaban considerablemente uno del otro, y aún veíamos que éste aumento era progresivo. Nos ocupamos por consiguiente del mejor modo de investigarlo, y habiendo hallado, que las comparaciones diarias, pudieran denotar con grande probabilidad, y mucha exactitud las alteraciones en el movimiento de lada reloj, como no fuesen los tres del mismo sentido, construimos una tabla, en la cual las diferencias parciales desde la salida de Montevideo, formasen para cada día una ecuación, que sirviese, a traer las longitudes de los relojes a un mismo resultado.



12 enero.

A las tres de la mañana del día siguiente avistamos como al S, y distante dos leguas una embarcación, que manifestando en sus bordos, y aparejo, que navegaba a la mar del Sur; nos infundía desde luego la agradable esperanza, de que sería procedente de los puertos de España en derechura, y consecuentemente con noticias muy posteriores, a las que traíamos. Correspondió en efecto con la nacional mercante a nuestras insignias luego, que estuvieron largas; y al disparar esta corbeta un cañonazo para llamarla, arribó con fuerza de vela para aproximarse: pero como el viento, quedase a la sazón casi enteramente calma, no pudo ponerse a regular distancia de nosotros, aún sino al medio día, aunque tuviésemos la precaución de pairear desde las siete de la mañana.

Ya próxima, y continuando aún la calma fue en el bote a reconocerla el teniente de navío Valdés, llevándole nuestra Latitud, y Longitud del medio día, que eran la 1ª 58º 3’, y la segunda de 20º 19’ al occidente de Montevideo; una carta de Magallanes, y encargado de ofrecerle, cuantos auxilios estuviesen a nuestro alcance.

Fue también en esta ocasión muy feliz para nosotros el encuentro que tuvimos con la fragata del comercio de Cádiz, Santa María Magdalena, su capitán piloto, y maestre Don Martín Antonio de Ichurriaga, la cual con 112 días de navegación se dirigía a los puertos de Valparaíso y Arica habiendo avistado la isla de los Estados el día 27 del pasado diciembre: toda su tripulación de 44 personas, gozaba de la mejor salud, ni le hacía falta la menor cosa para concluir su navegación, según aseguraron el teniente de navío Don Cayetano Valdés, el cual había ido desde la mañana a reconocerla, la cual dirigió en una carta bastante exacta del piloto de Moraleda de Lima la conservación de la buena salud de nuestros amados soberanos y el estado floreciente de la marina, fueron demasiado lisonjeros para que pudiésemos dividirlos con otros de menor monta.

Metido el bote a las tres de la tarde, procuramos aprovechar para nuestra derrota las diferentes ventolinas que se nos presentaban, y las cuales (si se exceptúa un chubasquillo del E. momentáneo) nos dejaron casi siempre sin gobierno.

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10 May 2014 17:35
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13 enero.

Por la mañana entabló viento flojo del cuarto cuadrante, que ceñimos inmediatamente con todo el aparejo al SO y OSO: hablamos a la Atrevida, para comunicarle las noticias adquiridas el día antes; y supimos al mismo tiempo no sin mucha complacencia en aquella ocasión que la Longitud de los relojes conformes entre sí coincidía al medio día anterior, en el minuto, con nuestras longitudes corregidas en la ecuación indicada sujetas al número 61.

Nuestra Latitud al medio día fue de 58º 6’ y la Longitud de 20º 28’ al occidente de Montevideo. La fragata mercante distaba de nosotros unas tres leguas, al SE y como no tardase el viento en pasar del cuarto cuadrante al tercero, pero con buenas apariencias y mar llana, la ceñimos inmediatamente al NNO con todo el aparejo; y como aquella la ciñese de la vuelta del S, opuesta a la que seguían las corbetas, la fragata mercante se perdió hacia las seis de la tarde.

A las nueve de la noche no obstante, debimos revirar al SO ¼ O, habiendo llamado de nuevo los vientos al cuarto cuadrante, que aún por la mañana fueron pasando al NNE galenos, y con hermosas apariencias, de suerte que pudimos aprovecharlos con todo el aparejo, y rumbo ONO de aguja y hallarnos al medio día en Latitud 57º 49’ y Longitud 21º 56’…

15 enero.

El viento… finalmente terminó en una total calma, que dio lugar en la siguiente mañana, a que Don Francisco Viana y Don Antonio Pineda fuesen en bote a la Atrevida; y nos comunicasen así recíprocamente los resultados de nuestras tareas, no solo en cuanto a observaciones astronómicas, sino también en cuanto al prolijo examen de las costas ya trazadas, lo que nos ocupaba en el día entre ambas corbetas. Latitud al medio día 57º 7’ Longitud en los tres relojes conformes 22º 36’ Variación magnética por azimutes 27º 40’.

No habíamos omitido relativamente a este último objeto confrontar de nuevo entre sí los resultados de las dos agujas acimutales la una inglesa de Gilbert, la otra el instrumento de Martínez de la Carraca: con mucha desazón, vimos que la segunda se apartaba considerablemente de la verdad, y el saber que algunas veces habían convenido en la Atrevida las dos agujas de los mismos autores, solo sirvió para apurar aún más nuestra prolijidad en el examen, más no para darla mejor éxito, reservándonos por consiguiente averiguar más de cerca las causas de esta diferencia, en el primer puerto, adonde conviniesen las circunstancias a semejantes observaciones dignas de la mayor prolijidad.

16 enero.

Aparejo mura estribor, hasta que con el día siguiente llamando fresquito al NE y ENE, pudimos seguir de nuevo al NNO con todo el aparejo y observar la Latitud de 56º 48’ de Montevideo demorándonos por consiguiente de los Evangelistas a la entrada del estrecho de Magallanes al N 24º E 109 leguas en la carta de los Sres. Belmonte, y Galiano, acorde en esta parte con la de los Sres. Churruca y Ceballos.


19 enero.

A las diez de la mañana quedamos en una total calma, y nuestra posición al medio día era en Latitud de 52º 35’, Longitud al oeste de Montevideo 22º 43’ demorándonos al cabo Victoria al E 5º N 49 a 50 leguas.

Ya en esta posición y franqueado el paso al mar Pacífico, debí prefijarme un partido, que, modificado después según las circunstancias abrazase no obstante en el mejor modo los objetos de la expedición de estas corbetas (según las instrucciones) de fijar en Longitud de las costas occidental patagónica desde el cabo Victoria hasta Chiloé para mayor seguridad de la navegación nacional en estos mares; de no exponer intempestivamente los buques, de reunir nuestras tareas, a las que habían hecho en otras ocasiones con crecidos gastos del erario, y mereciesen la confianza pública; finalmente de llegar a Chiloé en estación oportuna para continuar el reconocimiento prolijo, y científico de la siguiente costa al Norte que debía ocupar el plan propuesto, y aprobado; todo el año 1790.

No se me ocultaba, que, los diferentes trozos de esta costa, habían sido reconocidos en diferentes ocasiones, pero no todo era de igual confianza y particularmente en cuanto a longitudes, nada podía aun merecer la confianza del navegante. No ignoraba al mismo tiempo, que el viento reinante en esta costa era a la travesía tempestuosa con mares gruesas; y que, en los meses inmediatos de febrero y marzo, no sería extraño recalasen aún aquellos nortes, que no sin razón han sido siempre tan temidos en estas costas.

br-i5


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10 May 2014 18:52
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…19 enero.

El cabo Victoria y los Evangelistas en la boca del estrecho de Magallanes podían ya considerarse como situados con la mayor exactitud hidrográfica; pues dependían de marcaciones seguras de los viajeros ingleses, situadas a la Longitud y Latitud del cabo Pilares, determinadas por los Sres. Churruca, y Ceballos. Ligaban igualmente por el reconocimiento hecho en 1765 por el piloto Machado, y por el que acababa de hacer el alférez de fragata y piloto Don R. Moraleda con la posición de Chiloé, todas las costas siguientes al S, hasta los 49º 30’ próximamente; de suerte que podía considerarse únicamente, como no bien conocido el trozo comprendido entre los 52º, y 49º, en el cual, la narración de Sarmiento, aunque hecha por un navegante en sus tiempos sobresaliente, y aclarada luego con la exquisita crítica por los Sres. Galiano y Belmonte, quedaban aún dudosos muchos puntos hidrográficos no menos en cuanto, a la Latitud que a la Longitud.

Con estas consideraciones, y la de la estación oportuna, que aún permitía, sacrificar a este reconocimiento quince u vente días, sin menoscabo de otros objetos de la comisión, me prefijé aterrar al S de las tierras llamadas por Sarmiento del cabo de Santa Lucía, de suerte, que lo que se alcanzase a la vista, al S, ligase a lo menos en dirección al cabo Victoria, y de allí seguir a lo largo de la costa al N en cuanto lo permitiesen la circunstancias, y un prudente arrojo. Así no retrasaría la navegación a Chiloé, tanto más que las inmediaciones de la costa darían alguna dirección al S a los vientos reinantes, y en muy pocos días favorables resolvería un problema tan interesante a la navegación nacional, que las sospechas no infundadas del Excmos. Ulloa, sobre la dirección de la costa de la Campana, y el archipiélago de Chonos, hacía aún larga y escabrosa.

Desde luego, los lobos marinos y la abundancia de pájaros, particularmente carneros, que teníamos a la vista, me confirmaron el concepto, que a su vista había formado en mi viaje anterior, de que en ningún modo son señales de inmediaciones de tierra: en una y otra ocasión los he visto a cincuenta leguas de las costas, y de unas costas, que ni aún a ocho leguas tienen 120 brazas. Los carneros son de un tamaño realmente desmedido; y cuales los describe Caballero Banks. Hubiéramos deseado algunas horas en aquellas calmas, que en su navegación a estos mares, le permitieron a veces perseguirlos, y matarlos con auxilio de botes.

Adjunto:
Antonio Pineda. Animales acuaticos.jpg


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11 May 2014 19:44
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Nuevo mensaje Diario de la Descubierta por Alexandro Malaspina
Descripciones y reflexiones políticas I.


Me ha parecido interesante detener aquí el extracto del Diario de la Expedición. Hemos doblado el cabo de Hornos, y parece el momento acercarnos, si acaso con brevedad, a la mentalidad de Don Alexandro.

Anteriormente hemos avanzado que entre los objetivos más importantes de la expedición, figuraba realizar una descripción detallada de todos los dominios de S.M. Dicho análisis, debía contemplar y contempló, un examen de naturaleza política y filosófica, que acompañado de las consiguientes reflexiones, profundizó en todo lo relacionado con la estructura del tejido social, las apetencias o inclinaciones de los habitantes, el estamento militar, el religioso, el comercio, las rentas, la industria y la realidad percibida por los expedicionarios. El estado de las conexiones económicas existentes entre los territorios y la metrópoli, y por supuesto, sobre la importancia y proyección de las transacciones comerciales entre las colonias y las potencias extranjeras. Esto último, casi todas las veces, a espaldas de la corona.

Ante un objetivo político de esta envergadura, en el contexto de un proyecto expedicionario enorme y global, minuciosamente elaborado durante años y que resultó a la vanguardia de su tiempo, en el que no se escatimaron medios para reclutar a los mejores científicos; proyecto que, además, contaba con los mejores medios tecnológicos, que llevó a cabo observaciones astronómicas de la mano de científicos competentes, entre ellos Don Dionisio Alcalá Galiano y Don Cayetano Valdés; no podemos caer en el error de pensar que, uno de los objetivos más importantes del proyecto, estuviera dejado poco más que al arbitrio de la elocuencia del comandante, de su capacidad para percibir la realidad política de los territorios de la corona, de sus apetencias de signo más o menos ideológico. No. Malaspina actuó dentro de un plan bien elaborado y con un objetivo específico: fortalecer, preservar si se quiere, a la monarquía y con ella, la posición de España en el cambiante juego geopolítico.

Malaspina ha confeccionado entre 1758 y 1788 (Juan Pimentel Igea Ciencia Política en el Pensamiento Colonial de Malaspina. Tesis Doctoral Facultad de Geografía e Historia Universidad Complutense de Madrid. 1994), un conjunto de “Axiomas Políticos sobre la América”, en los que el autor, deja constancia de su posicionamiento político y filosófico, respecto a la gobernanza de los territorios americanos. Se trata de un postulado al estilo de los Principios de la Filosofía Natural de la época, que, por su calado y naturaleza, no es razonable sostener que pasara desapercibido a sus superiores. Es más, en este sentido me atrevo a decir, que esta visión política de Malaspina, reflejada en sus Axiomas Políticos, fue precisamente una de las causas por las cuales el de Mulazzo fue elegido como responsable al mando del proyecto.

Y quizá aquí residen algunas de las claves del fatal desenlace sufrido por Malaspina, una vez concluida la fase expedicionaria de su proyecto, a su vuelta a Cádiz en 1794, donde Don Alexandro se encontró que las cosas en la corte habían cambiado mucho, y ya no podía disponer del mismo apoyo que disfrutara con el rey impulsor de la expedición.
Ni siquiera su directo protector, Don Antonio Valdés, dispusiera ya entonces de las influencias y el poder de antaño. En primer lugar, por la muerte de Carlos III y la llegada de su hijo Carlos IV. Rey que tuvo muchas oportunidades para de demostrar su incapacidad para comprender un proyecto de envergadura. En segundo lugar, y por derivación de esa misma causa, al verse Valdés obligado a dejar el Ministerio de Marina en 1795, eso sí, apartado con mucho boato y reconocimiento, percibiéndose en toda la intriga, la mano de Godoy que ya campaba contra el país apoyado por el nuevo rey.

Gabriela S. Álvarez, hace el siguiente comentario en su obra “Las Conexiones entre el Pensamiento de Alexandro Mlaspina y la representación Visual de la Expedición en la Patagonia (1789-1794)” :
“La expedición científico política entonces, es portadora de nuevas teorías del conocimiento, intuye otras interpretaciones de la realidad americana. Por eso, el contacto con los intelectuales criollos en la búsqueda de respuestas que ratifiquen sus principios axiomáticos. Todo ello conforma pruebas suficientes utilizadas por el ministro Manuel Godoy para acusarlo de conspiración contra la Corona, debido al peligro que significa que los criollos adquieran algún grado de autonomía (Programa de Doctorado en Estudios Americanos. Universidad de Santiago, Santiago, Chile)”

Una prueba de la complicidad entre Malaspina y el Ministro de marina Antonio Valdés, es esta carta enviada por el marino a su protector, fechada en Cádiz unos meses antes de levar el ancla, cuando entre ambos ya estaba fraguado el objetivo de posibilitar mediante datos y argumentos, la regeneración de la monarquía.



"Cadice, 27 febbraio 1789
Confidencial.
Los adjuntos axiomas políticos análogos a los que escribí a V. E. en 23 de diciembre último, le enterarán en grande, más no completamente, de mis ideas sobre el estado político de la España ligada con la América. Conozco que el asunto pide mayor extensión, y aún mayor orden; pero el tiempo y las actuales distracciones del apresto no me permiten otra cosa que el escribirlas a tropel, sin aun citar los autores políticos, así extranjeros como nacionales, que me han suministrado, o las luces, o los escarmientos para fijarme en este sistema.

Las consecuencias de estos axiomas (que expondré en la segunda parte) serán:

1 La de que la Hacienda de España no puede dar un paso sin combinarse con la de América;
2 Que el sistema gobernativo y que el impuesto, o derechos sobre el Comercio de América, no son arbitrarios, sino sujetos a la balanza comerciante de Europa;
3 Que, yendo a el encuentro de una revolución, lejos de esperar que opere interiormente como gangrena, podemos muy bien luego convertir en beneficio de la Monarquía en general, y en particular de la península, aquellos mismos yerros nuestros antepasados, que tan rápidamente nos llevan a una total decadencia; podemos con el alago exterior de aquellos atractivos, que nos han seducido hasta aquí, hacer que opere, en las naciones rivales más poderosas, aquel mismo mal que ha producido la decadencia de la nuestra.

Como todos los principios hasta aquí indicados refluyen últimamente a la necesidad de ceñir nuestra posesión de América a pocos puntos marítimos florecientes, bien defendidos y uniformes, dejando a la industria de cada uno el internarse y comprender aquellas negociaciones que más le convengan; me ha sido preciso el manifestarlos, por si pudiesen dirigirse mis exámenes sucesivos a semejante intento.

En balde fuera declamar sobre los males que descubre tan vasta Monarquía, o proyectar todo lo que puede mejorar cada reino de la América por sí, para llegar y aun sobrepujar al estado poco floreciente de la matriz. Estoy muy distante de querer aumentar el número ya casi infinito de semejantes proyectos, de fijarme en un punto solo de la Monarquía, desentendiéndome de los demás, de pensar tal vez que haya de ser feliz el uno con el sacrificio casi total del otro.

