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Fundación de la Colonia de Sacramento y primeros conflictos.


Los conflictos entre España y Portugal por la posesión de tierras en la cuenca del Río de la Plata duró casi todo el siglo XVIII, pero comenzó en el siglo anterior, cuando la Corona portuguesa, aprovechando la debilidad militar y económica del reinado del rey español Carlos II, último de los Austrias, quiso extender sus dominios a la costa norte del Río de la Plata. A finales de enero de 1680 se inicia una expedición al mando del maestre de campo D. Miguel Lobo, gobernador de Río de Janeiro, compuesta por 400 soldados embarcados en dos navíos, dos bergantines y otros buques menores. Llevaban 18 cañones, aperos de labranza y elementos de construcción (1). El 20 de enero toman la isla de San Gabriel y a los pocos días se establecen en la costa, fundando Colonia de Sacramento.


El gobernador de Buenos Aires, D. José de Garro, manda la zumaca San José a la isla de San Gabriel para establecer contacto con los portugueses. A los pocos días regresa la embarcación a Buenos Aires y confirma al goberenador Garro que los portugueses han establecido un asentamiento. Envió una carta a Miguel Lobo, deciéndole que debía retirarse al ser una colonia ilegal. Ante la negativa portuguesa, Garro moviliza las tropas disponibles. Pide apoyo al virrey del Perú para que le mande tropas. Como éstas tardarían mucho en llegar, envía emisarios a Paraguay, Tucumán y Santa Fe, desde donde le envían soldados, siendo puestos al mando de D. Antonio de la Vera Mújica. Después de varios meses de preparación, el ejército español se presenta ante Colonia de Sacramento en el verano de 1680, compuesto por 400 soldados y 3.000 indios tapes. Tropas de refuerzo portuguesas, enviadas desde Río de Janeiro, habían naufragado a bordo de una zumaca y un lanchón a la entrada del Río de la Plata, por lo que las tropas de Lobo se encontraban sin apoyos.


Para evitar una masacre, Vera Mújica pide a Lobo que se retire. Ante la negativa portuguesa, el asalto, que se produjo el 7 de agosto, fue inevitable, muriendo 150 portugueses y 300 atacantes, la mayoría indios tapes. Ante las protestas de la Corono portuguesa, la española trata de resolver la cuestión de forma diplomática (2). No sólo cedieron a las pretensiones portugueses, dada la debilidad de la Corona portuguesa, sino que desaprobó el proceder del gobernador Garro y se les devolvió la plaza, artillería y armas por el Tratado Provisional firmado el 7 de mayo de 1681. El traspaso se hizo efectivo el 12 de febrero del año siguiente por Herrera y Sotomayor, nuevo gobernador de Buenos Aires. Los portugueses cambiaron el nombre a la plaza y la comenzaron a llamar Nueva Colonia de Sacramento.


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La Guerra de Sucesión española provoca un nuevo conflicto con los portugueses por la posesión de la Colonia. El gobernador de Buenos Aires, D. Alonso Juan de Valdés e Inclán, puso sus tropas al mando de D. Baltasar García Ros, compuestas por 800 soldados, 600 milicianos y 300 indios. El 2 de octubre de 1704 cruzan el río de la Plata y esperan a que se les una otros 4.000 indios de las misiones. Comienza el sitio de la plaza de Colonia de Sacramento el 18 de octubre.


El 5 de marzo de 1705 llega una escuadra portuguesa desde Río de Janeiro compuesta por dos fragatas, de 44 y 30 cañones, la fragata Estrella, de 20 cañones, y el patache Santa Juana, armado con 8 cañones. Sumisión era forzar el bloqueo naval español y evacuar a las tropas y veninos de la plaza. Les hizo frente el capitán de mar y guerra D. José de Ibarra y Lazcano con el navío de registro Nuestra Señora del Rosario, armado con 36 cañones, el bajel Santa Teresa, alias Popa Verde (3), armado con 16 cañones, y un brulote.


Durante cuatro horas combatieron las dos escuadras a tiro de pistola, no pudiendo evitar que las naves portuguesas entren en la plaza y que el buque Santa Teresa fuese tomado al abordaje. También fracasó un intento de los españoles por quemar las embarcaciones portuguesas con el brulote.


Después de embarcar a la guarnición, zarpan el 14 de marzo y se retiran a Río de Janeiro, abandonando los cañones y armas de la plaza a los españoles, que entran en ella dos días después (4). Por el tratado de Utrech, firmado en Holanda en 1713, la plaza de Colonia de Sacramento es devuelta a los portugueses, haciendo efectiva la devolución en 1716, que nombran nuevo gobernador a Manuel Gómes Barboza, siendo sustituido el 14 de marzo de 1722 por Antonio Pedro de Vasconcellos.


Notas

(1) Página web Reconquista y Defensa, de la Fundación Argentina del Mañana.

(2) Cesáreo Fernández Duro, "Armada española", Tomo V, páginas 188-190.

(3) Era un buque portugués que había sido apresado, puesto al mando del capitán D. Francisco Valero.

(4) Cesáreo Fernández Duro, "Armada española", Tomo VI, páginas 91 y 92.

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Fundación de Montevideo


En una carta del rey portugués al gobernador y capitán general de Río de Janeiro del 29 de junio de 1723, se le ordena enviar una expedición a Montevideo para poblar aquellos parajes. El 21 de noviembre de ese año zarpa de Río de Janeiro una flota compuesta por la fragata de 44 cañones Nossa Senhora da Oliveira, los navíos Chumbado, al mando de Francisco Días, Sacopira y una zumaca, puestos al mando del capitán de navío Manuel Enriquez de Noronha. Llevaban a bordo 250 a 300 personas, de los que 150 eran soldados. La expedición estaba al mando del maestre de campo Manuel Freitas da Fonseca, siendo apoyados por Vasconcellos, gobernador de la Colonia de Sacramento. Como ya había ocurrido en 1680, pretendían establecerse ilegalmente.


El gobernador de Buenos Aires, D. Bruno Maurizio de Zabala, es informado de la llegada de los portugueses el 1º de diciembre por el práctico del río, el capitán D. Pedro Gronardo (1). Zabala envió al capitán D. Alonso de la Vega con 150 dragones para hostigar a los portugueses, mientras comienza a preparar una expedición por tierra y mar para expulsarlos.


Se encontraban en la zona cuatro buques de registro, los cuales, de acuerdo con sus capitanes y oficiales, fueron armados con cañones y aumentada su tripulación. El 20 de enero de 1724 llegaron ante Montevideo 420 soldados al mando de Zabala, los cuales hicieron incursiones y golpes de mano que diezmaron a la guarnición enemiga. Fonseca, sin alimentos y son apoyos, reembarca sus tropas el 22 de enero (2) y se retira a Río de Janeiro.


Aprovechando las instalaciones que habían abandonado los portugueses, comenzó Zabala una nueva fortificación ese mismo mes de enero de 1724, siendo así el fundador de la plaza llamada San Felipe de Montevideo. A bordo de dos de los navíos mando regresar a Buenos Aires a las milicias y algunas tropas regulares, mientras instalaba una batería de cuatro cañones al este de la ensenada. La mañana del 24 de febrero aparece a la vista de la plaza la fragata portuguesa Santa Catharina, armada con 32 cañones y con 130 soldados destinados a reforzar la plaza, ya que al zarpar de Río de Janeiro desconocía que los portugueses habían abandonado Montevideo (3).


A las nueve de la mañana fondeó cerca cerca de la batería española, desde la cual se la hizo señal para que se acercara un bote. Cuando el comandante de la fragata se percató que Montevideo estaba en manos españolas, largó velas y viró para salir de la ensenada. Zabala envió un bote para dar caza a la lancha enemiga, consiguiendo capturar a cinco de los marineros, mientras el resto se tiró al agua. Dos días más tarde, liberados losprisioneros, la fragata puso rumbo a Río de Jeneiro. Ese mismo día aparecen tres velas procedentes de Colonia de Sacramento, retirándose dos días después sin intentar ningún ataque.

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Marchó Zabala a Buenos Aires el 5 de abril, dejando como comandante encargado de la defensa de la nueva plaza al capitán D. Francisco Antonio de Lemos, con una guarnición de 110 soldados (4) y mil indios armados. El gobernador Zabala dio franquicias y privilegios a todos los que pasasen a poblar Montevideo y así lo hicieron seis familias de Buenos Aires.


