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Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
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Amenofis
Almirante
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 Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
Saqueos y derrota final del corsario Hawkins en el Pacífico (1594)
Dentro del conflicto entre España e Inglaterra, las acciones de los marinos ingleses con patente de corso fueron especialmente notables. La primera noticia de su presencia en el Pacífico la tenemos cuando Drake (sir Francis Drake para los ingleses; “el Drake”, para los españoles), en Agosto de 1578, logra atravesar el estrecho de Magallanes. A partir de esa fecha, durante el resto del s.XVI se sucedieron distintas operaciones, a cargo de distintos corsarios (Cavendish, John Hawkins, etc), con resultado, en general, malo para los mismos. La que vamos a relatar es la realizada en 1594 por Richard Hawkins (“el Aquines”, para los españoles), experto marino, hijo del corsario Almirante John Hawkins (que, a suvez, era primo de Francis Drake). Zarpó de Inglaterra en Junio de 1593.
Saqueo de Valparaíso
En su navío “Dainty”, de 300 toneladas, “bien artillado y una lancha...”, cruzó el estrecho de Magallanes y se presentó el 1 de mayo de 1594 ante Valparaíso. Saqueó sus almacenes y capturó cuatro barcos anclados en ese puerto, por los que pidió y obtuvo rescate. Según cuenta Lizárraga en su narración de este hecho, el piloto de uno de ellos, el capitán Alonso Bueno, preso del inglés, pretextando tener urgencia en enviar su testamento a su esposa, que estaba en la Ciudad de los Reyes (en Lima), mandó una carta al virrey del Perú, García Hurtado de Mendoza (II Marqués de Cañete), advirtiéndole de la presencia del corsario. La carta llegó el 17 de mayo a Lima, traída por una galizabra hasta El Callao, como lo confirma el poeta y testigo Oña en su “Arauco Domado”: “partido, pues, el tardo inglés pirata / del ensenado mar Valparaíso, / con el despojo próspero que quiso / de muchos bastimentos, oro i plata: / se despachó volando una fragata / al ínclito marqués con el aviso, / la cual en quince, vino como rayo / a siete sobre diez del mes de mayo (“Arauco dorado”, Pedro de Oña)”
En cualquier caso, la presencia de buques enemigos era difícil de ocultar. De una parte, se veían obligados a realizar aguadas, y de otra, en los distintos asentamientos, tanto si tenían guarnición como si no, estaba establecido un sistema de avisos para comunicar estas presencias tan poco amistosas.
La defensa de Lima y El Callao
El virrey estaba enfermo, con ataque de gota, postrado en cama, cuando sonaron las campanas a rebato y comenzaron los temibles gritos de “¡al arma, al arma, que vienen los piratas!”. Hurtado de Mendoza convocó de inmediato a la Audiencia, al Cabildo, vecinos importantes, militares, decidieron entre todos la defensa y partió al Callao para organizar una flota que le saliera al frente al inglés. Hawkins se había adelantado a los planes del Virrey, decididos en audiencia del 28 de enero de 1594. Estos planes consistían en reclutar tropas en Panamá para enviarlas a Chile hacia Septiembre u Octubre, junto a cuarenta mil pesos. El motivo de estos refuerzos no era la amenaza de corsarios ingleses, sino las frecuentes rebeliones de los indios mapuches en la Araucania, que el gobernador de Chile podía contener a duras penas, con sus escasos recursos. El propio Virrey conocía la situación, puesto que había sido gobernador de Chile 1577 y 1590. Así, pues, de haberse contado con esos refuerzos, Hawkins probablemente no habría podido saquear Valparaíso. De todas formas, los planes se paralizaron puesto que la prioridad máxima era ahora neutralizar al corsario. La primera decisión del Virrey fue nombrar a su cuñado, Beltrán de Castro y de la Cueva, Capitán general de la flota perseguidora. Se aseguraba que D. Beltrán tenía experiencia militar, pero también que contaba solamente con veintidós años. El Almirante era Alonso de Vargas Carvajal, y aún fue más acertado el nombramiento de “Almirante consejero” para el italiano Miguel Angel Filipón, con un buen historial naval militar. Todos los notables de Lima, previendo la victoria, quisieron estar presentes en los barcos o en la defensa de la ciudad. Y aquellos que no pudieron subir a los barcos, al menos, pagaron soldados para la expedición.
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_________________ Insignia en el Navío Rayo R. O. del 9 de enero de 2009 A mí me parece, Señor, que no tengo otra cosa buena sino ser español (Catalina de Erauso, "la Monja Alférez", a un Cardenal)
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21 Ene 2009 14:50 |
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Amenofis
Almirante
Registrado: 20 Oct 2008 13:00 Mensajes: 3109 Ubicación: Paracuellos de Jarama (ESPAÑA)
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
Armaron tres galeones grandes, con no menos de 25 cañones cada uno, y tres navíos más pequeños. Nombraron Capitana a uno de los grandes, donde iba Beltrán de Castro, Almiranta a otro, al mando de Alonso de Vargas; el tercero mantuvo su nombre de “San Juan”. Mientras la flotilla salía en su búsqueda, dejaron en El Callao otras naves armadas por si el corsario aparecía por sorpresa. Hay que tener en cuenta que el puerto del Callao, el principal de Perú en la actualidad, ya lo era en la segunda mitad del siglo XVI. Fue fundado en 1537 para atender todo el tráfico del Virreinato de Perú en sí, y el que tenía con España y con el Virreinato de Nueva España. De todos los puertos españoles del Pacífico “era la presa más apetecida por corsarios, piratas y filibusteros”. La flotilla salió por fin de la isla San Lorenzo a buscar a Hawkins en la noche del 25 de mayo. La orden que llevaba era ésta: "que no nos desbrazásemos de la tierra diez o doce leguas, y que a las noches fuésemos la vuelta de la mar, y de día viniésemos la vuelta de la tierra, que era lo cierto y conveniente". El Virrey había aprestado “chasquis” en tierra, para avisar rápidamente de la situación de Hawkins (los chasquis, palabra quechua, eran mensajeros a caballo). D. Beltrán de Castro tuvo suerte, pues lo encontró a los pocos días en las costas entre Chincha y Pisco, al sur de Lima. Inmediatamente envió una lancha para avisar al Virrey y emprendió la persecución de Hawkins, quien levantó todas sus velas, arrojó al mar toda la carga que llevaba en cubierta –producto de los saqueos y de sus últimos encuentros con barcos españoles- y se alejó rápidamente. Hawkins estaba a merced de la Armada Real, pero tuvo mucha suerte, y consiguió burlarla. Se desató una tempestad que dispersó a la flotilla. La Capitana perdió un mástil, el “San Juan” perdió una parte de su velamen y sólo quedó en condiciones de continuar la Almiranta. Cuando al día siguiente se reanudó la persecución, el barco de Hawkins había desaparecido y los españoles no se encontraban entre sí.
La persecución
Cada uno decidió regresar a El Callao. Allí se procedió a reparar las naves a la mayor brevedad. Puesto que el objetivo era reanudar la persecución cuanto antes, sólo se pudo disponer de dos barcos en condiciones: la Almiranta, que D. Beltrán de Castro la convirtió en Capitana, y una de las galizabras que habían quedado a la espera en El Callao, y que se entregó al Almirante Vargas de Carvajal, asumiendo la condición de Almiranta. Sin embargo, Vargas de Carvajal se consideró ofendido por tener que ceder su barco al Capitán general (quizás consideró que algo habría tenido que ver su experiencia con el hecho de que fuera el barco que había salido mejor parado de la tormenta); la excusa que puso es que “no había lugar para sus hijos, amigos y criados”. El Virrey no estaba dispuesto a entrar en discusiones. Destituyó a Vargas de Carvajal como Almirante, y puso en su lugar a Lorenzo de Heredia, criollo peruano. El piloto de la galizabra sería D. Pedro del Pulgar. La decisión, a pesar de ser precipitada, se reveló acertada, a tenor de cómo se desarrollaron las acciones subsiguientes. Mientras tanto, Hawkins había puesto rumbo al norte. Capturó e incendió un pequeño barco a la altura de Trujillo. Desembarcó en Huanchaco al piloto Alonso Bueno (el que había tomado preso en Valparaíso), y continuó con rumbo al Ecuador. En estas costas evitó visitar los puertos de Puna o Guayaquil donde Cavendish había tenido muy mala experiencia unos años antes. La flotilla española, ahora de sólo dos navíos, Capitana y Almiranta, llegó a Huanchaco pocos días después. Allí recogió a D. Alonso Bueno, quien aportó informaciones bastantes precisas sobre la situación de los ingleses y sus planes.
