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 1898. Hasta el último hombre... 
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Nuevo mensaje Re: 1898. Hasta el último hombre...
(Continuación del Capítulo XLIV)

Palacio de Gobierno, Santiago de Cuba. 00:15 horas del uno de Julio de 1898.

Después de cenar poco más que un lata de sardinas espachurradas con un chusco de pan duro y cuartillo de vino, Weyler y sus subordinados se dirigieron a la sala que Linares tenía preparada para la ocasión con los planos del frente desplegados sobre una gran mesa. Allí les sirvieron café negro y los que lo desearon tomaron licor o encendieron un cigarro.

El Marqués de Tenerife llevaba puesto un viejo uniforme sin divisas lleno de lamparones, no portaba fajín ni espada. Cuando llegó hacía un par de horas, al entrar en sencillo edificio de una planta construido en ladrillo visto que compartían Gobierno y Ayuntamiento, el Oficial de guardia no lo hubiera dejado pasar sin la compañía del General Ochando y el Comandante Fondevieja.

Don Valeriano había arrojado su desgastado jipijapa sobre unas butacas, no se desprendió por el contrario ni de su Smith&Wesson, ni del machete mambí que portaba al cinto. Su barba llevaba varios días sin arreglar, tenía ojeras y su aspecto en líneas generales dejaba bastante que desear; pero eso era sólo la apariencia, a sus sesenta años estaba en mejor forma que la mayoría de los que habían venido con él desde La Habana: ¡era duro como una piedra!

La imagen del Capitán General contrastaba con la elegante figura de inmaculado uniforme azul marino del Contralmirante Cervera, a quien acompañaba el CN Farragut.

El General de División Toral -Comandante Militar de Santiago-, los ayudantes Weyler, el Estado de Mayor de Linares y Alejandro Osborne eran el resto de los presentes.

El Tcol Ventura Fontán -Jefe del Estado Mayor del Teniente General Linares- pidió permiso para tomar la palabra. Una vez concedido el beneplácito, con una pequeña varita de bambú comenzó a explicarse sobre el mapa.

Tcol Ventura “Mi General hemos dispuesto la defensa en base a una línea orientada de Norte a Sur y situada al Este de la ciudad. Tiene como su extremo septentrional el poblado del Caney, concretamente en el Fuerte del Viso; y el meridional la Ensenada de Aguadores, a la desembocadura del Río San Juan.
>>10 kilómetros de frente sin escalonar en profundidad por falta de efectivos y con una organización defensiva mediocre: blocaos con aspilleras, trincheras carlistas, alambradas y alguna trampa explosiva. Las construcciones defensivas están sobre un terreno agreste y ondulado pero no de grandes alturas. Se alternan zonas de manigua -magnificas para ocultarse- con otras despejadas de vegetación -estas últimas, las más provocadas por fuego prendido por manos propias a cosa hecha-. Hemos aprovechado también los cursos de ríos, arroyos y estanques para situar nuestras fuerzas.
>> En su parte más cercana, el dispositivo dista menos de 2000 metros de la entrada de la ciudad, estamos hablando en este caso del baluarte central: “Las Lomas de San Juan”.

General Ochando “Ventura, demos un repaso a la distribución de fuerzas”

Tcol Ventura “Bien mi General. En nuestro flanco izquierdo está el Batallón Constitución al completo, el General Vara de Rey a la cabeza del mismo ha situado su puesto de mando en el Viso. Los otros dos batallones de su Brigada - el Asía y el de Cuba- cubren el terreno comprendido entre El Caney y la Colina de la Caldera apostados en una de las orillas del río Aguadores. La artillería está emplazada en El Caney, 4 cañones Krupp de 75 mm con su dotación de munición al completo.

>>A partir de la Colina de la Caldera -Kettle para los yanquis- ha desplegado la Brigada del General Rubin de Celis con el Batallón de Puerto Rico sobre ella misma cima. En las “Lomas de San Juan”, que son como un segundo escalón de la Caldera, el Batallón Talavera; y de ahí hasta la costa -en la ensenada de Aguadores-, el San Fernando. Rubín que ha establecido ya cerca del mar su puesto de mando, podrá utilizar los cuatro Nordenfelt de campaña asignados a las baterías de la Estrella y Punta Gorda, mientras no hagan falta para la defensa del frente marítimo. En las Lomas se desplegará otra batería con los tres 1 Krupp de rigor y las dos Maxim del Ejército.

>>La reserva se situará a unos 800 metros al Oeste de las Lomas San Juan y 500 al Norte del fuerte Canosa. Al frente de ella mi General Linares, con el otro Batallón del Regimiento Cuba y dos escuadrones de Caballería del Rey. La Armada ha desembarcado 300 marineros de sus trozos de desembarco, seis Hontoria 7cm de carga simultánea y tres Maxims navales de 11 mm. 200 marineros, a mayores de los 300 primeros, se ocuparán del servicio de las piezas. A dos de las ametralladoras ya se les ha ordenado trasladarse al Caney, la tercera se queda con la Reserva.

>> Una cosa que siempre debemos tener en cuenta al hablar sobre los batallones San Fernando y Puerto Rico, es que ambos han sido muy castigados en la Guasimas y que por lo tanto si reciben algún otro ataque directo pueden ceder más fácilmente que los demás. En los tres días que se prolongó el combate, esas unidades han tenido medio centenar de muertos y más de 100 heridos. Bien es cierto que no han dejado descansar a los americanos tampoco, desgastándolos física y moralmente, además de causarles según nuestras informaciones unos 90 muertos y más de 200 heridos. Como el ataque a las Guasimas no estaba autorizado, Shafter ha amonestado a Wheeler públicamente, creándose un malestar entre ambos beneficioso para nosotros.

>>Volviendo a los nuestros, los siete batallones de Infantería que he nombrado están al 80% de plantilla -con las privaciones del último mes, las enfermedades y la acusada delgadez habían vuelto a hacerse presentes-, es decir tienen un total de unos 800 hombres cada uno; así mismo, por cada una de las baterías y escuadrones forman un centenar de artilleros o jinetes respectivamente. Sin contar marinos y artilleros de costa, para la primera línea disponemos de algo más de 6.000 soldados.

Cmte Fondevieja “Mi Teniente Coronel ¿qué queda para la ciudad?”

Tcol Ventura Fontán “El 13 Batallón de Artillería de Plaza, dos batallones de voluntarios -armados con antiguos Remington de una bala-, un regimiento de ingenieros, los encargados de los trenes de munición y víveres, parte de las fuerzas agrupadas del 19 Tercio de la Guardia Civil y los bomberos. Más 4.000 hombres bajo la autoridad directa del General de División Toral.
>> Aunque no esperamos por el momento ataques provenientes de otras direcciones, ellos deben ocuparse de casi todo lo demás: la retaguardia de Socapa, los accesos por el Norte de la ciudad, la defensa costera, las posibles infiltraciones entre nuestras líneas y de estar preparados en una segundo escalón defensivo por si el primero es derrotado.
>>Somos conscientes de que si la primera línea se derrumba, la caída de Santiago será cuestión de horas o todo lo más un día o dos.

Weyler “Arsenio lo que no entiendo es por qué no te has traído a la Brigada de Guantánamo, siempre habíamos hablado de la concentración de fuerzas.”

Linares “Tienes razón Valeriano. Ahora bien, con los americanos estableciendo su base logística allí, a tan solo 80 kilómetros de Santiago, me pareció oportuno dejar fuerzas interpuestas suficientes para cortar las posibles líneas de suministro por tierra y en su caso oponerse a una retirada de las fuerzas terrestres hacia esa bahía, donde fácilmente podrían hacerse fuertes. Así mismo, podremos realizar ataques desde esa zona a la retaguardia Shafter, distrayendo tropas del esfuerzo principal. Además he tenido en cuenta los planes de la Armada, la cual necesitará de algún apoyo en la misma Bahía de Guantánamo.”


Gnral. Ochando “Mi General, ¿de qué fuerza en concreto dispone el Brigadier Pareja?”

Contesta el Tcol Ventura “De cinco batallones de Infantería, dos del Regimiento Simancas y uno de cada uno de los otro tres -Toledo, Córdova y Príncipe-; una batería de Krupp 75 mm del 4º Regimiento Montado, una sección de Plasencia de Montaña y otra Krupp 2 de 90mm; dos escuadrones del Regimiento del Rey, dos escuadras ametralladoras 3, Ingenieros, el tren de campaña, Guardia Civil y unos 1000 guerrilleros. Sobre 7.000 hombres en total.”

General Weyler “De todas formas, ordena que Pareja avance con parte de su Brigada -tres batallones de infantería, un escuadrón y una batería- para hostigar la retaguardia de Sahfter; debemos, como tu bien habías previsto, distraer algunas de sus fuerzas del ataque principal a Santiago. El resto de esa Brigada que permanezca en las proximidades de Guantánamo; por ahora sólo acosando a los infantes americanos, la escuadra como has dicho necesitará de su apoyo más tarde.
>>Por cierto Osborne, asegúrese que los americanos se enteren del movimiento de Pareja y de que su hombre en Puerto Plata 4 informe a la Escuadra que nuestras fuerzas atacaran Punta Pescador cuando ellos entren en Guantánamo.
>>En el momento oportuno deberemos atacar el campamento americano cruzando la bahía desde la Caimanera para destruir la estación telegráfica. Nos aprovecharemos de que sus buques no podrán apoyar a los marines cuando llegue Matta, bastante harán con permanecer a flote.

Alejandro respondió con un escueto a sus órdenes, antes de que Weyler continuase.

>> ¿Qué sabemos de las columnas de Manzanillo y Holguín?”

TCol Ventura “Avanzan menos rápido de lo que esperábamos. Al llegar los americanos, algunos guerrilleros -más de los que contábamos- han salido de sus madrigueras molestando insidiosamente la progresión de las unidades de refuerzo.
>>A pesar de ello, el Coronel Escario puede ser que esté a menos de una jornada con tres batallones de infantería -dos del Isabel la Católica y uno del Vizcaya-, un escuadrón de caballería del Hernán Cortés, además de sus correspondientes ingenieros y tren de víveres. Con seguridad, traerán una pareja de cañones Plasencia de montaña como apoyo propio durante su progresión. Sobre tres mil quinientos hombres en total.
>>De composición muy semejante es la columna de Holguín: dos batallones de Infantería -Sicilia y Aragón-, el 2º bon. del tercer Tercio de Infantería de Marina, un escuadrón de caballería del Hernán Cortes, una sección de artillería y los apoyos correspondientes. Se dirige hacia Guantánamo de forma directa y la comanda personalmente el mismo General Luque, quien está encontrando más dificultades que la de Manzanillo con los rebeldes del llamado General de Feria en los Montes de Cristal. Calculamos que en tres días estarán en su destino. En expresión de la Caballería, a las Brigadas especiales se les han ido un poco de caña los rebeldes.”

Weyler “Por cierto ¿sabemos cuantos traidores están con los tocineros?”

Osborne “Mi General las informaciones de las que dispongo apuntan a cerca seis mil.
>> Cuatro mil quinientos con las tropas de Shafter, embarcados en Aserradero por los yanquis y desembarcados en Siboney y Daiquiri. Ejerce el mando directamente Calixto García, a quien delante vuecencia no me atrevo a llamarle Mayor General. En los alrededores de Guantánamo podría haber otros mil trescientos con Periquito Pérez, a este no lo nombro ni como General de División.”

Linares “Valeriano por donde andan las tropas de la Reserva y cuales son concretamente.”

Weyler. “La orden de marchar la retrasé deliberadamente hasta el día 18. No quería que Shafter se enterara antes de su propio desembarco y parece que lo hemos conseguido -según me ha comentado Osborne-. El General -éste si que lo es de verdad- yanqui supo del movimiento posiblemente sobre el día 27 por la mañana.
>>La marcha ha sido dura por el paso forzado; pero hasta entrar en Oriente, que yo sepa, no habían recibido ningún ataque rebelde. Deben estar a cinco o seis jornadas de Santiago.
>>La Brigada la forman tres batallones de Infantería, un batallón de infantería de marina, 3 escuadrones de caballería, 2 baterías de tiro rápido, unas cuantas piezas de sitio, un destacamento con 4 ametralladoras,2 cías de ingenieros, 2 cías de la Guardia Civil y 1.500 hombres para el tren de aprovisionamiento. Hacen un total de más de 7.000 soldados 5.

Cervera. “Perdonen, pero antes de irnos cada uno a sus puestos, quisiera recordar una cuestión. Como ustedes saben, el resto de los
cruceros de mi Escuadra zarparon el día 19 de Cádiz y hasta el día dos o tres no atacarán en Guantánamo. Yo en consecuencia, no saldré de Santiago hasta ese momento. Lo digo para lo que pueda afectar a sus planes de batalla en tierra.”

Ochando “Vaya papelón tienen ustedes Almirante.”

Cervera “Papelón no, vamos al matadero. Sólo deseamos que sirva para algo y que el Ejército lo sepa aprovechar.”

Weyler “¿No querrá que acuse a vuecencia de derrotista?”

Un lejano trueno sonó en la oscuridad de la noche por el Suroeste haciendo temblar las ventanas. El caso es que no había tormenta, sino que uno de los grandes cañones de Socapa acaba de abrir fuego. Eran habituales durante el último mes los intercambios artilleros esporádicos entre costa y barcos, sobre todo en horas nocturnas. Linares ordenó al Cmte. Arranz -uno de sus ayudantes- que pidiera las novedades correspondientes. Además como no le gustaban los derroteros que estaba tomando la reunión, aprovechó para cortarla.

General Linares “Valeriano con tu permiso me retiro a mi puesto de mando. Quiero estar en él cuando ataquen los yanquis, creo que debíamos descansar un poco.”

Weyler “Mejor que nos vayamos todos, o acaso te creías que me iba a quedar en Santiago durante la batalla. No te preocupes el mando es tuyo, yo actuaré como un soldado más, que es lo que soy.
>>Suerte a todos. Si no lo veo antes, más que nadie a usted Almirante, reconozco que la va a necesitar.”



1-Uno se había perdido en las Guasimas.
2-Los dos Plasencia estaban en el Parque de Artillería Santiago, al igual que dos de los Krupp de 90 mm; el tercero de estos venía del fuerte de la Caimanera.
3-2 de 7 mm y 2 de 11 mm navales de los guarda costas.
4-Los cables a Santo Domingo ya no podían ir directamente por Haiti desde Guantánamo (en manos yanquis), sino que tenían que pasar primero por Jamaica.
5-Batallones de Infantería: León, Navas y Valladolid - al completo de personal, las vacantes se habían cubierto con hombres de otros batallones de La Habana, Pinar y Matanzas-
-El primer bon. del primer Tercio de Infantería de Marina.
-3 escuadrones del Regimiento de Húsares de Pavía.
-Artillería: una batería de cuatro Krupp 75 mm, otra de cinco Nordenfelt de 57 mm y varias piezas del tren de sitio. Un destacamento con dos ametralladores de 7 mm y otras tantas navales de 11 mm
-Una cía. de zapadores y otra de comunicaciones.
- De la Guardia Civil, un escuadrón y una compañía.


Fin del Capítulo

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08 Ago 2010 10:06
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CAPÍTULO XLV
LAS LOMAS DE SAN JUAN Y EL CANEY.

05:50 Cima de Las Lomas de San Juan. 1 de Julio de 1898

“Extraño oficio el de soldado” murmuró entre dientes Alejandro Osborne, al contemplar como Weyler sobre su caballo y en compañía de sus ayudantes echaba un vistazo al campo de batalla que se abría delante de ellos.

La mayoría de las personas en su sano juicio, fuera cual fuera su procedencia geográfica o condición social, pagarían por no estar en aquél preciso instante en un lugar que semejaba ser el centro de un volcán a punto de entrar en erupción.

El veterano General mallorquín curtido en mil batallas no es que disfrutase, simplemente estaba cómodo con aquella situación en la que se podían ver elevar sobre el horizonte las columnas de humo producidas por los rescoldos de las hogueras nocturnas, observar los enérgicos movimientos de los cuadros de infantería dirigiéndose al frente, oír el sonido de los cornetines de órdenes, sentir el frenético galope de los caballos con los mensajeros a los lomos y al final escuchar el conocido estampido de los cañones que eran como la señal de salida para todo de lo que había de desarrollarse en las próximas horas.

05:55 El Caney, Santiago de Cuba. 1 de Julio de 1898.

En su Ibiza natal a esas horas, el Sol luciría en todo lo alto con la imponente luminosidad mediterránea. Esa esfera amarillenta era la misma que acaba de abrirse paso tras las montañas de las sierras del Este, con ella llegarían un calor abrasador y las hordas enemigas.

Don Joaquín Vara de Rey estaba dispuesto a que el astro que se pusiera esa noche por el occidente siguiera perteneciendo a su Patria o en caso contrario que sus ojos no vieran nunca un nuevo amanecer.

Los soldados -General incluido- acababan de terminar el desayuno: café negro aguado, galleta vieja descascarillada y como regalo -dado lo especial de la ocasión- un vaso de ron Bacardí para acompañar el pitillo mañanero liado a mano. La siguiente comida vayan a saber ustedes en aquél momento cuando sería.

El militar de 58 años e interminables barbas grises paseaba a lo largo de las trincheras sin protección alguna, desafiando insolentemente al enemigo que se acercaba agazapado entre los arbustos de la manigua.

Sus abigarradas fuerzas -entre el Fuerte del Viso y el mismo Caney- eran 800 hombres del Batallón Constitución, una batería de artillería y dos pesadas ametralladoras navales Maxim de 11 mm 1. Si se veía forzado a ello, ordenaría agruparse sobre la posición a sus dos batallones situados al Sur; los cuales, en el despliegue actual llegaban cercanos a la Loma de la Caldera a través del río Aguadores. Vara de Rey pensaba que sería mejor, en caso de necesidad, reagruparse dejando intervalos vacíos que perder El Caney, ya que éste era punto dominante de no poca importancia.

El Brigadier miró lleno de orgullo a su joven sobrino, quien ese momento daba las primeras voces de mando a la tropa.

“Prepárense para cargar. Caarr-guen… Armas”

El chasquido metálico y acompasado del grasiento cerrojo de los Maúser al montarse, se dejó oír vibrante a lo largo de la ladera, dando confianza a los soldados en sus propias fuerzas.

A continuación el General de Brigada Vara de Rey regaló una corta arenga a los suyos que concluyó cuando ya los primeros proyectiles enemigos cortaban el aire; entonces, agitó el sombrero en lo alto con una mano y gritó: “¡Ah sí! ¡Viva España! ¡Viva el pueblo que cuenta con tales hombres!”, las palabras de ánimo fueron jaleadas por los correspondientes ¡Vivas!

06:00 Puesto de Mando del General Lawton. 1.500metros al Este de El Caney.

El Brigadier General Henry Lawton -como la mayoría de los altos mandos del US Army- se había forjado en la Guerra Civil norteamericana donde se alistó como Sargento de Infantería, continuando su carrera militar en las poco brillantes Guerras Indias.

Un conflicto bélico contra una pequeña potencia europea le daba una oportunidad de prestigio y lucimiento que no pensaba dejar pasar.

Shafter le había ordenado reducir un objetivo secundario. El haría de ello una acción heroica, logrando la primera victoria norteamericana de aquella pequeña guerrita. Su nombre pasaría a la historia por ello.

A sus órdenes la segunda División con tres brigadas de a tres regimientos de Infantería cada una, reforzados por la Brigada Independiente del Brigadier Bates y la batería Capron con cuatro cañones 3.2 pulgadas Hotchkiss. Hacían un total de 6.800 soldados.

Lawton dio los correos con instrucciones a sus mensajeros para que avanzaran las dos primeras brigadas. La Chaffe de 2000 hombres atacaría al Viso desde el Noreste y la Ludlow con 2.300 por Sureste; una tenaza que se cerraría sobre El Caney, ayudados por 250 mambises. La Brigada del Coronel Miles esperaría en la segundo escalón protegiendo a la artillería que se desplegaba de frente a El Caney. La Brigada independiente de Bates permanecería en la reserva cerca de Sevilla.

Al poco de empezar la ofensiva, las dos brigadas de vanguardia se clavaron al suelo inmovilizadas. Cada medio minuto, 800 sombreros de paja asoman por las trincheras del Viso y realizan con precisión una cerrada descarga de fusilería. En el intervalo de tiempo que los Maúser de El Caney callaban, hablaban otros tantos del Batallón Asía, el cual situado un poco más al Sur disparaba directamente sobre la Brigada Ludlow; por ello, esta Unidad se vio obligada a dejar en el olvido su pretendida operación envolvente de flanco y moverse hacia su derecha.

El Capitán Capron dio la orden de fuego a sus cañones, encontrando inmediatamente cumplida e inesperada respuesta ¡los españoles tenían situada una batería en el Caney! El Oficial americano pensó que debían ser Krupp de 75 mm, ya que su pólvora no dejaba rastro, al contrario de la sus Hotchkiss que utilizaban pólvora de humo negro y por lo tanto eran de fácil localización cada vez que disparaban. Esta no era la única ventaja de que disponía la artillería hispana; sus piezas eran mucho más modernas y de tiro acelerado, a las propias debían meterlas en batería cada vez que hacían fuego por su gran retroceso. En cuanto el alcance efectivo de los proyectiles era similar.

Las tropas americanas no debían estar muy bien adiestradas, ya que avanzaban en bloque muy agrupados; con lo cual los españoles casi ni apuntaban, disparaban al bulto y algún muchacho de azul siempre caía. Más tarde, los yanquis parecieron recordarse de avanzar por saltos de escuadras con distancias e intervalos. Unos permanecían a tierra y si tenían ángulo de tiro disparaban; los otros, mientras, corrían hacia el objetivo. Lo que sucedió es que por la falta de costumbre en combate, a varios les dieron con el dichoso fuego amigo en la espalda.

06:45 Batallón Constitución. Fuerte del Viso.

La fiel Infantería española estaba pegada al terreno, ni un solo paso atrás ni un palmo de terreno cedido al invasor. Cada vez que los americanos osaban levantarse sobre el suelo patrio que pisaban, el Teniente Vara de Rey daba la orden fuego a sus hombres metódica y disciplinadamente.

A pesar de la ventaja inicial, se vislumbraban los primeros nubarrones. Uno de ellos era la gran masa de soldados que tenían enfrente. Más 4.000 modernos fusiles Krag-Jorgesen haciendo fuego de manera continua y aún no habían empezado a avanzar las reservas -para nuestra desgracia sólo uno de los regimientos parecía portar los viejos Trapdoor Springfield-. El otro borrón era lo precario de la organización defensiva del terreno; el Fuerte del Viso y los blocaos de madera eran útiles para protegerse contra los mambises , no contra la artillería americana -la cual a esa hora ya había perdido una de sus piezas-.



1-La máquina pesaba 23 kg en sí, sin contar su nueva cureña de campaña. Las de 7 mm del Ejército pesaban poco más de 13 kilos y se montaban sobre un trípode. Las de 11 mm una vez desembarcadas y desmotadas de su afuste naval, se disponían sobre una cureña con ruedas fabricadas para tal finalidad.


El capítulo continuará ...

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08 Ago 2010 10:29
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Batalla terrestre de Santiago(visión de conjunto)

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El Caney

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Las Lomas de San Juan

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09 Ago 2010 11:00
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07:30 Posición defensiva de las Lomas de San Juan.
Ante la mirada curiosa y esperanzada de las compañías del Batallón de Talavera, aparecieron levantando una gran polvareda los portadores de la última razón del Rey. Las bestias cargaban sobre sus lomos o tiraban en armones de los pesados objetos del señorío y orgullo de la Artillería.

Los sargentos pidieron a voces ¡¡¡FUEEER-ZAA!!! para que los artilleros procedieran con la mayor diligencia a bajar del lomo de los mulos los 280 kilogramos que pesaban las cuatro partes en que se dividía la cureña -eje y ruedas incluidos- de los cañones Krupp de 75 mm, con la dificultad añadida que algunas partes llenas de aceite se escurrían entre los dedos al agarrarlas. Otros semovientes portaban las cajas de munición, los accesorios y el corto tubo cromado, el cual por sí sólo pesaba 100 kilos más. Los más esbeltos Hontoria de la Armada habían llegado rodando sobre las ruedas metálicas de sus cureñas tiradas a la limonera por caballos.

En las cercanías de los cañones se posicionaron los carros de munición, colocados estos en vertical para que los nichos de los proyectiles quedaran horizontales. Todo era un desembalar los sempiternos atalajes de cuero cubiertos de sebo, encajar las resbaladizas piezas metálicas unas sobre otras, trabajar con pico y pala para asentar las piezas.

Los artificieros se dispusieron meticulosamente a escoger entre las espoletas de percusión o las de doble efecto, entre granadas ordinarias y las shrapnel.

El Cabo de una pieza más adelantada en su montaje se aprestó a unir el largo tiraflictor al mecanismo interior de percusión a través del grano.

Los oficiales escogieron objetivos y realizaron los cálculos.
Sólo faltaba dar la tajante orden de ¡¡FUEE-GOO!!

08:00 Puesto de Mando avanzado del Mayor General Shafter. El Pozo 3.800 metros al Este de las Lomas de San Juan.
“Pecos Bill” se encontraba francamente débil, al igual que muchos de sus hombres tenía fiebre. En él además se daba la circunstancia que sus 140 Kg de peso no le permitían moverse a duras penas a los 35º de temperatura del verano cubano de la provincia de Oriente.

Transmitía órdenes y recibía novedades por medio de los ayudantes. Su mano derecha era el leal TCol. Edwward McClernand, la izquierda el peculiar Coronel Ricky Dano.

TCol McClernand. “Señor la Brigada de Reserva de Duffield ha desplegado ya en la zona costera. Parece que está encontrando gran resistencia, posiblemente tengamos dos batallones españoles en el sector.

Linares había reforzado al San Fernando con el Segundo Batallón del Regimiento de Cuba y un par de cañones Hontoria de 7cm

>>Nuestra escuadra bombardea desde muy lejos y no hace mella aparentemente en el enemigo.”

Shafter “Ese Sampson me tiene harto, tanta prudencia me parece ya miedo. Mándele un mensaje desde Siboney, si no se acerca más comunicaremos a Washington por cable que su apoyo resulta estéril.”

El V Cuerpo de Ejército había conseguido rápidamente constituir una estación telegráfica en Guantánamo aprovechando el cable francés de Haití, con lo que podían comunicarse con la War-Roon de La Casa Blanca directamente.

Coronel R.Dano “Señor si hacemos eso, Sampson puede enviar su propio telegrama criticándonos a Washington, adelantándose a nosotros para poner la venda antes de la herida. Si vamos a mandar un mensaje, es mejor hacerlo directamente a Washington y que ellos presionen a Sampson.”

Shafter “Quizás tengas razón y debamos suavizar el contenido del mensaje al Almirante, al tiempo que enviamos un cable al Secretario de Guerra para que éste a su vez apriete al de Marina. Lo peor de todo es que el General Miles se entere de nuestros problemas; seguro que se alegraría, él quiere mi puesto.
>>Edward a ti te corresponde el honor de transmitir la orden de avanzar a la División de Caballería Wheeler sobre Kettle Hill. Antes que la batería de Grimes haga una preparación artillera desde a unas 2.600 yardas de distancia a las Lomas de San Juan, que no pare de disparar mientras pueda por encima de nuestros muchachos. Más tarde, lanzaré a la División Kent contra la posición principal en las mismas Lomas de San Juan. Por cierto tráete a las Gatling de Siboney, pueden sernos útiles luego.
>>Espero que Lawton cumpla su pronóstico y que para las ocho -todo más las nueve- haya acabado con la resistencia en El Caney.”

TCol McClernand “Señor, el General Lawton nos ha comunicado que están recibiendo fuego muy eficaz de contrabatería y no contábamos con el. A mayor mal, uno de sus Brigadieres -Ludlow- dice que los españoles hacen disparos con ametralladoras y de esas armas sólo calculábamos que había una docena en La Habana.
>>Para colmo el Capitán Rowan de Inteligencia Militar, quien anda por ahí moviéndose con cierta independencia, informa que en esa zona hay bastantes más de los 500 españoles que pensábamos. En consecuencia, creo que la toma de El Caney se puede demorar un tanto.”

Coronel Dano “Señor propongo que envíe una sección de la batería K como refuerzo a Lawton y la otra que queda a Duffield.
>>Además estamos a tiempo de ordenar al General García que no prosiga su marcha para bordear El Caney por el Norte y se unan a Lawton con sus 3.000 hombres.”

Shafter “Ricky es fundamental que los cubanos detenga o cuanto menos retrase la columna española que viene de Manzanillo. El Teniente Rowan enlaza directamente con García y ha informado que los refuerzos ya han sobrepasado Palma Soriano. Yo he adelantado el ataque para hoy porque pienso que en poco tiempo llegarán demasiadas tropas españoles”

TCol McClernand “En verdad que ese Teniente del MID me causa admiración, se juega el pellejo constantemente. Desde que ha comenzado esta guerra su jefe -el Mayor Wagner- no ha hecho más que encomendarle misiones de alto riesgo, ni que tuviera algo personal contra él.”

Habían oído ya varias explosiones producidos por los cañones españoles al Oeste, la siguiente hizo blanco en el centro de las tropas que avanzaban hacia Santiago. A continuación, tres demoledoras tandas de siete disparos cada una se sucedieron en medio minuto: la Artillería española acababa de entrar en eficacia.

Shafter “¡¡Edward!! -Gritó el General lleno de furia contra el mundo -que el Mayor Dillebanck -comandante del Batallón de Artillería- haga entrar en acción a la batería F con la de Grimes y que los tres cañones que nos quedan del destacamento de artillería del 10º de Caballería se unan a ellos.”

“Señor, sí Señor” El TCol. Edward McClernand comprendió que el tiempo de reflexión y asesoramiento se habían terminado, aquello eran órdenes directas a cumplimentar de inmediato. Más de 8.500 hombres iniciaban la progresión de lo que pensaban iba a ser una arrolladora embestida a las defensas de Santiago.

En medio de la lucha generalizada, los hospitales de ambos bandos se empezaron a llenar de heridos y los campos de la manigua cubana de cadáveres. La batalla terrestre por Santiago de Cuba estaba en sus comienzos.

Shafter regresó a su Cuartel General en la Redonda y de allí ya no se movería durante el resto de la batalla.

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09 Ago 2010 11:04
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Entre las 10:00 y 12:45. Emplazamiento de la 1ª batería del 4º Regimiento de Artillería de montaña. Las Lomas de San Juan, 2000 metros al Este de Santiago de Cuba.

Mitad científico mitad guerrero, el Coronel Salvador Díaz Ordóñez mandaba la artillería desplegada en las Lomas de San Juan asistido por Capitán Patricio de Antonio.

De la batería del 4º Regimiento montaña, sólo le quedaban tres cañones operativos -el cuarto se había perdido en las Guasimas-; pero a cambio, tenían el refuerzo de los cuatro Hontoria de 7 cm de carga simultánea de la Armada. Estos no eran tan buenos como los Krupp, aunque sí mejores que los Hotchkiss norteamericanos.

Antes de empezar la batalla, el Coronel Ordoñez consideraba que estaban bien municionados. La metrópoli había hecho un esfuerzo importante en acopio de granadas y otros proyectiles. A la una menos cuarto de la tarde, era diferente lo que pensaba dado el desarrollo de los acontecimientos. Con urgencia ordenó le trajesen desde Santiago el otro tanto de munición que se almacenaba en los polvorines.

Mucho antes de eso -sobre las ocho de la mañana-, después de escuchar durante casi una hora el intercambio de cañonazos que se estaba produciendo en El Caney, las baterías del Coronel Ordóñez habían abierto fuego sobre el avance enemigo a unos 2.300 metros de forma contundente. No tardaron mucho en hacer una contrabatería los yanquis. En principio, se cree que el adversario respondía con una sola batería, más tarde se le había sumado al menos otra. Además, el avance de la División de Caballería que se dirigía hacía la Colina de la Caldera, iba acompañado de su propio destacamento de artillería ligera.

El primer duelo artillero apenas duró una hora, quedando manifiesta la superioridad técnica de las piezas españolas. Por una parte, el humo negro de la pólvora enemiga dejaba un rastro difícil de disimular, con lo cual los emplazamientos eran localizados rápidamente; por otra, nuestros cañones eran de tiro acelerado 1, con lo que descargaban varias tandas seguidas una vez entrados en eficacia -aunque pegaban unos saltos sobre el terreno que les hicieron ganarse el sobrenombre de tigres-. Los americanos estaban obligados a cambiar sus emplazamientos continuamente, por ser localizados con relativa facilidad por el enemigo; además sus cañones tenían un tremendo retroceso, con lo que se debían meter en batería prácticamente a cada disparo, siendo por ello muy lento el disparo.

A las nueve y media de la mañana, los yanquis tuvieron la peregrina idea de elevar un globo de observación; el cual, fue echado abajo por los proyectiles de las ametralladoras y fragmentos de las Shrapnel en un par de minutos. La artillería aprovechó la ocasión para machacar la posición de donde se suponía partió el artefacto color amarillo chillón -en contraste con el claro azul del cielo-, en la certeza que en lugar había personal enemigo desplegado.

Desde las once, se volvieron a intercambiar disparos de artillería entre las posiciones americanas del Pozo y las españolas de Las Lomas de San Juan; estos ya no se interrumpirían hasta que la concluyó batalla, aunque se controlaría mucho más el consumo de munición. Mientras tanto, las piezas enemigas que acompañaban al flanco derecho del ataque a las Lomas -los 1.65”, destacamento del 10º de Caballería-, empezaron a disparar sobre la Caldera desde relativamente poca distancia.

Ordóñez estaba convencido de haber causado grandes estragos en la infantería enemiga, la cual a las 12:30 horas todavía no había conseguido desplegar para atacar. Parecida o en peor estado debía estar su artillería, ya que su volumen de fuego a la misma hora había descendido en casi un 25% sobre el inicial.

12:55 División Lawton .500 metros al Noreste del Fuerte del Viso.

La 3ª Brigada Chaffe continuaba fijada al terreno por el nutrido fuego español, situada notablemente más al Norte de lo previsto. A la 1ª de Ludlow la había desviado hacia el Sur el Batallón Asia, pero como el objetivo de la Brigada era el Viso, hubo de rectificar desplazándose al flanco derecho. Al intentar entrar en acción el 4º Regimiento de la 2º Brigada de Miles para reforzar el ataque, se vio sin espacio entre la 1ª y 3ª, debiendo en consecuencia la unidad de Chaffe moverse más al Norte -a la altura del camino a Guantánamo-.

El caso es que la ofensiva no estaba saliendo como deseaba el General Lawton. Su División esperaba ser recibida por un pequeño batallón de infantería sin apoyo artillero; por el contrario, se encontraban frente al Constitución y el Asia casi completos, reforzados por cuatro cañones y dos ametralladoras. Alrededor de 1.700 hombres hacían fuego sobre los cansados cuerpos de los americanos.

El oscuro traje de lana yanqui era poco apto para aquél tipo de clima -el español era de algodón-, creándoles el sudor molestas rozaduras sobre la piel. Con todo, eran un mal menor al lado de las heridas abiertas por metralla de las Shrapnel, las balas de las Maxim o de los Maúser; la cuales, se cubrían de inmediato con nubes de rabiosas moscas. La tropa yanqui comenzó a desmoralizarse ante el muro de contención español y las difíciles condiciones de lucha.