En 1724, la corte de Felipe V, viendo la necesidad de poblar la costa oriental firma un contrato con el comerciante D. Francisco de Alzaybar para enviar 25 familias gallegas y otras tantas canarias. Al año siguiente se encontraban listas veinte familias canarias, pero la salida se aplazó hasta el año 1726 y las familias gallegas son sustituidas por otras canarias. El 19 de noviembre de 1726 llegan a Montevideo dieciséis familias canarias a bordo del navío de registro Nuestra Señora de la Encina, alias La Bretaña, que había zarpado el 21 de agosto (5) al mando del capitán vizcaino D. Bernardo Zamorategui.


En este primer viaje no se enviaron tropas, siendo llevadas en un segundo vieje preparado por Alzaybar a bordo de otro navíode su propiedad, el San Bruno. Consistían en siete oficiales, 25 dragones del Regimiento "Pavia" y unos 100 soldados de infantería con guarnición en Cádiz (6). Llegaron a Montevideo el 9 de abril de 1729. Poco antes, el 27 de marzo de ese año, llega a Montevideo el navío de registro San Martín, con treinta familias canarias más, habiendo zarpado de Tenerife el 31 de enero.


Notas

(1) Alejandro Magariños Cervantes, "Estudios históricos, políticos y sociales sobre el río de la plata", páginas 60 y 61.

(2) Centenario. Reg. "Dragones Libertadores" C. Mec. Nº 9, página 20.

(3) Diario de D. Bruno Maurizio de Zabala.

(4) Luis Enrique Arazola Gil, "Los orígenes de Montevideo 1607-1749", página 86.

(5) Arturo Scarone, "Efemerides uruguayas", Instituto Histórico y Geográfico de Uruguay", página 556.

(6) Centenario, ob.cit. página 21.

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Guerra con Portugal. 1735-1737


La Colonia de Sacramento prosperó bajo el mandato de su gobernador Vasconcellos. Lentamente fue ampliando su radio de acción y sus zonas de cultivo y pastoreo se habían extendido hasta los 120 kilómetros. El comercio de cueros era próspero de los que se beneficiaban portugueses y británicos, cuyos buques recalaban en el puerto por docenas, mientras la aduana de Buenos Aires sufría este contrabando. El nuevo gobernador y capitán general de Buenos Aires, D. Miguel de Salcedo y Sierraalta, que había sustituido a Zabala en 1734, recibe en el mes de marzo de ese año instrucciones de Madrid para estrechar el radio de acción de la Colonia de Sacramento a un tiro de cañón, unos dos kilómetros. Salcedo le hace saber al goberenador Vasconcellos las órdenes recibidas de su rey, pero el gobernador portugués intenta ganar tiempo dando respuestas evasivas.


En febrero de 1735 sucede un incidente diplomático en Madrid que está a puntode desencadenar una guerra abierta entre las dos naciones, pero sirve de pretexto para desencadenar las hostilidades en América del Sur. Los portugueses, temiendo que los españoles interceptaran la flota procedente de Brasil, solicitan ayuda a Gran Bretaña, enviando éstos una escuadra de 30 navíos y doce mil hombres a Lisboa, al mando del almirante John Norris (1).


La corte española dio patentes de corso a D. Francisco de Alzaybar y capturó varios buques portugueses, uno de ellos el 29 de julio de 1735 cuando zarpaba de Colonia rumbo a Bahía (2) por el navío de registro San Bruno, armado con 36 añones. El 15 de septiembre el navío Nuestra Señora de la Encina, también armado con 36 cañones y al mando del propio Alzaybar, captura a la corbeta Nossa Senhora del Rosario e Animas cuando pretendía entrar en la Colonia. Estas capturas y las amenazas no consiguieron amedrentar a los portugueses.


Rotas las relaciones diplomáticas entre los dos países, recibe Salcedo una Real Orden del 18 de abril de 1735 para atacar la Colonia de Sacramento sin esperar una declaración formal de guerra, en carta fechada en Aranjuez por D. José Patiño. Solicita Salcedo el apoyo de los jesuitas, enemistados con los portugueses, que le envían 4.000 indios desde las misiones. Con otros 1.500 hombres de Buenos Aires, Corrientes y Montevideo inicia el sitio de la plaza de Colonia el 20 de octubre de 1735. Desde Madrid se le había advertido a Salcedo que si no contaba con elementos suficientes esperara la llegada de tropas que se le enviaban desde Cádiz a bordo de dos fragatas (3).


Sin esperar estos refuerzos, comienza Salcedo su marcha hacia la plaza, entreteniéndose demasiado en saquear caseríos y atacar puntos sin interés, lo que dio tiempo al gobernador D. Antonio Pedro de Vasconcellos a prepararse para la defensa. A pesar del floqueo fluvial impuesto por la flotilla española, una embarcación al mando del capitán Guillermo Kelly zarpa de Sacramento y llega a Ríode Janeiro, donde informa al gobernador interino D, José da Silva Pais.

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José da Silva Pais comienza a reclutar tropas y a organizar una primera expedición de socorro. El 15 de diciembre de 1735 zarpa de Río de Janeiro una flota de seis embarcacional al mando del sargento mayor de la Armada D. Tomás Gómes da Silva, compuesta por la fragata de 50 cañones Nossa Senhora de Nazareth, capitán Francisco Santos y buque insignia, fragata de 20 cañones Bom Jesús de Vilanova, capitán Dionisio Antonio, las galeras Santa Anna y Sao José, el patache Bom Jesús de Boucas y la corbeta Santa Anna. Llevaban a bordo 20 oficiales, 250 soldados de infanterñia, 42 dragones de caballería, 35 artilleros, 86 reclutas y 25 indios, además de 370 marineros (4). La llegada a Sacramento el 6 de enero de 1736 (5) fue muy festejada por la guarnición.


Aunque estos refuerzos no alteraron apreciablemente el equilibrio de fuerzas, fue un duro golpe para la moral de las tropas españolas, mucho más cuando llegó una segunda expedición organizada por el vireey de Bahía André de Melo e Castro, conde de Galveias, y que había zarpado de este puerto el 31 de diciembre en doce navíos. Eran 200 soldados de infantería y 60 artilleros más.


La superioridad naval portuguesa era ya evidente, por lo que los buques españoles se refugiaron en la ensenada de barragán en enero de 1736, donde se construyeron tres baterías a su entrada, con las cuales son rechazadas las naves de Gómes da Silva, que pretendían quemar a las naves españolas. A estas alturas era dificil que llegaran naves españolas y no se enfrentaran a las portuguesas. Así le ocurrió al capitán de fragata D. Juan Antonio de la Colina, que había zarpado de La Coruña el 21 de marzo de 1736 con correspondencia para el gobernador Salcedo, siendo su pequeña nave tomada al abordaje y quemada a primeros de agosto por el alférez Juan Bautista Ferreira.


Mientras llegaba la segunda expedición desde bahía, José da Sila Pais prepara en Río de Janeiro otro reclutamiento de tropas. Consigue reunir 200 soldados de infantería, 50 artilleros y 250 reclutas. Cargados con estas tropas, pertrechos y provisiones zarpan de Río tres navíos y cuatro zumacas el 11 de marzo. Una tempestad separa la escuadra y una de las naves llega a Sacramento el 2 de mayo, dando aviso de la llegada del resto de las naves.


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En la corte portuguesa se enteran del alistamiento en Cádiz de varias fragatas de guerra para ser enviadas con tropas a reforzar al ejército de Salcedo. Ante estas alarmantes noticias, el rey Juan V ordena el alistamiento de varios buques de guerra con destino a la Colonia, puestos al mando del coronel de la Armada D. Luiz de Abreu Prego. Contaba con los navíos Nossa Senhora de Vitória, 60 cañones y buque insignia, Nossa Senhora da Conceicäo, 60 cañones y al mando del capitán Joao Pereira dos Santos, Nossa Senhora da Lampadoza, 54 cañones y capitán José de Vasconcellos Maltez, además de otros cinco menores, de guerra y mercantes.


Con el pretexto de acompañar a una flota mercante a Río de Janeiro, zarpan de Lisboa el 25 de marzo de 1736, siendo su verdadero destino reforzar la presencia naval portuguesa en Río de la Plata. A la altura de las islas Canarias, de la escuadra de Abreu Prego se destaca una embarcación a Río de Janeiro para dar aviso de la próxima llegada de esta escuadra, llevando además órdenes del rey para que el gobierno de Río de Janeiro fuese ocupado por Gómes Freire de Andrade y el brigadier Josñe da Silva Pais asumiera el mando terrestre de las futuras operaciones contra los españoles, debiendo antes armar nuevos buques para reforzar a los que estaban a punto de llegar de Lisboa. Con estos importantes refuerzos, el rey portugués pretendía, no sólo levantar el sitio de Clonia, sino tomar también la plaza de Montevideo (6).