Mis ideas me llevarían sobre todo a una disminución muy grande de empleos civiles y militares, a la continuación del sistema religioso en todos los países interiores con decencia, pero sin pompa, a un comercio marítimo exclusivo, renunciando a los impuestos territoriales, a las capitaciones, diezmos y estancos, que, sin aumentar a el erario, hacen frecuentemente infeliz a el indio y culpable a el español.
Finalmente, a que imitásemos a los Ingleses en el Coromandel, y Bengala y a los Holandeses en las Islas de la Sonda y las Molucas, con la sola ventaja, de que nosotros mantuviésemos los indios con el dulce alago de la religión, mientras la prepotencia y la crueldad mantiene para aquéllos la pacificación y dependencia comerciante de los naturales y razas inmediatas.

Tal vez, Excelentísimo Señor, estas proposiciones, y el mismo modo de representarlas, me caracterizarán o de excesivamente ambicioso, o de abandonado a un celo reprensible. Lo segundo puede merecer disculpa, cuando no está enturbiado ni con el interés, ni con una mengua de respeto, y particularmente cuando se dirige a un Ministro, como V. E.; pero en cuanto a lo primero, aseguro a V. E., que me miraría con desprecio, si antes de tomar semejante encargo, no hubiese renunciado a toda idea de ambición, y no ciñese firmemente mis deseos a una vida quieta y retirada, cualesquiera fueren los efectos de mis tareas actuales."

Fuente: https://web.viu.ca/black/amrc/index.htm?home.htm&2. Vancouver Island University. Alexandro Malaspina Research Centre
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Axiomas Políticos sobre la América.

1. La situación política de la monarquía española de ningún modo puede compararse con las demás de Europa: su examen, por consiguiente, ha de ser por una vía abstracta, referida directamente a la felicidad nacional.

2. La conservación de la América es más bien efecto del sistema religioso que del militar y político.

3. La grande monarquía española se compone de tres clases cuyos intereses son enteramente opuestos: es español habitador del continente de Europa, el español domiciliado en América y el indio. Todos tres están en continua acción chocando unos contra otros y causan con una constante reacción la verdadera debilitación del todo.

4. El sistema del comercio entre la España y la América, mal cimentado, se dirige a la destrucción recíproca: no puede fijarse sin conocer los verdaderos intereses de una y otra.

5. La plata es el género comerciable únicamente en América; ya no lo es en España.

6. Los frutos y manufacturas de España no alcanzan a proveer las Américas, luego han de tener parte en esta abasto los extranjeros.

7. Nuestro comercio de América, por cuanto quiera favorecerlo la legislación con trabas y otras medidas semejantes, nunca puede extenderse de los tres límites siguientes; lo que permitan nuestros fondos invertidos en productos o naturales o artefactos; segundo lo que produzca la navegación, tercero, lo que se adquiera por las fortunas particulares de los empleados en América que regresaran con sus caudales a España.

8. Las manufacturas, si son violentas, lejos de influir en la prosperidad nacional la destruyen.

9. La multiplicidad de empleados que exige la legislación actual de la América es el verdadero principio de la ociosidad y de la emigración de España. Un empleo o un matrimonio en América deciden la suerte de cualquier español, sin que necesite, por consiguiente, ni educación ni vida laboriosa.

10. Vencidas las dificultades de montar en cabo de Hornos y hechos en la California y en la Nueva Holanda varios establecimientos extranjeros, nuestras colonias del mar Pacífico están en evidente riesgo de ser insultadas.

Adjunto:
Carlos III.jpg


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13 May 2014 19:46
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Extracto de la Descripción Política de las Provincias del Río de la Plata por Alexandro Malaspina.

Si hay un territorio que en vasta extensión de los dominios españoles tenga una grande semejanza con el que han ocupado las colonias inglesas de la América Septentrional, y que con un leve impulso del gobierno pudiera seguir las mismas huellas de prosperidad, es seguramente el que constituye las provincias del Río de la Plata. Unas tiernas llanuras casi inmensas están aquí pobladas de animales, mientras el tierno agricultor no abra su seno para la manutención del hombre; allá era igualmente escaso el número de habitadores y abundante el de la tierra hasta la mitad del siglo pasado.

Aquí todo convida a la agricultura y nada a la industria en beneficio de minas; allá la misma natural disposición del suelo hizo que, bajo los auspicios de la agricultura , creciesen la población y la opulencia hasta el punto de emular las fuerzas de la misma matriz. Las costas de uno y otro abundan en peces de especial uso y utilidad. Los climas templados para la agricultura y navegación lindan con los más fríos del polo inmediato, en donde mil animales útiles suministran con sus pieles nuevos objetos de lujo y de abrigo.

Comentario:
Alexandro Malaspina observa las provincias del Río de la Plata. Cree posible obtener para ellas el desarrollo agrícola y comercial, y piensa en el desarrollo norteamericano, que es donde Malaspina fija su mirada comparativa.
Se trata de una posición analítica. Adelantada a muchos en su tiempo. Con ella intenta aplicar el método científico a la política. El método de los “Principia”: Principios de la Filosofía Natural de Isaac Newton. Sostenido por estos fundamentos, Malaspina se sitúa en el camino para confirmar sus axiomas, en este caso, aplicándolos a las provincias platenses.



Pocas tribus de hombres errantes e inclinados a la paz con tal que se les satisfagan sus antojos, no dejan ni la menor idea de resistencia, antes bien hacen ver que penden su misma civilización o destrucción del libre albedrío que se les deje. Ni ya para el aprovechamiento de cualquiera países internos se eche de menos el riego, cuando en el corto espacio de 5 o 6 grados al Sur de Buenos Aires se ven correr los ríos Negro, Colorado, Salado, etc. Y al Norte de Uruguay, el Paraná y otros muchos pueden fecundizar los campos en los cuales y por otra parte ni faltan lagunas, ni el mismo suelo, carece de la humedad necesaria para la feliz vegetación.

Comentario:
En este párrafo pude verse la influencia de Thomas Jefferson en Malaspina. El marino conoce la obra de Jefferson “Notes Of State of Virginia” (Juan Pimente Igea tesis Doctoral UPM 1994), aunque, una cosa es el conocimiento que tenga Malaspina sobre el pensamiento político de Jefferson, y otra muy diferente, que comparta la finalidad de los objetivos políticos perseguidos por el virginiano.
Malaspina conocía como todo el mundo que las colonias inglesas de América del Norte eran ya independientes. Aquí es donde Don Alexandro como marino, científico y pieza importante en el esquema político militar de la corona española, se empeña en encontrar las causas raíces que motivaron aquella independencia. Análisis de causas, en este caso, en los territorios de dominio español. Primero descubriéndolas, aislándolas, situándolas en su contexto, y después, apuntando los remedios que deberían aplicarse para evitarlas o superarlas. Remedios políticos, naturalmente. Alejandro Malaspina se adelantó tanto a su tiempo, que hoy en día, un proceso de análisis similar, se sigue utilizando para la resolución de problemas complejos. Para los más interesados. El proceso de las 5 Eses.
Evidentemente se trató de una estrategia atrevida y desde luego peligrosa, pues las cosas de la mentalidad en la corte, ya no estaban como para comprender o asumir políticas audaces.


....


Ha sido un grande error de nuestro sistema militar, que nos ha acarreado gastos incomprensibles, el pretender que el enemigo no pusiese el pie en nuestras costas, y lo que es peor, el pretender evitarlo con fuerzas de tierra. Los excesivos gastos que mandó hacer el Excmo. Ceballos en Maldonado, hasta el mismo proyecto de llenar la boca entre isla Gorrite y Punta del Este, obra que hubiera hecho temblar a los romanos, fue una consecuencia de aquel sistema cerrado. Se formaron cuarteles en la isla Gorrite – Se refiere a la Isla Gorriti, junto a Punta del Este a la entrada del mar del Plata- , varias baterías en la tierra firme y en la misma isla se demolieron después los cuarteles, más no las baterías. La artillería, las municiones, la tropa, ya se llevaban a Maldonado ya se reconcentraban. Siempre con disminución propia y con unos gastos enormes de erario y unas embarcaciones pesadas de mucho calado, de difícil manejo y por lo común varadas en Montevideo, solo presentaban al erario un objeto de ruina y al invasor un nuevo cebo para triunfar a poca costa de nuestras armas y de nuestra bandera. Entretanto en menor ruido de una embarcación enemiga que aún con objeto de pesca se dejase ver en el mar inmediato, dividía los cuidados, dividia las fuerzas y la misma incertidumbre y desconfianza denotaban el poco alcance de nuestros esfuerzos


[i]Comentario:
En el anterior texto Malaspina quiere utilizar el término “incomprensibles” al referirse a los gastos del estamento militar en la zona. Es una calificación técnica basada en sus excelentes conocimientos en económica. Viene a significar que no son gastos racionalmente comprensibles desde la práctica de la trasparencia contable, lo cual, a su vez, resulta muy significativo. Después, o como consecuencia de ello, se podrá entrar en la valoración de la eficacia de dichos gastos, de sus resultados. Dicho de otra forma: los objetivos realmente conseguidos con esos gastos.



…Pero no será ocioso descubrir desde luego una consecuencia útil para el erario, y es que para la defensa del Río son tan inútiles las embarcaciones grandes surtas en el puerto de Montevideo, como útiles las necesarias las chicas y de remo que están precisamente en el banco Ortiz. Redúzcanse pues los gastos de armadilla (Que ya no sirve para la defensa) a los más sencillos que se requerirán para el buen orden de la marina mercante; un bergantín sea el buque en el que tremole la insignia del capitán de Navío comandante; en número de sus oficiales de guerra sea muy corto; el de oficiales de mar, capaces de esquifar dos buenas lanchas de auxilio y cincuenta soldados sean los depositarios del buen orden militar, en cuanto a castigos, prisiones, patrullas, etc. En tal caso los buques armados de la Marina Real, estarán continuamente en acción, protegerán la pesca en la costa patagónica, visitarán así los puertos de esta como los de las Malvinas, acosando cualesquiera buques extraños. Finalmente al entrar el invierno podrán regresar a Europa, sin gasto alguno e carenas, sin deserciones y, lo que es más, sin entregarse a aquella oscura y a veces ignominiosa ociosidad que tantos estragos causa al erario como a los progresos sólidos de la Armada. Sobre todo el plan propuesto de defensa, al mismo tiempo que podrá escarmentar mientras al invasor, servirá desde luego en tiempo de guerra a no distraer las fuerzas marítimas hacia esta parte que ociosas por el largo tiempo, serían inútilmente víctimas de esa misma ociosidad en hacerse inútiles a navegar.

… Prosperaría mucho el Paraguay con el despacho de sus maderas exquisitas y capaces de emular a las de Brasil, si su distancia a Buenos Aires no hiciese su conducción demasiado difícil y costosa, y por otra parte la mano de obra excesivamente cara no desterrase de aquel puerto no solo la idea de construcción sino también de reparos de entidades en cualquiera buque. El mismo motivo hace que no se empleen ni en el tamaño ni en la hermosura de las casas con aquella abundancia que debían esperarse, bien que es regular que en lo venidero el lujo propenda hacia esta parte.

Adjunto:
Malaspina.jpg


Fin de Descripciones y Reflexiones Políticas I


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16 May 2014 11:53
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21 enero.

… nos hallábamos en Latitud 51º 17’ y Longitud 20º 46’: distábamos de cabo Santiago unas 22 leguas, demorándonos al E 21º N.


El coger la costa al N. de cabo Santiago y el cogerla temprano por la mañana, para que el reconocimiento de todo un día proporcionarse mayor trabajo en menos tiempo, fue pues el partido al cual me determiné, y así navegada en la tarde la posible distancia al N. con viento galeno del SO y OSO, y mar bastante llana; y avisado con señal a la Atrevida nuestro ánimo de navegar en la próxima noche en vuelta de tierra, arribamos a las ocho al Este. A la media noche, andadas unas seis leguas, y sentándose el tiempo con calima ceñimos sobre las gavias al N. lisonjeándonos, que lograríamos con el día la vista de tierra:

22 enero.

Efectivamente a las tres ya se nos aparecían por el través algunas sierras, y al mismo tiempo nos las señalaba la Atrevida que navegaba algo distante por nuestra proa. Las tierras avistadas se extendían desde el NE hasta el ESE, eran altas y entre cortadas y semejantes en un todo, a las que habíamos visto en la tierra oriental del Fuego: distaríamos de ellas unas seis leguas; y la sondaleza con 120 brazas no alcanzaba el fondo. El número de pájaros a la vista no era excesivo y el día prometía corresponder a nuestros deseos. Creíamos desde luego (Unánimes con la Atrevida a cuya voz pasamos) que la costa actualmente a la vista era la comprendida entre los cabos Santiago y Tres Morros de Sarmiento.

Proyectaba un canal, que podía ser del OSO, ambos extremos Parecían sin tierra contigua y corría como N ¼ NO, y S ¼ SE verdaderos
Hicimos fuerza de vela; y como el viento se mantuviese del O. galeno, creímos que en todo el día nuestros reconocimientos irían más allá del cabo Corso.


Por cuanto nos esforzásemos en adelantar lo posible a los largo de la costa, muy pocos fueron nuestros progresos…
No obstante habíamos sido bastante felices para alcanzar a las once la vista de todo el canal de la Trinidad, y en su extremo N. las tierras del cabo Corso; cuya Latitud y Longitud no quedaban dudosas; tranquilizándonos por otra parte, que habían llegado hasta el mismo punto desde Chiloé las tareas hidrográficas de los pilotos Machado y Moraleda.

El canal indicado, abría como seis leguas de boca; y nuestras operaciones determinaban al cabo Corso la Latitud de 49º 27’ 30 “ y la Longitud occidental de Cádiz con 69º 48’. Resultaba por consiguiente algo más occidental que lo que indicaba la carta de Magallanes pero mucho más oriental de lo que sospechaba el Excmo. Ulloa.

Se veían a larga distancia y detrás de las tierras, que formaban la orilla, otras sierras sumamente altas, cuya elevación, situación, dirección, y el estar cubiertas de nieve, no dejaban duda ser parte de los Andes. Todo representaba a la vista un semblante árido; y por cuanto podía conjeturarse a tan larga distancia parecía masa de granito oscuro.



25 enero.

En este día y en la siguiente mañana gobernamos constantemente del NNO. al N. con todo el aparejo. Desde las 10 de la mañana empezó de nuevo el viento a arreciar, y aún a llamarse al cuarto cuadrante.

Nuestra Latitud fue al medio día de 49º 32’, y la Longitud en los tres relojes en 22º 17’. Distábamos por consiguiente unas treinta y cinco leguas del cabo Corso.


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17 May 2014 19:49
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27 enero.


Así por espacio de cinco días habíamos podido ganar al Norte medio grado, a pesar de que habíamos comprometido no pocas veces los masteleros, y que las embarcaciones eran sin duda de las mejores cualidades no menos para el aguante, que para barloventear. Y si este tiempo habíamos granjeado unas treinta leguas al Oeste, estas nos habían sido necesarias para encontrar tiempos menos inoportunos para nuestra derrota, y sobre todo alejarnos de unas cerrazones, que nos imposibilitaban hasta la vista de los objetos más cercanos, y levantaban unas mares excesivamente gruesas.

Fue pues nuestro partido abandonar estas costas y transferirnos directamente a Chiloé, para examinar los reconocimientos anteriores de Machado y Moraleda; y proporcionar nuestras medidas sucesivas; a fin de que ni se duplicasen tareas y gastos infructuosamente, ni careciese la nación de aquellas noticias detalladas, y seguras, que con razón debía exigir de nosotros. Desde luego no se malograrían los próximos meses de febrero y marzo para un maduro examen de la situación geográfica, política y natural de nuestras colonias desde Chiloé hasta Valparaíso -Malaspina hace aquí una referencia clara y concisa en su diario oficial a la triple naturaleza de los objetivos de la expedición: geográficos que también abarcarían los astronómicos, naturales en su más amplio sentido y naturalmente: los políticos- de suerte que los nortes, ya no nos alcanzasen, y los periodos señalados en nuestro viaje podrían más bien llevarse a debido efecto.

28 enero.

Persuadidos de las experiencias anteriores, que al aproximarnos a la costa, sin ser útil a su reconocimiento causaría notable atraso en nuestra derrota, ceñimos al NNO, conservando nuestra Longitud aventajada, de suerte que a pesar de declararse de nuevo en la siguiente noche vientos galenos del O, y ONO, pudimos continuar una derrota favorable, logrando ya al medio día vernos en la Latitud de 47º 41’; y Longitud de 23º 57’ Al O -Desde la salida del mar del Plata y durante toda esta etapa del viaje, Malaspina casi siempre expresa la Longitud tomando como referencia el meridiano de Montevideo- y nos hallarnos rodeados de vientos, carices y mares, que por primera vez nos anunciaban la idea del mar Pacífico.


29 enero.

