Amenofis escribió:
Gracias por las fotos y el recuerdo.
Aunque yo no hice el servicio militar en la Armada (soy Alférez de Artillería de la IPS), he tenido mucha relación con la Armada (especialmente la JAL) por razones profesionales en los años 80 (entonces yo trabajaba en IBM). Recuerdo muy especialmente, de aquella época a "Chichi" Salazar (de Intendencia; no sé si Capitán de corbeta, o Comandante) y, en El Ferrol, al personal del Centro de Proceso de Datos: el Capitán de corbeta Gerardo Lorente, el Teniente de navío "Pipo" Romero, y el Sargento 1ª Fidalgo.
Sé que Salazar y Lorente se acogieron al retiro voluntario hacia 1990, pero de los otros no sé nada. Si alguien sabe de ellos, me gustaría conocerlo y, si es posible, retomar contactos que terminaron hace más de 20 años.
Gracias anticipadas
Rafael Romero, a quien todos llaman familiarmente Pipo, conoce bien el arte, la mar y la navegación. Este ferrolano, marino de guerra y artista, tiene una apasionante biografía y una formación académica enciclopédica.
Estudió sus primeros años en Ferrol, en donde comenzó a jugar al tenis y a tener intereses por las bellas artes.
Su madre, Amparo Díaz del Río González-Aller, solía hacer manualidades como recortables de papel para Rafael, sus tres hermanos y tres hermanas. Amparo era, además, una pintora de talento que había sido alumna de Collado y Rafael la recuerda desde niño dedicada a realizar bonitos cuadros con los que decoraba la casa familiar en la calle Atocha.
La residencia de la familia era un enorme caserón del siglo XVIII que fue utilizado como cuartel de los franceses y en el que había sitio para la academia San José, dirigida por su abuelo materno, Arsenio Díaz del Río Arias Salgado, quien tuvo a su vez una brillante carrera militar y fue alcalde de Ferrol durante varios lustros. En la academia, se impartían lecciones preparatorias para acceder a la oposición de ingreso en las academias militares.
Otro recuerdo de las primeras experiencias artísticas de Rafael es el relacionado con su tío Víctor Díaz del Río, quien desarrolló una notable carrera como pintor. Era un apasionado de las reconstrucciones históricas de grandes batallas, buques y personajes. Pintó la colección de cuadros de historia para el recibidor del ferrolano cuartel de instrucción. Se trata de una serie de grandes escenas épicas relacionadas con la marina, ejecutadas en un sobrio estilo clasicista.
Tras la primera etapa de formación en Ferrol, Rafael se trasladó a Madrid para preparar el ingreso en la academia de Marín. En la capital de España residía en el llamado CHA, Colegio de Huérfanos de la Armada, que se encuentra en la calle Arturo Soria. De la época madrileña recuerda sus buenos profesores de trigonometría y el buen ambiente entre los compañeros. Además, aparte de sus estudios técnicos para la carrera militar, dedicaba tiempo a su pasión por las artes visitando el Museo del Prado, viendo exposiciones de artistas contemporáneos y haciendo, en fin, de autodidacta estudioso en arte y deporte.
Luego de aprobar el examen de ingreso en la academia, se trasladó a Marín, donde pasó los cincos años de sus estudios y los finalizó con la entrega de despachos como teniente adscrito al cuerpo de intendencia.
Su formación especializada en economía, estadística y análisis matemático le abrió el camino para lo que sería el grueso de su primera actividad profesional que consistió en la programación informática. Fue quien puso en marcha el Centro de Proceso de Datos de la Zona Marítima del Cantábrico. Entre otros trabajos, desarrolló la cuestión del proceso de avituallamiento marítimo y las cuestiones de proceso de nóminas. Al hablar de sus inicios en el mundo de los ordenadores, recuerda divertido cómo aquellas primeras máquinas ocupaban salas enteras y requerían de numerosas secretarias que perforaran fichas con las que administrar datos.
Aparte de las actividades en tierra firme, también tuvo destinos a bordo de buques. En cuarto curso de la academia dio la vuelta al mundo en el bergantín goleta El Cano.
En Cádiz estuvo destinado en la corbeta Princesa, sobre la que descansa una bonita y ubicua historia en la vida de Rafael, gran aficionado y gran competidor en diversos deportes. La Princesa fue la encargada de transportar la antorcha olímpica a las Olimpiadas de México en el año 1968.