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21 Ene 2009 14:51 |
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Amenofis
Almirante
Registrado: 20 Oct 2008 13:00 Mensajes: 3109 Ubicación: Paracuellos de Jarama (ESPAÑA)
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
El combate y victoria de los españoles
El 30 de junio avistaron al “Dainty” y su lancha artillada en la bahía ecuatoriana de Atacames. Combatieron durante tres días. El primero duró desde las cuatro de la tarde de ese día hasta la noche. Los ingleses quedaron sorprendidos por la artillería española y el buen empleo de la misma, que les causó muchas bajas y muchos daños a su barco. El segundo, a la mañana siguiente. Durante el mismo, el “Dainty” logró abatir el mástil de la galizabra de Heredia, que debió retirarse de la batalla para unas reparaciones mínimas, mientras la Almiranta seguía la persecución a Hawkins. Los combates se producían a tan corta distancia, que se emplearon todo tipo de armas de fuego (mosquetes, arcabuces,..), y no sólo los cañones. El 1 de Julio al anochecer, tanto unos como otros estaban agotados, aunque en peor situación los ingleses, que ya ni siquiera tuvieron fuerzas para armar su velamen y huir durante la noche. Al amanecer del 2 de Julio, Heredia había reacondicionado la galizabra, que entró nuevamente en combate y acertó con un cañonazo la vela mayor del “Dainty”. Fue entonces cuando Hawkins, herido y en cama, mandó izar bandera blanca, se rindió, y Beltrán de Castro se comprometió a respetar sus vidas y a permitirles un posterior regreso a Inglaterra. Los españoles abordaron y saquearon el “Dainty” y su lancha artillada, según la costumbre. Los prisioneros pasaron a la flotilla española y Filipón, con los marineros más expertos, se encargaron de mantener el barco apresado a flote y llevarlo, siguiendo a la flotilla, a puerto Perico (Panamá). La flotilla, una vez hechas las reparaciones oportunas, regresó a El Callao. Los ingleses quedaron presos en puerto Perico. La inquisición los llevó después a Lima. De allí, en 1597, fueron trasladados a España, y finalmente repatriados a Inglaterra en 1602. Treinta años después, Hawkins sostuvo en un escrito que su interés durante la expedición "era puramente el descubrimiento geográfico". Llegó a ser vicealmirante de la armada inglesa.
La reacción en Lima
La noticia del triunfo y la captura de los corsarios llegó a Lima en la noche del catorce de septiembre e, inmediatamente, se iniciaron los festejos. Una procesión, presidida por el Virrey, recorrió Lima acompañado de una gran parte de la población, portando antorchas, en dirección a la Iglesia de San Agustín para agradecer la victoria, mientras las campanas repicaban haciendo un verdadero escándalo que debió poner en pie a la ciudad completa. El héroe, Beltrán de Castro, no llegó a Lima hasta diciembre, pero envió al Virrey una Relación o Carta o Informe que fue inmediatamente conocida junto con otras más. Sin embargo, no es ésta la relación oficial de los hechos. La razón es que en dicha relación sólo aparecían como protagonistas el capitán general Castro de la Cueva, el almirante Filipón, y el Virrey, marginándose injustamente a todos aquellos que habían contribuido decisivamente al resultado. Debió de ser la reacción airada de los olvidados la que llevó al Virrey a adoptar una actitud más justa y conciliadora. Mandó al Escribano y Correo Mayor Pedro Balaguer de Salcedo que reuniese todas las Relaciones que se habían hecho de los sucesos y que redactase una versión única. Y que luego la entregase al impresor Antonio Ricardo. Y efectivamente, en la segunda versión encontraremos los nombres de los capitanes Manrique, Pulgar y Plaza; Pedro de Córdova Guzmán, capitán de la Compañía de Lanceros; Pedro de Gárate, capitán de Arcabuceros; Alonso de Vargas Carvajal, almirante; el capitán Scoto; el oidor Alonso Cirado de Castilla; el veedor de hacienda Juan de Velaoztegui; el adelantado Álvaro de Mendaña; el Alférez real Diego de Ávila; los soldados Juan Velásquez, Pedro de Reynalte, Juan Manrique, Juan Enríquez; y los capitanes Pedro Álvarez del Pulgar y Miguel García de la Plaza. Se cita, además, al artillero Diego Chirinos de Loayza, al alférez Ignacio de Hornero, y todos los que rodeaban a Beltrán de Castro, entre ellos su secretario Pedro de Vergara. También a Lorenzo de Heredia, a los capitanes Juan Martínez de Leyva y Hernando de Lugones y al caballero Francisco de la Cueva. El informe termina con estas palabras: “ha sido forzoso arribar aquí a Panamá a aparejarme e prevenirme de lo necesario, lo cual, con el ayuda de Dios, lo haré dentro de treinta días, para volverme la vuelta al Callao con el navío inglés y los dos que saqué” (Medina, JT: “Un incunable limeño hasta ahora no descrito”, Santiago de Chile, imprenta Elzeviriana, 1916). Una segunda relación relata la llegada del aviso de victoria a Lima, los festejos, la procesión y las corridas de toros “y se van haziendo otras fiestas y regocijos”.
Debieron publicarse ambas entre octubre y noviembre de 1594, pues no se hace mención a la llegada de Beltrán de Castro a Lima, que fue apoteósica, conforme a la detallada planificación de la misma que hizo el propio Virrey, según consta en las actas de la sesión del cabildo de Lima del 7 de diciembre.
Fuentes: “La prensa sensacionalista en el Perú”, por Juan Gargurevich Wikipedia
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21 Ene 2009 14:56 |
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Amenofis
Almirante
Registrado: 20 Oct 2008 13:00 Mensajes: 3109 Ubicación: Paracuellos de Jarama (ESPAÑA)
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
A continuación añado la narración que de estos hechos hizo el escritor Cristóbal Suárez de Figueroa, al comienzo del siglo XVII, en su libro “Hechos de D. García Hurtado de Mendoza”.
Después de relatar las incursiones de Drake y Cavendish (con final desgraciado para ambos, aunque después de hacer daño por la costa), continúa describiendo la campaña de Richard Hawkins. Esta descripción es la más antigua y, por tanto, cercana a los hechos. Como se verá, coincide en lo esencial con lo ya descrito, pero hay diferencias de matiz.