El estado de robustez de ambas tripulaciones, a esta época no dejaba de sernos sumamente lisonjero; no había enfermo de entidad en la Atrevida, y en esta corbeta la lista de enfermos solo comprendía al condestable, ya restableciéndose de los síntomas de una fiebre inflamatoria acompañada de considerables hemorragias, y a un artillero de brigada de naturaleza enfermiza, y adolecido desde puerto Egmont de unos reumatismos habituales.

Tros o cuatro marineros que habían tenido principios de calenturas catarrales, o tal cual ardentía de sangre, se habían curado en muy pocos días, y lo que debía parecer más extraño a pesar de los fríos, y de las aguas no se había manifestado en todo el tiempo el menor indicio de mal venéreo.

Cesó ya en esta fecha el cuartillo diario de vino, y dimos ración de sourkrout tres veces a la semana, avisando con señales a la Atrevida, una y otra para que las imitase. Al mismo tiempo remplazaronse con gazpacho las sopas de aceite de la tarde; y la ventilación interior, y el aseo fueron agentes principales como hasta aquí, de nuestro método de conservar la salud.


30 enero.


Por la tarde el tiempo se fue cerrando en exceso, y aún rolando al NO ¼ N, que nos obligaba a hacer el NE ¼ E verdadero con las muras de babor y al mismo tiempo ojeada la Longitud del fondeadero de Chiloé en un plano que nos había remitido del Archivo de Indias en Madrid, hallé, que la Longitud que le prefijaba y podía por consiguiente asignarse a la punta Quillán, según la dirección de la costa Norte a Sur era de un grado más occidental que la carta de Ulloa, de suerte que si tuviese lugar esta diferencia, y los relojes tuviesen algún error al E como parecían indicar las distancias, no distaríamos de la isla de Guafor, y aún la tierra firme, sino muy pocas leguas.

Hubiera pues sido imprudencia seguir el mismo bordo, tanto más que ni la cerrazón se disipaba, ni el viento proporcionaba un rumbo, que no nos aproximase considerablemente a tierra. A las 6 de la tarde sondeamos y encontradas 90 brazas piedra, viramos por avante, e hicimos rumbos del O, y OSO, para apartarnos algún tanto de la costa que ya no dudábamos tener muy inmediata.

Adjunto:
isla de Guafo en la costa del mar Pacífico chilena.jpg


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18 May 2014 18:26
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…30 enero.

En efecto no bien había dado la media noche, cuando descubrimos tierra por nuestro estribor a distancia e cuatro leguas. La noche estaba aún nublada, el viento muy fresco del SO, y la mar considerablemente gruesa: contribuyo no obstante la Luna a que lográsemos aquella vista.

La tierra a la vista no dejaba duda, que era parte de Chiloé pues corría del NNE al NE ¼ E de la aguja no con mucha elevación formando una especie de ensenada, y luego se perdía de vista hacia el N, y el S, de suerte que pudimos creer, que fuesen las inmediaciones de punta Quillán.

Fue nuestra Latitud al medio día de 49º 39’, y nuestra Longitud de 19º 4’ con cuyos datos nos resultaba la tierra avistada la noche anterior en Latitud 43º 33’y Longitud al occidente de Montevideo …( en blanco en el original de Malaspina S/ textos consultados)
La tierra actualmente a la vista, mucho más elevada que la de la noche anterior; y bajando desde su medianía para el Norte presentaba desde luego un semblante tan agradable por lo frondoso de sus bosques, como horrible por lo escarpado de sus costas, cuyas desigualdades no representaban no obstante la menor apariencia de puerto alguno. Eran las que corren desde los altos de Cucao hasta la punta septentrional de la isla; de suerte que nos podíamos lisonjear de alcanzar el puerto de San Carlos a la mañana siguiente, tanto más que el viento parecía ya entablado del SO con las más bellas apariencias

.…
A las siete de la tarde hallándonos a regular distancia de la costa y bastantemente al Sur para que no temiésemos a sotaventarnos por efecto de las corrientes, ceñimos con las gavias solas a la vuelta de fuera, y a las doce, viendo, que el tiempo había abonanzado mucho muy mucho arribamos de nuevo al E, con fuerza de vela de suerte que al amanecer solo distábamos de la costa de tres a cuatro leguas, bien que la mucha calima no nos permitía distinguir claramente su configuración.

El plano que habíamos recibido del Archivo de Indias, como ya se ha indicado, no nos sirvió en esta ocasión sino a rodearnos de dudas y confusiones. Al S. de la punta verdadera de Cocotuya hay una ensenada no muy honda, pero con muchos islotes entre sembrados, y unos altitos con alguna semejanza a tetas en la tierra alta del extremo S. Como las distancias estuviesen en el plano evidentemente equivocadas, pues la tierra firme inmediata a punta Capitana de ningún modo podía apercibirse, ni veíamos otra boca, que estuviese en sus extremos la dirección casi de N.S., equivocamos la Punta Cocotuya por la de Capitana, y nos dirigimos a la ensenada que teníamos enfrente; hicimos señal de sondar a la Atrevida, la que no halló fondo, y poco después, estando a nuestra voz, la hallamos en la misma incertidumbre en que nosotros estábamos.

Eran ya las nueve, no distábamos sino dos leguas del fondo de la ensenada y aunque concurriesen muchas señales a indicarnos, que allí estaría el fondeadero, no podíamos ni verificarlas ni destruirlas por el viento, que a la sazón había caído casi de un todo. Como la mar con este motivo nos aconchase considerablemente tomamos – Malaspina utiliza el vocablo “tenemos”- pues el partido de virar al O. con viento flojo del NO ¼ N esperando que la Latitud, y un viento más manejable nos diesen lugar a cerciorarnos de la verdad.

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20 May 2014 17:15
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1 febrero, 1790.

…disipada un tanto la calima, de que estaba el cielo cubierto, conseguimos al medio día observar la Latitud de 41º 55’; y señalándonos al mismo tiempo la Atrevida que era de 41º 56’, la que allí había observado.

Esta era la Latitud del fondeadero, según el plano que teníamos y que parecían confirmar las observaciones hechas en la última guerra, en los navíos de S.M. mandados por el jefe de Escuadra Vacaro. Así como hallase sumamente arriesgado el sotaventarnos, y el reconocimiento no se hubiese hecho anteriormente con toda satisfacción, determiné arribar de nuevo con viento a la sazón galeno, y cielos aún oscuros.

La Atrevida puso entonces la señal de hablar, y nosotros acortamos la vela para esperarla, pero como el viento fuese abonanzando mucho, y muy luego, y por otra parte despejada la tierra me importase el disipar la duda sobre el paraje del fondeadero, le hice señal que me adelantaba a reconocer la tierra, y se forzó la vela; echando al mismo tiempo el bote al agua.

Finalmente a distancia como de una legua del fondo de la ensenada, nos cercioramos que no había abra alguna. La sonda que al medio día daba unas treinta brazas dio 22 concha y cascajo, llamando por consiguiente el bote, que habíamos destacado poco antes con un pilotín para que reconociese un recodo, detrás del cual recelábamos que hubiese abra; paireamos hasta que acercándose la Atrevida, fue a ella Don Felipe Bouza a cotejar nuestros planos con los que ella tuviese.

Como a las dos y media regresó el bote con algunos otros planos que tenían del puerto en la Atrevida, pero que no aclaraba mucho más su verdadera situación y dirección...

La Atrevida ganando considerablemente a barlovento: así hicimos señal de que se adelantase a descubrir el fondeadero, y consiguió cerciorarse (según nos avisó con señales) que el fondeadero estaba al otro lado de la punta avistada, la que era realmente de Cocotuya.

Desde las tres de la mañana el tiempo fue tomando muy mal semblante, y el viento arreciando considerablemente al NO. con mares ya bastante gruesas. Por medio de un cohete nos habíamos a esta hora cerciorado de la posición de la Atrevida que se mantenía muy a barlovento; pero como nos determinásemos a la sazón a tomar las muras de estribor, al parecer no vio la señal de virar; y así en la siguiente mañanita, ya no estaba a nuestra vista; contribuyendo esto no obstante la excesiva cerrazón y continuos aguaceros, que acompañaban al viento ya tempestuoso del NO.

2 febrero.

Tomamos dos rizos en las gavias, echamos las vergas e juanete abajo; y continuamos la vuelta de fuera con la sola gavia arriada, y el trinquete; únicas velas que nos permitía el viento y la mar, aún no sin mucho riesgo de averías.
Carecimos en este día de toda observación y de la vista de la Atrevida, cuya separación por otra parte sabíamos no sería larga; pues luego nos juntaríamos en el mismo puerto San Carlos.

3 febrero.

…creímos (supuesto algún error de Latitud) que estábamos en la boca del puerto. Sondamos sin encontrar fondo, y nos mantuvimos sobre las gavias de la vuelta de fuera, esperando que el día dirigiese nuestros pasos con más acierto.

A las cinco ya no distábamos sino dos leguas de la costa; pero al ver la ensenada sin boca alguna, y el parecernos por otra parte algunas de las puntas, que veíamos al N, las que habíamos reconocido el día primero nos desengañaron muy luego que no era aquel el fondeadero; imaginando por consiguiente, que debía quedar al N; y que las que veíamos, eran las tetas de Cuaco, que sabíamos ser igualmente punto visible de la costa.

Siguiendo así la vuelta de fuera, conseguimos avistar a las nueve a la Atrevida al ONO, y a distancia de tres leguas y desde ese momento fue la reunión el objeto principal, aprovechando con este único intento las ventolinas variables del primero y cuarto cuadrante. Fue nuestra Latitud al medio día de 42º 5’, y la Longitud 18º 12’. Y como a tiempo de tomar horarios habíamos hecho marcaciones particularmente a la punta de Cocotuya, que ya desde el día primero teníamos situada en Latitud y Longitud nos resultó para este día para dicho punto la Longitud de 17º 53’ 24” diferente en menos de un minuto de nuestra primera determinación de 17º 5’ 20”.

La tarde muy lluviosa, y el viento sumamente variable y flojo, de suerte que nuestra reunión con la Atrevida no pudo verificarse sino al anochecer…

4 febrero.
Amaneció el tiempo cerrado en agua, el viento fresco del NO, con fuertes ráfagas y la mar muy gruesa; carecíamos de la vista de tierra, y el tiempo no hacía prudente buscarla: así tomamos dos rizos en las gavias.

A las ocho no obstante vimos repentinamente rolar el viento al S. el que quisimos aprovechar muy luego, aunque la mucha cerrazón nos hiciese temer, que aquel viento sería de muy poca duración. Empezamos a largar vela y hacer rumbos al E. a las 10 ya navegábamos con todo el aparejo al NE; y a las once, despejados los cielos y horizontes, ya veíamos ambos trozos de costa en donde nos habíamos ensenado en los días anteriores. Hicimos inmediatamente rumbo a atracar la costa; y observada al medio día la Latitud de 42º 00’ conservándose aún el viento fresco del S. arribamos a atracar la punta de Cocotuya, de la cual distábamos a esa hora como seis leguas.

A las dos y media ya nos demoraba al E la distancia de cuatro millas, y pues algunos planos ponían en estas inmediaciones algunos bajíos, navegamos al N corregido hasta estar al O con la punta de Huechucuyay, luego fuimos arribando a atracar esta punta, y las siguientes, en cuanto nos lo permitiesen los diferentes peligros que las rodean.

El viento nos favoreció mucho en esta ocasión, manteniéndose claro, y fresquito, e inclinado al O a medida que debíamos orzar para el Sur; pero muy fuerte la vaciante particularmente al doblar las puntas de Lacuy, y Yuste, causó notable atraso en nuestra derrota, de suerte que no pudimos alcanzar la punta Yaguy, sino al anochecer. A esta hora calmado enteramente el viento, y continuando aún la vaciante, dimos fondo a un ancla en seis brazas lama arenosa, distando cuatro o cinco cables de la batería misma de Yaguy, de la cual ya al pasar nos habían reconocido con la bocina.

Ya desde la media tarde habíamos advertido señales de “humejos” de pólvora, o cañonazos en un alto inmediato a Cocotuya: las correspondió la batería Yaguy, y comprendimos que la aproximación de embarcaciones extrañas sería, la que sin duda las motivaría; así largamos luego nuestras insignias; y correspondieron a ellas no menos la batería, que el fuerte de la población, que veíamos desde las inmediaciones de la Punata del Papagayo.

Por cuanto se nos hiciese difícil creerlo, que un plano remitido a S.M. pudiese envolver tantos errores cuantos acabábamos de advertir, era el que debía servirnos de guía, hallamos no obstante, que no habían sido infundadas nuestras dudas, y dese luego el sacrificio de cuatro días que aquellas nos habían producido, nos parecía muy leve desterrar de la navegación un plano que podía arrastrar las más fatales consecuencias.

br-i4



Fin de la navegación desde Puerto Egmont al de San Carlos de Chiloé.


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20 May 2014 17:17
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Estada en Chiloé.

… 4 febrero.

Al principio de la noche tuvimos abordo en una piragua de la población al Sargento Mayor de la plaza Don Antonio Mata, al ingeniero de los Reales Ejércitos Don N. Olaguer; y el primer piloto de la Real Armada Don Josef Moraleda graduado de Alférez de Fragata: los dos primeros al mismo tiempo de cumplimentarnos de parte del gobernador interino el coronel Don Francísco Garoz, hicieron la visita de sanidad. El 3º, que ya desde tres años trabajaba en el reconocimiento de las costas de esta isla, debía entregarnos todos sus planos de orden del Excmo. Sr. Virrey de Lima, quien ya desde noviembre pasado había remitido igualmente a este puerto, para que se me entregasen a mí llegada, un libro con mapas de estas costas trabajado por Don Lázaro Rivera: y una carta de las costas del Perú desde Chiloé hasta Lima trabajada por el piloto Moraleda.

Este individuo había hecho considerables beneficios a la monarquía, y a la humanidad misma, trabajando con una constancia e inteligencia poco comunes en los planos de los puertos, y en la más exacta situación astronómica de toda la costa, adoptadas todas las Longitudes del padre Fevillé, del Sr. Freizer, y observadas por sí las Longitudes con regulares instrumentos. Últimamente destinado al reconocimiento hidrográfico de esta isla solo, y con una piragua, mala, y muy mal equipada, lo había no obstante concluido parte por tierra, parte por mar, de suerte que podía considerarse realmente perfeccionado este trozo de costa inclusa la isla de Guafos.

A las nueve regresaron a tierra, encargados de mi parte, y del comandante de la Atrevida, de ofrecer al Sr. Gobernador las más sinceras veras de nuestro agradecimiento.

5 febrero.

… a las nueve de la mañana siguiente, cuando empezó a apuntar la entrante, nos levamos y con los remolques, y los estays, entramos en puerto, fondeando a las 10 ½ en las inmediaciones de un excelente arroyo y de un bosque muy espeso para ocurrir a nuestro deseo de abastecernos de agua y leña.

Ya desde las ocho de la mañana había embarcado los instrumentos astronómicos parte de esta corbeta, y parte de la Atrevida; y con Don Dionisio Galiano había pasado a la población con el doble objeto de visitar al Sr. Gobernador; y el de establecer el observatorio para un nuevo examen de la marcha de los relojes, y unas observaciones de Latitud y Longitud, que fuesen de la mayor confianza. Hallamos una casa muy oportuna para el intento; e inmediatamente se armó el péndulo astronómico, quedando un pilotín, y un soldado para la seguridad de los instrumentos.

A mi regreso abordo hallé ya que el Teniente de Navío Valdés había amarrado la corbeta en la dirección N.S. con el ayuste al Norte o a la boca del puerto. La Atrevida quedaba unos tres cables distante de nosotros y nos demoraba en esta posición el asta de la bandera del observatorio al S 81 E. distancia de dos millas. La tierra a la vista presentaba un semblante risueño; y el puerto parecía por su posición, y seguridad realmente digno de la mayor atención.

6 febrero.

Concurrió a hacernos agradable este día la visita pública, que hacían al gobernador un cacique, y algunos guerreros de los indios Vilches recién llegados a ésta población. Desde algunos años los gobernadores e Valdivia, se habían dedicado con buen éxito a cultivar los ánimos así de los Juncos, como de los Vilches, para abrir desde luego con notables ventajas de la monarquía una comunicación por tierra entre Valdivia y Chiloé, que pudiera tal vez extenderse con el tiempo hasta Buenos Aires, conociendo los países interiores, de los cuales se dará luego una noticia exacta, cuánto hemos podido alcanzarla.

La arenga del cacique al gobernador fue larga y majestuosa. La interpretó o trasladó un sargento de Valdivia que desde once años vivía siempre entre estos indios, y respondió luego en el mismo idioma lo que decía el gobernador, de lo mucho que encargaba S.M. se les atendiese en esta y en la plaza de Valdivia.