A la una de la tarde Lawton sufrió otro revés. Durante toda la mañana, Shafter le había estando apremiando para que acabará cuanto antes con el intento de tomar unas pocas fortificaciones secundarias, ante la necesidad de reforzar el ataque al objetivo principal -Las Lomas-; incluso, le ordenó retirarse y sumarse al flanco derecho de las divisiones desplegadas a la altura de las Lomas de San Juan para apoyar el avance sobre éstas.

Lawton ni pudo ni quiso acatar las órdenes de Shafter. No quiso, porque la heroica victoria que abriría el paso de su nombre a la Historia estaba a punto de convertirse un fiasco; no pudo, porque los españoles no le dejaban moverse del suelo con su fuego rasante. En el punto culminante del desarrollo de las operaciones, cuando Lawton iba a lanzar la Brigada de Reserva de Bates que estaba cerca de Sevilla al asalto, va Shafter y le retira dicha Brigada Independiente a su División y también los dos cañones que le había prestado a la batería del Capitán Capron a primera hora.

El Jefe de la 2ª División de Infantería llegó a pensar que el motivo era una disculpa, y que en realidad la decisión era un velado castigo por su incumplimiento reiterado de órdenes. La Brigada de Reserva de Bates, la batería K y un par de escuadrones del regimiento de Caballería del Cuartel General, debían acompañar a los tres mil hombres del General García, con la misión -a raíz de las informaciones obtenidas- de detener el avance por el Este desde Guantánamo de la Brigada del General Pareja.

La decisión no obedecía al capricho de su General en Jefe, desconocía Lawton el disgusto que provocó a Shafter el dar esa orden. Los rebeldes cubanos no podrían dificultar la marcha del Coronel Escario, cuyas avanzadillas al parecer andaban por San Luís. A no mucho tardar, 3.500 soldados reforzarían a las unidades españolas.

13:00 Brigada de Caballería del General Sumers. 300 metros al Sureste de Kettle Hill.

Los 250 rebeldes mambises -que habían intentado cruzar el Río Aguadores para facilitar el vadeo a la División de Caballería de Wheeler- fueron abatidos en su mayor parte por el 1º Batallón del Regimiento Cuba, el cual se había desplazado en bloque al Sur.

El problema para los españoles era que habiéndose movido el citado batallón al Sur -hasta topar con la ribera Norte del Aguadores- y el Asía al Norte -hacía el Caney-, se había abierto una brecha en el frente de la Brigada de Vara de Rey. Si los americanos se daban cuenta y encontraban fuerzas para atacar, podían causar muchos quebraderos de cabeza.

Lo que sí acababa de conseguir el batallón en cuestión, era desgastar y retrasar a toda una División que se aglomeraba en el Río Aguadores. A consecuencia de ello, la Brigada Sumers -con el 3º, 6ª y 9 º de Caballería (desmontada) de los Estados Unidos- debía asaltar la Colina de La Caldera habiendo recibido primero su bautismo de fuego 1500 metros antes del objetivo previsto.

13:30 Batallón Talavera. Trincheras de Las Lomas de San Juan.

El General Linares ya había movilizado todas sus reservas. A los 300 marinos del CN Farragut los utilizó para reforzar los 700 hombres del castigado Batallón Puerto Rico, previendo el próximo repliegue del 1er Batallón de Cuba hacia el Río San Juan y el consiguiente asalto a La Caldera por los americanos. A los jinetes de los dos escuadrones de Caballería, los envió a pie para reforzar los 725 soldados del Talavera en Las Lomas.

Durante media hora, los cinco cañones españoles supervivientes padecieron una parada técnica por falta de suministro; en esos treinta minutos, los americanos de la División Kent alcanzaron posiciones próximas al asalto.

El momento crítico fue el de la entrada en acción de cuatro cañones ametralladoras Gatling. Tras breves instantes de desconcierto y no pocos estragos provocados en las cabezas de los que la asomaban fuera de nuestras trincheras para disparar, una Maxim del Ejército y otra naval se enfrentaron de tú a tú a los revólveres multitubos yanquis con manifiesta superioridad de las primeras -a pesar del menor número-.

Tras los tres mil primeros disparos debieron cambiar el cañón de la del Ejército, cosa que no ocurría con los diez tubos de cada una de las Gatling; sin embargo, la puntería yanqui era peor, ya que estaban obligados a sincronizarse el tirador con el apuntador o en su caso cuando las dos operaciones las realizaba un solo hombre no pasaban de los 240 disparos por minuto. En el mismo espacio de tiempo, el cañón de la Maxim -enfriado por agua- efectuaba unas seiscientas acciones de fuego con una puntería muy notable, la de la marina de cinco tubos unas 250.

13:55 Acorazado “USS Massachusetts”. 3 millas de la costa de Santiago de Cuba.

Las presiones de Shafter sobre Sampson habían surtido efecto. Al buque del Capitán Francis Higginson le ordenaron acercarse más a la costa. Su acorazado, el “USS Iowa” y el crucero “Newark” serían los encargados de atacar las posiciones españolas de la Ensenada de Aguadores.

En esa zona de la costa, el segundo Batallón del Regimiento Cuba, parte del Batallón San Fernando -que situado algo más al Norte se veía comprometido igualmente con la lucha en Las Lomas San Juan-, una sección de Hontorias y otra de Nordenfelt de 57 mm; se enfrentaban con el 9º de Massachussets y los 33º y 34º de infantería de Michigan de la Brigada Independiente del General Duffielf.

En este punto era donde la batalla era menos cruenta. Los regimientos americanos eran voluntarios recién llegados del continente armados con vetustos Springfield, siendo su preparación todavía más mediocre que la del resto. Además, les había retirado el apoyo artillero que hasta hace poco tiempo tuvieran de dos cañones de la batería K del Capitán Best -desviados al frente Oriental hacia Guantánamo con la Brigada Bates-. La misión asignada a pesar todo era de suma importancia, debían distraer fuerzas españolas de otros lugares del frente.

Para compensar la falta de artillería, tenían el fuego de los cañones de los tres buques mencionados. Los dos acorazados estaban generosamente blindados, el “Newark” -4.083 ton.- de manera más ligera. El peligro venía que entre algunos de los cañones que disparaban contra ellos, se encontraban varias piezas de gran calibre: dos Ordoñez de 305 mm, un Krupp de 260, dos Ordóñez de 254, tres obuses de 305 y cuatro de 240 mm. Uno de los Ordóñez y un par de Hotorias de 160 mm habían sido eliminados durante el duro bombardeo del día anterior -30 de Junio-, efectuado por los mismos buques y que había causando grandes estragos en el Castillo del Morro y las posiciones Socapa Alto. Cada vez los yanquis se envalentonaban más, apenas tenían huellas en sus cascos producidas por fuego español.

Cuando mayor era la confianza y a unos 1.500 metros de distancia, un enorme proyectil de un obús Ordóñez de 305 mm entró en picado por la cubierta principal del “Massachusetts”, traspasando a continuación la protectriz de tal forma que destrozó el servo motor del timón -entre otros daños de menor importancia-. Como el rumbo NE que llevaba el acorazado era en diagonal hacia la costa, Higginson se vio obligado a invertir máquinas para detener el buque y que les diera tiempo a variar la derrota a mar abierto, gobernando el buque desde bajo cubierta. Justo en ese momento -estando detenidos-, el cañón Ordoñez de 305 mm de Socapa Alto giro lentamente detrás de la barbeta sobre su basa central, regalando a continuación una granada perforante de más de 380 kg a 517 metros por segundo. El mencionado proyectil viniendo de popa, penetró -no sin dificultad- la gruesa chapa de 15” de la torre de los cañones de 330 mm de proa, dejándola inservible.

El “Newark” sufrió poco después una descarga de un cañón Ordóñez de 254 mm y de un par de proyectiles de los Hontoria de 160 mm; los cuales rompiéndole el costado, terminaron por afectar a las calderas. El crucero protegido había arriesgado tambien más de la cuenta, situándose a unos 2.000 metros de las defensas españolas.

Por nuestra parte, uno de los cañones Ordóñez de 254 mm, otro de 150, un obús de 305 y alguna arma ligera de tiro rápido quedo desactivada o destruida. Las defensas de Santiago se empezaban a resentir seriamente de los ataques americanos.

Los barcos de la Navy se retiraron a posiciones más lejanas. El “Massachussets” -aunque dañado de seriedad- seguía siendo un buque más poderoso que cualquiera de los españoles que estaban dentro de la Bahía de Santiago. El “Newark” partiría el día siguiente para repostar en Guantánamo, aprovechando la ocasión para acercarse al buque de reparaciones “Vulcan” y tratar de paliar en la medida de lo posible sus destrozos sin tener que regresar a los EEUU.



1-Entre seis y diez disparos por minuto los Krupp, dependiendo de tipo de proyectil.

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(Continuación Capítulo XLV)

14:15 Primer Batallón del Regimiento Cuba. Río San Juan.

El batallón del Regimiento Cuba hubo de efectuar una retirada táctica hacia el Oeste. El arroyo llamado Aguadores no era suficiente obstáculo natural para que un batallón se enfrentara durante largo tiempo a toda una División. El objetivo estaba conseguido: desgastar al enemigo antes de que este comenzara el asalto a las posiciones principales.

Sin perder el orden y protegiéndose las espaldas unos a los otros, retrocedieron unos dos mil metros -dependiendo el sector-, desde el Aguadores al curso del San Juan situado entre Norte de La Caldera y Sur de El Caney.

Si la División de Caballería del General Wheeler conquistaba la Caldera, nuestro batallón quedaría aislado en un frente de más de 1000 metros. Por el Sur tendría el estanque que separa Las Lomas de San Juan de La Caldera y por el Norte una tierra de nadie de otros 1500 metros hasta llegar a El Caney -el batallón del Asia recordamos que se había movido al Norte hacia El Caney-.

El batallón del Regimiento Cuba por supuesto que había tenido bajas en el Aguadores, pero considerando a la altura de la batalla en que nos encontrábamos estaba relativamente fresco, más de 750 hombres -sin apoyo artillero -. Previsión o suerte, menos mal que esto era así; porque desde un lugar situado ligeramente al Oeste del punto en donde se unían los caminos que llevaban al Caney y al Pozo respectivamente, los Batallones 1º y 25º del US Army pertenecientes a la Brigada Miles -que hasta esa hora habían permanecido dando protección a la batería del Capitán Capron en segunda línea de El Caney- progresaban directamente hacia ellos.

La única ventaja de los nuestros era que el enemigo avanzaba por senderos muy estrechos, debiendo ir unos detrás de otros y de esta manera no estaban obligados a luchar contra los cerca de 1000 hombres que constituían las unidades enemigas a la vez. Las descargas de fusilería fueron efectivas, diezmando poco a poco al adversario; aún así, más tarde o temprano tendrían que llegar al combate cuerpo a cuerpo.

Llegado al extremo del contacto físico, los americanos nos aventajaban por media en más de 10 cm de altura y sus fuerzas no debían resentirse como la nuestros soldados a causa de las calamidades padecidas a lo largo de tres años de guerra y de las restricciones de los últimos meses de bloqueo. En contra del adversario había algunos factores: el clima les había sentado fatal, las enfermedades tropicales comenzaban a cebarse con los espigados hombres del Tío Sam y los españoles sin duda estaban más endurecidos en los campos de batalla -acuchillaban y repartían culatazos con mayor profesionalidad-.

15:00 Batallón Talavera contra la Brigada Hawking, posición defensiva de Las Lomas de San Juan.

Una vez replegado el 1º del Cuba al Río San Juan, la Brigada Sumers cargó contra la Caldera con decisión. El Batallón Puerto Rico -que entre muertos y heridos tenía otras 100 bajas que sumar a las de Las Guasimas- se vio obligado a retroceder hasta las posiciones situadas al Norte de Las Lomas de San Juan, acompañado siempre por los leales marinos de Farragut.

La Brigada de la Caballería americana, con más del doble de bajas que los nuestros, terminó por expulsarnos de la importante posición defensiva. Fue determinante en el provisional éxito del adversario el número de las fuerzas, así como la actuación cercana de las dos ametralladoras Colt y de los tres pequeños cañones del destacamento de artillería del 10º de Caballería.

En las mismas Lomas San Juan, el castigo recibido era igualmente durísimo. A las dos de la tarde yacían en sus laderas los cuerpos sin vida de más de 60 soldados, entre ellos el de su comandante el Coronel Vaquero. El doble de heridos trataban de ser evacuados al hospital de Santiago.

Una vez tomada por los yanquis la llamada Kettle Hill, pudieron prestar apoyo de fusilería desde de allí al ataque frontal que la Brigada Hawking de la 1ª División preparaba a las Lomas de San Juan.

El 71º de New York preso del pánico -por las más de 200 bajas de su regimiento- se negó a asaltar objetivo. El General Hawking apartó la Unidad de voluntarios del frente para que no importunara, lanzando a la carga cuesta arriba a los Regulares del 6º y 16º de Infantería durante más de 200m.

El Teniente Coronel Sierra, quien se había hecho responsable de la defensa de Las Lomas, dio una orden ejecutiva: “AAR-MEN…ARMAS”, el sonido metálico de los clacs de las bayonetas al calarse sobre los mauser causaban escalofríos. A continuación los 1.500 fusiles realizaron cinco descargas cerradas de fusilería en intervalos sucesivos de 10 segundos, reforzadas por 900 disparos de los humeantes cañones de las dos Maxim. El enemigo se les echaba encima por momentos.

A los dos regimientos yanquis de la primera 1ª Brigada de Infantería se les unió el 9º de infantería de la 3ª Brigada con el valiente Coronel que la mandaba al frente. El Jefe de Brigada -Coronel Wikoff- fue uno de los primeros en caer; cuando los 2000 hombres que empezaron la carga llegaron a la cima de colina, 500 ya no estaban con ellos, el resto absolutamente agotado fue empujado loma abajo por las bayonetas y los sables españoles.

El primer asalto acababa de ser rechazado con multitud de bajas por ambos bandos. En su precipitada retirada, los americanos intentaron recoger a sus heridos, quedando los cuerpos de los muertos olvidados entre dos fuegos en la tierra de nadie.

Los componentes del 6º, 16º y 9º Regimientos de US Army hermanados por la sangre derramada, miraron con desprecio al cruzarse a los del 71º New York -en lo que fue un momento de máxima tensión-.

Las posiciones españolas de las Lomas -defendidas ahora por dos batallones de infantería, los marinos de Cervera, 4 piezas de artillería (las restantes se habían perdido) y dos escuadrones de caballería- habían sufrido a las dos y media de la tarde casi un 25% de bajas entre muertos y heridos.

A la misma hora, las Divisiones Wheeler y Kent -unos 8.500 hombres en total antes de empezar- tenían 700 hombres hospitalizados o camino de serlo en las precarias instalaciones médicas del Cuartel General en La Redonda. Un alto porcentaje de ellos se unirían en las siguientes horas o días a los más de sus 200 compañeros que en ese momento ya se sabía que no volverían a los EEUU con vida.

15:45 Los Rough Riders. 200 metros al Noreste de las Colinas de San Juan.

Desde Kettle Hill y al grito de “Remember the Maine”; el Primero, Noveno y el Regimiento Jinetes Rudos de la Caballería americana -flaco sur de la división de caballería- se lanzaron a pecho descubierto contra las Colinas de San Juan. Al igual que la infantería llegaron bastante cerca de coronar el ataque.

El primero en caer fue el Teniente Coronel Hamilton del Noveno, después otros muchos. En contra de lo previsto, en la cima todavía unos 1500 hombres resistían tenazmente los asaltos americanos.

El Teniente Coronel Tedy Roosevelt fue el primero en ordenar la retirada y salir corriendo colina abajo olvidándose por un rato del “Maine”; le siguieron muy de cerca sus muchachos de los Rouge Riders vestidos de caqui, el repliegue terminó por convertirse en una desbandada sin orden. En el pensamiento del ex-Secretario de la Navy, los malditos españoles todavía conservaban demasiadas fuerzas; peor aún, en ese flanco había una puñetera ametralladora y los cañones continuaban haciendo fuego.

El General de División Toral acaba de hacerse cargo del mando, Linares había caído herido hacía unos minutos. La primera orden fue traer los dos Hontorias que estaban en Aguadores al Sur y solicitar más ayuda a Cervera; quien dado lo crítico de la situación, aceptó en desembarcar las tres últimas Maxim de 11 mm de los cruceros y algunos hombres más.

A las 15.30 horas -antes del último refuerzo de la Armada-, a los Batallones Talavera y Puerto Rico les quedaban poco más de 500 infantes a cada uno, apoyados por 150 jinetes y 250 marineros; en cuanto artillería, restaban 4 cañones y una Maxim del Ejército. En el parte que el General Toral dio a un mensajero para entregar a Weyler, figuraban 203 muertos y 450 heridos, y en cuanto a pérdidas de material: cuatro cañones y dos ametralladoras destruidas o averiadas.

Aunque con más bajas, frente a ellos seguía habiendo por encima de los 7.500 hombres de las Divisiones Wheeler y Kent. A partir de esa hora, la quebrantada moral americana no permitiría hacer más ataques, sólo se producirían ya esporádicos disparos de fusilería o de la única Gatling que les quedaba y esporádicamente caería algún proyectil procedente de alguno de los seis cañones operativos restantes. Debían esperar a que Lawton acabara con la resistencia de El Caney, la cual se alargaba ya demasiado. Shafter por su parte había solicitado a Sampson que le prestase sus cañones de desembarco y algunas Gatling, pero la respuesta no terminaba de llegar.

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(Continuación Capítulo XLV)

Entre las 16:30. El Batallón Constitución contra la Brigada Chaffe. 100 metros al Noroeste del Viso.

Con el repliegue del Primer Batallón de Cuba al Este y el agrupamiento del Asia sobre El Caney, Lawton pudo completar su maniobra envolvente. Para ello, había sacrificado dos batallones de la Brigada Miles en la lucha del Río San Juan contra la primera unidad española mencionada.

Ludlow atacaba 500 metros al Sureste del Viso directo a El Caney. Su adversario era el Batallón Asia; el cual estaba todavía bastante entero, con más de 700 componentes, aunque con una posición no muy buena y una pobre organización defensiva del terreno.

La Brigada Chaffe, apoyada por el 4ª Regimiento de la Brigada Miles y 250 rebeldes, había realizado tres cargas contra el Viso desde las 15:36 horas. En la última, un soldado americano había caído a menos de 20 metros de coronar su objetivo.

El Batallón Constitución estaba muy quebrantado: 100 muertos y casi 300 heridos, apenas le quedaban 400 hombres en pie. El General Vara de Rey tras ser herido en las piernas -lo que no le impidió seguir dirigiendo el combate-, fue abatido sobre la misma litera que le portaba por la artillería enemiga. La posición era mandada ahora por el Teniente Coronel Puñet, quién ya había ordenado retroceder los tres cañones supervivientes a retaguardia de El Caney, al pronosticar la pronta caída de la posición -ametralladoras le quedaba tan sólo una y tenía frecuentes interrupciones, no en vano la llevaban utilizando desde las seis de la mañana-.

El General Chaffe estaba harto de llevar el peso de las operaciones con su Brigada. Lo de la Ludlow era estar más a la espera teniendo ocupado al Batallón Asia y de la del Coronel Miles sólo contaba con uno de sus batallones para el ataque.

El parte de las cuatro y media, daba a la División 160 muertos y 600 heridos, siendo el 75% de las bajas pertenecientes a su unidad y habiendo perdido dos cañones -uno era de la batería K que se había sido redistribuida en las fuerzas que se dirigían a Guantánamo al encuentro de Pareja-.

A las cinco de la tarde, a falta de dos horas para que empezase a anochecer y presionado por el General Lawton -quien a su vez era acosado por los enviados de Shafter-, el General de Brigada de Azna Romanza Chaffe emprendió el último asalto contra la posición del Fuerte del Viso con 1.800 soldados americanos y 200 mambises frente poco más de 400 españoles.

Puñet no creía lo que estaba viendo. A unos 30 metros de su puesto de mando y dentro de una trinchera había un soldado demasiado viejo para no portar divisas, tambien era bastante bajo y con barba sin arreglar de varios días; a sus costados, le rodeaban un Comandante y un paisano con aspecto de inglés. Como el resto, los tres tenían entre sus manos un Maúser y estaban prestos para hacer fuego a sus órdenes.

Los soldados se ajustaron mecánicamente los correajes de cuero negro tirando de las puntas hacia abajo desde las hebillas, otros se apretaron los cordones de los borceguíes, algunos se santiguaron y todos se dispusieron codo con codo del camarada a aguantar la embestida yanqui como buenamente pudieran.

Porque no decirlo, existía un sentimiento de miedo más angustia que se mezclaban entre la garganta y en el estómago, un sudor frío que les recorría de arriba abajo. El no tener esas sensaciones sería de estúpidos, el sobreponerse de valientes.

Cuando los chicos de azul saltaron al otro lado de los montículos -formados por sacos de tierra que ocultaban las zanjas de las trincheras-, se encontraron esperándoles las erizadas filas españolas formadas por las hojas desnudas de 25 centímetros de las bayonetas y por los filos de los aceros toledanos de los pesados sables de batalla de los oficiales.

El número de los americanos era muy superior al de los nuestros. A medida que pasaban los segundos, más y más enemigos penetraban en la posición. Los mambises aprovechaban la ocasión para rematar a los heridos degollándolos con los machetes.

Los del Asia no les podían socorrer, ya que estaban recibiendo su propia medicina de la Brigada Ludlow. Aunque este ataque era menos intenso, necesitaban de todos sus efectivos para sujetar al enemigo.

Puñet blandía el sable con una mano y con la otra disparaba el revólver Orbea. El Teniente Coronel decidió que era el momento de retirarse al poblado de El Caney, sería ahora o nunca.

Se disponía a dar la correspondiente orden al corneta y fue entonces cuando sorprendentemente sonó otra primero: era española y tocaban a carga.

A su espalda apareció desplegado el Estandarte de Caballería del Regimiento Hernán Cortes, un escuadrón de esa unidad irrumpió con inusitada violencia al grito de ¡Santiago y Cierra España! El centenar de jinetes fueron un pequeño respiro, más por lo inesperado y la furia que por el número. Pocos minutos después del empuje inicial, los americanos se rehicieron y con gran coraje se abalanzaron sobre los caballos desmontando a algunos jinetes. Puñet volvió a barajar la idea de la retirarse o morir en combate, no creía que le quedaran útiles más de 300 hombres de su batallón de infantería y los de caballería lo estaban pasando muy mal. Se dio cuenta que había perdido la posibilidad real de replegarse, al no haberlo hecho con la llegada de los refuerzos, literalmente estaban copados.

Agradecía, pero no entendía la carga suicida de la Caballería. Entre los gritos y el estruendo del combate se alzó la voz del Capitán del escuadrón “Aguante mi Teniente Coronel, España viene”. Al momento el Oficial era traspasado en sus riñones por una bayoneta yanqui, cayéndose de su montura; breves segundos después, los mambises se precipitaban con sus machetes sobre él.

¡Viva España! El grito se oyó a menos de 100 metros, debía haber sido una mala pasada del oído o una ilusión de su aturdida mente. Puñet no sabía si había transcurrido un siglo o un cuarto de hora desde que llegará la caballería, todo parecía perdido, estaban con las espaldas contra las piedras del Fuerte del Viso.

Cuando estaba a punto de abandonar la lucha, se escuchó otro ¡Viva España! , cientos de uniformes de rayadillo disparando y con las bayonetas caladas corrían hacia ellos en ayuda. La corneta americana tocó a retirada, más rápido de lo que había llegado, la Brigada Chaffe desapareció por el camino del Escandell.

Hubo quién quiso seguirlos, pero el Jefe del batallón del Isabel La Católica suplicó a Puñet que reagrupara la tropa. Si el Batallón Constitución había pasado un Calvario, el suyo -con el ferrocarril destruido en San Luís-venía todo el día a marcha forzada y estaba agotado. A seis kilómetros de El Caney, los correos les habían informado de lo desesperado de la situación; entonces, habían tirado al suelo los pertrechos, terciado el arma y puestos a paso ligero. No eran capaces de dar un paso más.

Del Batallón Constitución quedaban en pie unos 200 efectivos, el resto habían muerto o resultarán heridos en las casi doce horas de combate. El balance americano era todavía más desolador. A lo que ya llevaban antes del asalto, sólo la Chaffe y el 4º de Infantería Americana sumaban 400 bajas más, la de los cubanos no llegaban al centenar. Un cuarto de todas eran definitivas.

Lo importante era que la columna del Coronel Escario estaba llegando. El pequeño y viejo soldado sin divisas pidió novedades a los Jefes de los batallones, cuando Puñet se cuadró diciéndole “a la orden de vuecencia mi general……”, el Coronel Manuel Ruiz del Isabel la Católica se quedo perplejo. Tras aclarar la situación, Weyler ordenó que les trajesen unos caballos y se fue hacía el Fuerte Canosa al encuentro de Toral.

La noche llegaba como invitada especial a Santiago de Cuba y la Luna en esa tierra seguía siendo española. Las tropas del General Shafter estaban casi donde había comenzando a pesar de que el coste era elevadísimo: 2.700 bajas entre muertos y heridos. En sus estudios el Estado Mayor americano consideraba que se podían asumir hasta 1.350. En el otro bando, el General don Joaquín Vara de Rey y otros 400 españoles no lo volvería ver la luz del día nunca más. En los días y semanas siguientes, muchos de los 1.100 heridos se unirían a ellos.

Nuestro Ejército había perdido a mayores cinco cañones y tres ametralladoras; los americanos tres Gatling, una colt y siete piezas de artillería.

Fin Capítulo XLV

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CAPÍTULO XLVI
LA ESTABILIZACIÓN DEL FRENTE. Campaña de Santiago de Cuba.

Fuerte Canosa, entre Santiago de Cuba y las Lomas de San Juan. 05:30 del 2 Julio de 1898.

Weyler estaba satisfecho, la jornada de ayer había supuesto un triunfo relativo para las armas españolas, teniendo en cuenta sobre todo la diferencia en número de los contingentes enfrentados. Las bajas propias eran muy elevadas, unos 1.500 hombres entre muertos y heridos, las del enemigo casi el doble.

Ahora sólo quedaba esperar al resto de los refuerzos y contraatacar. En concreto, la Brigada del Coronel Escario había ido llegando a lo largo de la noche. No obstante, esta mañana se pretendía recuperar ya La Caldera y ganar de nuevo la orilla del Aguadores. El frente volvería a su posición inicial del día 1 a las 06:00, asestando un duro golpe a la frágil moral yanqui que verían como sus más de 2.700 bajas habrían sido en vano. Por otra parte, desde esas posiciones estarían más tranquilas nuestras tropas ante los eventuales contraataques norteamericanos.

El Fuerte Canosa era el típico baluarte español construido para la guerra colonial contra los rebeldes cubanos: piedra, ladrillo y madera -nada demasiado sólido-. En una de sus estancias, alrededor de una vieja mesa de madera y sentados en unas destartaladas sillas de mimbre, desayunaba el General Weyler y su Estado Mayor.

Lo de desayuno era tan sólo un eufemismo: café aguado y chusco de pan negro atrasado. El Capitán General había impuesto un rancho igualitario a todos los militares, del Comandante en Jefe al cornetín más moderno, excepción hecha de heridos o enfermos. Por la mañana, pocillo de agua sucia caliente y chusco de algo parecido al pan; al almuerzo, un cuenco de arroz o un puñado de frijoles manchados de tocino; y para cenar, media lata de carne salada o una entera de sardinas hechas migas. El pobre rancho era reforzado con galleta, cuartillo de vinillo peleón y cantimplora llena de agua -esta última en algunas ocasiones era potable-; con todo, este menú era mejor que el de los civiles poco adinerados. Lo peor la falta de productos frescos, sólo alguna fruta de las plantaciones situadas al norte Santiago intentaba compensar el déficit de vitaminas que existía desde que empezará el bloqueo.

General Toral “Mi General en media hora empezaremos el ataque a la Caldera. El Batallón Vizcaya del Coronel Escario será la vanguardia, les acompañara el Puerto Rico y los marinos dirigidos por el TN 1º Aznar -El CN Jaume Ferragut había sido herido de gravedad el día anterior al dirigir un contraataque montado a caballo al frente de la marinería para recuperar la Caldera. Todos los presentes tuvieron la extraña sensación de que a él no le tocaba estar allí y en aquél preciso momento, al frente de sus marineros uniformados de blanco -.
>>El 2º bon del Isabel la Católica ayudará al 1º de Cuba a recuperar el frente del Río Aguadores.”

Gnral. Ochando “Estoy sumamente preocupado por la munición de 75 mm para los Krupp, debemos regular su consumo con gran cuidado”

Weyler “Aún tenemos alguna. De todas maneras, Fondevieja que se ordene a la División especial que nos haga llegar cuanto tenga de ese tipo de munición a la menor brevedad posible. La Brigada de Reserva por su parte trae de ese tipo de proyectiles en abundancia. Además siempre que no reciban más suministros de los EEUU, ellos no pueden estar mucho mejor que nosotros -aunque tengan almacenadas en los buques, estas serán limitadas-. En este caso el mal de muchos es un consuelo.”
>>Por cierto y aprovechado su presencia Teniente Aznar, es fundamental transmitir al Almirante que si bien es decisivo que la escuadra cuando salga cause el mayor daño al enemigo enfrentándose a él directamente, sería del mayor interés que algún buque principal escapase hacia la costa Sur de Cuba y obstaculizase los posibles refuerzos que por ahí pudiesen venir: tropas, víveres, carbón y sobre todo munición.”

El Teniente Aznar a falta del mal herido Farragut era el enlace de la Oficina en la Escuadra, además de parte del Estado Mayor de Cervera. En calidad de lo último estaba presente en la reunión.

TN Aznar “Mi General me gustaría acompañar a mis hombres en la reconquista de la Caldera”

General Ochando “Admirable y compresible su deseo, pero es más importante lo que quiere el General. Su puesto lo puede asumir el Capitán de Infantería de Marina don Higinio Rodríguez. De todas formas, en cuanto termine la operación y con permiso del General, los marinos deberán volver a sus buques.
>>Otra cosa mi General ¿quién entorpecerá los refuerzos que vengan desde los EEUU por la ruta principal de la costa Norte?
>>Vuecencia me dijo ayer que Shafter había pedido refuerzos desesperadamente y que Washington se los ha confirmado con la salida de una Brigada a las órdenes del General Nelson Miles, el día siete u el ocho.”

Weyler “En efecto, la información es de Osborne, no me preguntes como la ha conseguido. Incluso alguna de ella parece venir de los mismos EEUU pasando primero por Madrid -“Héctor” había comenzado a trabajar-.
>> Serán los cruceros del CN 1ª Matta los que se ocupen de la costa Norte. Ayer a las seis de la tarde salieron varios correos a caballo con la misión de contactar con Matta personalmente en Guantánamo y darle todas las novedades; entre ellos, el mismo Comandante Osborne -que dicho sea de paso no se porque quiere que le lleven a Matanzas-. También le solicitarán los cañones de desembarco y las ametralladoras.
>>Aunque la distancia son más de 20 leguas de viaje, tienen un salvoconducto con potestad para tomar cuantos caballos encuentre por el camino para llegar a tiempo Guantánamo. El tres por la mañana temprano deben estar allí, alternativamente utilizaremos los heliógrafos para comunicarnos.
>>Como ya estaba previsto, debemos organizar un ataque con los batallones sobrantes de Pareja para anular el telégrafo entre Punta Pescador y Haití; sin embargo, nos interesa que funcione el que sale hacia Siboney durante un rato, ya que queremos que se enteren del ataque a Guantánamo y manden algunos de los buques de guerra que bloquean Santiago a socorrer su base logística. Es imprescindible que nuestras naves encuentren y hundan el cablero “Adria”, para que no puedan restablecer la comunicación rápidamente.

Los yanquis habían cortado los cables submarinos que unían La Caimanera con Haiti y por Oeste con Santiago, estableciendo una pequeña estación telegráfica en Punta Pescador que empleaba esas mismas líneas de una compañía francesa en provecho propio, al mismo tiempo que aislaba Guantánamo con el resto del mundo. El pequeño edificio de telégrafos que unía por cable el puerto de La Caimanera con Guantánamo siguiendo el camino del ferrocarril, había sido barrido por la artillería de la marina yanqui; no obstante, las líneas estaban restablecidas. Para comunicarse con Santiago se utilizaban los heliógrafos, palomas mensajeras e incluso -aunque era algo arriesgado- correos a caballo por el camino del Norte o a veces, se hacía una combinación de todos los medios.

Cuartel General de Shafter, El Pozo. 18:00 del 2 de Julio de 1898.

La situación empezaba a ser desesperada. Una incesante lluvia torrencial martirizaba, más si cabe, los abatidos espíritus de los soldados americanos. A todos sus males, sumaban el hecho de que la humedad reinante literalmente les estaban pudriendo las yagas de los pies dentro de las altas botas.

2.700 bajas entre muertos heridos, con el agravante de que la falta de ambulancias y los embarrados caminos dificultaban el traslado a los hospitales, teniendo por ello una mortalidad elevadísima. El número de enfermos era incluso mayor que las bajas de combate: fiebre amarilla, malaria, dengue y disentería eran todavía más peligrosas que las balas enemigas. A pesar de los sufrimientos, no habían realizado ninguna conquista; por la mañana temprano, los españoles los habían expulsado de Kettle Hill y hecho retroceder al margen izquierdo del Aguadores.

Shafter víctima de un gran pesimismo convocó una reunión en su Cuartel General del Pozo esa tarde. En sí mismo, la convocatoria era todo un fracaso. Los Jefes de Brigada Hawkins y Young no asistían -el primero herido, el segundo enfermo-; Sampson que era el invitado más importante, permanecía a bordo del New York en la costa de Siboney, habiendo delegado en el CN Chadwick su representación.

El TCol McClenard con permiso de Shafter tomó la palabra.

TCol. McClenard. “El General ha decidido replegarse unos cinco kilómetros, estableciendo posiciones defensivas en los altos situados al Norte de la costa y trasladar el Cuartel General, hospitales y centro de suministros a lugares ubicados entre Siboney y Daiquiri. Allí esperaremos refuerzos.
>>La otra solución es que la Navy ataque decididamente Santiago, anulando Socapa y el Morro. En todo caso llegado el momento, tendrá que hacerlo de todas formas”

Chadwick “En nombre del Almirante Sampson puedo decirles que no estamos en condiciones de atacar Santiago directamente. Podemos seguir bombardeando a cierta distancia, pero sus defensas submarinas son demasiado importantes y las baterías responden con poderío cada vez que nos acercamos.
>>Si emprendemos un ataque definitivo, sufriremos grandes daños y ya me dirán que haremos cuando salga la escuadra de Cervera del puerto.
>>No señores, antes de ocupar la Marina la bahía, el Ejército debe provocar la salida de los buque de guerra enemigos para entablar combate.”

El viejo y enérgico General Joshep Wheeler, quien estaba tan enfermo como el mismo Shafter, tomó la palabra.

Wheeler “Si la Escuadra no ataca y no llegan los refuerzos, mejor será ir pensado en reembarcar las tropas y volver para los Estados Unidos”

El General Kent asintió con la cabeza.