En Canarias, fue jefe de aprovisionamiento y de vuelta en Ferrol, estuvo destinado en la fragata Baleares.
Con la Ley de la Reserva Transitoria en el año 1989 durante la presidencia de Gobierno de Felipe González, cesó en su carrera militar con el rango de teniente coronel y dedicó casi dos décadas al trabajo en la empresa privada como técnico en informática y se entregó también a la pintura, actividad profesional que le ocupa sus días en la actualidad.
El almirante Romero y sus cuatro hijos en la vida castrense
El padre de Rafael es don Miguel Romero Moreno, quien destacó de manera sobresaliente en la carrera militar. Siendo estudiante de ingeniería naval en su Madrid natal, trabó amistad con un grupo de jóvenes estudiantes de marina. Los amigos animaron a Miguel a desarrollar su talento para la ingeniería en el ámbito de la marina y en ello tuvo grandes éxitos. Fue al inicio de su carrera capitán de corbeta y comandante de quilla de destructor. En plenitud profesional, fue agregado militar en Sudamérica y estuvo en el Alto Estado Mayor en época de Gutiérrez Mellado.
Sus cuatro hijos varones –entre ellos el tercero, Rafael, nuestro anfitrión en esta visita a esta relevante familia gallega– siguieron la carrera militar. Miguel, Arsenio y Francisco son los otros hijos de Miguel y Amparo con exitosa carrera castrense.
Un momento de gran reconocimiento profesional para Miguel Romero fue durante los primeros años ochenta en que recibió el nombramiento de capitán general de la Zona Marítima del Cantábrico con sede en Ferrol.
Huelga recordar que en esa época ocurrió el incidente del 23-F. En la tarde en que el guardiacivil Antonio Tejero se adentró en el Congreso de los Diputados, don Miguel se encontraba de viaje en automóvil entre las ciudades de Ferrol y Vigo.
En la época no había teléfonos móviles y fue la Guardia Civil la que paró su coche oficial, y le informó de lo sucedido; y emprendió camino de vuelta a Ferrol. En la noche recibiría las llamadas telefónicas del rey don Juan Carlos y en la confianza de la resolución del fallido golpe se mantuvieron hasta la madrugada en que se volvió al orden.
Fueron muchas otras las celebradas participaciones de don Miguel en la vida pública española tal y como refrendan los retratos de grupo que acompañan este texto.
Don Miguel fue un caballero que, empezando de la base, llegó a lo más alto con una actitud campechana y sencilla. Una forma de ser y actuar que continúan en la actualidad sus hijos y demás familia.
Pintor contemporáneo sobre la tierra batida del campo de tenis
La brillante trayectoria profesional de Rafael Romero abarca tres campos que resultan complementarios.
Como deportista, sin ser profesional, destacó en tenis, siendo subcampeón gallego en los años 1974 y 1975.
Como jugador de fútbol era destacado en las ligas militares. Como jugador de golf, luego de ser autodidacta y tener que jugar prácticamente en campos de pasto de ovejas, ha pasado a ser un excelente hándicap y socio activo en el precioso campo de golf de Campomar en el municipio de Narón. Un magnífico campo de 9 hoyos donde se desarrolla la sólida afición ferrolana a este deporte.
Pero, sin duda, su bagaje técnico y formación militar encuentra en el campo del arte, en la pintura y el dibujo una localización idónea en la poliédrica biografía de Rafael.
Desde niño se interesó por el arte, su pasión por Turner, Monet y los geniales pintores ferrolanos como Bello Piñeiro, Sotomayor y Pérez Villamil le llevó a acercarse a la pintura.
En la actualidad, en su estudio de Ferrol, pinta acuarelas, acrílicos y realiza dibujos de grafito sobre papel en los que recoge un fascinante universo de mar, viajes y arquitecturas.
Su estilo suelto pero a la vez preciso consigue dar personalidad única a los buques y hace que los árboles de las campiñas que reinventa parezcan susurrar rumorosos en el más universal estilo gallego.
Su pintura ha sido muy premiada y su amistad con Daniel Alvariño, el celebrado galerista ferrolano, le han valido como acicate para perseverar en el mundo de las musas.
Es un artista con un discurso plástico maduro y grandes referentes intelectuales.
En las fotos, Pipo con su Padre (El Almirante Romero), sus hermanos y el Rey y su Padre
Actualmente las noticias que tengo de el, es que sigue pintando y jugando al tenis.
Un saludo