Mientras llegaba la escuadra a Río, se alistan más tropas y naves, los navíos N. S. da Esperança, 70 cañones, capitán José Goncalves Lage, N. S. das Ondas, 58 cañones, capitán Antonio de Mello Callado, el bergantín N. S. da Piedade, galega Santa Anna, una balandra y dos zamacas. Las tropas que llevarían eran cuatro compañías de infantería de la guarnición de Río de Janeiro.


Por parte española, zarpan de Cádiz el 9 de mayo de 1736 las fragatas Hermiona y San Esteban (7), siendo sus comandantes los capitanes de fragata D. Jorge Chavarría y D. José de Arratia, respectivamente. Llevaban a bordo 200 dragones de caballería.


Alistados los navíos mencionados anteriormente, zarpa la escuadra portuguesa de Río de Janeiro el 25 de junio, siendo la nave capitana el N. S. da Esperança y almirante N. S. das Ondas. El 3 de julio llegan a la isla de Santa Catalina. Las órdenes pra Abreu Prego eran aliviar el cerco de Colonia de Sacramento, conquistar Montevideo e iniciar provocaciones en Río Grande de San Pedro contra los españoles.


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El 10 de agosto sufren un temporal de tres días qoe dispersa la escuadra portuguesa. El día 18 de agosto el navío N. S. da Conceiçao se entrenta en un duro combate a dos fragatas españolas (8). Dos días después, la fragata San Esteban se enfrenta a otro navío portugués y la tarde del 26 de agosto, frente a Maldonado, la misma fragata captura a uno de los buques portugueses del convoy que iba en conserva del navío N. S. da Lampadoza, el cual inicia un combate por siete u ocho horas hasta que los vientos separan a las dos embarcaciones (9). La escuadra de Abreu Prego llega ante Montevideo la noche del 6 de septiembre, comenzando un bloqueo de la plaza defendida por el comandante D. Alonso de la Vega. Al enterarse Salcedo, envía los 200 dragomes recién llegados al mando del teniente coronel D. Francisco martínez Lobato. Con la llegada de estos refuerzos, los portugueses deciden abandonar la empresa de tomar Montevideo al asalto, conformándose con el bloqueo naval.


El 21 de agosto de 1736 zarpan de Lisboa otros dos buques de guerra, uno de ellos era el navío Nossa Senhora sa Arrabida dando escolta a dos navíos cargados de provisiones. Los portugueses contaban en la zona de operaciones con una decena de buques de guerra, muy superiores a los buques españoles. El brigadier Silva Pais, con el navío N. S. da Esperança y otros cuatro menores decide atacar a los buques españoles refugiados en la ensenada de Barragán. Eran los dos navíos de registro propiedad de Alzaybar y las fragatas Hermiona y San Esteban, al mando del capitán de fragata Arratia, comandante de esta última. Abreu Prego se mostró contrario a este ataque, en contra de la opinión del brigadier Silva Pais y del gobernador Vasconcellos, que deseaban acabar con la flotilla españolalo antes posible.


El 17 de noviembre se acercaron los buques portugueses a los españoles, pero carecían de prácticos y corrían peligro de quedar varados, como ya había pronosticado Abreu Prego, no teniendo más remedio que desistir de su empeño. Al regresar al puerto de Colonia, el navío N. S. da Esperança encalló a causa de un temporal entre la plaza y la isla de San Gabriel. Para colmo de desgracias, se enteran de la próxima llegada de cuatro fragatas españolas.


Los alimentos comenzaron a escasear en Colonia de Sacramento por lo que decide evacuar a los civiles y enviarlos a Río de Janeiro, de modo que en diciembre de 1736 se embarcaron 200 civiles en el navío N. S. da Conceicäo, 95 en el N. S. da Vitória y 180 en el navío N. S. da Lampadoza.


En marzo de 1737 llegan a la zona de operaciones seis embarcaciones españolas al mando del capitán de navío D. Nicolás Geraldino. Eran las fragatas Galga, Paloma Indiana (10) y el paquebote Nuestra Señora del Rosario, además de tres buques portugueses capturados durante la travesía. Llevaban a bordo 225 hombres del Regimiento de Infantería "Cantabria", al mando del teniente coronel D. Domingo Santos de Uriarte, que se sumaron a las tropas de Salcedo, aunque poco pudieron hacer para resolver los males causados por la precipitación de Salcedo. Ante el retraso del alistamiento de estas naves, había zarpado anteriormente, el 27 de agosto, de El Ferrol la fragata San Francisco Javier, cargada con pólvora, armas y municiones, al mando del capitán de fragata D. Francisco Lastarría (11).


La flotilla española fue puesta al mando del capitán Geraldino, que se mostró poco activa, sobre todo a causa de la falta de entendimiento con el gobernador Salcedo. El 29 de agosto de 1737 perdió una de sus naves (12), el navío de registro Nuestra Señora de la Encina, que al mando del capitán D. Agustín de Aldunsín varó y se hundió en Punta Piedras (San Borondón).

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La noticia de la salida de Cádiz de la escuadra de Geraldino y la falta de resultados de la escuadra portuguesa, motivaron que la Corona portuguesa decidiera enviar otra escuadra que zarpa de Lisboa el 21 de agosto y llega a Río de Janeiro el 30 de octubre. En esta ocasión se trata de cuatro buques más pequeños, propios para la navegación en aguas del Río de la Plata. Con nuevas levas de soldados zarpa esta escuadra de Río de Janeiro el 1 de diciembre y se incorpora a la escuadra de Abreu Prego el día 16.


En junta de guerra celebrada a finales de diciembre, insiste el brigadier Silva Pais en atacar Montevideo, pero su propuesta es rechazada por los prudentes mandos de la Armada, por lo que decide apoyar a las tropas en Río Grande. Manteniéndose el grueso de la escuadra frente a Colonia, zarpan los navíos N. S. da Esperança y N. S. da Lampadoza con varias unidades menores rumbo a Maldonado, llevando tropas al mando de Silva Pais, reforzando así las operaciones en Río Grande de San Pedro.


A primeros de septiembre de 1737 llega a Colonia de Sacramento el navío de 60 cañones Nossa Senhora da Boaviagem con los cinco artículos del armisticio firmado en París el 16 de marzo de ese año (13). Después de dos años de infructuoso sitio, cesan las hostilidades entre España y Portugal, con la intercesión de Francia, Gran Bretaña y Holanda. El inepto gobernador Salcedo había fracasado, siendo poco después reemplazado por el nuevo gobernador de Buenos Aires D. Domingo Ortiz de Rozas.


Notas

(1). Cesáreo Fernández Duro, "Armada española", Tomo VI, página 207.

(2). Luis Enrique Arazola Gil, "Contribución a la historia de Colonia de Sacramento. La epopeya de Manuel Lobo", Montevideo, 1931, página 103.

(3). Cesáreo Fernández Duro, ob.cit., página 253.

(4). Paulo César Possamai, "O reclutamento militar na América portuguesa: o esforço conjunto para a defensa da Colônia do Sacramento (1735-1737)". Revista de Historia, 2º semestre 2004, páginas 151-180.

(5). Carlos Correa Luna, "Campaña del Brasil, antecedentes coloniales", Tomo III, página 517.

(6). Paulo César Passamai, ob.cit, página 169.

(7). Gregorio Funes, "Ensayo de la historia civil del Paraguay, Buenos Aires y Tucumán", Tomo II, páginas 390 y 391.

(8). Revista general de Marina, abril 1941, páginas 547 y 548, artículo de Luis Montojo "Santiago Agustín de Zuloaga".

(9). Balthasar da Silva Lisboa, Annaes de Río de Janeiro", Tomo III, páginas 30-53.

(10). La mayoría de las fuentes consultadas mencionan a estas unidades como fragatas, aunque realmente eran pequeños navíos de dos puentes, artillados con más de 50 cañones y como tal deberían ser clasificados.

(11). Gregorio Funes, ob.cit., página 391.

(12). Por los servicios prestados en operaciones militares, las compañías comerciales recibían concesiones e incluso exigían indemnizaciones por apresamientos o naufragios. Mª Jesús Arazola Corvera, "Hombres, barcos y comercio en la ruta Cádiz-Buenos Aires (1737-1757)", páginas 95-97.

(13). José de Sousa Azevedo Pizarro e Araujo, "Memorias Históricas do Río de Janeiro", Tomo IX, página 398.