Mayor Wagner jefe del MID “Mis Generales, con el mayor de los respetos, no entiendo de que están hablando. Creo no equivocarme si les digo en nombre del Presidente que ni se les pase por la cabeza semejante dislate, sería una terrible humillación. Menuda imagen daríamos ante las potencias europeas.
>>El Mayor General Nelson Miles ya dijo en su momento que debíamos ir a Puerto Rico, el desembarco aquí necesitaba más preparación. Pero una vez hecho, hay que echarle redaños y resistir hasta que lleguen los refuerzos”

Shafter “Mayor Wagner no sea hipócrita, inteligencia militar provocó al Presidente para desembarcar lo más rápido posible”

Wagner “Eso no es cierto…”

Wheeler interrumpió “Vamos caballeros reserven sus fuerzas para el enemigo. Si nuestra obligación es quedarnos, aguantaremos”

McClenard “Hay otro problema: la Brigada española que viene de Holguín. Según inteligencia esta a poco más de una jornada de unirse con el General Pareja. Debemos mover la Brigada Duffield en apoyo de la Brigada Bates y de los cubanos, desguarneciendo la costa desde Aguadores.”

General Henry Lawton “Si vamos a retroceder hasta Siboney, da igual lo que haga Duffield. Que Kent defienda la zona costera, Wheeler la Central y mi División que es la más castigada cierre por el Este”.

Wheeler “Eso de que es la más castigada lo dirás tú, vamos a dejarlo estar ahí…”

Shafter “Joseph como tu bien has dicho no vamos a discutir entre nosotros. Lo haremos como ha dicho Henry y esperaremos a que llegue la primera Brigada de refuerzo. Está previsto que cinco batallones salgan de Newport el día 7 u 8, a las órdenes del General Nelson Miles, le daré toda una oportunidad para que demuestre su valía en primera línea de fuego.”

Al General Nelson Appleton Miles, Shafter le estaba tendiendo una trampa. Las tropas de aquél eran frescas y por lo tanto las emplearían como ariete; podía rechazar el mando directo haciendo valer su graduación, pero entonces sería tenido por un cobarde bocazas.

Shafter “Otra cosa Capitán Chadwick, ¿que pasa con las peticiones que le hecho a su Almirante?”

CN Chadwick “Sólo las podemos atender en parte. Debemos reforzar Guantánamo con marines embarcados, además cederemos al 1º Batallón de infantes 4 cañones y otras tantas Gatling. El “Massachusetts” navegará mañana por la mañana a primera hora hacia allí para repostar, aprovechando la ocasión para dejar hombres y material. A usted Señor le prestaremos un número similar de armas pero sin hombres para su manejo”

Shafter “Menos da una piedra. La Navy parece que está en otra guerra diferente, mientras la Armada española -según informa inteligencia- se está volcando con su Ejército.”

Chadwick “Señor me permito recordarle que la base en Guantánamo nos han obligado ustedes a mantenerla exclusivamente con nuestras propias fuerzas. El Ejército ha negado desde el principio sistemáticamente cualquier tipo de apoyo”

Sampson enviaría un mensaje a la Casa Blanca comunicando su intención de replegarse sobre la costa. Washington le contestó que sería mejor visto por la opinión pública el permanecer sobre el terreno que pisaban y que si se encontraba enfermo, considerase la posibilidad de ser relevado. Shafter no replegó las fuerzas, estas se organizarían defensivamente de forma muy precaria donde estaban.

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CAPÍTULO XLVII
BATALLA NAVAL DE SANTIAGO-GUANTÁNAMO. 3 de Julio de 1898.

Alrededores de La Caimanera, Guantánamo. 05:00 horas del 3 de Julio de 1898.

Alejandro no sabía para qué demonios se había cambiado de ropa, ya estaba calado hasta el tuétano otra vez y su nuevo atuendo era mucho menos digno que el que llevaba puesto anteriormente. Por un momento, pensó en lo que diría Belén Luna si le viera con aquellas trazas en medio de las ciénagas y marismas que rodean La Caimanera de Guantánamo.

24 horas tardó en llegar a un lugar situado a unos 5 Km al Suroeste de Niceto Pérez -proximidades del límite fronterizo entre las provincias de Santiago y Guantánamo-, donde el General Pareja tenía ubicado el Cuartel General de su Brigada. Ésta unidad estaba desplegada en la cumbre de Sierra Larga, enfrentándose con intensidad moderada contra Brigada Bates y a los hombres de Calixto García. El Brigadier rogaba al cielo para que la columna española que estaba viniendo desde Holguín, llegase por lo menos al mismo tiempo que la Brigada Duffield. La segunda Brigada independiente americana avanzaba desde el Oeste hacia el frente establecido en sector oriental del teatro de operaciones de la batalla por Santiago, con el propósito de reforzar a los la Brigada del general Bates.

Osborne -acompañado por dos prácticos cubanos- había salido alrededor de las siete de tarde del día uno desde El Caney, tomando el camino que bordeaba por el Norte el campo de batalla y llevaba a Guantánamo pasando por los Reynaldos. Durante el viaje sufrieron un par de emboscadas de los mambises que acabaron con la vida de uno de sus morenos camaradas y le hirieron a él en un brazo con una bala, causándole algo más que un simple rasguño. Solamente para uso propio debió utilizar cuatro monturas, y al menos una de ellas falleció reventada en el viaje a causa del esfuerzo. Con todo, Alejandro podía tenerse por afortunado; de los seis correos que partieron de Santiago, era el segundo en llegar, tras de sí un tercero y ya nadie más alcanzó su misión quedando muertos o mal heridos por el camino.

Cuando a las seis y media de la tarde del día dos entró en el campamento del General Pareja tuvieron que ayudarlo a desmontar. Sus piernas no eran capaces de mantenerle en pie, tenía fiebre, llevaba 24 horas sin probar bocado, 48 prácticamente sin dormir, la ropa mojada había entumecido sus fibrosos músculos y los hongos le invadían las plantas de los pies enfundados dentro de las botas de montar.

Ante lo lamentable del aspecto -demacrado y sin afeitar- le proporcionaron ropa seca: pantalón bombacho de lienzo crudo, blusa guayabera azul, impermeable de cochero y unas zapatillas guajiras; en la cabeza prefirió conservar su sombrero chambergo de fieltro pardo. Un jovencísimo Teniente médico le curó la herida del brazo y le dio unas gotas que disimularían el dolor, manteniéndolo al mismo tiempo despierto. Le entregaron un cuenco de agua caliente conteniendo unos trozos de batata y pellejos amarillentos de gallina vieja cocida, él aportó del interior de su morral un cacho duro de pan con verdín que traía desde Santiago. Dado el hambre que tenía, los despojos de comida le supieron a gloria y debía por ello considerarse un privilegiado. Su menú fue una distinción de reyes, ya que Guantánamo sólo quedaban algunos garbanzos al gorgojo, bacalao rancio salado y galleta desmenuzada. A modo estimulante se sirvió de una cafetera -que medio corroída por la herrumbre descansaba sobre unas brasas- algo parecido a café y de la petaca personal del doctor tomó un trago de aguardiente, el cual increíblemente era de orujo lebaniego. Tuvo tiempo para fumar un cigarrillo y a las 19:30 horas de la tarde se acabaron los lujos.

Alejandro apretó el cinto y las trinchas fuertemente contra su cuerpo; unos y otros debían soportar el peso de machete, bayoneta, munición y revólver Smith&Wesson. Metió el cargador “carniago” de cinco disparos en la carabina Maúser y se dispuso a realizar una incómoda marcha de seis horas en compañía de algunos guerrilleros y prácticos cubanos. La intención era la de contactar con el batallón del Príncipe que debían cruzar esa madrugada el estrecho canal por la Caimanera, encaminándose hacia la zona de Cayo Toro.

En la mitad del margen Oeste de la Bahía de Guantánamo se asentaba la pequeña población de La Caimanera -1.000 habitantes unidos con la capital provincial por ferrocarril-, siendo ésta el puerto azucarero zona. En ese punto la bahía se estrechaba considerablemente en una canal, la cual dividía a la primera en dos partes sensiblemente parecidas de tamaño. La Norte daba tierra dentro y la Sur se abría al mar Caribe.

Hacía 23 días que los americanos habían desembarcado en la Playa del Este, lugar próximo a la boca de la bahía, y desde entonces apenas habían progresado hacía el interior. Tenían su campamento principal en la Punta del Pescador -Campo McCalla- y desde el promontorio del mismo nombre dominaban la entrada a la bahía, además habían tomado el único punto con agua potable de la zona: “El Cuzco”, cerca de la costa y a unos dos kilómetros del campamento McCalla.

Las fuerzas españolas apenas habían ofrecido resistencia, ni tan siquiera en el Fuerte de Cayo Toro, el cual abandonaron antes de ser bombardeado por los yanquis. El Fuerte del Toro se encontraba justo enfrente de La Caimanera y una vez desalojadas nuestras tropas de ese punto, los americanos habían intentado capturar el puerto azucarero cruzando en botes el estrecho brazo de mar que separaba a ambas partes de la bahía. Los 250 hombres del Coronel Huntington y los 100 cubanos de refuerzo habían fracaso, teniendo que replegarse y soportar que desde allí se continuaran organizando acciones de hostigamiento contra ellos en Punta Pescador y el Cuzco; haciendo de su vida en Cuba una auténtica pesadilla de terror, sobre todo por las noches.

El no presentar batalla en Guantánamo era debido a que no se disponía de artillería costera para enfrentarse dignamente con la de los buques que escoltaban a los marines. También se había tomado la decisión porque se quería asignar a algunos batallones de la Brigada del General Pareja la misión de atacar a Shafter por su retaguardia. Que no se tuviera un frente establecido, no significaba que aquello fuera un paseo militar americano. Los españoles habían acosado permanentemente a base de guerrillas y francotiradores a los yanquis desde que pusieran pie a tierra, si no fuera por la ayuda de los mambises, los marines probablemente hubiesen tenido que reembarcarse.

El proclamado General rebelde Pedro Pérez, desde su refugio en la Sierra de Yateras al Noroeste de la bahía, había conectado con los americanos reforzándoles con 100 hombres al mando del Coronel Eduardo Thomas; otro de sus coroneles, llamado Vieta, ejercía de enlace con el Capitán de Fragata McCalla. El resto de de la Brigada de Periquito Pérez -unos 1.200 hombres- incordiaban a nuestro Ejército al fondo de la bahía, entre la misma población de Guantánamo y la Caimanera, incluyendo la línea de ferrocarril que unía las dos poblaciones. El Batallón del Príncipe y otro del Regimiento Simancas, con un par de Maxim de 7 mm, 2 Plasencia de montaña y 3 Krupp de 90 mm eran las fuerzas españolas responsables guarnecer la zona; los efectivos de estas unidades sumados a los 300 guerrilleros que permanecía en la orilla Este de la bahía, hacían unos 2.500 hombres en total a las órdenes del Coronel Millas.

Por parte enemiga, el dispositivo consistía en el primer batallón de marines con 650 infantes, más los 1.300 insurgentes mencionados. Los yanquis estaban dotados de los modernos fusiles navales Lee, cuatro ametralladoras Colt y una batería de Hotchkiss de 3.2”. No obstante, su mejor baza era la artillería embarcada en el “Marblehead” y “Annapolis” 1 y hasta ayer mismo la del cañonero “Dolphin” -el cual a aquellas horas estaba regresando a los EEUU-. El potentemente armado crucero auxiliar “Panther” 2 ejercía de plataforma logística para los infantes de marina.

Los dos buques primeramente mencionados eran los más activos. Daban apoyo con sus cañones a las tropas de tierra cuando lo necesitaban, permitiéndole su pequeño tamaño moverse con relativa facilidad dentro de la bahía. Después de haber explorado con los botes la posibilidad de la existencia de minas, se solían acercar a la Caimanera en horas de luz a través del Canal del Águila y machaban a las tropas españolas de la zona. Había otros barcos americanos en Guantánamo, unos sólo de paso y otros de escaso valor militar; varios carboneros, el buque de reparaciones “Vulcan” -con un segundo abarloado a su costado aquella madrugada- y un par de cableros.

Como se prometía Alejandro, el viaje desde el Cuartel General de Pareja hasta el lugar de despliegue de nuestras tropas había sido en extremo duro. Los yanquis permanecían en alerta aunque confiados en sus fuerzas y en los cañones de los buques de la navy. Tres compañías del Príncipe, un sección de artillería, un destacamento con las Maxim, algunos ingenieros, los guerrilleros de Duaba y los prácticos cubanos; todos a las órdenes del Tcol don José Patiño, guardarían silencio ocultos en la noche la llegada del ataque que habría de venir desde el océano. Era mejor no hacer ruido para que no se movilizaran las tripulaciones de los buques enemigos antes de tiempo.

Lo más complicado había sido transportar los cañones desmontados en los botes, a pesar que para la ocasión se dispusiera de dos antiguos y ligeros Plasencia de 80 mm de montaña -los cuales debido a su peso de poco más de 100 kg facilitaban bastante la operación-. El resto del armamento eran un par Maxim de 7 mm, los Mauser, algún Remington, revólveres, bayonetas y afilados machetes.



1-1.153 toneladas. 6 cañones de 4”, 6 de 6 libras.
2-4.3006 toneladas. 6 cañones de 5”,2-4”, 6-47 mm. 1 ametralladora colt

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05:30 Crucero Acorazado “Princesa de Asturias”. Través de Punta Pescador, entrada de la Bahía de Guantánamo.

La tensión se reflejaba en la cara del recio marino montañés. Dos días y medio tardaron en repostar al Sur de la Gran Inugua en las Bahamas, fuera de las vistas potencialmente curiosas de ingleses e isleños. Durante el tiempo que estuvieron trasbordando carbón de los mercantes, llegaron noticias procedentes de Cuba; unas venían a bordo del aviso “Giralda”, el cual previamente hiciera escala en Puerto de Plata en Santo Domingo; y otras, embarcadas en el cañonero-torpedero “Vicente Yáñez Pizón” -la rápida embarcación de 570 toneladas se había enmascarado 15 días antes de empezar la guerra entre el rosario de islas y cayos situadas en la costa Norte de la Gran Antilla en el llamado Archipiélago de Camagüey, recogiendo las últimas novedades sobre Guantánamo el día 30 próximos a Nuevitas-.

Durante la noche del dos y la madrugada del día tres, los buques de la 2ª División navegaron acercándose con sigilo hasta unas tres millas Guantánamo, donde permanecieron al pairo un buen rato. Todavía con poca luz, sobre las 05:10 de aquél domingo que amanecía gris y cubierto, arrancaron motores y enfilaron directo a la boca de la bahía. Sólo cuando estaban a poco más de una milla, fueron divisados desde el promontorio de Punta Pescador, los vigías americanos dieron la señal de alarma desconociendo aún la bandera de los buques que se acercaban a 20 nudos de velocidad en dirección a la costa. Era demasiado tarde, la Bahía de Guantánamo acababa de convertirse en una bolsa cuya apertura se sellaba con la llegada de los cruceros españoles, todo lo que hubiese dentro era muy difícil que volviese a salir de ella.

Tres minutos más tarde, el “Princesa de Asturias” tenía al través la Punta del Pescador abriendo fuego a discreción con sus cañones de 140 mm y demás piezas menores sobre la loma que dominaba el Campamento McCalla, sucesivamente y en intervalos de 500 metros repitieron la operación los cruceros “Cardenal Cisneros” y “Cataluña”; protegidos por el casco y al costado de babor del último buque blindado, venían los tres destructores. En ese mismo momento el “Giralda” y el “Vicente Yáñez Pizón” 1 procedían a bombardear la playa de “Cuzco”, situada en la costa y al Este de la boca de la bahía unas dos millas.

El joven Oficial -que hacía las veces de práctico naval- indicó al CN Bustamante que cayera unas 50 yardas a babor. La Armada había instruido en los últimos meses a varios marinos -algunos de ellos mercantes de la Reserva Naval destinados en Cuba o en Filipinas- en el conocimiento exhaustivo de radas, bahías, ensenadas y puertos de ultramar; cuando llegó el momento, fueron transferidos como oficiales de navegación costera o prácticos a las escuadras de operaciones. Bien es cierto que muchos mandos de la flota, sobre todo los comandantes, tenían probada experiencia navegando en colonias; no obstante, se pensó que no sobraba el especializar a alguien en concreto para la ocasión que se iba a presentar, descargando la atención de los oficiales del Cuerpo General en los combates propiamente dichos.

05:36 Crucero Auxiliar “Panther”. Media milla al Norte de Punta Pescador.

El Capitán de Fragata George Reiter no quería dar crédito a lo que estaba viendo: tres buques de considerable tamaño habían procedido a izar sus banderas españolas de combate y estaban atacando Guantánamo por sorpresa, su buque no tenía salvación.

El “USS Panther” no era precisamente pequeño y estaba bien armado, pero siendo un simple mercante no podía hacer nada contra unos modernos cruceros acorazados. Sus marineros se aprestaron a llevar a cabo el zafarrancho de combate tan valiente como inútilmente.

El crucero auxiliar americano era el primero de los buques fondeados en la bahía; tras él, los cableros “Suwanee” y “Adria”; a continuación, el buque taller “Vulcan” y una nave de guerra abarloada a su costado; seguidamente, el “Marblehead” y el “Annapolis”. En conjunto formaban una línea dirección NNE que empezaba al Norte de Punta Pescador y terminaba bastante antes de llegar a la Ensenada de Granadillo. Detrás de esta primera línea, había una segunda más cercana a costa formada por unos cuantos carboneros. Aunque el lugar más profundo era el centro de la bahía, se habían dejado caer todos notablemente hacia la orilla Este por haber suficiente calado.

Los buques de guerra españoles seguían una derrota paralela a línea de fondeo americana, situada a poco más de 500 metros de distancia al Oeste de la misma. Cuando el “Princesa de Asturias” estuvo al través del “Panther” caló las redes Bullivant -aunque no sabían con exactitud los buques que se iban a encontrar, de antemano, conocían la posible presencia del “Marblehead”, el cual tenía tres tubos lanzatorpedos-, reduciendo su velocidad a unos 6 nudos; a partir de ese momento, la maniobra la repitieron nuestros otros dos cruceros. Las naves españoles pasaban lentamente dando su costado de estribor a la sorprendida línea de buques americanos, sobre los que descargaban una lluvia de pólvora, fuego y metal.

El “Panther” con más coraje que acierto, intentaba devolver parte del daño recibido; sus cañones de tiro rápido de tres libras, no eran capaces de atravesar las casamatas Krupp de la de los cañones de calibre medio español, y los cañones de 5” sólo provocaban arañazos en las fajas blindadas de los mismos.

Sin embargo, los más de 200 pequeños proyectiles que aquellos compactos barcos grises con la bandera roja y gualda izada a popa habían lanzado sólo contra el “Panther” en los tres primeros minutos de combate, desalojaron a los sirvientes yanquis de sus piezas en varias ocasiones. Un minuto más tarde, el primer incendio se producía en los pañoles del vapor americano.

05:38 Crucero Acorazado “Cardenal Cisneros”.

El buque del Capitán de Navío Fiol se dejaba gobernar en las calmadas aguas de la bahía por otro veterano práctico local movilizado al efecto. El “Cardenal Cisneros” era la tercera vez que entraba en combate en el mismo número de meses: las islas Scilly en Abril y el Atlántico Sur en Mayo, ahora tocaba Guantánamo.

De los cruceros de la División del CN 1ª Matta era el que había resultado con más daños en su conjunto. Aunque bien reparados todos en general, no le pudieron conseguir un cañón de 240 mm a tiempo para sustituir el que le destruyera el “Oregon”, empleando como alternativa un Hontoria de 160 mm que fuera en su día del “Pelayo”. Las demás piezas de artillería afectadas por los combates previos habían sido renovadas, en concreto para la de 140 mm del “Princesa de Asturias” se utilizó la última que quedaba en el Arsenal de Cádiz -a la fabrica Trubia se le habían encargado un par de Hontorias de ese calibre por sí acaso se perdía alguno más-.

El “Cisneros” ya había sobrepasado al “Panther” y después de disparar varios proyectiles sobre dos indefensos buques auxiliares -Suwanee y Adria-, se percató que el siguiente objetivo era un buque de guerra de tamaño respetable, el cual permanecía abarloado inmóvil a un tercero. El CN Fiol ordenó concentrar sobre el “Newark” todo su poder ofensivo.

Aunque la situación que se encontraba el enemigo era precaria, no estaba totalmente indefenso. Uno de sus proyectiles de 6” rajó la coraza de acero al níquel de nuestro crucero por su parte más gruesa de 305 mm, sensiblemente el proyectil no incidió perpendicularmente a la misma o en caso contrario a las distancias a las que se estaban dando los combates la hubiese perforado. Como resultado de lo anterior, se produjo una vía de carácter medio con entrada de agua, las bombas de achique se bastaban por sí solas para evacuar el líquido elemento; no obstante, los herreros se dispusieron a taponar cuanta grieta en el forro del casco encontraran.

05:45 Estación telegráfica de Punta del Este.

El Tcol James Allen del Cuerpo de Comunicaciones había conseguido transmitir un mensaje a Siboney avisando del ataque que estaban sufriendo. Desde el Cuartel General le contestaron que se lo trasladarían a Sampson para que tomara las medidas oportunas y les ordenaba informar a Washington del asunto a la máxima urgencia. Así mismo, aclaraba que sobre las cuatro de la madrugada de ese mismo día, el acorazado “USS Massachussets” había dejado la zona de Santiago dirigiéndose hacia ese lugar para hacer carbón.

Ahí se terminaron las comunicaciones americanas. Faltos del apoyo naval, las tres compañías de la infantería de marina yanqui del campo McCalla se replegaban tierra dentro hacía el Este mandadas por el Capitán McCawell. El Tcol Huntinong herido y enfermo era portado en una litera por sus hombres. “Marblehead” y “Annapolis” después de sufrir en sus cascos los primeros impactos, trataban de reaccionar internándose hacia La Caimanera y por lo tanto no estaban en disposición de ayudar a los infantes.

La intención de los marines era enlazar con las dos compañías del Cuzco y hacerse fuertes todos juntos donde se pudiera, para no tener que entregarse como prisioneros de guerra a los españoles; la situación era tan comprometida que las dos piezas de artillería del promontorio fueron abandonadas sobre el terreno -una de ellas ya destrozada por el fuego naval español-. Los americanos desgastados por más de 20 días de ataques guerrilleros, noche sí y noche también, estaban literalmente agotados; ahora, tras ser castigados por la artillería de la escuadra enemiga, sufrían una ofensiva desde tierra de cerca de 900 hombres entre regulares y guerrilleros. Unos 15 kilómetros al Norte, el otro batallón español de Guantánamo había desencadenado una maniobra de distracción para fijar el grueso de las tropas de Periquito Pérez, evitando de esa manera que éstas pudieran auxiliar a sus apurados aliados en la costa.

Como resultado de todo lo anterior, la improvisada estación telegráfica americana del Campo McCalla estaba prácticamente indefensa. Un joven oficial, en uniforme de rayadillo, tiró de una violenta patada la puerta del cobertizo que servía como oficina de comunicaciones; los cuatro o cinco hombres que trataron de resistirse fueron abatidos a tiros, el resto se entregó con cara de sorpresa y miedo. Nunca hubieran esperado que unas personas de tez tan morena y pequeña talla redujeran con tanta facilidad a unos sajones.

“Soy el Capitán Sanjurgo y usted es mi prisionero. Diga a sus hombres que colaboren y no tendrán nada que temer. Ahora por favor enséñeme los últimos mensajes que ha emitido y recibido.”

Un paisano con aspecto poco latino y vestido extrañamente, tradujo las palabras al inglés. El Tcol yanqui tuvo un pequeño titubeo en cumplir la tajante orden. La duda se terminó cuando Osborne apoyó el frío cañón de su revólver sobre la nuca de uno de los jóvenes sargentos ayudantes, abatiendo a continuación el martillo hacia atrás con el pulgar. El gesto firme y los ojos brillantes del español eran un claro signo de determinación; no le gustaba lo que estaba haciendo, pero si tenía que matar al angustiado suboficial lo haría y no disponía de mucho tiempo para juegos.

05:50 Crucero Acorazado “Cataluña”.

Cuando el “Cataluña” -el último de los cruceros españoles en acceder a la bahía- dejó atrás por su aleta de estribor al “Panther”, el crucero auxiliar yanqui estaba ya herido de muerte. Como el “Princesa de Asturias” y el “Cisneros” habían continuado su derrota persiguiendo a “Marblehead” y “Annapolis” -los cuales se dirigían rumbo Norte internándose en la bahía-, al Buque del CN D. Joaquín Rodríguez le tocó vérselas con el “Newark”. El crucero protegido yanqui estando inmóvil y sin capacidad de reacción, representaba un blanco fácil, habiendo recibido ya un severo correctivo en lo transcurrido desde que empezará la batalla.

El objetivo que se situaba al NE del Panther, bajo la perspectiva española estaba teniendo una reacción cuanto menos extraña. Por los prismáticos se podía distinguir perfectamente los uniformes blancos de los marineros americanos aprestándose al zafarrancho y tomando posiciones en los cañones; sin embargo, no parecía haber ninguna intención de ponerse en movimiento.

El crucero protegido del Capitán A.S. Baker había llegado a Guantánamo procedente de Santiago la tarde del día dos para repostar carbón. Antes de cargar combustible, su Comandante decidió abarloarse a la embarcación de reparaciones “Vulcan” para intentar solucionar los múltiples daños y averías que tenía su nave, consecuencia estos de los enfrentamientos con las defensas de Santiago.

El hecho es que el buque de 4.083 toneladas permanecía parado y aunque disponía de una potente artillería principal -consistente en doce cañones de 6”, con no desdeñable protección-, era de por sí un barco de inferior cualificación guerrera que el “Cataluña”. La desventaja se acrecentaba más aún al no moverse.

La media docena de cañones de 6” (150 mm) que tenía por banda no eran de tiro rápido y a duras penas llegaban a los dos disparos por minuto; por el contrario, el crucero español disparaba hasta seis proyectiles en ese mismo espacio de tiempo desde cada uno de sus cuatro Schneider-Canet de 140 mm del costado estribor.

Un poco antes de lo narrado y algo más a popa, los tres destructores -Audaz, Osado y Proserpina- habían abandonando la protección que les ofrecía el sotafuego del “Cataluña”. El destroyer “Audaz” se puso a treinta nudos proa al “Panther”, le siguieron escalonados sus dos gemelos. El crucero auxiliar que estaba ya muy desmadejado, intentó retrasar lo inevitable empleado los pocos cañones de 100 y 47 mm que le quedaban útiles (1 y 1 en esa banda) e incluso hasta apuntaron con dos de 5” por si sonaba la flauta.

Los destructores además del armamento torpedero, montaban cuatro modernos cañones de tiro rápido (2-75mm; 2-57mm) y dos automáticos Maxim (37 mm), los cuales empleaban de forma continuada con gran acierto. Su derrota no era recta sino en zic-zac, tratando así de evitar el fuego yanqui durante el medio minuto que tardaría en aproximarse lo suficiente para disparar sus torpedos de 356 mm desde cubierta.

Los sirvientes del semiautomático de proa de 75 mm del “Audaz” fueron alcanzados por el fuego de las ametralladoras del “Panther”; segundos más tarde, el crucero auxiliar americano era sacudido por dos explosiones, muchos de los marineros empezaron a lanzarse al agua sin dar tiempo a arriar los botes.

Los destructores viraron a babor dirigiéndose a los indefensos “Suwanee” y “Adria”; un adelantado “Audaz” siguió de largo sin intervenir, “Osado” y “Proserpina” echaron al agua por su costado de estribor sendos Schwartzkopf al pasar por el través de los dos cableros, desde menos de 300 metros de distancia.

06:00 horas “USS Newark”

Al crucero americano se les estaban torciendo demasiado las cosas. Los marineros pusieron cara de espanto, al contemplar como las dos grandes torretas de 240 mm del “Cataluña” giraban lentamente y señalaban en dirección a su buque. El crucero español se había detenido y estando a bastante menos de mil metros no tardaría en hacer blanco.

El Capitán Baker pensaba que no le podían ir peor las cosas, hasta que observó que no muy lejos y desde el Sur aparecían tres grandes torpederos enemigos; entonces, ordenó concentrar todo su fuego de las armas ligeras en ellos.

El “Audaz”, que seguía a la cabeza, era alcanzado por varios disparos de seis y tres libras. El destroyer del Teniente Ávila con varias bajas a bordo, habiendo resultado sus máquinas dañadas y perdiendo velocidad, se separó de sus compañeros buscando refugio tras el costado de babor del “Cataluña”. “Osado” y “Proserpina” cambiaron a una derrota más al Oeste olvidándose del “Newark” y comenzando un ataque contra los desarmados carboneros de la segunda fila
El respiro del “Newark” fue breve, su estructura se estremeció cuando encajó el primer impacto de un proyectil de 198 kilogramos. Los incendios se propagaban por las cubiertas, el agua entraba por debajo de su línea de flotación a través de la vía producida por un segundo impacto de 240 mm. Varios de sus cañones de 6” y la mitad de los de ligeros estaban ya fuera de combate.

Viniendo de fuera y desde el Sur se incorporaba al combate el “Vicente Yáñez Pinzón”, el cual irrumpía en la bahía con el ímpetu de sus 19 nudos y todavía situado muy a popa del Cataluña. El buque del El TN 1ª Aguilar dejará hace quince minutos de bombardear la Playa del Cuzco, el susodicho arenal quedará desierto a poco de empezar a cañonearlo y optó en consecuencia por acudir en refuerzo de los que estaban en el interior -El “Giralda” montaba guardia en la boca atento a lo que podía venir en auxilio de los americanos-. El cañonero-torpedero sobrepaso al “Cataluña” y se incorporó a la persecución que los otros dos cruceros acorazados hacían de “Marblehead” y “Annapolis”.

Mientras el “Osado” largaba un torpedo al segundo de los carboneros, el “Proserpina” cumplimentaba de igual modo al buque taller “Vulcan” que seguía abarloado al “Newark”. La explosión de éste último torpedo y las que se produjeron como consecuencia del mismo dentro del barco taller, afectaron al maltrecho “Newark”; obligando al Capitán Baker a dar definitivamente la orden de abandonar el crucero sobre las 6:10 horas, cuando ya algunos componentes de la tripulación había roto la disciplina presos del pánico saltando por la borda.



1-6 cañones de 57mm, 1 am 11 mm y 2 tbl

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Batalla de Guantánamo, vista de conjunto

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Guantánamo, combate naval

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Punta Pescador (Campo MacCalla)

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(Continuación Capítulo XLVII)

06:12 Crucero acorazado “USS New YorK”. Media milla al través de Siboney.

El Capitán Chadwick durmió en el campamento de Siboney después de la reunión habida ayer tarde con Shafter. Tan sólo hacía treinta minutos lo habían despertaron con los mensajes que venían de Guantánamo. Todavía a medio vestir, embarcó a toda prisa en un bote que había de llevarle hasta el buque insignia “New York” para darle personalmente las novedades al Almirante.

Nada más subir abordo se dirigió a la carrera al camarote de Sampson aporreando la puerta del mismo.

Almirante W. T. Sampson “¿Que ocurre French, me pierdo los oficios del domingo o se ha presentado el Presidente McKinley en Altares para dirigir personalmente el combate?”

Cap Chadwick. “Espero que sigas de tan buen humor cuando te diga que la escuadra española esta atacando Guantánamo”

Sampson “¿Pero quiénes y en qué demonios de barcos?”

Chadwick “Como Cervera no haya salido esta noche de Santiago sin que nos hayamos dado cuenta… me hago cargo que será el Capitán Matta con los cruceros y destructores que venían de España.
>>Ahora debes dar las órdenes que creas oportunas sin demora.”

Sampson indicó a Chadwick que pasará a su camarote y pulsando un timbre llamó a un repostero, necesitaba un café cargado y unos segundos para reflexionar.

Sampson. “Bien nos vamos para Guantánamo. Que el “Indiana” se incorpore sobre la marcha, además que venga un crucero auxiliar bien armado y un yate por si hay destructores.”

Chadwick “¿Y si se aprovecha Cervera para salir?, Schley estará muy comprometido.”

Sampson “Comprometidos vamos a estar todos en cualquier caso, así mejor lo pase peor él que yo mismo. Aún así, Schley es más fuerte que Cervera y que nuestra propia División Naval; que se las arregle como pueda, al fin y al cabo él es una estrella rutilante ¿No?”

Chadwick “Está bien William, ordenaré que se nos unan el “St Louis” y el “Gloucester”.
>>Sería conveniente avisar de lo que esta pasando al “Massachusetts”, debe estar a unas veinte millas de Guantánamo, pero no se como vamos a hacerlo.”

Un camarero pidió permiso para entrar, sirviendo el desayuno a los dos marinos. 20 minutos más tarde el New YorK ponía rumbo Este a velocidad moderada en espera del “Indiana” y el “Gloucester”. Una vez todos junto -incluido el “St Louis”- y a una marcha de 15 nudos 1 se dirigieron a Guantánamo.

06:15 Crucero acorazado “Princesa de Asturias”. Norte de Punta Caracoles.

El CN 1ª Juan José Matta esperaba impaciente en la torre blindada del comandante las novedades de la batalla que con cuenta gotas le llegaban por medio de sus ayudantes; debido a ello, no pudo resistirse más tiempo y salir de vez en cuando a cubierta para observar personalmente el espectáculo que se estaba produciendo.

Rumbo Sur -en dirección de la entrada de la bahía-, entre una y dos millas a su popa, varias columnas de humo negro producto de los incendios delataban el daño producido a las naves enemigas. De los cableros ya sólo se veían aflorar los mástiles sobre la superficie del agua, el “Panther” se escoraba de tal manera que amenazaba con dar la vuelta, a los tres carboneros les quedaba poco para desaparecer, “Newark” y “Vulcan” ardían abrazados por las amarras que les habían servido para abarloarse.

El “Marblehead” presionado muy de cerca por el “Princesa” y “Cisneros” había huido hacia La Caimanera; pero al obstaculizarle en su maniobra el “Annapolis” y sin práctico abordo 2, no atrevió a penetrar en el Canal del Águila -el cual a pesar de tener suficiente calado era sumamente estrecho-. El problema era que por la ruta escogida por medio de la bahía, el crucero americano quedaría atrapado sin salida o encallaría. El “Cisneros” se ocuparía de acabar con el, aunque no le saldría gratis el combate; a pesar de ser la cubierta protectriz del buque del Capitán McCalla casi inexistente, su artillería tenía bastante potencia 3 y estaba bien protegida tras reductos de 52 mm, además disfrutaba de 3 tubos lanzatorpedos.

El buque del CN Fiol dejó Punta Caracoles unas 1000 yardas al Sur, entonces su proa cayó a estribor dando el costado contrario al barco yanqui; desde allí, empezó un duelo artillero aproximadamente a una milla de distancia.

El “Annapolis”, aunque más lento que su camarada, se había adelantado al “Marblehead” arrancando primero y a proa del mismo; el Capitán de Corbeta J Hunker, sí que llevaba claro ánimo de introducirse en el Canal del Águila. Los cruceros españoles navegaban demasiado lento a causa de las redes anti-torpedos, con lo cual el cañonero yanqui se les escaparía sin remisión.

De la anterior circunstancia se percató el impulsivo TN 1ª D. Baldomero Sánchez, quien poniendo a 30 nudos el “Proserpina” se introducía en la estrecha canal tras el “Annapolis” para intentar lanzarle algún torpedo; minutos más tarde, el “Vicente Yáñez Pinzón” del TN 1ª Aguilar seguiría el mismo camino en apoyo del destroyer.