Narración
Este fin tuvieron las dos primeras entradas destos cosarios, a quien (envidioso de su dicha) quiso imitar Ricardo Aquines (Richard Hawkins), asimismo Inglés. Éste con una famosa nao, llamada la Linda, entró el año de noventa y cuatro por el estrecho, en cuya angostura se perdieron otras que venían con él. Llegado a Valparaíso, falto de bastimentos, y menesteroso de otras cosas, halló descuidados en aquel puerto cinco bajeles, bastecidos de comida, de jarcias, y otros pertrechos. Rindiolos luego sin contradición. En este puerto se estuvo regalando algunos días, al cabo quiriéndose partir, vino a concierto con el pueblo en razón del rescate de las naves, sin reparar en si era acertado, o no dejar libre a quien pudiese dar aviso de su venida, tal era la estimación en que tenía su bajel (por extremo armado, y guarnecido de gente plática, y de hecho) y tan poco el caso que hacía de las fuerzas marítimas de todo el Pirú. Tuvo aviso desto el Virrey don García con toda brevedad, y aunque por cierta indisposición, se hallase en la cama, se levantó luego, siendo su primera prevención mandar acudiesen al puerto del Callao las guardas de lanzas, y arcabuces, a fin de que estuviese seguro. Dio asimismo condutas de Capitanes a tres soldados experimentados en la milicia, Pulgar, Manrique, y Plaza, con orden de que cada uno levantase cien soldados, para guarnición de los bajeles, que a toda priesa se aprestaban. El Marqués no fíandose del todo de la diligencia de los ministros que había enviado, fue con pocos de los suyos, el día siguiente a solicitar en persona lo necesario, sin que lo estorbase un riguroso acidente de gota que padecía. Proveyó en llegando las cosas más esenciales para la expedición de los bajeles; mandando, partiese al instante un pataje (patache), que a toda diligencia fuese de puerto en puerto, avisando la nueva, porque a nadie cogiese descuidado el enemigo, pasando desde allí con el propio fin a Guatimala, y México. Despachó asimismo otro a Panamá, para que don Fernando de Córdoba estuviese a punto con su escuadra, y estorbase al Inglés el paso, si allá fuese. Prevenido desta forma el mar, envió diferentes Chasquís (son éstos Indios correos de a pie velocísimos) la costa arriba, mandando entrasen también la tierra adentro, para que tomando los moradores los pasos al Pirata, por ningún caso se les pudiese escapar. En tanto Lima puesta en arma, deseaba sumamente tener ya delante aquella ocasión, para prueba de su mucho esfuerzo. En el Callao, dejó el Virrey por su Teniente al Doctor Alonso Criado de Castilla Oidor más antiguo de la Audiencia de los Reyes, benemérito por letras y virtud, y en cualquier negocio que se le encargase, cuidadoso, activo, y eficaz. Cada tarde entraban en la ciudad dos compañías de guarda, ejercitándose los más días en las armas los soldados bisoños. Tras estas y otras importantes prevenciones, se apercibieron tres fuertes navíos con todo lo que era menester para el intento. Repartiéronse sesenta piezas de bronce entre la Capitana, y su Almiranta, poniéndose otras catorce por los costados del Galeón san Juan. A esto habiendo hecho ya leva los tres Capitanes nombrados, se recogieron con la gente al puerto, para embarcarse con presteza, luego que les llegase orden. Sin este número que era de trecientos, se ofrecieron para la jornada algunos caballeros mozos: entre quien Lorenzo de Heredia, que se embarcó con diez soldados sustentados a su costa, y don Francisco de la Cueva con casi otros tantos de la misma manera. Nombro el Virrey por General a don Beltrán de Castro y de la Cueva, hijo del Conde de Lemos, y su cuñado, varón de señaladas partes y de suficientísima capacidad para mayores empresas como testificaban servicios de mucha consideración. Hallose en el estado de Milán, en tiempo que con tanta satisfación le gobernaba su tío el Duque de Alburquerque don Gabriel de la Cueva, que en edad de veintidós años (conociendo su talento) le nombró por caudillo del ejército, enviado por orden de su Majestad a la toma del Final. Agradó a todos la elección por ser en general bien quisto, descubriéndose en breve cuán acertado había sido semejante nombramiento.
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25 Ene 2009 12:42 |
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Amenofis
Almirante
Registrado: 20 Oct 2008 13:00 Mensajes: 3109 Ubicación: Paracuellos de Jarama (ESPAÑA)
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
(cont) Apenas fue elegido, cuando caminó al puerto, donde sin salir de la marina tarde y mañana, atendía con singular solicitud a preparar cuanto era menester. Púsose la armada en orden con exquisita brevedad, supuesto, se dispuso todo dentro de ocho días, cosa casi increíble por el mal aparejo que había de todo. Aunque por falto que se hallase en cualquier tiempo, juzgó el Virrey de las dos guerras siempre mejor la ofensiva, que la defensiva. Así solía decir, que quien embiste, se halla ya resuelto, y tiene ya imaginado todo lo que es menester para el acometimiento, mas que al acometido le cogían por la mayor parte sin orden, causa de que se preparase, y defendiese por fuerza. Añadía también, que a largo andarse, empeoraba el mismo, respeto de venir a dar en las incomodidades, y penurias de cabezas de soldados, de bastimentos, de artillería, municiones, y cosas semejantes, necesarias a la misma defensa, procediendo todo esto de no poder obrar por entera elección, y de ser constreñido a hacer toda cosa por pura necesidad. Demás, que los propios pueblos padecen infinitamente con peligro de su total ruina, y con perpetuo temor de pérdida, sin alguna esperanza de ganancia. Ya los tres galeones a punto, y bien pertrechados de soldados, religiosos, armas, municiones, y bastimentos, sólo aguardaban tiempo favorable para salir. Mientras llegaba, quiso el Marqués favorecer la partida con su presencia. Para esto fue al Callao, donde entrando en un esquife, se acercó a los bajeles, que disparando todas sus piezas, levantaron altísimos montes de humo envueltos en gozosa grita. Fue pues visitando a todos, incitándolos, y alegrándolos con cuerdas y corteses razones. En fin vuelto a la marina, se disparó (como es costumbre) la última pieza de leva, largando de allí a poco. Anduvieron los tres en conserva (”en formación, agrupados”) hasta engolfarse, mas apenas había partido don Beltrán, cuando tuvo el Virrey aviso de que Ricardo había parecido sobre Arica con tres naves. Trujo esta nueva un pescador a quien el cosario había tomado un barco de pescado, y dádole libertad. Juzgose, debían ser los dos bajeles, que se habían visto de nuevo, la Almiranta, y alguna otra nao de las que corrió fama, se habían perdido al pasar el estrecho. Pareció al Marqués (para mayor seguro) hacer nuevas prevenciones. Así pertrecho una Galizabra (“nave de hasta 100 T, de vela latina”) hecha en el Callao por su orden, juntamente con otro galeón, y un bergantín. Éstos con todo lo necesario se previnieron para guarda de treinta patajes, y navíos que estaban en aquel puerto tan vacíos de defensa, que casi sólo un pequeño batel los pudiera rendir: y también a fin de que si arribase la primera armada, como podía suceder, menesterosa de reparo, pudiese con facilidad ser socorrida, y restaurada. Poblábanse de gente las costas, asistiendo todos con tanta vigilancia, que apenas se descubría el cosario, cuando se sabía en cada puerto, avisándose unos a otros con llamaradas. Este contino cuidado fue parte para que no osase Aquines salir a tierra temeroso de su pérdida, por reconocer las playas llenas de caballería que es con lo que más desmayan los enemigos. Por manera, que sin poder dañar, fue a su despecho, prosiguiendo su viaje, hasta llegar a Chincha, que es paraje apartado de Lima, treinta leguas, desde donde partió luego un correo con el aviso al Marqués, que al punto le envió a su cuñado. En doce días que había que faltaba don Beltrán del Callao, no había podido tener noticia de Ricarte: por eso recebida esta nueva, torciendo el rumbo que llevaba con crecido gozo, echó la vuelta de tierra, por haberse engolfado, como ya se dijo. Descubriose un día al amanecer el Pirata sobre el puerto; mas habiendo él primero visto nuestra armada, solicitó la huida con notable presteza, virando a barlovento. Quiso ganársele don Beltrán, mas fue imposible, por levantarse casi al instante recísimo temporal. Con todo eso le iba siguiendo en cuanto le era posible por más contradicción que hallase en el mar, hasta que desenfrenándose los vientos del todo, le perdió de vista, teniendo apenas lugar para tratar de su propio salvamento. Fue tenida esta tormenta por una de las mayores que hasta entonces se hubiese visto, y así obligó su gran desconcierto a que los que seguían a Ricardo, procurasen volver al puerto de donde habían salido, como lo hicieron; llegando a él por extremo quebrantados. No perdonó la borrasca al fugitivo, antes le trató de manera, que le fue forzoso alijar para salvarse, echando al mar parte de lo que llevaba. Vuelto al Callao don Beltrán tan deshecho como se apuntó, fue fácil el rehacerse por la prevención con que se hallaba don García.
