No se trata de un marino, pero sí de un gran personaje que, sirviendo en la Marina española, estuvo en la expedición a las Azores en 1582, participó como soldado en la batalla de la isla Terceira, y quizás (no se ha podido confirmar) en la Armada Invencible.

Este aspecto, poco conocido de su vida, así como su azarosa vida amorosa, nos dan el arquetipo del español de aquél siglo: la unión de la pluma, la espada y los amores.

Esta pequeña biografía no va a tocar la obra literaria de Lope, bien conocida, sino su faceta de militar y su faceta de gran amante ("latin lover", en la actual lengua del Imperio).
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Vida en sus primeros veinte años

Lope Félix de Vega Carpio nació en Madrid, el 25 de noviembre de 1562, en el seno de una familia artesana, no hidalga, de origen asturiano. Su padre era bordador.
Según su biógrafo Pérez de Montalbán, desde muy pequeño se manifestó como niño precoz, con gran disposición y facilidad para las letras. Por eso, sus padres decidieron sacrificarse para darle una buena educación. De niño, y durante 2 años, estudió latín y español con el literato Vicente Espinel. Con 5 años de edad tradujo un poema en latín.

Entre 1574 y 1576 (de los 12 a los 14 años) estudió con los jesuitas en Madrid, aprendiendo gramática, retórica, canto, baile y esgrima. Con 12 años de edad escribió su primer drama, El verdadero amante.

Con 14 años, y durante 3 (entre 1576 y 1578) estudió literatura y a los clásicos en la Universidad de Alcalá de Henares. Y parece que en 1579-1580 estuvo en la Universidad de Salamanca.

Hacia 1580 (otros dicen 1583), ya como dramaturgo, tiene su primera relación amorosa duradera conocida: se enamoró de la actriz Elena Osorio, separada de su marido Cristóbal Calderón por razón de sus largas ausencias (el marido se dedicaba a la comedia). Con ella vivió un tormentoso y apasionado idilio, que recreó en su vejez (1632) en su novela “La Dorotea”. Ella es la “Filis” de sus poemas juveniles.

Experiencia militar y primera madurez, hasta fin de siglo

En 1582 se alistó como militar en la expedición naval a las Islas Azores que, al mando de don Álvaro de Bazán, sirvió para conquistar la Terceira, la última isla portuguesa que faltaba por acatar a Felipe II como Rey de Portugal, después de la batalla naval conocida en España como de la Isla Terceira, o de S. Miguel de Azores, y en Portugal, como batalla de Vila Franca.

Al regresar de dicha campaña prosiguió su relación con Elena Osorio. El padre de Elena, Jerónimo Velázquez, estrenó algunas obras de Lope pero siempre se opuso a su relación con ella. Lope respondió escribiendo libelos contra su familia y contra Elena: la acusó de serle infiel por su relación con un tal Francisco Perrenot de Granvela, sobrino del cardenal Granvela. Este hecho, unido a que el hermano de Elena, Dr. Damián Velázquez, era abogado, complicó el caso, y más aún cuando Lope opinó que Damián no debería ejercer el Derecho por ser hijo de un actor incompetente y hermano de una prostituta (la propia Elena). Todo ello le valió un proceso judicial, y una pena de destierro de Madrid. Pero, a pesar de todo, Lope nunca olvidó a Elena, a la que siguió dedicando poesía hasta el final de su vida, como ya se ha dicho.

Fue por entonces cuando raptó a Isabel de Urbina, de 17 años, de familia noble y acomodada, que fue la «Belisa» de sus poemas y heroína de Las bizarrías de Belisa. Se casó por poderes con ella en Madrid, y hay fundadas sospechas de que Lope, transgrediendo la pena de destierro, no se encontraba lejos de la iglesia donde la boda se estaba celebrando.

Lope ha hablado algunas veces de su participación en la Armada Invencible en 1588, pero los críticos no están muy seguros de que eso fuera verdad. De lo no cabe duda es que pasó cierto tiempo en la mar, por su conocimiento de temas y expresiones marineras (pero pudo ser cuando las Azores). También está demostrado que en la Armada Invencible perdió a un hermano. Se dice que antes de partir la expedición, tuvo relaciones en Lisboa con una prostituta portuguesa, quien no le cobró («No me pago cuando me huelgo», parece ser que dijo), pero esto podría haber ocurrido cuando estuvo en Lisboa antes de la expedición a las Azores.