06:35 “USS Massachusetts” 25 Millas al Este de Santiago, 20 al Oeste de Guantánamo.

“Señor, el Capitán Schroeder le reclama con urgencia en el puente de navegación” Un ordenanza del acorazado avisó en su camarote al Capitán de Navío Francis J. Higginson, Comandante del poderoso buque que había abandonado las aguas próximas a Santiago sobre las cuatro de la madrugada.

Cinco minutos antes de eso, al Oficial Ejecutivo -Capitán de Fragata Seaton Schroeder, quien era un concienzudo profesional de 48 años- le habían despertado de su ligero sueño unos lejanos estruendos. Una vez en el puente alto y tras las cristaleras del mismo, un joven Subteniente le informó que había habido varias explosiones hacia el Este y que de vez en cuando le parecía oír cañonazos provenientes de la misma dirección. Seaton se llevó los prismáticos a los ojos y pudo divisar a lo lejos, como lo que parecían varías columnas de humo se elevaban hacia el cielo -el día ya había comenzado a clarear-.

CF Schroeder “Subteniente ordene maquina a toda, llame al Capitán y toque zafarrancho”

“Sí señor, a sus órdenes Señor”

El enorme, rubio y pecoso oficial se cuadró militarmente, saliendo presuroso a continuación del puente de navegación para cumplir con sus obligaciones.

06:45 Crucero “Marblehead”

El buque del Capitán McCalla se defendía como gato panza arriba, no tenía otra alternativa, estaba acorralado al fondo de la mitad exterior de la bahía, teniendo al Sur a los dos cruceros españoles y al Norte la barrera que representaban los cayos. Sabía que había un angosto paso por donde podía meter sus cinco metros de calado, pero necesitaba llevar a proa un bote dotado de un escandallo para que le indicara la ruta y él no tenía tiempo para eso. Hubiese sido mejor meterse en el “Águila”, que aunque estrecho disponía de unos 8 metros de agua sobre el fondo.

El pequeño crucero protegido hacía frente por sí solo al “Cisneros” y al “Princesa de Asturias” desde hace unos veinte minutos. Los cruceros españoles había descargado sobre el en ese espacio de tiempo 14 proyectiles de 240 mm, unos 250 de 140mm y 700 menores; sí bien el porcentaje de acierto era pobre -el combate se libraba a menos de una milla-, el “Marblehead había encajado por lo menos 2 de los grandes, 8 de los medios y más de 20 pequeños. A estas alturas su cubierta protectriz de 3/8 de pulgada había sido taladrada en varias ocasiones, estando muchos de sus elementos esenciales dañados de gravedad. La línea de flotación presentaba no pocos agujeros, varias de sus piezas artilleras habían sido desmanteladas y la enfermería estaba llena. Muertos y heridos superaban con holgura el medio centenar.

El Capitan Bowman “Infierno” McCalla, salvo por el error de meterse en la trampa que representaba aquella ratonera, había dirigido el combate con valor y diligencia; causando no pocos daños al “Cisneros”, sobre el que había concentrado principalmente su fuego.

El Capitán del “Marblehead” pudo advertir como media milla rumbo Norte -al otro lado de los cayos y a la altura de Punta Palma-, el “Annapolis” había cruzado con éxito el Canal del Águila pero tenía que vérselas ahora con un destroyer y un cañonero español.

Ya no tenía nada más que pudiera hacer.

Capitán McCalla “Timonel rumbo Este, vamos a encallar en los cayos. Teniente, usted con unos hombres retire la bandera del asta.” Fueron las últimas órdenes del bravo marino, ya nadie le volvió a ver.

06:55 Cazatorpedero “Vicente Yáñez Pinzón”. Alrededores de La Caimanera.

El buque del Teniente Aguilar se había quedado solo frente al “Annapolis”. El “Proserpina”, envuelto en llamas, acaba de poner rumbo a Punta Palma para varar en la costa. Los dos torpedos que había echado al agua el destroyer antes de eso, explosionaron sin hacer blanco como consecuencia de ser alcanzados por del fuego rápido del cañonero yanqui.

Su cañonero-torpedero también sufría daños graves; se había quedado sin propulsión debido al impacto de varios proyectiles de cuatro pulgadas, sus Nordenfelt empezaban a callarse y el porcentaje de bajas sobrepasaba el 30%.

Pero para satisfacción personal de Aguilar, el objetivo estaba cumplido. El “Vicente Yáñez Pinzón” se había interpuesto entre la canal de acceso a la parte Norte de la bahía y el “Annapolis”; por lo cual, el Capitán Hunker desistiera hace rato de intentar atravesar la primera por miedo al armamento torpedero de embarcación española -el “Annapolis” no disponía de redes Bullivant-, antes debía hundir a ésta.

Una vez varado el “Marblehead”, los cruceros acorazados españoles avanzaron hacia Punta Palma por la mitad de la bahía, descargando su furia sobre el débil cañonero americano; el cual con independencia de haber conseguido dejar fuera de combate a sus dos pequeños oponentes, estaba ya seriamente tocado de antemano por los disparos de los 13 cañones de tiro rápido y ametralladoras de aquellos.

07:00 Crucero Acorazado “Infanta María Teresa”. Puerto de Santiago de Cuba. Domingo 3 de Julio de 1898.

El TN D. Ángel Cervera Jácome -ayudante e hijo del Almirante- pidió permiso para entrar en la sala de derrotas donde se encontraban reunidos los Comandantes de Cervera: el CN1ª don José Paredes -2º Jefe de la Escuadra de Instrucción-, los Capitanes de Navío don Víctor Concas -Capitán de Banderas y Comandante del “Teresa”-, don Juan Lazaga –Oquendo-, don Antonio Eulate -Vizcaya-, don Emilio Díaz Moreau –Colón- y don Fernando Vilaamil -Escuadrilla de destructores-. El Capitán de Fragata don Pedro Peral del “Marques de la Ensenada” y el TN1ª don Antonio García Gutiérrez del “Filipinas”, asistían en calidad de comandantes independientes de sus propios buques; aunque irían al combate con su compañeros, no pertenecían orgánicamente a la Escuadra de Instrucción y por lo tanto no dependían de Cervera a través de un mando intermedio, como eran el caso de los comandantes de los destroyers -Furor, Terror y Plutón- de Vilaamil.

TN. Ángel Cervera “Almirante, mis Comandantes, ¡ya esta!, tenemos confirmación; la División del CN de 1ª don Juan José Matta está atacando Guantánamo en estos precisos momentos. Hace unos 15 minutos, hemos observado claramente desde el Morro como varios buques del Almirante Sampson tomaban rumbo Este a toda máquina. El agente infiltrado “Confianza Blanca” ha confirmado el hecho.”

Contralmirante Cervera “Gracias Teniente, puede retirarse.

>>Bien, el sagrado momento del combate ha llegado. Antes de nada quiero recordar a mi Jefe de EM el CN don Jaume Farragut, quien no puede estar con nosotros por encontrarse debatiendo entre la vida y muerte en el hospital a consecuencia de sus heridas recibidas en La Caldera. Víctor hará las veces y nos expondrá el plan de batalla.”

CN Víctor Concas “Gracias mi Almirante. A las Ocho de la mañana tocaremos zafarrancho y cuando estemos preparados arrancaremos las máquinas 4 . Desde ese instante, todo ha sucederse con la mayor celeridad, ya que el aumento del humo de las chimeneas dará indicios de nuestras intenciones al enemigo teniendo en cuenta los acontecimientos de las últimas horas..
>>La situación de los barcos de la escuadra americana hasta hace un cuarto de hora era formando un semicírculo a unas cuatro millas de distancia de la boca de la bahía. El situado más al Oeste es la Capitana del Comodoro Schley ,el “Brooklyn”; casi enfrentado con Santiago andaba el acorazado “Texas”, el primero al Este de la salida estaba el acorazado “Iowa” , por ese lado cerrando el cerco permanecía un crucero auxiliar. Además pensamos que hay un par de yates armados más cercanos a la costa -uno al Este y el otro al Oeste de la salida-, posiblemente halla ademaás un torpedero suelto por el medio.
>> Entre Altares y Siboney -a unas siete millas al Este- están fondeados cercanos a la costa una agrupación de transportes y un crucero auxiliar protegiéndoles. El resto de los buques de la escuadra yanqui: New York”, “Indiana”, un crucero auxiliar y un yate armado” caminan a ritmo del tiro forzado del acorazado hacia Guantánamo; tampoco se encuentran a primera vista, ni el “Massachusetts” ni el “Newark”. Francamente hemos tenido suerte dentro de lo que cabe, mejor que ahora no lo vamos a tener nunca.”
>>Nuestro orden de batalla será el que sigue: mi buque el “Infanta Mª Teresa”, por ser el insignia será el primero en salir de bocas poniendo proa al “Brooklyn”; a continuación el “Vizcaya”, que se emparejará con el “Texas”; de tercero desfilará el “Colón”, que debiendo apoyar a los dos primeros no debe dejarse perder en la batalla, ya que ha de sobrevivir a la misma para intentar interferir el tráfico marítimo entre los EEUU y Santiago por el Sur de la isla -claro está Emilio que si pillas desprevenido algún barco menor lo debes destruir-. El papel más arriesgado lo tendrás tú, mi querido Juan con el “Oquendo”; irás a por el “Iowa”, tratando de evitar que acuda en ayuda de sus camaradas. El motivo de tu sacrificio es…

Juan Lazaga interrumpió la explicación de don Víctor

Juan Lazaga “Amigo mío no admito explicaciones. Como me imagino que debe ser uno el sacrificado, prefiero ser yo. El luchar en el lugar de mayor riesgo es un honor; las explicaciones cuando yo no esté presente se las das al resto, pues son ellos los que no puede disfrutar de este privilegio.”

“Gracias Antonio me facilitas mucho la decisión, no esperaba menos de ti” aclaró D. Pascual Cervera

Continuó Concas. “Fernando tus destroyer saldrán cubiertos del fuego enemigo por los cascos de los cruceros y cuando vean una oportunidad deben lanzarse a toda máquina contra él. Por ultimo, el “Marqués de la Ensenada” y el “Filipinas” romperán los últimos en rumbo opuesto por el Este, creemos que con un poco de suerte podéis sorprender al yate armado y al crucero auxiliar de esa zona; si el segundo no es muy potente, después de imponeros a ellos debéis atacar todo lo que esté fondeado entre Altares y Siboney .”

CF Peral “Mi Comandante, ¿podemos saber que crucero auxiliar y que yate son los que están ahí fuera?”

En la reunión había permanecido en un segundo plano el Teniente de Navío de 1ª Aznar -que no estando Farragut era el encargado de la inteligencia naval-, Cervera le interrogó con la mirada.

TN Aznar “No lo sabemos con seguridad absoluta mi Almirante, la visibilidad no es muy buena a esta hora. Desde Aguadores me han dicho que podrían ser el “Resolute” y el yate “Hist”, más tarde posiblemente lo podremos confirmar”

CF Peral “¿Qué características tienen esos buques?”

TN Aznar “El crucero auxiliar tiene algo más de 4.000 toneladas y es el que posee el armamento más flojo de toda la escuadra yanqui, creemos que cuatro cañones de 57 mm. Por su parte el “Hist” desplaza 470 toneladas y porta un cañón de tres libras, cuatro de una y una ametralladora.”

CF Peral “Podemos deducir que en Altares protegiendo a los transportes estará el “St Louis” o el “Harward”. Cualquiera de los dos está potentemente armados.”

Cervera “¿A donde quiere llegar Comandante?”

CF Peral “Si no me equivoco, puede ser muy importante que ataquemos a los barcos fondeados en Siboney. El problema es que allí esta el “Harward” o el “St. Louis”, a elosl sin duda -sea cual sea- deberá enfrentarse mi cañonero. Me gustaría llegar al combate contra él lo más fresco posible, para aguantarle todo el tiempo necesario y que mientras tanto el “Filipinas” con sus torpedos hunda cuantos mercantes pueda.
>>Por eso creo que podríamos aprovecharnos de los cañoneros “Pizarro”, “Alvarado” y “Sandoval”, los tres juntos pueden dar buena cuenta del “Hist”. Mientras tanto el “Marqués” y el “Filipinas” unidos, no creo tarden mucho en echar a pique el “Resolute” y entonces irnos todavía bastante enteros a por el “Harward”.
>>A fin y al cabo los tres pequeños cañoneros fueron fabricados para luchar, están bien armados y no tienen ni tres años de vida”

CN Víctor Concas “Es una buena idea Pedro y pidiéndolo tú, que eres el que te la vas jugar en esa parte, lo tendremos que aceptar si el Almirante no pone reparos. No obstante, debemos ser conscientes que como esos barquitos se encuentren con algo que no sea el “Hist” en esta batalla de gigantes, los va a aplastar como a unos mosquitos.

>> ¿Alguna otra idea o pregunta?

CN 1ª José de Paredes. “¿Por qué esperar tanto?, obtendríamos mayor sorpresa ahora”

Cervera “Queremos que los buques de la flota norteamericana camino Guantánamo se aleje lo suficiente para que no puedan volver a tiempo para socorrer a los suyos.
>>Quiero aclarar que yo intenté evitar esta salida, la cual me parece suicida, pero cumpliré las órdenes estrictamente.”

Concas “No quiero llevarte la contraria mi Almirante, pero yo pienso que tenemos posibilidades. Nuestros barcos son modernos y tecnológicamente avanzados, si me apuran el mayor de sus defectos es la sofisticación y el precio. El más antiguo en ser botado allá por el año 90 fue el “Ensenada”, aunque realmente no entró en servicio hasta el 94; el primero en ser entregado a la armada fue mi “Teresa” en el 93, es decir no tiene ni cinco años.
>>El estado de conservación y mantenimiento de todos es óptimo, la artillería funciona correctamente, la munición está en perfecto estado, las máquinas son potentes, el carbón del mejor y las tripulaciones están bien adiestradas. Sólo necesitamos un poco de suerte.”

Cervera “En todo caso, nuestra misión es causarle el mayor daño al enemigo. Mi conciencia está tranquila habiendo hecho todo cuanto ha sido posible para evitar un desastre, ya sólo me queda guardar mi honor y el de España.
>>Caballeros vayan a sus puestos de combate y que Dios guarde nuestra alma.”
Los marinos se despidieron del Almirante uno por uno con muestras de cariño, también lo hicieron unos con los otros.



1-máxima velocidad del “Indiana”
2-El Coronel Laborde de los rebeldes cubanos que había ejercido días anteriores de práctico, estaba con los infantes de marina en tierra
3-Mirar en el capítulo “El Combate de Cienfuegos”
4-Las parrillas de las calderas permanecían encendidas desde hace un par de días. Además, todos los días se arrancaban motores para que los americanos lo considerasen rutinario.


El capítulo continuará...

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10 Ago 2010 12:20
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(Continuación Capítulo XLVII)

07:30 “Crucero Cardenal Cisneros”. Cercanías de Punta Caracoles, Bahía de Guantánamo.

El Capitán Fiol nada más poner un pie a bordo de su buque convocó reunión a oficiales, les iba a comunicar una decisión que les afectaba a todos. Hace ahora unos veinte minutos se había desplazado en una vedette a vapor hasta el “Princesa de Asturias, allí se celebró una rápida conferencia de Comandantes en cubierta a pie de escala.

Poco después de las siete de la mañana, la batalla naval había concluido prácticamente. A esa hora todos los barcos enemigos estaban hundidos o a punto de hacerlo; el último, el “Annapolis”, ardía en esos instantes y con una gran escora estaba siendo abandonado en los botes por su tripulación.

Casi al mismo tiempo, Osborne subía a bordo del “Princesa de Asturias” llevando consigo la información y solicitudes que traía de tierra. El CN 1ª Matta convocó a sus Comandantes abordo y adelantó algunas órdenes por señales a los otros buques, como el desembarco de los cañones de 7 cm Hontoria y el de una ametralladora por crucero, además de la munición correspondiente.

La superficie de la bahía se había convertido en un loco ir y venir de botes entre los barcos y tierra con el material. Además de las embarcaciones auxiliares españolas con los pertrechos, había otras muchas de los americanos que trataban de ganar la costa desde sus barcos siniestrados -quienes no disfrutaban de ellas lo tenían que intentar a nado-. Gran parte de los botes yanquis eran inspeccionados por los destroyer “Audaz” y “Osado” o por una de las tres vedettes armadas con revólveres de 37 mm, sin más consecuencias que obligar a sus tripulantes a tirar al agua las armas que portaban. No había tiempo para hacer prisioneros.

Por su parte, el Batallón del Príncipe ya había empezado a replegarse de nuevo hacia La Caimanera a toda prisa. Los soldados españoles no prestaban demasiada atención a los náufragos americanos que ganaban la orilla, a no ser que se dieran de bruces con ellos, en cuyo caso los hacía prisioneros. Sólo hubo media docena de tiroteos, siempre con saldo negativo para el invasor extranjero.

La novedad de mayor importancia que portaba Osborne era la navegación del “Massachusetts” desde las cuatro de la mañana de Santiago a Guantánamo. Presumieron que el acorazado estaría viniendo a una velocidad de unos 10 nudos hasta que hubiera visto el humo de los incendios desde la lejanía; entonces la habría aumentado hasta 15, con lo cual ya no estaría muy lejano. Poco después, el “Giralda” desde la bocana de la bahía alertaba de la presencia a menos de diez millas de una columna de humo por el Oeste, proveniente posiblemente de la chimenea de un gran buque.

Hicieron cálculos, en 40 minutos el acorazado americano cerraría la salida de Guantánamo. No podían entretenerse en un combate con el monstruo americano; aparte de salir mal parados, darían tiempo a llegar al resto de los refuerzos, los cuales seguro estarían ya de camino y en ese caso sufrirían una derrota total.

Sabían por los cables intervenidos en La Caimanera que el “Massachusetts” tenía la artillería principal de proa averiada y problemas con el gobierno.

El CN Fiol hizo entonces una propuesta a la que CN 1ª Matta no se pudo negar. Su embarcación y el “Audaz” se quedarían dentro de la bahía bombardeando las posiciones yanquis de tierra; mientras tanto, el resto tomaría rumbo Este para cumplir la misión que les solicitaba Weyler -obstaculizar el aprovisionamiento de Santiago por esa zona marítima-.

La realidad es que el “Cisneros” y el “Audaz” no podían escapar a consecuencias de las averías producidas durante el combate previo. El primero tenía una máquina tocada, ésta se calentaba extraordinariamente con más de 15 minutos de funcionamiento continuo; al destroyer se le había estropeado el mecanismo del tiro forzado y perdía vapor por la tubería principal. Si salían de la bahía les cazarían como a conejos; dentro no es que se fueran a librar, pero quizás con intrepidez y algo de fortuna le causarían algún daño al gigante americano, al tiempo que ayudaban a escapar más seguros a sus camaradas.

Contaban con que el “Massachusetts” no podría dejar pasar inadvertida la actividad enemiga dentro de la bahía y debería entrar en ella, en vez de intentar atrapar a los que se escapasen.

Tras finalizar la reunión de Oficiales en el “Princesa”, el CN Fiol regresó con urgencia a su nave, ordenando inmediatamente formar a la tripulación. El Comandante del “Cisneros” expuso la situación y ofreció desembarcar a la mitad de los hombres (275) o incluso trasbordarlos a las otras naves, pidiendo voluntarios para quedarse. Un marinero grito ¡Viva España! todos respondieron al unísono, negándose a abandonar el buque. La escena se repitió en el “Audaz”.

Pasadas las siete cuarenta minutos de la mañana y a la vista de la proa del acorazado “USS Massachusetts”, los cruceros acorazados de la Armada Española “Princesa de Asturias” y “Cataluña”, escoltados por el destroyer “Osado” -el “Giralda” ya caminaba hace varios minutos hacia levante-, abandonaban la Bahía de Guantánamo a tiro forzado rumbo Este. Durante dos horas y media habían sembrado el caos más absoluto en las filas americanas.

Cuando hubieron desaparecido de las vistas de Guantánamo, tomaron rumbo a Cabo Haitiano. Las informaciones que el “Giralda” había traído de Puerto de Plata, decían que por esas aguas patrullaba un gran monitor norteamericano. El obligado secreto no les permitió atacarlo antes de hacerlo en Guantánamo -ya que desde primer punto podían avisar al segundo de la presencia de la escuadra española-, no ocurría lo mismo en sentido inverso, una vez destruida la estación de comunicaciones de Punta Pescador. Sin embargo, sí era previsible que el enemigo enviara un aviso para comunicar con los Estados Unidos desde ese lugar; por lo tanto, si querían impedirlo o retrasarlo debían dominar la zona.

A los buques españoles que salieron de Guantánamo se les uniría más tarde el crucero auxiliar “María Cristina”, una vez éste hubo escoltado durante un tramo a los carboneros de regreso a España.

08:00 “USS Massachusetts”. Media milla al Oeste de Punta Pescador, Guantánamo.

El Capitán Higginson había observado desde unas cuatro millas de distancia -no sin cierta impotencia- como un puñado de barcos españoles abandonaban la Bahía de Guantánamo dirección Oriente a toda máquina. Realizó algunos disparos con sus cuatro cañones de 8” de las torres situada en las amuras, los cuales le fueron devueltos en retirada por los de 240 mm procedentes de los cruceros españoles. Unos y los otros sin acierto alguno.

Su Oficial Ejecutivo -CF Schroeder- hizo caer en la cuenta a su Comandante que debían quedar barcos enemigos dentro de la bahía, ya que se oía un fuerte cañoneo en su interior y era sobre Punta del Pescador donde incidían los proyectiles.

Francis Higgison ordenó calar redes antitorpedos y disminuir la marcha. La defensas Bullivant ofrecían el inconveniente que si la velocidad era alta se elevaban, perdiendo en ese caso su efecto defensivo contra los torpedos automóviles lanzados a una cota de varios metros bajo el agua.

El gran acorazado tomó rumbo al 010º gobernado torpemente desde las máquinas y se introdujo lentamente por la boca de la bahía.

Advirtieron -al otro lado de baja costa de Punta Pescador- los humos de las chimeneas de dos buques con las calderas encendidas, confundidas entre otras producidas por los incendios de las naves siniestradas. Higgison ordenó invertir el sentido de rotación de las hélices para detener las más de 10.000 toneladas de su mastodónico buque, el cual empezó a pararse justo al sobrepasar la mencionada Punta.

Fue en ese justo instante, cuando vio claramente como dos embarcaciones con la bandera española desplegada ponían rumbo de colisión a su costado de estribor desde una distancia menor a mil yardas. La posición era en extremo delicada, ya que la capacidad de maniobra del “Massachusetts” estaba sumamente restringida.

El fuego ligero del acorazado se centró en un primer momento sobre el más pequeño de los dos adversarios. Sin duda era uno de los famosos nuevos destroyer españoles, aunque debía tener algún problema porque su velocidad no alcanzaba los 20 nudos.

Cuando el gran torpedero enemigo sobrepaso el límite de las 700 yardas, observaron desde la cofa del buque yanqui como aquél lanzaba dos torpedos. El “Audaz” que ya había sido alcanzado en varias ocasiones por los cañones de 6 libras, fue detenido en seco por un proyectil de 150 mm y poco después borrado de la superficie por una andanada de 8”. Uno de sus torpedos saltó pos los aires al ser tocado por fuego ametrallador y el otro se estrelló contra las Bullivant.

La valiente maniobra del “Audaz” distrajo la atención de los americanos, ayudando al “Cisneros” a situarse a menos de 500 yardas señalando con su proa la amura del acorazado. El crucero español no tenía intención alguna de detenerse.

El “USS Massachusetts” no podía utilizar sus grandes cañones de proa por haber sido destruidos en Santiago, los de popa no tenían ángulo de tiro, así que debía conformarse con emplear sus cuatro cañones de 8” de las dos torres de babor y con el par de 150 mm del mismo costado.

Desde tan corta distancia y con ángulo de tiro negativo en elevación, no tardaron en hacer blanco sobre la cubierta de crucero acorazado español. Primero desapareció el puente de gobierno, unos segundos después otro proyectil de 100 libras no lograba traspasar los mámparos transversales blindados de 250 mm; por último, un 8” averió la torre de 240 mm de proa -no sin que antes ésta a su vez hubiese anulado la de 8” de la amura del acorazado-.

El “Cisneros” sin duda terminaría por abordarlos. Era muy tarde ya para utilizar los torpedos Whitehad de 457 mm, incluso se podrían enredar en sus propias redes.

A su vez, el Capitán Fiol había ordenado sacar a los Schwartzkopf de los tubos y retirarles las espoletas, renunciando a utilizarlos; ya que una vez conocido que las Bullivant estaban caladas en el “Massachusetts”, decidió ir al abordaje sin más dilaciones y no quería que los torpedos le estallasen en su misma proa. Una cosa era una maniobra de gran riesgo y otra un suicidio premeditado.

La dañada máquina de estribor comenzó a arder, pues a pesar de su sobrecalentamiento permanecía en marcha. Necesitaban toda la potencia para poner el buque a la mayor velocidad posible y conseguir así embestir al enemigo, de esa forma se lograron 10 nudos y aumentando en muy poco espacio.

En el “Massachusetts” se prepararon para aguantar el golpe. El “Cisneros” entró por la amura de estribor del acorazado yanqui, llevándose puestos los tangones de las redes. El espolón de acero reforzado de la proa creó una gran vía de agua debajo del blindaje del buque americano; después como si dijéramos, el crucero español rebotó y fue golpeando costado con costado todo a lo largo de la eslora provocando varios desperfectos más.

El “Cisneros” finalmente salió por la popa del “Massachusetts” totalmente dañado. Aún hubo de sufrir una andanada de los dos cañones de popa de 330 mm, los cuales le dispararon a muy corta distancia. Al bravo CN Fiol no le quedo más remedio que dirigir su destrozada nave bajo el persistente fuego enemigo a varar en la playa del Hicacal y tratar de salvar así parte de su heroica tripulación. Allí serían socorridos por las tropas españolas del Ejército.

En el acorazado americano estaban muy ocupados intentando taponar las vías de agua secundarias, poniendo las bombas de achique a tope y confeccionando palletes. Varias de las puertas estacas ya habían sellado la zona principal siniestrada y numerosos marineros trabajaban contra el reloj para intentar salvar a sus compañeros atrapados. No les quedaba tiempo para ocuparse de que pasaba con el barco español y su desembarco a tierra. En definitiva la maniobra del “Cisneros” había sido un éxito.

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(Continuación Capítulo XLVII)

09:00 Crucero acorazado “Infanta Maria Teresa”. Puerto de Santiago de Cuba.

El Almirante Cervera se había vestido con el mejor de sus uniformes de diario para la ocasión -no el de gala como más tarde se dijo-, lo mismo pidió que hicieran los hombres a su mando.

Terminada la misa de campaña en cada una de las naves, don Pascual soltó una emocionante arenga en la que recordó a todos los que iban a luchar que era el nombre, fama y honor de su Patria lo que defendían. El discurso terminó con la voz de ¡Viva España! coreada por las voces y los corazones de los más de dos mil marineros de la escuadra.

El “Teresa” arrancó de su fondeadero, le siguieron el resto en el orden predeterminado con solemne e imponente silencio. Cuando rompieron por la boca de la bahía bajo las aclamaciones y victorees de los que servían en las baterías de Socapa y el Morro, don Víctor Concas comentó en voz alta:

“Hoy no será el día en que nuestros cornetines anuncien el final de cuatro siglos de gloria y grandeza”

La corneta de batalla dio señal de fuego y el cañón Hontoria de 280 mm ,situado sobre la adornada proa del bello crucero “Infanta María Teresa”, rasgó con su rugido la quietud de la mañana dominical a las 09:35 horas del 3 julio de 1898; mañana que de un triste amanecer gris plomizo, se había convertido a soleado día tropical.

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por Orfebre


09:45 “USS New York”. Bahía de Guantánamo.

EL Contralmirante William T Sampson se quedó mudo, su rostro era el de la pálida muerte. De repente se había convertido en un anciano, que petrificado miraba el dantesco espectáculo que aparecía delante suya. ¡No había ningún barco entero en la bahía! En varios puntos se adivinaban los restos de los cascos y mástiles aflorando por la superficie del agua, en otros lugares las naves todavía ardían envueltas entre las llamas y semiocultas por espeso humo. Lo más siniestro de la escena eran los cadáveres flotando sobre las aguas. En tierra, los campamentos propios estaban arrasados, pero no había rastro de enemigo en quien vengarse.

El Capitán Chadwick que se percató del estado cuasi catatónico en el que entró su Almirante, ordenó al doctor que le diera un calmante y al Oficial Ejecutivo -Capitán de Corbeta Potter- que le condujera al camarote dejando una guardia de oficiales al cargo.

French Chadwick convocó al “New YorK” a los Capitanes del siniestrado “Massachusetts” (Higginson) y del “Indiana” (Henry Taylor). Entre los tres acordaron que dada la condición presente de Sampson, no quedaba otro remedio que Chadwick asumiera el mando de la agrupación naval y volviera a toda marcha a Santiago; seguir a los cruceros españoles por el Este era una estupidez, en ese momento se encontrarían ya a unas 40 millas de distancia.

El “St Louis” se quedaría socorriendo al “Massachusetts”. El “New York”, “Indiana “y “Gloucester” emprenderían viaje de vuelta a Santiago de Cuba para tratar de ayudar a la escuadra de Schley, en lo que era una más que segura salida de los buques de Cervera para el combate.

10:00 “USS Brooklyn”. Tres millas al SSW del Morro de Santiago.

Cuando hace 25 minutos el buque insignia español salió disparando por la boca de la bahía, el Capitán Cook estaba alertado de que algo sucedía en con la escuadra española en Santiago; sin embargo, la gran salpicadura de agua que levantó a su popa el proyectil de 11” le sorprendió.

El “Teresa” parecía venir directo al abordaje, si no maniobraban chocarían; por ello, Cook dio avante a medio gas -el “Brooklyn” tenía algunos problemas con los motores que no le permitían imprimir toda la potencia, debía detenerse primero para poner en marcha sus dos máquinas al tiempo- y ordenó doblar la caña entero a babor para virar 180º. Era cierto, Cervera pretendía llegar lo más cercano posible al crucero americano, incluso dado el caso embestirlo.

El “USS Brooklyn” desplazaba 2000 toneladas más que el “Teresa” , en conjunto su poder de fuego era mayor y la artillería media estaba mejor protegida. Pese a lo dicho, el buque yanqui no era netamente superior al nuestro, siendo de blindajes semejantes en ambos por la distribución -la faja de los tipo Vizcaya era de hasta 305 mm de acero Compound por 75 mm Harvey del contrario, cantidad contra calidad-. Si los yanquis querían ganar el envite, deberían pagar un alto precio.

Cuando el crucero americano terminó con su evolución, obtuvo un rumbo próximo al 270, a 2000 yardas de distancia y notablemente paralelo -aunque algo adelantado- al del “Teresa”. El barco de las barras y estrellas disparaba por su costado de estribor un máximo de 6 disparos de 203 mm cada 90 segundos, unos 50 de 127 mm y empleaba hasta 8 armas ligeras de tiro rápido a la vez. Su rival español le respondía con un par de enormes proyectiles de de 600 libras cada dos o tres minutos -la tripulación había conseguido un alto nivel de especialización, quedaban lejos los tiempos de las maniobras en San Sebastián-, 24 de 140 mm y usaba nueve armas de calibres ligeros por costado.

Los datos anteriores eran tan sólo en los casi inexistentes momentos de máximo rendimiento. Por lo común, las armas se salían de batería o se atascaban, cuando no tenían una avería más seria; en ocasiones, simplemente perdían las referencias de tiro. Realmente la cantidad de disparos era mucho menor a la capacidad teórica; aún así, la primera valoración de volumen de fuego a título de referencia era válida, ya que las incidencias se repartían proporcionalmente entre ambas partes. En otro sentido, el nivel de acierto español era el doble que el americano, con todo no llegaba ni al 3% de blancos.

No era misión fácil hundir ninguno de los dos cruceros acorazados. Las llamas prendían con dificultad en las cubiertas de las preparadas naves. Equipos contra-incendios, incipientes tratamientos ignífugos, mobiliario y enseres desembarcados o tirados por la borda, reducían el riesgo de combustión. Bajo las cubiertas protectrices: máquinas, calderas y polvorines estaban bien puestos a resguardo. Los cañones, ascensores y sirvientes se cubrían con escudos y blindajes, por lo que salvo las interrupciones mencionadas anteriormente o impacto directo, las piezas hacían fuego regularmente. En general, los barcos se iban destruyendo poco a poco a base de los estragos producidos por los impactos de los proyectiles enemigos; la lucha se prometía larga, sostenida y en extremo cruenta con mucha sangre por derramarse.

10:15 Crucero Acorazado “Vizcaya”. Unas dos millas al NNO de la Punta de Socapa.

El buque del Capitán Lazaga se había acercado hasta unos 1500 metros del acorazado de segunda “USS Texas”. La nave americana tomara rumbo de encuentro a la flota española cuando ésta asomó entre puntas, pero siendo sorprendido por la maniobra de su propio insignia el “USS Brooklyn” -el cual se le había echado encima al dar la vuelta-, se vio obligado a detenerse invirtiendo las hélices para evitar la colisión.

El “Vizcaya” no desaprovechó su oportunidad endosándole un proyectil de 280 mm en el costado del casi inmóvil acorazado -entre la cintura blindada y la batería-. El “Texas” se estremeció por entero.

El crucero español navegaba a 20 nudos dirección al barco americano, empleado un volumen de fuego similar a su gemelo el “Teresa”. El “Texas” aunque un poco mejor protegido que nuestro buque, era un rival inferior al “Brooklyn”. Al vetusto barco americano -comandado por un piadoso Capitán de nombre JW Philip, a quien le causaba un profundo malestar el luchar en domingo- se le había quedado anticuado el traje. La disposición de su blindaje le creaba cierta debilidad estructural, la absurda distribución de sus dos piezas de 305 mm le permitía usar nada más que una por costado y los 3 cañones de 6” (por banda) tenían una cadencia de tiro de tan sólo un disparo cada 40 segundos en el mejor de los casos 1. Para colmo su presunto punto fuerte, el espesor de su cintura, estaba anulado en parte. El diseño contemplaba unas bodegas con poca capacidad, con lo que se le había estibado carbón a mayores en otros lugares, produciendo el efecto secundario de un mayor hundimiento en su obra muerta y que consiguientemente la cintura blindada quedase bajo la línea de flotación.

No obstante, no dejaba de ser un digno rival para el “Vizcaya”. Nuestro buque estaba mejor armado y tenía maquinaria más moderna; por el contrario, su protección contra las armas enemigas era inferior -que a las ya mencionadas se debían sumar nueve ligeras de tiro rápido-. En el dudoso caso de que el “Vizcaya” saliera victorioso del lance, con seguridad resultaría dañado de gravedad. La última afirmación se sustentaba en el lastimoso aspecto que empezaban a mostrar los costados y cubiertas del hermoso crucero español castigados por el fuego enemigo durante más de media hora.

Una nueva oportunidad se presentó cuando el “Vizcaya” dio en oblicuo su costado de babor al aún detenido “Texas”. Ocultas de fuegos y vistas, entre las derrotas de los cascos de acero Siemens de más de 7.000 toneladas del “Teresa” y el “Vizcaya”, habían discurrido las trayectorias del “Terror” y “Furor”.