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"Guerra de los Siete Años". Cevallos toma la Colonia


Con la subida al trono del rey Fernando VI comenzó una política de neutralidad, y no iba a ser menos con el problema de la Colonia de Sacramento. El 13 de enero de 1750 se firma en Madrid el Tratado de Permuta por el que la plaza pasa a manos españolas a cambio de grandes extensiones de terreno en los llamados siete pueblos de las misiones jesuitas del Paraguay. Se enviaron varias comisiones por parte de ambas naciones para tratar de los límites. Pero se encontraron con un gran problema, los indios se resistieron a abandonar las misiones, en muchos casos apoyados por los jesuitas.


Los antiguos enemigos, ahora aliados, comenzaron en 1753 una lucha contra los indios que acabó cuatro años más tarde. Después de diez años de trabajos de ambas delegaciones, el nuevo rey Carlos III anuló el Tratado de Madrid de 1750 y se firmó otro tratado en 1761 en el que se devolvió la Colonia a los portugueses, mientras que éstos debían abandonar los terrotorios de las misiones. En tantos años, los portugueses habían construido fuertes y se habían establecido en varios asentamientos. El nuevo gobernador de Buenos Aires, D. Pedro de Cevallos, que había acudido para relevar a las tropas, pidió explicaciones a los portugueses por su desleal conducta. La vieja respuesta portuguesa fueron las evasivas para no abandonar las posesiones.


Este era el marco en el que se encontraban cuando España entra en guerra al lado de Francia en enero de 1762 que tendría graves consecuencias para la Colonia, puesto que los portugueses se aliaron con el enemigo británico. El 30 de abril de 1762 el marqués de Soria entra en territorio portugués con 45.000 soldados, reforzados después por 12.000 franceses (1).


A primeros de enero de 1762 zarpa de Cádiz la fragata española Victoria, de 26 cañones y al mando del teniente de navío D. Carlos José de Sarriá, con órdenes para el gobernador Cevallos de sitiar y tomar la Colonia de Sacramento. Cumpliendo las órdenes recibidas, comienza los preparativos con gran sigilo. A primeros de septiembre zarpa de Buenos Aires la fragata Victoria, un navío de registro armado, tres avisos, doce lanchas grandes armadas y quince transportes, manteniéndose entre el 4 y el 7 de septiembre dando bordadas a la vista de la plaza, hasta que éste último día anclaron y comenzó el desembarco. Hasta el día 14 estuvo la tropa desembarcando los pertrechos y pasaron varios días hasta que el 26 llegó la artillería desde Montevideo. Al día siguiente llegaron mil indios y el 1º de octubre emprendieron la marcha, comenzando el sitio de la plaza el 5 de octubre.


Las operaciones del ejército se desarrollaban según lo planeado por Cevallos, no así las operaciones navales por los graves problemas de entendimiento entre el gobernador Cevallos y el teniente de navío Sarriá, que a su llegaba fue puesto al mando de las unidades navales españolas. El 14 de octubre se hicieron a la vela 4 bergantines portugueses y, sin oposición alguna, sacan de la plaza civiles, plata y otros efectos. Uno de ellos puso rumbo a las costas brasileñas, mientras que los otros tres regresaron a la plaza el día 17 con víveres y materiales necesarios para la defensa. El bloqueo naval de contaba con la fragata de Sarriá, el navío de registro Santa Cruz, propiedad de la compañía de Mendinueta, tres avisos, ocho lanchas y tres corsarios. Realizado el desembarco y sin orden alguna de Cevallos se retiró el teniente Sarriá con su escuadra a la ensenada de Barragán, desembarcó la artillería del navío de registro y parte de la fragata y se atrincheró en tierra, desobedeciendo las reiteradas órdenes para que regresara y combatiera a las embarcaciones portuguesas. La contestación del teniente Sarriá fue que no había venido de España a luchar contra el contrabando. Sobre su defensa de la ensenada de Barragán dijo que que un puesto importante y estaba en peligro de ser ocupado por el enemigo. Pero la decisión de tomar esa medida no le correspondía a él, sino al gobernador Cevallos. Por fín, y después de innumerables cartas, decide ocupar el puesto que correspondía a la escuadra y zarpar el 17 de octubre, aunque realmente no salió de la ensenada hasta el día 29, llegando a Colonia de Sacramento dos días después, cuando los portugueses ya se habían rendido (2).

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El 31 de octubre, el gobernador portugués de Colonia de Sacramento Da Silva Fonseca capitula y dos días después ondea de uevo en sus murallas la bandera española. Sin detenerse, prosigue Cevallos su campaña hacia el este, apoderándose el 19 de abril de 1763 del fuerte de Santa Teresa. Varios días después se apodera de Santa Tecla y San Miguel, llegando el 24 de abril a Río Grande de San pedro, donde le sorprende la llegada de la paz. La toma de Colonia había frustrado un plan luso-británico de apoderarse de Buenos Aires y todos los territorios del Río de la Plata, donde, según el plan establecido, quedaría la banda oriental para los portugueses y la occidental, es decir Buenos Aires, para los británicos.


Según estos planes, la Compáñía de la Indias Orientales británica pondría el dinero, unas cien mil libras esterlinas, y las naves. En julio de 1762 zarpa de Londres el capitán John MacNamara rumbo a Lisboa con el navío de 62 cañones Lord Clive (3) y la fragata de 40 cañones Ambuscade, al mando del capitán William Roberts. Eran antiguos buques de la Royal Navy comprados al Almirantazgo para esta expedición. En Lisboa, el capitán MacNamara es nombrado jefe de escuadra y zarpa de la capital portuguesa el 30 de agosto rumbo a Río de Janeiro. En este puerto, el gobernador Gómes Freire, conde de Bobadela, le proporciona más naves, la fragata Nossa Senhora da Gloria, de 38 cañones (muchas fuentes indican que era de 60 cañones), y otras ocho embarcaciones menores, donde embarcaron las tropas al mando del teniente coronel Vasco Alpoin (4).


El 20 de noviembre zarpan de Río de Janeiro y, por ironías del destino, se cruzan sin verse con las embarcaciones que se dirigían a Río de Janeiro con los prisioneros portugueses liberados en la Colonia. En el plan previsto, y en el desconocimiento de la caída de la plaza, debían dirigirse a Buenos Aires, desembarcando en la ensenada de Barragán. Llegados a la altura de Montevideo se enteran de la toma de la Colonia por los españoles y se dirigen a Buenos Aires, pero por falta de prácticos no encuentran el canal de entrada que les llevaría por el río hasta la ciudad. Regresa MacNamara a la zona de Montevideo, donde un buque portugués les trae nuevas noticias y la orden de regresar a Río de Janeiro. En un consejo de guerra se decide atacar la Colonia y el 4 de enero de 1763 fondean en Riachuelo, cerca de la plaza. Desde ése punto intentan varios ataque que son rechazados.


Al mediodía del 6 de enero los tres buques mayores de la escuadra de acoderan por la banda de estribor frente a las fortalezas; el Lord Clive frente a Santa Rita, el Ambuscade frente a San Pedro Alcántara y el Gloria frente a San Miguel. Comenzó el bombardeo de la plaza que dura unas cuatro horas, respondido por las baterías españolas. Por causas que se desconocen, comenzó un voraz incendio en el navío británico que lo consumió por completo al estallar la santabárbara al anochecer, muriendo 272 hombres, incluido su capitán (5). Otros sesenta y dos fueron rescatados por los españoles, mientras las otras dos unidades, muy averiadas, regresan a Río de Janeiro (6). La fragata Ambuscade llegó a puerto con 80 muertos y heridos, mientras que sólo cuatro españoles murieron en los fuertes.

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La toma de la Colonia y el rechazo de la escuadra enemiga fue una de las mayores victorias que se habían dado hasta entonces en quella parte de América, pero fue empañada por la actitud indecorosa y cobarde de un oficial de la Armada ya conocido, el teniente de navío Sarriá. En el momento del ataque luso-británico se encontraban en el puerto la fragata Victoria, al mando de Sarriá, el navío de registro Santa Cruz, al mando del capitán Urcullu, y el aviso o paquebote San Zenón. Al aparecer la escuadra de MacNamara ordena Sarriá alejarse del radio de acción de los cañones enemigos, quedando como única preocupación de la escuadra de MacNamara los cañones de la plaza. Aunque este acto de abandonar el combate pudiera no ser tachado de cobardía ante fuerzas tan superiores, sí lo fueron los hechos que protagonizó a continuación.


