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Quiero rendir homenaje a todos los nuestros de la escuadra de José Alfonso Pizarro caidos en el Cabo de Hornos y en especial al profesor chileno fallecido en 1999 don Mario Benavente Boizard, pariente de nuestro capitan de infantería don Juan Benavente y Sánchez, miembro del segundo batallon del regimiento de Portugal que embarcó en el navío "Guipúzcua" (de 74 cañones y 700 hombres), zarpando del puerto de Santander el 7 de octubre de 1740 junto a los navíos "Asia" (de 64 cañones y 700 hombres), "Hermíona" (de 54 cañones y 500 hombres), "Esperanza" (de 50 cañones y 500 hombres), "San Esteban" (de 40 cañones y 330 hombres) y un patacho o balandra veloz auxiliar llamada "Mercurio" (de 20 cañones y 100 hombres). España preparó una escuadra de 5 navíos de guerra y un buque auxiliar, con un total de 302 cañones y 2.830 hombres.

Según CARVALLO GOYENECHE (1875) nos dice: "La corte de España luego que tuvo noticia del armamento de Inglaterra contra Chile, avisó a su gobernador, y al virrey del Perú para que se opusiesen a sus ideas, y mandó aprontar una escuadra que combatiese a la inglesa, y que condujese a Chile el segundo batallon del regimiento de Portugal. Este armamento, compuesto de seis naves, Asia, Guipúzcoa, Hermíona, Esperanza y San Estevan, salió del puerto de Santander a las órdenes del jefe de escuadra don José Alfonso Pizarro (7 de octubre de 1740). Arribó a Maldonado en el rio de la Plata para reponer su aguada, y volvió a la mar. Navegó en conserva hasta el Cabo de Hornos, donde lo dispersaron furiosas tempestades, y perdió la Hermíona, y encallada en el Brasil la Guipúzcoa....".

El presente artículo que ahora transcribo fue publicado en el Boletín de la Academia Chilena de la Historia Nº 94. Espero que os guste.

Título: MÁS SOBRE LA EXPEDICIÓN MARÍTIMA DEL COMODORO INGLÉS ANSON A LAS COSTAS SUDAMERICANAS Y LA FLOTA ESPAÑOLA DEL ALMIRANTE PIZARRO

por Mario Benavente Boizard

Muy importante, y luego famosa por toda la tinta que se ha gastado en describirla, fue la expedición que Inglaterra envió a la Mar del Sur en 1740 con el fin de lograr un buen comercio en el Pacífico, para lo cual había que posesionarse de la plaza de Valdivia y convertirla en base de operaciones, desde donde se podía amagar toda la costa chilena hasta llegar al mismo virreinato del Perú. Esta expedición se puso a cargo del comodoro Jorge Anson, que posteriormente llegó a ser Lord Anson. La flota del inglés estaba compuesta de seis barcos de guerra: "Centurión" (60 cañones, 513 hombres); "Gloucester" (50 cañones, 350 hombres); "Severn" (50 cañones, 350 hombres); "Pearl" (40 cañones y 250 hombres); "Wager" (18 cañones y 140 hombres); y "Trial" (16 cañones y 80 hombres).

Cuando se supo por el servicio de informaciones de España que esta poderosa escuadra había partido rumbo al sur, en demanda del Cabo de Hornos, se dispuso, como contrapartida, que una flota semejante zarpara en su persecución bajo las órdenes del almirante José Pizarro. Esta armada estaba formada por el buque insignia "Asia" (66 cañones, 750 hombres), rápido velero; el "Guipúzcoa" (barco de primera clase con 74 cañones y 750 tripulantes; se decía que una carga simultánea de su artillería era capaz de hundir rápidamente al "Centurión", buque insignia de Anson); el "Hermiona" (54 cañones y 500 hombres); la Esperanza (50 cañones y 450 hombres); y el "San Esteban" (40 cañones y 350 hombres). Estos barcos conducían, además de su propio contingente de marineros y guarniciones, a un regimiento veterano de infantería destinado a reforzar las guarniciones de la costa occidental de Sudamérica.

Pues bien, pensamos recordar estas operaciones navales de Anson y Pizarro, con el preciso objeto de destacar el papel histórico que les cupo desempeñar en la formación de la sociedad chilena a estos infantes españoles, algunos de los cuales solamente tuvieron la buena suerte de arribar a la ciudad penquista, establecerse allí y dejar una larga descendencia...

