Nombres: «SA-51» Tiburón I

Constructor: Empresa Nacional Bazán, factoría de Cartagena.

Quilla: 27 abril de 1957

Botadura: 6 de noviembre de 1964

Entrega: --?

Baja: 5 de marzo de 1979



Nombres: «SA-52» Tiburón II

Constructor: Empresa Nacional Bazán, factoría de Cartagena.

Quilla: 30 de noviembre de 1957

Botadura: -- ?

Entrega : --?

Baja: 5 de marzo de 1979

Desplazamiento en superficie: 76,80 Tm.

Desplazamiento en inmersión: 79,30 Tm.

Eslora:21,15 m.

Eslora PP: 20,03 m.

Manga:2,41 m.

Calado:2,66 m.

Puntal:2,40 m.

Cota inmersión:100 m.

Propulsión: 2 motores diesel ENASA -Pegaso // 2 motores eléctricos Cenemesa // una hélice

Batería: Tudor 13PT210/1,5, formada por 48

Potencia en superficie: 400 Cv.

Potencia en inmersión: 480 Cv.

Vb máx. en superficie: 10 nudos

Vb inmersión: 14,5nudos

Autonomía:2.000 millas a 6 nudos en superficie // 150 millas a 2 nudos

Combustible: gasóleo

Capacidad: 5 Tm

Armamento: 2 TLT de 533 mm a proa con dos torpedos G7a ó G7e

Dotación: 5

En cuanto a los submarinos de la clase «Tiburón», su desarrollo inicial se efectuó en paralelo a los trabajos de los «Foca», aunque su denominación española puede inducir a engaño, ya que carecía de conexión alguna con el diseño «Hai» (tiburón) de la Kriegsmarine, y que ya hemos señalado era un torpedo tripulado, basado en la versión de 11 m de eslora para operaciones especiales TIIId del difundido torpedo eléctrico G7e, del que tan sólo llegó a fabricarse un prototipo en 1945.


Los «Tiburón» españoles recibieron este nombre en reconocimiento a loagresivo y ambicioso de su proyecto, que se puede considerar más bien como derivado del Tipo XXXIV de «Unterseeboote» que de cualquier desarrollo de los submarinos enanos propiamente dichos.


Y es que el diseño de los «Tiburón» era más el de un submarino empequeñecido al mínimo posible que el de un submarino enano agrandado para mejorar sus prestaciones.


Su aspecto general recuerda al ya mencionado Tipo XXXIV, un proyecto teórico impulsado por un motor diesel MB 501 especialmente modificado para funcionar en ciclo cerrado, es decir independientemente de la atmósfera, y que en 90 Tm combinaba dos torpedos con una autonomía máxima de una semana, estando tripulado por tres hombres.


En nuestro caso, los proyectistas de Bazán pretendían obtener pres-taciones similares con un desplazamiento cercano a las 60 Tm, empleando para su propulsión una planta motriz convencional diesel-eléctrica, combinada con una gran capacidad de baterías para intentar obtener velocidades punta de hasta 14,5 nudos en inmersión durante una hora.


Partiendo de una primera aproximación conocida como «Tiburón I», el equipo de proyectistas germano-español fue introduciendo sucesivos cambios, refinamientos y mejoras, que acabaron incrementando la eslora y el diámetro del casco, así como el desplazamiento, que llegó a alcanzar las 78 Tm en superficie.


El cambio más importante originó la adopción de dos motores diesel ENASA Pegaso en vez del único de mayor potencia previsto inicialmente, lo que resultó decisivo para el agrandamiento de las dimensiones del submarino.

Pese a ello, el proyecto continuaba pareciendo perfectamente capaz de desempeñar las misiones de defensa costera previstas, habiéndose llegado al diseño denominado «Tiburón III», lo suficientemente maduro y desarrollado como para ser presentado en julio de 1952 a las autoridades de Marina junto a su compañero menor, el tipo «Foca».


Por entonces se estimaba que el coste de los «Tiburón» podría ascender a unos 7.384.861 pesetas por unidad, incluido su armamento torpedero, en tanto que un buque tipo «Foca se situaba en alrededor de 2-2,5 millones.


Aunque mucho más avanzado y prometedor que los «Foca», el proyecto «Tiburón» en su versión III era también bastante más complejo y caro, por lo que, pese a ser aprobada su construcción en 1952, se decidió posponer ésta momentáneamente en beneficio de los «Foca» e incorporar todas las modificaciones y mejoras que la experiencia a obtener de estos últimos aconsejase.


