El día 3 de marzo de 1834, uno de tantos exiliados españoles moría en Londres a los setenta años de edad a consecuencia de una hemorragia cerebral. A su casa de Johnson Street nº. 52, de Somers Town, un barrio de exiliados españoles con pocos recursos, fueron llegando el embajador español en Londres y sus compañeros de exilio, prestigiosos políticos liberales entre los que se encontraban, Agustín Argüelles, Cayetano Valdés, su sobrino José María Cardano, y posiblemente, José Mendoza y Ríos.

¿Quién era ese hombre que había muerto en medio de un montón de baúles, listo para volver a su patria? A pesar de las estrecheces en las que se desenvolvió en sus once años de destierro, el difunto era un oficial de la Marina española, cartógrafo, grabador e hidrógrafo cuyos méritos habían sido reconocidos en su país y por toda la comunidad científica europea. Como tantos otros españoles moría en Londres víctima de, son sus palabras, “esta fatal emigración”, provocada por los convulsos acontecimientos políticos del siglo XIX español”.

Se llamaba Felipe Bauzá y Cañas y había nacido en Palma de Mallorca el 17 de febrero de 1764 en una familia humilde, por lo que ingresó en la Marina en 1779 como piloto meritorio en la Escuela de Navegación del Departamento de Cartagena y no en la Academia de Guardiamarinas. Su carrera naval de desarrolló en distintas acciones de guerra, como el sitio de Gibraltar, la toma de Mahón, el corso contra los piratas argelinos, y los bombardeos de Argel al mando de Antonio Barceló.

En 1785, con veintiún años, fue destinado a las órdenes de Vicente Tofiño para participar en los trabajos de levantamiento de las costas de España para la realización del Atlas Marítimo de España.

Dos años más tarde recibió el nombramiento de maestro de fortificaciones y dibujo de la Academia de Guardiamarinas de Cádiz. En 1789 fue reclamado por Alejandro Malaspina para, en la corbeta Descubierta de su mando, participar en la expedición alrededor del mundo, como encargado de cartas y planos. Una vez finalizado el viaje permaneció en Madrid, a cargo del acabado y grabado de las cartas marítimas realizadas en dicha expedición, hasta que en 1795 se produjo la caída en desgracia de Malaspina, motivo por el que la publicación de los resultados de la expedición se suspendió y por el que se reintegró a su puesto en Cádiz.

En 1796 encontramos a Bauzá a bordo de la fragata Mahonesa, presentando batalla cerca del cabo de Gata al navío inglés Terpsichore, siendo finalmente herido y hecho prisionero por los ingleses, permaneciendo en Gibraltar durante ocho meses hasta mayo de 1797.

En agosto de ese mismo año lo reclamó su amigo José Espinosa y Tello, nombrado director de la recién creada Dirección de Trabajos Hidrográficos, para que fuera su segundo en el cargo. En 1800 se casó con Teresa Rávara de la que tuvo tres hijos, dos hijas y Felipe, que fue ingeniero geógrafo. Durante la Guerra de la Independencia se trasladó a Cádiz, llevándose parte de las pertenencias del centro para continuar allí la publicación de las cartas marítimas. Fue director interino del centro durante el exilio de Espinosa en Londres (1809-1815) y en 1815, por muerte de éste, director en propiedad. Fue presidente en dos ocasiones, 1814 y 1821, de la Comisión para realizar la carta oficial de España. En 1822, durante el trienio liberal, fue nombrado diputado en Cortes por la jurisdicción de Palma de Mallorca. En 1823 se exilió a Londres desde Gibraltar, donde murió.

La carrera científica de Bauzá se desarrolló en la Marina y estuvo centrada exclusivamente en la hidrografía y la cartografía. Aunque Bauzá ingresó en la Armada como piloto, que era un cuerpo civil subsidiario y asimilado a los grados inferiores de la carrera naval, alcanzó el grado de capitán de navío por sus méritos científicos, ya que, aparte de sus primeros años, nunca más sirvió en empleos militares.


Fuente:

Marinos Cartógrafos Españoles. Felipe Bauzá y Cañas, un marino liberal para la nueva cartografía de América y el Pacífico. Luisa Martín-Merás. PROSEGUR.

Un saludo.

Participación de Felipe Bauzá en el Atlas Marítimo de España, 1785-1789.