Comenzaremos por hacer resaltar que nos ha llamado la atención de que todos los historiadores chilenos, al narrar esta famosa expedición de Anson, no tocan el punto del que hablaremos, siendo que era muy del caso hacerlo, puesto que atañe directamente a la constitución de familias chilenas formadoras de la nacionalidad.

Así, por ejemplo, Diego Barros Arana trata esta materia del viaje de Anson en forma larga y detallada, pero no alude al punto al cual vamos a referirnos (Historia General de Chile, T. VI, pp. 107 y ss. Rafael Jover, editor, 1886). Lo mismo decimos de Francisco Antonio Encina (Historia de Chile, T. IV, pp. 509 y ss. Editorial Nascimiento). Ambos historiadores utilizaron las mismas fuentes. Barros Arana, parece que para abreviar un poco su narración, expresa que Vicuña Mackenna trata este asunto más latamente. En efecto, don Benjamín se explaya caudalosamente y acumula dato sobre dato, pero en lo tocante al punto que nos interesa, sólo escribe este acápite breve: "El batallón de infantería española pereció, según Anson, casi hasta el último hombre" (p. 21 del T. II de la Historia de Valparaíso, Imprenta del Mercurio de Tornero y Letelier, 1872).

También Aurelio Díaz Meza trae este relato en p. 207 del T. IV de En Plena Colonia, en un capítulo titulado Lord Anson. No contempla el caso que nos importa.

Acabamos de leer el "cuaderno histórico" El Gobernador Manso de Velasco de Julio Retamal Ávila (Editorial Salesiana), autor que también refiere este asunto en el capítulo La Escuadra de Anson en el Pacífico (p. 13). No menciona la cuestión que vamos a tratar enseguida. Puede, entonces, decirse que nuestros historiadores, a pesar de haber consultado las mismas fuentes de información, ignoraron el punto aludido por falta de conocimiento, ya que no podemos creer que, conociéndolo, lo despreciaron por desinterés.

Nos admira sobre todo la omisión de Vicuña Mackenna, cíclope de nuestras letras históricas, que no dejaba punto ni resquicio que averiguar, anotar y explayar algún día ¿Cómo no se entusiasmó por saber quiénes eran estos españoles y dónde se avecindaron en el país?

No ocurrió lo mismo con el historiador naval norteamericano, teniente comandante en retiro de la Armada de los Estados Unidos de América, Félix Riesenberg, que en su obra Cabo de Hornos, trata la materia detalladamente incluyendo el párrafo pertinente de nuestro comento. Este libro, editado por Dodd, Mead y Cía., en Nueva York en 1940 y reeditado en 1951, lo tenemos en este momento a la vista en su 2ª edición. En esta obra de 452 páginas se hace referencia a personajes tan interesantes como el Papa Alejandro VI, Balboa, Jemmy Button, John Byron, Byrd, Elcano, Cavendish, Darwin, Drake, Farragut, Fitzroy, Vasco da Gama, Ponce de León, Magallanes, García Hurtado de Mendoza, etc. Pero lo que más nos importa es que su narración marinera acerca de los infantes españoles, que venían en la flota de Pizarro, y las terribles peripecias por las que tuvieron que pasar, coinciden con la verdad histórica señalada en las "hojas de servicios militares" de los nobles y aguerridos soldados españoles que, por orden superior del gobernador Manso de Velasco, se asentaron a su tiempo en la provincia de Concepción.

Estos militares fueron: Juan Benavente y Sánchez; Juan García de Larenas y Martínez; Pablo de la Cruz y Contreras; Gregorio Prieto y Seixas; Francisco Rivera y Vera; Antonio Narciso de Santa María y Escobedo; Andrés del Alcázar. Ellos contrajeron matrimonio con chilenas y formaron familias que pasaron a ser columnas sociales, militares y políticas de Concepción. De don Juan Benavente provienen, por ejemplo, Pedro José Benavente y Roa, gobernador de las Armas de la Frontera y primer intendente patriota de Concepción; Diego José y José María Benavente y Bustamante, próceres de la independencia nacional. De don Juan García de Larenas provienen los Larenas de Concepción. De don Pablo de la Cruz sale su hijo Luis de la Cruz y Goyeneche, coronel de la independencia y director supremo delegado (dic.1817-mar.1818), y su nieto José María de la Cruz Prieto, general en 1829, ministro de la guerra 1830, candidato presidencial 1850 y caudillo de la revolución de 1851. De don Gregorio Prieto viene su nieto el presidente Joaquín Prieto Vial. Francisco Rivera fue abuelo del general de la independencia Juan de Dios Rivera. Antonio de Santa María fue gobernador de Chiloé, casó en Concepción en 1748, y de él proviene don Federico Santa María Carrera, cuyos bienes donó para la fundación que lleva su nombre. Andrés del Alcázar fue padre del héroe de Tarpellanca Pedro Andrés del Alcázar y Zapata.