Había precedido a esta arenga un abrazo de cada uno de los indios al gobernador y una segunda vuelta en la cual daban la mano derecha a todos los que estábamos presentes, usando de hecho la voz “Gomzá” para significar compadre. Les siguió una breve arenga de otros dos indios, el uno que justificaba la no venida del cacique del río Bueno por tener un hijo gravemente enfermo, el otro que anunciaba hallarse muy complacido de haber hecho ésta excursión a la plaza, convidado a ella por el cacique Catiguala. Dos cañas muy largas con las que se entrometía lateralmente en el otro extremo, eran su música con la cual imitaban las trompas no desagradables. Últimamente se sentaron, bebieron aguardiente y se despidieron.

En la siguiente noche los Sres. Galiano, Concha y Vernaci observaron en las circunstancias más favorables, y con la más completa satisfacción la inmersión del primer satélite de Júpiter, la que comparada a las efemérides de París, y Londres, determinaron para el observatorio la Longitud de 17º 35’ 30’’; de Montevideo supuesto este, según nuestras observaciones 50º 5’ 45’’ al occidente de Cádiz.
Confirmaba esta observación nuestras sospechas, que la Longitud de Puerto Deseado era algo más oriental de lo que la habíamos supuesto, lo que además de la alteración advertida en aquel puerto en los relojes de ambas corbetas, habían también indicado constantemente las distancias lunares.

Adjunto:
Dionisio Alcalá Galiano 2.jpg


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25 May 2014 17:40
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…6 febrero.

Desde la mañanita del seis, nos ocupamos con tesón entre ambas corbetas de abastecernos de agua y leña. Al corte de ésta se destinó a la tropa y a sus sargentos; un día de cada tres y para evitar todo desorden y avivar el trabajo, se procuró que asistiese al diariamente un oficial de una u otra corbeta. Al mismo tiempo Don Felipe Bouza había aprovechado de la bajamar para medir una base en la playa del fondo del mismo puerto, que pudo extenderse 1450 pies ingleses; y había extendido los triángulos hacia la punta de Cocotuya , midiendo otra base en la ensenada de Huechucucuy para la colocación del bajo de Huapeche. Los Sres Pineda y Neé habían empezado sus excursiones con notable progreso de la historia natural, y particularmente en la botánica; únicamente la pesca, que habíamos comprendido desde el primer día que no correspondía ni a nuestros deseos ni a nuestras esperanzas.

Al mismo tiempo los Sres. Tova, Valdés y Quintano hicieron una excursión a Castro, para el reconocimiento político y natural del país interior. Don Antonio Pineda con el guardiamarina Ali se dirigieron a Chacao; y en la misma dirección fue siguiendo sus triángulos Don Felipe Bauza acompañado del piloto Sánchez.

Los cazadores de una y otra corbeta se ocuparon de suministrar a la historia natural la posible variedad de pájaros; y echada a tierra la fragua de la Atrevida en las inmediaciones de la aguada, sirvió para labrar diferentes piezas o de los fogones o de los utensilios, que necesitábamos.

Ya el día once estaban reconcentrados a bordo los diferentes trozos de oficialidad, que se habían destacado a las comisiones ya indicadas; y una visita que en el día anterior nos habían hecho a bordo por casi todo el día los 44 Vilches, de los cuales ya se habló nos habían puesto a disposición de enterarnos muy a fondo de sus costumbres, adquirir algunos trajes; y armas; y retratar al cacique, y un hijo suyo chiquito; lo que ejecutó Don Josef del Pozo, con la exactitud y presteza que le son propias.

12 febrero.

Contábamos por consiguiente, que el día próximo doce, hechas otras dos observaciones de satélites de Júpiter, y tomadas alturas correspondientes, podíamos cerrar las cuentas de los relojes, y continuar nuestras tareas hacia Valdivia, a cuyo gobernador el coronel Don Josef Pustela había escrito con una piragua, que con objetos de comercio, se dirigía hacia aquella plaza; que nuestra llegada a aquel puerto sería hacia el 15 o el 16; y nuestra demora en el muy breve, pues más, que los objetos marítimos, me guiaban allí los de historia natural, cuyo acopio por consiguiente le encargaba de antemano, para el real gobierno de Madrid.


15 febrero.

Cuanto habían contribuido hasta aquí los tiempos, y las circunstancias a darnos esperanza bien lisonjera, de que se mirarían nuestras tareas como decorosas y útiles a la nación, otro tanto había contribuido a enturbiarla, la conducta en este puerto de la tropa y marinería: el puerto donde nos hallábamos no podía ser más oportuno, para que, dejando algún tanto la rienda a la disciplina militar, intempestiva por otra parte en esta comisión fundase sobre la experiencia, más bien, que sobre las tradiciones, o capricho el método más justo, y más oportuno, que debiese adoptarse en los muchos puertos, a donde habíamos de fondear.

El vecindario de Chiloé “mediante su ninguna comunicación con la matriz” carecía casi de un todo de españoles nativos; lo que daba mucho realce al que lo fuese, particularmente para los matrimonios; y reunidas por otra parte; en las mujeres una suma mezquindad y un apego a la lujuria.

El libertinaje común en todas las provincias del Perú, en los hombres una ociosidad perene, afianzada como era natural, con el uso continuo de bebidas fuertes; finalmente en el gobierno y en la administración de la policía, un desmayo indispensable a tanta distancia de las capitales; el marinero debía hallar precisamente todos los resortes, que contribuyen a formar su errada idea de felicidad.

Así casi en el mismo momento, en que la necesidad de enviar repetidas embarcaciones menores a la población con objetos de astronomía, hidrografía e historia natural y aún de mil otros objetos e una embarcación grande, nos obligó a introducir en ella nuestros criados, marineros y soldados, notose desde luego la falta casi constante del mayor número a la hora señalada para el regreso a bordo; algunos permanecieron en tierra con expresa prohibición de verificarlo: no pocos se entregaron a la bebida.

No dudé un momento en ofrecer al vecindario, y tropa de tierra dos pesos fuertes por cada individuo, que entregasen, apresado después de la oración y supliqué al gobernador, y oficiales de la plana mayor de la plaza que concurriesen seriamente a estas medidas; y se castigaron con algún rigor en una y otra corbeta los que hubiesen quedado una sola noche en tierra.

Al mismo tiempo un soldado de la Atrevida, que para custodia de la fragua, y del ganado, se había dejado en tierra en las inmediaciones de la aguada, viendo ya próximo el momento de embarcarse, y seducido de un labrador de aquellas inmediaciones, que pensaba hallar en él, aunque algo anciano, y cansado un compañero para sus trabajos campestres, y un esposo para una de sus hijas, se evadió de noche, llevando consigo muchos utensilios de la fragua; y toda la ropa de los herreros, y de algunos otros que la habían lavado en las inmediaciones de la barrada.

Apoyadas por la mañana nuestras sospechas de los informes del Sargento de la batería de Yaquí; fue desde luego a tierra, y en busca suya, el Alférez de Navío Viana; con alguna tropa asegurando en primer lugar y remitiendo a bordo el labrador de las inmediaciones; y registrado prolijamente su casa. Por ventura llegó a este tiempo a la casa un paisano a caballo, quien arrestado por Viana, y hostigado a hablar, confesó desde luego, que el soldado, y el robo estaban en su casa distante de allí, como dos leguas.

Inmediatamente Don Francisco Viana pasó allí con dos soldados y consiguió encontrar durmiendo al desertor, y guardados todos los efectos del robo. Al medio día ya estaba a bordo de la Atrevida el soldado, y el labrador cómplice; y toda la ropa, y utensilios del robo restituidos a sus dueños.

No se necesitaba examen para averiguación del delito: no obstante se hizo en la tarde una breve sumaria; en la que constó de nuevo que el paisano había sido cómplice, y uno de sus hijos había ayudado al acarreo de los muchos efectos del robo; en la mañana siguiente formada en la Atrevida la tropa de ambas corbetas; y los guardias marinas a su frente, se dieron tres carreras de baquetas al soldado a pie firme; y se hizo que el paisano estuviese presente en el castigo: una crecida familia con su trabajo nos detuvo de entregarlo a la justicia de San Carlos para que se le castigase en proporción de su delito.

Por más vivas que fuesen nuestras pesquisas, no pudimos evitar que o seducidos o temerosos del castigo merecido faltasen cinco marineros de la Atrevida; y tres en esta corbeta: no tuve otro partido sino de escribir de oficio al Sr. Gobernador, remitiéndose una lista de los desertores, con sus filiaciones sumamente claras; especificándole el modo de cogerlos, y remitirlos con seguridad a Lima; en donde me ofrecía a satisfacer cualesquiera gastos, que pudiesen originarse de esta remesa. Manifestaba en mi oficio, cuanto importaba ya al lustre, y la seguridad de la navegación nacional en estos mares, el que se diesen la mano gobernadores y comandantes para cortar de raíz este desorden envejecido de la marinería.


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26 May 2014 16:34
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Nuevo mensaje Diario de la Descubierta por Alexandro Malaspina
…15 febrero.

El gobernador me había preguntado de oficio con fecha del 10, si podía acarrear a Valdivia con las corbetas veinte mil tablas de alerce, que de orden del Excmo. Sr. Virrey del Perú debían pasar como resto de 50 mil a aquella plaza. Le respondí que ya completadas la aguada y leña, no nos quedaba baque alguno; que era arto inmediato el plazo de nuestra salida de este puerto; y particularmente que la necesidad de aprovechar la estación oportuna para las operaciones hidrográficas de esta costa no me permitía ligarme a precisión de entrar en puerto alguno, o esclavizarme a cargas o descargas, con el sacrificio tal vez de un momento favorable.

Como éste fuese el paraje de las mejores maderas, más baratas, y más oportunas para diferentes intentos, procuré adquirir para el uso de las corbetas, las que pudiesen no incomodarnos. Así recibimos desde luego para cada una de las doscientas cincuenta tablas de alerce, y encargamos varios remos para embarcaciones menores, y diez y seis, aunque en bruto, que pudiesen servir para las mismas corbetas en los mares calmosos, así donde debíamos navegar. Los malos tiempos no permitieron que llegasen a las corbetas sino ocho de los grandes.

16 febrero.

Ya desde las dos de la mañana empezado la faena de desamarrarnos para franquearnos hacia la boca del puerto, y esperar allí sobre un ancla el viento favorable que naturalmente no se declararía, sino al medio día. En efecto amanecimos a pique, y sobre las primeras claras del día, levada el ancla, nos hicimos remolcar de la lancha, y bote: pero siendo al principio sumamente lento nuestro andar, a pesar de la marea y luego repuntando ya la entrante a las seis y media, dijimos a la Atrevida no levase; y dejamos caer el ancla en seis brazas, algo próximos al bajo de la ensenada.

Se mantuvo toda la mañana, o enteramente en calma, o con ventolinas flojas del N, y NNO; y semblante relajado; pero a la una, y media de la tarde aclaró el tiempo, y llamó el viento al OSO bonancible que intentamos aprovechar inmediatamente, tanto más que tendríamos la marea saliente hasta el anochecer. No obstante a poco rato rolando de nuevo el viento al O. con semblante calmoso, nos fue preciso volver a dar fondo en las inmediaciones de la batería Yaqui con la sola ventaja de haber alcanzado la posición, que deseábamos alcanzar por la mañana.

Quedaban algunas horas de la tarde, y las aprovecharon con grande ventaja los Sres. Pineda, Valdés, y Quijano yendo en el bote a cazar, y precisamente con el intento de matar una especie de gato anfibio, que veíamos frecuentemente correr sobre las peñas, y arenales inmediatos al mar. Consiguieron en efecto matar uno con la escopeta, que Don Antonio Pineda reconoció después ser casi igual a la nutria, que el Co: Bufon llama del Canadá. Trajeron algunas aves, muchas conchas y otras especies de marisco, todas adquisiciones muy útiles para la historia natural.

16 febrero.

La noche anterior fue de un todo calmosa; y en la siguiente mañana, reinando con cariz acelajado, las acostumbradas ventolinas del N, y NO, enviamos el bote a un estero inmediato a tomar agua, leña y arena y conservamos nuestra posición del día anterior. A la una de la tarde no obstante y casi en el momento de empezar la marea favorable, se declaró viento fresquito del SO. con semblante hermoso. No diferimos un momento en dar la vela (metido el bote) y nos dirigimos a pasar de cerca la punta del Mastelero: pero rolando muy luego el viento algo flojo al O, nos fue preciso virar en demanda de nuestro antiguo fondeadero. No tardamos en aproximarnos a la punta del Yaqui, en hallar nuevamente viento fresquito del SO, que había despejado más y más la celajería, y parecía duradero; pero encontramos de nuevo el viento O, que nos obligaba a navegar hacia los farallones, y Doña Sebastiana.

La marea nos arrastraba con fuerza hacia fuera; pero ya estaba a la mitad de su curso; y además debíamos recelar, que al ponerse el sol, calmado de un todo el viento, aproximándose la noche, y empezando la entrante, nos veríamos arrastrados o hacia algún peligro de los muchos, que rodean la entrada de este puerto, o precisados a dar fondo con desventajas de no poca entidad.

Así me pareció más prudente aprovechar del poco viento que quedaba para regresar al fondeadero, y preferí el del E. de la punta del Yaqui al del O, para ver si con la calma de la mañanita siguiente (en caso que la hubiese) nos traería alguna piragua los remos, que aún faltaban, y que me habían prometido para el amanecer.

La noche fue calmosa, como las anteriores: en su principio, y al cesar la vaciante, se enmendó la Atrevida a menor fondo dando una espía a esta corbeta, y haciéndose remolcar después por los botes. Entre ambas nos mantuvimos casi a pique.


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27 May 2014 17:50
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Nuevo mensaje Re: Diario de la Descubierta por Alexandro Malaspina
18 febrero.

… Como a las nueve de la mañana empezó a entablarse viento galenito del SE, e inmediatamente se hizo señal a la Atrevida de dar la vela; disponiéndonos también en esta corbeta a verificarlo: pero como la marea fuese contraria, y con fuerza hasta la una, y media de la tarde, diferimos el levar el ancla hasta las diez y media, contando que el viento tendría bastante fuerza para aguantarnos en las inmediaciones de la punta del Mastelero hasta declararse la entrante, que así aprovecharíamos completamente. El viento se había mantenido por más de dos horas fresquito; y a esa misma hora parecía querer tomar nuevo vigor. Así no tardamos un momento en levarnos, y realmente al principio las marcaciones nos manifestaban una ventaja no indiferente.

Pero a la media hora nos vimos entregados a unas ventolinas únicas del E y del NE, con las cuales a pesar de haber largado toda la vela menuda, no solo no podíamos lograr ventaja alguna, sino, que la marea nos echaba considerablemente hacia la isla de los Cochinos. Resistimos cuanto fue posible, el dar fondo, con la esperanza que muy luego se declarara virazón del SO; pero en fin nos fue preciso verificarlo poco antes del medio día casi a media boca, y en diez brazas de arena. Y como ésta posición no fue nada ventajosa, particularmente por la mucha fuerza de la marea, al anochecer tendimos con los botes espía larga al O, y sobre ella antes nosotros, y luego la Atrevida nos enmendamos hasta quedar próximamente en nuestra posición antigua, como a cuatro cables al SE de la punta del Yaqui; en donde permanecimos toda la noche, que fue absolutamente calmosa.

19 febrero.

Eran tres días ya que no cesábamos de trabajar infructuosamente con las anclas, engañados de las apariencias del viento favorable. Por otra parte en la alternativa o de esperar inmóvil un tiempo decidido, o de exponerme a una marea violenta en calma, y entre los muchos peligros, me parecía tan pernicioso el uno como el otro partido. Así, como en la mañana siguiente, debiese enviar el bote al pueblo en busca de algunas cosas, encargué a Don Felipe Bouza fuese en él, a preguntar al piloto Moraleda; con cuantas horas de virazón, y con qué fuerza de la marea debíamos contar en el actual semblante del tiempo. Como igualmente si eran frecuentes o raros los vientos sures decididamente favorables. El bota de la Atrevida fue a remplazar alguna agua de su corbeta.


Finalmente en esta misma mañana vimos aparecer la piragua con los remos grandes y chicos: completándose entre ambas corbetas los diez y seis grandes. Recibimos doce chicos igualmente sin desbastar; y se satisfizo su valor a la persona que los traía a su cargo.

Reinaron por la mañana ventolinas flojas del cuarto y primer cuadrante con semblantes sumamente hermosos, y apacibles; y a las once y media entró fresquita virazón por el OSO. Llamamos inmediatamente los botes; y habiendo regresado el nuestro no sin algún trabajo por el viento y marea contrarios me dijo Don Felipe Bouza; le había asegurado el piloto Moraleda, que los que eran del SO dentro del puerto al doblar la punta del Mastelero, se volvían inmediatamente del O, calmando luego hacia el anochecer, y exponiendo por consiguiente una embarcación o al albedrío de una marea contraria o a los riesgos de un fondeadero muy malo. El mismo Moraleda nos había entregado ya para nuestra navegación sucesiva una carta esférica desde el S. de Valdivia hasta Chiloé, otra de toda esta isla, y las tierras adyacentes; y otra del fondeadero de Juan Fernández, todas trabajadas por él con mucho primor, y más que regular exactitud.