Sin peligro de ser batido por el enemigo, Sarriá y el resto de oficiales abandona la fragata en un bote y se dirigen a la cercana isla de San Gabriel. A las ocho de la tarde, cuando la tripulación estaba decidida a abandonarla también, estalla el navío británico, por lo que deciden quedarse a bordo. A las once de la noche envía el contramaestre un bote a la isla para recoger al comandante y oficiales, pero al acercarse a la fragata se disparan tres cañonazos por una falsa alarma y ordena Sarriá que lo lleven a tierra firme. Al amanecer del 7 de enero regresa a la fragata y poco después sale de nuevo en bote hacia la isla San Gabriel, dejando a los oficiales para recoger su equipaje. Esa misma tarde regresa de nuevo a la fragata, donde se hizo un consejo de guerra, en el cual se decide abandonarla, hundirla y dirigirse a la isla, todo ello sin informar a Cevallos.


La fragata se encontraba varada en la playa, aunque no estaba en peligro de perderse, pues hubiera salido sin dificultad con la subida de la marea, como ya había ocurrido en otras muchas ocasiones. Ordena también arrojar al agua la artillería, pólvora, municiones y otros valiosos pertrechos. Sus órdenes fueron las siguientes: "...luego que salga de su bordo la lancha, empiece Ud., sin pérdida de tiempo, a echar la artillería al agua, y tenerle abierto buenos rombos a la fragata para que se vaya a pique, antes que logren los enemigos hacer alguna intentona, ó con esa artillería batir a esta isla, de lo que se nos haría grave cargo, y de este sentir son todos losoficiales y yo, y así sin interpretación póngalo Ud. luego por obra. De Ud. Sarriá". No creo que haga falta recordar que los enemigos, derrotados, huyeron la tarde anterior. Si por cualquier motivo hubieran regresado e intentaran tomar la fragata con botes, serían suficientes sus 180 hiombres de dotación para rechazarlos.


El contramaestre, desobedeciendo las órdenes de Sarriá, abrió sólo unos barrenos a la fragata, porloque la entrada de agua fue más lenta. Al enterarse Cavallos de los que estaba ocurriendo con la fragata, mandó la piloto D. Manuel Joaquín de Zapiola, a un práctico y a varios marineros para salvarla, pero estando ya a la vela en el puerto vino una tormenta el 8 de enero que la lanzó contra las rocas, donde se perdió por no poder echar un ancla, ya que todas fueron arrojadas al agua por orden de Sarriá. Ante tales hechos el gobernador Cevallos mandó arrestar a Sarriá y a sus oficiales. Celebrado un consejo de guerra en 1766, quedó, inexplicablemente, absuelto de todos los cargos.


Por el Tratado de París firmado el 10 de febrero de 1763, la Colonia de Sacramento y las demás posesiones tomadas por Cevallos, sos restituidas a los portugueses. Portugal obtenía con la diplomacia lo que España debía conseguir con el esfuerzo y la sangre de sus hombres.


Notas

(1). Miguelñ Ángel Cárcano, "La política internacional en la historia argentina", páginas 143 y 144.

(2). Carlos Calvo, "Colección completa de tratados", Tomo VI, páginas 177-219.

(3). El Lord Clive era un viejo navío construido en 1697 con el nombre de Kingston. Había tomado parte en importante acciones militares: Gibraltar, Velez-Málaga en 1704, Gaspe en 1711. Fue reacondicionado en 1719 y 1740, tomando parte en las batallas de Tolón en 1744, Menorca en 1756 y bahía de Quiberon en 1759.

(4). Isaac Schomberg, "Naval Chronology", Tomo I, páginas 374-376.

(5). La idel más extendida del posible incendio, es que fue causado por balas rojas (antes de cargar lasbalas se calentaban al rojo). Oscar C. Albino, "Ceballos, la Colonia de Sacramento y la primera invasión inglesa al Río de la Plata", Artículo que seencuentra en la página web https://www.centronaval.org.ar.

(6). Andrew Graham-Yooll, "Imperial Skirmishes", página 6.

(7). Carlos Calvo, ob.cit. páginas 220-227.

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Seguna expedición de Cevallos. 1776-1778


Con el Tratado de París no llegó la paz con los portugueses. Altaneros por sus logros conseguidos, y siempre apoyados por los británicos, comienzan a partir de 1767 a realizar varios ataques contra intereses españoles en el Río de la Plata, auspiciados por su ministro Pombal. Aprovechando la expulsión de los jesuitas, ocuparon las misiones de los indios en Paraguay y Uruguay, tomando además la población de Río Grande de San Pedro en 1775. En las tierras de las misiones, no sólo robaron ganado a los indios, sino que llegaron a esclavizar a más de siete mil familias, todo ello ante la mirada impasible de los españoles.


Mucho antes de preparar esta expedición, habían zarpado de Cádiz el 3 de agosto de 1774 una escuadra al mando del capitán de navío D. Martín Lastarría, que izaba su insignia en el navío Santo Domingo, acompañado de las fragatas Nuestra Señora de la Asunción, Santa María Magdalena, Santa Rosalía, y las urcas Santa Florentina y Anónima. Llegaron a Montevideo el 10 de noviembre (1), donde desembarcan dos batallones del Regimiento de Infantería "Galicia", tropas muy necesarias para frenar a los portugueses. Pero éstos siguieron con sus ataques y tropelías, llegando a atacar buques de guerra españoles el 19 de febrero de 1776.


Era mucho más de lo que Carlos III podía soportar y se decide en la corte enviar una expedición de castigo y represalia. Era el momento oportuno, los británicos estaban ocupados en la guerra con sus colonias en América del Norte y no podían distraer tropas y naves para auxiliar a los portugueses. Carlos III crea el vireeynato de Río de la Plata y elige al capitán general D. Pdero de Cevallos Cortés y Calderón como su primer virrey, además de ponerlo al frente de la expedición (2).


El 9 de agosto sale Cevallos de Madrid y llega a Cádiz una semana después para hacerse cargo de todos los preparativos, lo que le ocupó hasta finales de septiembre. Todo quedó listo por parte del Ejército a la espera de que los oficiales de la Armada terminaran el alistamiento de los buques de guerra y las embarcaciones del convoy. Era primordial no perder la estación de verano, que en los mares del sur es entre diciembre y marzo, ya que por el otoño austral, que comienza en el mes de mayo, llegarían los vientos fuertes del sudeste. No se puede perder de vista este aspecto de la campaña, pues dará lugar a varios emfrentamientos entre el Ejército y la Armada, el primero en el mismo Cádiz, ante la tardanza del alistamiento.


La mayoría de las tropas habían llegado a Cádiz por tierra, aunque la Armada hizo una importante labor en el traslado a tiempo del resto de unidades del Ejército. Los navíos San José y Poderoso entraron en Cádiz el 31 de julio procedentes de Cartagena, con tropas y material de artillería, al igual que las fragatas Santa Margarita y Santa Clara, esta última llegada de El Ferrol. A primeros de agosto entraron los navíos Septentrión, procedente de Cartagena, y el Princesa, procedente de Orán. Otros muchos colaboraron en estos traslados.

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Las tropas selecionadas por Cevallos correspondías a once Regimientos, con un total de casi 9.000 hombres (3). Eran los siguientes:

Regimientos de infantería:
Saboya, 2º batallón, teniente coronel D. Antonio de Olaguer.
Zamora, dos batallones, brigadier D. José de Avellaneda y teniente coronel D. Bernardo Salgado.
Córdoba, dos batallones, tenientes coroneles D. José de Sotomayor y D. Diego de la Peña.
Guadalajara, un batallón, teniente coronel D. Nicolás de Morales.
Sevilla, 2º batallón, teniente coronel conde de Argelejos.
Toledo, un batallón, teniente coronel D. Sebastián de Palomar.
Hibernia, un batallón, brigadier D. Gullermo Waugham.
Princesa, 2º batallón, teniente coronel D. Juan Roca.
Voluntarios de Cataluña, un batallón, coronel D. Benito Panigo.
Murcia, un batallón, teniente coronel D. Gaspar Bracho y Bustamante.
Regimiento de Dragones, coronel D. Plácido Graell.
Compañías y destacamentos de granaderos, sanidad, intendencia, etc.


La escuadra, puesta al mando del teniente general D. Francisco Javier Everardo Tilly, Marqués de Casa Tilly, quedó formada por seis navíos, seis fragatas, un chambequín, tres paquebotes, una urca, un bergantín, dos bombardas, una saetía y dos brulotes (4). El convoy era de casi cin naves mercantes, 34 fragatas, 2 urcas, 12 paquebotes, 10 bergantines, 1 polacra, 1 goleta y 40 saetías, algunas armadas en guerra como el San Cristobal, Temor de Dios, Jasón, Hércules, Princesa de Asturias, Astuto, Toscano, Infanta Carlota y La Limeña.