Vivió en Valencia con su esposa Isabel hasta 1590. Allí se relacionó pronto con el mundo del teatro, y conoció a famosos dramaturgos de la tierra, como Guillén de Castro, a quien le dedicó su obra Las almenas de Toro, único drama que escribió sobre el Cid.
En 1590 el matrimonio se trasladó a Alba de Tormes, entrando Lope al servicio del V Duque de Alba, D. Antonio Álvarez de Toledo, como secretario, quien le protegió. Allí vivió en paz durante unos años, hasta que en 1594 murieron su esposa Isabel y su hija Teodora (la segunda hija de este matrimonio, Antonia, murió 2 años después). Al año siguiente, 1595, cumplido su destierro, volvió a Madrid, donde ya era famoso y admirado como autor teatral.

En 1595, Jerónimo Velázquez, el padre de Elena Osorio, perdonó a Lope, quien dejó el servicio del Duque de Alba y regresó a Madrid en 1596. Inmediatamente tuvo una breve relación amorosa con Antonia Trillo de Armenta, de unos 30 años, viuda rica y de costumbres licenciosas.
Por esas fechas inició una relación muy estable (duró 15 años) con Micaela de Luján, casada con el actor Diego Díaz de Castro, que estaba entonces en Perú (como parte de sus continuos viajes). Micaela es la «Camila Lucinda» de sus poemas. Era rubia, de ojos azules, bella, alegre, inculta, y tenía dos hijas con su marido legítimo (Agustina y Dionisia).
Estando ya en relación con Micaela, se casó el 25 de abril de 1598 con Juana de Guardo, mujer extraordinariamente vulgar, hija de un rico abastecedor de carnes que nunca hizo efectiva la dote que había prometido a su hija. Con ella, Lope vivió en Toledo, Sevilla y Madrid, y tuvo cuatro hijos: Jacinta, Carlos Félix, y Feliciana. Dejó de amarla por intervenir en sus relaciones con Micaela. En este mismo año (1598) escribió La Dragontea, un poema épico sobre el famoso pirata Sir Francis Drake.

Lope en el nuevo siglo

Los primeros años del siglo XVII presentan a un Lope que asombra por su desmesura en el trabajo y en sus costumbres: los amores (unos satisfactorios, otros no, pero siempre conflictivos), con su prolífica descendencia, y también su prolífica producción literaria y teatral.

En 1603 murió el esposo de Micaela. Para entonces, ella le había dado a Lope cinco hijos: Ángela, Jacinta, Lope Félix, Marcela (estos dos últimos, sus preferidos) y Juan.

En 1604, con 41 años, publicó una novela enrevesada, “El peregrino en su patria”. Gracias a que en ella informó de la producción literaria hasta el momento, sabemos que había escrito ya 219 obras.

En 1608 rompió con Micaela Luján y se produjo en él un arrepentimiento que puso de manifiesto en sus poemas religiosos. Al mismo tiempo, aumentó su dedicación al hogar y a su hijo legítimo Carlos Félix (con Juana de Guardo), nacido en 1606.

En 1609 publicó el poema “Arte nuevo de hacer comedias”, en el que explicaba su concepción del teatro, que se va convertir en el canon del teatro español de esa época: ruptura con los preceptos del teatro clasicista, mezcla de lo trágico y lo cómico, variedad de estilo dentro del decoro poético, versos y estrofas variadas, e intercalación de elementos líricos.

Después de su ruptura con Micaela, Lope sufrió una gran crisis emocional. Pero inició nuevas relaciones amorosas, ahora con Jerónima de Burgos («la señora Gerarda») y Lucía de Salcedo («la loca»).

Jerónima de Burgos era una actriz, amiga de Micaela de Luzán, quien había servido de madrina en el nacimiento de Lope Félix, hijo de Lope y Micaela. Era una bella actriz, con mucho talento, hija de un pastelero de Valladolid y casada con otro actor, Pedro de Valdés. Sus pasiones eran el dinero, las joyas, la ropa cara, y Lope. A él le daba dinero frecuentemente, dinero que obtenía, a veces, vendiéndose a sí misma. Inspiró a Lope a escribir La dama boba.

Por su parte, Lucía de Salcedo era la viuda alegre de un actor muerto, Jerónimo de Hugarte. No le fue fiel a Lope. De ahí el apodo que la puso: «la loca».

En 1612 murió su hijo legítimo Carlos Félix, y un año después su mujer, Juana de Guardo.

Climax, decadencia, y final

Lope y Jerónima vivían juntos en 1614, cuando él decidió hacerse sacerdote a sus 50 años. Jerónima sufrió, engordó y empezó a darse a la bebida.

El pueblo español, y especialmente el madrileño, le pidió que no dejara de escribir obras de teatro (en especial, comedias). Lope no les defraudó. Siguió escribiendo y, al mismo tiempo, volviendo a sus amoríos.