En un primer instante el yate armado “Vixen”, que los vio abrirse paso fuera de la bahía, pretendió hacerles su objetivo; no tardó en retratarse el incauto barquito, al caer en la cuenta que él a su vez se había convertido en el centro de atención del espléndido crucero acorazado español “Colón”, con lo que salió huyendo despavorido. 6.840 toneladas de puro músculo bélico al níquel de construcción genovesa, contra una embarcación de concepción lúdica que no alcazaba las 800 toneladas y armada ligeramente para la ocasión.

Una vez desaparecido de escena el yate de incierto futuro “Vixen”, los destroyers llegaron a la altura del Vizcaya; uno le cortó por proa y el otro por popa, lanzándose bajo el intenso fuego de tiro rápido del acorazado -de 6.300 toneladas- hacia el mismo. Las máquinas de las endebles embarcaciones dieron una espectacular cifra en potencia comprendida entre los 6.000 y 7.500 caballos. Cada uno de los cazatorpederos llevaba preparado en cubierta dos Schwartzkopf de 356 mm.



1-Los cañones de 6” del “Texas” eran de dos modelos diferentes ,30 y 35 calibres. El primero que utilizaba munición con carga de proyección en sacos de tela, no llegaba al disparo por minutos. El de 35 calibres era de carga separada; el proyectil y la carga estaban en el mismo casquillo, pero no mezclados. Con el tiempo y el entrenamiento las ratio de fuego mejorarían muchísimo.

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10:35 Destroyers “Terror” y “Furor”

No llegó el “Furor” a soltar su fatídica carga de torpedos; antes de ello, el CN don Fernando Vilaamil moría victima de la metralla enemiga en el puente. Destrozadas máquinas y calderas, mitad de la dotación fuera de combate y pasto de las llamas, el “Furor” rendía proa a Sol sumergiéndose en lo profundo de las aguas caribeñas.

El “USS Texas” fue el que acabó con la efímera vida del “Furor” y para tal fin concentró sus armas de tiro rápido en la ligera embarcación, las medias y pesadas las dedicaba por entero al crucero “Vizcaya”. Quizás fue esa circunstancia, lo que permitió acercarse al “Terror” a una velocidad de 28 nudos a 600 metros del acorazado enemigo y enviarle dos mortíferos torpedos -después de haber maniobrado dándole alternativamente sus costados-. Cuando TN1ª de la Rocha se retiró tomando rumbo Oeste, todavía no se había producido la explosión de sus Schwartzkopf.

Desde el “Texas” lograron hacer detonar uno de los torpedos a base de fuego ametrallador, el otro estalló en la amura de estribor de la gris embarcación. El Capitán Philip no lo dudó ni un instante, su buque irremediable se hundiría. Ordenó que arriaran la bandera Patria del mástil de popa y después organizó el abandono del buque, siendo el último de los vivos en hacerlo cuando ya se hundía.

El “Vizcaya “quedó liberado para socorrer a su comprometido hermano el “Teresa” en su particular duelo de éste con el “Brooklyn”. Hacia allí se fue con andar corto, ya que tenía daños varios producidos en el combate con el “Texas”.

10:45 Crucero Acorazado Colón. Dos millas y media al Oeste de Socapa

Aquello no era un combate, sencillamente podríamos denominarle cacería.

El “Vixen” trataba de escapar hacia el Oeste a su máxima velocidad de 16 nudos. Sus ocho armas ligeras apenas si le podían producir algún arañazo a sólida estructura del crucero acorazado “Cristóbal Colón”, el cual había puesto ritmo de caza a 19 millas por hora.

Sin tener en cuenta sus dos defectuosas armas principales de 10”, en el momento que el crucero español tuviese a tiro franco de sus 16 armas de calibre medio y sus 20 ligeras -todas de tiro rápido- al pequeño yate, éste no duraría ni cinco minutos a flote.

11:00 Acorazado “USS Iowa”. Unas 3 millas al través de Santiago.

Al Capitán Evans y a su Oficial Ejecutivo el Teniente Huse, les causaba gran admiración la intrépida acción del buque de guerra español.

Desde que empezara la acción y transcurrida ya más de una hora desde entonces, el crucero acorazado “Almirante Oquendo” había arremetido con decisión contra mejor barco de la armada americana. El acorazado de primera clase “USS Iowa” era un gigante de 11.410 toneladas, con un diseño más avanzado que los tipo “Oregon”. Estaba perfectamente protegido, tenía 4 cañones de 305 mm, 8 de 203, 6 de 100 y 24 armas ligeras; además su andar ,de 17 nudos, era bastante marinero en comparación con los otros acorazados.

Frente aquel prodigio de la técnica, el “Oquendo” poco tenía que hacer. Le había acertado con un proyectil de 300 kg, con varios de 140mm y con bastantes ligeros (57y 37 mm), pero el “Iowa” parecía incólume. El barco español hiciera fuego más de 20 veces con sus cañones principales, 200 con los de 140 mm y unas mil con los pequeños; después de las once, la cadencia de tiro se empezó a resentir notablemente por los daños recibidos.

Los nuestros padecían a bordo de un respetable incendio, cubiertas y baterías estaban llenas de cadáveres y la mitad de la artillería fuera de combate. Aún así conservaba arrestos su Capitán -el bravo Lazaga- para intentar embestir al “Iowa” y lograr retrasar su ayuda a otros buques americanos más necesitados.

11:10 Destroyer “Plutón”. 3 millas SSE del Morro de Santiago.

El Plutón había acompañado al “Oquendo” en su carga contra el “Iowa” por si se presentaba ocasión aprovechar sus especiales cualidades guerreras y atacar al gran acorazado.

Tal circunstancia no se presentó en dicha forma, pero sí en la del torpedero “Ericsson”, el cual escoltaba de igual manera al acorazado yanqui que nuestro destructor lo hacía con el “Oquendo”.

El torpedero era de características similares a nuestros malogrados “Rayo” y “Ariete”, es decir: 120 toneladas, 25 nudos, 4 armas ligeras y tres tubos lanzatorpedos. La mejor herramienta para desactivar la pequeña embarcación enemiga era precisamente nuestro destroyer: 400 toneladas, 30 nudos, 2 cañones de 75 mm, 2 de 57, 2 de 37 y unos torpedos de mayor alcance y potencia.

Cuando el “Ericsson” dejó ver su fina silueta aclarándose a popa de “Iowa”, al Comandante del cazatorpedero español TN1ª don Pedro Vázquez, se le iluminó la cara. Allí estaba la oportunidad que estaba esperado, aquella presa estaba hecha específicamente para él.

11:15 Cañonero protegido “Marqués de la Ensenada”

En lado Este del combate peleaban los pesos ligeros de las dos escuadras, eso no quería decir que la lucha fuera ni menos intensa ni violenta.

Si los españoles burlaban a los barcos de defensa americanos y lograban alcanzar el fondeadero de Siboney, todo el V Cuerpo de Ejército de los Estados Unidos se vería seriamente comprometido en su transporte y aprovisionamiento en un futuro inmediato.

El “Marqués de la Ensenada” era un buque gemelo a los “Isla de Cuba y de Luzón” -que tan valientemente habían luchado en Cavite contra la escuadra de Dewey-. Alguna vez se exageró su rango nombrándolo como crucero protegido, pero en realidad no era más que un cañonero con una buena cubierta protectriz, compartimentos estancos, división celular y coferdans rellenos de celulosa. El peso de su artillería se había aumentado notoriamente al igual que en sus hermanos filipinos, al instalarles según los requerimientos iniciales 6 cañones de 120 mm Hontorias de tiro rápido , cinco piezas ligeras y una ametralladora; para compensar, no se le habían instalado los tres tubos lanzatorpedos previstos en el proyecto. Se puede considerar que el pequeño buque era algo torpe a la navegación, quizás debido a lo concentración de bocas de fuego.

El Capitán de Fragata don Pedro Peral salió resuelto según planes previos a enfrentarse al auxiliar “Resolute”; mientras tanto, el “Filipinas” primero y después la escuadrilla mosquito (Pizarro, Sandoval y Alvarado) daban cuenta del “Hist”.

El enemigo no estuvo de acuerdo con el planteamiento; cuando desde el pequeño yate armado “Hist” vieron adelantarse a 20 nudos de velocidad al potente cañonero torpedero “Filipinas” 1, pidieron auxilio mediante señales al crucero auxiliar “Harward”, el cual permanecía custodiando a los transportes desarmados en el fondeadero de Altares-Siboney.

EL “Harward” era un rival magnífico, sus más de 150 metros de eslora desplazaban por encima de las 10.000 toneladas, estando artillado por ocho cañones de tiro rápido de 5” y otros tatos de seis libras. Al “Ensenada” le correspondía el honor enfrentarse a él. La ventaja de nuestro barco era que sus partes principales estaban mucho mejor protegidas y los escudos de las armas eran más gruesos, con un poco de suerte le aguantaría el tipo un rato.

El “Filipinas” asumió la responsabilidad de combatir al “Resolute”, tan grande como mal armado (4.500 ton y cuatro cañones de 57 mm). La escuadrilla del Teniente Leal -bordeando la costa- con el “Pizarro” de capitana, atacaría al “Hist” cuando lo alcanzaran. El yate americano de 470 toneladas portaba cinco piezas ligeras 2 y una ametralladora; en su contra, el “Pizarro” de 300 ton. y los Alvarado y Sandoval de 115 toneladas, con un total entre los tres de 8 cañones de tiro rápido.

Independientemente de tamaños y artillerías, una cosa era clara: los buques españoles estaban construidos específicamente para combatir y sus dotaciones tenían carácter fijo; las naves americanas situadas al Este eran mercantes o deportivos acondicionados para la guerra, sus tripulaciones se dispusieran a toda prisa sin conocimiento de las características de los barcos asignados.

A las 11:20 la batalla naval de Santiago de Cuba alcanzaba su máximo apogeo, todos los buques disparaban y recibían fuego al tiempo. Desde la costa seguían los combates por ambos bandos, dificultada la visión por el espesa humareda de la pólvora y enaltecidos lo ánimos por el fragor de los sonidos de la gran batalla.

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por Orfebre




1-750 toneladas desplazamiento; 2 cañones 120 mm Hontoria tr, 4 de 42 mm, 2 ametralladora 11 mm y dos tubos lanzatorpedos.
2-Hist: Un cañon de 42 mm, 4 de 37

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11 Ago 2010 11:28
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(Continuación Capítulo XLVII)

11:25 Crucero Acorazado “Infanta Maria Teresa”. Una milla al Norte de Punta Cabrera.

Herido CN Concas -quien se empeñó en dirigir el combate desde fuera del reducto blindado del Comandante para dar ejemplo de coraje-, el Contralmirante Cervera asumió personalmente el mando del buque.

Tras hora y media de combate, el “Teresa” había recibido como poco 45 impactos; los cuales soportó con bastante entereza, debido en gran parte a las pequeñas mejoras llevadas a cabo en sus blindajes y estructuras. No obstante, la tubería auxiliar de vapor estaba rota, estropeada otra contra incendios, la atmósfera bajo la protectriz empezaba a ser irrespirable, una de las torres principales inutilizada y un incendio invadía la cámara del Comandante. Sumado a lo descrito, la metralla enemiga y explosiones internas destruían las superestructuras del buque.

Con el deber cumplido, habiendo efectuado con su eficiente artillería gran volumen de fuego -32 disparos de los cañones de 280 mm, 300 con los de 140 y más del millar con el resto- dirigido fundamentalmente contra el crucero “USS Brooklyn” y una vez tomado el relevo por el “Vizcaya”, el buque insignia de la Escuadra de Instrucción puso rumbo a la costa para embarrancar en Punta Cabrera a unas cuatro millas al Oeste de Socapa.

11:30 Crucero Acorazado “USS Brooklyn”. 4 millas al Oeste de Socapa.

Hacía media hora que el Capitán de Corbeta Manson se había hecho cargo del mando del buque. Cook falleciera a los 30 minutos de comenzar la lucha y Schley estaba herido en la enfermería.

A la tripulación americana no le dio tiempo a celebrar la victoria frente al “Maria Teresa”, con lo dañados que estaban no pudieron resistir el nuevo combate con el “Vizcaya “ más de 20 minutos y hubieron de realizar similar maniobra que su primer rival, dirigiéndose a embarrancar a lugar muy cercano al de aquél.

11:35 Acorazado “USS Iwoa”. 2 millas al Oeste de Socapa.

A ese lugar se había desviado el combate con el obstinado crucero “Almirante Oquendo”.

Casi al mediodía, los disparos del buque español habían disminuido sustancialmente, claro indicativo de lo dañado de su artillería. La escasamente protegida de tiro rápido de la cubierta superior había sido destruida al completo.

Desde el puente del “Iowa” veían nítidamente como las llamas devoraban las cubiertas del noble crucero; el cual, habiendo perdido la enseña de combate una vez quemada la driza que la sujetaba, tomaba rumbo a la costa señalando con la proa un lugar próximo a su hermano el “Teresa”. Aunque el “Brooklyn” pasó cerca y al final quedó varado en medio de los dos españoles -Teresa y Oquendo-, los unos y los otros desistieron de luchar entre sí, pues sobradamente habían cumplido y tenían suficiente con intentar la supervivencia de sus hombres. Entre los vivos no se encontraría al Capitán del Oquendo don Juan Lazaga, quien preso de la rabia por la pérdida de su buque y de muchos camaradas desapareció en el combate.

El “Oquendo” con la artillería muy dañada, realizó ¾ partes de disparos que el “Teresa”. Debido posiblemente a esto último y a la buena protección del “Iowa”, el gran acorazado aunque no indemne salio bastante airoso del trance. La poderosa nave yanqui se fue a continuación en busca del “Vizcaya”. El buque del CN Eulate se encontraba situado algo más al Oeste y trataba de atraer sobre sí al enemigo a base de los disparos de su artillería gruesa. Uno de ellos destrozó una torre de 203 mm del buque americano, que ya había perdido un cañón de 100 mm -entre otros menores- en su combate con el “Oquendo”.

11:40 Crucero Acorado “Colón”. 6 millas al Oeste de la punta de Socapa.

La lucha entre “Colón” y “Vixen” fue aún más desigual que la tuvieran “Iowa” y “Oquendo”, sólo que esta vez a favor de la parte española. Su duración fue más o menos la que tardó en dar alcance el primero al segundo.

En cinco minutos la tripulación del “Vixen” arrió bandera y abandonó el buque por orden española, a continuación fue desguazado de cerca por un par de proyectiles de 10” de los Armstrong del buque del CN don Emilio Díaz Moreau.

El “Colón” apenas tuvo unos rasguños y un par de heridos, aprestándose de seguido a auxiliar al ya desahuciado “Vizcaya”, el cual se las estaba empezando a entender con imponente “Iowa”. La ayuda debía ser parcial, el crucero tenía orden de sobrevivir al combate y dirigirse a la costa Sur de Cuba para acosar las rutas alternativas de las líneas de suministro americano. Por otra parte, no debía utilizar en exceso sus calibres principales que eran los que podían causar mayor daño al “Iowa”, ya que estos terminarían por reventar al ser de defectuosa fabricación. Al “Colón” se le sumó por si podía aprovechar una segunda oportunidad el “Terror”.

11:45 Castillo del Morro. Santiago de Cuba.

Desde las alturas de la antigua fortaleza de piedra, Weyler y los suyos seguían con la normal incertidumbre y el orgullo de ser españoles la marcha de la indecisa batalla. Padecían por no poder dar demasiada ayuda a sus hermanos los marinos con las importantes -aunque ya muy debilitadas- defensas de costa. Temían los artilleros alcanzar con fuego propio a los suyos, dado que las unidades navales combatientes estaban muy entremezcladas y la puntería no era demasiado precisa.

En el flanco Este, los nuestros parecían que empezaban a obtener el resultado esperados.

Uno de los peor parados era el “Marqués de la Ensenada”. El cañonero habiendo recibido un severo correctivo no tardaría mucho en doblegarse, aunque posiblemente el “Harward” quedase gravemente averiado.

El “Plutón” tras dar caza y abatir a cañonazos al “Ericsson”, se fue en ayuda del “Filipinas”, el cual estaba pasado un mal rato con el “Resolute”. Los dos torpederos españoles salieron del choque con daños; aunque por el otro bando, el crucero auxiliar americano -una vez destruida su artillería ligera- fue torpedeado yéndose al fondo.

Los minúsculos “Sandoval” y “Alvarado” fueron rendidos por el “Hist”, que a su vez dañado no pudo resistir el último asalto con el “Pizarro.

Un poco antes del mediodía, “Filipinas”, “Plutón” y “Pizarro” -los tres con daños, averías y bajas- se acercaron a los mercantes fondeados en Siboney como manada de lobos a rebaño de corderos. Desde los indefensos buques sólo respondieron con fuego de fusilería.

Cuando los primeros torpedos hicieron blanco en los cascos de los vapores, se produjo una desbanda general y los que pudieron se fueron a embarrancar a la costa de Altares. Entre los objetivos de los once torpedos que les quedaban a “Filipinas” y “Plutón” -tras los usados contra el “Resolute”- se encontraban los nombres de “Securansa”, “Iriquoes”, “Seneca”, “Alamo” “Allengheny” “Cherokee” “Berlin”, “Comal” etc…. La debacle yanqui era un hecho consumado en Altares.

12:10 “USS Iowa”. Al través de Aserradores, 12 millas al Oeste de Socapa.

El acorazado americano había seguido la estela del “Vizcaya” sin dejarlo descansar durante los últimos tres cuartos de hora. Cuando al final el crucero español tenía ya reventado un tubo de vapor y las calderas de proa, abundantes llamas, abarrotadas de cadáveres las cubiertas y fuera de uso la mayor parte de la artillería; su Comandante decidió dirigirse a Aserradores para embarrancar allí, sin haber antes arriado la enseña nacional como muestra de sometimiento.

“Cristóbal Colón” y “Terror” -el primero con ocho impactos ligeros y el cañón de retirada de 254 mm reventado por el uso- pusieron tiro forzado con su abundante provisión de mineral de Cardiff y se alejaron a toda máquina por el Oeste.

El “USS Iowa”, que parecía el vencedor absoluto del combate, intentó seguirlos en vano hasta las dos de la tarde; dejándolo por imposible a la altura del río Tarquino, donde los dos barcos españoles se despidieron definitivamente del americano. El Acorazado yanqui tenía algunos daños, no en balde había recibido dos proyectiles de 280 mm y uno de 254, además de más de media docena medios (entre 120, 140 y 150mm) y una veintena de ligeros.

12:30 Aguas cercanas a la Playa de Siboney.

Tan enfrascados estaban en su orgía de destrucción el “Filipinas” y el “Plutón” que no les do tiempo a reaccionar. A toda máquina hicieron aparición por el este el “New YorK” y “Gloucester”, un poco más retrasado el “Indiana”.

Los barcos españoles trataron de regresar a puerto, pero ya dañados como estaban su marcha era lenta, por lo que fueron de nuevo alcanzados por el fuego vengador de los barcos del Capitán Chadwick. El “Plutón” sin gobierno chocó contra las rocas de Aguadores; “Pizarro”, “Alvarado” y “Sandoval” vararon voluntariamente al oeste de Siboney, siendo apresadas las tripulaciones por los americanos -las que tuvieron suerte, los que cayeron en manos de los mambises fueron macheteados a pie de playa-. “Marqués de la Ensenada” y “Filipinas” consiguieron entrar bajo la cobertura de las baterías de costa en la Bahía de Santiago, pero resultarían ya siempre inútiles para el servicio.

A las 14:00 del día tres de julio de 1898 los combates llevados a cabo a los largo de mas de 65 millas de costa, entre Guantánamo y el río Tarquino se dieron por terminados. Declarándose una tregua para socorrer a náufragos y heridos.

Informe de la batalla naval de Santiago de Cuba-Guantánamo.

Noth Atlantic Station, Flagship “USS New York”. Altares-Siboney, Santiago Cuba 17:00 p.m 3 July de 1898.


“Señor: Por encontrarse el Almirante W. T. Sampson tristemente indispuesto y desaparecido en combate el Comodoro Schley, tengo el honor de informar personalmente de las acciones desarrolladas por los buques de la Escuadra del Atlántico Norte hoy tres de julio de 1898 entre las 05:00 AM y las 02:30 PM en los frentes marítimos de las costas cercanas a Santiago de Cuba y la Bahía de Guantánamo.
DESCRIPCIÓN DE LOS COMBATES....................................
…………………………………………………………………………….ETC…
Ajunto informes de daños y bajas, así como particulares de los Comandantes del “USS Iowa”, “USS Indiana”, “USS Harward” y “USS Gloucester”. A través del último envío este mensaje vía Haití al permanecer cortado el cable de Guantánamo.
Ruego urgente refuerzos y/o permiso para repliegue de acuerdo con Mayor General Shafter, Comandante en Jefe V Cuerpo de Ejército (acompaño mensaje éste)
Muy Respetuosamente
CAPTAIN FRENCH ENSOR CHADWICK
COMANDATE ACCIDENTAL DE LA FUERZA NAVAL DE LOS ESTADOS UNIDOS EN LA ESTACIÓN NOR-ATLÁNTICA”
Informe provisional de daños y bajas
Santiago de Cuba.
-Hundidos: Acorazado de 2º “USS Texas”, Crucero Acorazado “USS Brooklyn”, Crucero Auxiliar “USS Resolute”, torpedero “USS Ericsson”, yates armados “USS Vixen” y “USS Hist”; diez transportes y buques de servicio a precisar.
-Daños: medios en el Acorazado de 1ª “USS Iowa”; graves en el crucero auxiliar “USS Harward”, cinco transportes y buques de Servicio.
Bajas: Muertos 350. Heridos y desaparecidos más de 700.Gran porcentaje de las víctimas habidas se corresponden con las tripulaciones de los transportes desarmados en el Fondeadero de Altares.
Guantánamo.
-Hundidos: Crucero Protegido “USS Newark”, Crucero Protegido “USS Marblehead”, Cañonero “USS Annapolis”, Crucero Auxiliar “Panther”, un buque de reparaciones, dos de señales y tres carboneros.
-Daños: Muy Graves Acorazado de 1ª “USS Massachusetts”.
Bajas: Muertos 175. Heridos y desaparecidos unos 400.Gran número de víctimas se corresponden con las tripulaciones de los buques no propiamente de guerra.
ENEMIGO.
Santiago de Cuba.
-Hundidos: Cruceros Acorazados “Mª Teresa”, “Oquendo” y “Vizcaya”; Destroyers “Furor” y “Plutón”; Cañoneros “Pizarro”, “Alvarado” y “Sandoval”.
-Dañados: Posiblemente de gravedad cañonero protegido “Marqués de la Ensenada” y cañonero torpedero “Filipinas”.
-Bajas enemigas: Desconocidas pero numerosas.
Guantánamo.
-Hundidos: Crucero Acorazado “Cardenal Cisneros”, Cañonero torpedero “Vicente Yáñez”, Destroyers “Proserpina” y “Audaz”-.
-Bajas enemigas: Desconocidas pero numerosas

El Capitán Chadwick entregó la documentación al Comandante del “Gloucester”, Capitán de Corbeta Richard Wainright, para que procediera a llevarla a Haití y telegrafiarla a la Casa Blanca.

Palacio de Gobierno. Santiago de Cuba 17:30 horas del 3 de Julio de 1898.
Informe español al Ministro de Marina.


“Santiago de Cuba 17:30. 3 Julio 1898.
Ministro Bermejo. Descífrese por cable de marina C D 43 93
Oficial de Marina mayor graduación esta hora plaza Santiago Cuba informo combates habidos día fecha………………
A continuación se hacia un relato escueto muy similar al americano, especificando la perdida definitiva para el servicio del “Marqués de la Ensenada” y del “Filipinas”. Se hacía así mismo un balance aproximado del número de bajas. En Santiago más de 300 muertos y superior número de heridos o desaparecidos. En Guantánamo 1 unas 150 bajas definitivas y cerca de 300 heridos. Concluyendo:
…tengo noticias y firme convicción Almirante Cervera y muchos camaradas serán encontrados costa tropas Ejército. Aprovechando tregua vapor “San Francisco”, otros buques menores y gran número botes recorren aguas costeras rescatando náufragos ambos bandos, intercambio posterior. Condiciones extremo dolorosas, bestias marinas atacan náufragos y rebeldes matan marinos llegados tierra.
Homenaje al valor y sacrificio de todos los que han participado en esta gran batalla defendiendo la bandera de España y su sagrado nombre, en la esperaza que su hazaña sea provechosa para la Patria.

CAPITÁN DE FRAGATA PEDRO PERAL
Comandante “MARQUES DE LA ENSENADA”

Crucero acorazado “Princesa de Asturias”. Cabo Haitiano, Isla de la Española. 06 horas del 4 de Julio de 1898.

Ya cuando oscurecía llegaron a Molê Saint Nicole, donde pasaron la noche tranquilos aunque alerta. Con las primeras luces comenzaron la búsqueda, la marejadilla se estaba transformando por momentos a marejada, lo cual les beneficiaba. Sobre la 06:30 horas, el “Giralda” localizaban al monitor de 3.990 toneladas “USS Amphitrite” un poco más al sur y bastante cerca de la costa.

El aviso español hubo de sufrir algunos impactos de los calibres menores del monitor yanqui, al cual su coraza le permitía rechazar los disparos efectuados por el yate real.

El buque del CN Bustamante tomó la iniciativa, seguido del “Cataluña”. Los dos cañones de 10” del Amphitrite situados la torre doble de popa 2 serían en extremo peligrosos si la mar estuviese en calma; sin embargo, las olas de más de un metro le impedían abrir fuego con regularidad y puntería, ese era uno de los inconvenientes de un buque tan poco marinero.

Los cañones de 140 mm de tr de los cruceros españoles a dos mil metros empezaron a hacer estragos en las 3.990 toneladas del adversario. Las cubiertas del monitor eran barridas por las 40 armas ligeras de nuestros cruceros, sus piezas de tr. -2-4”; 2 de 6 libras; 2 de 3 libras, 2 de 37 mm, 7 de 1 libra y una Gatling- apenas sí podían hacer fuego.

Al Capitán Charles J. Barclay -Comandante de la nave norteamericana- no le quedó más remedio que navegar hacia el interior del Golfo de las Gonaïves buscando aguas cerradas donde poder utilizar sus cañones de de 254 mm.
En principio los españoles le persiguieron, pero cuando el “Cataluña” recibió un impacto de gran calibre decidieron no arriesgar más. No obstante, la misión se cumplió en parte, cuando a las nueve de la mañana hizo su aparición en las cercanías de Molê el “Gloucester” con el mensaje de Chadwick. El yate del que fuera último oficial ejecutivo del “Maine”, fue interceptado sin dificultad por el “Princesa de Asturias”, entregando la embarcación a una tripulación del crucero auxiliar “Maria Cristina” .

Los cruceros acorazados, el “Giralda” y el “Osado” aún permanecieron día y medio en la zona esperando la salida del a mar abierto -cosa que no se produjo-. El “Maria Cristina” con la tripulación del “Gloucester” a bordo y el mismo cañonero enarbolando la bandera española se dirigieron a la costa Sur de Cuba.

El monitor “Amphitrite” unos días más tarde partiría muy quebrantado en daños hacia Guantánamo, donde permanecería el resto de la guerra. Apenas podía navegar y sólo le quedaban activos dos cañones grandes, otro de 4” , uno 37 mm y algunos de una libra.

El Presidente McKinley y John long se enteraría de las primeras noticias de la batalla naval de Santiago-Guantánamo por los rumores en los círculos diplomáticos y la prensa extranjera.



1-Los heliógrafos habían llevado las novedades de Guantánamo a Santiago. Un par de palomas de guerra habían confirmado los informes.
2-La torre de proa se había perdido en el bombardeo de San Juan de Puerto Rico el 12 de Mayo.

Fin del Capítulo XLVII

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CAPÍTULO XLVIII
INCIDENCIAS DEL ESTADO DE GUERRA (5).

Montes Lamlan, Guam.4 de Julio de 1898.

Al anochecer del día 4, el frente estaba estabilizado en las sierra del centro-sur de la isla, a unos seis kilómetros al sur de la Bahía de Apra y al doble de distancia de la Capital de la isla -Agana-. Las fuerzas americanas eran superiores en una proporción de más de dos a uno; sin embargo, el General Anderson no quería sufrir demasiadas bajas por aquél trozo de tierra en mitad del Pacífico, esperarían a los refuerzos para rematar al enemigo.

En cuanto su posición en el mar era un tanto más comprometida todavía, aunque aliviada en cierta manera por la reciente llegada desde China del cañonero de madera propulsado por rueda de paletas y armado ligeramente “Monocacy”. Habían conseguido mantener a raya al pequeño aviso español “Lezo” con el que ya había intercambiado algunos disparos, lo que no podía impedir es que éste último entrara y saliera en del Puerto de Piti cuantas veces quisiese.

La autocontención del General Anderson no implicaba la ausencia de lucha. En los primeros días, los soldados españoles tuvieron que derrochar valor a raudales para detener a los yanquis.

Crucero protegido “USS Charleston”, Bahía de Manila. 5 de Julio de 1898.

El “USS Charleston” arribó a la Bahía de Manila el día uno de Julio a media tarde en compañía de un par de transportes llenos de carbón y otros pertrechos de guerra. La decepción en el bando americano fue grande, tanto en los llegaban nuevos como en los que esperaban.

El recién ascendido Contralmirante Dewey, deseaba tropas de desembarco y más barcos de guerra o al menos noticias que estos venían de camino. El Capitán Henry Glass pensaba encontrarse con una formación naval victoriosa y lo que veían sus ojos eran unos barcos cuyo estado estaba más acorde para entrar en el dique de reparaciones que para participar en nuevas batallas.

A mayor pesar, como la escuadrilla del “Charleston” entró por Boca Chica recibió el fuego cruzado de las baterías Hontoria de Corregidor, de las Armstrong emplazadas en Miraveles y de los Obuses de Punta Lasasi. Uno de los de 150 mm le había acertado en su costado de babor, sumando el impacto a los que ya había recibido en Guam.

Apreció también el Comandante del “Charleston” que la moral no andaba muy alta, los sitiadores parecían los sitiados. La creencia general que se tenía -a través de los contactos esporádicos con las tripulaciones que bajaban a tierra pertenecientes a las flotas de guerra de otros países que se hallaban en la zona-, era que los españoles disfrutaban en Manila de una vida bastante más cómoda que ellos en sus barcos. Alemanes, rusos, franceses, japoneses y sus amigos ingleses; se tomaban a título de inventario el bloqueo decretado por la andrajosa flota yanqui y desembarcaban en la capital llevando licores, tabaco y raciones de comida. A cambio, tenían la posibilidad de disfrutar de las ventajas de la vida en tierra, entre ellas confraternizar con prostitutas y dormir en camas con sábanas más o menos limpias, incluso algunas veces a costa del erario nacional español o autonómico filipino.

Un desilusionado Dewey, quien quería tener algún éxito inmediato, convocó a sus comandantes abordo el recién llegado “Charleston” y les pidió ideas. De las propuestas planteadas la que más le atraía era la de tomar las islas de la entrada de la bahía. El Capitán del “Charleston” no estuvo de acuerdo y así lo expuso.

Capitán Glass. “Señor con el mayor de los respetos, pienso que no se dan cuenta de lo delicado de la situación.
>>Nuestros buques están muy castigados -hasta el mío que no ha tenido un combate naval serio ha resultado dañado- , los hombres parecen casados y la moral es baja. No pueden someter ustedes a tripulaciones y material a un esfuerzo extra sin finalidad concreta y específica. No dudo lograríamos echar al enemigo del Fraile o el Caballo, pero eso sería a costa de gastar munición, recibir varios cañonazos y perder bastantes hombres. ¿Para que nos serviría? si cuando llegue la escuadra de refuerzo que viene desde España nos hunden lo que queda de escuadra.”

Cap. Nehemiah Dyer Comandante del “USS Baltimore” ”Muy seguro parece usted de que la Escuadra de Reserva española va a llegar hasta aquí y que una vez ocurra eso nos van a vencer sin más.”

Cap Glass “El Comandante del “McCullock” aquí presente y que ha llegado hace unos pocos días de Hong-Kong, tiene información incuestionable que desde el pasado día 27 la Escuadra de Reserva española está en Egipto.
>> Las autoridades británicas de la colonia le han confirmado que sus homólogos de Suez podrán poner trabas a los españoles utilizando para ello a las autoridades egipcias, pero no impedir permanentemente el paso de la Escuadra. Es sólo cuestión de días que penetren en el Mar Rojo; una vez en él, llegar a Manila depende exclusivamente de la voluntad de querer hacerlo.
>>Pues bien aclarado este extremo, el enemigo viene hacia aquí con cuatro buenos cruceros protegidos, tres grandes cañoneros torpederos y unos cuantos cruceros auxiliares, además de varios carboneros y un aviso armado.
>>No sé si nos ganaran, lo que sí les vaticino es que nuestros barcos después del combate no servirán para nada y estamos a 7.000 millas de casa. ¿Donde nos vamos a meter?, ya le digo desde ahora que no cuente con refuerzos directos hasta Agosto como muy pronto; por otra parte, la prometida sublevación filipina por lo que estoy viendo es muy débil, al menos en la capital.

Contralmirante Dewey “¿Qué propone usted, Capitán? Porque necesitamos hacer algo, lo que sea mejor que estar esperando sin más”.

Cap. Glass “La primera opción es la de retirarnos, como parece que ni se les pasa por la imaginación, propongo…”

El Capitán J.B. Coghlan del “Raleigh” intervino cortando a Glass “Para ti es muy fácil decirlo, hasta parece de una lógica aplastante. Lo que no entiendes es que nosotros hemos obtenido una victoria a un alto precio, muchos de nuestros camaradas han fallecido aquí y dos buques descansan en el fondo de la bahía. Yo no estoy dispuesto a regresar como un derrotado a los EEUU, antes prefiero morir en Filipinas.”

Cap Galss “Claro que lo comprendo, por eso será un honor para mí compartir vuestra suerte, pero estarás de acuerdo conmigo que mejor si le sacamos algún provecho al sacrificio.
>>Según me habéis contado, la bahía situada al Norte -Subic- es fácil de defender, llevemos la escuadra allí y tomemos la isla del medio a la entrada. Podemos emplazar algunos cañones en tierra, hundir un par de barcos en la boca Sur y será cosa fácil comprar unas cuantas minas en Hong-Kong o China. Incluso podemos desembarcar algunas tropas en la costa de la bahía para completar la defensa.
>>Contamos con las piezas de Artillería que traigo para remplazar las destruidas en el combate del pasado uno de mayo, con las rescatadas del Boston y pienso que podríamos emplazar en tierra la mitad de las del inmóvil Raleigh. Tenemos además las piezas de desembarco y bastantes ametralladoras.
>> Con los cañones de los buques defendiendo un punto concreto en la costa, las tropas enemigas no pueden atacarnos en él. Además, lejos de Manila los tagalos se mueven mejor y los españoles no tienen capacidad para desplazar gran cantidad de tropas sin dejar desguarnecida Manila.
>>De esa manera, podemos aguantar hasta que lleguen refuerzos y si se firma un acuerdo de paz, daremos argumentos a nuestro gobierno para negociar con el terreno conquistado por poco que sea éste.
>>Por otra parte, ahora tenemos carbón, municiones y los rebeldes nos podrán abastecer mejor allí. Lo que nos haga falta lo traeremos desde China, por el dinero no habrá que preocuparse.”