Fin de estada en Chiloé.


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28 May 2014 16:14
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Nuevo mensaje Re: Diario de la Descubierta por Alexandro Malaspina
Descripciones y reflexiones políticas II

Nuestros marinos científicos y expedicionarios acaban de levar anclas rumbo al norte. Han zarpado desde la ensenada situada al oeste de la población de San Carlos de Chiloé, y lo hacen después del regusto de una arribada difícil y una estancia de catorce días en puerto, que dejan una patina de desesperanza en el alma ilustrada de Alexandro, y de una no menos larga y engorrosa maniobra luchando con vientos y mareas hasta conseguir dar la vela -Y es que Alexandro Malaspina parecía estar predestinado a luchar contra el viento y la marea reinantes-

Ahora se enfrentan de nuevo al océano, y mientras pierden Latitud a son de mar, los imaginamos desplegando una fabril actividad en todos los órdenes que son objeto de la expedición. De hecho, así lo vienen haciendo al menos desde que dieron la vela en el mar del Plata, entregándose prácticamente sin descanso a largas jornadas, concentrados y dedicados con el ahínco -primor que diría nuestro comandante- con el que solo son capaces los hombres de ciencia cuando se sienten comprometidos en un gran reto.

Naturalmente entre esta cantidad ingente de trabajo, el comandante es precisamente uno de los más atareados, pues sin desatender a las tareas propias de la navegación como comandante de la Descubierta, desde su escritorio: reflexiona, escribe, consulta los datos y resultados de las entrevistas obtenidas en puerto por las comisiones, analiza las complejidades mercantiles y económicas de los dominios de SM, relee los postulados y fundamentos de las nuevas ciencias económicas a su alcance, especialmente las obras de A. Smith, consulta también los trabajos de Jovellanos sobre la marina mercante y la economía agrícola, y busca a través del método científico la confirmación de sus "Axiomas para la América", cotejando con sus oficiales pareceres y puntos de vista. Así lleva trabajando desde que ordenara dar la vela rumbo a Puerto Egmont, para doblar el cabo de Hornos y arribar a la isla de Chiloé, que ya presiente cada vez más lejos por la popa.

Queden aquí en esta parte segunda, una pequeñísima reseña de esas reflexiones. Las que humildemente me atrevo a trascribir e incluso comentar, con el ánimo de hacerlas llegar a ustedes en la esperanza de que aún hoy, sean un faro que ponga algo de luz al navegante del siglo XXI, por muy cargados que vengan los horizontes, las mares gruesas y los vientos contrarios o ausentes.


Extracto de las reflexiones políticas sobre los dominios de S.M. desde Buenos Aires hasta Chiloé por el cabo de Hornos.

Una región que pareció hasta aquí abandonada de los benéficos influjos de la vegetación y que, compuesta de costas casi inaccesibles, batida de unos vientos constantemente tempestuosos y colocada en los extremos del continente casi como un dique contra la cólera de las olas, parecía destinada a ser el asilo únicamente de los peces y aves silvestres, ha llegado en fin a excitar la codicia de los europeos, y después de haber sido la causa de unas desavenencias considerables -Malaspina hace referencia al importante conflicto diplomático sostenido con Inglaterra en 1770 por la expulsión de una colonia inglesa del puerto Egmont en la Malvinas- y haber fomentado una guerra -Se refiere a los proyectos del jesuita Falkner de internamiento militar inglés en la Pampa- aún en el día amenaza nuevas discordias y exige en el gobierno una atención seria y constante.

El bergantín Carmen ha navegado en conserva de las corbetas hasta el Puerto Deseado y que, reconocidos luego los ríos de Santa Cruz y Gallegos, ha llegado felizmente a Buenos Aires, es buen testigo de la aserción que antecede. Más de treinta embarcaciones inglesas, francesas y americanas, o independientes o realistas, estaban ocupadas en la pesca de la ballena en la sonda desde los 47º hasta los 39º. En la isla de los Estados, al referir de la fragata francesa Enekar, había las barracas y demás utensilios necesarios para el beneficio de la pesca. En el río Santa Cruz y en el Puerto San Gregorio se había intentado distraer a los patagones de nuestra amistad; se les prometía un asentamiento en el Puerto deseado; no pocas veces habían invernado en el Puerto Egmont varias embarcaciones extranjeras.

Finalmente en nuestras convenciones de no frecuentar estos mares, respondía el capitán inglés Botel que tenía pasaportes de su monarca. Al mismo tiempo buques ingleses y americanos (Entre ellos algunos bergantines) transitan al cabo de Hornos, visitan nuestras costas y por consiguiente en el año 1789 puede considerarse ya relativamente a esta parte franqueada la doble barrera de los tratados y la navegación.

Que la internación de cualquier potencia europea por la costa oriental patagónica sea un peligro imaginario, y un peligro que no debe ocupar ni un momento nuestro sistema defensivo, es cuanto más decidido cuanto más influyen los materiales acopiados a hacer conocer la verdadera geografía de esta parte del continente.

Además de que nuestro sistema de establecimientos, temible ya en cualesquiera otras provincias, debe serlo aún más en la costa patagónica, porque unos presidios en donde no hay el menor recurso ni para comercio mediano ni para una subsistencia cómoda, han de reemplazar precisamente con sueldos crecidos y con la misma malversación de la Real Hacienda, la suerte de los empleados, quienes desde luego fabricaron sobre el mismo empleo la idea de una fortuna.

Examinemos un momento nuestras colonias de la costa patagónica y Malvinas, y para no renovar la memoria la cadena fatal de mil gastos enormes a que han dado lugar en tiempos pasados…

Los establecimientos de río Negro y del puerto de San Josef, únicos que nos han quedado en la costa, ya no fueron dictados por combinaciones útiles o de comercio o defensa, sino por las órdenes de hacer establecimientos adaptados a los parajes en donde algún agua, aunque salobre, y un poco de tierra vegetal, prometiesen siquiera una subsistencia penosa a los pocos colonos. Entretanto que se proponían grandes ventajas del comercio, de construcción de navegaciones y comunicación internas, que no dejaba de mezclarse el acostumbrado celo de la conversión de pocos indios errantes, y que se revivían las ficticias ideas de un nuevo país del Dorado en las latitudes casi inaccesibles, el erario expandía sumas cuantiosas y aumentaba la infelicidad de unos colonos cuya transmigración desde España era ya un paso opuesto a la prosperidad nacional.

¡Oh cuando llegará la época feliz de la monarquía e la cual los proyectos para la conservación ventajosa de la América no envuelvan ni sacrificios graves del erario ni multiplicidad de empleados, ni un semblante de religión y riquezas que ya no admiten ni el conocimiento del suelo ni el del hombre y en el cual no sea el monarca solo el único móvil de los ensayos harto equívocos, costosos y multiplicados de la opulencia nacional!


Comentario.
Malaspina se sigue mostrando crítico con el sistema. Ese aparato implantado desde la administración para el gobierno de América y, a la vez, anhela -casi implora-, la llegada de un porvenir, de una época feliz para la monarquía. Pero lejos de buscar esa felicidad nacional con las recetas habituales: las inspiradas en la tradición de la ociosidad, el afán de lucro personal y la ineptitud de los cargos administrativos; lo hace apoyándose en el racionalismo, el que está consiguiendo el progreso de las potencias europeas y americanas, que además, son las competidoras de España. También en el escenario de La Patagonia, cuyo territorio, en principio pertenece a España, aunque, hasta donde la propia España no haga dejación de ese dominio. Causas de ese vaciamiento pueden ser su propia ineficiencia, la deslealtad de las estructuras políticas, el desabastecimiento de mercancías metropolitanas, la incomprensión del territorio desde una visión estrecha, la sujeción a la costumbre de apoyarse en recetas fáciles -de aplicar- para solucionar problemas complejos... De todo ello el comandante sabrá y mucho a su regreso. “¡Oh cuando llagará la época feliz de la monarquía…!”


En cuanto a cubrir todas las costas inmediatas con aquellos puertos, en proporción harto errónea, para controvertirla. Pero lo será aún más cuando se asegure que ni aún así mismos pueden defenderse, dotados con un corto número de malcontentos e indisciplinados, y con una batería de cañones tal vez inútiles en donde hay mil parajes para fondear y hacer desembarcos.

Esta pintura rápida puede casi en un todo aplicarse también al puerto de la Soledad en las islas Malvinas, el cual en una guerra, igualmente que los dos establecimientos indicados, sería fácil presa de un corsario atrevido y bien armado, agregándose en poco tiempo que emplearía en ésta conquista para ajar más y más el honor del pabellón y del poderío nacional.

…Se insinuó ya, hablando de las escalas en Montevideo, que aún fomentadas las pescas serían poco útiles en aquella colonia, en cuanto exigían una economía indispensable que evadiese toda ocasión de gastos superfluos. Por ventura los extranjeros que con tanta ansia se han inclinado a la pesca de la ballena y a la adquisición de las grasas del lobo marino, pelucón o león marino y del pinguancho, nada dejan de desear en cuanto al modo de calcular con seguridad sobre el importante ramo de industria.

El huir -alejarse- de nuestras colonias, el navegar con poca gente, tener sus pasos libres, conservar sus tripulaciones, y hacer la aguada donde y como convenga, invernar a veces en uno u otro puerto para el acopio anticipado de grasas, finalmente el no ser maltratados ni molestados sino únicamente auxiliados y dirigidos de la Marina Real, serán los preludios positivos de prosperidad o decadencia de nuestra nueva Compañía de Pesca, emprendida con tanto amor al bien nacional bajo la protección del Excelentísimo Señor Bailío Don Antonio Valdés.

Comentario.
Malaspina no está solo en el análisis político que está llevando a cabo. Él, solo es una pieza de la gran arquitectura, con la que, las cabezas más brillantes de aquel momento en España, están abordando la reforma de la monarquía. El desarrollo de las luces. Prueba de ello, es que escribe de su pluma, una receta concreta apoyada por su más valioso protector: solucionar la falta de una estructura económica estable en la frontera Sur y la falta de integración del territorio patagón. Esa política se propone disolver el desapego de sus gentes hacia la monarquía. Para ello se recurre al empeño en la prosperidad, mejor cuanto más permeada en todos los estratos sociales del territorio.


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30 May 2014 17:23
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Nuevo mensaje Re: Diario de la Descubierta por Alexandro Malaspina
...Descripciones y reflexiones políticas II

Los sucesos de la fragata Ventura, que arponeó en un mes 50 ballenas en el año 1784 y regresó a Montevideo con 113 pipas de aceite parece que ha de inclinar las pescas hacia los paralelos comprendidos entre el río Negro y el cabo Blanco. Pero también debe tenerse en cuenta que la escala verdaderamente ventajosa para los pescadores, y sobre todo el único paraje donde puedan invernar con facilidad y comodidad, es Puerto Egmont…

Pero no es la sola pesca de la ballena la que puede hacernos útil la costa patagónica. Don Tomás Antonio Romero, vecino y del comercio de Buenos Aires, con un espíritu verdaderamente patriótico y con bien meditados cálculos, apoyados sobre un caudal no indiferente, ha propuesto la pesca y salazón del bacalao en el puerto de San Julián y sus inmediaciones con unas condiciones harto ventajosas a la Real Hacienda, mucho más si esta se desentiende de la cesión de aquellos enseres después de un término señalado y deja al libre albedrío del primer propietario la inversión o alineación de los efectos.

Comentario:
Malaspina expone con sencillez la naturaleza económica en la que se postulan sus reflexiones. Una corriente innovadora de concepción “liberal”, que es como el marino percibe la política. No olvidemos la época en la que se sitúan. La resistencia al cambio tradicional en España y la evolución -léase conmoción- que éstas ideas suponían. Malaspina al hacer su propuesta, no puede eludir los términos y conceptos que vertebran su tesis: “Utilidad, producción, inversión económica, presupuesto de explotación, -cuando habla de “bien meditados cálculos”- y de una formula administrativa por entonces ya conocida y, sin embargo, insuficientemente desarrollada en los dominios de SM en España: la concesión administrativa como fórmula para el fomento de la industria y el comercio. Que la corona apoye sin pretensión de permanecer el negocio. Apoyo necesario y suficiente hasta asegurar su posterior funcionamiento al “libre albedrío” de sus propietarios.

Mucho ha llovido desde entonces y muchos hasta aquí, se han encargado de corromper esa concepción de ejercicio de la libertad. Libertad desde la madurez, atendiendo a Inmanuel Kant. Libertad como cauce de la felicidad nacional, libertad como meta del patriotismo, el esfuerzo y el reconocimiento del mérito. Postura política muy alejada de una tradición sostenida en motivaciones de lucro personal, de acumulación de privilegios y una concepción de la vida basada en ignorar al otro. Al compatriota.


Tampoco se olvida Malaspina del papel que juegan algunos aspectos geoestratégicos, por eso habla de las islas Malvinas, de la situación y ventajas del enclave de puerto Egmont.


No ocultaré a la rectitud del gobierno que a pesar de deber las colonias, en cuanto al comercio, ser útiles y tributarias a la matriz, no deben no obstante perder el derecho de emplear sus fondos en los productos de su territorio, siendo éste el único derecho que les queda cuando en la importación y en los cambios ya les hace tributarias. Sin este derecho se hallaran sentenciadas a una pobreza tanto más duradera cuanto más se les estrechase el modo de explayar su industria y de emplear o formar sus propios fondos.

Comentario:
Malaspina habla de derechos. De los derechos de las colonias. Él lo sabe, sabe el riesgo que corre al afrontar de cara una cuestión como ésta. Una cuestión “tabú” para sectores muy poderosos de la metrópoli. Entre ellos el nuevo rey. Una cuestión ésta la de los derechos coloniales, que las viejas estructuras de la nobleza no aprenden a resolver. Por eso deciden ignorarla. Si acaso, combatirla con fiereza. Empleando el uso pronto de la fuerza y exhibiendo su letargo de autocomplacencia. Élites para el provecho de sus propiedades, élites para el perjuicio de la nación.


Sin embargo las propuestas de Malaspina no son radicales. Mucho menos revolucionarias. Lejos de ello, Malaspina habla de utilidad, de distribución tributaria hacia la matriz. Esto supone que las colonias tengan autonomía de gestión. Aplicar en su territorio los fondos provenientes de su economía. Alejarse de forma duradera a la pobreza.
Malaspina busca en la política y en la economía un sistema de equilibrio entre las colonias y la metrópoli. El equilibrio que el mismo observa en los procesos de la naturaleza. La aplicación política de los “Philosophiae Naturalis Principia”. El equilibrio: la fuente de inspiración de todo su programa.



En cuanto a las embarcaciones de la Marina Real que protejan las pescas, alcanzarían seguramente a todos los objetos y no serán muy gravosas al erario, si se componen de dos corbetas y dos bergantines en dos divisiones, a las cuales seguirá con intervalo de dos meses, o desde Europa o desde Buenos Aires, una embarcación con víveres que, cumplida su misión en puerto Egmont (A donde acudirían en diferentes tiempos las dos divisiones a tomar lo que necesitasen) pudiera también hacer su retorno con aceites y grasas.

Estas dos divisiones deberían, aunque separadas, reconocer un solo jefe que sería responsable de todos los incidentes de la pesca y braceros. Daría sus instrucciones y en un par de encuentros de las dos divisiones, la una al tiempo de reemplazar los víveres, combinaría sobre los reconocimientos hechos y las noticias adquiridas los pasos más acertados para el plan que debía adoptar en generar las Malvinas, los ríos de Santa Cruz y Gallegos. La entrada del estrecho de Magallanes, la Tierra del Fuego y la isla de los Estados serían la parte correspondiente a una división; mientras otra cruzaría el mar comprendido desde el puerto de San Julián hasta los 37 o 38 grados.

Se reconocerían los puertos con una conducta basada en una disciplina forme, y con regalos oportunos se atraerían más y más a nuestra amistad los pocos habitadores de estas dilatadas costas. Y si no me engaño, fuera fácil y no violento, habitando algún tiempo entre ellos, enterarse a fondo así de la geografía como de la población interiores.


Ya el examen algo prolijo de la costa patagónica oriental nos ha llevado a la demostración casi evidente de las verdades siguientes:

1. Que conviene abandonar todos los establecimientos, incluso el del puerto de la Soledad, porque además de ser muy gravosos al erario y violentos al vasallo, solo sirven en tiempo de guerra para comprometer más y más nuestras fuerzas marítimas, siendo fácil por otra parte la verificación de ese abandono sin el menor recargo de gastos, con la sola cesión de los ganados de Malvinas al que haga todos los transportes y ocupe las pocas familias de río Negro en río de la Plata.