Su nueva relación, en 1616, se llamaba Marta de Nevares, mujer de 26 años, casada contra su voluntad con el mercader Roque Hernández, cuando sólo tenía 13 años. Era muy guapa, y con dotes intelectuales que la hacían especialmente dotada para la música y la literatura. Lope se enamoró perdidamente de ella, y fue la Amarilis y la Marcia Leonarda de su poesía lírica.

Por estos años, Lope gozaba de una situación económica desahogada, y vivía en una casa de su propiedad, en Madrid, de un estatus económico más que medio.

En 1617, Marta de Nevares dio a Lope una hija, Antonia Clara. Su esposo trató de asesinar a Lope, pero falló. Marta inició el proceso para anular su matrimonio con Roque, y finalmente obtuvo la separación. El esposo apeló, pero murió inesperadamente en 1620. En conmemoración, Lope escribió entonces La viuda valenciana. Por entonces, Marta le sugirió que escribiera novelas al estilo de Cervantes, y Lope escribió sus cuatro Novelas a Marcia Leonarda (1621-24) por darle gusto a Marta. Lope hubiera querido casarse con Marta después de la muerte de su marido, pero tenía el voto del celibato por su condición de religioso, y no pudo hacerlo.

En 1621 su hija Marcela ingresó en el convento de las Trinitarias, quizá para huir de la vida irregular de su padre; y ese mismo año su hijo bastardo Lope Félix (Lopito), muy rebelde, se inició en la carrera de las armas.

Hacia 1623 Marta de Nevares se quedó ciega y luego perdió la razón; hasta su muerte, en 1632, Lope estuvo a su lado cuidándola abnegadamente.

En 1627, el Papa Urbano VIII le otorgó un doctorado honorario en teología y la cruz de la Orden de San Juan de Jerusalén. Eso explica por qué se refiere uno a Lope a veces por sus títulos de Doctor y Frey.

A pesar de los honores que recibió del Papa y del Rey, los últimos años de Lope fueron muy tristes.

En 1634 su hija Antonia Clara, de sólo diecisiete años, que era su secretaria y a quien Lope tenía gran afecto, fue secuestrada por su novio, el hidalgo Cristóbal Tenorio. Se fugó con él, llevándose joyas y dinero. En ese mismo año, su hijo bastardo Lopito, el militar, murió en un naufragio frente a las costas de Venezuela.

Del resto de sus hijos vivos, se sabe que Marcela se hizo monja; Feliciana, su única hija legítima en esos años, tuvo una hija que se hizo monja, y un hijo, el capitán Luis Antonio de Usategui y Vega, que murió en Milán en servicio del rey.

Estos hechos le llenaron de pena, y debieron de acelerar su final, pues el 27 de agosto de 1635 murió en Madrid.

Resumen y conclusiones

La muerte de su gran poeta conmovió al público madrileño, que acudió en masa a su entierro, así como a la Iglesia y a la nobleza.
Doscientos autores escribieron elogios de él, que fueron publicados en Madrid y Venecia.

Durante su vida, sus obras tuvieron una gran reputación, y tenían su éxito asegurado. «Es de Lope» era una frase que se utilizaba con frecuencia en aquellos años para indicar perfección (hoy diríamos que era una "primera marca").

Fue enterrado en la Iglesia de San Sebastián, que ya no existe, y después desenterrado al dejar de pagar por su descanso los familiares de su patrón, el Duque de Sessa (así las daban en el siglo XVII).

Sólo la monja Marcela, su hija natural, le sobrevivió.

Por su fecundidad literaria (además de la otra), se le llamó «monstruo de los ingenios», en contraposición al título de «príncipe de los ingenios», nombre con que pasó a la inmortalidad Cervantes. Este epíteto lo utilizaron con él tanto sus defensores literarios, como sus detractores o, incluso, enemigos.
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¿Y qué hay de su afición a la mar?. Pues he aquí lo que se sabe: según sus biógrafos, no le gustaba el mar.
Da la impresión de que su enrolamiento en la expedición a las Azores se debió a unas ganas juveniles de aventura, pero no debió guardar buenos recuerdos de lo que vió o vivió allí. Por eso, en mi opinión, es poco probable que se enrolara en la Armada Invencible.

Lo que sí es cierto es que aprendió mucho en el tiempo en que stuvo embarcado, y no sólo sobre el combate de un infante de Marina, sino también sobre la terminología marinera y aspectos náuticos. Pero todo ello podría deberse a su gran capacidad de comprensión y asimilación, más que a una pretendida afición.