Vicente Tofiño, director de la Academia de Guardiamarinas de Cádiz, había elegido para que le acompañaran en los levantamientos para realizar el Atlas Marítimo de España a los oficiales que habían seguido el curso de Estudios Mayores en la mencionada academia y que formaban la cantera científica de la Marina. Participaron en los levantamientos Julián Ortiz Canelas y José de Vargas Ponce, entonces alféreces de navío; Alejandro Belmonte, José Espinosa y Tello y Bernardo de Orta, tenientes de navío. Al año siguiente se les unieron Dionisio Alcalá Galiano, José de Lanz y Juan Vernacci. Se incorporaron también al equipo científico en sucesivas ocasiones Salvador Fidalgo y Alejandro Malaspina.

Francisco Catalá, perteneciente al Departamento de Marina de Cartagena, fue reclutado como primer piloto y probablemente recomendó a Felipe Bauzá, del mismo departamento, como ayudante de piloto y maestro de dibujo.

Felipe Bauzá se incorpora a la campaña que se llevaba a cabo para levantar el Atlas Marítimo Español (que se lleva a cabo durante los veranos) el año 1786, no se sabe si sustituyendo a Catalá, de cuya participación no han quedado rastros, o por otras circunstancias.

Por tanto la firma de Bauzá no aparece en ninguna de las quince cartas que componen el Atlas de las Costas de España en el Mediterráneo, que salió a la luz en 1786, y cuyos últimos levantamientos se realizaron en el verano de 1785 en la parte mediterránea de la costa de África desde el cabo Carbón hacia occidente.

Bauzá participó en las campañas para los levantamientos de las costas atlánticas de España, que tuvieron lugar en los veranos de 1786 a 1788. En 1789 salió el Derrotero de las costas de España en el Océano Atlántico y de las Islas Azores o Terceras para inteligencia y uso de las cartas esféricas y un atlas de treinta cartas con una portada alegórica, dibujada por Rafael Mengs, que llevaba por título Atlas Marítimo de España. Bauzá fue un elemento importantísimo en la delineación de las cartas del Atlas y en la preparación para el grabado de las láminas de cobre, encargándose en Madrid de grabar las escalas graduadas de los meridianos y paralelos y colocar sobre el cobre los puntos geográficos con sus verdaderas posiciones, antes de entregar las láminas a los grabadores. Las siguientes cartas aparecen firmadas por Bauzá con la fórmula Dib. F. Bauzá:

1. Carta Esférica de una PARTE DEL OCÉANO ATLÁNTICO comprehendida entre 14 grados 00’ y 44 grados 10’ de latitud N. y desde 11 grados 00’ de longitud E. de Cádiz hasta 48 grados 10’ al O. 1788.
2. Plano de las RÍAS DE FERROL, CORUÑA Y BETANZOS. 1787.
3. PLANO DE LA RÍA DE CORCUBIÓN, Y PLANO DE LA RÍA DE PONTEVEDRA, con las islas ONS y ONZA, 1786.
4. Vistas de las costas de Galicia y Portugal, (sf).
5. Plano de Cádiz y sus bahías, 1789.
6. Carta Esférica desde PUNTA CANDOR A CABO TRAFALGAR que contiene los baxos de la Azaytera, 1787.
7. Vistas de las costas de Portugal, (sf).
8. Vistas de las costas de Cantabria, (sf).
9. Plano de la CONCHA DE GIJÓN, 1789.
10. Plano de la RÍA DEL BARQUERO Y ESTACA DE VARES. Con los planos: RÍA DE VIVERO, RÍA DE RIBADEO Y PUERTO DE CEDEIRA, 1787.
11. Carta Esférica de las ISLAS AZORES O TERCEIRAS, 1788.
12. RADA DE FAVAL, una de las YSLAS AZORES Y RADA DE ANGRA, en la isla Tercera, 1788.
13. Vistas de costas de las Azores o Terceras, (sf).

Las siguientes cartas manuscritas, que se encuentran en la Cartoteca del Museo Naval, también están firmadas por él, aunque luego no aparece su nombre en la impresa del atlas:

1. Carta esférica de la COSTA DE LAS ASTURIAS, desde Punta calderón hasta Punta Mugeres.
2. Carta esférica de la costa de Galicia desde Punta de la Buelnegra a Punta Catasol.
3. Plano de la rada de Ceuta.
4. Plano de Cartagena.
5. Plano del puerto de Pasajes.
6. Plano de la plaza y puerto de San Sebastián.
7. Plano de Mogador.