La tropa embarcó los dos primeros días de noviembre, pero la escuadra no zarpó hasta el 13 de noviembre. Siete días después se encontraban al sur de las islas Canarias y una semana después cerca de Cabo Verde con la escuadra y convoy unidos y navegando sin novedad. A partir de este punto comenzaron a dispersarse, treinta y seis naves faltaban de la escuadra el 11 de diciembre, entre ellas los navíos Septentrión, San Dámaso y San José, la fragata Venus y el bergantín Hoop, por lo que se comenzó a navegar muy lentamente en espera de reunir a todas las naves. El último punto de reunión era la isla Ascensión, a la que se llegó el 17 de enero. Aunque no se habían reunidos todos los buques dispersos, el día 30 prosihuió la navegación por el gran retraso acumulado. Quedó en aquella isla la saetía Santa Ana para recoger al resto de embarcaciones que todavía no habían llegado a la isla.


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El 6 de febrero de 1777 se destacó a la fragata Santa Margarita y al chambequín Andaluz en persecución de dos naves avistadas, las cuales se apresaron al día siguiente, incorporándose al convoy el día 9, la fragata llevando a remolque un paquebote y el Andaluz a una saetía portuguesa, ambos mercantes. El 7 de febrero la fragata Santa Teresa captura a una fragata portuguesa, llamada Lucía Fortunata, armada con ocho cañones. Había zarpado de Río de Janeiro con correspondecia para Lisboa. Por los correos capturados se supo todo lo necesario sobre la isla Santa Catalina, número de tropas, su distribución, armas, víveres y, sobre todo, la fuerza y destino de la escuadra portuguesa, la cual no había variado con respecto al año anterior (5) y se encontraba en la ensenada de Garoupas, a siete leguas alnorte de Santa Catalina, con la intención de caer sobre la escuadra española en cuanto se acercaran para realizar el desembarco, estando al mando del británico Robert McDouall.


Con estas noticias, ordena Cevallos dirigirse a Santa Catalina y destruir a la escuadra portuguesa. La mañana del 18 de febrero la escuadra española descubre a la portuguesa, doce buques de guerra (4 navíos, 4 fragatas y otros 3 menores). Viendo que las fuerzas españolas eran más numerosas de lo que había supuesto, se hace a la vela y, con viento favorable, huye, aunque se mantuvieron a la vista y con el barlovento a su favor. Al día siguiente calmó el viento y la escuadra española ganó el barlovento, preparándose para el combate, pero el viento era tan flojo que no les permitía maniobrar. Por la tarde, con algo más de viento, la escuadra portuguesa viró y puso proa al norte, perdiéndose de vista al anochecer.


Las disputas entre el Ejército y la Armada continuaron durante la navegación, y siguieron durante toda la campaña, incluso estuvo a punto de hacerla fracasar. En el excesivo retraso de la navegación se echó la culpa de la dispersión a varios órdenes erroneas dadas por el marqués de Casa Tilly. Las órdenes eran atacar la Colonia de Sacramento y allí se dirigía la escuadra, pero el general D. Pedro Martín Cermeño convenció a Cevallos de cambiar el objetivo, atacar la isla de Santa Catalina, a lo cual se opinía la Armada, empeorando con ello las ya malas relaciones.


Justo un mes de iniciada la navegación, zarpa de Cádiz otra escuadra con pertrechos rumboa Montevideo, compuesta por los navíos San Agustín y Serio, al mando de los capitanes de navío D. José Teachaín y D. Francisco Javier Morales de los Ríos, y la fragata Santa Gertrudis, al mando del capitán de la misma clase D. Luis Ramírez.

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Sin ser molestados por la escuadra enemiga, la española se encontraba el 20 de febrero en el puerto de Santa Catalina, a la vista de la fortaleza de Punta Grosa, Ratónes y Santa Cruz. A las dos de la tarde fondeó la escuadra fuera del alcance de los cañones portugueses. En ese momento, el general Cevallos y su Estado mayor se embarcan en la fragata Santa Margarita, y con ella recorren la costa valorando el mejor punto para el desembarco. Nuevos sondeos y reconocimientos se realizaron al día siguiente, durante el cual el chambequín Andaluz fue cañoneado desde el castillo de Santa Cruz.


La noche del 22 al 23 de febrero desembarcan las tropas en la playa de San Francisco de Paula, sin oposición enemiga, acampando fuera del alcande de los cañones de Punta Grosa. Viendo lospreparativos de las tropas y que el navío Septentrión se acercaba con las dos bombardas para batir la fortaleza, abandonaron los portugueses sus defensas. Consternados por el abandono de Punta Grosa, los defensores de las fortalezas de Santa Cruz y Ratónes, abandonan también sus posiciones, estando el ejército de Cevallos formado ante las fortalezas. Abandonaron intactos los cañones, pólvora y mucho material militar (6).


En caso de que la respuesta no fuera favorable, se habían acercado a bombardear el castillo de Ratónes el navío Septentrión, la fragata Liebre y las dos bombardas. Ese mismo día 23 son enviados a tomar el castillo de Concepción, que se encuentra al otro lado de la isla, las fragatas Santa Margarita y Santa Clara, el cahambequín Andaluz y los paquebotes Marte y Guarnizo. Sin hacer un disparo, las tropas españolas eran dueñas de la isla ese mismo día 23 (7), mientras la mayor parte de los 4.000 soldados portugueses cruzaron en pequeñas naves al continente americano (8).


Como comandante en jefe de la isla quedó el brigadier D. Guillermo Waugham y como gobernador el teniente coronel D, Juan Roca. Para anunciar la conquista de la isla, zarpa de Santa Catalina el 29 de marzo el paquebote Nuestra Señora de los Dolores y llega a Cádiz el 6 de julio. A su vez zarpa el bergantín San Joaquín y Santa Ana con las mismas noticias y la salida de la escuadra para su próximo objetivo, Río Grande de San Pedro.


El 20 de marzo embarca Cevallos en el navío insignia, el Poderoso y al ejército en 83 embarcaciones de la escuadra para dirigirse hacia Río Grande. Por los vientos contrarios, la escuadra no zarpa hasta el 30 de marzo, con la orden de dirigirse a Montevideo en caso de separación. Al día siguiente se encuentran con un temporal que dispersó la escuadra. El navío Poderoso hacía tanta agua que se pensó que debía regresar a Santa Catalina, aunque finalmente llegó a Maldonado el 18 de abril. Transbordó Cevallos a la fragata Venus con la que llegó a Montevideo dos días después. Deseaba emprender la marcha cuanto antes hacia Río Grande, pero le faltaban muchas tropas que se encontraban a bordo de los buques y todavía no habían llegado, por lo que hubo de cambiar de planes.


Despachó un oficial para informar al mariscal de campo D. Juan José Vertiz de lo acurrido y ordenarle detener la marcha por tierra hacia Río Grande hasta nueva orden (9). Sin perder tiempo decide Cevallos marchar hacia Colonia de Sacramento, mientras se reunía el resto del convoy.Para ellos quedan a su mando 4 fragatas y otras unidades menores más propias para las aguas del Río de la Plata, enviando el resto de la escuadra a las costas del Brasil para buscar y destruir a la escuadra portuguesa. Antes de eso, y para que las tropas de Vertiz estuvieran aseguaradas, mandó que se retirasen a Santa Teresa y se reunieran con ellas varias compañías de infantería y 350 dragones al mando del coronel D. Plácido Graell.

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Un primer convoy de 18 velas rumbo a Colonia zarpa de Montevideo el 19 de mayo con ocho compañías de granaderos y cuatro de cazadores, con toda la artillería. Al día siguiente se embarcan los batallones de infantería en la fragata Santa Rosalía, el chambequín Andaluz, los paquebotes Marte, Guarnizo y Júpiter y otras 14 embarcaciones mercantes. Losdías 22 y 23 desembarcan a la vista de la Colonia. A finales de mayo se abrieron trincheras y se apostaron la baterías, listas para el asalto (10). El gobernador portuigués ofrece a Cevallos una capitulación el 1º de junio, siendo rechazada por el general español, que sólo aceptaba una rendición incondicional, como así se hizo el 3 de junio, entrando las tropas españolas en la plaza dos días después. Como había sucedido en la isla Santa Catalina, todas las armas que cayeron en poder del ejército español estaban intactas, 137 cañones, 3 morteros, 779 barriles de pólvora, 2.306 fusiles e innumerable material de todo tipo.