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25 Ene 2009 12:43 |
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Amenofis
Almirante
Registrado: 20 Oct 2008 13:00 Mensajes: 3109 Ubicación: Paracuellos de Jarama (ESPAÑA)
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
(cont) Tratose pues de salir segunda vez sin perder tiempo, mas fuele necesario valerse de diferentes vasos. Nombrose por Capitana la que había ido antes por Almiranta, y por Almiranta la Galizabra apercebida, bajel pequeño, mas famoso. A esto se añadió una lancha, como para descubridora de ensenadas, y caletas. Acompañó al General Miguel Angel Filipón, grande Piloto, y aunque estranjero, de particular confianza. El día que se comenzó a embarcar, corría mucho mar de leva, ocasión de que se hiciese con desigual molestia, por abundar aquel puerto de cantidad de guijarro. Sucedían pues muchas desgracias, porque atravesándose los bateles, mataban, y estropeaban a mucha gente. Mientras con singular solicitud andaba el Virrey a caballo por la marina, haciendo embarcar los que iban a la jornada, vio a uno puesto en notable aprieto. No pudo su piedad dejar de hacer su acostumbrado oficio, y así apeándose del caballo, y metiéndose en el agua hasta la rodilla, trató de guarecer al hombre. Lanzáronse con su ejemplo al mar los soldados de más lustre, sin perdonar a costosos vestidos: y haciendo lo mismo los de la guarda con las alabardas, detuvieron los golpes del batel, causa de que se salvase el que peligraba. Por este respeto hicieron la embarcación dos tiros de mosquete de allí, el puerto arriba, en la parte que dicen de la mar brava. Partieron pues al primer soplo favorable, arrimándose a tierra cuanto pudieron, por saber que se había de hallar Aquines cerca della, si no desvaraba (“se deslizaba, se trocía”) el rumbo comenzado. Íbanse reconociendo de camino cuantos recodos, cabos, senos, bahías y calas se descubrían, con recelo no se les quedase el contrario en alguna. Apenas habían doblado cierta punta, cuando un día, víspera de santa Isabel, como a las cuatro de la tarde, descubrieron al enemigo surto al parecer, en la bahía de san Mateo, que es en la costa de las Esmeraldas. Vio Aquines los dos bajeles y entendiendo, que no eran de guerra, sino de pillaje, se apercibió para embestir. Estaba con sólo un navío, y una lancha, porque juzgando de estorbo para su viaje otras dos naves con que se apareció en Arica, no había querido pasasen de allí. Despachó el Pirata sin dejar su puesto a su Capitán para que con la lancha fuese a reconocer los que se divisaban. Hízolo así acercándose poco menos, que a tiro de cañón. A este tiempo había don Beltrán ordenado a su Almirante Lorenzo de Heredia, la saliese a recebir con la Galizabra. Mandole juntamente, que respeto de ser pequeña su nao, procurase ir la vuelta de la Playa, tomando él al instante la del mar. Disparó la Almiranta tres piezas, que sin herir en alguna de sus partes a la reconocedora, sólo sirvieron de avisarla de que eran enemigos. Volvió pues el Capitán a vela y remo adonde estaba esperando Ricardo. Y hecha breve relación de lo que había pasado, cortando al instante anclas, y tocando un maravilloso clarín, salió al encuentro a los que venían. Recibiolos con una ruciada, y diciendo: ¡Amaina por la Reina!, se les fue llegando. Sacudiole la Capitana de don Beltrán con la artillería de babor. Y al amurar de la otra banda, le disparó dos cañones de la popa, con que se amedrentó el Inglés. Llegó luego la Galizabra, y despidiendo a un tiempo otros seis, le echó la mesana en el mar. Desviose el Cosario animosamente, y volviendo a disparar, despedazó en la Capitana dos negros, y dos marineros junto a la abita (“bita, poste o rollo de madera en que se recogen los cables del ancla”), que estaban cazando la escota a popa. Tras esto asegundó tan velozmente con otra, que sin recebir ofensa, puso al de Castro en notable aprieto. En esta ocasión la Galizabra, que había ido en seguimiento de la lancha, viró para querer abordar la de Ricardo, mas no le sucedió bien, porque se defendió con nueva ruciada, derribándole el árbol mayor, y matándole catorce hombres. Apartáronse con esto algo, y sobreviniendo la noche, fueron los del Rey siguiendo con mucho cuidado al Aquines, disparándole de cuando en cuando algunas piezas.
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25 Ene 2009 12:46 |
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Amenofis
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
(cont) En cerrando la escuridad, curaron unos y otros los heridos, y arrojaron al mar los muertos. La Galizabra aplicó unas bandolas (“armazón de emergencia para sustituir un palo de la nave”) por árbol mayor, con que a la mañana (día de la Visitación) se halló sobre el enemigo, a quien hizo salva con todos sus cañones, y mosquetes. Llegó luego don Beltrán disparando sus piezas, mas volviendo el enemigo (como haciendo burla) le dio una carga tan horrenda, que le llevó todo el bauprés, y espolón, y alcanzando otra bala en las obras muertas, pasó sin hacer daño a la otra parte. Recibiendo una y otra diferentes ruciadas, se vinieron a poner tan bordo a bordo, y lado a lado, que el animoso Aquines procuró en persona ganar el estandarte Real, valiéndose para esto de un lazo que arrojó. Saliole inútil la traza, porque halló en su defensa a Diego de Ávila, a Juan Manrique, a Pedro de Reinalte, a don Juan Velázquez, y a otros, que le defendieron valerosamente. Sacó el Inglés de la temeridad dos heridas, una en el cuello, y otra en un brazo, hechas ambas con bocas de fuego. Quiso en esto abordar la Galizabra, mas arrojando los enemigos dos arpones a sus velas, y cuatro alcancías dentro, quemaron con ellas al Condestable, y a dos marineros. No desmayaron por eso los que embestían, antes saliendo con su intento, la aferraron, y entraron, siendo los primeros que subieron, Juan Bautista Montañés, y Juan de Torres Portugal, ambos valientes soldados. Resistió la entrada del Torres el Capitán de la nave con un broquel acerado, y una espada, mas tras algunos golpes, y heridas, dadas el uno al otro, cayó d'espaldas el Inglés, dando lugar al Español para que pasase adelante. A esto había ya el Juan Bautista muerto a dos, y llevaba retirando a otros, hasta meterlos en la cámara de popa, donde haciéndose fuertes, contrastaban a los contrarios con particular coraje. En suma se dieron de paz, por haber abordado también la Capitana, y echado gente en la enemiga. Era ésta de cuatrocientas toneladas, bellísima en todas sus partes. Traía por armas en la popa una negra con guarnición dorada. Reparola aquella noche Miguel Angel Filipón, porque no se fuese a fondo, respeto de estar maltratada, poniéndose a este fin de mar en través. Prendió a Ricardo el Capitán Pulgar, pasándole a la Capitana con la gente de más lustre. Llegaron el siguiente día a Panamá donde fueron bien recebidos de don Francisco de Cárdenas, Presidente de aquella Chancillería. Entraron los heridos en la ciudad, parte en andas, y parte a caballo, quedándose los sanos con los prisioneros, en la calle de los Calafates. Hizo el vitorioso don Beltrán aprestar la armada con toda diligencia, despachando luego al Virrey con la nueva de lo sucedido. En fin volviendo a Lima, llegaron al puerto de Paita, donde había ya orden del Marqués para que en una nao que estaba allí, trujese el Capitán Plaza al Callao los Ingleses. Eran en todos ciento y veinte. Escaparon de la batalla noventa y tres, y déstos, heridos los decisiete. Hubo en la Capitana cinco muertos, y cuatro heridos. Murieron en la Galizabra veintitrés. Salieron heridos doce, y quemados, o chamuscados seis. Sucedieron en esta refriega dos cosas dignas de memoria. Fue la una, que mientras el enemigo jugaba la artillería contra la Capitana, metió una bala por el Amura de babor, con que mató a un artillero, que estaba cargando una pieza, y pasando por otro, le llevó la piel de casi todo el vientre. Era éste un Vizcaíno de sesenta años, llamado Encinal; mas no desmayando por ver pender sus propios intestinos, solo sin ayuda ajena, se los recogió, y fajó con un paño de manos, y volviendo a cumplir con la obligación de su oficio, impelió la pieza con tanto vigor, y ánimo como si no hubiera recebido alguna herida. La otra es, que estando para subir en la nao contraria cierto Jorge Italiano, le llevaron de un mosquetazo la mano izquierda. Mirola menos con indignación, y sin dejar el intento comenzado, entró en el bajel, donde peleando fuertemente con la derecha, daba con el zoquete de la otra a los que alcanzaba, rociando de sangre los cuerpos, y rostros de los enemigos.