En 1787, se supone que como premio al magnífico trabajo que estaba realizando, recibió el nombramiento de maestro de fortificaciones y dibujo de la Academia de Guardiamarinas de Cádiz.

Participación de Felipe Bauzá en la Expedición Malaspina, 1789-1794.

La justa fama que se granjeó Bauzá en su trabajo anterior, llevó a Alejandro Malaspina a reclamarlo como maestro de cartas y planos para su famosa expedición alrededor del mundo con las corbetas Descubierta y Atrevida. A partir de entonces la competencia profesional y la fama acompañaron al marino mallorquín durante toda su vida.

La cartografía, junto con el informe político y social de los virreinatos eran las dos líneas maestras del plan presentado al rey por Malaspina. Por este motivo el comandante hizo especial hincapié en conseguir como encargado de cartas y planos a Felipe Bauzá, piloto graduado de alférez de fragata. Bauzá era entonces grabador y maestro de dibujo en la Academia de Guardiamarinas de Cádiz y se resistía a participar en la expedición por temor a perder su puesto. Malaspina insistió ante el ministro Antonio Valdés, argumentando que era un hombre valiosísimo no sólo en su faceta, ya demostrada, de dibujante y grabador, sino también en la que él quería encomendarle, de cartógrafo.

Su participación en la expedición Malaspina desde 1789 a 1794, permitió a Bauzá encauzar su carrera de cartógrafo, pues si en su anterior comisión de dedicó a delinear las cartas y apoyar en el grabado de ellas, en esta ocasión participó intensamente en los levantamientos con instrumentos astronómicos especialmente diseñados para estos trabajos, principalmente en compañía de Malaspina y Espinosa y Tello.

Bauzá embarcó en la Descubierta, mandada por Malaspina, siendo este buque el que centralizó los trabajos cartográficos de la expedición. Al buque también se incorporó José de Espinosa en Acapulco, comenzando una fructífera labor entre este oficial, encargado de tareas astronómicas, y Felipe Bauzá, que se prolongó en la Dirección de Hidrografía, hasta la muerte de Espinosa en 1815.

En Montevideo, a donde llegaron los buques españoles en octubre de 1789, empezaron los levantamientos cartográficos. Levantaron un plano geométrico del Río de la Plata, determinaron astronómicamente la posición de Buenos Aires, reconocieron la costa hasta el cabo San Antonio. Malaspina y Bauzá levantaron el plano de Maldonado y el de la costa hasta Montevideo, valiéndose de las observaciones hechas en la zona por José Varela Y Ulloa en 1782 y 1783. Situaron geométricamente el Río Negro, la península de San José y toda la costa hasta Puerto Deseado.

En las islas Malvinas levantaron el plano del puerto Egmont, situando el puerto de la Soledad y la parte oriental de las islas.

En la embocadura del estrecho de Magallanes reconocieron el bajo Sarmiento, el cabo del Espíritu Santo, Tierra de Fuego y la entrada del estrecho de Le Maire.

El 1 de febrero de 1790 llegaron a San Carlos, en la isla de Chiloé y, mientras la Atrevida, mandada por José Bustamante y Guerra siguió a Valparaíso para hacer observaciones astronómicas y físicas, Bauzá en la Descubierta hizo el plano de los puertos de Talcahuano, San Vicente y Coliumo, realizando marcaciones por toda la costa y llevando los triángulos hasta los cerros de Bio-Bio y por la desembocadura de este río hasta la plaza mayor de Concepción. En Santiago de Chile levantó un mapa del valle de Mapocho.

En abril de 1790 llegaron a Coquinbo, donde establecieron con toda exactitud la longitud de este puerto para que les sirviera de referencia en la costa pacífica como habían hecho en la costa atlántica con la longitud de Montevideo.

Por segunda vez se separaron los buques españoles y, mientras la Atrevida levantaba la costa de Copiapó, morro de Acari y Arica, la Descubierta levantaba las islas de San Félix y el plano del Callao que sería perfeccionado a la vuelta de la expedición en 1793. Hicieron mediciones de la costa desde Callao a Guayaquil y, por medio de observaciones astronómicas, formaron el plano de la ría de Guayaquil.