Mientras tanto la escuadra portuguesa al mando de McDouall zarpa de Río de Janeiro el 1 de abril para patrullar y romper, si era posible, laslíneas de suministros españolas entre Santa Catalina y Río de la Plata. El 9 de abril avistan al navío San Agustín que se encontraba navegando en solitario. Había zarpado de Montevideo el 26 de marzo con el navío Serio para dar escolta a siete mercantes que llevaban víveres y pertrechos a la escuadra española en Santa Catalina, sufriendo un temporal que dispersó las naves. Cerca ya de la isla Santa Catalina. el San Agustín navegaba sin precauciones y al avistar a la escuadra enemiga creyó que se trataba de buques españoles. Cuando su comandante se dio cuenta del error era demasiado tarde, siendo perseguido durante toda la noche por la naves enemigas. Al amanecer aparece rodeado por los nueve buques de la escuadra portuguesa. Atacado por el navío Prazeres, de 64 cañones, y la fragata Nossa Senhora del Pilar, al mando de los capitanes José de Melo y el británico Arthur Phillip, el navío español se rinde después de una corta lucha, siendo llevado a Río de Janeiro (11). Incorporado a la escuadra portuguesa como Santo Augustinho, es puesto al mando del capitán Phillip. Para colmo de males, la noche del 26 de julio naufragó la fragata Santa Clara (12) en Río de la Plata, en la zona conocida como Banco Inglés, donde se perdieron 92 hombres de la tripulación.


En el marco de las operaciones contra Portugal, se pusieron al mando del jefe de escuadra D. Miguel Gastón, los navíos Velasco, San Francisco de Paula, San Eugenio y Oriente, con las fragatas Santa Catalina y Santa Gertrudis (13). Esta escuadra zarpa de Cádiz y se dirige a la costa portuguesa, apareciendo ante el puerto de Lisboa, donde muestra su pabellón. El marqués de Pombal, disimulando su inquietud, agasajó a la oficialidad española (14). La escuadra parte hacia las islas Canarias, donde debía realizar misiones de vigilancia y detener a toda embarcación portuguesa.


Tomada la Colonia de Sacramento, inicia D. Pedro Cevallos su marcha por tierra y mar hacia Río Grande de San Pedro, para apoyar al ejército de Vertiz, que luchaba contra un ejército portugués de seis mil hombres (15) desde el inicio de la campaña.


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El 19 de febrero de 1777 entraron en Río Grande dos fragatas portuguesas, de 30 y 24 cañones, dos paquebotes de 18, una balandra de 14 y cuatro zumacas de 16 cañones. Desembarcaron la artillería que llevaban en sus bodegas y levaron anclas para atacar a la flotilla española que se encontraba en la costa de la Barra, compuesta por el bergantín Santiago, corbeta Dolores, goleta Pastoriza y las saetías Misericordia y San Francisco, todos armados y al mando de oficiales de la Armada. A las cuatro de la tarde comenzó el duelo artillero y cuando comenzaba a anochecer la balandra portuguesa se había hundido y una zumaca estaba varada en la costa, mientras el resto se aleja del combate al abrigo de las baterías costeras portuguesas. La flotilla españolasufrió muchos daños por las baterías de tierra que disparaban con bala roja del calibre 36 y 24, sufriendo la pérdida de 14 muertos, entre los que se encontraba el teniente de fragata D. Juan José Iturriaga, comandante de la Pastoriza y el alférez de navío D. Francisco Butrón, de la dotación de la saetía San Francisco, además de 25 heridos. Al día siguiente, 20 de febrero, los buques portugueses se mantenían a la vista, destinándose cuatro lanchas al mando del alférez de navío D. José Aramburu para apresar a la embarcación más cercana, y así lo hicieron casi sin resistencia.


El 23 de febrero de 1777 muere el rey portugués José I, al que sucede su hija María I, sobrina de Carlos III. La nueva reina reanuda las relaciones diplomáticas con España, nombrando un nuevo embajador. El 1 de octubre se firma el Tratado de San Ildefonso, donde por fín Portugal reconoce los derechos de España sobre toda la región del Río de la Plata. Al mes siguiente zarpa de Cádiz la fragata Santa Catalina, al mando de D. José Varela y Ulloa, y de El Ferrol la fragata Nuestra Señora de la Soledad, al mando de D. Ramón Topete, con nuevas instrucciones para Cevallos y el marqués de Casa Tilly, llegandoa Montevideo el 2 y el 15 de febrero de 1778. Por este tratado España cede a Portugal la isla de Santa Catalina y otros territorios en Río Grande de San Pedro, pero recobra la Colonia de Sacramento, las misiones del Paraguay y los territorios portugueses del golfo de Guinea. Otrologro importante fue conseguir la neutralidad portuguesa en la nueva guerra que se avecinaba y que España entró en 1779.


Acabadas las operaciones comenzó el regreso de las tropas. El 16 de juliode 1778 entra en Cádiz la escuadra procedente de Santa Catalina al mando del jefe de escuadra D. Adrián Caudrón de Cantein, compuesta por los navíos Monarca, Santo Domingo, San Dámaso y América, cargados con tropas y pertrechos. El general Cevallos regresó a bordo del navío Serio el 10 de septiembre, habiendo zarpado de Montevideo el 30 de juniocon la fragata Santa Margarita y otros buques mercantes. El resto de las tropas llegó en varios convoyes escoltados por el resto de buques de guerra.


Portugal dejó de ser un problema para la corona española en el Río de la Plata, pero pronto comenzarían otros, como las invasiones británicas y las luchas por la independencia, pero eso es otra historia.


Notas

(1). Carlos Correa Luna, ob.cit. página 317.

(2). El gobernador Cevallos dejó su mando en la Colonia y ocupó cargos en Italia y España hasta 1775. Al año siguiente, al crear Carlos III el virreinato del Río de la Plata, Cevallos es nombrado virrey el 1 de agosto. Archivo General de Simancas (AGS), Secretaría del Despacho de Guerra, Buenos Aires, lagajo 6833,1.

(3). Alonso de Cevallos, "La guerra hispano-portuguesa de 1776-1777 y la conquista de la isla de Santa Catalina, según un manuscrito anónimo coetáneo". Revista de Historia Naval, año 1995, nº 49.

(4). Balthasar da Silva Lisboa, ob.cit, páginas 91-92. AGS, Guerra, legajo 6831,2.

(5). La escuadra portuguesa destinada entre Río de la Plata y la Colonia de Sacramento en 1775 era de 4 navíos, 6 fragatas y numerosos buques menores. Al comenzar la guerra, el virrey marqués de Lavradio ordena a MacDouall concentrar su escuadra en la isla Santa Catalina:

Navío Santo Antonio e SaoJosé, 74 cañones
Navío Nossa Senhora da Ajuda e Sao Pedro Alcántara, 74 cañones.
Navío Nossa Senhora da Belém, 74 cañones.
Navío Nossa Senhora da Prazeres, 64 cañones. Capitán José de Melo y Breyner.
Fragata Nossa Senhora da Nazareth, 44 cañones. Zarpa de Lisboa el 24 de julio de 1774 rumboa Pernambuco.
Fragata Nossa Senhora da Graça, 44 cañones.
Fragata Príncipe do Brasil, 36 cañones.
Fragata Nossa Senhora da Assunçäo, 34 cañones.
Fragata Nossa Senhora da Gloria, 32 cañones.
Fragata Nossa Senhora del Pilar, 26 cañones. Destinada a La Colonia Sacramento.

(6). Se capturó en la isla 195 cañones de bronce y hierro de varios calibres, 809 barriles de pólvora y 4.000 fusiles. Balthasar da Silva, ob.cit. página 250.

(7). Archivo General de Indias, Estado, 84, N.8

(8). La mayoría de las fuentes señalan que la guarnición portuguesa de 3.819 hombres cayó prisionera, no así Antonio Ferrer del Río, "Historia del reinado de Carlos III en España, Tomo III, página 253.

(9). Según las órdenes recibidas había emprendido la marcha desde Montevideo y a sus tropas se incorporarían las de Cevallos.

(10). Las fuerzas españolas en el sitio de Colonia consistían en 3.853 soldados de infantería y artilleros, 38 dragones, 335 milicianos de caballería y 337 peones. Se formaron cuatro baterías con un total de 26 cañones y 6 morteros.

(11). Al acabar la guerra y por el tratado de paz de San Ildefonso es devuelto a España, llegando a Cádiz en 1779.