(cont)
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25 Ene 2009 12:47 |
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Amenofis
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
(cont) Alegrose grandemente con este suceso todo el Pirú por ver rendidos, y sujetos en aquel mar los enemigos de nuestra santa Fe, que antes no lo habían sido, y perdiendo el general temor que se solía tener dellos, atribuyeron todos tan buena suerte a la extraordinaria presteza, y resolución con que procedió el Marqués. Diose aviso al punto a su Majestad de la vitoria, a que respondió en carta con mezcla de otros negocios, cuyo tenor es el que se sigue:
EL REY Marqués de Cañete, etc. las cartas que me escribistes en quince de Mayo de noventa, y veinte de Enero del presente, ambas en materia de guerra se han recebido, y en ésta se os responderá a ellas. Holgado he de entender por lo que decís, en la de quince de Mayo, el buen orden que tenéis en las cosas de la mar, y la bondad de los bajeles, y cantidad de artillería, que es muy bien que todo esté en defensa, y así lo será que pues decís que bastarán los dos galeones, y Galizabra, quede sólo eso, y os deshagáis de lo demás, advirtiendo, así en esto, como en todas las ocasiones que se ofrecieren, a que acudiendo a lo necesario sin que a esto se falte, se procure escusar lo superfluo. En lo que toca al gobierno de Chile, y aquella guerra en que decís procede Martín García de Loyola con tan poca esperanza de que se consigan los buenos efetos que se desean, por cuya causa os parece convendría proveer aquellos cargos en otra persona, voy mirando lo que convendrá, y de lo que me pareciere proveer os avisaré. Bien hicistes en enviar la Galizabra con el Capitán, y cien soldados, que decís, para que asistiesen en aquellas costas de Chile, y lo será que se entretenga allí todo el tiempo que fuere necesario. Aunque los Gobernadores de aquellas Provincias pidan los socorros por que decís envían a la contina, vos como quien tan bien tiene entendido lo que conviene, proveeréis lo necesario, y escusaréis lo que no lo fuere, que no es bien que los que allí gobiernan aprovechen tan mal lo mucho que se gasta. Y cuando se trate de la provisión deste cargo, se mirará lo que convendrá cerca de enviar gente de acá, y si se les dará sueldo, que cosa es ésta sobre que hay muchos papeles, y pareceres, y sobre que se va mirando con mucho cuidado, y en el entretanto continuaréis el cuidado de mirar por aquello, y en advertir al Gobernador lo que os pareciere convenir cerca de las poblaciones de Españoles que os escribió quería deshacer, y lo demás tocante a la guerra, y gobierno. Mucho contentamiento he recebido con la nueva del buen suceso que tuvo don Beltrán de Castro contra el General Ricardo Inglés, que pasó a esa mar por el estrecho de Magallanes, que ha sido de mucha importancia, tanto por haberse estorbado sus designios, como porque de hoy más duden los enemigos de semejantes empresas, temiendo su perdición, y castigo; y agradezco os mucho la diligencia que pusistes en hacerle seguir, y avisarme tan particularmente de todo, y a don Beltrán asimismo agradezco su buen servicio, y el que me hizo en alzar mano de la pretensión que pudiera tener de tocarle alguna partedel navío, y artillería, lo cual le diréis de mi parte, y que tendré memoria de lo uno, y de lo otro, para hacerle merced en lo que hubiere lugar. En cuanto al castigo del General Inglés, y los demás que se tomaron en el dicho navío, que decís los pidió la Inquisición, y que por no tener orden allá de lo que es mi voluntad se haga dellos, procuraríades con el santo Oficio que se fuese dilatando, el sacar al dicho General al auto, por haber entendido, que es persona de calidad, lo que en esto ha parecido es, que se haga justicia conforme a la calidad de las personas. Pues decís, que en esta ocasión de la toma del navío Inglés hicieron muy bien su deber los artilleros que fueron en la armada, procurarlos heis conservar en ella. Y con la persona del General Miguel Angel Filipón, de quien también decís, trabajó mucho en la dicha ocasión, mandaré tener cuenta para hacerle merced en lo que hubiere lugar. De los demás Capitanes, y soldados que decís se señalaron en la dicha ocasión, me enviaréis relación particular, así de la calidad de los servicios de cada uno, como de lo que os pareciere que merecen, para que se me consulte, y yo provea lo que me pareciere convenir. Decís que siendo necesario aderezarse la nao Capitana con que se rindió el dicho navío Inglés, ordenastes al Capitán Andrés Gómez Maestre della (que peleó muy bien, y fue de los primeros que saltaron en la nao del enemigo) que la aderezase, y aunque sobre ello se tomó asiento con él, pareciéndole que se había llevado más fin, a que se hiciese barata, que a su fortaleza, sin reparar en el asiento, hizo un Galeón muy fuerte, y de gran bondad, en que gastó su hacienda, y la de sus amigos, y aunque a vos y a la Audiencia, y oficiales Reales, os había constado del mucho gasto que hizo, no os habíades determinado a hacerle la recompensa que pide, y así pedís se os cometa el hacérsela en cosas de arbitrios: en cuanto a esto juntamente con el Audiencia, veréis la recompensa que será justo hacer al dicho Andrés Gómez, y avisarme heis, para que visto esto, y lo que merecen sus servicios, se le haga la merced que hubiere lugar. De Madrid a decisiete de Deciembre de mil, y quinientos y noventa y cinco. YO EL REY. Por mandado del Rey nuestro señor. Juan de Ibarra.