El 16 de noviembre llegaron a Panamá, donde había un particular interés en levantar una carta fiable para enlazar con los resultados de la comisión que iba a realizar Joaquín Francisco Fidalgo en Tierra Firme. Distintos oficiales hicieron las tareas de medición y observaciones astronómicas y Bauzá levantó el plano del golfo de Panamá y sus islas.

Por tercera vez se separaron los buques españoles en su navegación y la Atrevida navegó directamente a Acapulco y San Blas, reconociendo la isla de Cocos. Por su parte la Descubierta levantó el plano de Realejo. Una vez juntos los buques en Acapulco, se produjo la incorporación de Ciriaco Ceballos y José Espinosa y Tello, que habían viajado desde España.

A finales de 1790, recibieron órdenes de la corte española de organizar la campaña del noroeste para comprobar el informe que ese mismo año había dado Buache en la Academia de Ciencias de París, asegurando que Ferrer Maldonado, marino español del siglo XVI, había encontrado una comunicación que unía el Atlántico al Pacífico a la altura de 60 grados latitud norte, pero que España había mantenido en secreto. El comandante Malaspina recibió la orden cuando llegó a Acapulco, iniciando rápidamente los preparativos para iniciar los reconocimientos en la costa noroeste del continente americano. Subieron hasta bahía de Bering, monte San Elías e isla de Kaye hasta el cabo Hinchinbrook, en la entrada del Príncipe Guillermo, que ya había sido reconocida el año anterior por Salvador Fidalgo. No se encontró ningún indicio del famoso paso a los 60 grados. Al descender recorrieron la costa desde Mulgrave hasta Nutka, determinaron la latitud de Nutka con ayuda de instrumentos de precisión y reconocieron sus canales, saliendo por la bahía de la Esperanza, quedando definitivamente demostrado que Nutka era una isla. El 28 de agosto salieron de Nutka y fueron reconociendo y levantando la costa hasta Monterrey y el cabo San Lucas.

Se produjo entonces la cuarta separación de los buques y, mientras la Atrevida hacía mediciones en el cabo Corrientes, la Descubierta navegaba directamente hacia Acapulco.

Una vez finalizad la campaña del noroeste, salieron los buques de Acapulco el 20 de diciembre de 1791 para hacer la campaña del Pacífico; el 11 de enero llegaron a la isla de Guam en las islas Marianas; ante la imposibilidad de fondear en el puerto de Agaña, ni en el de San Luis de Apra, establecieron el observatorio en la rada de Umatag, haciendo diversos levantamientos. El 24 de febrero iniciaron la derrota para las Filipinas, donde realizaron una intensa labor cartográfica pues estas islas no habían sido nunca objeto de levantamientos cartográficos sistemáticos. Levantaron los oficiales de ambos buques el plano de Sorsogón y del estrecho de San Bernardino, hasta entonces sin cartas fiables. El 26 de marzo Bauzá y Alí Ponzoní levantaron el plano de la barra de Manila. A continuación la Descubierta, en su quinta separación de la Atrevida, cartografió la costa occidental de la isla de Luzón, mientras su compañera se desplazó a Macao para hacer experiencias del péndulo invariable.

El 15 de noviembre de 1792 salieron los buques de Manila y trazaron las cartas de las costas occidentales de Mindoro, Panay, Negros, Mindanao y rada de Zamboanga. Avistaron las islas de Erromán y Anatón, las más orientales del archipiélago de las Nuevas Hébridas y Bauzá levantó el plano de Doubtfull Harbour en el extremo meridional de Nueva Zelanda.

En mayo de ese año llegaron a Australia, donde fueron muy bien recibidos por los ingleses y levantaron un palno de la bahía Botánica y puerto Jackson. De allí prosiguieron viaje hasta Vavao, en el archipiélago de las Tonga, que ya había sido visitada por Mourelle, donde levantaron algunos planos. Sin avistar islas y con las tripulaciones enfermas, emprendieron el tornaviaje, llegando al Callao de Lima el 23 de julio de 1794. Allí desembarco Felipe Bauzá enfermo de asma, acompañado por Espinosa, a cusa de su mala salud habitual, y continuaron por tierra desde Valparaíso hasta Buenos Aires atravesando los Andes para unirse a los buques en Montevideo, rumbo a Cádiz, adonde llegaron en septiembre. Este viaje de los dos oficiales por tierra generó abundantes observaciones astronómicas y una carta hecha por Bauzá del camino de Valparaíso a Buenos Aires.