(12). J. Álvarez Cubo, "Capellanes y testamentos en la Armada del siglo XVIII", Revista General de Marina, septiembre 1985, página 219.

(13). Según los tratados vigentes, podían entrar en el Tajo cuatro navíos de guerra españoles, y así hacer creer que estaban de arribada y que su verdadero destino eran las costas africanas. Dentro ya de Lisboa, mostrarían sus verdaderas intenciones, además de poder ser reforzados por más buques de guerra. Alfonso de Cevallos, ob.cit, página 125.

(14). Antonio Ballesteros y Beretta, "Historia de España y su influencia en la historia universal", Salvat, 1929, Tomo IV, página 197.

(15). Antonio Ferrer del Río, ob.cit., página 254.


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Estoy convencido de que alguno se ha dado cuenta de un grave error. Antes de comenzar las operaciones militares en la expedición de Cevallos en 1777, menciono que los portugueses atacan el 19 de febrero de 1776 a varios buques de guerra españoles. En ver de seguir en ese momento el relato de esos combates, lo pongo el 19 de febrero de 1777, lo cual no es cierto, puestos que los ataques de la escuadra portuguesa fueron en tiempo de paz a una escuadrilla española en Río Grande.

Espero disculpeis el error.

Saludos.

Justamente en el foro anglosajón estaban preguntando información al respecto de los incidentes de la Guerra con Portugal de 1735-1737 y los acontecimientos de los combates...

Muchas gracias!

P.D. Ahora tendré que traducirlo...

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Sobre el combate naval del 19 de febrero de 1776. Por el Tratado de París de 1763, los territorios ocupados por Cevallos en Río Grande no fueron devueltos a los portugueses. Desde ese momento, trataron de recuperarlos, pero sólo había una manera, por la fuerza.


A partir de 1774 concentraron gran cantidad de tropas llegadas desde la metrópoli y provincias del Brasil. Son puestas al mando del alemán Joao Henrique Böhm, mientras los españoles sólo contaban en la zona con unos 1.450 hombress, diseminados en las plazas de Santa Tecla, San Miguel, Santa Teresa y las fortalezas del estuario de Río Grande. En esta última plaza contaban con cuatro baterías, la de Santa Bárbara, Trinidad y la del Puntal con cuatro cañones cada una y la fortaleza de la Barra, con siete cañones. El 15 de enero de 1776 las tropas españolas son reforzadas por una flotilla al mando del capitán de fragata D-. Francisco Javier de Morales, compuesta por las corbetas Atocha y Dolores, el bergantín Santa Matilde y dos saetías. Consiguen atravesar las baterías enemigas y llegar a Río Grande, aunque la corbeta Atocha se pierde al varar en la Barra, salvándose la tripulación, mientras el resto de las embarcaciones fondean entre los fuertes de Santa Bárbara y Trinidad.


Los portugueses contaban con una escuadrilla al mando del capitán británico George Hardcastle, compuesta por dos corbetas, dos bergantines y dos zumacas. A pesar de estar en periodo de paz, los portugueses estaban decididos a recuperar las plazas perdidas en 1776. El virrey Lavradio ordena al jefe de la escuadra portuguesa Robert MacDouall (de origen irlandés) que acuda con una flota para apoyar a los tropas de Böhm, compuesta por el navío de 62 ó 70 cañones Saö Antonio, dos fragatas, dos corbetas o paquebotes, una balandra, un bergantín y tres zumacas, que se unieron a las fuerzas de Hadcastle.


A las fuerzas navales del capitán de fragata Morales se habían incorporado cinco buques de guerra, la corbeta Nuestra Señora de los Dolores, armada con 20 cañones y al mando del alférez de navío D. José Emparán, los bergantines Nuestra Señora de la Pastoriza, 14 cañones, teniente de fragata D. Juan José de Iturriaga, y Santiago, 16 cañones, insignia de Morales, y las seatías San Francisco Javier, 14 cañones, teniente de navío D. Felipe López de Carrizosa, y Misericordia, 14 cañones, al mando de D. Francisco Idiaquez de Borja.


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Después de desembarcar tropas y artillería, MacDouall deja fondeado a su navío y, pasando su insignia a una fragata, atraviesa el 19 de febrero de 1776 el paralelo de la Punta de San Pedro con claras intenciones de atacar a la flotilla española. A las ocho de la mañana fondearon dentro de la Barra. Los españoles, alertados, aumentaron las guarniciones de las baterías y las naves se prepararon para el inminente combate.


Las baterías españolas de Santa Bárbara y la Barra comenzaron a disparar a las tres de la tarde al acercarse la escuadra portuguesa, respondiendo al fuego la balandra Expedicäo, que iba en cabeza de la formación, uniéndose después el resto de buques portugueses. El fuego de las baterías españolas fue tan certero que obligó a alejarse a los buques enemigos, hundiendo una zumaca frente a la batería de Santa Bárbara y varando otros en la Punta de San Pedro. La flotilla española, al amparo de las baterías, responderon al fuego enemigo y rechazaron todos los intentos de abordaje.


Contra la saetía Asís se acodaron la balandra y una corbeta para abordarla, siendo rechazadas estas naves con el apoyo de los cañones de la corbeta al mando de Emparán, pero los españoles pierden en el combate al alférez de navío D. Francisco Butrón, segundo en el mando y heridos un cabo y cuatro marineros, mientras en la corbeta Dolores hubo un cabo y dos marineros heridos. La saetía Misericordia fue atacada por cuatro naves enemigas, entre ellas una de las fragatas, maniobrando de forma que no se viera rodeada, consiguiendo rechazar a las cuatro.


Las dos fragatas portuguesas tratan de abordar al Santiago y viendo la situación tan apurada, el teniente Iturriaga apoya con su fuego desde el bergantín Pastoriza, que comenzó a recibir un fuerte castigo, muriendo nueve hombres, entre ellos Iturriaga, y otros dieciseis caen heridos. En ese momento, la fragata portuguesa Graça Divina trata de abordar a la Pastoriza, pero el Santiago se atraviesa entre ellos. Las tornas habían cambiado y ahora era la fragata portuguesa la que se encuentra en situación apurada, muertos su comandate Kasselberg y su segundo. Llegó un oficial de otra embarcación y tomó el mando de la fragata. Su resolución sólo podía ser alejarse del combate.


Durante las tres horas que duró el combate, los españoles tuvieron dieciseis muertos, entre ellos los dos oficiales, y veinticuatro heridos. Las bajas portuguesas debieron de ser muchas más. Mientras ocurría este combate, otras embarcaciones empañolas se interponen y rechazan un intento de desembarco portugués en el islote Landino. Esta derrota, fue resarcida poco después con la rendición de la plaza de Santa Tecla. Para el mes de abril, todas las plazas españolas se habían rendido ante el ejército, tres veces superior, de Böhm.


Estas y otras fueron las agresiones que colmaron la paciencia de Carlos III y desencadenaron el envío de la expedición de Cevallos con la escuadra de Casa Tilly.



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Me gustaria saber que generales navales y oficiales superiores acompañaban al marques de Casa Tilly en la escuadra que llevó a cabo la acción de la isla Santa Catalina durante la guerra contra Portugal en 1776 y 1777.
Gracias anticipadas
Gerardo

He encontrado estos enlaces. Creo que entre todos aportan alguna información:

https://www.ingenierosdelrey.com/guerras ... amento.htm
("Expedición a la colonia de Sacramento)

https://www.alcalagaliano.com/index.php? ... s&Itemid=6
("EL BRIGADIER DIONISIO ALCALÁ-GALIANO EN EL RÍO DE LA PLATA Y EL CONTINENTE SUDAMERICANO").

https://books.google.com/books?id=03JXjD ... 22&f=false
("Historia de España", por P. Juan de mariana)

Contestando a AMENOFIS:

Muchas gracias por la ayuda.

Como sabes eran 20 barcos los que formaban la flota del marqués de Casa Thilly. Ya conocemos, con tu ayuda, los comandantes de cinco:

Navío Poderoso: comandado por el brigadier José Lángara y Huarte que supongo segunda autoridad en la escuadra.

Fragata Jupiter: Comandante Nicolas de Estrada al que supongo el empleo de capitán de fragata.

Paquebote Marte: comamdado por el alférez de navío Antonio de Cordoba y Lasso

Bergantin Hoppe: comandado por el alférez de navío Andrés Liaño

Saetía Santa Ana: comandado por el alferez de navío José Justo Salcedo-

Vamos a ver si podemos completar la lista entre todos

Un abrazo
Gerardo