Por ello no se plantaron sus quillas hasta 1957, cuando el «Foca I» llevaba algo más de dos años de pruebas a flote.


Los astilleros cartageneros les asignaron los números de obra 107 y 108, como vemos los inmediatos anteriores a los tenidos por la pareja de «Focas».


El casco de los «Tiburón» presentaba aspecto de torpedo con líneas hidrodinámicas muy cuidadas, ya que se habían reducido las protuberancias externas al mínimo.


La construcción era casi enteramente soldada, estando las tres secciones de que se componía el submarino unidas internamente por pernos y juntas impermeables de caucho.


Con ello se pretendía facilitar su mantenimiento y la rápida sustitución de los elementos internos que fuese necesario reemplazar.


El conjunto estaba coronado por una torreta situada a media eslora con un característico escalón delantero y que alojaba el periscopio y el pozo de acceso al interior, que servía a la vez como puesto de observación gracias a la cúpula de plexiglás que cubría la escotilla exterior.

Un pequeño carenado proel presentaba unas aberturas a modo de ojos por donde descargaban sus armas la pareja interna de tubos lanzatorpedos de 533 mm, único armamento del submarino.


La quilla sobresalía ligeramente y, además de su función principal de contener el lastre sólido de la nave, en su borde proel se habilitaba espacio para la instalación de un pequeño sonar activo (que seguramente no llegó a montarse nunca), en tanto que algo por detrás de éste se disponían los hidrófonos de escucha pasiva y el pozo para el ancla.


En el extremo de popa del casco se encontraba la única hélice tripala de los «Tiburón» que, al igual que en los «Foca», era de paso fijo e iba montada en una tobera tipo Kort con los timones horizontales y verticales dispuestos en forma de cruz.


Gracias a la acomodación interna de los torpedos en tubos y a la construcción soldada de los buques se conseguía cifrar la cota de inmersión en unos teóricos 100 m, en tanto que en los «Foca» estas armas se estibaban en el exterior, lo que limitaba la profundidad máxima a alcanzar.


Operativamente esta disposición del armamento de los «Tiburón» permitía a las naves permanecer en posición posadas en el fondo marino en caso de encontrar corrientes adversas, con la ventaja táctica de no descargar inútilmente las baterías, al tiempo que limitaba la fatiga de sus tripulantes.


La maquinaria propulsora consistía en una pareja de motores diesel de 6 cilindros y unos 200 Cv unitarios fabricados por ENASA, actuando como generadores para la recarga de la numerosa batería de acumuladores, formada por unos 48 elementos que ocupaban la mayor parte del volumen útil interior.


La batería suministraba energía a una pareja de motores eléctricos de unos 240 Cv de potencia unitaria, construidos en nuestro país por la Constructora Nacional de Maquinaria Eléctrica, SA (Cenemesa), previéndose una autonomía en inmersión de hasta 150 millas a 2 nudos.


Tanto en caso de utilizar los motores diesel como los eléctricos, la transmisión a la hélice se hacía a través de un único engranaje reductor.


El mayor espacio interior disponible en los «Tiburón» permitió además, a similitud de los últimos U-boote, la instalación de un pequeño motor eléctrico del tipo llamado de acecho, de operación silenciosa y suficiente para imprimir al submarino una velocidad de 2 a 3 nudos en inmersión durante un prolongado espacio de tiempo gracias a su bajo régimen de descarga.

Las tres secciones de los «Tiburón» se repartían del modo siguiente: la proel, en la que se encontraban los dos tubos lanzatorpedos, parte de las baterías y los tanques de nivelación, la sección central sobre la que se situaba la tórrela y que acogía la sala de mando, con todos los mecanismos necesarios para el manejo del buque, el resto de los elementos de la batería y dos pequeñas camas para el descanso de los tripulantes, y por último, la sección popel, enteramente ocupada por la planta propulsora antes descrita.


La tripulación la componían cinco miembros, aunque en caso de necesidad tan sólo tres podían hacerse cargo del manejo del submarino.


La habitabilidad era tan espartana como en los «Foca», ya que la autonomía no era una de las características primordiales de los submarinos enanos, aunque dado que las premisas del proyecto «Tiburón» contemplaban posibles misiones de varios días de duración se había dispuesto alguna que otra comodidad, como una pequeña cocina y un retrete, además de la pareja de camastros ya indicados.