El grupo estuvo reflexionando un rato en silencio, esperaban que su Comandante en Jefe dijese algo.

Contralmirante Dewey. “Reconozco que es la menos mala de las ideas, le felicito por ello Capitán.
>>De inmediato nos pondremos a trabajar. El “McCullock”, el “Zafiro” y los dos carboneros que han venido con usted, deben zarpar a la menor brevedad posible para China. Mi Jefe de Estado Mayor irá con ellos.
>>Que acopien más carbón y si pueden munición. A bote pronto se me ocurre que es fundamental traigan de China o de donde sea: torpedos fijos, material para instalarlos, cemento elástico para los cañones, una locomotora caminera y alguna grúa. Si se les ocurre algo antes de que zarpen díganselo al Capitán Lamberton -Jefe del Staff- “

Teniente Uphan -Oficial de inteligencia- “Quizás alguna de esas cosas podríamos adquirirlas aquí a través de los rebeldes y adelantar los trabajos, vamos contra el reloj”

Dewey “Afirmativo, cada uno que haga lo que mejor sepa de la manera más rápida posible”

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(Continuación Capítulo XLVIII)

War-Roon La Casa Blanca, Washington. 19:00 horas del 6 de Julio de 1898.

El presidente McKinley acaba de recibir hace apenas una hora un cable con el parte de lo que había ocurrido en el Oriente cubano en las últimas jornadas. Tres días de incertidumbre, sin más información que los rumores de los círculos diplomáticos -los españoles tampoco dieron ningún comunicado de lo que pasaba en Santiago-. Hasta que el Capitán Chadwick con el “New York” y el “Indiana” se hubo desplazado personalmente a Molê St Nicholas en Haiti y puesto un telegrama, no habían tenido noticia fiable al respeto.

En la sala se reunían los Secretarios y asesores principales, conociendo todos de primera mano las no muy buenas nuevas que venían de Santiago de Cuba.

McKinley “Caballeros, esta esplendida guerrita empieza a convertirse en una pesadilla. Lo de Santiago y Guantánamo lo podemos considerar todo un descalabro.
¿Qué diablos hacemos ahora?”

John Long “Señor Presidente, reconozco que los resultados no concuerdan con las previsiones; pero siendo objetivos el desastre no es total, ellos han sufrido grandes pérdidas también”

Mark Hana “Otra cosa Señor Presidente, independientemente del resultado real, no podemos admitir el mismo como una derrota. Es más, creo que debemos vender los hechos como una victoria heroica donde se ha demostrado un gran valor, aunque no sea del todo cierto.”

Almirante Montgomery Sicard “Eso es una frivolidad Señor Hana. Valor, heroísmo y muchas vidas se están derrochando de verdad en los campos de batalla.”

McKinley “Almirante estoy seguro que Mark no querido decir lo contrario.
>>De todas maneras, lo que me interesa es lo que podemos y debemos hacer ahora.”

Almirante Sicard “En principio, pasado mañana debiera salir un convoy con refuerzos para Cuba.
>>Cuatro batallones -unos 3.000 hombres- en tres transportes y el crucero auxiliar “Yale”; los escoltarían el crucero protegido “USS Columbia”, dos cañoneros grandes y un remolcador armado.”

General H. Corbin “Necesitamos urgentemente refuerzos, víveres y municiones para el V Cuerpo; después de la pérdida de los transportes en Altares, deben estar en paños menores.
>> ¿Existe algún problema para que parta la expedición?”

Almirante Sicard. “Pues sí, que no sabemos donde están los cruceros acorazados españoles, en concreto los dos que sobrevivieron a lo de Guantánamo y el “Colón”. Son buques más potentes que la escolta que habíamos dispuesto.”

Presidente Mckinley “¿No podemos reforzar la escolta?”

Almirante Sicard “Voy agregarle un crucero a mayores. Pero no quiero retirar ni un barco más del bloqueo.
>> Imagínese que se presentan los tres cruceros acorazados, un par de destroyers y se les unen los barcos de estación en La Habana; con un dispositivo tan débil como el nuestro, nos pueden ocasionar un nuevo desaguisado. Por otro lado, de Santiago no debemos mover nada o dejaremos sin protección al V Cuerpo de Ejército.
>>Vamos a probar, si los buques enemigos han regresado a España, el convoy llegará a Santiago sin novedad; en caso contrario, ya veremos. Espero que los españoles de no verse obligados a ello, no quieran enfrascarse en un combate directo en el que puedan salir dañadas sus últimas fuerzas. Quiero decir con esto, que si se los encuentran y damos la vuelta no creo que ataquen en serio.”

Secretario de Guerra Russel Alger. “Si Shafter no recibe refuerzos pronto, habrá que autorizarlo a volver.
>>Por cierto Presidente, el General Nelson Miles ha exigido estar al frente de la expedición, creo que no nos queda más remedio que dársela si no queremos que nos trate de incapaces en el Senado y en la prensa.”

McKinley “Nos tiene cogidos por los huevos, así que vaya; con un poco de suerte, a lo mejor los españoles lo toman prisionero en la travesía o en Cuba.”

Almirante Sicard “A mi lo que me quita realmente el sueño es otra cuestión. Si tienen que regresar nuestras tropas, ¿en qué diablos vamos a reembarcar al V Cuerpo?
>>No hay muchas opciones, hasta el momento hemos sido muy prepotentes y tenemos que recobrar la prudencia. A lo mejor hay que replegarse, anular el bloqueo a La Habana y el ataque a Santiago. Debemos empezar a pensar en agrupar los buques más importantes de la flota y estudiar nuevas alternativas.”

McKinley “En definitiva, que estamos bien jodidos”

Almirante Sicard. “Correcto Señor Presidente, lo puede decir más alto pero no más claro.
>> Para colmo el Cónsul General en Egipto informa -como continuación a sus mensajes anteriores- que la Escuadra de Reserva española al mando del Contralmirante Cámara con cuatro cruceros protegidos de tamaño considerable y tres modernos cañoneros, están ya cruzando el Canal de Suez. Cuando lleguen a Filipinas vamos a tener graves problemas también allí.

Russel Alger “Según tengo entendido a Dewey ya le han llegado los primeros refuerzos y de camino van dos monitores con tropas; en breve, tendremos otro crucero protegido de alta en el Pacífico, el “USS Philadelphia”.

Long “Más despacio amigo. Los dos monitores son lentísimos y en la práctica valen para poco más que enfrentarse con baterías costeras, nunca con un buque de guerra serio. Además, el acoso de un crucero auxiliar español a nuestra costa Oeste, la sublevación de Hawai y la oposición encontrada en Guam, nos obligan a dispersar los esfuerzos. El único refuerzo real inmediato es el del “Charleston”.
>> Sea dicho entre nosotros -sin que salga de aquí-, todos los indicios me llevan a pensar que la Escuadra de Asia quedó muy tocada en el combate de Cavite. Los informes que llegan de las flotas de terceros países desde Manila, hablaban de una División naval norteamericana en situación crítica.”

Almirante Sicard “Yo personalmente ordenaría a Dewey retirarse a Hawai. Como no creo que tenga capacidad para tal cosa, además del ridículo que haríamos a nivel internacional -ya que sería tenido por una derrota-, recomiendo que busque una bahía resguardada y se haga fuerte en ella. Cuando acabemos con los obstáculos intermedios -costa Oeste, Hawai y Guam- le mandaremos refuerzos si podemos.
>>Si necesita algo para defenderse que lo pida y en la medida de nuestras capacidades se lo proporcionaremos desde Hong-Kong o China antes de que llegue la escuadra de Cámara. Ellos tampoco tienen capacidad para embestir contra cualquier cosa.”

Mark Hana “¡No puede ser!, son ustedes unos derrotistas, ¿Qué piensan en rendirse?”

El veterano y astuto Alvey Adee -una vez dimitido Sherman y defenestrado Day - hacia las veces de Secretario de Estado de forma oficiosa-.

Alvey Adee “Rendirse no Mark, todavía no estamos tan mal. Pero convendrá ir pensado en acciones tácticas puntuales que nos permitan obtener alguna ventaja para cuando tengamos que ir a una negociación. Siendo medianamente sensatos habrá que admitir que una victoria rotunda va a ser un tanto complicada, y ya dije en su momento que ganábamos rápido o que las potencias exigirían una paz igualitaria sin armisticio. A eso juegan los españoles.

Escuadra de Reserva, Suez. 7 de Julio de 1898.

A la mañana del cuarto día pudieron meter presión a las calderas y tomar velocidad de crucero por el Mar Rojo rumbo a las Filipinas.

Desde Cádiz a Port Said la travesía disfrutó de un tiempo estupendo, salvo por la cerrada niebla de la última mañana. Lo que les retrasó fueron los problemas con las máquinas del nuevo “Reina Regente”; en parte debidos a la terminación apurada de la nave, en parte por el escaso conocimiento que los maquinistas tenían de la misma. De esa manera, hasta el día 27 no llegaron a Egipto.

A partir de ahí todo fueron trabas impuestas por las autoridades locales, presionadas estas a su vez por las superiores instancias inglesas: que sí el “Carlos V” tenía que vaciar sus bodegas para no quedar encallado en el Canal, que si los permisos no estaban en regla, que si una cosa u otra y menos mal que no necesitábamos carbón.

El tres de Julio, por fin, pudieron embocar el Canal. Las temperaturas eran espantosas -cercanas a los 50 gados centígrados-, no hace falta echarle mucha imaginación para saber lo que se estaría pasando en las calderas y máquinas. Por lo general, los buques civiles contrataban personal local para esos menesteres, pero en un buque militar en estado de guerra era impensable tal cosa.

En el Canal tuvieron conocimiento que un par de monitores americanos y algunas tropas habían abandonado la costa Oeste de los EEUU para reforzar a Dewey; aunque ese tipo de buques era en extremo lento y poco marinero, no se podían distraer si querían llegar antes que ellos a Manila. Desde ahora, debían hacer medias diarias cercanas a las 300 millas y no perder más de 4 ó cinco días repostando. A finales de Julio -todo lo más hasta el primero de Agosto-, tenían de tiempo para llegar a las Filipinas, cumpliendo el itinerario y los planes previstos por el Estado Mayor de la Armada.

Crucero Acorazado “Cristóbal Colón”. Gofo de Guacanabayo, Manzanillo. 06:30 del 8 de Julio de 1898.

El Capitán de Navío de 1ª don José de Paredes observó con satisfacción como el destroyer “Terror” daba alcance con facilidad al remolcador “Osceloa” (570 toneladas y armado con dos piezas de 47 mm); a continuación y después de anularlo militarmente con sus 6 piezas de tiro rápido, lo torpedeaba sin miramientos.

La aparición en las cercanías de Manzanillo del crucero acorazado del Capitán Díaz Moreau había provocado la fuga general de las embarcaciones que bloqueaban la pequeña población. El más grande de ellos era el “USS Helena” -un gran cañonero de 1370 toneladas armado con cuatro piezas de 100 mm y 4 de 11 libras-, ese fue el objetivo principal del crucero español. Gracias a ello, el resto pudo escapar -Scorpión, Hornet y Wompotuc-; el “Osceloa” que se retrasó algo, una vez sólo fue atacado y hundido por el “Terror” como ya se ha dicho.

De la pelea entre el “Colón” y el “Helena” poco hay que decir; la diferencia de armamento, blindaje, tamaño y velocidad inclinó la balanza en media hora a favor español. El Capitán W.T. Swinburne se acercó a costa y zabordó la embarcación para que no cayera en manos enemigas; tras ello, con sus 160 marineros se entregó a las autoridades de Manzanillo donde fueron bien tratados.

La voz de la nueva situación naval en la costa Sur de Cuba se corrió rápidamente, los días del apresamiento de carboneros y mercantes con destino Cuba de manera impune se habían terminado por el momento 1. Una semana más tarde muchas embarcaciones -principalmente desde Méjico- se aprestaron a romper el bloqueo, bien es cierto que cobrando un alto precio por ello.

Crucero Protegido “USS Columbia”, en un lugar del Atlántico comprendido entre el Archipiélago de Camagüey y Cayo del Lobo. 06:00 horas del 9 de julio.

El Almirante Montgomery Sicard no había explicado con precisión la composición y derrota del convoy de refuerzo destinado a Santiago de Cuba.

No todos los barcos habían salido del mismo sitio y día, agrupándose más tarde durante la navegación. El insignia era el crucero protegido de 7.375 toneladas “USS Columbia”, su tamaño daba lugar a engaños, ya que estaba mal protegido y su artillería no era muy poderosa. El mencionado buque de guerra supeditaba todo a la autonomía y velocidad -casi 23 nudos y 1.600 toneladas de carbón almacenadas-, obligando a que sólo estuviese blindado por una cubierta protectriz y que sus cañones no fuesen muy grandes (1-8”; 1-6”; 8-4”; 12-6 libras). El Almirante Sicard añadió de escolta a última hora un segundo crucero, el “Cincinati” - gemelo del “Raleigh y por lo tanto mediocre-. El resto de la protección la constituían tan sólo dos cañoneros de primera: “Machias” (1.177 ton) y “Wilmington” (1.571). Los transportes eran el crucero auxiliar “Yale” 2 (4 cañones de 57 mm y 4 de 47 mm) y los transportes “Rita” “Gate City” y “City of Macon”, a la exigua lista se unió el remolcador armado “Leyden”.

El Capitán J.H Sans ordenó reducir la marcha a toda la flota y mantenerse agrupados, dos proyectiles de calibre grueso habían caído cercanos. Los dos cruceros acorazados españoles plantaron su costado a unas cinco millas, parecían querer decir: si os atrevéis os esperamos, nosotros no nos vamos a mover de aquí. Lo que no sabían los yanquis es que el “Cataluña” tendría bastantes problemas para mantener un combate en marcha por los daños sufridos en Guantánamo y Cabo Haitiano.

Sans decidió dar la vuelta, regresarían a Key West. Su barco y el “Cincinati” cerrarían la formación, los cañoneros y el “Yale” conducirían en cuña a la flotilla.

El “Princesa de Asturias” y el “Cataluña” persiguieron a los americanos durante 30 horas a unas tres millas de distancia hasta la altura de Matanzas. Durante ese tiempo no pararon de hacer fuego intermitente sobre el enemigo, éste sin mucha precisión. La escuadrilla española -además de por los cruceros- estaba formada por el “Osado” y el “Giralda”.



1-Algunos buques apresados o hundidos por los americanos; Buenaventura, Restormel, Wary, Tuickeham, Rita, Purísima Concepción, Antonio López, Alfonso XII etc…).
2-El Mayor General Nelson Miles iba a bordo del “Yale”.



Fin del Capítulo

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CAPÍTULO XLIX
LA OFENSIVA. Campaña de Santiago de Cuba.

Cuartel General de la División Ochando, El Caney. 05:00 del 11 de Julio de 1898.

A lo largo de los días ocho y nueve fueron llegando a los alrededores de Santiago las unidades de la Brigada de Reserva del Cuartel General de La Habana. Su lentitud se había debido en parte a la gran columna de carros con provisiones y munición que traían; mucho mejor así, porque los que la componían no se podían haber surtido con lo poco que quedaba en Santiago.

Con una fracción de las fuerzas recién llegadas a las órdenes del Brigadier Tejada y la mayoría de las del Coronel Escario se formó una potente División que se puso bajo el mando directo del General Ochando. El núcleo central de la misma eran seis batallones de Infantería, 3 baterías de tiro rápido 1, 5 ametralladoras 2 y un regimiento de Caballería.

Independientemente de lo anterior, lo que desgastó severamente a los americanos de la División Lawton durante todo el día diez y la madrugada del once fueron las piezas de sitio que venían con la Reserva: cuatro cañones Plasencia de 120 mm, dos obuses Mata de 150 mm y dos morteros de 150 mm, todos transportados en avantrén desde Puerto Príncipe. Otros dos grandes obuses Plasencia de 210 mm habían sido transportados sobre sus afustes tipo Lerdo-Milán. Los yanquis sólo disponían para contrarrestarlos de cuatro antiguos morteros de ocho pulgadas, ya que los cañones Sims-Dudley de aire comprimido fueron desechados rápidamente por inútiles.

La segunda División americana, una vez rechaza en El Caney, se había atrincherado en posiciones débilmente organizadas situadas al Sur de su ofensiva, desplegándose al margen izquierdo del Aguadores con un frente establecido sobre una línea que sensiblemente partiendo del N se dirigía al SW. Su misión era la de detener los posibles avances españoles que proviniesen del Norte. De los 4.200 soldados que no habían resultados muertos o heridos hasta ese día, unos 1.500 estaban enfermos, en especial de fiebre amarilla. A sus calamidades se sumaron la falta de provisiones por el hundimiento de los mercantes en la Ensenada de Siboney.

El flanco Oeste del frente lo defendían las Divisiones Kent y Wheeler; con el mismo número de enfermos aunque algo más enteras que la de Lawton, permanecían en pie unos 5.700 hombres. A ellas se enfrentaban desde Santiago las cansadas y hambrientas tropas del General Toral, quien había reunido las debilitadas Brigadas de Rubín de Celis y Vara de Rey -ahora mandada por el Tcol Puñet-, reforzadas por un batallón de Infantería de Marina de la Reserva, el escuadrón del Hernán Cortés de Manzanillo y los marineros ilesos de la batalla naval de Santiago. Contaba don José Toral con poco más de 6.000 soldados, habiendo reestructurado los batallones al completar unos con otros. Su misión en principio era fijar al enemigo sobre el terreno, no el atacarlo.

Las Brigadas independientes de los Generales Bates y Duffield -unos 3.200 hombres supervivientes-, apoyados por el ejército mambí de Calixto García, luchaban a unos 45 kilómetros de distancia por el Este contra los 8.000 hombres de las brigadas españolas de Guantánamo y Holguín. Éstas últimas al juntarse el día seis se habían puesto a las órdenes del General Luque formando una tercera División.

Weyler decidió lanzar su ofensiva por el punto que consideró más débil del enemigo, es decir por El Caney contra la División Lawton. Allí era donde la artillería de sitio había literalmente machacado durante 24 horas las posiciones yanquis. Al amanecer de aquél lunes 11 de Julio, se sumaron al ataque las piezas de artillería de campaña y montaña, añadiéndose las recién llegadas a las quedaban de los primeros combates; un total de 24 piezas, 12 al Norte con Ochando, 12 al Suroeste con Toral 3. La situación de la munición había mejorado en algo, aunque no se podía desperdiciar ni un cartucho; pero como había dicho Weyler: los yanquis estarían como poco peor, sobre todo después de lo Altares.

A las cinco y media de la mañana de aquél lejano día del mes de Julio en las cercanías de Santiago de Cuba, los soldados de seis batallones de infantería calaron las bayonetas; al mismo tiempo, los jinetes del Regimiento de Húsares de Pavía desenvainaban sus pesados sables de batalla, apoyando los relucientes filos sobre sus hombros.

Desde lo alto de la loma, con los muros medio derruidos del Fuerte del Viso a las espaldas y montado en un caballo blanco, el General Weyler dominaba la escena. Tranquilamente miró al joven corneta y le dijo en tono grave:

“Chaval ya que los yanquis me llaman carnicero vamos a darles en el gusto, toque repetidamente a Degüello.
>>Federico cuado quieras puedes empezar. En principio debemos dar la impresión de que no va haber prisioneros con la finalidad de quebrantar la moral enemiga y provocar la estampida hacia la costa buscando el refugio de sus barcos, más tarde levantaremos la mano portándonos civilizadamente.
>>A las dos compañías de extranjeros 4 que he traído para la ocasión, ponlas en la vanguardia para que sean ellos quien cometas las tropelías. Que se dejen ver, a más de uno le entrará el pánico”

El General de División Ochando se dirigió con su cornetín de órdenes al frente de las impacientes tropas formadas en orden de batalla. 7.000 soldados bajo la protección de la enseña de color sangre y oro estaban dispuestas a expulsar del suelo patrio a base de fuego y acero toledano al invasor norteamericano.

Posiciones defensivas del V Cuerpo de Ejército de los EEUU, unos dos kilómetros al NE del Pozo. 05:30 horas del 11 de Julio de 1898.

A Shafter no se le veía desde el día cuatro, el General Wheeler había intentado ponerse en pie para los combates pero cada día se encontraba más débil ¡nadie sabía quien realmente mandaba!

El General de Brigada Henry Lawton convocó a conferencia en las cercanías de El Pozo a los comandantes de las otras dos Divisiones: Kent y Sumner, además se presentó un miembro del Estado Mayor de Shafter.

General Henry Lawton jefe de la segunda División de Infantería “Antes de empezar, Teniente Coronel McClenard no es nada personal contra usted, pero le dice al Mayor General Shafter que no aceptó más ordenes a través de intermediarios. Si todavía es nuestro Comandante en Jefe que se presente aquí para el combate.
>>Ahora puede retirarse, esto es una reunión de Jefes de División.”

El Tcol McClenard buscó con la mirada el apoyo en alguno de los otros generales sin encontrarla, como sabía de lo delicado de su posición se cuadró militarmente y se marchó”

Lawton “Bien caballeros, hoy por fin parece que los españoles nos van atacar. La situación de mi División es insostenible y al menos que ustedes se encuentren en disposición de reforzarme, mi unidad se retirará hacia la costa.”

General Jacob Kent jefe de la primera División de Infantería “Tu no puedes dar esa orden Henry, no has sido nombrado por nadie como mando supremo.”

El General Samuel Sumner -jefe en funciones de la División de Caballería- respaldó las palabras de Kent asintiendo con la cabeza.

Lawton “Creo que no me he explicado bien. Shafter está enajenado, enfermo o ambas cosas al tiempo; su sustituto natural Wheeler, que aunque intenta con más tesón que el primero ponerse en pie, tras el descalabro del tres de Julio su salud no da para más. Yo no estoy dispuesto a recibir órdenes de los coroneles y tenientes coronel del Estado Mayor de “Pecos Bill.”
>>En resumen, no se quien demonios manda en el V Cuerpo, pero sí quien no lo manda. Tú amigo Jacob hasta hace unos meses estabas retirado y tú Samuel sólo eres el mando accidental de la División de Caballería debido a la enfermedad de Wheeler.”

General Kent “Por tú decisión nos harán un consejo de guerra a todos”

General Lawton “A vosotros puede, a mí no creo. Ahora escuchar.
>>La única manera de que esto no se convierta una masacre y podamos aguantar hasta que recibamos refuerzos -en caso de que tal cosa llegue a suceder-, es la de replegarnos hacia la costa bajo la protección de los cañones de los dos o tres buques de guerra que nos quedan.
>>Está claro que la retirada no puede ser una carrera a ver quien llega primero al mar. Alguien debe quedarse sobre el terreno para retrasar el avance enemigo, proporcionando al resto tiempo para replegarse y organizarse defensivamente en las alturas que rodean Siboney.
>>Yo pediré 600 voluntarios entre los poco más de 3.000 hombres que me quedan en condiciones de luchar y me quedaré con ellos. Por eso digo que no creo que hagan un consejo de guerra, ya que no cuento salir vivo de ella. Ahí en frente llevan tocando a degüello desde hace quince minutos, no creo que ofrezca duda lo que piensa hacer Weyler con el V Cuerpo de Ejército.
>>Con respecto a vosotros no os ordeno nada, podéis hacer lo que os de la gana; si creéis que podéis resistir con el enemigo de frente y a la espalda cuando yo me desmorone, allá vuestras razones. Yo os aconsejo que hagáis lo mismo que yo; además lo tenéis más fácil, ya que el ataque principal vendrá por mi frente. Si os sirve de consuelo, pienso que los dos personalmente debéis replegaros con el grueso de la fuerza y dirigir la defensa desde Siboney.”

El ayudante de campo del General Lawton interrumpió la reunión sin mucho protocolo.

“Señor ya ha empezado, los españoles avanzan haciendo temblar la tierra con el paso de su infantería”

General Lawton “Una cosa que se me olvidaba, he mandado unos correos para que avisen a Duffield y Bates en el frente Este, deben venir hacia aquí o quedaran aislados.
>> Señores que tengan suerte y que Dios bendiga a América”



1-Una de 4 Krupp 75 mm, otra con 5 Nordenfelt de 57 mm de la Reserva General. 3 Krupp de la batería que ya estaba en el Viso
2-2 Maxim 7 mm y dos de 11 mm de la Reserva General. Una de 11 mm que ya estaba en el Viso.
3-2 Krupp 75 mm; 4 Hontoria 7 cm; 4 Nordenfelt de 57 mm .Estas piezas eran las que quedaban del día uno. Dos viejos Plasencia de montaña de 8 cm que habían venido la columna del Coronel Escario.
La División de Toral tambien contaba con una ametralladora de 7 mm y 4 de 11 mm.
4-Las mencionadas compañías independientes, venían a mayores con la Reserva del Cuartel General. Eran mercenarios extranjeros reclutados entre marineros de La Habana y otras localidades. En La Habana había alguna compañía más.

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(Continuación Capítulo XLIX)

Retaguardia de la División Lawton. 09:30 horas, 3 kilómetros al SE del Río Aguadores.

El soldado R.Turley se consideraba demasiado joven para morir a sus 19 años. Al principio, el repliegue había empezado con cierto orden: primero, los carros con los enfermos; después la artillería, municiones y víveres; por último, cerrando filas, los hombres sanos protegiendo la retirada. La marcha era demasiado lenta a consecuencia lo tormentoso del día. Truenos acompañados de abundante aparato eléctrico y sobre todo una lluvia incesante que hacia reblandecerse el terreno, formando un barro donde se atascaban las ruedas de los pesados carruajes.

Los voluntarios que defendían las trincheras se estaban portando bravamente conteniendo las avalanchas de la infantería española; con lo cual, los que se replegaban no habían empezado a ser acosados hasta hace unos treinta minutos. A esa hora, sonaron las cornetas de carga de la Caballería. Los jinetes sobrepasaron la línea defensiva bordeándola por NE y la dejaron a sus espaldas. A continuación se precipitaron sobre los hombres que cerraban la penosa marcha hacia la costa.

Como se ha dicho, los que iban a la cola eran los que estaban en mejor forma. Cuando éstos apretaron el paso por el ataque de la Caballería enemiga, sobrepasaron a los enfermos y tren de provisiones. La supervivencia acabó de decidirse por selección natural; los más cansados se rezagaron, de ellos a los que todavía les que daba un soplo de fuerza echaron rodilla a tierra, montaron sus fusiles e intentaron morir con dignidad. Los más débiles se abandonaron a su suerte, el toque de a Degüello iba en serio.

Robert Turley antes de alistarse era un joven y fuerte campesino de Arkansas, en menos de un mes cubano había perdido la vitalidad. Herido levemente en El Caney, en días posteriores contrajo fiebres de las que no se pudó recuperar por la escasez de medicamentos y alimentos frescos; con todo, lo peor era el dolor que le proporcionaban sus sanguinolentos pies infectados y rodeados de trapos -a falta de calzado-. Cuando vio venir hacia ellos a la Caballería enemiga con el sable desenvainado y gritando un no sé que de Santiago y España, sintió terror tomando despavorida carrera. Tras diez interminables minutos de alocada correría, se tumbó en la anegada tierra y de puro cansancio esperó la muerte casi con deseo. Hoy en día no sabe porque tuvo la suerte de salvarse entre tantos camaradas.

A la misma hora que Turley se tiraba al suelo, las Divisiones Kent y Sumner empezaban su propia retirada después de pensárselo mucho. A lo que no le dieron demasiadas vueltas, fue al hecho de escoger para proteger la retaguardia a los hombres del noveno de Infantería y del décimo de Caballería, casualmente regimientos formados por hombres de color -los cuales en principio habían sido seleccionados por una supuesta falsa inmunidad a las enfermedades tropicales-.

Fuese como fuese, los encargados en el Norte y al Oeste de frenar el avance español se comportaron con probado valor, retrasando al enemigo y causándole gran número de bajas antes de desmoronarse.

Sobre las dos de la tarde, una partida de mercenarios practicó un siniestro ritual al pasar a cuchillo a los dos centenares de defensores -medio muertos de antemano- que le quedaban a la División Lawton.

Los hombres de Toral tuvieron muchos más escrúpulos con sus oponentes de las Divisiones Kent y Sumner, haciendo varios centenares de prisioneros.

Mil quinientos metros al sur del Pozo. 18:00 horas del 11 de Julio de 1898.

Los americanos estabilizaron sus posiciones defensivas formando un semicírculo con unos tres kilómetros de radio alrededor de la costa y que se abría por el Este hacia Daiquiri. Los cañones del “USS New York”, “USS Indiana” y del crucero auxiliar “St. Louis” -El “St. Louis” había sido relevado en Guantánamo por el muy dañado “Harward”- fueron decisivos para contener el avance español.

Nuestro Ejército rodeó al enemigo dejando una entrada a las unidades que venían replegándose de la zona de Guantánamo; el motivo de lo último, era que Weyler no querían dejar a ninguna unidad propia emparedada entre dos enemigas, aunque estas a su vez sufrieran la misma situación.

Las Guardia Civil se hizo cargo de los prisioneros y sus patrullas rastrearon la zona en búsqueda de aquellos soldados que hubiesen podido quedar rezagados y aislados.

Cuando las sombras empezaban ya apoderarse del día, una patrulla de la Guardia Civil oyó un ruido. Su jefe -que para más señas era un Guardia primero de origen orensano llamado Abelardo Novoa- hizo una pausa para escuchar detenidamente, a continuación apuntó despacio su carabina Maúser con uno de los cinco cartuchos introducido dentro de la recámara.

“Alto a la Guardia Civil, alto a la Guardia Civil, alto a la Guardia Civil…”

No podía disparar, aquél no era un delincuente sino un prisionero de guerra; además él nunca fuera persona de gatillo fácil, a pesar de la violenta época en que le había tocado vivir.

Un hombre de considerable tamaño -vistiendo uniforme caqui- gateaba en un barrizal con los pantalones prendidos a la altura de las posaderas en unas alambradas y parecía buscar algo, lo que resultó ser unas gafitas redondas. Una vez puestas las destartaladas lentes, miró al guardia, levantó las manos y desde su posición de rodillas dijo algo así como:

“My nombre is Lieutenant Colonel T. Roosevelt. Yo prisoner of you. Gracias Señor, ¿bien sí?”

“Do carallo amiguiño, non sabes ben a sorte que tiveches, se chegas a dar cun de Lugo non a contas.” respondió el guardia.

Más tarde se supo que en la desordenada huida hacia la costa, el bocazas de T. Roosevelt había caído al suelo dándose un golpe en la cabeza y perdiendo a consecuencia de ello el conocimiento. Cuando despertó se encontró con la situación descrita, siendo trasladado a Santiago y alojado en el Casino de Oficiales bajo el efecto de sedantes, los cuales paulatinamente fueron tranquilizando el estado de histeria en que había entrado al ir pasando los minutos de su detención.

El Sitio de Siboney. Entre el 12 y 17 de Julio de 1898.

Weyler ordenó bombardear durante todo el día 12 el sector sitiado; el cañoneo se realizó con generosidad, como si se estuviese sobrado de munición. Sólo el Estado Mayor español sabía que como los americanos no se rindieran en breve, la Artillería se vería obligada a lanzar piedras.

Las fuerzas de nuestro Ejército estaban al límite de posibilidades. Las que habían venido de lejos como refuerzo, extenuadas por las largas marchas; las de guarnición de la zona, diezmadas por los muchos días de combate. Todas en general con agobiante escasez de alimentos y medicinas, acumulándose enfermos y heridos en los desabastecidos hospitales de Santiago.

Claro que los americanos lo tenían peor y sólo podían ver lo negro de la situación propia. De los 18.500 hombres desembarcados, 2.100 habían muerto en combate directo, entre heridos y enfermos se perdieron 2.500 más durante la última semana; otros cinco mil que estaban en pésimas condiciones físicas, debían ser atendidos mayoritariamente en sus puestos con el armamento a cuestas. En resumen, sanos permanecían sobre 9.000 componentes de V Cuerpo; tenían pocos alimentos, menos medicinas y ni hablar de material de combate. Gran parte del aprovisionamiento se había hundido en Altares el día tres.

El día trece, el Capitán General de Cuba instó a la rendición de los americanos o amenazó con destrozarles a cañonazos y más tarde atacar sin tregua ni cuartel. Después de la masacre del día 11, los yanquis se lo creyeron a pies puntillas.

El General de Brigada Kent -quién a falta de otros más caracterizados asumió el mando- convocó al resto de jefes, tanto de las fuerzas terrestres como navales. Todos sin excepción pidieron el reembarque, aquí empezó el segundo de sus problemas. El Capitán Chadwick dijo que además de los heridos y enfermos que permanecían en el buque hospital “Solace” -respetado por españoles durante la batalla naval-, pocos más podían embarcar. En el “New York”, “Indiana” y “St Louis” se amontonaban los marineros supervivientes del día 3 de Julio. En el “Iowa” -que estaba en Guantánamo- se habían instalado parte de las dotaciones de las naves allí hundidas, “Massachusetts” y “Harward” tenían bastante con permanecer a flote. El penúltimo mazazo moral lo recibieron cuando el Staff de la en otra hora poderosa Flota del Atlántico Norte, informó que no tenían carbón y que habían gastado la mayor parte de la munición en defender al Ejército durante el último par de días. Consecuentemente deberían regresar en breve al continente o peligraba su propia seguridad. Los prometidos refuerzos continuaban sin llegar y lo más irritante es que no tenían información de nada.

Los americanos acordaron enviar al pequeño yate “Hornet” a Haiti con la finalidad de pedir permiso para rendirse -las embarcaciones que escaparon de la acción de Manzanillo se les habían unido-. El riesgo era grande; pero los barcos principales no podían abandonar el lugar, debían permanecer reunidos y proteger a las tropas del Ejército mientras pudieran. El “Hornet” iría sin banderas desplegadas con el Teniente Rowan del MID abordo.

El día 14 empezaron las conversaciones de paz cerca de una gran ceiba a las afueras de Santiago. Por parte española los representantes fueron el ascendido a General don Federico Escario y el Tcol Ventura Fontán; los yanquis enviaron a dos Generales, Sumner y Ludlow -únicos con esa graduación capaces de permanecer de pie además de Kent-, y al Teniente Miley como traductor.

La noche del día 15 llegó a Daiquiri la castigada tropa Duffield-Bates, uniéndose por la costa al resto. Calixto García y sus hombres prefirieron huir bordeando por el Norte las fuerzas españolas. En las próximas semanas deberían intentar volver a sus refugios de las montañas, estaba claro que se iban a quedar fuera de las negociaciones. Las Brigadas especiales se habían cerrado sobre Guantánamo y Santiago para evitar cualquier acción de refuerzo o distracción de los rebeldes; con eso, también los caminos quedaran más expeditos para los insurgentes fuera de la zona donde se combatía. Nuestro Ejército, aparte de las fuerzas empeñadas en los combates, sólo protegía con lo que le quedaba de sus Divisiones territoriales a las poblaciones de Holguín, Manzanillo y la trocha Bagá -en las Tunas quedaban algunas tropas-. La población fiel a España que se había concentrado previamente en esas localidades estaba pasando grandes privaciones.

El día 16 regresaba el Hornet de Haití. A la Casa Blanca no le había quedado más remedio que dar su consentimiento a la rendición, aunque ponía alguna condición. Nelson Miles en Washington había presionado a McKinley sin piedad, la derrota era responsabilidad del Presidente con sus asesores por haber puesto a Shafter al mando y desembarcar en Cuba en vez de Puerto Rico, debían aceptar la rendición si no quería que aquello de Santiago se convirtiese en una carnicería.

