La Ley Cortina, aprobada el 11 de enero de 1922, permitió ampliar los créditos para continuar las construcciones previstas en la Ley Miranda de 1915. Por Real Decreto de 22 de febrero del mismo año se estipuló que los nuevos submarinos deberían tener un desplazamiento en superficie de unas 800 t, dándose la orden de ejecución el 20 de octubre del mismo año, 1922.


El mejor técnico español en la materia de aquella época, don Mateo García de los Reyes, elevó dos informes sucesivos, fechados el 4 de julio y el 12 de diciembre de 1921, donde se reflexionaba sobre las necesidades submarinas de entonces. Señalaba las características fundamentales que debía tener el nuevo modelo:


- Un desplazamiento suficiente para asegurar una buena habitabilidad, factor esencial en largos cruceros.

- En los torpedos, propone pasar al calibre de 21 pulgadas (533.4 mm) por su mayor velocidad, carrera y peso de la cabeza explosiva.

- Pide la mayor velocidad posible en superficie, y una gran maniobrabilidad.

- No da demasiada importancia a la velocidad en inmersión, ya que incluso el submarino se puede delatar por la estela del periscopio si lo lleva elevado; así como el enorme peso de las baterías de acumuladores para lograr mayor velocidad, que puede limitarse en provecho de otras características.

- Estima que la profundidad máxima operativa ha de pasar de 40 m a 80 ó 100 m, única segura. Por lo mismo, la inmersión debe ser lo más rápida posible.

- En cuanto a la artillería, considera que la pieza en superficie debe ser antiaérea, para luchar contra el que cree tan certera como previsoramente el principal enemigo del submarino: el avión.

- Pone énfasis en asegurar una buena regeneración de aire durante períodos largos.

- Pide buena radiotelegrafía, hidrófonos eficientes, periscopios largos y lo más finos posibles en su parte alta, así como la mayor sencillez y eficacia en los mecanismos auxiliares.


Tanto la elección del modelo a construir como las modificaciones propuestas fueron asumidas totalmente por el Estado Mayor e incorporadas al proyecto por Real Orden de 2 de enero de 1922: tal era el crédito que gozaba la opinión de García de los Reyes. De los proyectos presentados por la S.E.C.N. (Sociedad Española de Construcciones Navales), los submarinos de la clase “C” pertenecieron al modelo finalmente denominado 309-0.


En comparación con la serie anterior de submarinos “B”, los de la clase “C” eran muy superiores en armamento y cota máxima de profundidad, pero más lentos y menos autónomos y manejables en inmersión.

Sus características finales fueron las siguientes:


- Eslora 75.3 m; manga máxima 6.32 m y 5.91 m en flotación; puntal hasta la parte alta de la superestructura 5.69 m y 7.42 m hasta el tope de la torreta; calado de 4.19 m máximo a popa, mínimo 4.04 m a proa y 4.11 m en el centro

- Desplazamiento en superficie 913 t; en inmersión 1142 t

- Doble casco entre las cuadernas 35 y 105, dividido en 8 compartimentos por siete mamparos

- Cota máxima en pruebas 87 m

- Dos motores diesel de cuatro tiempos, 1000 CV cada uno, alcanzando 16.5 nudos en superficie, radio de acción 3200 millas a velocidad máxima y 6800 millas a 10 nudos

- Dos motores eléctricos de 170 CV cada uno en régimen continuo, 350 CV en una hora, radio de acción 150 millas, velocidad máxima en inmersión 8.5 nudos

- Dos hélices de bronce al manganeso de 67 pulgadas de diámetro, tripalas y de paso variable, 450 rpm a 16 nudos

- Tiempo de inmersión por debajo del minuto y medio, gracias en parte a la forma de cuchara de sus “kingstons”, manejables neumáticamente, como las ventilaciones

- 4 tubos lanzatorpedos de 533.4 mm a proa y 2 a popa, torpedos Whitehead W 250 de fabricación italiana modelo 1926. Longitud de los torpedos 6.5 m, peso 1547 kg, carga de trilita d 250 kg de peso, espoleta de percusión de aire, alcance 3000 m a 42 nudos

- Pieza antiaérea Vickers de 76.2 mm, pero se vio que era complicada y delicada, sustituyéndose, al menos en el C-3 y el C-4 por las del mismo calibre de los cañoneros tipo “Recalde”, cañones de fabricación nacional tipo Bonifaz

- Dos compresores de 33 l/min a 200 kg/cm2

- Agujas giroscópicas Anschutz y correderas Forbes, aparte de T.S.H.

- Teléfono de comunicación submarina: Fessenden de 2 millas de alcance en el C-1 y el C-2; espadillas Electroacustic con alcance de 8 millas en el C-4 y C-5

- Hidrófonos: los dos primeros montaban los anticuados tubos K, el C-6 un no muy brillante Electroacustic

- Sondeadores Hughes ingleses

- Carecían de dirección de lanzamiento de torpedos

- Dotación: 37 hombres


Las seis unidades, gemelas en su aspecto externo aunque con alguna variación interna, tuvieron una suerte muy dispar, pues sólo dos alcanzaron el fin de su vida activa, siendo desguazados el “C-1” y el “C-2”, mientras el “C-3”, “C-5” y el “C-6” se perdieron por acción de guerra durante la contienda civil. 1936-1939.


Completaba la serie el “C-4”, que se habría de hacer tristemente célebre al perderse por abordaje en el curso de unas maniobras navales.