Por otra parte, el diámetro interior del casco permitía que los tripulantes pudiesen ponerse enteramente de pie, disminuyendo así las molestias de tipo fisiológico en relación con las presentadas en las naves del tipo «Foca».


De cualquier modo, la estancia a bordo de los buques resultaba poco agradable dado el escaso espacio disponible y su angostura, con multiplicidad de equipos, mandos y aparatos dispuestos por todos lados.


Los trabajos en la pareja de submarinos se desarrollaron con gran lentitud, ya que la experiencia obtenida con los «Foca» obligó a la modificación de algunos de los planos de construcción, pasando el diseño a denominarse «Tiburón IIIb» allá por 1960.

Se introdujeron diversas cambios, lo que obligó a incrementar nuevamente la eslora en unos 23 cm.


Pero a estos prometedores pequeños submarinos, capaces de efectuar una verdadera defensa puntual del litoral y puertos españoles, así como incursiones limitadas en fondeaderos enemigos, les sucedió prácticamente lo mismo que a sus compañeros del tipo «Foca».


En principio su construcción quedo ralentizada por el Programa de Modernización de Buques. que absorbió la casi totalidad de los recursos y astilleros navales hasta 1962, para luego seguir a trancas y barranca; ensombrecida por el fracaso de la industria nacional para conseguir poner a punto la pareja de «Focas».


Y gran parte de los problemas expuestos al hablar de estos últimos les tocó también padecerlos a los «Tiburón», en especial el relativo a la carencia de una batería de acumuladores adecuada y fiable.


Incluso se llegó a pensar en suspender el programa, ya que para muchos marinos seguía pareciendo un experimento demasiado caro para un país como el nuestro, y el dinero que distraía se podía desviar hacia otras atenciones más importantes y urgentes.


Pero lo cierto era que las cantidades invertidas habían sido tan considerables que se decidió seguir adelante, y más cuando comenzaba a vislumbrarse una pronta solución a los problemas técnicos de los buques.


Si la Armada contemplaba a los «Foca» como meros prototipos experimentales no ocurría lo mismo con los «Tiburón», de los que se esperaba mucho una vez eliminados sus lógicos defectos de juventud.


Los dos submarinos, bautizados oficialmente desde comienzos de 1963 como «SA-51» y «SA-52» pasaron a la denominada situación especial (fase constructiva inmediata anterior a la entrega de un buque) a partir del 21 de septiembre de 1964, adelantándose brevemente a la botadura del «Tiburón I» o «SA-51», que tuvo lugar finalmente en noviembre siguiente, para comenzar a continuación su período de pruebas a flote.

Pero no hubo más suerte que con los «Foca» y, al igual que en aquéllos, los problemas propulsivos y de baterías resultaron imposibles de eliminar.


Los trabajos de la denominada primera fase del Programa Naval de 1965 volvieron a postergar las obras y créditos necesarios para solventar los problemas encontrados en los «Tiburón», que además comenzaban a acusar por entonces su antigüedad como diseño ante las constantes innovaciones tecnológicas introducidas en la construcción naval y las grandes mejoras en los equipos de detección submarina, que limitaban considerablemente su potencial original.


Tampoco llegó a resolverse satisfactoriamente el problema de sus baterías, ni siquiera durante los años setenta, recurriendo al encargo a firmas extranjeras, ya que al parecer los pedidos no llegaron a concretarse.


Así se frustraron finalmente las esperanzas depositadas por nuestra Arma Submarina de poder llegar a contar entre sus filas con los submarinos de asalto tipo «Tiburón».


La pareja causó baja en la Armada por O.M. de 5 de marzo de 1979 sin haber llegado siquiera a ser dados de alta, disponiéndose su aprovechamiento y desguace en el Arsenal de Cartagena.


Su historial resulta, por tanto, muy breve; el «SA-51» realizó escasas navegaciones, siendo únicamente de destacar su presencia en la ya mencionada Semana Naval de Barcelona en 1966, en compañía del «SA-41» o «Foca I», desplazándose a dicha ciudad por sus propios medios aunque con algunas dificultades, escoltado en su travesía por el buque de salvamento «Poseidón».


Luego de su baja se le despojó de algunos elementos internos, quedando su casco prácticamente intacto y arrinconado en las inactivas gradas inclinadas de la factoría de Cartagena de la Empresa Nacional Bazán durante bastantes años, en los que fue llenándose de óxido lentamente.