2. Que la pesca es el único producto que podemos sacar de aquellas costas dilatadas. Pero que ha de dirigirla la economía, excluyendo todo establecimiento y trabas; y ha de protegerla la Marina Real, apartando a los extranjeros según lo toleren los tratados o antiguos o recién hechos. Podrían lograrse algunos cambios con los patagones, muchos conocimientos del país interior y unos vínculos nuevos de amistad recíproca que nos afiancen su felicidad.

3. Las escalas en la costa patagónica para los buques que transiten a la mar del Sur son muchas e irremediablemente comunes a nosotros y a los extranjeros. No debe precisarse a ellas embarcación ninguna mercantil, mucho menos en tiempo de guerra. Para la Marina Real, particularmente si navegase con transportes o escuadras numerosas, la del puerto Egmont parece la más segura y cómoda, suponiendo que dicho puerto se conserve desierto.

4. Finalmente que no debe absolutamente pensarse en recelos, ni de establecimientos ni de invasiones enemigas, que solo servirán a escarmentarlos.

Comentario:
Al ponernos en el lugar de alguien ilustrado del sígló XVIII, podemos decir que: estudiar hasta conocer, regirse por criterios económicos, de utilidad, acometer proyectos, actuar en consecuencia, hacerlo de forma eficiente y combinar esfuerzos para sumar sinergias...
Las recetas de Malaspina parecen perfectamente válidas aún hoy cuando se trata de sacar un proyecto adelante. Solo falta añadir algo que hoy también es necesario: la voluntad política y el impulso institucional.

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30 May 2014 17:26
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...Descripciones y reflexiones políticas II

Se nos presenta ya la isla de Chiloé, la cual, por su situación, clima y productos, ha ocupado desde el año 1778 la atención del gobierno. Esta isla…, no es escasa de pobladores, abunda de muchos productos útiles, tiene buenos puertos y es el verdadero principio de la dominación española el el mar Pacífico. Pero como hasta aquí se ha hecho, han de dividirse en su examen político los objetos mercantiles de los militares, y ligarse con unos y otros la prosperidad nacional y la economía del erario.

Es efectivamente singular la vista de muchos errores políticos a que se expone el no dividir las materias entre sí. La defensa se fija a veces en parajes donde no pueda concurrir el comercio, y el comercio se fija luego en parajes indefensos, de suerte que la nación en éstos y el erario en aquellos sufren iguales sacrificios y se multiplican los puntos en los cuales puede el enemigo hostilizar y ofendernos, aumentando además nuestra imposibilidad de fijar un sistema de defensa.


Dejemos a un lado estos y otros proyectos, y ocupémonos del recto conocimiento de la isla. Puede establecerse en primer lugar como axioma que la administración de tributos, derechos y diezmos es tanto más nociva al contribuyente y tanto menos útil al erario, cuanto mayor es la distancia del centro y buen orden de la monarquía, y más inasequibles los esfuerzos para el remedio de cualesquiera abusos. No parezca temeridad el asegurar que aumentadas considerablemente las contribuciones de los chilotes en este siglo, al mismo tiempo la población ha disminuido de la mitad, y el erario se ha visto recargado de un situado doble, no habiendo además en el puerto de San Carlos ni una fortificación que pueda alejar un solo buque enemigo, ni un soldado cuyas armas no quede dudoso si han de obrar contra el invasor o contra su mismo soberano. Son buenos testigos la Sres. Tova, Valdés y Quintano, que pasaron a Castro.

Por falta de caminos y de cobradores, el habitador de la parte meridional de la isla sacrifica a veces su salud y su labranza para traer a las cajas de San Carlos solos cinco pesos, que por lo común no producen al rey sino otros tantos de gastos. Entretanto un cuantioso número de soldados y ministros de justicia corre de un extremo a otro, no para cobrar periódicamente ese tributo, sino para oprimir a los que, omisos o imposibilitados, no le hayan pagado: usurpa, vende y nada trae. La población de San Carlos toda se mantiene del sueldo del rey y de las vejaciones que allí dimanan a la restante provincia; y finalmente, un país en donde ni el mismo alimento alcanza las necesidades, es un nido de pleitos y un enjambre de escribanos.

Comentario:
Muy críticas son estas reflexiones de Malaspina, y sin embargo, a pesar de su crudeza - o quizá por ella- parecen creíbles al dibujar el estado de la convivencia en la colonia. La burocracia absurda, la holgazanería, la impunidad, la represión, la insensibilidad, la carencia de altura de miras y la ausencia de pensamiento en la nación. Un estado de cosas perfectamente inútil para la monarquía. El solaz marginal de unos pocos funcionarios. Evidentemente Malaspina no da nombres ni cita cargos. No hace falta. Es el retrato de las autoridades locales y del sistema que las alimenta.



… pudiendo la isla suministrar abundantemente para el sustento y aún en mucha parte para el vestido, quedaba este “surplus” en beneficio de los objetos de lujo para una vida más cómoda, cuyos influjos benéficos serían muy luego el progreso de la población y el mismo progreso de la agricultura y de la industria. Pero los tributos, el tabaco, alguna ropa de abrigo y una excesiva opresión en los cambios, dimanada no menos de la suma necesidad de los unos que del abuso y estanco de los otros, absorben esa cantidad de parte de los indios; mientras de parte de los criollos, la holgazanería, dimanada en mucha parte de los sueldos habituales del erario, los pleitos, la existencia de un sin número de asalariados y los pocos mercaderes publicanos que siguen siempre esta clase de colonias, devoran la demás parte, en la cual el rey es también, como se ha visto un contribuyente de no poca monta.

En general el cambio de estos efectos se hace del modo más perjudicial… El que vive de su trabajo vende sus frutos al precio mínimo que alcance, y el que por la posesión del fondo necesario para proporcionar el cambio le prefija aquel precio, al mismo tiempo que sube excesivamente el valor de aquellos efectos que les suministra en cambio. El negociante en un país de esta especie es un cedazo que no deja salida sin a las más sutiles, y cuyos hilos puede impunemente estrechar cuanto se le antoje… los productos de Chiloé son periódicos, luego el comercio podía ser periódico y semejante a una o más ferias, en el cual, para mayor comodidad de los transportes y cambios, podían pactarse anteriormente los plazos y depender los precios de una libertad recíproca de contratos fundada en el valor real de cada cosa.


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03 Jun 2014 00:06
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Nuevo mensaje Diario de la Descubierta por Alexandro Malaspina
...Descripciones y reflexiones políticas II

No es mi ánimo revivir aquí las llagas del monopolio, ni demostrar cuanto es opuesta a la concurrencia libre de vendedores la intervención en el comercio de la autoridad real, por lo común abusada. Una traba de una aduana, una acusación de un calumniador, una interpretación siniestra de una Real orden, pueden trastornar las medidas más bien combinadas de un comerciante honrado que reuniese sus ganancias lícitas con los progresos de aquella industria, y hacer triunfar el monopolio que ya en los cálculos subalternos se supone como seguro en Juan Fernández, Valdivia y Chiloé.

Es difícil determinar hasta qué punto pudiera alcanzar el comercio de Europa con la isla de Chiloé, pues desde luego debiera absorber no solo todos los efectos que actualmente se traen de Lima, y que han procedido en mucha parte de Cádiz, sino también varias especies de manufacturas, que, del mismo modo que en Buenos Aires, solo se han conocido desde que los catalanes, con considerable ventaja propia, las han introducido. Tales son los zapatos, los gorros, las camisas, las herramientas y sucesivamente varios pequeños útiles de comodidad que en el día no se conocen en un país en donde los artefactos no han logrado aún el menor cabimiento.

En la actual balanza económica del comercio, y aún en el sistema que nos hemos propuesto de determinar a cada país de la monarquía aquellos ramos industriales que naturalmente le corresponden, es positivo que se dejen ver las infinitas ventajas que tiene el comercio de Europa sobre el de Lima para los abastos de Chiloé. La embarcación de Europa que, pagando en Cádiz un derecho proporcionado a la libertad de vender en Chiloé o en Chile, cambie sus surtidos con maderas u otros frutos vendibles, complete su carga con los trigos de Chile, descargue en Lima e inmediatamente regrese a Europa, seguramente abaratará el comercio costanero del mar Pacífico, o hará considerables ganancias que recaerán todas sobre los fondos europeos.

No paran aún aquí las consideraciones relativas al comercio de Europa con Chiloé. Si, como más por extenso se propondrá luego, pudiese afirmarse un comercio periódico con los Wilches, que en unas ferias bien ordenadas adquiriesen nuestros tabacos, licores, quincallerías, armas etc., las remesas de Europa aumentarían considerablemente; tal vez por su misma voluntad, esos pueblas sacarían de la cordillera inmediata los mismos metales que ya tanta sangre costaron a la nación que intentó conquistarla.

Si no nos engaña el semblante filosófico de unas ideas sencillas, fijadas más bien sobre el conocimiento del hombre y de la navegación que sobre sistemas hijos o de un soñado poderío irresistible, o de un celo engañoso de la religión, o finalmente de un cebo envenenado por la plata ¡Oh cuanto pueden ensancharse para la prosperidad nacional las ideas que acabamos de indicar! Tal vez nos llevarían a una paz duradera y segura, que no nos costase ni unas continuas zozobras, ni el sacrificio de muchos caudales, ni finalmente el ajamiento de honor nacional.

(En Valdivia, Chiloé y a su imitación a bordo de la Descubierta se han hecho honores de armas y particularmente de cañón a los caciques Wilches que solo vienen a emborracharse y que pueden dirigir, que no enfrenar, los robos que se intentan por sus súbditos sobre los nuestros. El cacique Catiguala hizo un alarde en su semblante de no temer al cañón que se disparó sobre el Alcázar y en sus inmediaciones. Preguntado si le causaría algún temor, dijo decididamente que no y manifestó un semblante impávido).

Tal vez se abrirían las puertas a nuevos comercios ventajosos, y ni el erario costearía un ejército tan costoso como ficticio, ni concurriría el miliciano chilote a aumentar solamente su lista imaginaria a costa de mil sacrificios positivos.

Comentario:
De nuevo aquí la idea de convivencia gira en torno al conocimiento del hombre, más que a su dominio por el uso de la fuerza o al de la imposición de creencias. En palabras del propio Malaspina: “Ideas filosóficas sencillas” que buscan la prosperidad nacional, es decir de la población, y por extensión, de la monarquía a través de comercio. Naturalmente para hacer una realidad este estado de cosas, resulta imprescindible la consecución de la paz. Una paz fundamentada en la idea de alcanzar una vida digna. La esperanza de los pobladores. Una paz alejada del empleo de las armas contra los propios, de los abusos del ejercito de funcionarios, de la tradición inclinada a la prosperidad de la corrupción, del alejamiento a la idea de contribuir al bienestar del país.


Se ha hablado de la posibilidad de entablar con los Wilches unas ferias periódicas que se dirigieren al mismo tiempo a un mayor despacho ordenado de nuestros frutos, a la adquisición de algunos otros que nos fuesen útiles, y últimamente a una sólida unión con aquella nación, fundada sobre la basa de la tranquilidad y necesidades recíprocas. La utilidad de estas ferias o plazos de cambios es sin duda alguna evidente, y sus tiempos periódicos son naturalmente los meses de verano, en los cuales la navegación y los caminos por tierra son tan fáciles como impracticables en invierno.

La visita de un oidor de la Audiencia de Chile o de Lima, cortaría decisivamente todos los pleitos y determinaría los derechos de posesión de cada uno. Y desterrados el papel sellado y el enjambre de escribanos, debía el corregidor decidir amigablemente todos los pleitos, a menos que las partes litigantes no quisiesen presentarse personalmente en la audiencia correspondiente. Libres las milicias de muchos servicios harto penosos, formarían únicamente sus asambleas en la estación correspondiente a las ferias, y el aparecimiento de uno u otro buque de la Marina real serviría para auxiliar cualesquiera medidas activas, si fuesen necesarias para el buen orden y seguridad de la colonia.

Precisamente esa provincia aislada, sin minas y distante a muy largo trecho de la reunión de nuestros dominios, nos demostraría si la verdadera opulencia de la matriz y de las colonias depende o de un anchuroso comercio o del actual sistema de tributos e impuestos, que conspira a atajarle no menos con una comunicación cortada de los pueblos vecinos que con una circulación estancada, escasa y violenta.

Se ha omitido expresamente el hablar del sistema eclesiástico de Chiloé, el cual depende en mucha parte de las misiones de los franciscanos, costeadas por el erario y ya inútiles. No es nuestro ánimo ni recordar al gobierno que existen aún en Castro (Contra las últimas Reales Órdenes) un convento de Observantes y otro de Mercedarios que solo tienen dos religiosos inútiles; ni hacerle presente que el sistema indicado de pacificaciones será la prueba segura de la necesidad de un cuarto o de una misión, el que el gobierno no la costee, dependiendo por consiguiente su existencia o de la justa parsimonia del ministro evangélico o de la voluntaria contribución de los feligreses. Desde luego el ejemplo de los siglos debe convencernos que la conversión de los Wilches ha de depender más bien de otras causas que de la predicación evangélica, a la que se han manifestado hasta aquí enteramente sordos.

Comentario:
En este caso como en otros, las propuestas de Malaspina parecen no querer perder actualidad, y es que desde Roma, nada nuevo bajo el sol. Por eso tenemos el privilegio de poder aprender de la historia…, si queremos, si sabemos.


Fin de Descripciones y reflexiones políticas II

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03 Jun 2014 19:30
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Nuevo mensaje Re: Diario de la Descubierta por Alexandro Malaspina
Acaecimientos desde San Carlos de Chiloé hasta Coquimbo.

Navegación desde Chiloé hasta el puerto de Talcahuano.

Ti-mon1

...19 febrero.

A pesar del aviso ya indicado del piloto Moraleda, como el semblante del tiempo pareciese sumamente favorable y pudiésemos contar con la marea hasta las ocho, y media de la noche, me pareció debido el emprender la salida, y voltejar si fuese preciso, en la parte de mar comprendida entre los farallones, y la punta Cocotuya. De cualquier modo, como el tiempo parecía bonancible, ningún inconveniente había, en fondear en cualquier parte, y completar la salida con la virazón del día siguiente. Así a las ocho metimos los botes, y dimos la vela atracando con todo el aparejo la punta del Mastelero; y disfrutando así de una marea favorable con mayor actividad.

Lejos de llamarse al O, el viento se mantuvo bonancible al SO ¼ O; que ceñimos constantemente, logrando así, que a las seis de la tarde, cuando calmó casi de un todo, pudiésemos marcar la punta Capitana al N 7º O, la punta de Guechucucuy al S 25º E, el farallón Mayor de Carelmapce al S 62º E, todo de aguja.

20 febrero.

El viento se empeñó en tomar vigor por el N, y N ¼ NE, el que ceñimos mura a estribor, aproximándonos a la derrota, cuanto fuese posible; y habiendo después engruesado algún tanto la mar, nos quedamos sobre las mayores y las gavias; pues en la vuelta que seguíamos por precisión, ya solo servía a separarnos de la costa.

Habíamos experimentado nuevamente desde la tarde anterior que la Atrevida tenía una considerable ventaja de andar sobre esta corbeta. Con éste motivo nos fue preciso en la mañana de ese día hacer alguna innovación en nuestra estiba; y con pasar a popa desde el pozo hasta sesenta quintales entre batería, y lingotes, conseguimos desde luego alguna ventaja en el andar, pero no tanta, que pudiese competir con la Atrevida.

A este medio día emprendimos igualmente la comparación por señales de los relojes de una, y otra corbeta. Se hicieron pistoletazos, y señaladas las horas correspondientes desde 61 nuestro, con el 10 de la Atrevida y deducida la marcha de este en nuestros cuadernos, tuvimos los siguientes resultados, aplicada ya la ecuación correspondiente a los 13, y 72.

Nº 61; 1º 4’ 37’’ Occidental de San Carlos.
Nº 72: 1º 4’ 28’’
Nº 13: 1º 4’ 18’’

Atrevida:
Nº 10: 1º 3’ 47’’
Latitud observada: 41º 3’ 47’’

Esta comparación debía al mismo tiempo afianzar nuestros conceptos diarios sobre las diferencia en la marcha de los relojes, y traer a una longitud misma o sumamente aproximada, los seis relojes para la colocación más segura de los puntos, que sobre ella determinásemos. Con mucha satisfacción veíamos por consiguiente, que nuestras longitudes iguales con el número 10, debían mirarse como de la mayor confianza. El 61 seguía su marcha uniforme. No era muy diferente; pero sí algo acelerada la del 13. La del 72 variaba considerablemente, ya en uno, ya en otro sentido.

Toda la tarde de ese día debimos seguir la vuelta de fuera, manteniéndose el viento fresquito del cuarto cuadrante con mucha cerrazón, o más bien neblina; pero como a las nueve de la noche llamó el viento galeno al SSO, y el S, con hermoso semblante, e inmediatamente navegamos al N. pareciéndome en este caso más conveniente el estar desatracado de la costa, para afianzar más y más el viento favorable, y buscar a la mañana siguiente la costa por los paralelos más bajos, y menos expuestos a los nortes.