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25 Ene 2009 12:48 |
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Amenofis
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
Para completar este hecho, incluyo a continuación la carta que escribió Hawkins a su padre, estando preso de los españoles. Es interesantísima, y encierra una información muy útil para entender el pensamiento de los ingleses hacia el Imperio español al final del s. XVI, así como los cambalaches que se hacían en la época. Hay también detalles costumbristas, e incluso alguno de construcción naval. Por otro lado, deshace el mito (recogido por algún forero en este foro, y proveniente de la leyenda negra) sobre el "gran daño" que los corsarios y piratas ingleses hicieron en la América española en el siglo XVI, en el Pacífico. Está tomada de este enlace: https://kuprienko.info/carta-de-ricardo- ... to-1594/3/ [ b]Carta de Ricardo Hauqhines (Hawkins) a su padre. 6 de agosto de 1594[/b] Traslado de una carta de Ricardo Hauqhlnes (Hawkms) escripta en el Puerto de Perico en 6 de agosto de 1594, para enviar á su padre Joan (Joanis, John) Hauquines á Londres.—Traducida de lengua inglesa en la nuestra y inviada del dicho puerto al cardenal de Sevilla D. Rodrigo de Castro (hermano del vencedor de Hawkins y de Dª Teresa de Castro, mujer del virrey; hijo de D. Álvaro Ossorio, conde de Trastámara y Lemus, y de Dª Beatriz de Castro; cardenal en 1575; preconizado arzobispo de Sevilla en 1581; murió en esta ciudad en 15-9-1600). Ilustre y muy amado padre: el debido acatamiento perpetuo.
Si me pusiese á contar por menudo los travajos y miserias que me han subcedido en este desventurado viaje, parecería cosa increíble y sería mas largo el discurso de lo que me da lugar el tiempo y salud, y para mí renovación de pena y para Vmd. gran disgusto. Con todo, me pareció en breve tocar lo mas importante, que es lo siguiente.
Después de nuestra partida de Plemua (Plymouth) con viento prospero alcanzamos ya dentro de siete grados de la linea, donde nos dieron vientos contrarios que duraron cuatro meses y causo entre la gente una enfermedad como sarna, de la cual murieron antes de alcanzar el Brasil casi 40 personas, y entre todos no había 20 sanos.
En una isla llamada Santa Ana, donde estuvimos un mes, sanaron buena parte de la compañía, y de allí fuimos en demanda del Estrecho de Magallanes, donde llegamos por fin de Enero, habiéndose perdido la nao Fantassia en 37 grados, la cual se apartó de nuestra compañía voluntariamente, según presumimos.—En el estrecho y su pasaje estuvimos seis semanas con infinitas tempestades y borrascas y pérdidas de tres cables, tres anclas y otra quebrada, y tres horas estuvo mi pobre nao encima de las peñas cargada fasta el tope y cada momento de ellas aguardando la muerte con naufragio. Pero quiso el Señor librarnos de allí y nos sacó á la mar del Sur con sola un ancla y media, donde pasamos la costa de Chile, entré un puerto llamado Santiago (Valparaíso), donde tomé cinco navíos, en los cuales hallé lo que había menester de bastimento; llevé los mejores conmigo, y los demás resgaté. También hube en ellos una poca cantidad de oro hasta el valor de seis ó siete mili libras esterlinas, que serán 25 mil ducados.(cont)
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25 Ene 2009 19:00 |
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Amenofis
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
(cont)
Desde alli vine costeando el Pirú y saqueando algunos puertos. Y en un domingo, dia de la Santísima Trinidad, en 13º y 20? descubrí seis velas de armada, que el virrey don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete (un muy prudente gobernador y de gran valor), teniendo noticia que yo andaba por aquella costa, había en seis dias aderezado; por cuyo capitán y gobernador iba un muy noble y valeroso soldado, llamado D. Beltran de Castro.
Cuando primero descubrí esta armada, hálleme dos leguas en el viento, por lo cual tuve bastante tiempo y lugar de prepararme a la batalla y de armar la nao bien para la pelea, lo cual hecho, nos pusimos en oración a Nuestro Señor, encomendándonos en sus manos; el cual, por su misericordia, nos libró milagrosamente de las de los enemigos por entonces. Mas, porque no le fuimos agradecidos ni le devimos de rendir dignas gracias y loores, pues luego de á poco tiempo, con menos fuerza nos rindieron y vencieron, como abajo se verá.
Por la mañana calmó el tiempo, pero dentro de dos horas refrescó el viento de suerte que la capitana de los contrarios rompió el mástil mayor, y la almiranta las velas, y otro navio de los seis la verga mayor, a cuya causa la noche siguiente les dimos capada, aunque en la velocidad de los navios nos llevaban tanta ventaja, que con el trinquete y mesana nos acompañaban con todo nuestro trapo arriba, y esto con viento en popa y con la escota tirada.
Al dia siguiente, habiéndonos ya perdido de vista, se fueron á Lima, donde el general en dos dias reparó las velas de la almiranta y con ella y con otro navio que halló allí del rey (y porque fue tanta la grita y vaya que las mujeres de aquella ciudad le dieron), según yo supe de buena mano, que arrojó la vuelta á la mar tras mi; yo con toda la posible priesa que el tiempo me dio lugar, fui en demanda de la baia de Atacantes, que es 4 leguas del cabo de Sant Francisco, pretendiendo allí tomar agua é lo demás necesario para proseguir mi viaje adelante; donde al cabo de cuatro dias, habiéndome ya proveído de agua y queriendo dar la vela, á 4 de Junio descubrí dos velas que venían doblando el cabo y eran las dos que me venían a buscar, y cuando me vieron surto en la bahía, enderezaron las proas é venían á mas andar. Yo hice luego vela é procuré ganarles el viento; pero fué en vano, porque la capitana arrojóse sobre mí y dióme una carga muy brava, y en acabando, se deslizo é volvió a cargar la artillería, y la segunda vez volvió con su almiranta, y dándome con toda la artillería de arabas, abordaron y entraron como leones con mucha furia, y cansándose un rato, volvieron otra vez afuera, y cargando la artillería, volvieron á embestirme tercera y cuarta vez hasta que la noche nos apartó; pero nunca por eso nos dejaron reposar en toda la noche; hasta dos horas antes del dia no cesó la artillería, y siempre por no ir azidos (sic) con nosotros, nos daban las balas.
(cont)
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25 Ene 2009 19:04 |
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Amenofis
Almirante
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
(cont) En esta pelea fué muerto un caballero principal, llamado Quirron, con otros diez de la compañía de los más hombres; yo pasado un brazo y el pescuezo con balas, y tan mal ferido, que no hacían caso de mi vida la compañía (sic); el maestre herido mal en el rostro con una bala de la artillería, la mayor parte de todos mal feridos y los debmas desmayados; los mástiles y bombas hechos hastillas, y con el cansancio quería mi gente tratar de darse á buen partido. Yo les hice un breve parlamento, rogándoles se mostrasen en valor de qué nación eran y que por la honra de ella y de sus libertades no pensasen rendirse mientras quedase hombre vivo, Y asi con gran coraje mantuvieron la pelea tres días y noches, reparando de noche lo mejor que podíamos los daños del día; hasta que me hirieron con una pieza de artillería en el muslo, que fué forzoso tenderme; y entonces llamé al capitán Ellis y le encomendé mi cargo. Ya no quedaba hombre de cuenta sin herida, la nao con más de un brazo de agua y para luego ir á pique, todos importunándome de consentir nos ofreciésemos á partido, y viendo yo sus voluntades y sin esperanza de remedio, consentí en ello y de mejor gana, porque de un español que yo traia á bordo fui certificado de la gran nobleza ó inviolable fe del general D. Beltrán de Castro que cumpliría su palabra, y asi fué, que el dicho D. Beltran me invió su guante con promesa y palabra de caballero que después de rendido no se haría mal á hombre alguno y que nos daría á todos las vidas, y con esta promesa y condición nos dimos, concertándonos entre todos muy secretamente que si á la entrada de nuestra nao los españoles hacían ó usaban alguna crueldad ó rigor, sigun suele acontecer en tal caso, uno que estaba puesto para el efecto, habia de dar fuego á la pólvora y soplar (sic) á ellos y á nosotros y acabar nuestra miseria con este triste y funesto fin.