Todos los nombrados, que llegaron a Concepción en 1741, según sus hojas de servicios, habían prestado señalados y largos servicios en las armas desde jóvenes. Con pequeñas diferencias, estos servicios coinciden; y da gusto ver reflejarse en tales documentos la gallardía, el tesón, la resistencia física y moral y el ánimo esforzado de los soldados de la noble España.

La hoja de servicios de don Juan Benavente, por ejemplo, expresa que: "... perteneció al regimiento de infantería de Portugal y que sirvió en los ejércitos de Andalucía, Presidios de África, Extremadura, Cataluña, Italia, Aragón, Navarra, Castilla y Reyno de Chile; que se halló de guarnición en la Plaza y Presidio de Melilla en la que hizo distintas salidas al campo de los moros; que tomó parte en la expedición de Italia, campaña de Lombardía, sitio y rendición de la Plaza de la Mirándola; que expedicionó por la Mar del Sur en el navío de guerra de S.M. nombrado "La Guipúzcoa" del mando de su jefe José Alfonso Pizarro y en la altura del Cabo de Hornos, por la inclemencia de los tiempos, desarboló de los tres palos principales y arribó a las costas del Brasil en la que dio a la costa dicho navío, y fue conducido en un bergantín de nacionalidad portuguesa al puerto de Montevideo, en el que segunda vez hizo viaje a dicho Cabo de Hornos en el navío de S.M. nombrado "El Asia" de la misma escuadra, y segunda vez, por los tiempos contrarios, arribó a dicho Montevideo de donde emprendió viaje por tierra con el resto de su batallón a los reynos de Chile; y en el Puerto de Valparaíso se embarcó de orden del Excmo. Sr. Conde de Superunda, Presidente, Gobernador y Capitán General del Reyno de Chile, en el navío armado en guerra nombrado "La Rosa" para la plaza de Valdivia, y por los tiempos contrarios, arribó a la Plaza de Concepción..." (vol. 701 de la Capitanía General, Archivo Nacional). Aquí don Juan obtuvo el grado de comandante de la Plaza de Santa Juana, y casó el 3 de agosto de 1747 con doña Antonia de Roa y Alarcón, hermana del duque de San Carlos, hija del maestre de campo general don Francisco Pascual de Roa y Moraga y de doña Luisa de Alarcón Cortés y Riquelme de la Barrera. También la hoja de servicios de don Juan García de Larenas consigna semejantes datos. Expresa este documento (que se halla asimismo en el vol. 701 de la Capitanía General, Archivo Nacional) lo siguiente "Ha servido en los ejércitos de Andalucía, África, Extremadura, Cataluña, Italia, Aragón, Navarra, Castilla y Chile. Se halló en la expedición de Escocia el año 1719 en el navío de S.M. denominado "La Dorotea" en el que tuvo varios combates y fue desarbolado de los tres palos principales y el bauprés, por los enemigos. Estuvo de guarnición en la Plaza de Ceuta, y en tres meses y medio a fuego continuo hizo repetidas salidas al campo de los moros a observar sus trabajos... Expedición de Italia... Campaña de Lombardía... Bloqueo de Mantua... Expedición de la Mar del Sur en el navío de S.M. "La Guipúzcoa" de la escuadra de su jefe don José Alfonso Pizarro y en la altura del Cabo de Hornos, por los tiempos contrarios habiendo desarbolado de los tres palos principales arribó a las costas del Brasil en donde varó y dio a la costa. Fue transportado por un bergantín... al puerto de Montevideo de donde emprendió viaje por tierra con un trozo de su Batallón a los Reynos de Chile en donde se mantiene continuando su mérito de Capitán de caballos".

Esto último es lo relativo al aspecto militar de estos fundadores de familias chilenas; pero si miramos su aspecto generacional tendríamos que decir mucho más. Ha de saberse, por ejemplo, que en el caso de Benavente, hoy en día se cuentan más de diez mil descendientes suyos. Algunos no llevan en primero o segundo lugar su apellido y otros ni saben que son descendientes de él. Es el caso como sigue: Ibieta Rioseco (3ª generación), Carrera Pinto (4ª generación), Risopatrón Lamas (5ª generación), González Carrera (6ª generación), López-Pérez Lira (7ª generación), Saxton de la Sota (8ª generación).