Bauzá fue especialmente apreciado por Malaspina que recalca en sus informes su acostumbrada actividad e inteligencia a pesar de unas calenturas que le prostraron en Panamá y Acapulco; en toda su correspondencia le llama “amado amigo”.

Una vez desembarcados en Cádiz los materiales cartográficos, recogidos por la expedición, fueron depositados en el Depósito Hidrográfico e inmediatamente Malaspina formó un equipo encargado de organizar para su publicación los distintos diarios y derroteros. En este sentido es esclarecedora una carta que envio Bauzá a Espinosa y Tello desde Madrid el 9 de enero de 1795:

Fabio (Alí Ponzonil) está encargado de los derroteros; por mi parte hay que fundir las cartas y quedar en las longitudes que incluyó a V.M.; Por fortuna dejan a mi arbitrio y sin responsabilidad el manejo de ellas; haré todo lo posible para que no les falte nada y si V.M. me insinúa o advierte algunas cosas no vendrán fuera del caso. El cómputo de toda la obra con 70 cartas y 70 láminas y figuras, y siete tomos asciende a dos millones de reales.

Así pues, los preparativos para la publicación estaban muy adelantados y las cartas ya grabadas cuando se suspendieron todos los trabajos por la detención y posterior proceso del comandante Malaspina ese mismo año.

Aunque todos los diarios y escritos son recogidos por orden real y guardados en la Secretaría de Marina, sin embargo las cartas permanecieron en el Depósito Hidrográfico, del que es nombrado director en 1796 José Espinosa y Tello, que se apresura a llamar a su lado al valioso y trabajador Bauzá.

La participación de Bauzá en la expedición se contabiliza de manera que de 27 cartas grabadas que publicó la Dirección de Trabajos Hidrográficos, Bauzá firma las seis siguientes:

• Carta esférica de las costas de AMÉRICA MERIDIONAL desde el paralelo de 36 grados 30’ hasta Cabo de Hornos. 1798.
• Carta esférica del RÍO DE LA PLATA desde su desembocadura hasta Buenos Ayres. Año 1798.
• Carta esférica de una parte de la COSTA DEL PERÚ desde el paralelo de 7 grados hasta el de 21 grados 45’ de latitud sur. 1798.
• Carta esférica del REYNO DE CHILE comprendidas entre los paralelos 38 grados y 22 grados de latitud Sur. 1799.
• Carta esférica que comprende la costa occidental de América desde 7 grados de latitud S. hasta 9 grados de latitud N. 1800.
• Cara esférica de la PARTE INTERIOR DE LA AMÉRICA MERIDIONAL para manifestar el camino que conduce desde VALPARAÍSO a BUENOS AYRES por las observaciones astronómicas que hicieron en estos parajes en 1794 Don José Espinosa y Don Felipe Bauzá, oficiales de la Real Armada. Año de 1810.

De las ciento ochenta y cinco cartas manuscritas que se conservan de la expedición, Bauzá hizo diecinueve. De doscientos borradores de cartas en distintas fases de acabado, noventa y ocho llevan la firma de Bauzá. Realizó además ocho cálculos astronómicos, trescientas siete perspectivas de costa y treinta y tres dibujos de personas y lugares, ninguno de botánica ni zoología.



Fuente:

Marinos Cartógrafos Españoles. Felipe Bauzá y Cañas, un marino liberal para la nueva cartografía de América y el Pacífico. Luisa Martín-Merás. PROSEGUR.

Próximo capítulo:

Participación de Felipe Bauzá en la Dirección de Trabajos Hidrográficos. 1797-1822.

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La primera publicada.

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Algo que se olvidó en su día y que forma parte de su Historia.


Al no poder ser repatriados sus restos en su momento fue enterrado en la Abadía de Westminster, donde reposan a fecha de hoy.


Espero os guste.


Un cordial saludo.

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Mucho.
Pertenecía a una generación de grandes marinos.
Y qué detalle de los ingleses, tenerlo en la Abadía de Westminster, donde yace la memoria de Inglaterra...

Gracias

Naturalmente que me ha gustado la biograía de mi paisano Don Felipe, otro mallorquín más, sin nobleza de sangre como el Capitán Toni, que llegaron a lo más alto que les dejaron llegar.

Felicidades por la publicación en la RGM.

Un abrazo