Conforme á la palabra y promesa del general nos subcedió, que ni después de rendidos se ha hecho violencia con nadie ni creo que jamas ingleses en esta tierra han hallado tanta misericordia y tan buen tratamiento; con el cual y con el ayuda de nuestros buenos cirujanos escaparon la mayor parte ó casi toda nuestra gente herida. El capitán Ellis y el maestre están ya fuera de peligro y casi sanos; por mi parte confieso y reconozco que, aunque fuera hermano del general, no pudiera tener mas cuidado de mi salud y contento de lo que tiene, y con su consuelo y regalos estoy casi sano de mis heridas, que parecían mortales, y confio que por su medio y merced que se me ha de hacer, gozaré algún día de libertad.
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25 Ene 2009 19:07 |
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Amenofis
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
(cont) Es este caballero D. Beltran de muy noble condición y religioso y de gran linaje, cuarteando en sus armas las de Castilla, de Inglaterra, de Portugal, de Aragón, de Cicilia, fuera de otras. S. S. tiene un hermano de los grandes de España, que es el conde de Lemos, de Andrada y Villalba y marques de Sarria; su hermana es muger del virrey del Pirú, D. García Hurtado de Mendoza.
Estos Señores de la gran casa y familia de los Castros solían ser antes de la guerra en España gratificados y empresentados por la Reina y grandes de su corte cada año con muchas diferencias de halcones, galgos y lebreles de Islanda y semejantes cosas propias para tan grandes príncipes, y ellos las recompensaban con regalos de grande estima y de los mejores que los reinos de España producían y de que hay falta y carestía en el de Ingalaterra, y desa misma disposición está todavía; y si mi rescate ó libertad estuviera solo en manos de D. Beltran, sé muy bien que con halcones, caballos, lebreles de caga de Islanda se contentaría él presto; y asi, si posible fuese que en algún barco de Islanda se pudiese inviar al Ferrol ó a la Coruña se pudiesen inviar algunas cosas destas, que obligaría á esos Señores de hacer por mi todo lo posible; y de entender que tengo amigos para gratificar la merced que se me ha hecho, el Sr. Gualter Raule [Walter Ralegh] y por ay (sic) puede ayudar mucho en esto, y también D. Jofre y Frentón, que muchas veces me ha ofrescido amistades y mercedes; estos señores pueden ayudar mucho á Vmd. para pasar estas cosas de caça á la Coruña para el dicho conde de Lemos, que me dicen es aficionado a la caça y también la condesa su esposa, y que corre un caballo como el mejor ginete de España, y agora es el tiempo de probar amigos.
En cuanto á la honra de nuestra pendencia y razón en rendirnos, me remito á nuestros contrarios que no dubdo dejaran de publicarlo por la mayor parte de la cristiandad. Consuélome que fué tal, que ni mi reina fué deshonrada en tener tal vasallo, ni mi padre por tener tal hijo, ni mis deudos tal pariente. En conclusión, tal es la fortuna de la guerra: hoy por ti, mañana por mí.
Después de rendido nuestro pobre navichuelo, llamado el Dainty (“el Delicado”, “el Elegante”; los marinos de la escuadrilla de D. Beltrán llamaron a esta nao “La Linda”), nos pusimos mar en través por espacio de treinta y seis horas para agotar el agua que habia entrado y poner un palo por el mástil mayor y enjerir el trinquete con otros palos para poder navegar. No creo que después que el mundo lo es se ha visto nao tan maltratada ni hecha un harnero y debajo del agua catorce ó quince balazos, de los cuales la mitad no pudimos adovar, pues la desventaja con que peleamos es increíble y no creyeron que habia nao en el mundo que tanto ganara al Dainty en velar como estas que topamos, que certifico á Vmd. que con solo el trinquete y mesana iban alrededor de nuestra nao y nos dejaban y alcanzaban como y cuando querían.
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25 Ene 2009 19:09 |
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Amenofis
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
(cont) Probábamos todo género de peleas y modo para nuestra defensa, pero no aprovechaba ni invención alguna hallamos que prometia buen subceso, continuamente echadas sobre nuestro transóme (“yugo”) y batiendo con trece ó catorce piezas, y nosotros con solas dos ú tres cuando más nos podíamos valer; y también nuestra Dintt (sic) tenia una falta grandísima, que en refrescando el viento anisaba (“¿escoraba?”) mucho, de suerte que no nos aprovecha ha la artillería grande; y andando con viento en popa no calmaban; y luego el navio nuestro ni acudía al timón ni se dejaba gobernar. Y ultra desto, temíamos mucho de caer sobre la Gorgona, que es un golfo muy peligroso lleno de bajíos; y certifico á Vmd. que los contrarios eran fortísimos; protesto que más quisiera haberme visto barloado con Sant Felipe, el de España, ó con otro cualquiera de la Armada de ella, que con estas dos.
El porte de la mayor no lo sé, pero tiene noventa y tres pies de quilla y treinta y nueve pies por el madero principal, y abajo diez y siete pies. Tenia tres cubiertas, la una debajo del agua, y siete pies de altura de la una á la otra; demanda tres brazos y medio de agua; tiene treinta piezas de bronce de tan buena artillería como vide en mi vida, la mayor parte de ellas de 40, 50 , 60 y 65 quintales: mucho parece esta nao á la Victoria de la Reina, de grande anchura y fortaleza. La menor, que fué su almiranta, era poco más ó menos del porte de nuestro navio, con doce piezas de bronce muy buenas. En el segundo dia de la pelea descubrimos el mástil mayor desta nao, y su capitana y ella se pusieron con viento en popa algo lejanos y creímos que nos dejaban ya; pero el capitán della, llamado Juan Martin de Oliva, viendo que el general estaba resuelto en perseguirnos, no quiso buscar puerto adonde aderezarse aunque el dicho general se lo habia mandado, sino con el trinquete y mesana nos iba acompañando con su capitana y haciendo el daño que pudo. Este capitán fué prisionero de Francisco Draque y ha estado en Plemua (Plymouth) y Londres; es muy honrado y valiente y dice mucho bien de nuestra nación, por el buen tratamiento que le hicieron. El árbol mayor de la capitana pasamos en dos partes con dos tiros; fué el Señor servido que no rompió, por nuestro castigo, el cual confieso ha caido sobre nosotros justamente por nuestros pecados; y cuando el sea servido, podrá ponernos en nuestra libertad y hacer que todo subceda para más bien y provecho de nuestras almas.
Y como he dicho antes, con el mucho tiempo que estuvimos mar en través y peleando, nos metimos tanto en la bahia y nos pusimos tan al Norte, que nos fué forzoso buscar algún puerto para aderezar el Dainty; y resuelto el general que habia de ser en Panamá, dio cabo á nuestro navio y en cinco dias nos pusimos en Perico, que es puerto de Panamá, donde hallamos otro galeón del rey muy fuerte y bien armado, el cual tres meses antes habia traido el Tesoro; y en acabando de poner en orden nuestro navio, iremos á Lima.
Hay algunos, que poco saben, que dirán que el rey de España no tiene fuerza con que defender la mar del Sur; al que le pareciere ser así, podrá venir á probarlas suyas con D. Beltran de Castro; pero mi parecer es que nuestra nación tome ejemplo en mi desventura y no sean tan atrevidos en estas partes si no fuere Armada real, y de cuan poco efeto será, bien se deja entender.
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25 Ene 2009 19:12 |
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Amenofis
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
(cont) En estas naos de Armada habia mucha gente valerosa y prudente, y entre las demás un caballero, famoso soldado, llamado Miguel Ángel Filippon (expertísimo y valeroso marino al servicio de España en el Perú; se hizo su reputación el año de 1579, cuando fue de piloto mayor de la armada que el virrey D. Francisco de Toledo mandó contra Francisco Drake por el mismo rumbo que Ilevó la de D. Beltran de Castro, que siempre tiene cargo de general para el conducto del tesoro del Rey); del cual también he recibido mucho consuelo y obras, aunque en cuanto á la libertad, después de Dios, confio en la merced que me ha de hacer el buen D. Beltran de Castro y la marquesa, su hermana; y espero que será sin rescate, aunque no seria mala diligencia si acaso tomaren por allá algún español principal ó italiano de los que sirven al rey en Flandes, detenello, porque si acaso algún rescate demandaren, pudiera ser en trueco libertarme; y en esto espero que hará Vmd. como padre en ayudarme en este captiverio y también en favorescer y consolar á mi mujer é hijos, de quien tengo más lástima y pesar que de mí mismo, etc.