Estas unidades no recibieron más nombre que la identificación de su torreta, excepto el “C-1” que se llamó “Isaac Peral” después de causar baja en el año 1930 su homónimo del tipo Holland.


Los submarinos de la clase “C” participaron activamente en la Guerra Civil de 1936-1939. Algunos de ellos fueron mandados por oficiales de la Armada Soviética; realizaron varias operaciones ofensivas pero no alcanzaron ningún éxito resonante.

Fuentes:

"Los submarinos españoles" (Agustín R. Rodríguez, Camíl Busquets, Juan Luis Coello, Albert Campanera)
perso.wanadoo.es/pcursal/index.html (Pedro F. Curto Salvadó)
https://www.submarinos.net/
"La flota submarina republicana española al comienzo de la Guerra Civil" (Enrique Pérez Carmona)
"Buques de guerra españoles 1885-1971" (Aguilera y Elias)

Los restos del C3.

Con el debido respeto y permiso De La Rocha, amplio un poco más su hilo.








Estos buques pertenecían a la serie Holland 105 F.


Eran una versión alargada y mejorada respecto a los sumergibles clase B, pero tenían un defecto en el diseño, y es que, a pesar del mayor tamaño y desplazamiento del buque, montaban las mismas baterías que la clase B, lo que repercutía en su velocidad, capacidad de maniobra y permanencia bajo el agua.


Las seis unidades eran idénticas exteriormente aunque algunas tenían varias diferencias en el interior


El armamento lo componían seis tubos lanzatorpedos de 533 mm, situados cuatro en proa y dos en popa, con cuatro torpedos de reserva.


Los torpedos eran los italianos Whitehead W-250, modelo 1926, de 533,4 mm.


Su longitud era de 6,5 metros y su peso de 1.547 kilos, con una carga de trilita de 250 kilos, con espoleta de percusión aire.


Su alcance era de 3.000 metros a 42 nudos, 4.000 a 35 y 10.000 a 24.


Estos buques carecían de dirección de lanzamiento de torpedos.

En cubierta montaban un cañón Vickers de 76/45 mm, para uso antisuperficie y antiaéreo.


Este arma resultó sumamente imprecisa y de difícil manejo.


Los submarinos C-3 y C-4 montaron en su lugar una pieza Bonifaz de 75 mm mucho más sencilla y eficaz.


Su coste presupuestado en 1922 fue de 13.186.000 ptas.


Como equipos de escucha los C-1 y C-2 montaban unos tubos K y el C-6 un sistema Electroacustic de un modelo más moderno que el montado en el resto de la serie.


En cuestión de equipos de señales submarinas, los C-1 y C-2 llevaban unos osciladores Fesseden con un alcance de unas dos millas; por su parte, los C-4 y C-5 montaban unas espaldillas Electroacustic con un alcance de hasta ocho millas.


Todos los buques montaban correderas Forbes.


Disponían estos submarinos de sondadores Hughes británicos.


El único submarino de la clase en llevar nombre fue el C-1, pues el 26 de agosto de 1930, una Real Orden estableció que el C-1 pasara a denominarse Isaac Peral, con objeto de perpetuar ese nombre en la Armada Española al haber pasado el anterior buque que lo portaba (el primer submarino con que contó la Marina) a 2a situación.


El 23 de junio de 1928 se publicaron dos resoluciones por las cuales los submarinos C-1 y C-2, cuando entrasen en servicio, serían asignados a la División de Instrucción de Submarinos y a las órdenes del Capitán General del Departamento de Cartagena.


Un año más tarde, el 25 de julio de 1929, una Real Orden disponía que los tres primeros submarinos clase C (junto con el B-5 y B-6) pasasen a la jurisdicción de la Escuadra, quedando dependientes del Departamento Marítimo de Cartagena solamente a efectos administrativos.

El 8 de agosto de 1928, los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia embarcaron en el C-1 en Santander, y realizaron una inmersión en él, llegando a posarse en el fondo a 29 metros de profundidad.


Tres días más tarde, el que embarcaría sería el infante Juan de Borbón, que ¡ría, en el mismo buque, desde Santander a Castro Urdíales y regreso en compañía de otros submarinos.


Durante la travesía se realizaron diversos ejercicios de inmersión, que a decir de la prensa de entonces causaron gran impresión en el infante.


El 25 de junio de 1929 se reorganizó la Flotilla de Submarinos, quedando los tres clase C construidos hasta la fecha y los que se construyesen más adelante, adscritos a la División de Instrucción de Cartagena.


El 15 de septiembre dieron comienzo unas maniobras navales que fueron las mayores celebradas hasta entonces, y en las cuales participaron los cuatro submarinos clase C entonces en servicio del C-1 al C-4.


El 18 de enero de 1932, el C-1, insignia entonces de la Flotilla de Submarinos, recibió la visita del Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, poco antes de celebrarse las primeras grandes maniobras de la República.


El 5 de febrero de 1935 los C-2 y C-3 hicieron una demostración, junto Con varios hidros, ante los alumnos de la Escuela de Guerra Naval.


El 30 de junio de ese mismo año, los seis sumergibles llevaron a cabo su habitual crucero de adiestramiento en el océano Atlántico, antes de participar, durante el mes de agosto, en un importante ejercicio de adiestramiento en la bahía de Mazarrón con la Flotilla de Destructores.