21 febrero.

Como amaneciese el tiempo sumamente hermoso pero (según costumbre de estas costas) algo calimoso hacia el E, equivocaron nuestros vigías las variedades del clima, con las apariencias de la tierra, que creían ver desde el ENE al NNE; de la aguja; y la aseguraron con tanto tesón, que a pesar del arrumbamiento, que en estos parajes daba Moraleda a la costa debí creer, o algún error en éste, o en nosotros algún efecto extraño de corrientes. De hizo proa al NNE; y solo un andar rápido hasta cerca del medio día, y las observaciones de Latitud y Longitud pudieron desprendernos de nuestra ilusión. Fue nuestra Latitud de 40º 14’ y la Longitud 1º 1’ 45’’ al O. de San Carlos.


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04 Jun 2014 11:03
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Nuevo mensaje Diario de la Descubierta por Alexandro Malaspina
… 21 febrero.

Con estos datos ya no podíamos dudar, que solo no teníamos la costa a la vista, sino, que distábamos considerablemente de ella; y que, podíamos muy bien propasarnos del puerto de Valdivia. No era mi ánimo seguir en él, así porque su plano interior pedía sacrificios considerables de tiempo; y los trabajos, acertados del ingeniero Garlan, y el piloto Moraleda, lo hacían casi inútil; como porque el puerto de Chiloé me había manifestado, cuántos eran los inconvenientes, en cuanto a tiempo, y en cuanto a disciplina, que cada puerto de estas costas nos había de producir, particularmente las que estuviesen sujetas a los nortes. Pero si me importaba para la utilidad de la navegación el situar el mismo puerto en su verdadera Latitud y Longitud y tomar algunas vistas de la costa a su entrada.

Así al medio día orzamos al E. corregido con fuerza de vela; y con un andar de siete u ocho millas conseguimos avistar tierra como a las dos de la tarde. Era esta por el paralelo en que nos hallamos la que forman las inmediaciones del río Bueno, alta, escarpada, y más bien árida que frondosa. Gobernamos a atracarla hasta las cuatro, y media, y a esa hora, tomados los horarios, y no distando ya, sino unas tres leguas de la costa, arribamos para alcanzar su reconocimiento lo más al N. que fuese posible. Al ponerse el Sol estábamos precisamente a la vista del puerto. La Atrevida poco antes había sondado sin encontrar fondo; y 62 series de distancias de Sol a Luna, daban una Longitud media diferente de la de los relojes en 7’ 57’’ al O.

Concluida esta parte de la costa navegamos desde el anochecer con fuerza de vela a pasar a la vista de la Mocha - Malaspina se refiere a la isla Mocha, situada frente a las costas chilenas al NNO de Valdivia- . La costa inmediata había sido reconocida por Moraleda y su arrimo siempre sería peligroso para cualquiera, por ser habitada por indios Juncos enemigos de la monarquía; y por no haber en sus orillas puerto alguno de abrigo.

Como la isla Mocha fuese el paraje más oportuno para recalada de los que navegasen a los puertos de Concepción; era importante para nuestra navegación, su posición astronómica, y sus vistas a diferentes rumbos. Estas exigían, que prefiriésemos el paso exterior al interior entre dicha isla y la costa de tierra firme.

22 febrero.

Al salir el Sol se le avistó al NNE distancia de 6 a 7 leguas. La calima hacía al mismo tiempo muy confuso el conocimiento de la costa; y a ratos aún ocultaba parte de la misma isla. El viento a la sazón era fresco del S al SSE, y los cielos y horizontes con buen caris de brisa. Arribamos pues en su demanda, y solo distando de su extremo S. como dos leguas hicimos rumbos algo más al O. para desatracarnos de la restinga, que sale como una lengua al SO. de dicho extremo. Al mismo tiempo acortamos la vela para proporcionar buenas observaciones de Latitud a la vista de la misma isla.

Empezamos a correr bases desde la nueve de la mañana, pero se nos frustraron en parte con una turbonada algo fuerte del SE, que a las 10 nos obligó a acortar la vela. No obstante de once a doce de la mañana conseguimos una buena base en vuelta del NE, sobre la cual, costeando el extremo N. de la isla a distancia de una legua, y observando Longitud y Latitud en sus extremos, conseguimos situarla a toda satisfacción, ligando al mismo tiempo la costa inmediata.

El paso entre la isla y la costa ha sido bastantemente frecuentado. Es un fondo limpio de 18 a 20 brazas; y hay un fondeadero para abrigo de nortes en la playa oriental de la isla hacia su extremo del S. no obstante solo una extrema necesidad, o riesgo de perderse puede llevar hacia aquel paraje, embarcaciones grandes.

Concluidas así hacia el medio día nuestras tareas hidrográficas relativamente a la isla Mocha; para lo cual habíamos navegado con poca vela seguimos en demanda de la costa; y en toda la tarde fuimos bastante felices para conseguir hacer su descripción, y situación hasta la punta Rumena…

No habíamos podido alcanzar la vista de la isla Santa María, cuya posición nos importaba determinar para los que quisieran recalar a Concepción por estos paralelos. Así luego, que anocheció nos quedamos sobre las gavias a medio mastelero, aunque la brisa estrechamente fresca, y la mar muy agitada nos causasen balances extraordinarios.

A la una navegaba ya a una distancia proporcionada para considerarnos como dos leguas al S. de la isla al E; y finalmente a las 3 considerándonos tanto avante con ella, paireamos sobre la gavia y el contrafoque, para esperar las primeras claras del día, que diesen lugar a nuestras tareas.

23 febrero.

En efecto a las cuatro ya veíamos claramente las tetas de Viovío, y la isla inmediata, y a las cinco ya habíamos empezado a correr una base, que nos determinase exactamente sus extremos, y nos la dejase ligar con los puntos interiores. El viento a la sazón había cedido mucho; la mar estaba llana, el día sumamente claro, y risueño; y presentaban una agradable variedad las muchas ballenas, que elevaban por diferentes partes del agua a una altura excesiva.

Gobernamos a atracar la costa; pasamos bien cerca de la boca del puerto de San Vicente, y visitada la orilla arribamos a dejarla por estribor distancia de un cable, y medio. A las 8 ½ ya estábamos inmediatos a la punta N. de la Quiriquina. Los pedruscos, que la rodean no tienen peligro oculto; y pueden costearse bien de cerca. Inmediatamente después orzamos, conservándose ya viento galeno del SSE, que hasta entonces había soplado algo arrafagado y empezamos los bordos para alcanzar el fondeadero de Talcaguano.

La costa sumamente limpia por una, y otra parte convidaba a alargar los bordos, cuanto fuese posible, pero conocíamos, que a la demasiada inmediación a tierra el viento perdía de su fuerza; y también varío este considerablemente en la inmediación de la Quiriquina, y últimamente a no mucha distancia del fondeadero, quedándose a ratos enteramente en calma, y otras veces oponiéndose al bordo más útil. No obstante, con la ventaja del aparejo; que nos dejaba ceñir en cinco cuartas escasas, pudimos finalmente como a las dos, y media dar fondo al E. del castillo de Gálvez en siete brazas lama arenosa, y distantes de él de tres a cuatro cables. La Atrevida dio fondo a corta distancia de nosotros, y entre ambas corbetas poco después quedaron amarradas NS el ayuste al N.

br-i4

Fin de navegación desde Chiloé hasta el puerto de Talcahuano.


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05 Jun 2014 12:42
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Nuevo mensaje Re: Diario de la Descubierta por Alexandro Malaspina
Estada en el puerto de Talcahuano y ocurrencias para el reconocimiento de los puertos inmediatos.

23 febrero.

Hallamos en este puerto próximo a dar la vela para Valparaíso el navío Hércules del comercio de Lima. Había tomado un medio cargamento de trigo e iba a completarlo al puerto indicado.

El comandante del destacamento del Talcahuano vino inmediatamente a bordo de una falúa de la plaza; y me presentó una carta del Gobernador Intendente de la plaza de Concepción el Brigadier Don Francisco Mata Linares, en la cual me avisaba, que había ido a Chillan a la visita de intendencia, y que sabedor de nuestra visita a estos mares por las ordenes anticipadas de S.M. había prevenido a dos personas de la mayor actividad, y confianza, para que, en su ausencia, nos suministrasen los auxilios, que necesitáramos con más urgencia.

No tardaron en alcanzarnos desde la Concepción las cartas, que se nos habían enviado a Buenos Aires, y no hallándonos allí, se nos habían remitido a este puerto. Entre ellas un pliego del Excmo. Sr. Bailo Frey Don Antonio Valdés me incluía al mismo tiempo las órdenes circulares del Ministerio de S.M. cristianísima para que en sus colonias se nos franqueasen, cualesquiera auxilios que necesitemos; y me avisaba de las gracias, que nos había prodigado S.M. en la ocasión de su coronación con el ascenso al grado inmediato del mayor número de oficiales comprendidos en esta expedición, sirviéndose además manifestar, a los que por su poca antigüedad no habían tenido parte en estas gracias, que S.M. los atendería oportunamente.

No es fácil juzgar, si en esta ocasión fueron mayores los sentimientos de regocijo, o los de agradecimiento, y el deseo de responder a la Real magnificencia en cuanto estuviese a nuestro alcance.

Por ausencias del Gobernador Intendente mandaba a la sazón la plaza de Concepción el coronel de estas compañías de dragones Don Pedro Quijada, quien además de enviarnos inmediatamente a bordo varias especies de refrescos todos con el mejor sabor, y calidad, quiso agasajar al día siguiente en su casa a la hora de comer al comandante de la Atrevida, y a varios oficiales de una, y otra corbeta, que pasaron a la ciudad a cumplimentarle en su nombre y en el mío.

24 febrero.

Apenas los moradores de la Mocha, o Nueva Concepción empezaban a respirar de los funestos estragos de la epidemia de viruelas, que entre la ciudad, y sus contornos había arrebatado casi instantáneamente casi dos mil quinientas personas, sin perdonar a sexo, edad, ni calidad. Como Hasta aquí esta provincia se hubiese siempre hallado libre de tan funesto azote, cuando infestaba las demás provincias de Chile, habíanse descuidado sus vecinos en no inocularse…

25 febrero.

El viento estuvo en este día al N. bonancible, pero sin mal semblante y continuando el mismo aspecto al día siguiente lo que aprovechamos para las sondas de la bahía, y en particular para la exacta colocación de los bajos, que se hallan entre Talcahuano y la Quiriquina. Dos teodolitos apostados en el morrito de Talcahuano, y en la batería de Gálvez, se emplearon hasta las cinco de la tarde en la determinación de sondas, por el método adoptado por Don Vicente Tofiño con señales en la lancha de sonda, y correspondencia de horas entre estos, y los dos puntos de marcación.

26 febrero.

Nos hallábamos en un terreno, en que cuatro años antes habían explayado toda su actividad, e inteligencia los individuos del conde de Laperouse.


…La historia natural en estas provincias, tampoco toleraba, que pudiésemos dirigir a ella nuestro examen rápido, y digámoslo así imperfecto, cuanto las habían recorrido, con igual pulso y opulencia, y tiempo los Sres. Pavón, y Gálvez por S.M. católica; y Míster Pumbey por S.M. cristianísima.

Así no nos quedaba sino la parte hidrográfica, y a esto nos dedicamos con especialidad, sin omitir no obstante, los demás trabajos, que no pudiésemos despreciar sin tacha de negligentes.

… Al principio de la noche se tomaron algunas alturas meridianas de estrellas para la determinación de la Latitud, situado nuestro cuarto de círculo grande con tienda de observatorio, en una plazuela inmediata a la casa del cura, y en el mismo paraje, a donde había observado Mr. Dagelet la neblina imposibilitó así en esta misma hora, como en la anterior, y en las dos siguientes, el observar una ocultación de estrella por Luna, y dos eclipses de satélites de Júpiter , que nos hubieran dado nuevos resultados para la Longitud de estas costas.

Había ya llegado a la Mocha desde Chillán haciendo una diligencia propia de su actividad el Gobernador Intendente Don Francisco Mata. Pasé inmediatamente a verle con el Comandante de la Atrevida, y algunos otros oficiales, y visitamos después al Sr. Obispo; al Coronel Don Pedro Quijada, al Comandante de artillería el Teniente Coronel Don Juan Zapatero, y algunos otros de los vecinos principales, que se habían incomodado a venir a borde en los días anteriores.

Son el Gobernador, quien nos brindaba eficazmente, cuantos auxilios estuviesen en su alcance combinamos por consiguiente nuestros pasos sucesivos, los cuales se dirigían a suministrarnos lo más luego veinte pipas de vino, a atajar la deserción, y a auxiliar un viaje por tierras hasta Santiago, visitando algunos volcanes, y minas, que emprenderían Don Antonio Pineda, y el Teniente de Navío Valdés, acompañándoles, como practico el sacerdote Don Juan de Ubera, que había sido antes primer cirujano de la real Armada.

Añadí a estas medidas la de que la Atrevida pasase inmediatamente a Valparaíso, con los mejores instrumentos, y los oficiales astrónomos para trabajar en el catálogo de estrellas meridionales, concluir (si fuera posible) una serie de triángulos hasta Santiago, y hacer algunas observaciones físicas, y astronómicas, que la ocasión proporcionase. Al mismo tiempo (combinados los presupuestos con el Sr. Capitán General de la provincia) debía Don Josef Bustamante, dirigir la fábrica de pan para cuatro meses de cada corbeta, y yo entretanto, recibiría en este puerto el vino para ambas corbetas, concluiría en él, y en sus inmediaciones las precisas operaciones geodésicas; y pasando luego a las islas de Juan Fernández, me incorporaría de nuevo con la Atrevida en el puerto de Valparaíso.


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07 Jun 2014 21:04
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Nuevo mensaje Re: Diario de la Descubierta por Alexandro Malaspina
2 marzo, 1790.

Ya a las siete de la mañana, ayudada de nuestra lancha, y favorecida de un tiempo sumamente despejado, y favorable, había dado la vela para Valparaíso la corbeta Atrevida. Iban a bordo además de los oficiales, e instrumentos astronómicos de su dotación, el Teniente de Navío Don Cayetano Valdés y el de fragata Don Juan de Vernaci, con la tienda, el péndulo astronómico, el cuarto de círculo, el acromático grande, y el nivel de agua, todo perteneciente a este buque.

Vernaci iba agregado a las tareas astronómicas, cuyo principal objeto ya se indicó. Había sido preciso variar la derrota de Valdés a la ciudad de Santiago, no solo porque el tiempo era demasiado exceso para un viaje científico, y además las lluvias para este año muy tempranas, le hacían algo molesto, y peligroso, si también porque importaba, que su demora en Santiago fuese bastantemente larga para poder recopilar allí las muchas noticias antiguas, y modernas que habría; a cuyo fin le había entregado la orden de S.M. para que aquel Sr. Presidente, y Real Audiencia nos franqueasen el examen de todos los papeles de los expulsos jesuitas.

Ya pues para que pudiésemos también nosotros verificar la salida lo más luego, intentamos aprovechar el tiempo cuanto fuese posible; y nuestras tareas se dirigieron del modo siguiente.

3 marzo.

Don Francisco Viana fue con un práctico de Talcahuano en busca de otro bajo, en donde decía haber tocado, años antes, una embarcación mercante; y cuyo bajo, se halló por ventura ser el mismo, que habíamos reconocido el primer día. Quintano y Salamanca emprendieron con un bote navegar el río Aldarien, lo más adentro, que pudiesen. Yo salí con Bouzá al examen del puerto de San Vicente; y a las demás operaciones geodésicas, que nos faltaban, al mismo tiempo fueron seis marineros a la Quiriquina para hacer algún carbón en los días, que aún habíamos de permanecer en el puerto.

Por ventura hallábase fondeado un paquebot mercante en el puerto de San Vicente, cuya lancha nos fue muy oportuna para sondarle. Dejé pues este encargo al piloto Sánchez; y Bouzá y yo nos ocupamos de medir una base en el fondo del puerto, sobre cuyos extremos se hicieron todas las marcaciones oportunas para conseguir un plano exacto. Después subimos a caballo a la teta más S. de las dos de Bio Bío; y hechas en su cúspide con el teodolito, todas las marcaciones, que pudiesen ligar los muchos puntos de la costa, que teníamos a la vista, bajamos a la embocadura de Bio Bío; y en un peñón, que forma su extremo del Norte; se hicieron nuevas marcaciones a los puntos exteriores, e interiores del río.


4 marzo.