Correspóndenos ahora bosquejar "las aventuras en el Cabo de Hornos" para compenetrarnos de las horribles peripecias que tuvieron que sufrir las tripulaciones de los buques de la escuadra del almirante español don José Pizarro, y sopesar el milagro de que nuestros “soldados de infantería española” hayan podido conservar la vida bajo tan ominosas condiciones, para poder propagar después su vida en las nuevas generaciones de su simiente.

Dice Riesenberg que el plan estratégico del almirante Pizarro era mantener contacto con Anson, pero no presentarle batalla en aguas europeas, ganarle la delantera de rumbo, doblar por el Cabo de Hornos, y caer sobre los ingleses en el Mar del Sur, y destruirlos en donde no tendrían probabilidades de escapar ni de recibir ayuda de nadie.

Ambas escuadras enfilaron hacia el Cabo de Hornos. Pizarro le tomó la delantera de unas pocas semanas a Anson, pero el español partió en forma repentina, sin avituallarse convenientemente. Pizarro ordenó dar a sus tripulaciones sólo media ración. El frío y el hambre comenzaron a mellar los espíritus y destruir los cuerpos de su gente. Y fue aquello tan grave que las ratas de abordo fueron vendidas a cuatro pesetas cada una y un marinero muerto fue ocultado por su hermano durante cuatro días en su propio coy con el objeto de recibir las raciones del difunto. El hambre, el escorbuto, el frío y los accidentes aumentaban cada día y, entonces, la guarnición del "Asia" conspiró para apoderarse del barco, matar a Pizarro y alterar el rumbo hacia el norte... pero la conspiración abortó.

Aunque la intención del almirante era doblar hacia el Oeste, "una furiosa tempestad del noroeste derivó los buques de alto bordo hacia el este y desmantelados y sin velas la deriva los llevó a la zona de los icebergs, que en la oscuridad de la noche, parecían espectros". Fuera de esta espantable situación, la ración diaria de alimentación de la gente apenas alcanzaba a una onza y media de galletas. "Las invocaciones y cantos de los sacerdotes y su frecuente administración de la extremaunción; los vaivenes de los cadáveres en las cubiertas y el fatídico ruido producido por ellos al ser lanzados al mar; las maldiciones y lamentos de los barbudos y estropeados marineros; todo ello se lo llevaba el viento huracanado; la nieve cortaba sus manos y el hielo ennegrecía sus rostros". El hambre obligó a estos hombres a comerse los cueros de abordo, los látigos y hasta los zapatos de este material, para poder calmar la vociferación intestinal.

El resultado de esta empresa naval fue muy negativo. Resumiendo, podemos anotar que, después de tan catastrófica tormenta, Pizarro fijó rumbo hacia el Plata, en donde el "Asia" logró anclar, juntándosele poco después el "Esperanza" y el "San Esteban". El "Asia" conservaba la mitad de su tripulación; el "San Esteban" otro tanto; y al Esperanza, de 450 tripulantes que originalmente tenía, solamente le quedaban 58, todos ellos gravemente enfermos. La "Guipúzcoa" encalló en la costa del Brasil y se perdió. El "Hermiona" se fue a pique en las cercanías del Cabo de Hornos. Y finalmente, nuestro referido regimiento de infantería veterano tenía sus tercios reducidos a 60 hombres.

El "Asia", al mando de Pizarro, volvió al Cabo de Hornos y el Esperanza, al mando del capitán Mendinueta, también. El regimiento dicho trasmontó la cordillera de los Andes con destino a Chile, desde Montevideo. Llegaron estos pocos valientes al país cuando lo gobernaba el capitán general don José Antonio Manso de Velasco, que luego fue promovido al virreinato del Perú y, finalmente, agraciado con el título de conde de Superunda el 8 de febrero de 1748.

Fuentes consultadas:

-Archivo Nacional de la Capitanía General de Chile, sección de hojas de servicios militares, vol. 701.
-CARVALLO GOYENECHE, Vicente 1875. "Expedición de los ingleses contra Chile. Providencias del Gobernador para su defensa. Le traslada la Corte al Virrey de Lima" (Capítulo LXXXIV). En: Descripción histórico-geográfica del reino de Chile. Tomo II. Imprenta Librería del Mercurio. Santiago.
-RIESENBERG, F. 1951. Cape Horn, 452 págs. (2ª edición) Dodd Mead & Co. New York.


08 Mar 2007 13:31
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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com