Las depauperadas y andrajosas fuerzas de ambos Ejércitos formaron marcialmente a las seis de la tarde del día diecisiete cerca del gran árbol de la Victoria. En orden de parada y dándose frente el uno al otro, así firmarían las cláusulas de la capitulación.

Algunas de las más importantes fueron:

-Que el área de Guantánamo y las fuerzas americanas allí destacadas quedaban excluidas del convenio. Los españoles insistieron en negar este punto y cerca estuvieron de romperse las conversaciones. Sumner explicó que aquellos hombres pertenecían a la Navy y que ésta no entraba en la rendición, como Weyler tenía prisa por apurar el fin de la batalla, aceptó.
-Los americanos depositarían las armas bajo custodia española. En reconocimiento a su valor se les permitiría salir de Cuba con ellas cuando fuesen repatriados. Los oficiales conservarían su armamento personal, quedando con cierta libertad de movimientos en Santiago bajo palabra de honor.
-Otro tema controvertido fue el de los rebeldes cubanos. Aquí debieron ceder los americanos; aquellos no formaban parte de la negociación y en ningún caso serían considerados prisioneros de guerra, ya que eran súbditos españoles desleales. No obstante, los que entregasen las armas en el plazo de dos semanas no serían fusilados sumariamente y Weyler recomendaría su indulto.

El acto formal de la redición se llevó a cabo al día siguiente en el Palacio de Gobierno de Santiago. El General Kent entregó su sable a Toral; Weyler delegó en el Gobernador de Santiago, ya que Shafter no aparecía por ninguna parte y el no quería el arma de un Brigadier.

10.000 americanos fueron conducidos a los campos de prisioneros constituidos en las cercanías de El Caney. Otros 5.000 estaban ya enterrados en aquella tierra cubana y el resto regresaba apelotonado en los buques de la Navy.

Las condiciones del cautiverio fueron durísimas. Muchos de los soldados americanos morirían durante el mismo, aunque la mayoría de ellos estaban ya heridos o enfermos antes de empezar el encierro. Como reconocieron los Cónsules extranjeros afincados en Santiago y la Cruz Roja, la situación no se debió a la crueldad española en sí misma, sino a la carestía creada por la guerra en general y por el bloqueo en concreto. Las fuerzas españolas no disfrutaba de muchos más privilegios que los vencidos, excepto de la alta moral que proporcionaba la victoria. Con los días algunos barcos llegaron a Santiago, ya que la presencia naval yanqui disminuyó cuando no desapareció por completo, aliviando la situación para todos.

Parte de Guerra de la Batalla terrestre de Santiago de Cuba.

Telegrama en claro

“En Santiago de Cuba a 18 de Julio de 1898.
Excelentísimo Señor Don Práxedes Mateo Sagasta.
Presidente del Consejo de Ministro de S.M.
En el día de hoy, cautivo y desarmado el V Cuerpo de Ejército de los Estados Unidos, han alcanzado las tropas españolas del Ejército de Operaciones de Cuba sus últimos objetivos militares en la zona.
La Batalla por Santiago de Cuba ha terminado.

¡¡VIVA ESPAÑA!!

Teniente General Valeriano Weyler y Nicolau. Capitán General de Cuba.”

Fin del Capítulo

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CAPÍTULO L
INCIDENCIAS DEL ESTADO DE GUERRA (6)

Casa de los Heros, Madrid. 19 de Julio de 1898.

Posiblemente aquel mediodía hacia más calor en Madrid que los territorios ultramarinos de los trópicos donde se estaban dando los combates. Tal y como estaba la economía, sólo unos pocos de los más pudientes se habían trasladado a las frescas playas del Norte para pasar el verano. El omnipresente don Julio bajó los amarillentos toldos, corrió los visillos, entreabrió las hojas de las ventanas y cerró las correspondientes contras laminadas; todo esto, sin haber conseguido que corriera un suspiro de aire. Por lo anterior, las puertas de la sala estaban sin clausurar con la finalidad de provocar algo de corriente.

“Esto es una gran victoria -dijo el Presidente Sagasta leyendo el parte de guerra del General Weyler- Es el momento de ponerles los puntos sobre la íes a los norteamericanos.”

Segismundo Moret “No entiendo porque estamos siendo tan recatados a la hora de exaltar la victoria en público.
>> Debido a la carestía que venimos sufriendo desde hace tres años, el Gobierno está siendo cuestionado constantemente por la prensa y el populacho. Necesitamos un respiro, nos lo merecemos”

Maura. “Ni su excelencia, ni ningún otro va a poder sacarle rentabilidad política a esta guerra. En todo caso lo hará la Nación, el éxito es de todos.”

Canalejas “Además no podemos vender la piel del oso antes de cazarlo.
>>La victoria de Santiago con ser muy importante, sólo es una parte de la guerra. El análisis de situación hecho por el señor Galindo es el correcto y en el se marca la línea que debemos seguir a partir de ahora. El señor Maura y servidor le apoyamos plenamente. Por favor don Francisco exponga sus ideas con estilo franco y llano, para que no haya dudas ni malentendidos.”

Galindo “Sería mejor cerrar las puertas, no nos debe oír nadie”

Sagasta empleado un tono severo “Señor Director de la Oficina, ahí fuera sólo está mi secretario, él personalmente se ocupa de que nadie nos pueda escuchar. Hace demasiado calor para encerrarnos aquí dentro.”

Galindo “Esta bien empezaré. Es el momento oportuno para solicitar conversaciones con los americanos.
>>Lo de Santiago es un espejismo, una ilusión que debemos aprovechar y sumarla a la ventaja táctica que nos proporciona que Cámara vaya camino de Manila con la Escuadra de Reserva.
>>Señores, las ubres están exprimidas al máximo, no dan más de sí. Después de tres años de guerra puede haber un estallido social en cualquier momento. ¿Saben a como se esta pagando la peseta en los mercados? a 50 por libra, los depósitos del Banco de España están vacíos. Lo que teníamos para gastar en equipamiento, municiones, carbón etc... ya se ha consumido.
>>Debemos sacar partido a nuestros éxitos parciales y proponer conversaciones a los americanos, posiblemente todo lo que venga a partir de ahora será caminar hacia atrás. Los yanquis siguen siendo más fuertes que nosotros y hasta el momento hemos tenido bastante suerte, no hay que abusar de ella”

Moret “Si la negociación la pedimos nosotros, sabrán de nuestra debilidad y no la aceptaran o impondrán condiciones duras”

Maura “En efecto, por eso debe hacerlo un tercer país. El indicado es Francia, como si fuera cosa suya, ya se llegado a un acuerdo con los gabachos. Alemania y Austria-Hungría apoyarán la finalización de las hostilidades”

Moret “¿Por qué Francia acepta mediar y Alemania consiente?”

Maura “Gran parte del éxito es suyo, debido a los contactos previos establecidos por su Excelencia.
>>A los gabachos les hemos dicho que si lograran un buen acuerdo sería el momento idóneo para firmar un tratado que solvente satisfactoriamente las mutuas tensiones fronterizas en África. Ellos deben pensar que siempre el pueblo nos permitirá ceder más tras una paz honrosa que después de una derrota humillante; no siendo ello cierto del todo, los franceses no lo saben. Realmente vamos a hacer concesiones, pero menos de las que ellos se creen. En el fondo, si todo termina bien, nuestro prestigio saldrá reforzado del conflicto con los Estados Unidos y estaremos en mejor situación para cualquier tipo de negociación, incluso con Francia.
>> A los alemanes se les ha prometido que autorizaremos a Austria el arrendarles por unos cuantos años gran parte de las islas del Pacífico, las cuales como sabrán habíamos dado en prenda por convenio económico a los segundos. Esto sólo sucederá si la guerra terminará en breve de una manera aceptable para nosotros.
>> El Emperador Francisco José nos da su apoyo por la mediación directa de su augusta sobrina, nuestra Reina doña María Cristina, cosas de familia.
>>Los ingleses no ven con malos ojos que acabe la guerra ahora. Delante de los americanos han quedado bien; sin embargo, estos van a salir rebajados de humos y pretensiones de este conflicto, eso les conviene a su perfidia para seguir manteniendo el estatus de primera potencia mundial.
>> La última gran potencia que nos queda es Rusia; la cual además de no ser demasiado importante en este asunto concreto, se le ha ofrecido nuestra neutralidad en una hipotética guerra con el Japón y facilidades para posibles escalas de su flota en nuestros puertos.”

Moret “Está mal que lo diga yo, pero hay que reconocer que mis gestiones primeras fueron brillantes.
>> ¿Qué le ofrecerán los franceses a los americanos?”

Maura “Bueno, harán como si fueran los representantes de una comisión internacional que hablan al tiempo con nosotros y con ellos. Debe quedar claro, como ya se ha dicho, que España no los envía.
>>Tal y como están las cosas, dejarán sentado que todo lo que era de soberanía española antes del 23 de Abril seguirá siéndolo después del tratado; sin embargo, les pueden ofrecer el alquiler de bases militares en nuestros territorios con una amplia autonomía para las autoridades americanas, normalmente la oferta ha de coincidir con aquellos puntos donde ellos realmente se han hecho fuertes. Una segunda propuesta abarcará una serie de concesiones a sus empresas en ultramar: electricidad, telefonía, petróleos, ferrocarriles… Por último, intentaremos firmar un acuerdo militar y económico global con ellos; de esta manera, conseguiremos que el país que en una década promete ser el más poderoso del mundo, nos apoye militarmente y haga inversiones en la misma España, ayudándonos a levantar nuestra depauperada economía.
>>En todo caso, para que los americanos acepten debe parecer que no hayan sido derrotados y que además han conseguido algunos de sus objetivos.”

Sagasta “Galindo, ¿qué información tienen ustedes acerca de lo que piensan hacer los yanquis ahora?”

Galindo “Estoy seguro que McKinley quiere la paz y que le está pidiendo a sus asesores que tomen medidas para que en un último asalto logren alguna posición ventajosa a la hora de negociar.
>>Es altamente significativo que a pesar de su derrota total en Santiago no hayan abandonado Guantánamo, igualmente lo es que en las Filipinas se estén haciendo fuertes en Subic. Además de eso tienen hombres luchando en Guam y pueden tratar de reforzarlos.
>>Como acciones nuevas, una vez Miles al cargo del Primer Cuerpo de Ejército, creo que será la de desembarcar en Puerto Rico y hacerse presente con alguna intervención marítima en nuestras posesiones de África o en la misma Europa.”

Canalejas “Almirante, ¿Qué instrucciones ha dado la Junta de Marina a las unidades de la Escuadra?”

Contralmirante Bermejo. “Con respecto a la Escuadra de Reserva, intentaremos hacerle llegar cuanta novedad que suceda antes de que entren en Manila. Aunque la situación es cambiante, es fundamental no sufrir un desastre intentando entrar en Subic y el mandar refuerzos a Guam a la mayor brevedad. Personalmente me parece una estupidez que Dewey se haya encerrado en una bahía, pero a lo mejor está tan mal que no podía hacer otra cosa.
>>En cuanto al Atlántico se refiere; el “Cataluña”, el “Giralda” y “Osado” -los tres con daños de diversa consideración- regresarán a casa, formando una escuadrilla en la zona de Canarias, debemos tener algo para reaccionar con inmediatez en caso que los yanquis nos ataquen allí o en África con alguna fuerza pequeña. Posiblemente les reforzaremos en su momento con el crucero auxiliar “Meteoro”. El “Pelayo” y los acorazados guardacostas “Numancia” y “Victoria”, más el cazatorpedero “Destructor”, constituirán una segunda División Naval que navegara de una forma errante por una zona comprendida entre el estrecho y Canarias; sin definir pautas, con la finalidad que los americanos no sepan en donde van estar concretamente si vienen.
>>En las Antillas, al “Colón” se le ha unido en Cienfuegos el auxiliar “Maria Cristina” y con el “Terror” hostigan a las fuerzas americanas por el Caribe. El “Princesa de Asturias” hace lo propio por el Atlántico con el apoyo de alguna de las embarcaciones con base en Matanzas. Se está tratando de coordinar a los dos grupos para que ataquen el bloqueo naval de Puerto Rico antes de que los yanquis lo refuercen.
>>Por último, seguiremos intentando romper los bloqueos impuestos; aunque los americanos cada vez tienen menos fuerzas, a nosotros también nos quedan menor número barcos comerciales dispuestos a intentarlo”

Moret “¿Por qué precisamente el Cataluña, el Giralda y el Meteoro en Canarias?

Bermejo “Por su autonomía y rapidez, ya que a lo peor tienen que ir hasta Guinea. Si los yanquis envían allí una pequeña fuerza con un crucero auxiliar o un cañonero, se harían fácilmente con Fernando Poo o con un enclave en la costa proclamando su soberanía en esos territorios antes de las negociaciones. Eso sería un importante contratiempo para nosotros.”

Canalejas “Mi General ¿qué planes tiene el Ejército de Tierra?”

General Correa “El principal es aguantar la situación actual. Ahora bien, siendo nuestro talón de Aquiles las Canarias, Baleares y África -pueden atacar la península desde el mar, pero desembarcar sería un suicidio para ellos-, hemos pedido a la Armada que protejan las Canarias y el Estrecho con lo que nos queda de flota.
>>Nosotros pondremos en máxima alerta a las tropas estacionadas en Canarias, África, Baleares y Península ante posibles ataques americanos.
>>En Cuba trataremos de hacer algo con Guantánamo; nuestras tropas de Oriente están bajo mínimos, pero por lo menos tendrán que acosar a los americanos. Algo parecido pasa en Filipinas; una columna, con el General Peña al mando, esta procediendo desde Manila a sitiar Olongapo en Subic.
>>En cuanto a Puerto Rico, militarmente ya lo habíamos reforzado muy en serio antes de la guerra; no obstante, desde que el “Antonio López” -que tan sólo transportaba víveres- fue hundido el día 28 de Junio a la entrada San Juan, ningún otro buque ha roto el cerco americano. Esperamos que la Armada logre levantar el bloqueo unos días como ha dicho el Almirante, aprovecharemos entonces la coyuntura para enviar un convoy con lo último que nos queda: un batallón de infantería de marina, dos batallones reducidos de cazadores expedicionarios y 2 baterías de Plasencia 9 cm de campaña; hacen un total de 3.000 hombres. La expedición llevará munición y pertrechos de campaña, de los víveres y provisiones se están encargando las asociaciones patrióticas españolas de los países del área con las que estamos en contacto permanente.
>>En verdad ahí va a ir hasta el último hombre que decía don Antonio Canovas que en paz descanse”

Maura. “¿En que se va a transportar y quién los escolta?”

Almirante Bermejo “Ha sido sumamente difícil reunir algo que flote. La Trasatlántica tiene muchas pérdidas; a las ya sabidas, únales el “Alfonso XII”, “Santo Domingo” y “Panamá”.
>>Irán los vapores “Montevideo” y “Patricio Satrústegui”, el transporte armado “Ciudad de Cádiz” y el crucero auxiliar “Meteoro”.

Maura “Si los descubren las fuerzas navales americanas que bloquean San Juan puede ser una escabechina”

Almirante Bermejo. “Existe un riesgo evidente e inevitable, no lo puedo negar. Espero que nuestras unidades del Caribe pongan en fuga a las enemigas que patrullan la zona, aunque claro está que eso no implica que luego no se tropiecen con la expedición de aquí.
>>En todo caso el “Meteoro” va bien armado 1, el “Ciudad de Cádiz” puede defenderse por sí solo y los otros dos montan algún cañón 2. No contamos más que enfrentarnos a otros buques civiles armados.”

Un sudoroso Presidente Sagasta preguntó sí alguien quería decir o saber alguna otra cosa y ante la respuesta negativa del silencio dio por concluida la reunión a eso de las dos de la tarde.



1-4 Skoda 120 mm y 2 Hontoria de 120 mm, -los 6 de tiro rápido-, 4 Skoda de 7 cm, 4 Skoda de 47 mm y 4 Nordenfelt de 42 mm
2-Un par de viejos Hontoria de 9 cm ,Armstrong de 75 mm y ametralladoras de 25mm.

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(Continuación Capítulo L)

San Juan de Puerto Rico. 21 de Julio de 1898.

La falta de medios, navales para atender todos los frentes, forzó a los americanos a estirar la cuerda y realizar el bloqueo de Puerto Rico tan sólo con buques auxiliares. A la altura de Julio en que nos encontrábamos, alguno de ellos tenía que haber sido relevado, pero la escasez de buques lo impedía.

A pesar de lo dicho, el bloqueo había sido bastante efectivo hasta el momento, deteniendo a carboneros como el “Rita”, “Restormel” y “Twickiman” en las aguas cercanas a Puerto Rico o haciendo varar a cargueros como el “Antonio López” en el mismo San Juan. Por mil diferentes vicisitudes de la guerra, aquél atardecer del 21 de Julio, vigilaban la entrada a San Juan los cruceros auxiliares “St Paul”, “Dixie” y “Prairie” -este último se acababa de incorporar-. El “Yosemite” había sido llamado a toda prisa a Hampton Roads.

El “St Paul”, comandado por el antiguo Capitán del “Maine” -Charles Sigsbee-, desplazaba 14.000 toneladas y andaba 22 nudos; estando armado con 8 cañones de 127 mm y el mismo número de 57 mm, su tripulación la componían cerca de 400 hombres. Los otros dos eran más modestos en desplazamiento, caminar y armamento.

En los más de dos meses que duraba el bloqueo ya habían cruzado fuego en varias ocasiones con los barcos españoles de estación en San Juan. Estos eran el crucero auxiliar “Alfonso XIII” 1, el cañonero de 1ª “Isabel II” -gemelo de “Austria” y “Ulloa”-, el cañonero de 2ª General Concha de 540 toneladas -gemelo del “Lezo”- y el pequeño “Ponce de León”-hermano del “Diego Velázquez”-.

A los dos bandos siempre les había faltado decisión suficiente para llegar hasta las últimas consecuencias en sus combates. Los buques españoles salían de puerto coincidiendo con la llegada de algún vapor que quería forzar el bloqueo y lo intentaban ayudar a entrar el la Bahía de San Juan. No obstante, su ayuda no iba más allá de donde se perdía la protección de las baterías de costa, ni los buques americanos se acercaban lo bastante para ser dañados por estas.

El Capitán del “ST Paul” tocó zafarrancho nada más ver las columnas de humo que emergían en horizonte procedentes de las chimeneas de dos o tres vapores que venían ganando puerto desde el Este, pensando que eran inocentes transportes. A continuación los tres grandes auxiliares se lanzaron imprudentemente como perros de presa hacia ellos. La maniobra fue vista por lo vigías desde el Morro de San Juan, quienes alertaron a los buques del apostadero, aprestándose estos a un nuevo auxilio.

El mayúsculo susto de Charles Sigsbee sólo fue superado en su vida por el que se había llevado con la explosión de “Maine”. Uno de los buques que venía a toda máquina hacía ellos era el crucero acorazado “Colón” y no lo hacía en solitario. La agrupación naval formada por el mismo “Cristóbal Colón” , el crucero auxiliar “María Cristina” y el destroyer “Terror”, traía el firme propósito de destruir alguno de los auxiliares que allí se encontraban, más tarde tomarían algo de carbón en San Juan y zarparían de nuevo. Lo ideal hubiese sido hacer coincidir esta agrupación con la otra encabezada por el “Princesa de Asturias”, pero no podían esperar su llegada para el ataque.

Como el “St Paul” era el más rápido, también iba a la cabeza del grupo de navíos americanos, rumbo Este y directo a la boca del lobo. Pasado el desconcierto inicial, el buque de Sigsbee viró a babor poniendo proa al Norte. Toda la agrupación yanqui realizó la misma evolución, quedando de último el “Prairie”. El “Colón” comenzó a virar a estribor y Norte al mismo tiempo, quedando casi paralelo al “Pariré” y enfrentado con él por el costado de babor le redujo distancias.

El buque el CN Moreau le dio alcance y tras algún intercambio de cañonazos, los americanos tomaron rumbo a la costa para rendir el buque embarrancándolo muy cerca de donde lo había hecho el “Antonio López” a finales de Junio -al Oeste de San Juan-. La falta de blindaje hacia inútil sostener un combate con un crucero acorazado.

El “Terror” fue el único capaz de dar alcance al “St Paul” que caminaba a más de 20 nudos, convirtiéndose en el cazador cazado y saliendo mal parado del encuentro. Si el “Alfonso XIII” y “Maria Cristina” no llegan a auxiliarle, posiblemente lo hubiesen hundido en su temeraria persecución.

Los “ST Paul” y “Dixie” siguieron en fuga hasta que se hizo de noche, perdiéndose entonces en la oscuridad.

Al día siguiente llegaba a Puerto Rico el “Princesa de Asturias” del CN Bustamante en solitario. Estando ya repostando en San Juan todos los buques, se recibiría un cable cifrado en el que se les asignaba nuevas misiones a cada uno ellos.

El “Alfonso XIII” y el “Isabel II” debían seguir garantizando la seguridad de los vapores que se dirigían a abastecer la isla, al menos hasta la llegada de la flota de invasión yanqui. El “María Cristina” se establecerían en la zona de Santiago, protegiendo la entrada en puerto de la multitud de barcos que pagados por recoletas patrióticas estaban rompiendo el bloqueo, principalmente desde Méjico. Contarían con el apoyo del vapor “San Francisco”, el cual se había reforzado con el armamento que sobraba a los desahuciados “Marqués de la Ensenada” y “Filipinas”.

“Colón” y “Princesa de Asturias” tenían reservada una misión secreta de alto riesgo que requería de la máxima audacia.

War-Roon La Casa Blanca, Washington. 22 de Julio de 1898.

El pesimismo en el Gobierno norteamericano iba en aumento, no eran capaces de digerir la derrota de Santiago, por ello tenían un bloqueo mental considerable que les impedía tomar decisiones acertadas. Se olvidaban de lo fundamental, esto no era otra cosa que ellos seguían siendo los más fuertes.

El Presidente convocó una nueva reunión, tenía el firme propósito de acabar con la guerra, estaba ya recibiendo presiones por parte de las potencias para que finalizaran las hostilidades. El mayor enemigo que tenían los americanos en estos momentos eran ellos mismo: rencillas internas por las que unos políticos echaban las culpas a los otros de los fracasos, falta de comunicación entre los diferentes escalones de la administración, conflictos entre los mandos militares etc…; la prensa y el pueblo pedían cada vez con más insistencia explicaciones sobre la desastrosa campaña militar, la pérdida de buques, el escandaloso número de bajas y prisioneros etc…

Presidente Mckinley. “Debemos finiquitar este conflicto, las grandes potencias europeas nos lo han exigido. Cuando empezó esta crisis les dije que no era asunto suyo, ahora ya no puedo prescindir de sus opiniones. Si se ponen declaradamente de parte de los españoles, la balanza se inclinará a favor de ellos.
>>El Embajador francés Jules Cambon ha ofrecido en nombre de su Gobierno buenos oficios para llegar a una solución negociada.
>>Quiero que aporten ideas con la finalidad de que en un plazo corto de tiempo mejore nuestra posición actual y podamos ir a buscar a un tratado ventajoso, no quiero firmar un armisticio vergonzante.” El tono familiar que empleaba antes, se estaba convirtiendo en seco y formal.

General HC Corbin: Ayudante General del Ejército. “Señor Presidente, nuestra mejor opción pasa por desembarcar en Puerto Rico.
>> Lo que ocurre es que debemos retrasar la operación. Un contingente de 7.000 hombres, pertenecientes al Primer Cuerpo de Ejército del General Nelson Miles, estaba preparado para zarpar hace un par de días, pero hemos tenido que suspender la salida. El problema deviene que ese número es insuficiente a medio plazo para la invasión de Puerto Rico y la segunda fuerza con 8.500 hombres no estará lista hasta el día 27 ó 28 del presente. El caso, es que si la Navy logra reunir transportes suficientes -cosa que está por ver-, no tiene bastantes unidades para constituir dos escoltas fuertes. Con los cruceros acorazados españoles campando a sus anchas por ahí, es un riesgo demasiado grande el hacer dos convoyes con pocos buques de guerra para proteger a los transportes.”

Russel Alger Secretario de Guerra. “Eso tiene fácil solución, primero mandamos una expedición, la dejan allí y vuelven por la otra”

H.C Corbin. “¡Dejar las tropas de tierra cerca de la costa sin fuerza naval que las proteja, a merced de recibir un ataque combinado por tierra y mar!. Secretario eso es una estupidez, una más de las muchas hemos cometido.”

McKinley “¿Que piensan hacer entonces?”

H.C. Corbin “Esperar una semana y mandar un gran convoy con 15.000 hombres”

McKinley “¿Qué buques se utilizarían como escolta?”

Almirante Sicard. “El acorazado “Indiana”, los cruceros protegidos “Columbia” y “Cincinati”, el monitor “Puritan”, algunos cañoneros y cruceros auxiliares.”

John Long Secretario de Marina. “¿Por qué una escolta tan pequeña?”

Almirante Sicard “Me estoy empezando a cansar de que ustedes se metan a estrategas manipulándolo todo, así nos va”

John Long “Le recuerdo que soy su Jefe inmediato y no le consiento que…”

Mckinley “Se acabó caballeros, guarden las formas. Ya habrá tiempo de depurar responsabilidades, empezando por la mía. Ahora tenemos que defender un país.
>>Almirante por favor explíquese con los barcos.”

Almirante Sicard “Lo siento Señor, pido disculpas por las formas y el momento escogido, no por el fondo de lo que acabo de decir.
>>Tenemos al “Massachusetts”, “Amphitrite” y al “Harward” en Guantánamo, con el apoyo de tres pequeños cañoneros -“Hornet”, “Scorpión” y “Wompotuc”-. Los tres primeros están tan dañados que habría primero que hacerles algunos arreglos sobre el lugar para poder traerlos a remolque y después se pasarían dos o tres meses en el dique seco reparándose. Sin embargo, en Campo McCalla hacen su función al defender las posiciones de tierra con sus cañones. Los buques de la flota que han regresado les han dejado sus redes antitorpedos para tender una tupida malla alrededor y en breve recibirán refuerzos: algunas cañoneras, víveres, municiones, cañones de costa y minas para colocarlas a la entrada de la bahía.
>>Creemos que mantener Guantánamo puede ser de gran interés para futuras negociaciones o para un segundo desembarco. >>Pensamos que podemos defender ese punto concreto sin aspiraciones de avanzar hacia el interior durante un periodo prolongado de tiempo con cierta facilidad. El crucero auxiliar “Yankee” debe estar apunto de llegar con material y provisiones, el se encargará de surtir al enclave viajando entre el continente y Cuba. El crucerito “Topeka” y los cañoneros “Leyden” y “Wasp ,que están por ahora reconociendo algunas bahías cercanas como Nipe o Nuevitas, se unirán a las fuerzas de Guantánamo cuando terminen su misión específica.
>>En Key West debemos mantener una agrupación importante de la escuadra. Estamos obligados ejercer cierto control sobre La Habana -¿no vamos a dejar su entrada libre a la voluntad de los españoles?- y a tener alguna capacidad de respuesta ante un eventual ataque a la costa Este. En razón a esto, establecerán allí su centro de operaciones el acorazado “Iowa”-el cual tiene no pocas averías y está limitado para la navegación-, el crucero acorazado “New York”, el crucero protegido “Montgomery”, el monitor “Miantonomoth”, varios cañoneros de primera y otros buques más pequeños.
>>Por último, el Capitán Mahan ha diseñado una operación de distracción para fijar los barcos que le quedan a España en Europa. Por cierto, tenemos información fiable al 100% que el “Cataluña” estará entre ellos, ya que se está trasladando hacía allí con daños.
>>Los cruceros protegidos “Mineanápolis”, “San Francisco” y “Detroit”; los cruceros auxiliares “Yosemite” y “Badger”, el cañonero “Wilmington” y un par de collier (carboneros), formaran una nueva División. Vamos a atacar España, bien sea en la misma península ibérica, alguno de sus archipiélagos cercanos o en sus posesiones africanas. La Escuadra estará comandada por el Comodoro Watson, quién esta terminando de diseñar el raid naval.

McKinley “Eso es muy arriesgado sin saber la posición de los buques que España tiene asignados a la defensa costera.
>>No me diga que nuestros servicios de inteligencia han proporcionado la información adecuada, porque eso me hará ponerme a temblar. A veces pienso que están con los españoles.”

Alvey Adee Ayudante de la Secretaría de Estado. “No Señor, esta vez la información la proporciono yo. No voy a revelar la identidad de mi fuente, que como podrán imaginar viene de mis relaciones en Madrid cuando estuve de Secretario del Embajador Sickles. A nadie se le oculta que el viejo General era un mujeriego empedernido e hizo estragos entre las faldas de la capital española, yo hice gestiones para guardar la honra de una joven que es familiar de una persona cercana al Gobierno y esa persona me prometió gratitud eterna.
>>Para su tranquilidad les aseguro la fiabilidad de las informaciones al 100%. El confidente no es un traidor cualquiera, conmigo sólo esta saldando una deuda de honor; en verdad temo lo que haga con su vida después, ya que le guardo afecto personal.”

Cap Mahan “Señor como instigador de la operación me siento responsable y tengo que decir que a pesar de las informaciones, necesitamos contar con el factor suerte a nuestro favor”

Mckinley “Supongo que alguna vez nos tendrá que ser favorable, cuente con mi apoyo.”


“USS Monterrey”, 2 millas al través de San Luis de Apra Guam. 11:00 horas del 24 de julio de 1898

La travesía del gran monitor de San Francisco a Guam había sido toda una odisea. El día 10 de Junio había zarpado de la costa Oeste de los EEUU acompañado del carbonero “Brutus”, haciendo ambos escala en Honolulu.

Cuando salieron por la Puerta de Oro de California su misión era la de reforzar a Dewey en Manila. Aquella intención inicial se transformó en otra diferente al recibir instrucciones en la capital Hawaina mediante un correo de la Canadian Pacific, debían acabar con la resistencia española en la isla de Guam.

El buque del Capitán de Fragata Luetze, en compañía del carbonero “Brutus”, arribó el día 22 de Julio a las costas de la mayor isla de las Marianas. Allí ya habían empezado a desembarcar parte de las tropas de refuerzo de la Brigada del General Arthur MacArthur pertenecientes a la tercera expedición a Filipinas.

El VIII Cuerpo de Ejército de los EEUU, que bajo el mando del General de División Wesley Merrit se había creado en su momento con la finalidad de invadir el gran archipiélago asiático, terminó por desperdigarse a lo largo de todo el Pacífico como consecuencia de la imprevista situación creada en otros puntos de ese océano.

Recordamos que el 20 de Junio, el General Anderson desembarcó con 1.500 hombres en Guam; estos se atascaron en una cadena montañosa del centro de la isla, manteniendo combates de trinchera contra 500 españoles. Justo un mes más tarde, los reforzaba parte de la tercera expedición con destino a las Filipinas, unos 1000 hombres. Otros 3.000, con el General McArthur a la cabeza había proseguido dirección Subic para defender las posiciones en tierra del enclave tomado por Dewey en Olongapo.

El crucero auxiliar “Buenos Aires” del CF Bayo estaba sembrando el desconcierto en el Pacífico norteamericano, amedrentado a cuanto buque se atreviera a navegar por esas aguas. El día 17 de Junio, el “Buenos Aires” atacaba al transporte “Zelandia” de la segunda expedición del General Grene con 800 soldados abordo; la mayoría de ellos sobrevivieron, siendo entregados en la California mejicana al Gobierno de ese país. El 28 del mismo mes, nuestro crucero propiciaba un nuevo ataque al “City of Para” con otros 1000 hombres de la tercera expedición, con idéntico resultado que el primero, dejando esta vez a los supervivientes -la totalidad del transporte- en el Canadá Británico.

El único buque de la Navy que hasta la fecha había tratado de darle caza era el cañonero “Benigton”, el cual había quedado fuera de combate al intentar socorrer al segundo de los mercantes durante su aprehensión. El buque de guerra americano aunque tenía cañones de 150 mm, estos no eran de tiro rápido y su número era menor que los 120 mm del “Buenos Aires”; además, el potente cañonero estaba muy resentido de su combate con el “Velasco” en Hawai. De su lucha con el “Buenos Aires” hubo de retirarse el “Benington” con grandes daños, no resultando hundido porque el crucero auxiliar prefirió terminar la caza del “City of Para”; eso sí, nuestro buque saldría también tocado del combate.

El día 22 de Julio, cuando el monitor “Monterrey” aplastaba con sus cuatro enormes cañones la resistencia de las defensas costeras de la Bahía de San Luís de Apra y los 2.500 hombres del Ejército de los EEUU se aprestaban a terminar con la tenaz resistencia de los menos de 400 españoles que quedaban de pie en Guam, la situación del Pacífico era un tanto caótica:

En la costa Oeste del continente, el recién remodelado crucero protegido “Philadelphia” de 4.300 toneladas armado potentemente -12 cañones de 150 mm, 4 de57, 4 de 47 y 2 de37- y 19 nudos de velocidad, se disponía a buscar y destruir al “Buenos Aires”.

1.000 militares de la primera expedición de US Army a Filipinas y 2.900 de la segunda, trataban de dar cuenta de la rebelión nativa en Hawai. Disfrutaban del soporte naval del monitor “Monadnock”, del endeble aviso “Mohican” y varios transportes.

Las tropas del General Merrit en Guam, tenían contra las cuerdas al Coronel Marina; si éste último no recibía refuerzos en breve plazo, tendría que capitular. Por mar les apoyaban los cañones del “Monterrey”, el vapor de ruedas “Monocacy” y cuatro cargueros.

Ya camino de Filipinas iban 3.000 soldados en tres transportes, acompañados de un cuarto con carga general de suministros; en el canal de Batan, les esperaba el “Charleston” para escoltarles hasta Subic.

Los daños sufridos por Dewey, el levantamiento general en las Hawai, los ataques del “Buenos Aires” y la pertinaz oposición española encontrada en Guam habían terminado por trastocar los planes de campaña americanos en el Pacífico.



1-Gemelo del “Maria Cristina”, estaba armado con 6 piezas de 120 mm tiro rápido, 2 Hontorias de 9 cm, 6 ligeras de tiro rápido y 2 ametralladoras.

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(Continuación Capítulo L)

Crucero auxiliar “Buenos Aires”, aguas costeras del Canadá. 25 de Julio de 1898.

En la segunda semana de Julio el buque corsario del Capitán de Fragata Bayo había subido hasta el paralelo 60 con el objetivo de atacar al tráfico marítimo en Alaska; sí se presentaba la oportunidad, trataría de destruir al pequeño cañonero “Wheeling”, el cual era el encargado de velar militarmente por las aguas Golfo de Alaska y del Mar de Bering.

El “Buenos Aires” consiguió interceptar un par de mercantes con el consiguiente revuelo mediático, pero no así dar con el paradero del pequeño buque de guerra que se había refugiado en Anchorage.

El Capitán español sin más potenciales presas para atacar -todas se habían escondido en los puertos de la zona- decidió volver al Sur y buscar en Centroamérica a su buque nodriza, el “Isla de Luzón”.

Su experiencia marítima y militar le llevó a darse cuenta de inmediato que el barco que se acercaba a toda máquina era un buque de guerra de potencia suficiente para acabar con el suyo.