No bien había amanecido, cuando, a pesar de las apariencias de viento N.; y tiempo poco oportuno empezamos nuestras tareas geodésicas. Medimos una base para la colocación de un cerrillo inmediato, y aislado, que llaman de Conejos, y como desde un alto, se alcanzasen a ver las tetas, y otros puntos bien situados, pudimos ya ligar su posición, y sernos útiles las marcaciones, que desde allí hicimos a varios puntos de Bio Bío; y en particular al alto de Chepe; que cae nuevamente al río. Este alto, a donde pasamos inmediatamente a hacer marcaciones, descubría ya los puntos principales de la ciudad; y de la parte opuesta del río; los que avistándose también desde el cerrito Gavilán, que colocamos por una base en el camino Real `pudimos ver concluidas nuestras tareas hacia el medio día; y disponernos para emprender el siguiente día el reconocimiento del puerto de Coliumo, que dista de la Mocha como doce leguas y está al N. de Tomé, y de la ensena de de Talcahuano.

5 marzo.

El Sr. Gobernador Intendente quiso franquearnos de su misma casa todos los auxilios necesarios para que el viaje fuese igualmente cómodo, y acelerado. El tiempo nos favoreció mucho; y así antes del medio día ya estábamos en Tomé y a las dos de la tarde pudimos empezar a medir base en el puerto de Colimo. A las cuatro ya estaban medidos los ángulos en ambos extremos; y como se nos proporcionase hablar a un pescador, que desde treinta años no frecuentaba otras orillas que aquellas, pudo este favorable encuentro suplirnos la falta hasta de balsas de cuero de lobo de que pensábamos servirnos para sondar…

Antes de la noche pudimos alcanzar el Tomé, y hacer en su extremo saliente las precisas marcaciones concurriendo el generoso hospedaje, no menos, que las noticias sumamente instructivas, del Teniente Corregidor Don Juan Ferrer, para hacernos sumamente agradables las restantes horas. Ferrer es en el día dueño de la mayor parte de los bosques vecinos, reúne una singular actividad, una penetración poco común, y como sea sumamente querido de todos los habitantes de la comarca, es verdaderamente el instrumento más oportuno para cualquier construcción que quisiese emprenderse en aquel puerto, o en el de Coliumo, empresa, que creo igualmente favorable, al emperador, y al país.

6 marzo.

Hechas en la mañana siguiente las marcaciones en la batería del Penco, y examinados en sus contornos los tristes estragos del temblor destructivo de año 1742, pude alcanzar en aquel medio día la ciudad de Concepción, y a la noche inmediata regresar a bordo después de cuatro días de ausencia.

Don Manuel Novales, que a la sazón había quedado encargado del mando de la corbeta no había omitido unánime con los oficiales, cuanto podía al mismo tiempo acelerar, y hacer exactas nuestras operaciones. Se había completado la aguada, trabajado diariamente en el examen de las mareas, y de la variación magnética, recibido el vino, y dispuesta la pipería para envasar el restante luego, que llegase, y la excursión de los oficiales Quintano y Salamanca, aunque bastantemente penosa por haberles impedido las mareas por dos noches regresar a bordo, había producido un exacto conocimiento de la dirección, y profundidad del Aldarien hasta más arriba de la misma ciudad de la Concepción.

Nos despedimos del Sr. Gobernador Intendente, y demás jefes militares, de la plaza; y así como habían sido constantes, los auxilios, y atenciones del primero hacia nosotros, le manifestamos con las mayores veras nuestro agradecimiento, y las sólidas ventajas del servicio, que habían dimanado de aquellos resortes. La amistad fina del Coronel Don Pedro Quijada, y del Teniente Coronel Don Juan Zapatero, tendrán siempre en nuestra memoria un lugar bien distinguido; y un deseo de corresponderla.


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9 marzo.

La Latitud del observatorio de Talcahuano por diferentes alturas meridianas tomadas al Norte, y al Sur por Don Dionisio Alcalá Galiano (Según expresa el diario astronómico) fue de 36º 42’ 28’’. La variación magnética se observó en el teodolito de 15º 29’; y resultó el establecimiento de la marea en los días de oposición a las 10h 40’ de la mañana. Su mejor elevación de 5 ½ a 6 pies.

Convenían con mucha aproximación las observaciones nuestras con las del padre Feuillè el cual había determinado a la ciudad del Penco la Latitud de 36º 42’ 53’’; y la Longitud al Oeste de París de 75º 32’ 30’’. Y estas observaciones reducidas en el plano de nuestro observatorio de Talcahuano darían los siguientes resultados.

Latitud Sur Longitud Occidental de París
Descubierta Feuillè Descubierta Feuillè
36º42’28’’ 36º42’ 75º39’8’’ 75º40’00’’


La marcha examinada, y hallada conforme de los relojes marinos, la sujeción misma a las observaciones hechas en Chiloé, y a las que repetiríamos en Valparaíso, nos indicaban que no debíamos desconfiar de la determinación nuestra, la cual por otra parte podíamos referir a las observaciones hechas por Mr. D’Agelet astrónomo embarcado en los buques por el Conde de Laperouse.

Se había emprendido desde los primeros días de nuestra llegada a este puerto una deserción en ambos buques, que debía sorprendernos con tanto más motivo, cuanto que además de que había manifestado a todos, las funestas consecuencias, a que se exponían, recaía precisamente este delito en aquellas personas, que parecían más seguras, y que hacían mayores sacrificios…

Ofrecí al momento de empezar la deserción, treinta pesos fuertes por cada desertor nuestro, que se entregase, y, como hubiese ya notado en el navío Hércules del comercio, cuanto propendía al desorden la marinería mercante ofrecí en la misma ocasión diez pesos fuertes por cada desertor del buque mercante que se aprehendiese. El Sr. Gobernador Intendente había por su parte tomado ya todas las medidas para coadyuvar a este importante ramo de disciplina, y buen orden. Y en efecto, aunque no se consiguiese el apresar a individuo alguno de nuestros armamentos, pudieron a lo menos alcanzarse dos desertores de buques mercantes, por los cueles di luego la gratificación prometida de diez pesos fuertes por cada uno.

Tuve la satisfacción en este mismo día de que acompañasen al Sr. Gobernador Intendente a comer en este bordo varias otras personas de las principales de Concepción. Empavesamos la corbeta. Se destiló alguna agua salada; y últimamente a su regreso la oficialidad nuestra los acompañó largo trecho a caballo.

Adjunto:
Costa Chiile fragmento.jpg


Adjunto:
Costa de Chile.jpg


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Navegación desde Talcahuano a las islas de Juan Fernández y viaje desde estas islas a Valparaíso.

Ti-mon1

10 marzo.
Antes del amanecer al siguiente día levamos el ancla del Norte, y nos pusimos a pique de la de tierra. Y como hubiese regresado a bordo Don Antonio Pineda, quien en los siete días anteriores en compañía de Capitán de dragones de la frontera Don Juan Benavente había hecho una excursión científica hacia varios de los presidios de la frontera; ya no nos faltaba, sino un soplo de viento favorable para dar la vela.

…finalmente habiendo entablado como a las cuatro de la tarde viento galeno del S, que veíamos poco a poco irse extendiendo, y ganando mar en fuera; pudimos dar la vela en pocos instantes; y al ponerse el Sol considerarnos ya fuera del puerto. Había preferido pasar al E. del bajo de fuera, así para navegar con mayor celeridad, sin esclavizarnos a sondas, como porque intentaba en poco tiempo, que quedaba de día, reconocer, y tomar una vista de la costa hasta el puerto de Coliumo, hacia donde nos habíamos aproximado.
Pero como a la sazón nos viésemos amenazados de calma; y la mar bastante gruesa del S. nos aconchase considerablemente sobre las piedras, aproximándose por otra parte la noche, abandonamos la idea de visitar la entrada indicada del puerto, y ceñimos el viento con todo el aparejo.


…Adoptadas la distancia, arrumbamiento entre las islas de Quiriquina, y Juan Fernández de adentro, según las prefijaba la estima el Excmo. Sr. D. Antonio de Ulloa, referida ya a nuestra determinación del Talcahuano. La prolijidad escrupulosa, que se deja ver en todos los trabajos y noticias del Excmo., no daba lugar a la menor duda sobre deberla preferir sobre las determinaciones de Moraleda; aunque supuesta la dirección de la costa entre Concepción, y Valparaíso casi N.S., resultase una misma distancia próximamente mayor. Y las estimas fijasen la de 115 leguas desde dicha isla a Valparaíso.

Luego que el viento fue tomando un incremento considerable, y nos obligó a aferrar juanetes y algunos de los estays, notamos en el gobierno de la corbeta una excesiva propensión a orzar, la que no solo nos causaba considerables sacrificios al andar, sino que a veces nos exponía a recibir dentro los golpes de mar, y aún los descalabros procedentes de un loazo (Loazo: de loa o de lúa, significa tomar repentinamente el viento por la lúa o revés de las velas) -de las notas al final de capítulo del texto consultado- . Así no bien hubo amanecido, cuando emprendimos el pasar peso de popa a proa, verificándolo con cien lingotes, que mejoraron mucho el gobierno.

11 marzo.

A medida, que nos separábamos de la costa el viento iba rolando al S. menos arrafagado, y fresco, y manifestaba la celajería un verdadero semblante de brisa. Así como a las 10 de la mañana pudimos de nuevo hacer fuerza de vela, y conservando un andar de siete a ocho millas…

Desde el anochecer metimos alas y rastrera, y en toda la noche conservamos el mismo rumbo del día anterior. Al amanecer veíamos pocos pájaros de los

12 Marzo.

Comunes; y fundados en la distancia andada, acechábamos una clara, que nos descubriese la isla; pues que el cielo aún después de salir el Sol se conservaba cerraro con celajería neblinosa.

No tardó en descubrirse la isla por la misma proa. A las 6 ½ distaba de nosotros unas ocho leguas, y era fácil a pesar de la calima, de coger bien su configuración que se proyectaba considerablemente alta…

Poco a poco el día fue despejando, y el viento tomando algún vigor, de suerte que ya a las once y media nos fue preciso pairear a distancia de una legua escasa de la isla, para no carecer de horizonte al Norte al tiempo de deber observar la altura meridiana del Sol. Ésta nos dio la Latitud de 33º 49’ 45’’ conformes los tres relojes dieron la Longitud 5º 0’ 53’’ al occidente de Chiloé…

Pasado el Sol por el meridiano y no hallado fondo con 100 brazas de sondaleza mareamos inmediatamente todo aparejo, y continuamos corriendo bases con rumbo del O., que nos proporcionasen el pasar de dos a tres millas al S. del islote; así podíamos en la siguiente mañana (si el viento nos favoreciese) alcanzar, y dar vuelta a la isla de Más Afuera. Al regreso reconoceríamos el extremo septentrional de la que teníamos actualmente a la vista. Siempre debía suponerse inútil, y aún peligroso el buscar el fondeadero, en donde, después de las noticias prolijas de Ansón, el Excmo. Ulloa, y todos nuestros navegantes, y después de la certeza con la cual desde la mar determinábamos su Latitud y Longitud, solo nos resultaría el sacrificio de unos días, y la pérdida de algún ancla bastantemente común en aquel surgidero de tan poco abrigo.

La mar había caído enteramente. Parecía, que las aves no habitaban estos contornos. Únicamente los lobos marinos y las ballenas asomaban de tiempo en tiempo su temerario rostro. No dejó el aspecto del cielo de avisarnos al anochecer las inmediaciones del novilunio, tanto más perceptibles, cuanto más se aproxime la navegación a la zona tórrida…


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12 Jun 2014 17:59
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13 marzo.

El viento se conservaba aún variable, y flojo, y su dirección del Oeste, nos obligaba a apartarnos de nuestra primera idea de rodear la isla de Más Afuera empresa a la verdad poco importante, después que el capitán inglés Carteret a costa de mil fatigas, y peligros la había reconocido escrupulosamente. Fue pues preciso decidirse por el partido de navegar al Norte, emprendiendo así correr una base, que determinase la distancia a que estábamos de Más Afuera

Entre los muchos lobos marinos, que en las horas de viento calmoso rodeaban la corbeta logramos enlazar uno, que fue inmediatamente victima de nuestro anhelo por la historia natural.

Nuestra Longitud a las 4,48’ de la tarde era de 5º 44’ 5’’. Latitud estimada al mismo tiempo 33º 30’ 9’’. La diferencia de esa Longitud con la que determinamos el día anterior al islote de los Conejos, referida a la misma hora, fijaba para su extremo S. la Latitud de 33º 44’ 49’’: era de 33º 45’ 20’’ la que habíamos deducido el día anterior por altura meridiana observada en sus inmediaciones; de suerte que rectificándose con esta conformidad la diferencia supuesta en Longitud, quedaba con toda certeza determinada la posición del extremo NO. de dicha isla en Latitud de 33º 37’ 39’’, y Longitud 5º 6’ 30’’. La distancia de una a otra isla de 79 millas.

Las noticias bien detalladas del Excmo. Ulloa sobre el fondeadero, y el plano de toda la isla, nos hacían ya inútil todo ulterior reconocimiento de ella. Y como ya debiesen parecernos preciosos los pocos días, que aún nos quedaban del verano, pensamos aprovechar la misma noche con todo el aparejo, navegando al ENE. 5º E. con viento a la sazón bonancible, y semblante hermoso.

15 marzo.

Parecía probable, que la dirección de la costa entre Concepción, y Valparaíso no estuviese errada en la nueva carta de Moraleda, quien la había reconocido diferentes veces. Así como esta corriese caso N.S.; cualesquiera fuesen los errores en las longitudes del padre Feuillè, debíamos ya suponerle una igual diferencia de meridianos en esta parte, a la que habíamos observado entre Juan Fernández, y Concepción. Entre calima creyeron al principio de la tarde nuestros vigías, que descubrían tierra, y lo confirmaron de tal modo, que arribamos por algún tiempo al NE 5º N; volviendo pero luego al rumbo prefijado del ENE. 5º N. de la aguja, así que nos desengañamos, de ser equivocada aquella sospecha.

16 marzo.

Calmó a la sazón el viento del SSO, y le remplazó poco después un vientecillo galeno del NNO. que nos obligó a ceñir; pues que no contando con él, habíamos quedado algo al S. con el fin de atracar, y reconocer la costa por alguna más Latitud de la del fondeadero. El viento se mantuvo toldado hasta las 10 de la mañana, a cuya hora ya había rolado al ONO. fresquito, y dándonos lugar; no solo a navegar a un largo, considerándonos ya en el paralelo de Valparaíso, si también de emprender nuestras observaciones, por las cuales al medio día nos hallábamos en Latitud de 33º 00’; y en Longitud al oriente de San Carlos de Chiloé de 1º 23’ 30’’.

Ya alcanzábamos un horizonte bastantemente extendido, y no obstante la tierra no estaba aún a la vista, de cuyo accidente inferíamos ya sin el menor recelo de equivocación no solo, que estaban afectas a un error considerable, y en contrario sentido las longitudes asignadas en el conocimiento de tiempos a la Concepción, y Valparaíso; si también, que siguiéndolas servilmente Moraleda tal contra lo mismo, que había visto, resultaba en su carta completamente errado el arrumbamiento de este trozo de la carta.

Poco después del medio día el viento retrocedió nuevamente al N., y los horizontes del E. se cerraron con mucha calima; haciéndosenos por consiguiente ya casi imposible el divisar tierra, y el no caer a sotavento del puerto antes que nos alcanzase la noche. La tierra se avistó finalmente muy confusa como a las 2 de la tarde. Era bastantemente alta, distaría como siete leguas de nosotros; y su figura a medida, que la atracábamos, nos representaba ser las inmediatas a la punta de la Coroumilla. Observamos a las cuatro la Longitud de 1º 41’ 49’’, y la punta de Coroumilla nos demoraba a la sazón al E. corregido distancia de 4 a 4 ½ leguas.

Poco antes de ponerse el Sol ya próximos a dicha punta, viramos por avante largas ya las insignias para que tal vez los vigías de Valparaíso nos reconociesen. Luego sobre las principales navegamos unas cuatro leguas al cuarto cuadrante con viernto bonancible del NNE. T E, para mantener algo al N, y muy inmediatos a la boca del puerto.

17 marzo.

Efectivamente era agradable nuestra posición al amanecer. No distábamos de la boca del puerto, sino unas tres leguas. A pesar del tiempo calimoso veíamos clara toda la costa a una, y otra parte; y la proa del E. de la aguja con viento del NNE. aún nos permitía coger el puerto del mismo bordo.

Contra todas nuestras expectativas poco después el viento ya calmoso se convirtió en ventolinas variables, desde el N. al NE, que nos obligaron a variar tres veces de amura; la última vez ya sobre el mismo puerto. Pero la excelencia de andar en la corbeta, y el anhelo de aprovechar toda ventolina nos proporcionaron finalmente hacia la una, y media el penetrar en la bahía, y en ella poco después dar fondo a un ancla en siete brazas cascajo, demasiado inmediatos a la punta de la Pratería Vieja a motivo del mal fondo, que en una, y otra dirección expone los cables a mucho riesgo de aquel paraje.

Fin de la navegación desde Talcahuano a las islas de Juan Fernández y viaje de estas islas a Valparaíso.

br-i4


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12 Jun 2014 18:05
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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com