A bordo del galeón San Andrés, en Perico, á 6 de Agosto de 1594. Su mal afortunado, emp.° amado (sic) é obediente hijo.
RICARDO HAUQUINES
(Papeles de Jesuítas, en la Real Academia de la Historia)
NOTA de M. J. DE LA E. (autora de esta entrada y su comentario) La derrota de Hawkins hállase referida con bastantes pormenores en el libro, ya muy raro, titulado “Hechos de D. García Hurtado de Mendoça”, cuarto marqués de Cañete, escrito por el doctor Cristóbal Suárez de Figueroa, é impreso en 1613; mas no por eso pierde en lo más mínimo de su interés la carta del famoso corsario.
Por ella sabemos, entre otras curiosidades, que se rindió bajo el seguro de la palabra y promesa de D. Beltran de no hacerles mal alguno y conservarles la vida á él y á sus compañeros de desgracia; sagrada garantía que hicieron en gran parte ilusoria las necesidades políticas y muy especialmente reiteradas y apremiantes exigencias del Santo Ofivio limeño. Llegaba por aquel entonces el inquisidor Antonio Ordóñez y Flórez á tomar posesión de su cargo. Era mozo. Mostrábase impaciente por celebrar un auto lucido y solemne que le acreditara y al propio tiempo desvaneciera graves sospechas.
Vio cumplido su deseo el 17 de Diciembre de 1595. En el piadoso festejo salieron trece de los vencidos con Hawkins, condenados á penas á cual más dura é infamante, aunque la celosa intervención é influencia de los jesuítas lograron atenuarlas y dulcificarlas considerablemente, previa la conversión de los reos al catolicismo, por los procedimientos que en trances tales se usaban. Entre los trece se encontraba John Ellis, á quien Hawkins entregó el mando de la Dainty poco antes de rendirla. Era cristiano bautizado y oyó misa hasta la edad de doce años; pero nunca confesó ni comulgó, y el caudal de sus oraciones se limitaba al Pater noster y al Avemaria, caso grave y de mucha teología que impidió extender la rebaja de su condena á menos de diez años de clausura en un convento, con la obligación de asistir á todas las procesiones y misas mayores que se celebraran, con más una romería eremítica y sabatina. Así, pues, el seguro de D. Beltran se guardó en cuanto á las vidas de los prisioneros; pero en lo de no hacerles mal alguno, es indudable que falló; bien es verdad que para estos trece el mal redundó en bien de sus almas. Del resto de los prisioneros no puede decirse otro tanto, porque fueron enviados á las galeras de Cartagena sin pasar por la Inquisición. El rango y calidad del general de estos pobres herejes obligaban á D. Beltran a más firmeza y tesón en el empeño de honrar su palabra de caballero; y con ayuda de su hermana, de su cuñado, y probablemente de la Compañía de Jesús, logró sortear con maña durante unos meses los apremios del Santo Oficio; por lo menos así resulta del siguiente capitulo de carta del rey, fecha en Madrid á 17 de Diciembre de 1595, que traslada en su libro el doctor Suárez y es contestación á la en que el virrey le participaba la victoria de Atacámez:
“En cuanto al castigo del general ingles y los demás que se tomaron en el dicho navio, que decis los pidió la Inquisición y que por no tener orden allá de lo que es mi voluntad se haga de ellos, procuraríades con el Santo Oficio que se fuese dilatando el sacar al dicho general al auto, por haber entendido que es persona de calidad, lo que en esto ha parecido es que se haga justicia conforme á la calidad de las personas....”
Pero, según otra carta del inquisidor Ordóñez de 4 de Noviembre de 1595, ya en 17 de Julio anterior estaba concluso el proceso de Hawkins, después de haberse convertido á la fe católica. A esta sazón, hallándose muy enfermo el neófito, fue trasladado á una celda del colegio de la Compañía, de donde le sacaron para ponerlo á disposición del Virrey, que desde un principio, dice Ordóñez, había manifestado interés por él. Presumo que con estas atenciones y finezas y su caritativa intervención en los procesos de los herejes, agradecían los jesuítas la fundación de su colegio de Monforte, obra del hermano de D. Beltran y de la virreina, el Cardenal Arzobispo de Sevilla. D. Luis de Velasco, inmediato sucesor del marqués de Cañete, quiso enviar á España á los penitenciados; pero los inquisidores se opusieron, alegando que no habían acabado de cumplir sus penitencias. Dispúsose entonces que también se quedase con ellos Ricardo Hawkins, porque podría aquí hacer daño, dando avisos de la navegación de aquellos mares.
Tomo estos datos de la “Historia de la Inquisición de Lima”, publicada por mi amigo el Sr. D. J. T. Medina.
Peralta, en su Lima fundada, dice que Hawkins se rindió á D. Beltran debajo de la palabra real, y que habiéndole, no obstante ella, sentenciado a muerte la Audiencia de Lima, apeló al Consejo Supremo, donde llevó la causa, y habiéndola vencido, lo envió libre á Inglaterra. Ignoro en qué año le fué posible restituirse en su patria, donde murió en 1622. Suárez de Figueroa, y aun el mismo Hawkins, en su carta, mencionan los capitanes y cabos que se distinguieron en el combate de Atacámez; pero no veo entre sus nombres el de Juan Gómez Peinero, á quien, por cédula de 5 de Agosto de 1595, que registra en sus Apuntes el relator y cronista del Consejo de Indias licenciado León Pinelo, se le hace merced de 200 escudos, atento á que por su industria y cuidado fué preso el inglés Richarte Aquines.
(cont)
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25 Ene 2009 19:17 |
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Amenofis
Almirante
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 Re: Saqueos y derrota del corsario Hawkins en el Pacífico -1594
NOTA FINAL DEL AUTOR DE LA ENTRADA EN ESTE FORO:
Sólo rectificar la aseveración de M. J. DE LA E. sobre que no se sabe la fecha en que Hawkins pudo regresar a Inglaterra. La entrada completa de este foro indica que ahora ya se sabe: fue en 1602, después de pasar 3 años en Lima y 5 en España. Existe también una diferencia en las fechas del combate: Hawkins habla que terminó el día 4 de Julio; las otras fuentes, que el 2. Puede deberse a fallos en la memoria o, incluso, a algún desfase (en este caso, adelantando) en la medición del tiempo por parte de los ingleses.
Y recordar que fue la caballerosidad de D. Beltrán de Castro y el empeño en que se cumpliera su palabra dada, lo que salvó a Hawkins y a los otros de morir. Tuvo que luchar mucho, pero, al fin, consiguió su propósito. Los piratas fueron enviados a Inglaterra en la fase final de la guerra Hispano-inglesa (que terminó en 1604). Da la impresión de que las conclusiones sobre la fortaleza de España en aquellas tierras, que contiene la carta de Hawkins, junto a su testimonio, y los informes anteriores de otros corsarios que salieron malparados (Drake, Cavendish,..), debieron hacer cambiar de idea a los ingleses sobre atacar a España en el Pacífico, porque durante muchos años no hubo más incursiones inglesas de saqueo en este Océano.
Eso sí, los holandeses tomaron el relevo a los ingleses. Y corsarios y flotas holandesas iniciaron sus incursiones, que mantuvieron incluso durante la tregua Hispano-holandesa (1609-1621). ...Pero eso es ya otra historia.
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