Tan triste situación se pudo remediar finalmente al aprobar la Armada su cesión al Museo de la Ciencia de Barcelona, siendo sometido a un amplio recorrido y acondicionamiento de cara a su exhibición pública en los jardines del Museo.

La labor de traslado del pequeño submarino desde Cartagena a la Ciudad Condal fue delicada y espectacular, ya que hubo que recurrir al empleo de una gran plataforma metálica especial y varios camiones equipados con grúas de gran capacidad, celebrándose el protocolario acto de entrega el 9 de mayo de 1986 y quedando seguidamente el « SA-51» listo para ser visitado por el público, que para su mayor comodidad accede al buque a través de dos escaleras que conducen a unas aberturas practicadas en el casco.


Esta magnífica iniciativa ha conseguido salvar el «SA-51» o «Tiburón I» de la acción destructiva del abandono y del soplete, lo que resulta un hecho desgraciadamente no frecuente en España, donde el desinterés por la conservación de nuestro patrimonio cultural industrial ha sido más la norma que la excepción.


En el campo de las unidades navales tan solo se han preservado de la destrucción varios pequeños submarinos, habiendo fracasado todos los esfuerzos tendentes a la conservación de unidades mayores de superficie, estando relativamente cercano el recuerdo del crucero «Canarias», dado de baja en 1975 y desguazado.


Volviendo tras esta disquisición al «SA-51», hay que reseñar que las autoridades barcelonesas lo rebautizaron apropiadamente como «Barcelona».


Por su parte, el «SA-52» no consta que llegara siquiera a ser botado, abandonando únicamente la grada para ser colocado como motivo ornamental en la explanada de la Base de Submarinos y a escasos metros del diminuto «SA-42».


Así pues, se ha conseguido preservar la totalidad de nuestros fallidos submarinos enanos, a los que hay que añadir el histórico sumergible «Peral» del siglo pasado para completar la relación de unidades navales conservadas en nuestro país


Como hemos visto en las líneas precedentes, la historia de nuestro cuarteto de submarinos enanos o de asalto, popularmente llamados de «bolsillo», fue fundamentalmente una labor de ingeniería con considerables retos y dificultades para la industria española de la época, que resultó en última instancia incapaz de resolver algunos de ellos.


Unidades complejas y delicadas, desgraciadamente, y pese a los grandes esfuerzos y sumas de dinero invertidas en ellos, no se pudieron obtener resultados positivos.


Si los «Foca» no pasaron de ser un mero banco de pruebas, en cambio los «Tiburón», en el momento de su concepción, resultaban un diseño moderno, atractivo e innovador que mereció mejor suerte, pudiendo haber servido de punto de partida para desarrollos plenamente viables, tanto técnica como tácticamente.


Pero los incesantes problemas técnicos, el desinterés, las dudas sobre su capacidad operativa y la obsolescencia real del diseño acabaron definitivamente con ellos.


En cuanto a los técnicos alemanes y al propio «padre de la criatura», doctor ingeniero Vollbrecht, la rápida reconstrucción y progreso de su nación originaria desde mediados de los años cincuenta les hizo ir volviendo a ella poco a poco, pasando la responsabilidad de los programas «Foca» y «Tiburón», en especial este último, enteramente a manos de técnicos españoles.

CC. D FRANCISCO SEGURA LACRUZ de 01.10.196 a 31.12.1965

CC. D LUÍS SÁNCHEZ MASSIA de 26.01.196 a 21.02.1967

TN. D LUIS MARÍA CEBALLOS SAENZ CENZANO de 30.03.196 a01.08.1968

CC. D JOSÉ L. RIPOLL GUTIÉRREZ de 14.05.197 a 29.08.1970

CC. D FERNANDO GUILLEN SALVETTI de 05.09.1970 a 22.04. —?

COMANDANTES DEL SUBMARINO "SA-52" ex "TIBURÓN II

TN. D. FERNANDO MARTIN IVORRA de --, -- 1965 a 31.03.1967

TN. D. RAMÓN DE OZAMIZ LASTRA de 31.03.1967 a 01.09.1967



Fuentes, compilado
Buques de la Armada Española, la ayuda americana de Luís Coello
Buques de la Armada Española del Siglo XX de Alejandro Anca
El Arma Submarina española,85 años de historia. Diego Quevedo Carmona y Eusebio Martínez García.