El “Buenos Aires” tras más de dos meses de campaña y su combate con el “Benington”, presentaba bastantes averías y daños: no alcanzaba los 14 nudos, tenía varios cañones inutilizados y las bombas de achique debían estar funcionando permanentemente en las sentinas para expulsar el agua que se filtraba por las vías de agua abiertas.

El “USS Philadelphia” era un crucero protegido de 4.300 toneladas potentemente armado. Después de una larga modernización había sido alta para el servicio a principios de Julio. En realidad debía estar navegando hacia Honolulu; sin embargo, su misión se retrasó para poner orden en la costa Oeste de los Estados Unidos. A mediados de mes, dio presa a la entrada del Golfo de Monterrey al “Isla de Luzón”, al que escoltó cautivo hasta San Francisco. Allí tubo noticias de las andazas del “Buenos Aires” al Norte y fue a su encuentro.

Los 19 nudos a que se movía el blanco casco del buque yanqui, le permitieron ponerse en dos horas al través de nuestro crucero y empezar a intercambiar fuego de costado con manifiesta superioridad sobre el mismo.

Al Capitán Bayó no le quedó más opción para no ser apresado que introducirse en el canal de Juan de Fuca y ser internado por las autoridades británicas del puerto de Victoria.

El “Philadelphia”, sin pausa ni descanso, puso rumbo a las Hawai para ayudar a acabar con la rebelión de las islas.

“USS Charleston”, estrecho de Batan. Mediodía del 26 de Julio de 1898.

El gozo del Capitán Glass se convirtió en frustración en menos de 10 minutos. Esperando la llegada en el Norte de las Filipinas de los barcos que transportaban las tropas del General Arthur McArthur, con la misión de escoltarlos hasta Subic e impedir de esa manera que cualquier embarcación armada enemiga les diera presa, divisó a un pequeño buque de guerra español unas millas al Sur. Era el cañonero “Lezo”, que con poco más de 500 toneladas y armado ligeramente podía ser un gran estorbo para las operaciones americanas entre el archipiélago filipino y Guam.

Haciendo uso de unas cartas españolas se internó en una zona de islas y arrecifes persiguiendo al lento enemigo. Antes de rajar el casco de su buque contra unos corales cercanos a las Islas Camiguin, le dio tiempo a dar caza y hundir con facilidad a la pequeña y antigua nave adversaria. Los náufragos de ambas embarcaciones se refugiarían en el cercano archipiélago.

Era realmente mala suerte que la primera vez que salía a navegar fuera de la zona Manila-Subic desde que llegará, hubiese encallado en un bajo. Más tarde se dijo que las cartas españolas estaban mal hechas de propósito para engañar a los enemigos y que se las habían vendido a los yanquis entre otras buenas a cosa hecha.

Horas más tarde, cuatro mercantes pasaban de largo camino de Manila. Percatados de la situación se detuvieron, socorriendo a sus compañeros y haciendo prisioneros al centenar de marinos -media docena falleciera durante el combate y había algunos heridos- españoles con el Tte. Benavente a la cabeza. A todos se los llevaron a bordo hasta Subic.

Hampton Roads-Newport, Virginia Beach. 27 de Julio de 1898.

La agrupación naval del Comodoro Watson dejó atrás su base naval y se internó en el Atlántico. Destino: las costas españolas.

Su misión era de sumo riesgo, el Comodoro era un mar de dudas en relación al lugar donde debía atacar. Descartaba las Canarias y la zona del Estrecho 1; en el primero se encontraba el crucero acorazado “Cataluña” con varios auxiliares armados, en el segundo patrullaban constantemente el “Pelayo” y dos guarda costas acorazados -los cuales además se dejaban caer de vez en cuando por las cercanías de las Canarias-. Sí se enfrentaba al primer grupo apoyado por las defensas de Las Palmas o Santa Cruz podía padecer un castigo importante sin conseguir nada a cambio, si se daba de bruces con el segundo de los grupos sufriría un descalabro; contra todos juntos a la vez, mejor ni pensarlo. Podía intentar burlarlos introduciéndose en el Mediterráneo y atacar importantes ciudades españoles o incluso las islas Baleares, el problema venía que siendo ese mar un trozo de agua cerrado, los españoles fácilmente bloquearían las Columnas de Hércules con los guarda costas acorazados y algunos cañoneros. Después enviarían en su búsqueda al “Pelayo”, “Cataluña” y varios cruceros auxiliares. No le permitirían repostar en ningún país ribereño y la opción de atravesar el Canal de Suez para dirigirse a Extremo Oriente había sido vetada expresamente por el Cap Mahan, ya que necesitaban de vuelta a sus buques en la costa Este Estados Unidos. Lo suyo era nada más que un raid de castigo y distracción.

Valorando todos estos factores, sólo podía bombardear la costa Norte de España. Allí había una base naval de importancia: El Ferrol, pero ésta quedaba descartada al estar artillada con suficiencia para una agrupación naval modesta como la suya. Podía intentar bombardear la instalaciones portuarias de alguna ciudad indefensa, lo que ocurría es que el ataque no debía ser muy intenso o las potencias europeas se pondrían de uñas si pacíficos civiles de ese continente resultaban heridos; por otra parte, él mismo se tenía por un caballero y no se perdonaría el matar a niños o mujeres a cosa hecha.

El único objetivo práctico era una pequeña ciudad costera de la fachada atlántica situada en el interior de un fiordo con un par de islas a la entrada. En el interior, la lengua de agua se iba estrechando hasta un lugar donde se volvía abrir en una amplia ensenada con una isla en mitad de ella. En esa isla estaban prisioneras las tripulaciones del “New Orleáns” y del “Marietta”; en las cercanías, permanecía atracado el cañonero apresado en el Atlántico Sur hace casi tres meses, si no era capaz de recuperarlo prefería verlo hundido antes que con la bandera española izada en su mástil.

Las informaciones decían que el lugar estaba protegido por poco más que un pequeño monitor desfasado y un puñado de cañones de costa. Atacarían ese punto, esperaba que los españoles no adivinaran sus intenciones.

A la vista de Watson en el mismo Newport -lista para zarpar en las próximas horas-, quedaba una gran agrupación naval con destino a Puerto Rico.



1-En el Estrecho patrullaban algunos pequeños vapores-correos armados: “Cabo Mogador”, “Rabat”, “Larache”…. Habían sido armados incluso a veces con piezas del Ejército de 8 ó 9 cm adaptadas de circunstancias para barcos.

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(Continuación Capítulo L)

Muelles del Puerto de San Juan de Puerto Rico. 28 de Julio de 1898.

La espera por la llegada de la expedición desde España se había hecho muy larga. Los cruceros acorazados ya habían abandonado el puerto hace un par de días. Cuando los vigías vieron acercarse al convoy de frente por el Norte y acosado por dos buques americanos, tardaron tan solo un instante en avisar a los buques del apostadero para que salieran al rescate. Haciéndolo el “Alfonso XIII” y el “Isabel II” como de costumbre.

El “Montevideo” y el “Satrústegui” venían en fila uno detrás del otro, flanqueados al Este por el “Meteoro” y al Oeste por el “Ciudad de Cádiz”; estos a su vez, eran atacados por “St. Paul” el primero y por el “Dixie” el segundo.

La pareja de mejores características militares -“St Paul” y “Meteoro”- se estaba despedazando mutuamente; curiosamente ambos tenían el mismo problema, mucha artillería para tan poco blindaje. Cuando el Capitán Sigsbee vio salir de San Juan a los refuerzos, contuvo su ataque y se batió en retirada.

Otro tanto de lo mismo había pasado con el “Ciudad de Cádiz” y el “Dixie”. -en este caso el segundo tenía más piezas de artillería que el primero. 10 cañones de montaña 3.2” frente 4 Hontoria tr de 90 mm y las dos ametralladoras de 25 mm-, en todo caso los nuestros se defendían dignamente.

Mientras el medianamente dañado “Meteoro” emprendía viaje de regreso a Canarias sin llegar a entrar en San Juan y escoltado hasta alta mar por el “Alfonso XIII” e “Isabel II” -que regresarían a San Juan día y medio más tarde-, los transportes entraban triunfalmente en la capital de la isla bajo los acordes del Himno Nacional y entre victorees de la multitud que se agolpaba en los muelles.

El “St Paul” y “Dixie” habían recibido un severo correctivo tras muchos días de navegación y campaña; además, interpretaron la media vuelta del “Meteoro” unida a la salida del “Alfonso XIII” y “Isabel II” como un ataque, por lo que emprendieron la huida hacia al Oeste buscando consuelos a sus muchos achaques y la protección de una escuadra propia.

Durante unos pocos días ningún buque con bandera a rayas blancas y rojas merodearía por las aguas de Puerto Rico.

Fondeadero del Yumuri, puerto de Matanzas. 29 de Julio de 1898.

El Capitán de la marina mercante miraba con satisfacción -apoyado en un candelero del “Monserrat”-, los trabajos que se estaban haciendo en aquél el casco de color gris con forma de puro.

La madrugada de ese mismo día viniendo desde el Este, don Manuel Deschamps había burlado -muy pegado a la costa y con eminente peligro de rajar la quilla de su buque- al endeble bloqueo naval americano por tercera vez desde que empezara la guerra. Ya cuando estaba entrando en la bahía de Matanzas, el crucero auxiliar americano “Yankee” 1 había abierto fuego sobre su buque, hasta que el primero fue rechazado por las baterías de Punta Sabanilla.

Un puñado de oficiales de la Marina y unos cuantos maquinistas -que habían llegado abordo del “Monserrat”- se afanaban ahora mismo en acoplar las partes del torpedero sumergible que fueran desmontadas en Cádiz para aligerarle peso en su estiva durante la travesía.


Mediante los pescantes del buque mercante y ayudado por una grúa flotante, desembarcaron la peculiar embarcación. Ya pegados a tierra, le estaban instalando la torreta óptica e introduciéndole tres torpedos.

Muy cerca de la machina del muelle que trabajaba para el “Peral”, Alejandro Osborne -desembarcado hace días del “Osado” 2- debatía con el Teniente Moya el plan de operaciones. La razón es que la puesta a punto del submarino había sido financiada por la “Oficina” y ésta tenía algo que decir en todo aquello, Osborne muy a pesar suyo debía embarcase con ellos.

Palacio de Marina, Madrid. 11:00 horas del 30 de Julio de 1898.

La sensación que tenía Galindo era que la guerra se había convertido en el combate agónico entre dos luchadores que se lanzaban los últimos golpes antes de desplomarse.

Tenía información de “Héctor” y debía pasársela sin más dilación al Almirantazgo. No se entretuvo con nadie y entró directamente en el despacho de un Vicealmirante Butler, quien al paso de los días parecía cumplir años de dos en dos. El cansancio y la tensión se reflejaban en el ojeroso rostro del eficaz marino.

Francisco Galindo “Mi Almirante debes cuidarte tienes un aspecto lamentable”

Vicealmirante Buttler “A ver si te crees que tu estas hecho un chaval. De todas formas, cuando esto acabe pienso irme a un balneario por una temporada.
>>Aunque me temo que contigo viniendo por aquí y con estas prisas, algo grave pasa y mis vacaciones deben esperar”.

Galindo “Watson ha salido hacia Europa hace un par de días.
>>Su agrupación la componen tres cruceros protegidos, dos cruceros auxiliares y un cañonero grande. Con ellos vienen dos carboneros.
>>No se donde van atacar, pero me he encargado hacerles llegar información de lo de los prisioneros de San Simón y del lugar de atraque del “Marietta”.”

Vicealmirante Butler “Nos la vamos a jugar a una carta, tampoco podemos perder demasiado aunque salga mal. El Ferrol es inútil que lo ataquen con esos barcos y el resto de la costa no la podemos defender por entero.
>>Para empezar la agrupación 3 del “Cataluña” se quedará en Canarias
>>Al “Puigcerdá” 4 y al Mac-Mahon 5, que ya están en Vigo, se les unirá desde el “Ferrol” la batería “Duque Tetúan” 6 y los torpederos “Orión”, “Habana” y “Ejército”.
>>Ordenaré el traslado inmediato de más torpedos fijos - desde el Ferrol-. Para cerrar el estrecho de Rande no se necesitan muchos y además contamos para su instalación con el ofrecimiento de un sumergible de un tal señor Sanjurjo.
>>Al Ejército le solicitaré el envío de piezas de sitio que refuercen a los cinco cañones de costa que tienen allí -Un Ordóñez de 150 mm y cuatro de hierro sunchado del mismo calibre modelo 1878-.
>>Por último, ordenaré que la agrupación del Estrecho se dirija a las Rías Bajas. Con los buques que traen no creo que se atrevan a atacar Cádiz o Ceuta y si pasan al Mediterráneo se pueden quedar encerrados.”

Galindo “Me parece todo correcto, pero si me permites creo que los acorazados deben retrasar su salida al límite. Es posible que tengan preestablecido un contacto en alta mar con algún barco, el cual les llevará noticias fresca del continente antes de atacar.”

Vicealmirante Butler “Tienes razón, la agrupación se dejaran ver ostensiblemente por el Gofo de Cádiz y Madeira, saliendo a última hora hacia Galicia.
>>Calculo que con los nuevos motores de los guarda costas, los acorazados tardarán en recorrer las 450 millas unos dos días. El problema será saber cuando llegarán ellos.”

Galindo “Voy a arriesgarme con un pronóstico. Les damos nueve días y medio de travesía, más otro día y medio para rellenar las carboneras antes de atacar. Todo lo más el 8 de Agosto debemos estar preparados para recibirlos.”

Vicealmirante Butler “Estamos obligados a avisar a las autoridades para que evacuen a la población civil.
>>Lo haremos de manera genérica a todas las ciudades costeras, advirtiendo a las de Vigo que sea especialmente diligentes.”

Galindo. “No te preocupes, en cuanto hagamos una insinuación del posible ataque, la mayoría de los españoles que residen en la costa se vendrán de veraneo al interior.”

Butler “Ya me imagino, pero habrá que organizarlo, no vaya a ser que la desbandada cause más daños que los mismos americanos”.

Galindo “Una última cosa, por curiosidad me puedes decir cual es su composición exacta de la División de defensa Costera y quien la comanda”.

Butler “El “Pelayo”, Numancia”, “Vitoria” y el cazatorpedero “Destructor”.
>>En cuanto al mando lo ostentará el bueno del CN 1ª don. Ramón Auñón, ya sabes que había sonado para Ministro en sustitución de Bermejo.”

Galindo “Lo sé, yo aconseje a los Comisarios del Protocolo que lo vetarán. No es buen momento para cambios, da imagen de debilidad y además don Segismundo no lo está haciendo tan mal.”

Butler “Estamos de acuerdo en que lo de las sustituciones a estas alturas no son buena cosa. Yo mismo puse el nombre de Auñón a la firma del Ministro para su nombramiento como Jefe de División costera, precisamente para evitar que sustituyera a Bermejo; aunque también creo que el primero es más capaz que el segundo”.



1-El “Yankee” había sufrido un duro encuentro contra el “Galicia” y el “Diego Velázquez” en Cienfuegos a primeros de Junio resultando tocado, hubo que regresar a los EEUU a reparar.
2-Cuando la escuadra española de Matta había perseguido al el convoy con refuerzos de los EEUU para Santiago
3-La agrupación la formaban el “Cataluña”, “Meteoro”, “Giralda” , “Osado” y “Urania”
4-Monitor blindado de 553 toneladas. Se le habían instalado dentro de sus torretas dos Hontoria de 120 mm modelo 1879 y dos ametralladoras de 25mm en los puentes voladizos.
5-Cañonero de 115 toneladas
6-Batería flotante de 703 toneladas, casco de madera blindado con planchas de hierro de 100 mm. Armado para la ocasión con tres Hontoria 120 mm modelo 1879 y tres ametralladoras 11 mm.


Fin del Capítulo

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CAPÍTULO LI
LA ESCUADRA DE RESERVA EN LAS FILIPINAS

Crucero protegido “Emperador Carlos V”, Mar de la China Meridional, 20 millas al Oeste de la Isla de Luzón. 11:00 horas del 31 de Julio de 1898.

El encierro -hasta ahora voluntario- de Dewey en Subic había permitido a las unidades del apostadero de Las Filipinas gozar de una libertad de movimientos que no tenían desde hacía meses.

Lucas Pena salió al encuentro de la flota de Cámara abordo del rápido torpedero Halcón. Hace un par de días, habían recibido noticias por los cauces previstos -por cierto cada día más difíciles- que la Escuadra de Reserva saliera del Mar de Andaman en Sian el pasado día 23 , con lo cual debía estar a punto de llegar.
La vista de la imponente figura del “Carlos V” con la bandera española de combate desplegada a popa le provocó una inesperada emoción al acercarse. El color gris de su casco le daba una apariencia más agresiva, aunque menos elegante que la del negro que portaba antaño, sus dorados adornos de la popa por los mismos motivos se habían transformado a un color oscuro; a pesar de todo, seguía siendo un hermoso navío de línea.

No sin cierto peligro para su persona -dado el estado de la mar- se asió a la escala de gato que le lanzaron desde la cubierta, subiendo a bordo de seguido. Su antiguo amigo de San Sebastián, el Alférez Gabriel McDowell, le esperaba a pie de cubierta agarrado a un pulido candelero. Como enlace de la Oficina en aquella División Naval, le informó de las vicisitudes acaecidas durante la travesía con la mayor exactitud posible dadas las prisas, ya que al mismo tiempo le conducía al encuentro del Almirante.

Gabriel le participó que lo que estaba a la vista era lo más importante de la Escuadra de Reserva, pero no lo único. Los cuatro cruceros protegidos -“Carlos V”, “Reina Regente 2º”, “Alfonso XIII” y “Lepanto”- y los tres cañoneros torpederos -María de Molina”, “Marqués de la Victoria y “Alvaro de Bazán”- venían adelantados al resto, en uno o dos días llegarían el par grandes cruceros auxiliares -“Patriota” y “Rápido”- y los dos carboneros -“San Agustín” y “Colón”- . Al pasar por Singapur se les uniera también el transporte “Isla de Panay”-sin carga importante-, anclado en aquél puerto desde el episodio de las minas para Manila-.
Concluyó Gabriel su breve exposición con los datos técnicos y poderes militares de los cañoneros torpederos 1 , auxiliares 2 y en menor medida del “Joaquín del Pielago”3 -el cual venía más atrás todavía con el dique flotante y tres remolcadores armados y fletados para tal fin con bandera española-.

McDowell le había contado todo de manera superficial antes de llegar a la puerta de la sala de derrotas; una vez en la misma, solicitaron permiso para entrar. Lucas ya conocía a Cámara de España y mantenía con él una relación cordial, en la misma estancia estaba el Comandante del buque CN don José María Jiménez.

Lucas “Mi Almirante no se puede imaginar la alegría que me proporciona el verlos. En Manila esperan ansiosamente, les tributaran un gran recibimiento”

Contralmirante Cámara “Todavía no hemos vencido a nadie, así que es mejor esperar para las congratulaciones; de todas formas, yo también me alegro de estar aquí.
>>Cambiando de tema, ¿qué novedades me puede dar sobre escuadra de Dewey?, según me informó don Juan Pastorín durante nuestro repostaje en Tailandia se ha refugiado en Subic. ¿De que medios dispone? ¿Está asediado por tierra?”

Lucas. “Vamos por partes:
>>En cuanto se refiere a su defensa ante un posible ataque por mar, sabemos que se han hecho fuertes en la isla llamada Grande. La misma se sitúa en el centro de la de la bahía y divide su boca en dos partes. El canal de entrada del Este está cegado por nuestro viejo transporte San Quintín -abandonado como pontón-, uno de sus carboneros y un par de barcos comprados en China como chatarra para tal fin. En la boca del Oeste -mucho más profunda- han instalado unas cuantas minas, 15 de ellas son unos viejos artefactos de procedencia británica comprados en el mismo país que los barcos hundidos; a mayores, podrá haber fondeadas una veintena de cabezas de combate de torpedos automóviles pertenecientes a la dotación de sus buques de guerra, amarradas a boyas y conectadas mediante unos cables a la estación de control en tierra.
>>Ya en la misma Isla Grande están emplazados unos cuantos cañones. Por lo que sabemos del “Bostón” rescataron una pieza de 203 mm, 2 de 150 mm y casi todas sus armas ligeras de tiro rápido; del paralítico “Raleigh” se han desembarcado su cañón de 150 mm y 4 más 127 mm tr. de uno de sus costados; además una pieza de 203 y otra de 150 mm, destinadas al Baltimore y que traían los refuerzos para sustituir a otras similares destruidas durante el combate de 1 de Mayo, están procediendo a emplazarlas en batería con las otras de igual calibre.
>>Los marineros del “Boston”, me imagino que los supervivientes del “Charleston” -era cierta la suposición, la tripulación al completo estaba en la Isla Grande- y la tripulación militarizada del “Nanshan” son la guarnición para la artillería.
>> Por mar creo que será muy difícil penetrar en Subic sin sufrir grandes daños en los buques y si me permite la observación, necesitamos una fuerza naval intacta que imponga cierto respeto, hay demasiados buitres con banderas de terceros países dando vueltas por la zona esperando una oportunidad para aprovecharse de cualquier debilidad.
>>En tierra 200 marines apoyados por un grupo numeroso de rebeldes filipinos a las órdenes de un tal Artemio -uno de los ayudantes del General Luna- han tomado Olongapo. Antes de ayer por la mañana, arribaron cuatro transportes con material y unos tres mil hombres del Ejército americano; ellos están procediendo a sustituir a los marines, los cuales actúan ahora como fuerza de choque y reserva.
>>Entre lo que han traído los nuevos y el material de desembarco de los buques, en el enclave terrestre tienen al menos dos baterías de de montaña y seis ametralladoras. Con todo su defensa principal esta basada en los cañones que le quedan al “Raleigh” y al “Petrel” que están fondeados cubriéndoles las espaldas a poca distancia de la costa. El “Olympia”, “Baltimore” y “Concord” se orientan a rechazar el posible ataque de una flota enemiga, apoyando a los cañones de costa y las minas. Cuenta también con un aviso débilmente armado que se dedica a labores de enlace y vigilancia, misión que complementan los botes a vapor de los buques que patrullan la bahía, armados éstos con ametralladoras o alguna pieza de tiro rápido.
>>El General Peña con unos 4.000 hombres rodea la cabeza de playa yanqui y posiblemente llegarán más refuerzos. No creo, sin embargo, que por el momento se pueda expulsar a los americanos. Me explico: en todo el archipiélago tenemos unos 50.000 hombres, 18.000 son tagalos de una lealtad cuanto menos discutible; en Luzón hay unos 30.000 soldados entre europeos y nativos, de ellos 15.000 están desperdigados por toda la isla, en ocasiones en una situación muy comprometida. De los otros 15.000 que estaban en la Capital, dos batallones han ido en refuerzo del General Peña a Olongapo y unos 1.700 infantes permanecen listos para ser trasladados a Guam, no sería conveniente restar un solo hombre más a la defensa de Manila. En conclusión, la Brigada del General Peña controla a los desembarcados para que no se muevan con libertad, pero no los puede echar al agua sin que los cañones de los barcos la destrocen.
>>Como cosa buena, corre el rumor que el crucero “Charleston” -ausentado de aquí hace una semana- ha sufrido un grave accidente; por el contrario, también se dice que el siniestro lo tuvo después de hundir a nuestro cañonero “Lezo” , del cual no tenemos noticia desde hace dos semanas y por lo tanto tampoco de Guam.”
CN Jiménez “Parece que pintaran bastos, pero a nuestro favor tenemos varias cosas. Puede ser que los barcos hundidos no hayan cerrado la boca Oeste, posiblemente el cemento de los emplazamientos de los cañones en la Isla Grande no haya fraguado, resulta poco creíble que los torpedos instalados artesanalmente funcionen y su escuadra debe estar destrozada para haberse recluido allí.”

Contralmirante Cámara “Seguro que tienes razón José María, lo que ocurre es que son demasiados imponderables juntos; aunque venciéramos, alguno nos podía estallar en las manos.
>>Por el momento, daremos una pasada delante de Subic para poner a prueba sus defensas y determinación. Mientras tanto esperamos la llegada de los que vienen detrás, quiero hacer una entrada que impresione a las flotas extranjeras en Manila y para eso cuantos más mejor.”

Paseo de Maria Cristina, Manila. 12.00 horas del 1 de Agosto de 1898.

Miles de personas esperaban desde primera hora de mañana la llegada de la escuadra al fondeadero del Pasig.Sobre las siete horas se escucharon en la lejanía el intercambio de salvas de ordenanza entre las baterías de las islas de la Boca Grande y los cañones de la escuadra. Al mediodía, aparecía la imponente y majestuosa estampa del crucero “Carlos V” a la vista de la costa. Procediendo a continuación el insignia, con lentitud calculada , en compañía de los otros buques de la agrupación naval de Cámara a adueñarse de las aguas de la Bahía de Manila. Al habérsele sumado los barcos que venían detrás, más los cañoneros del apostadero -“Isla de Luzón” e “Isla de Cuba”- y los torpederos -“Halcón” y “Acevedo”- formaban un total de 16 naves semejando ser una gran flota.

Con la Escuadra de Reserva en la Bahía de Manila y las tropas del Ejército de las Filipinas, no existía duda de a quién pertenecía la soberanía del archipiélago. El Almirante Cámara exigió para sí el saludo de cortesía de las otras flotas como titular de las aguas en que navegaban y a aquellas no les quedó más remedio que corresponder como invitadas.

Castillo Fuerza Santiago. 13:00 horas del 2 de agosto de 1898.

El cañonero “Bulusán” había transportado a tierra al Almirante y algunos de sus ayudantes, todos ellos se dieron un baño de popularidad al desembarcar en los muelles del Pasig. Hasta el mismo Presidente Rizal estuvo presente esperándoles, después se disculpó con sus obligaciones y se fue al Palacio de Gobierno de la Capital. Este verano no se había trasladado a Malacañan a petición del Capitán General, ya que éste no podía garantizar su seguridad por el momento.

En Fuerte Santiago, después de comer con las autoridades, el Teniente General don Fernando Primo de Rivera y el Contralmirante Cámara se entrevistaron en presencia de sus segundos y Lucas Pena.

Primo de Rivera. “Almirante ha hecho usted ya alguna valoración de la situación”

Contralmirante Cámara. “Ayer por la tarde me acerque a dos millas de Subic y me abrieron fuego intenso desde allí; incluso un par de disparos alcanzaron al “Alfonso XIII”, con tan mala suerte que le han dañado el mecanismo de tiro forzado y el servo motor. No le imposibilita para navegar, pero no pasa de 14 nudos y la rueda de gobierno no hay que la mueva.
>>Pienso que si no es absolutamente necesario, no intentaremos forzar la entrada de nuevo y en todo caso debiera ser siempre con un ataque combinado de fuerzas de tierra; que por lo que me ha explicado el señor Lucas, no es el momento más oportuno para realizarlo.”

Primo de Rivera “Así es, tenemos algunos problemas con los tagalos, sobre todo en guarniciones aisladas. A decir verdad estoy especialmente preocupado con una de ellas, la de Baler, no sabemos nada de ella desde hace más de un mes. De todas formas ese es asunto diferente al que nos ocupa.
>> ¿Qué ocurre si le llegan refuerzos marítimos a Dewey? ¿Está en condiciones de rechazarlos?”

Contralmirante Cámara “Por lo que sabemos sólo disponen de dos monitores y un crucero protegido en todo el Pacífico, y estos andan enzarzados entre las Hawai y Guam con bastantes problemas por resolver antes de venir hacia aquí.
>>Por otra parte, los monitores sólo tienen valor militar contra la costa, si están acompañados de una escuadra.”

Primo de Rivera “Sabe vuecencia que debemos socorrer a Guam ¿Asume ese objetivo? ¿Qué planes tiene?”

Cámara “Mi General yo estoy a sus órdenes, una vez dejado claro este extremo propongo varias acciones inmediatas, entre ellas: declarar levantado el bloqueo de Manila por las fuerzas yanquis, decretar un bloqueo efectivo sobre Subic y enviar una expedición a Guam en menos de tres días.”

Primo de Rivera. “¿Por qué tanta prisa con lo de Guam?. Hace casi dos semanas que no tenemos noticias de allí y vía Madrid las recibimos con cuentagotas. ¿Sabe algo que nosotros ignoremos?

Cámara “La mayoría son conjeturas hechas en España y que me ha trasladado el Cónsul don Juan Pastorín en nuestra entrevista de Siam mientras repostábamos.
>>Se supone que desde San Francisco han salido hasta ahora unos 11.000 hombres en tres expediciones diferente, de ellos 1.800 se han visto obligados a regresar por la intervención del crucero auxiliar “Buenos Aires”. Del resto hasta aquí ,aunque han tenido tiempo suficiente para hacerlo todos, sólo han llegado los 3.000 de antes de ayer; con lo cual los demás están en Hawai -confirmados 4.000- o en Guam -sólo sabemos con seguridad de 1.500, pero pueden haber sido reforzados por otros 1.000-. Esto significaría que la guarnición española de la isla -unos 600 hombres- si no se ha rendido ya, lo hará muy pronto.
>>Por lo anterior, Madrid considera que es de suma importancia enviar una fuerza expedicionaria lo antes posible, ya que en cuanto comiencen las conversaciones de paz -que se suponen próximas- se suspenderán los movimientos de tropas; si los americanos han vencido en Guam o tienen una posición dominante sin que nadie los acose, tendrán un argumento muy importante en la negociación para reclamar concesiones.”

Primo de Rivera “Eso tiene sentido. Podemos enviar lo que nos queda de la Brigada de Infantería de Marina y un Batallón expedicionario con alguna artillería.
>>Cuantos hombres puede transportar y que buques piensa les acompañen como escolta.”

Cámara “Vengo haciendo cálculos desde salí Siam. Para transporte podemos utilizar “Isla de Panay”, el “Patriota” y “Rápido” -los dos últimos están bien armados- y como escoltas al “Lepanto”, uno de los cañoneros de primera del apostadero y uno de los cañoneros-torpederos que han venido conmigo desde España, además añadiremos un carbonero.
>>El CN José Barrasa dirigirá la escuadrilla” -Hasta hora el CN José Barrasa y Fernández de Castro había sido el encargado de coordinar a cruceros auxiliares y transportes, así como los aspectos logísticos de la expedición-. Por favor Emilio encárgate de trasladarle esta orden para que vaya haciendo desde ya los preparativos.”

CN Hediger 2º Jefe de la Escuadra de Reserva. “A tus órdenes Manuel. Si te parece le diré a José que se lleven cuatro Hontorias de desembarco y una ametralladora de 7 mm de cada uno de lo cañoneros-torpederos” Cámara dio el visto bueno y CN Hediger levantándose de la reunión se dispuso a cumplir la orden.

General Jaudenes, 2º Cabo de las Filipinas. “Nos vamos a quedar sin protección aquí, ¿Qué piensa hacer con Dewey?”.

Cámara. “Con el resto de mis buques y ellos sin el “Charleston” tenemos fuerza de sobra, siempre que no intentemos violar el cierre que han establecido en Subic.”

Jaudenes “¿Sabe donde tienen desplegadas los americanos las otras unidades navales de las que han hablado?”

Hediger “Sólo aproximadamente.
>>Los dos monitores salieron hace más de un mes de San Francisco por separado. Las últimas noticias de ellos son que uno zarpó de Hawai y viene hacia aquí -pero puede que se quede apoyando el desembarco de Guam, ya que allí no hay más unidades que un antiguo cañonero de madera-, el otro hace 12 días estaba en la Hawai y no creemos que se mueva hasta que llegue algo decente al archipiélago para relevarlo.
>>El crucero protegido es el “Filadelfia” -nada del otro mundo-; sin embargo, el buque de mayor valor militar de las tres naves que estamos hablando. Después de ser modernizado, se ha dado de alta para el servicio ni apenas hace un mes; las últimas noticias de la prensa americana decían que andaba buscando al crucero auxiliar “Buenos Aires” como un loco, si le da caza creemos que irá a Hawai.”

Primo de Rivera “De Hong-Kong nos han llegado noticias que el “Buenos Aires” se ha tenido que refugiar en un puerto de Canadá, quedando internado por las autoridades locales. Parece que todos tenemos informaciones solamente sesgadas y parciales.
>> ¿Qué posibilidades tienen con los monitores en caso de encontrárselos?. Aunque ustedes no les dan mucho valor militar, por lo poco que conozco de ese tipo buques, poseen grandes cañones y están bien protegidos.”

Cámara “Tranquilo mi General no los menospreciamos. Yo por el mismo dinero hubiera construido otro tipo de embarcaciones, pero preferiría que sus cañones apuntaran hacia otro lado. Con ellos todo depende un poco de la suerte que tengamos.
>>Como defensa costera o dentro de una bahía cerrada pueden ser un adversario temible. En alta mar sólo hay que esperar a que ésta se ponga brava y entonces no podrán utilizar sus cañones principales, tienen un francobordo muy bajo y su mayor problema en ese caso es mantenerse a flote; como de armas ligeras van muy justitos, quedarán a merced de cruceros y torpederos.
>>En concreto si hubiera un monitor en Guam, nuestra escuadrilla posee fuerza suficiente teniendo un poco de paciencia y sin precipitarse, para en pocos días mandarlo al fondo del mar. Cambia la cosa si se adentra en la Bahía de Apra, entonces sus cañones nos impedirán acercarnos a ese punto.
>>Hablando de defensas costeras, me imagino que en Manila y en la Boca Grande, las nuestras estarán muy debilitadas después de los combates”

Primo de Rivera “Es cierto, pero con las que traen ustedes desde España como repuesto y las que podamos recuperar de los buques inutilizados en combate, montaremos una defensa importante
>> Ahora me imagino que querrán descansar un rato. Hemos preparado unas habitaciones para ustedes”

Cámara “Se lo agradecemos mi General, pero el bloqueo a Subic no puede esperar. Lo de Guam tampoco admite demora, desde esta tarde ha de trabajarse en Cavite sin descanso, tenemos que estar listos para zarpar en todo lo más tres días.”



1-Todos de 823 toneladas y 19 nudos. “Maria de Molina” 2 García Lomas 100 mm tr, 4 Nordenfelt 42 mm, 2 ametralladoras de 7 mm. “Alvaro de Bazán” y “Marqués de la Victoria” 2 Hontoria 120 mm tr. , 4 Nordenfelt 42 mm y 2 ametralladoras maxin de 7 mm. Todos 4 tubos torpederos .Tenían mamparo de colisión de 25 mm y cubierta sobre la línea de flotación de 10 mm de acero
2-"Patriota” 12.000 ton. 18.5 nudos. Armamento: 4 Armstrong 120 mm, 2 Hontoria 120 mm tr, 2 Hontoria 9 cm, 4 Nordenfelt 57 mm, 2 Sarmiento 42 mm, 2 Maxim 37 mm.
“Rápido” 10.000 toneladas, 18 nudos. 4 Krupp 120 mm, 2 Hontoria 120 mm tr, 2 Krupp 8.7 cm, dos Hotchkiss 57 mm, 4 Nordenfelt 57 mm, 2 Nordenfelt 42 mm.
3-Algo más de 1000 toneladas. En principio armado con 2 Hontoria de 9 mm y ametralladoras de 11 mm. Se le añadieron dos Skoda de 7 cm tr. y 2 Hotchkiss de 47 mm provenientes del Giralda.

_________________
Jefe 1ª Sección del Estado Mayor. Organización.
Comandante del cañonero: Pizarro R. O. del 27 de Agosto de 2010.


14 Ago 2010 12:15
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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com